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Domingo 5º de Pascua, ciclo B YO SOY LA VID, VOSOTROS LOS SARMIENTOS por HANS URS VON BALTHASAR Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Soy la raíz, el tronco y la rama, sin apariencia, recortado y raquítico, medio cubierto por la tierra, bajo la nieve y la pizarra, pero vosotros sois mis flores, mi fruto. En las largas noches invernales reúno mi fuerza, aspiro, gota tras gota, el agua insípida de la tierra pedregosa; pero, tanto si hay fuertes tormentas como si hace un sol de justicia, hago salir mis ramas, de una a una, sudo mi preciosa sangre, mi vino dorado. Esa sangre, ese vino: sois vosotros. Yo soy la vid, vosotros el vino que lloro. Primero crecéis como sarmientos, jugosos y ondulantes como serpientes; ávidos de vida, queréis alejaros del tronco gris y lleno de cortezas, aspiráis a una existencia propia y a gozar de la alegría de vivir al sol. Tendéis largos tentáculos para coger, apretar, aprisionar en vosotros todo lo que se mueve y vive. Lo nombráis conocimiento y amor. Los sarmientos trepan hacia el cielo, hacia la luz y las estrellas, buscan ávidamente agarrarse a Dios, pero lo que tocan con los dedos torcidos es el aire y la nada. [...] Sin mí nada podéis hacer. No digo “poco”; digo “nada”. Pero quien permanece en mí y yo en él, dará mucho fruto. Yo mismo doy fruto en él y él es el fruto. Si dais mucho fruto, mi Padre es glorificado en él. [...] Vosotros me necesitáis porque no podéis hacer nada sin mí, y yo os necesito (aunque a mí no me es necesario criatura alguna) para manifestar mi plenitud esparciéndola. Así, yo vivo en vosotros y vosotros vivís en mí. Soy la labor que cae y muere en vuestro surco y, cuando resucito de vuestro suelo, es vuestra simiente la que se eleva. Y sois también el grano de trigo, que cae en el surco de Dios y muere en el bautismo y en la crucifixión, y cuando resucitan son mi cosecha. Dos vidas se vuelven visibles, pero sin embargo sólo son una. Ya que en la espiga no se puede distinguir qué es lo que ha formado la planta. El material es siempre el mismo pero, combinado de una manera diferente en la vida orgánica, es más noble. Vivís así naturalmente, pero ya no vosotros, sino que soy yo quien vive en vosotros. Por eso sois de mi propiedad, mi fruto, mis sarmientos. Pero también yo soy de vuestra propiedad porque me he entregado prisionero a vosotros, y disponéis de mí como de vuestro ser más íntimo, Vosotros no os pertenecéis más a vosotros mismos, os habéis convertido en templos de Dios, pero yo tampoco me pertenezco a mí mismo, me he convertido en cantera de las piedras para el templo de la humanidad. Yo soy la vid. Vosotros sois los sarmientos. Habéis florecido en mí: ¿os extrañáis si una gota de la sangre de mi corazón se infiltra en todos vuestros sentidos y en vuestros proyectos? ¿Os admiráis si los pensamientos de mi corazón se infiltran suavemente en vuestro corazón mundano? ¿Si os hablo bajito, al oído, y día y noche sentís un murmullo y notáis una atracción? ¿Hacia el amor que quiere sufrir, hacia el amor que, junto al mío, salva? ¿Que sentís el deseo de exponer vuestra vida y todas las fuerzas, de ponerlas en peligro por vuestros hermanos? ¿Y de completar en vuestro cuerpo, lo que todavía falta a mi sufrimiento, lo que todavía tiene que faltar mientras no haya sufrido mi pasión en todos mis miembros y extremidades? Porque, naturalmente, nadie de vosotros no es salvado sino a través de mí, pero yo no soy el salvador total, sino unido a cada uno de vosotros. ¿Queréis completar conmigo la gran transformación, construir el reino del Padre? El cor del món, Barcelona, Edicions 62, 1965 (Blanquerna ; 14), 50-57 MONESTIR DE SANT PERE DE LES PUEL·LES