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La Pirámide de la Enseñanza Un Modelo para Apoyar la Competencia Social y Prevenir la Conducta Desafiante en Niños Pequeños Traducido por Asunción González del Yerro Lise Fox,Glen Dunlap,Mary Louise Hemmeter,Gail E. Joseph y Phillip S. Strain Lise Fox, Ph.D., is a research professor with Louis de la Parte Florida Mental Health Institute at the University of South Florida in Tampa. She conducts research and training and develops support programs focused on young children with challenging behavior. Glen Dunlap, Ph.D., is a professor of child and family studies and director of the Division of Applied Research and Educational Support at the Florida Mental Health Institute. Mary Louise Hemmeter, Ph.D., is an associate professor in the Department of Special Education at the University of Illinois in Urbana-Champaign and the principal investigator of a five-year project to enhance the capacity of Head Start and child care providers to address the social and emotional needs of young children. Gail E. Joseph, Ph.D., assistant research professor at the University of Colorado at Denver, has been engaged in several national projects focused on professionals working with children with challenging behaviors. Phillip S. Strain, Ph.D., professor in educational psychology at the University of Colorado at Denver, has designed comprehensive early intervention programs for children with autism or severe problem behaviors. Development of this article was supported by the Center for Evidence-Based Practice: Young Children with Challenging Behavior (Office of Special Education Programs, U.S. Department of Education, Cooperative Agreement #H324Z010001) and the Center on the Social and Emotional Foundations for Early Learning (Administration for Children and Families, U.S. Department of Health and Human Services, Cooperative Agreement #90YD0119/01). Muchos educadores de niños pequeños afirman encontrarse poco preparados para responder a las necesidades de los niños que presentan conductas desafiantes y para transformar el aula en un contexto seguro que optimice el desarrollo. Estos profesores dedican mucho tiempo a controlar las conductas de unos pocos niños y poco a apoyar el desarrollo y el aprendizaje de los otros. Una evidencia cada vez mayor constata que la forma más eficaz de afrontar las conductas desafiantes es adoptar un modelo centrado en la optimización del desarrollo socio-emocional, el apoyo a la conducta apropiada de los niños y la prevención de las conductas desafiantes (Sugai et al.2000). En este artículo vamos a describir un marco para abordar el desarrollo social y emocional de los niños y sus conductas desafiantes. Podemos representar este marco con una pirámide que incluye cuatro niveles de práctica para responder a las necesidades de todos los niños, incluso las de los niños con conductas desafiantes persistentes (ver “La Pirámide de la Enseñanza”). El siguiente ejemplo muestra como implementar este modelo en una case preescolar. Emma, una profesora de niños de dos y tres años, dedica tiempo a saludar a cada niño y a sus padres cuando llegan. Habla brevemente con cada niño sobre el día de hoy o sobre los acontecimientos del hogar. Emma pretende crear una relación de apoyo que optimice el desarrollo con cada uno de los niños de la clase (Nivel 1). La clase está cuidadosamente diseñada para promover la implicación de los niños y la interacción social. Lo primero que hace Emma cuando los niños tienen dificultades es examinar el entorno para asegurarse de que los problemas no se deben al son la clave de diseño del aula o a la estructura de la actividad (Nivel 2). Algunos niños de la clase necesitan instrucción para jugar con sus compañeros, controlar su enojo y decepción y para solucionar los para el desarrollo problemas sociales. Emma utiliza un currículo que incluye estrategias y actividades para enseñar habilidades sociales social, emocional y específicas y confía en que su ayuda hará que esos niños progresen conductual. (Nivel 3). Aunque la mayoría de los niños de la clase van bien, a Emma le preocupa su capacidad para responder a las necesidades de uno de los niños que grita con frecuencia y pega a los otros niños. Con la ayuda del director, Emma se pone en contacto con la familia del niño y empieza a trabajar con ella para desarrollar un programa de apoyo individualizado que debe ser implementado en casa y en la escuela (Nivel 4). Las relaciones positivas una enseñanza eficaz y la guía Intervenciones Individuales Intensivas Enseñar Estrategias Socio-Emocionales Diseñar Entornos que Apoyen Establecer Relaciones Positivas La Pirámide de la Enseñanza Un modelo para apoyar la competencia social y prevenir la conducta desafiante en niños pequeños Construyendo Relaciones Positivas La base de un programa de educación infantil eficaz es el establecimiento de relaciones positivas de apoyo entre los niños y los profesores, y también entre los profesores y las familias y los otros profesionales (Bredekamp y Copple 1997; Joseph y Strain en prensa). Las relaciones sociales afables son la llave de toda enseñanza eficaz y la guía del desarrollo social, emocional y conductual. Para ser breves digamos que los educadores infantiles deben dedicar tiempo y atención a conocer a los niños por dos razones, la primera es que a medida que los adultos establecen relaciones positivas con los niños, su influencia potencial sobre sus conductas se incrementa significativamente, es decir, los niños hacen caso a los adultos que son receptivos y que se preocupan por ellos. Prestan una atención especial a lo que esos profesores dicen y hacen, y buscan la forma de obtener todo la atención posibles de estos profesores. En segundo lugar, en un contexto de relaciones de apoyo, los niños desarrollan un concepto positivo de sí mismos, una confianza y una sensación de seguridad que contribuye a reducir la aparición de las conductas desafiantes. Además, el tiempo dedicado a establecer relaciones sólidas es probablemente menor que el que requiere implementar estrategias más elaboradas y duraderas. Implementando prácticas preventivas en la clase En educación infantil se reconoce la importancia crucial que tiene el entorno de la clase y la interacción entre el adulto y el niño (Dodge y Colker 2002). Muchos educadores infantiles son conscientes de la relación existente entre el diseño del ambiente y la conducta desafiante. Utilizan prácticas preventivas que implican interacciones adulto-niño y formas de organizar el aula para apoyar el desarrollo y las conductas apropiadas. Proporcionar a los niños atención positiva por su conducta prosocial y modificar el medio físico, el horario y los materiales puede fomentar la implicación de los niños en las actividades diarias y prevenir las conductas desafiantes o disminuir la probabilidad de que aparezcan (Strain & Hemmeter 1997). Un profesor que examina el impacto del entorno, puede realizar simples cambios para reducir la frecuencia de la conducta desafiante (por ejemplo, proporcionar alternativas de elección a los niños, crear centros de aprendizaje bien organizados, etc.). Muchos educadores infantiles desarrollan prácticas preventivas en el aula como determinadas interacciones adultoniño y formas de organizar la clase para apoyar el desarrollo y la utilización de conductas apropiadas. Utilizando estrategias para la enseñanza social y emocional Muchos niños necesitan instrucción explícita para asegurar que desarrollan su competencia socioemocional, que aprenden a controlar el impulso y el enfado, a solucionar los problemas interpersonales y el resto de las habilidades necesarias para establecer lazos de amistad (Webster-Stratton 1999). Las • Jugar siguiendo la iniciativa del niño. habilidades básicas de la educación emocional • Pedir a las familias que completen cuestionarios incluyen ser capaz de identificar los sobre los niños. • Saludar a cada niño que llega por su nombre. sentimientos en uno mismo y en los otros y • Conversar a la hora del recreo. actuar sobre ellos de una forma apropiada. • Visitar el hogar varias veces al año. Discriminar entre emociones tales • Escuchar las ideas y las historias de los niños como el enfado, la tristeza, la como una audiencia Ser interesada. capaz de identificar frustración y la alegría requiere tener • Enviar notas positivas a casa. en sí mismo un vocabulario de palabras referidas • Ofrecer premios sentimientos y ánimo. sentimientos. A los niños • Compartir información sobre ti y encontrar algo y en los otros y de actuar apequeños en común con el niño. se les puede enseñar • Pedir a los niños que traigan fotos de sus de sobre ellos forma palabras nuevas referidas a familias y darles la oportunidad de compartirlas asociando imágenes apropiada son sentimientos contigo y con los compañeros. de expresiones emocionales con • Exponer los trabajos de los niños a la altura de habilidades básicas de la esas palabras y leyendo a los niños sus ojos. literatura que ejemplifique esos • Tener al protagonista de la semana que que trae educación emocional. cosas especiales de casa y las comparte durante la sentimientos. Los juegos asamblea. Asegurarse de que todos toman el proporcionan oportunidades para practicar, turno. como el bingo de sentimientos en el que los • Reconocer los esfuerzos de los niños. niños encuentran el dibujo correspondiente a • Hacer cumplidos generosamente. la emoción que nombra el líder del juego. • Llamar a la familia delante del niño para También aprenden cuando la familia y los comentar el día tan bueno que está teniendo. profesores identifican las emociones de los • Averiguar cuál es el libro favorito del niño y leerlo para toda la clase. niños y las propias a lo largo del día. Con el • Dejar que los niños hagan un libro personal tiempo, los niños asocian las palabras “Todo sobre mí” , y compartirlo en la referidas a los sentimientos con sus asamblea. sensaciones fisiológicas y con las emociones • Escribir en una camiseta cosas especiales sobre de los otros. un niño y dejársela poner. Estrategias practices para establecer relaciones positivas • Jugar con los niños. • Jugar en el patio con los niños. • Subirse al autobús con el niño. • Hacer una actividad extracurricular con los niños. • Aprender alguna frase característica de su entorno familiar. • Chocar las cinco, dar un abrazo y elevar el pulgar cuando hag alas tareas. • Darles la mano. • Llamar aparte al niño que ha tenido un mal día y decirle, “Siento que hayamos tenido hoy un mal día. Estoy segura de que mañana va a ser mejor!” • Decir a los niños cuanto se les echa de menos cuando faltan un día al colegio. Controlar el enfado y el impulso implica ser capaz de reconocer el enojo, comprender que puede interferir con la solución de problemas y utilizar estrategias para cambiarlo en lugar de portarse mal. La solución de problemas requiere reconocer la existencia de un problema, generar múltiples soluciones alternativas, implementar una solución y evaluar si ha sido eficaz. Las habilidades de amistad incluyen compartir y tomar turnos, proponer juegos, pedir y recibir ayuda y afrontar eficazmente problemas comunes con los compañeros como tomar el pelo o pelearse. Como en cualquier área de instrucción, la enseñanza efectiva en este dominio requiere una planificación cuidadosa, individualizar la enseñanza, proporcionar muchas y variadas oportunidades de aprendizaje a lo largo del día y atender a los niños cuando muestran conductas socialmente competentes como seguir instrucciones, ayudar a los amigos, participar en el juego simbólico con sus compañeros y compartir. Planificando intervenciones individualizadas intensivas Es probable que unos pocos niños continúen manifestando conductas desafiantes, incluso cuando los profesores establecen relaciones positivas, implementan prácticas preventivas en el aula y utilizan estrategias para la enseñanza explícita de habilidades socioemocionales. En la década anterior, la investigación demostró que el apoyo conductual positivo (PBS) es un modelo de intervención enormemente eficaz para afrontar las conductas desafiantes severas y persistentes. Como modelo de intervención para tratar los problemas conductuales de los niños, PBS se basa en la investigación y en los valores humanísticos. Ofrece un método para identificar los acontecimientos ambientales, las circunstancias y las interacciones que elicitan la conducta problema y el propósito de la conducta problema, y para utilizar estrategias de apoyo para prevenir la conducta problema y para enseñar habilidades nuevas (Fox, Dunlap, y Cushing 2002). El objetivo de PBS es ayudar a los niños a desarrollar habilidades de comunicación y habilidades sociales para mejorar su relación con los compañeros y con los adultos, y para mejorar la calidad de vida. Las intervenciones intensivas individualizadas se planifican e implementan en equipo y se aplican en el hogar, en la escuela infantil y en los entornos comunitarios. El equipo está formado por el equipo docente, la familia y otros profesionales que pueden apoyar al profesor, al niño o a la familia (por ejemplo, el consultor de salud mental o el trabajador social). Una vez constituido, el equipo completa una evaluación funcional (un proceso que consiste en observar al niño en situaciones clave, revisar los registros, entrevistar a los profesores y cuidadores y analizar la información) para identificar los factores relacionados con la conducta desafiante. El análisis funcional conduce a diseñar un plan de apoyo que incluye estrategias de prevención, técnicas para enseñar habilidades nuevas y cambios en las respuestas a las conductas desafiantes. El equipo implementa el plan en casa y en la clase y evalúa los cambios en la conducta desafiante, el desarrollo de habilidades sociales y otros logros infantiles. Una aproximación sistémica La pirámide de la enseñanza representa un jerarquía de estrategias. La implementación de los niveles sucesivos de la pirámide soluciona la mayoría de los problemas sociales y conductuales que aparecen en los contextos escolares. Un contexto responsivo y cálido en el que los profesores trabajan con empeño para construir relaciones positivas con todos los niños puede prevenir muchos problemas de conducta y proporcionar la base para los siguientes niveles de la pirámide (ver el modelo “La pirámide de la enseñanza”). Para apoyar la participación significativa de los niños en las rutinas y en las actividades diarias, los profesores pueden necesitar emplear prácticas preventivas que impliquen una estructura y una retroalimentación mayor. Algunos niños pueden necesitar una intervención intensiva bien planificada para optimizar su educación emocional, controlar el enojo y el impulso, solucionar problemas interpersonales y adquirir habilidades para la amistad. Cuando se implementan los tres niveles inferiores de la pirámide, sólo un cuatro por ciento aproximadamente de los niños que participan en un programa o en una clase necesitará un apoyo más intensivo (Sugai et al. 2000). La implicación esencial es que es muy probable que la mayoría de las soluciones a las conductas desafiantes se encuentren examinando la conducta adulta y el conjunto de la práctica de la clase, y no aislando a los niños para aplicar una intervención especializada. Esto es una gran noticia para los profesores que quieren proporcionar una experiencia educativa de gran calidad a todos los niños. Referencias Bredekamp. S., & C. Copple, eds. 1997. Developmentally appropriate practice in early childhood programs. Rev. ed. Washington, DC: NAEYC. Dodge, D.T., & L. Colker. 2002. The creative curriculum. 5th ed. Washington, DC: Teaching Strategies. Fox, L., G. Dunlap, & L. Cushing. 2002. Early intervention, positive behavior support, and transition to school. Journal of Emotional and Behavioral Disorders 10 (3): 149–57. Joseph, G.E., & P.S. Strain. In press. Building positive relationships with young children. Young Exceptional Children. Sugai, G., R.H. Horner, G. Dunlap, M. Hieneman, T.J. Lewis, C.M. Nelson, T. Scott, C. Liaupsin, W. Sailor, A.P. Turnbull, H.R. Turnbull III, D. Wickham, B. Wilcox, & M. Ruef. 2000. Applying positive behavioral support and functional behavioral assessment in schools. Journal of Positive Behavior Interventions 2 (3): 131–43. Strain, P.S., & M.L. Hemmeter. 1997. Keys to being successful when confronted with challenging behavior. Young Exceptional Children 1 (1): 2–9. Webster-Stratton, C. 1999. How to promote children’s social and emotional competence. London: Paul Chapman.