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Ficha 8: Schoenstatt para la Iglesia Objetivo: Ubicar a Schönstatt en el contexto eclesial en que ha surgido y se ha desarrollado. Preguntas para iniciar el diálogo: Probablemente hay cosas de la Iglesia, su funcionamiento, su situación actual, etc. que no comprendemos o que nos cuesta aceptar. ¿Cuáles son? Schönstatt se define como un Movimiento de renovación religioso – moral de la Iglesia y del mundo, con lo que se indica que queremos aportar a mejorar lo que no está bien y entregar lo novedoso que falta. Pero para renovar la Iglesia no nos apartamos de ella, sino que todo lo contrario, nos comprometemos con ella. Eso lo pretenden, de alguna forma todos los movimientos y comunidades de la Iglesia. ¿Qué movimientos de Iglesia conocemos y qué sabemos de ellos, objetivamente, o sea sin descalificar, respetándolos y valorando su aporte? ¿Podemos establecer una brevísima cronología de la historia de la Iglesia del siglo XX a partir de la aparición de los Movimientos y similares? Intentémoslo, haciendo un cuadro, con los más conocidos, el año y lugar de origen y su fundador(a): Movimiento Año País de origen Schönstatt 1914 Alemania Opus Dei 1926 España Legionarios(Regnum Christi)1941 México Focolares Italia Comunión y Liberación 1954 Italia Sodalicios Perú CVX (ignacianos) Comunidades Laicales SSCC Carismáticos años 60USA Neocatecúmenos 1964 España Fundador P. José Kentenich San Josémaría Escribá P. Marcial Maciel Chiara Lubich Mons. Luigi Guisani Luis Fernando Figari Kiko Arguello La importancia de los movimientos apostólicos Durante el siglo XX se da en la Iglesia un surgimiento de diversas comunidades nuevas, especialmente laicas. Se habla, por ello, de toda una fenomenología del asociacionismo eclesial actual, de una nueva época asociativa de los fieles laicos. El Papa Juan Pablo II, en su exhortación apostólica sobre los laicos en la Iglesia, resalta el valor de esta realidad:: “Junto al asociacionismo tradicional, y a veces desde sus mismas raíces, han germinado movimientos y asociaciones nuevas, con fisonomías y finalidades específicas. Tanta es la riqueza y versatilidad de los recursos que el Espíritu alimenta en el tejido eclesial; y tanta es la capacidad de iniciativa y la generosidad de nuestro laicado” (ChL 29) Los movimientos: un don de Dios El Santo Padre Juan Pablo II, en su Encíclica sobre la misión, señala que: “los movimientos representan un verdadero don de Dios para la actividad misionera... Por lo tanto, decía, recomiendo difundirlos y valerse de ellos para dar nuevo vigor, sobre todo entre los jóvenes, a la vida cristiana y a la evangelización” (RMi 72). Al final del año 2000 reiteraba el Papa: “Los movimientos eclesiales constituyen un ‘don providencial’... Precisamente por esto... subrayé el ‘deber de promover las diversas realidades de asociación, que tanto en sus modalidades más tradicionales como en las más nuevas de los movimientos eclesiales, siguen dando a la Iglesia una vitalidad que es don de Dios y constituyen una auténtica ‘primavera del Espíritu” (NMI n. 46). En Pentecostés de 1998 cuando se produjo un gran encuentro internacional de los Movimientos con el Papa en Roma. Schönstatt para la Iglesia, al servicio de la Iglesia En el sentido del ‘tercer fin de Schönstatt’ = la ‘Confederación Apostólica Universal’, o sea una coordinación de todas las fuerzas apostólicas (sentido del ‘trabajo en equipo’). No hay que ver a los movimientos en competencia, ni en una mera coexistencia (unos al lado de los otros), así como tampoco en anulándose o contraponiéndose (unos contra otros), sino en complementación (unos con otros), en el sentido de la ‘espiritualidad de la comunión’, de la que tanto habla el Papa Juan Pablo II (Carta apostólica al concluir el 2000, año del jubileo de la redención, NMI 43), respetando la originalidad del aporte de cada uno. La riqueza de la Iglesia está en su diversidad. Podemos aplicar lo que decía San Bernardo sobre las órdenes religiosas de su tiempo: “Yo las admiro todas. Pertenezco a una de ellas con la observancia, pero a todas en la caridad. Todos tenemos necesidad los unos de los otros: el bien espiritual que yo no poseo, lo recibo de los otros” El epitafio inscrito en la tumba del P. Kentenich, que resume su vida reza: Dlexit Ecclesiam: “Amó a la Iglesia”. Esta idea la transforma en exigencia para toda su familia espiritual, más aun con sus palabras: “con gusto quisiera poner sobre los años y los decenios futuros, mejor aun, en el umbral de los años y decenios futuros, quisiera inscribir aquella frase que escribí tiempo atrás: Amó a la Iglesia”... Ante nuestros ojos aparece la tarea de aplicar la totalidad de nuestra fuerza a la realización del lema Amó a la Iglesia (1966). Por algo insistía en P. Kentenich, ya desde 1929, en su convicción de que a la sombra del Santuario se codecidirán los destinos de la Iglesia y del mundo por siglos. Su exigencia es mayor: creemos que estamos llamados a ser corazón de la Iglesia. Decía el P. Kentenich: “¿Qué significa ‘Schönstatt para la Iglesia’? Como miembros de la Iglesia quisiéramos penetrar toda la Iglesia, siempre de nuevo y profundamente, embeberla y ser levadura de la Iglesia, en dependencia de la jerarquía, especialmente del Santo Padre... Todos nosotros queremos y debemos considerar como nuestra gran misión servir a la Iglesia... queremos implorar y rogar juntos a la Santísima Virgen que ella continúe usándonos como sus instrumentos para cumplir la gran misión que tiene Schönstatt, según los planes de Dios, para la renovación y forjación de la Iglesia del futuro. El amor a la Iglesia nos impulsa a apoyar en todas las direcciones y del modo más perfecto, la misión de la Iglesia postconciliar.” En otra ocasión decía el P. Kentenich que “sin olvidar la vida propia, (debemos) orientarnos hacia la transformación de cada diócesis, según la imagen de la Iglesia (postconciliar).” Por último la pregunta sobre lo que significa ser corazón de la Iglesia, la responde el padre fundador diciendo: “¿Qué significa ser corazón? Significa ser un vigoroso poder de amor, de un amor que todo lo supera. Un poder de amor que conquista la Iglesia, que la colma con el heroísmo del amor. Ser poder de amor. ¡Esa es nuestra misión! ¿Qué significa esto? ¡Cómo debiéramos estar encendidos interiormente, estar cada vez más y más encendidos por una hoguera de amor! ¡Cómo debiéramos esforzarnos para que, por el vínculo del amor, se una persona con persona, comunidad con comunidad! La Alianza de Amor con la Santísima Virgen debe y quiere proyectarse en nuestras filas, en último término, en una Alianza de Amor con la Santísima Trinidad, en una Alianza de Amor del uno con el otro, en una Alianza de Amor con todos los miembros y todas las comunidades de la Iglesia” En un texto autobiográfico el P. Kentenich dice: “El amor a la Iglesia nos llevó a fundar la Obra (de Schönstatt), o mejor dicho, el amor a la Iglesia determinó que el Padre Dios nos diera la misión para el bien de la Iglesia... El amor a la Iglesia nos impulsa, también ahora, a amar con infinita calidez a esa Iglesia... a comprometernos ahora con todas las fuerzas, a fin de que la Familia (de Schönstatt) cumpla la gran misión de ayudar a la Iglesia para que arribe victoriosamente a las nuevas playas del mundo. Es decir, el amor a la Iglesia nos impulsa a ayudarla, a fin de que se realice el ideal de la nueva Iglesia en las nuevas playas”. En octubre de 1964, el último año de su exilio en USA, el P. Kentenich advertía algo que nos parece tan común: “Desde el momento en que lo religioso actualmente está tan venido a menos y que en el mundo domina una escala de valores que mantiene al hombre siempre en la esfera de lo puramente natural, resulta algo evidente lo que la Iglesia hoy exige: la capacidad de decidir personalmente y de poder ‘nadar contra la corriente’... El Concilio le ha hecho difícil al católico actual, ser católico. ¿Por qué se lo ha hecho difícil? Porque, de hecho, han sido suprimidas muchas obligaciones externas y esto la Iglesia lo sabe. De allí que no podamos esperar ser llevados por una atmósfera, sino más bien, se trata propiamente de que nosotros mismos creemos una atmósfera y que, a través de la decisión personal y la aplicación de toda nuestra capacidad de realización de lo que hemos decidido, logremos que esa atmósfera impregne nuestro ambiente.” Preguntas: ¿Qué nos parecen estos textos?. Comentémoslos y veamos como asumimos los desafíos que nos plantean. Ahora, como Juventud Universitaria de Schönstatt es obvio que una de esas direcciones es la Pastoral Universitaria. La tarea más importante de la pastoral universitaria es la de ser Iglesia en la universidad. La pastoral universitaria tiende a la evangelización de la cultura universitaria. Para Schönstatt y para todos los movimientos vale lo que decía el obispo español, presidente de la Subcomisión Episcopal de Universidades, en septiembre del 2003: “Para poder realizar esta tarea apostólica se requiere la colaboración de grupos, movimientos y comunidades, cuyo apostolado tiene un importante reto en el campus universitario, más como testimonio que como afirmación que quisiera hacer ostentación de su presencia en la Universidad” Actividad: La actividad propuesta podría ir en la línea de asistir y participar en alguna actividad que organice la Pastoral Universitaria, especialmente en Misiones. También deberíamos preguntarnos si no debiéramos integrarnos y comprometernos más en la Pastoral Universitaria de la respectiva Facultad y/o Universidad donde cada uno estudia, según las posibilidades reales.