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Arzobispado de Buenos Aires y toda Argentina Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa de Antioquia Av. Scalabrini Ortiz 1261 C1414DNM Capital Federal Teléfono: (11) 4776-0208 boletin-dominical@acoantioquena.com www.acoantioquena.com Boletín dominical correspondiente al domingo 1 de marzo de 2015 Domingo de la Ortodoxia Dar testimonio de Cristo “Ven y lo verás…” Homilía de Monseñor Siluan, Arzobispo de Buenos Aires y toda Argentina Juan nos relata en este texto, los enfoques con relación al llamado de Jesús a Felipe y a Natanael. En él se revelan distintos testimonios acerca de Jesús. El primer testimonio viene por parte de Felipe, cuando encuentra a Natanael, le notifica que han encontrado (es decir él, Pedro y Andrés) a Aquel de quien escribió Moisés en la Ley, y también los profetas. Felipe afirma el testimonio de la Antigua Alianza acerca de la persona de Jesús. Es el testimonio del Libro Sagrado y la Tradición Profética que acompaña al pueblo hebreo. Por esto llama a Natanael a patrocinar su veracidad en la persona de Jesús diciéndole: “Ven y lo verás”. El segundo testimonio vino del mismo Natanael, cuando confesó al final de su diálogo con Jesús, que Jesús “Es el Hijo de Dios, el Rey de Israel”. Es el testimonio de un veraz fiel judío, que palpitó la realización de las profecías. Este es el testimonio personal. El tercer testimonio es el de los Ángeles acerca de Jesús, y es aquel expresado por Jesús al final de Su diálogo con Natanael, cuando le dijo: “Has de ver cosas mayores,… -Desde ahora- veréis el cielo abierto y a los Ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre”. Así, en el texto, se reúne la Creación entera alrededor de Jesús, y la Iglesia eligió la lectura de este texto en el primer domingo de la Cuaresma, conocido como Domingo de la Ortodoxia, porque la Iglesia no ha cesado, a través de la historia, de expresar su testimonio vivo acerca de Jesús. El “Domingo de la Ortodoxia” no es sino una de estas etapas sucedido en el siglo VIII de la era cristiana, cuando se confesó la veracidad de la veneración a los íconos santos, con todo lo que significa esto al confirmar la fe en la Encarnación del Verbo y también la afirmación de su Tradición viva. Es un testimonio por la palabra, el icono y la sangre del martirio. Hoy celebramos la fiesta y hacemos la procesión de los íconos en el Templo. Es una celebración que hoy nos concierne en forma particular, nos pone ante la crítica y nos pregunta, a nosotros también, con relación a nuestro testimonio y manera de nuestra vida. Los Evangelios de los domingos en el período de la preparación para el Triódion, los que hemos escuchado en los domingos anteriores, nos ayudan a mejorar este testimonio. En el Domingo del Fariseo y el Publicano, hemos aprendido cómo orar con contrición y en cómo será con humildad nuestra oración en la Iglesia. En el Domingo del Hijo Pródigo hemos visto cómo hemos de regresar a nosotros mismos, arrepentirnos y regresar a Dios con corazón reverente; y en cómo Él nos espera, a nosotros pecadores, con todo el amor paterno que devuelve al hombre su verdadero honor. En el Domingo del Juicio nos hemos despertado a cómo hemos de practicar el amor fraterno en todos los niveles. Y por último, en el Domingo del Perdón, recordamos perdonar a los que nos hicieron el mal, para entrar al Gran Ayuno con la conciencia tranquila, buscando adquirir el amor de la mejor forma. El tema es extremadamente simple y no necesita sino de buena intención y fe. Si procuramos, todos los días, con buena intención, aunque sea de a poco, el resultado con el pasar de los días sería bueno. La buena intención se manifiesta en que yo me adelanto al otro en reconciliarme con él; pienso en el necesitado aunque mis potenciales son humildes; que yo me sacrifique a pesar de que otros no lo hacen; que pienso y hago las cosas buenas aunque el ámbito externo viva lo contrario a ello; que yo vaya a la iglesia para santificar mi vida y también para orar por los demás, quienes, como yo, necesitan de la Gracia de Dios y de su Misericordia. Lo más simple de las cosas es el amor, pero su práctica necesita de la voluntad, el sacrificio y la fe. El amor es la señal que Cristo ha puesto para que la gente conozca a Sus discípulos. Vivir el Gran Ayuno renueva en nosotros la energía del amor y nos hace testigos vivos de Cristo en el mundo. Vengan, demos testimonio del nombre que llevamos, -el de Cristianos- y si alguno nos pregunta acerca de nuestra fe, no nos avergoncemos en decirle, con toda fe y orgullo: “Ven y lo verás”, pues estamos seguros que entre nosotros conocerá a Jesús, amén. Tropario de la Resurrección (Tono 5) Al coeterno Verbo, con el Padre y el Espíritu, al Nacido de la Virgen para nuestra salvación, alabemos, oh fieles, y prosternémonos. Porque se complació en ser elevado en el cuerpo sobre la Cruz y soportar la muerte, y levantar a los muertos por su Resurrección gloriosa. Tropario del Domingo de la Ortodoxia (Tono 2) Nos prosternamos ante Tu Purísima Imagen, oh Bondadoso, suplicándote el perdón de nuestros pecados, oh Cristo Dios. Porque, por Tu propia voluntad, aceptaste ascender, por el cuerpo, a la Cruz para salvar, de la esclavitud del enemigo, a los que Tú habías formado. Por lo tanto, con agradecimiento, Te exclamamos: “Habías llenando a todos de alegría, oh Salvador; porque Tú has venido para salvar al mundo”. 1 Kondakio de Cuaresma (Tono 8) Yo soy Tu siervo ¡Oh Madre de Dios! Te canto un himno de triunfo; ¡Combatiente Defensora! Te doy Gracias, ¡Liberadora de los pesares! Y como posees un poder invencible, líbrame de todas las desventuras, para que pueda exclamarte: ¡Salve! ¡Oh Novia sin novio!” Carta a los Hebreos (11:24-26, 32-40) Hermanos, por la fe, Moisés, siendo ya grande, renunció a ser llamado hijo de la hija del Faraón. El prefirió compartir los sufrimientos del Pueblo de Dios, antes que gozar los placeres efímeros del pecado: consideraba que compartir el oprobio del Mesías era una riqueza superior a los tesoros de Egipto, porque tenía puestos los ojos en la verdadera recompensa. ¿Y qué más puedo decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, de Samuel y de los Profetas. Ellos, gracias a la fe, conquistaron reinos, administraron justicia, alcanzaron el cumplimiento de las promesas, cerraron las fauces de los leones, extinguieron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada. Su debilidad se convirtió en vigor: fueron fuertes en la lucha y rechazaron los ataques de los extranjeros. Hubo mujeres que recobraron con vida a sus muertos. Unos se dejaron torturar, renunciando a ser liberados, para obtener una mejor resurrección. Otros sufrieron injurias y golpes, cadenas y cárceles. Fueron apedreados, destrozados, muertos por la espada. Anduvieron errantes, cubiertos con pieles de ovejas y de cabras, des provistos de todo, oprimidos y maltratados. Ya que el mundo no era digno de ellos, tuvieron que vagar por desiertos y montañas, refugiándose en cuevas y cavernas. Pero, aunque su fe los hizo merecedores de un testimonio tan valioso, ninguno de ellos entró en posesión de la promesa. Porque Dios nos tenía reservado algo mejor, y no quiso que ellos llegaran a la perfección sin nosotros. Santo Evangelio según San Juan (1:43-51) En aquél tiempo, Jesús determinó encaminarse a Galilea, y en el camino encontró a Felipe y le dijo: “Sígueme.” Era Felipe de Betsaida, patria de Andrés y Pedro. Felipe halló a Natanael y le dijo: “Hemos encontrado a Aquel de quien escribió Moisés en la Ley y anunciaron los profetas: Jesús, el hijo de José, el de Nazaret”. Le respondió Natanael: “¿Acaso de Nazaret puede salir algo bueno?” Le respondió Felipe: “Ven y verás”. Vio Jesús venir hacia Sí a Natanael, y dijo de él: “He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño”. Le dijo Natanael: “¿De dónde me conoces?” Le respondió Jesús: “Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. Al oír esto Natanael, le dijo “Rabbí, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel”. Le replicó Jesús: “¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que éstas verás”. Y le añadió: “En verdad, en verdad les digo: Verán abierto el cielo y a los Ángeles de Dios subir y bajar sirviendo al Hijo del Hombre”. ¿Qué conmemoramos hoy? El Domingo de la Ortodoxia La Gran Cuaresma fue, en un principio, el tiempo final de preparación para los candidatos al bautismo, que se realizaba en la vigilia de la Pascua. Todo esto lo vemos en las distintas lecturas dominicales. Pero los temas básicos vinieron a ser subordinados a temas que fueron apareciendo con el paso del tiempo. El tema básico que se reflexiona el día de hoy en nuestra Iglesia sucedió en el año 843 y es el de la victoria de los íconos. En aquellos tiempos la controversia iconoclasta que se había iniciado en el año 726 fue finalmente definida, y los íconos y la veneración a ellos fueron restaurados precisamente un primer domingo de Cuaresma. Desde ese momento este domingo vino a ser conocido como el del “triunfo de la Ortodoxía”. La enseñanza sobre los íconos fue definida en el VII Concilio Ecuménico del año 787 que dio final a los intentos de suprimir los íconos. Esta enseñanza fue finalmente reestablecida en el 843 y los textos litúrgicos de éste domingo hablan de este acontecimiento. El mismo nombre muestra el gran significado que los iconos tienen para la Iglesia Ortodoxa. No son una parte opcional, un extra más, sino una parte integral de la fe y la devoción Ortodoxa. Los iconos confiesan la base de nuestra fe cristiana: que el Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros. Los iconos tienen un carácter sacramental, hacen presente al creyente la persona o el evento que se refleja en ellos. Nuestras Iglesias tienen siempre una pared cubierta por íconos que llamamos “Iconostasio”, que separa el Santuario de la Nave. Ninguna casa ortodoxa está completa sin un rincón con un icono, en donde la familia reza. Hay tres formas de venerar un icono: prendiendo una vela en frente de ellos, usando incienso o besándolos. Uno de los defensores autorizados de la veneración de los iconos fue uno de los más grandes teólogos que el mundo conoció: San Juan Damasceno (675-750), cuyos argumentos ejercieron influencia en las decisiones del VII Concilio Ecuménico. San Juan Damasceno enseñaba que la prohibición del Antiguo Testamento acerca de hacer imágenes de Dios tenía un carácter temporal: “En la antigüedad, nadie hacía imágenes de Dios. Pero ahora, después de que Dios se ha manifestado en la carne y ha vivido en medio de los hombres, hacemos imágenes del Dios visible. No hago la imagen de la Divinidad invisible: hago la imagen del cuerpo de Dios que he visto...”. Juan Damasceno escribió que Dios había venido para los hombres en su Hijo Jesucristo, que entra en el mundo de los hombres y acepta el cuerpo humano: “porque teníamos necesidad de lo que es semejante a nosotros”. Por eso el icono no es una copia de lo que se representa, sino el símbolo con cuya ayuda podemos alcanzar la comprensión de lo Divino. El icono desempeña el papel de místico mediador entre el mundo terrestre y el celeste. Así se ha delimitado el sentido de la iconografía. 2 El Templo de la Iglesia Por el Arcipreste Tomás Hopko Los ornamentos litúrgicos II A través de los años, algunos de estas nuevas insignias en la Iglesia fueron “espiritualizadas”, y se les otorgó un significado bíblico. Así, la mitra llegó a entenderse como señal de la victoria cristiana, pues los santos reciben sus coronas y reinan juntos a Cristo (Ap 4:4). El águila comenzó a comprenderse como signo del vuelo hasta la Jerusalén celestial, ya que es el clásico símbolo bíblico de San Juan y del Cuarto Evangelio (Ap 4:7; Ez 1:10). El báculo llegó a representar la vara de Aarón (Ex 4:2), y así sucesivamente. Se debe entender, sin embargo, que estas particulares insignias del oficio episcopal son de un desarrollo más tardío y accidental en la historia de la Iglesia. A las vestimentas de los obispos y sacerdotes es necesario agregar el epigonation, pieza de tela en forma de rombo. Este es una distinción que simboliza la “espada de la fe” y el Verbo de Dios. Los sacerdotes reciben este símbolo cuando el obispo les confiere la bendición que los autoriza a realizar la Confesión Sacramental. En relación a la participación del obispo en los oficios divinos, también se desarrolló el uso de dos candelabros especiales con que el obispo bendice a los fieles. Uno de estos candelabros tiene tres velas, y se llama el trikiri; la otra tiene dos velas, y se llama el dikiri. Estos candelabros representan los dos misterios fundamentales de la fe cristiana ortodoxa: que hay Tres Personas Divinas en un solo Dios; y que Jesucristo, el Salvador, tiene dos naturalezas, siendo Dios perfecto y hombre perfecto. Existen también dos clases de gorros litúrgicos que tienen significado especial en la Iglesia Ortodoxa: uno en punta, y otro cilíndrico. Generalmente, todos los sacerdotes de las iglesias de tradición griega o árabe usan el gorro de forma cilíndrica, pero en iglesias de otras tradiciones locales es usada sólo por algunos como una distinción especial. Los obispos y monjes la utilizan con un velo negro que cae por la espalda. El gorro en forma de punta es utilizado por los monjes y, según la tradición rusa, por algunos miembros del clero casado como signo de alguna distinción especial. También en la tradición rusa, ciertos miembros del clero casado reciben el honor de llevar la mitra durante los oficios litúrgicos. En otras iglesias ortodoxas, sin embargo, la mitra es reservada únicamente para los obispos y abades de los monasterios, los archimandritas. El uso de estos gorros litúrgicos, como se puede ver, varía entre las distintas tradiciones locales de las iglesias, y no es universal. Hoy en día, su utilización en la Iglesia ortodoxa está en regresión. Por último es necesario señalar que tanto los obispos como los sacerdotes se ponen una cruz pectoral. Además, el obispo lleva un medallón o encolpion con la imagen de Cristo, de la Madre de Dios con el Niño Jesús, llamada la Panagía, que quiere decir, la Toda Santa. Ciertos dignatarios tienen el derecho de llevar dos medallones, uno a cada lado de la cruz pectoral. En cuanto al uso de la cruz por los sacerdotes, de acuerdo a la tradición rusa todos los sacerdotes la llevan, mientras en otras tradiciones locales como la griega y la árabe, es utilizada litúrgicamente sólo por aquellos sacerdotes a quienes ha sido otorgada como una distinción especial. La Iglesia Ortodoxa firmemente sostiene que el uso de vestimentas litúrgicas es esencial a la práctica litúrgica, experimentada como la realización de comunión con el glorioso Reino de Dios, un Reino que aun ha de venir, pero que a la vez ya está junto a nosotros en el misterio de la Iglesia de Cristo. Sin embargo, la tendencia actual es que las vestimentas sacerdotales tengan más simplicidad, más próximas a la inspiración bíblica y sacramental de las primeras comunidades cristianas. Inicio de cursos por internet (CBB y SOFIA) El próximo viernes 6 de marzo se da inicio a nuevo semestre de los Cursos Bíblicos del Balamand (dos cursos) y de SOFIA (Seminario Ortodoxo de Formación para Iberoamérica). Para inscribirse, solo hay que ingresar a la página web de los cursos www.pase-cursos.net y enviar una solicitud de inscripción (que encontrarán en la misma página). Los cursos tienen una duración de 12 semanas. 3