Download Propuestas didácticas para una comunicación no sexista
Document related concepts
Transcript
Propuestas didácticas para una comunicación no sexista Seguro que en muchas ocasiones hemos entrado en la polémica sobre si el lenguaje es sexista o no. Existen posturas de todo tipo pero casi ninguna desapasionada. Quién no ha expresado alguna vez su opinión sobre la conveniencia o no de utilizar la o/a, o sobre si la palabra “hombre” hace referencia también a las mujeres. Quienes nos dedicamos a la formación, sabemos que el lenguaje es la principal herramienta que articula dos funciones básicas para el ser humano, la comunicación y la representación del mundo físico y social. Es, a su vez, el medio para comunicar y representar sentimientos, emociones, información con todos los matices que la realidad nos ofrece. LENGUAJE Y PENSAMIENTO La persona utiliza las palabras como instrumento del pensamiento. A través del lenguaje se manifiesta la capacidad lógica y las nociones espaciales y temporales. Todas ellas se van adquiriendo o desarrollando mediante nuestras acciones cotidianas y nuestra forma de expresarlas. El lenguaje refleja nuestro conocimiento acerca del mundo para también ayuda a aumentar o perfeccionar ese conocimiento. La interrelación entre pensamiento y lenguaje es inevitable. Nuestra forma de pensar refleja aspectos conscientes e inconscientes de nuestra forma de pensar al tiempo que nuestro pensamiento se ve influido y limitado por nuestra forma de usar el lenguaje. Nuestro pensamiento está lleno de referencias que se corresponden con aspectos de la realidad social. Uno de estos aspectos que el uso de la lengua refleja son las características de género y las relaciones de poder que tradicionalmente han sido asignadas a mujeres y hombres en una sociedad concreta y en un momento histórico concreto. Los continuos cambios sociales tienen sus repercusiones sobre el lenguaje y sobre la comunicación en general. La lengua se adapta a los cambios culturales y tecnológicos y por tanto, refleja cada vez más las transformaciones sociales relativas a hombres y mujeres. ¿Podemos afirmar, como consecuencia, que la lengua es sexista?. El sexismo está en la lengua porque está en nuestra sociedad, y concretamente en nuestras cabezas. Según A. G. Meseguer “Cuando pensamos, las ideas que vamos creando toman cuerpo en unos moldes cuya forma está predeterminada en la lengua que hablamos. En el terreno de las relaciones de mujeres y varones la lengua refleja la desigualdad tradicional con la que la sociedad viene tratando a unas y otros.” El sexismo social, que se mantiene en nuestra sociedad occidental a pesar de la igualdad formal que la ley establece, se refleja en el sexismo lingüístico aunque estos hechos no siempre coinciden. Podemos expresar situaciones sexistas con un uso de la lengua no sexista y situaciones no sexistas con una utilización claramente sexista. Como ejemplo del primer caso tenemos cualquier descripción de nuestra representación parlamentaria que se refiera al numero de mujeres y hombres que componen la cámara de representantes. En el segundo caso tenemos frases gloriosas como aquella de un secretario de estado cuando, refiriéndose a la Constitución, dijo “Si fuera mujer se pondría de largo, si fuera ciudadano votaría”. El sexismo se manifiesta tanto en el hablante como en el oyente, en el lenguaje verbal, no verbal o icónico. LA COMUNICACIÓN Tomando uno por uno todos los elementos del esquema de la comunicación podemos comprobar que cualquiera de ellos puede estar o no impregnado de sexismo. Es decir, en el proceso de codificar o descodificar un mensaje el emisor/a o el receptor/a pueden hacer uso de formas sexistas a través de un mensaje o un contexto lingüístico o extralingüistico sexista. Los diferentes canales con sus códigos y sus reglas son quizá el elemento más aséptico, aunque pueden ser vehículo del sexismo que los protagonistas de la comunicación ponen en marcha. En contraposición, es en el plano semántico y, en ocasiones, en el morfológico, donde mejor pueden observarse los reflejos de la desigualdad social entre los géneros. El uso de las palabras lleva consigo significados y connotaciones. Es decir los referentes de los que partimos o que generamos en la comunicación son los que realmente ponen en juego el sexismo. A lo largo del proceso de socialización de cada persona interiorizamos los valores, actitudes y normas que la sociedad considera propios de cada sexo. De esta manera, además de nacer con un determinado sexo aprendemos a formar parte de un género social. Solemos asociar a las mujeres con afectividad, ternura, dependencia, cuidado de los demás, intuición, pasividad... y a los hombres con seguridad, fuerza, independencia, actividad, impulso sexual,... el lenguaje y la comunicación es un vehículo de transmisión de estos modelos. El impacto y la influencia que la publicidad y los medios de comunicación audiovisual o impresos tienen en nuestra vida cotidiana los convierte en uno de los elementos socializadores. La socialización de género, el aprendizaje de los roles y estereotipos que nuestra cultura adjudica a cada sexo se realiza también a través de ellos de una manera constante y sutil. Incluso en los espacios de formación reforzamos o combatimos inevitablemente los mandatos sociales, los valores y comportamientos relacionados con un desigual reparto de tareas y cualidades a través del Curriculum Oculto. Todo esto puede convertirse en elemento educativo si somos capaces de transformar en consciente lo inconsciente. Si utilizamos el recurso de la comunicación y el lenguaje como medio para descubrir realidades sociales como la desigualdad o el androcentrismo cultural. ANDROCENTRISMO La teoría feminista ha incorporado conceptos de gran utilidad para las ciencias sociales. Uno de ellos, muy relacionado con el tema que nos ocupa es el androcentrismo, es decir, la tendencia social a percibir la realidad desde el punto de vista del varón aplicando luego esta visión de manera universal. Este enfoque ha deformado y limitado importantes ramas de la ciencia como la medicina, la historia, la psicología, etc incapaces de superar esa visión limitada y parcial de la realidad que excluye las vivencias, aportaciones y valores ligados a las mujeres. Esta misma ocultación que el androcentrismo produce se manifiesta de una manera muy clara en la comunicación y el lenguaje. Como consecuencia se produce la ocultación social de la realidad de las mujeres, con excepción de aquellos aspectos ligados a su rol tradicional que sí suelen ser mostrados con facilidad. El uso abusivo del masculino como genérico lleva implícito la ocultación porque aún nuestros hábitos sociales nos impiden crear automáticamente una representación mental adecuada. Aunque nos parezca mentira cuando decimos “los escritores” o “los músicos” construimos inconscientemente un referente masculino. La prueba la tenemos en las últimas selecciones de literatura y música que el periódico El País ha ofrecido en los últimos meses. ¿Habéis observado cuántas escritoras han considerado que son “Clásicos de la literatura del siglo XX”?. Tres de cuarenta. ¿Y entre “Los discos de nuestra vida”? una de veinticinco. Ejemplos de este tipo tenemos a centenares en cuanto miramos a nuestro alrededor con claves diferentes. Sabemos que cuando un hecho social se repite, puede observarse o medirse, es menos probable que sea fuente del azar y sí de una causa justificada, aunque oculta. GÉNERO GRAMATICAL Y SEXO Pero no se trata, de proponer soluciones irreales, forzadas o mecánicas. Nuestra lengua tiene infinitas posibilidades de expresión y los medios de comunicación muchos más, pues cuentan con la imagen. En muchos casos no es necesario siquiera transgredir las reglas. Unos ejemplos: Si todas las palabras acabadas en “o” hacen su femenino en “a” ¿por qué nos cuesta tanto feminizar las profesiones.? ¿Por qué algunos diccionarios siguen definiendo como del género gramatical masculino palabras neutras como pianista, taxista o alquimista? Existe la falsa idea de que en nuestra lengua el genero gramatical masculino o femenino hace siempre referencia al sexo correspondiente y no es así. De la misma forma que la “o” no es patrimonio de los hombres no lo es la “a” de las mujeres. En ambos casos es cierto que ese paralelismo existe pero tenemos numerosos ejemplos de lo contrario. Oficios o actividades tradicionalmente masculinos acaban en a: chapista, deportista, astronauta, masajista...Palabras abstractas o colectivas que abarcan a ambos sexos son del género gramatical masculino, femenino o neutro indistintamente como persona, individuo, cadáver, gerente, testigo, lince, criatura, gente, autoridad, mayoría,...”en nuestra lengua la mujer es tan dueña del genero masculino como el varón. La identificación género-sexo es una rutina cultural y no una ley lingüística” (Meseguer) Mantenemos, por tanto, hábitos de uso influidos por la falta de referentes femeninos y no solo por la estructura de la lengua. Este sería nuestro gran reto en realidad: ser capaces en nuestro uso del lenguaje, en nuestra comunicación cotidiana de hacer visibles a las mujeres. Para esto unos genéricos son más útiles que otros. El uso de la palabra hombre como genérico refuerza la imagen del varón como protagonista al contrario que otros términos como humanidad, ser humano, etc. UN MATERIAL DIDÁCTICO PARA TRABAJAR La creatividad debe ser nuestra aliada. Creatividad para descubrir las distintas posibilidades de uso de nuestra lengua, para crear referentes femeninos, para trasformar significados especialmente en aquellas palabras que han tenido connotaciones de infravaloración o subordinación para las mujeres y nombrarlas correctamente, para corregir el enfoque androcéntrico del discurso y desechar los estereotipos y el orden jerárquico entre los sexos. Podríamos hacernos algunas preguntas: ¿está dentro de nuestra función formativa ayudar a descubrir como se interrelacionan el lenguaje y el pensamiento? ¿Aceptamos que el género es uno de los factores que más influyen y condicionan la realidad personal y social de las personas? ¿Aceptamos que es un aspecto que la formación de las personas adultas debe tener como referente metodológico para facilitar el proceso de enseñanza- aprendizaje, la comprensión del concepto de sí y del medio y la capacidad de acción?. Si la lengua siempre ha sido algo vivo y en transformación ¿qué hay detrás de las grandes resistencias y descalificaciones al tema del sexismo en el lenguaje? La lengua y la comunicación, como estrellas de nuestra labor formativa pueden ser un medio idóneo para trabajar sobre la identificación de los valores sexistas como parte de la realidad social del alumnado y para elaborar planteamientos creativos en el uso de la lengua. * Mira de quién hablas, Propuestas didácticas para una comunicación no sexista, al igual que otros materiales que abordan el tema, está elaborado para intentar dar respuesta a esos interrogantes. Queremos que sea un instrumento de análisis y reflexión que nos permita avanzar en la utilización de un lenguaje no sexista. Está dirigido tanto a grupos de educación reglada como no reglada: enseñanza secundaria, educación en el tiempo libre, grupos de mujeres, grupos de educación de personas adultas... Pensamos que en todos ellos hay espacio para trabajar un tema que, además, puede servir de puente para otros muchos relacionados tanto con la igualdad entre los sexos como con otras situaciones de discriminación. *Este material ha sido publicado por el Ayuntamiento de Alcobendas, y está a vuestra disposición en la Casa de la Mujer. C/Málaga,50. Tlf. 916543786. E-mail: socicamu@alcobendas.org AMABILIA HIDALGO FERNÁNDEZ. Técnica de la Casa de la Mujer de Alcobendas.