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A.C.A.T. TODO UN EJEMPLO Efectivamente, los de la ACAT –Acción de los Cristianos para la Abolición de la Tortura– están haciendo una tarea totalmente digna de encomio. Organizados y voluntariosos como son, no paran de dar ejemplo de dedicación y coherencia en la tarea –ardua, por cierto – que por delante tienen: encuentros, reuniones, escritos, gestiones continuadas, denuncias... etc. Últimamente están empeñados en poner en evidencia el pecado de omisión de la iglesia española, por no haber pedido todavía perdón por su complicidad con los crímenes de Franco y su régimen dictatorial y genocida. Lo hacen con una carta abierta, en la que la Junta de la ACAT se dirige a todos los sensibilizados por el tema, se consideren cristianos o no, para proponer la (1) –personal o colectiva – a esta campaña, que tiene por objeto solicitar de la jerarquía católica española, una reprobación de los siguientes hechos: * Apoyo determinante a un golpe de estado que transformó una guerra civil que duró tres años (1936 _ 1939); * Delito de omisión respecto a la persecución y asesinato de miles de personas por motivos ideológicos, llevados a cabo por el régimen de Franco, en el período de 1939 _ 1952, después de haber ganado la guerra. No es necesario decir que lo que se pide, además de ser de lo más razonable, es de toda justicia y un clamor de la sociedad civil. Porqué, a pesar de los asesinatos de religiosos -incluidos los del País Vasco, fusilados por el franquismo y silenciados durante tantos años- y de laicos, durante la guerra civil, que son totalmente condenables sin paliativos, la jerarquía de la iglesia católica española debe de reprobar aquel régimen dictatorial y genocida e iniciar la demanda de perdón, por el hecho de no haber actuado según el ideario de Jesús: primero, por haberse puesto al lado de los sublevados contra el orden constitucional vigente y, después, por no haberse opuesto a los asesinatos perpetrados por el nuevo "orden". Los valencianos alguna cosa sabemos de esto, pues en las fosas comunes del cementerio municipal de Valencia están enterrados los restos de más de veinticuatro mil personas, fusiladas por la represión fascista, en los años inmediatos posteriores de la guerra civil. De aquí viene la carta dirigida al cardenal Rouco y al resto de obispos del Estado español, instándoles a imitar los contundentes ejemplos, tales como el del Primado Teoctist, de la iglesia ortodoxa de Rumanía, que en una importante celebración en la catedral de San Spiridó de Bucarest, el día 1.01.1995, pidió perdón al pueblo por la complicidad y los errores cometidos por muchos clérigos durante la dictadura comunista de Ceuscescu, igual que el obispo de Saint Denis, Olivier de Béranger, quien en nombre de la iglesia católica de Francia, pronunció un solemne mea culpa el 30.09.1997, en Drancy, cincuenta años después de la aprobación del estatuto de los judíos, promulgado por el régimen de Vichy. También, en mayo del 2009, el cardenal primado de la iglesia católica irlandesa, Sean Brady, pidió perdón y manifestó sentirse avergonzado por los abusos sexuales, cometidos durante años en instituciones y escuelas, regentadas por sacerdotes y religiosos católicos irlandeses. Y también aquí, el obispo Blázquez, a la sazón presidente de la CE, se atrevió a hacer una tímida condena de los hechos ocurridos durante la guerra civil española y la represión posterior con la complicidad de la jerarquía católica, aunque se quedó en nada, entonces y ahora, y además, el obispo-secretario de la CE, el jesuita Martínez Camino, se apresuró –apoyado por Rouco – a "matizar" las declaraciones de Blázquez y no se formalizó la que habría de haber sido la confesión de reconocimiento de culpa y petición de perdón, por haberse puesto al lado de un régimen político ilegal y revanchista. Así se consolida una larga trayectoria en la lucha contra la tortura y la pena de muerte, amparando aquella iniciativa. Y es que los antecedentes de la ACAT se retrotraen a la década de los setenta, en Versalles, donde un pastor protestante italiano – Tullio Vinay– lanzó un llamado a los cristianos, contra las torturas que se practicaban en Vietnam por los ocupantes americanos. Aquel revulsivo por los silencios de las iglesias ante la tortura dio origen al nacimiento de la ACAT –Acción de los Cristianos para la Abolición de la Tortura– actualmente establecida en treinta países, como organización internacional, no gubernativa y ecuménica– y que, en el estado español, tiene la sede en Barcelona. De inmediato ACAT inició su tarea de sensibilización y transmisión de cartas urgentes a favor de los presos torturados en el ámbito mundial, en soporte y solidaridad con las víctimas, des de la plegaria y la consideración de la dimensión espiritual de todo ser humano, tenga la religión que tenga, o sea agnóstico. Es por esto que se debe aplaudir aquella iniciativa, porque ya sería hora que la jerarquía católica entonara un mea culpa sincero y dolido y pidiera perdón a Dios y al pueblo español, por haberse puesto al lado– y "bendecido" el extermino de miles y miles de víctimas– de aquel régimen de terror. Marc Antoni Adell – Comunitats Cristianes Populars – CCPs_València (1) Enviad vuestras adhesiones a: Montserrat Munté, secretaria de la entidad: acat@pangea.org., antes del 10 de enero.