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Recital de Antonio Mejía Gutiérrez Antonio Mejía Gutiérrez Retrato a lápiz de Chucho Ramírez. Un corazón inmenso, una inacabable ternura que construyó de niño y conservó siempre, un descubrimiento cotidiano del mundo con toda su belleza y sus dolores –los dolores de los hombres que lo transitan… Todo eso es Antonio Mejía Gutiérrez. El recreó las leyendas de nuestra tradición; él nos recordó ese tiempo arcádico en que las tortugas corrían; a falta de hadas y ninfas encontró en nuestros bosques duendes y fantasmas e hizo la más querida literatura infantil de Caldas. NON OMNIS MORIAR No morirás del todo, amigo mío. No morirás del todo, pues dijiste: Cuando entierran la sangre asesinada Se desentierran las revoluciones. Esta poesía se levanta en un aire iluminado. Los elementos de que nace y crece con las cosas mínimas, porque sólo en su elementalidad puede respirar hondamente el espíritu de la Poesía. Estos son versos construídos con las horas más lúcidas del día, y con palabras transparentes para que lleguen a la emoción con la sonoridad y el prestigio de verdades intemporales. Casi nada pagan a la tradición académica: son expresión cálida de la sangre más joven. Pero tampoco se intoxican con las histrionadas de moda, insustancial poción que hace ámbitos a la más fácil facilidad. Es una poesía audaz, pero su osadía enfrenta los anhelos universales, que son hoy el programa del hombre, sin aplebeyar el idioma ni arrastrar el estilo. Los poemas que aparecen ahora no son los más representativos de la humanidad del autor. Pero en su lectura se hallará el pulso de una ternura que el dolor de la vida ha hecho viril. Ha vertebrado esta poesía un intenso crepitar del Amor. Y es que el Amor es –aún en nuestro tiempo pretendidamente materialista- un formidable ariete que derrumba nuestro más acerado escepticismo. Nada han logrado contra él las filosofías, porque éstas son fruto de la vida, y él se impone como Vida. En esta poesía del amor tiembla una eternidad tímida. Pero eternidad… E. Q. V. EL PERRO Antonio Mejía Gutiérrez Se puso el corazón su amor primero. La amistad fue ladrido; el valor, vida. Y Dios, con su palabra más sentida, le quiso dar al hombre compañero. Y dijo: Hágase el perro, el más entero, El perdón sin memoria de la herida. Y entonces, de su arcilla preferida el buen Dios amasó al perro sin pero. Hermano de la piedra y del camino, camarada, por fin, más camarada, cariño blanco cual mantel de lino. El más noble, el más puro, el más constante, el más feliz. La forma más callada de toda la ternura militante! PRESENCIA DEL AMOR AUSENTE Antonio Mejía Gutiérrez A cualquiera le duelen los caminos, los besos muertos y las despedidas. A cualquiera que vió a los campesinos quemados por distancias homicidas. A mí también me duelen los vecinos con sus manos de sal, con sus heridas. Porque tengo también en mis destinos ojos con sed y venas doloridas. Yo, que me sé la ausencia y la ceniza de aquel amor que estremecido rueda por mi boca, mi llanto y mi camisa… Yo, que sé de memoria la congoja del amor pobre, del que sólo queda un beso azul y una tristeza roja. SOMBRA DE INVIERNO Antonio Mejía Gutiérrez Esta es noche de lluvia y de silencio. De silencio furtivo de temerosa paz, de pordioseros. Esta es noche con signos húmedos, como los musgos de los cementerios. Noche propicia para el asesino o para el corazón y los recuerdos. Para robar un beso. Para resucitar un viejo rito, para pegar carteles insurrectos, para cualquier desvío. Porque en las noches –lágrimas de inviernono salen policías ni vecinos a conturbar las almas con sus preguntas y con sus silbidos. Esta noche de lluvia tiene el cuerpo de alguna mujer sola que en la calle del tiempo de ha dormido… NOVIA LEJANA, MADRE A LA DISTANCIA Antonio Mejía Gutiérrez Novia lejana, madre a la distancia, tu recuerdo madura mi tristeza. Te nombro, y me parece que regresa de un viaje largo tu vital fragancia. Aquí, desde el dolor, mi voz escancia el zumo rojo de tu ausencia impresa en las manos, la piel, en la cabeza, y en las paredes todas de la estancia. Llanto de siempre, llanto sin consuelo el de tu lejanía y mis esperas, el de los labradores y el abuelo. Novia de lejos, madre fugitiva, me empujas como el viento a las galeras que se mueren de mar, a la deriva… EL DESEO GERMINAL DE SER Antonio Mejía Gutiérrez Este afán de ser algo ya nos quema con la dulce candela de los sueños, este afán de ser alguien, de hacer nuestra la sangre y los luceros… Ser tan elementales como el agua. Y, como el agua, buenos. Ser la columna vertebral del día, o el asta amotinada de la bandera vertical del Pueblo. Ser la cuchara que sostiene el Hombre en el honrado almuerzo. Ser la ceniza. Ser el horizonte. Ser la voz o el silencio. Ser la mirada. Ser la rebeldía y la esperanza cereal del suelo. Ser como el bus –vestido de avenidascon muchachas que van a los colegios. Ser como el surco, lleno de retoños. Ser como el grano, fértil y modesto. Y ser como la nube, grabado de alboradas y de cielos. Ser cualquier cosa. Pero simplemente para sentir que es uno mismo, entero. DESDE EL RECUERDO Antonio Mejía Gutiérrez Esta fatiga roja me la dejó la vida a cambio de unos ojos más verdes que la selva. Y estas manos de luto, de llanto y de ceniza, a cambio de unas manos más leves que la niebla. Yo la quise y la quiero con el alma del mundo, con el alma del tiempo, con la paz y la guerra. Yo la tuve en mis sueños, en mi cal y en mis músculos y ahora solamente la tengo en mi tristeza. Era dulce y sencilla, lejana y melodiosa lo mismo que las cosas que redactó la ausencia. Era buena y hermosa. Yo que la quise puedo decir enteramente cómo de linda era…! Yo la quise y la quiero con la voz, con las manos, con mis dichas pequeñas y mis penas inmensas. Esto lo sabe el alma, lo sabe de memoria lo mismo que esa esquina donde el Recuerdo espera. Este cansancio viejo, esta fatiga roja, me los dejó la vida desde hace muchas penas. Ella era buena. Era…. Del tamaño del sueño. Yo que la quise tanto puedo decir cómo era…! EL CANARIO Antonio Mejía Gutiérrez Como en bosque de rejas encantado vive el canario su prisión dorada. Ensaya el vuelo. Intenta la alborada, improvisa la luz, de luz bañado. Se sueña libre, pero siempre atado a la jaula con paz hipotecada. Pone en su trino una constancia alada de un mundo en libertad casi olvidado. A fuerza de vivir siempre conmigo -el ángel de la guarda de mi perroel prisionero alado es ya mi amigo. Ya casi es ser humano: él ha aprendido a vivir en el tiempo del encierro la esclavitud con pan y sin olvido. LA ROSA Antonio Mejía Gutiérrez Siempre la rosa, Amor, con su presencia de niña sorprendida en un exceso. La rosa permanente, la vigencia del presupuesto fiel del embeleso. La flor que no se gasta. La conciencia de clase promovida por el beso. La voluntad del sol, la intransigencia color de corazón, público, expreso. Nunca lo temporal fue más eterno que en la rosa, la frágil maravilla. Vestido de la luz. Del alba terno. En el santuario del amor expuesta, madrina y corazón, vestal arcilla. Flor de verdad, en fin, flor manifiesta. LA ESPINA Antonio Mejía Gutiérrez A pesar de la rosa, está la espina. A pesar del amor, está la muerte. Te tengo, y está el miedo de perderte. Siempre una sombra el corazón domina. Brilla la rosa. Pero el pero arruina la ternura de amarte y retenerte. Aún al alma más noble, a la más fuerte, vemos que alguna pena le camina. Duele mucho el amor, aún desde lejos. A pesar de la vida y de los viejos esfuerzos de la luz y la alegría. Sin embargo del ave y de su canto, en contra del amor trabaja el llanto, espectro laboral de cada día. LA MUJER Antonio Mejía Gutiérrez Es más rosa que espina. Es la ternura en forma caminante y compañera. Planeta de bondad, vuelo de altura. Cascabel, caracol, cuna y cadera. Por ella la ilusión. Por ella dura la rosa en su color. Es la manera más cierta del amor, la más segura, la más dulce y total. Y la primera. Más rosa que la rosa… Rosa entera. Más allá de la flor, sencillamente, por ella toma forma la madera. Nunca espina del todo. La dulzura resulta vencedora en todo el frente ordinario del día. Rosa pura. GUADALUPE SALCEDO Antonio Mejía Gutiérrez Guadalupe, al galope ganó el cielo, ganó también la libertad, con pena, con puño y pulso, con su gente buena, con la espuela, la silla, y con el pelo. Guadalupe, al galope, ayudó al vuelo de la Nación, la garza y la colmena. Su rejo pudo más que la cadena, y más que la opresión pudo su anhelo. Gracias a Guadalupe y su caballo, al fusil, a su gente y a su brío, gracias a todos ellos no me callo. Por ellos hay partido y hay bandera, y pan y peces hay en torno mío. Y la palabra Libertad entera!