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Inscríbanme para una vida feliz Tina Kapp Conozco a dos personas que crecieron con padres misioneros, vivieron en muchos de los mismos países, hasta fueron a las mismas escuelas y tuvieron en común muchas de las mismas experiencias. Sin embargo, cuando hablo con estas dos personas individualmente acerca de su etapa de crecimiento, escucho dos versiones muy diferentes, y es evidente que la visión de vida de cada una es muy distinta. Jenny enfatiza todo lo que tuvo que renunciar como niña misionera, los sacrificios que tuvo que hacer, las cosas normales que no pudo tener, como por ejemplo ver televisión, y los inconvenientes que ha tenido en la vida por no haber disfrutado de una crianza más estable. Por su parte, Jill siente que tuvo una niñez privilegiada, llena de viajes, diversión y la oportunidad de experimentar de primera mano una variedad de culturas. Habla de las habilidades que desarrolló, de los idiomas con los que tuvo contacto y de los contratiempos y percances que se convirtieron en aventuras que algún día podrá contar con gusto a sus nietos. ¿Cuál es el motivo por el que estas dos chicas tienen conceptos tan dispares de sus experiencias? Mucho tiene que ver la actitud. Jill se concentra en lo bueno y en beneficiarse de ello, mientras que Jenny hace hincapié en los retos y en los contratiempos. Algunas personas basan su concepto de la vida en las cosas negativas que experimentan, al punto en que se les vuelve difícil ver o disfrutar de lo bueno y de la belleza que ha convertido su vida en lo que es. Tomemos por ejemplo a alguien que sufre de trastorno de la alimentación. Si bien no es algo que se deba tomar a la ligera, la persona que sufre de dicho trastorno no notará ni le importará saber que tiene la bendición de tener el cabello o los ojos preciosos, buen juicio y sentido del humor, pues solo piensa en el peso ideal. Lo triste es que este enfoque aleja a la gente que procura ayudarla y animarla, ya que con ese estado de ánimo es prácticamente imposible creer nada bueno que otros tengan que decir acerca de ella. Uso este ejemplo para demostrar que tener un enfoque positivo puede cambiar nuestro concepto de la vida y la manera en que percibimos nuestras experiencias. Podemos elegir ver lo bueno en una circunstancia dada o concentrarnos solo en lo negativo, lo cual hará que nuestro paso por la vida sea un tanto desalentador. Cuando elegimos ver lo bueno, podemos aprender a concentrarnos en las cosas que nos hacen felices, en vez de en lo que no nos gusta o nos molesta. Invité a una niña a la fiesta de cumpleaños de mi hija y literalmente anduvo por la casa quejándose acerca de todo, desde el tamaño de la piscina a la marca del jugo de naranja que serví y el tipo de torta, diciendo que ella prefería otro tipo de refrigerios y dulces. Bueno, puedes estar seguro de que ni la niña se divirtió en la fiesta ni nosotras quedamos con muchas ganas de invitarla otra vez. La gente que se fija en lo negativo a veces me recuerda a esos personajes de caricaturas que tienen nubes oscuras y relámpagos encima de la cabeza. Un cuadro bastante deprimente y no solo eso, sino que su negatividad es contagiosa. Tira para abajo a otros y hasta puede oscurecer nuestra perspectiva de la vida. Afortunadamente, si escogemos pensar en las cosas buenas y positivas de la vida, contaremos con el poder de tener el efecto contrario en los que nos rodean. Podemos iluminar la vida de alguien y hacer que una situación difícil sea más llevadera. Hay una frase tomada de un versículo que una de mis maestras utilizaba en oración antes de mostrar una película a la clase: «Ayúdanos a desechar lo malo y a escoger lo bueno»1. Con el tiempo lo adopté como un buen principio de vida. Todo el mundo encara momentos difíciles; hay demoras, tráfico, exámenes complicados y situaciones o personas injustas o fastidiosas. Muchas de estas cosas están fuera de nuestro control, por lo que enojarse o ponerse negativo no ayuda en nada, excepto para hacernos sentir aún peor. La Biblia dice: «Estén siempre gozosos»2. El saber que Dios siempre está con nosotros es un gran estímulo para ayudarnos a mirar el lado radiante de las cosas o para darnos la fe de que Él hará que todas las cosas redunden en nuestro bien aunque no sepamos cómo lo hará. Ejercitar esta perspectiva también nos puede ayudar cuando pasemos por dificultades más grandes o incluso más serias. Una vez leí una fábula acerca de un rey que tenía un buen amigo que siempre decía Dios sabe lo que hace sin importar lo malo de una situación. Cierto día, estaban cazando juntos y el amigo le montó mal el arma, de manera que por accidente el rey se voló el dedo pulgar. El rey estaba tan enojado con su amigo que lo mandó a prisión. Cuando se lo llevaban, el amigo le dijo, Dios sabe lo que hace. El rey pensó que de veras estaba exagerando esta vez, pues obviamente nada bueno podía salir de aquella situación. Al poco tiempo el rey se encontraba de expedición y fue capturado por unos caníbales; prepararon una gran olla donde lo iban a cocinar cuando notaron que le faltaba el pulgar. Debido a sus supersticiones, tuvieron miedo de comérselo y lo dejaron ir. El rey comprendió que su amigo, sin saberlo, le había salvado la vida. Rápidamente lo mandó llamar y se disculpó efusivamente por su impulsivo comportamiento al haberlo metido en la cárcel. Dios sabe lo que hace, le dijo su amigo, a lo que el rey respondió: «Yo sé que el contratiempo redundó en bien para mí, ¿pero qué de bueno tuvo el que yo te mandara a la cárcel?» Su amigo le dijo: «Si no me hubieras mandado a la cárcel, los caníbales me habrían capturado junto contigo y a mí no me falta ningún pulgar.» Es un relato un poco tonto, pero da en el clavo. Dios tiene una manera extraordinaria de convertir circunstancias molestas y negativas en algo bueno. Si paramos para enumerar nuestras bendiciones, descubriremos que tenemos muchas. Sin embargo, si nos concentramos en buscar lo negativo veremos que también hay mucho de eso. Todo depende de lo que decidas elegir. Otra gran diferencia entre una persona positiva y una negativa es la manera en que enfrentan el futuro. ¿Son las nuevas oportunidades la posibilidad de que algo bueno ocurra o son solo algo más que no resultará como esperabas? Creo que Filipenses lo dice mejor: «Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio»3. Y sobre todo: «Dichoso el que confía en el SEÑOR»4. ¿Qué clase de vida elegirías tú? ¡A mí inscríbanme para una vida feliz! Notas a pie de página 1 Isaías 7:15 2 1 Tesalonicenses 5:16, NVI 3 Filipenses 4:8, NVI 4 Proverbios 16:20, NVI Traducción: George Gubbins Vásquez y Antonia López. © La Familia Internacional, 2013 Categorías: perspectiva, optimismo, felicidad