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HISTORIA DEL PENSAMIENTO RELIGIOSO SOBRE LA FAMILIA Primera Unidad: LA INSTITUCIÓN RELIGIOSA Y LAS UNIONES FAMILIARES Tema 1: Las bases teológicas e históricas del concepto de familia en el cristianismo El cristianismo desarrolló sus actitudes y concepciones sobre la familia bajo la influencia de las ideas del mundo que le rodea como la de los judíos, de los helenos y de los romanos. Pero finalmente fueron las doctrinas presentadas por los padres de la iglesia y los teólogos medievales quienes le dieron su forma definitiva imprimiendo una imagen negativa a la sexualidad. El judaísmo bíblico no conoce una actitud hostil frente a la sexualidad, el sexo no es considerado como algo malo, sino que los maridos estaban religiosamente obligados a practicar el sexo únicamente con sus esposas. Ellos consideraban que la procreación de descendientes mantendría vivo al judaísmo, por ese motivo se estimaban las relaciones sexuales como una parte importante del matrimonio que aun pueden realizarse cuando la procreación ya no es posible, así por ejemplo, después de la menopausia. Al hombre le estaba permitido a convivir con varias mujeres. Las solteras por su parte gozaban de cierta libertad sexual, porque las sagradas escrituras no prohibían el sexo entre personas no casadas.1 La influencia del judaísmo sobre la sexualidad cristiana no viene solamente de las escrituras sagradas como el Antiguo Testamento o el Talmud, sino por el contexto real en donde vivieron los primeros discípulos de Jesús. En aquella época la mayoría de las parejas eran monógamas. Aunque a veces se podía observar parejas en poligamia como expresión de la identidad judía en contraste con los monógamos romanos, se mantuvo esta costumbre en parte hasta el Medio Evo cuando comunidades judías vivían en ciudades de Europa medieval. La presencia de una vida ascética2 en el judaísmo aparece solamente por la influencia de los movimientos apocalípticos, pero esta forma de vida se limitaba a un grupo pequeño de judíos, llamados esenios. Con la aparición del cristianismo surge una actitud ambivalente frente a la sexualidad, determinada por los primeros cristianos quienes esperaban el pronto retorno de Jesús, esta espera 1 Véase, Bronstein, Guillermo, Familia en el judaísmo y en la tradición judía, en: Revista Teológica Limense, Vol. XXVIII, 1994 No 2/3, p. 127-145 2 El ascetismo es una renuncia voluntaria a cualquier clase de comodidad, incluye regidas reglas alimenticias más la abstinencia sexual 1 fue llamada la “parusia”. Es el mismo Pablo quien afirmaba que no antes de morir iba a ver el regreso de su Señor. Por esta razón, todo lo que está vinculado al mundo cotidiano terrenal era interpretado como algo que debía ser útil en la preparación para la llegada del Señor. Se pensaba que si él encontraba a alguien en una actividad mundana, éste sería condenado para siempre. Al mismo tiempo, como Pablo consideraba que no todos los cristianos estaban en la condición de asumir una total abstención sexual, les recomendaba se casen antes de ser quemados por sus deseos, como lo escribe en la primera carta a los Corintios (Capítulo 7, versículo 9). Los primeros conversos desarrollaron sus propias ideas acerca del sexo, para lo cual mezclaron las enseñanzas de Jesús y de Pablo, de los escritos judíos, de la filosofía griega y romana, y de los cultos de las religiones mistéricas3. No había una autoridad central en aquel periodo e incluso los obispos no tenían mucho control sobre las creencias y actividades de sus diócesis; en consecuencia, había una amplia gama de creencias y prácticas.4 Las ideas de mayor influencia eran las de los hombres letrados que aconsejaban a los conversos y hablaban con ellos, y que a menudo se convirtieron en representantes de la Iglesia en crecimiento. Aquellos hombres, llamados más tarde Padres de la Iglesia, sostenían diferentes puntos de vista, aunque el grado de variación era menor al existente en el conjunto de la comunidad cristiana. Uno de ellos era Clemente de Alejandría (aprox. 150 – 200 D. C.) que aceptaba el matrimonio como algo apropiado para los cristianos. Otros como Tertuliano (aprox. 150 – 240 D. C.) tenían una actitud ambigua; pues no obstante ser casado, declaraba la virginidad como un estado preferible al matrimonio, por cuanto el matrimonio en su esencia era un acto de fornificación. Al mismo tiempo se contemplaba la abstención de la sexualidad por parte de las mujeres como una amenaza para el orden social, porque las oponía a sus padres a quienes se suponía deberían obedecer. Se conoce mujeres “santos” que se cortaban el pelo y que se vestían con ropas de hombre para ocultar su identidad de mujer.5 Después que el emperador Constantino declara al cristianismo religión oficial se fue institucionalizando gradualmente en una religión basada en las leyes y las costumbres romanas. Los emperadores cristianos ampliaron las reglas que prohibían el matrimonio entre parientes 3 Las religiones mistéricas son de origen etrusco de la Antigua Italia que llevan este nombre por su carácter secreto. Véase, Wiesner-Hanks, Merry, Cristianismo y sexualidad en la Edad moderna. La regulación del deseo, la reforma de la práctica, Madrid, siglo XXI, 2001, p. 9 ss. 5 opus cit., p. 12 4 2 cercanos, de ese modo la gente se veía obligada a extender sus redes a los lugares más alejados para encontrar una pareja adecuada para la boda. Al mismo tiempo las Padres de la Iglesia se convirtieron en los mayores defensores del ascetismo como lo observáramos en San Jerónimo (aprox. 347 – 419 D.C.). En su opinión, la única forma de vivir correctamente era una vida llevada en castidad, una mujer podía ascender en la jerarquía en su género si ella asumía esta manera de vivir. Él afirmaba que si una mujer se concentraba en dar a luz y en el cuidado de los hijos e hijas era tan diferente del hombre como lo es el cuerpo del alma. Pero si ella deseaba servir a Cristo entonces podía dejar de ser mujer y sería llamada hombre.6 Pero el teólogo de mayor influencia en asuntos de la sexualidad fue Agustín de Hipona (345 – 430 D.C.). Agustín perteneció durante un buen tiempo al grupo de los maniqueos, grupo gnóstico que rechazaba cualquier actividad sexual. Esta influencia intelectual se nota en el pensamiento de Agustín y a partir de su influencia sobre la teología cristiana, ésta se vuelve hostil hacia la sexualidad humana. Según Agustín el ser humano estaría totalmente obsesionado por el deseo sexual y eso por su parte era el resultado del pecado del ser humano. Solamente la gracia de Dios podía superarlo. Todos los seres humanos participarían en el pecado, por cuanto desde la creación éste habría pasado de una generación a la otra a través del semen y a eso llamó Agustín el pecado original. Aun así, él estaba a favor del matrimonio para los legos por tres razones: primero, el matrimonio generaba hijos, segundo, fomenta la fidelidad y tercero, proporcionaba la unión entre los esposos. Para el clero recomendaba la virginidad, pero el celibato todavía no era obligatorio y la mayoría de los sacerdotes seguían casándose. Durante los siglos que van del V al IX los pueblos de Europa central y del norte fueron adoptando gradualmente el cristianismo romano, y las autoridades de la Iglesia trataron de juntar la tradición germánica con las enseñanzas cristianas. Por la influencia de la teología de San Agustín y otros Padres de la Iglesia, además por el paulatino rol protagónico de las órdenes religiosas en el proceso de la evangelización, el cristianismo comenzaba a controlar la vida sexual de la feligresía. En realidad la única forma de llevar una vida santa era vivir en un monasterio y consagrarse a Dios, pero los monasterios eran solamente accesibles para una elite espiritual. El lego quedó prácticamente excluido de los dones espirituales. 6 Véase, San Jerónimo, Comentarios a la Carta a los efesios, libro 16 citado según Vern Bullough, Sexual Variance in Society and History, Chicago , University Press of Chicago, 1976, p. 365 3 Así, la Iglesia comenzaba a comunicar sus ideas referidas a la sexualidad a partir de una práctica de penitencia, pensando que de esta manera posibilitaría la participación en el estado de santidad en los legos. Introdujo la confesión pública general, en la cual se hace recordar cuales son las prácticas sexuales sancionadas y perjudiciales para las relaciones matrimoniales. Se establece poco a poco un catálogo de fechas y condiciones que las parejas deben considerar para realizar su encuentro sexual. El resultado de todo este proceso era que el lego se sentía cristiano de segunda categoría y no podía adquirir de manera directa los bienes espirituales y uno de los mayores obstáculos para ello vendría a ser su condición de casado. Este problema se ve agravado con las reformas del Papa Gregorio VII (1073 – 1085, quien trató de terminar con los matrimonios de los sacerdotes. Ya en el año 1059 emitió un decreto que ordenaba a todos los clérigos observar el celibato y su cumplimiento como obligatorio. El segundo concilio lateranense de 1123 y 1139 insistía una vez más en la estricta prohibición del matrimonio para los sacerdotes y desde esta fecha el celibato se volvió política eclesial del cristianismo romano católico7. Pero no solamente se quiso erradicar el matrimonio entre los clérigos, sino también terminar con los matrimonios clandestinos existentes entre los legos, y por ello se estableció la santidad de la familia como institución vinculada a la Iglesia. Según la historiadora alemana Uta Ranke – Heinemann, la obligación de presentarse frente a un sacerdote para casarse tenía como finalidad evitar que una persona que se casara clandestinamente pudiera aspirar un puesto de sacerdote. 8 De esta manera se pensaba establecer un control sobre los mismos párrocos que en aquel entonces aún vivían en concubinato. A partir del año 1139 se introduce este control para todos los casados y de esta manera se pensó evitar que entraran personas casadas al sacerdocio.9 Con el intento de santificar el matrimonio se estableció períodos en el año litúrgico, durante los cuales los esposos deberían abstenerse de tener relaciones sexuales con sus esposas, así por ejemplo en las cuaresmas antes de las grandes fiestas religiosas, como de la Semana Santa y del adviento, durante todos los días santos como el domingo, el viernes, tres días antes de participar en la comunión, después de un parto y durante la menstruación de la mujer. Si se suman todos estos días y fechas ya no quedaban mucho tiempo libre. Vemos, entonces, que el cristianismo 7 Estos concilios se llaman Lateranense por la Basilica de San Juan de Letrán que era la sede papal en Roma antes que se le otorga el territorio del Vaticano como sede del Papa. 8 Véase, Ranke-Heinemann, Uta, Eunucos por el reino del cielo. Iglesia católica y sexualidad, Barcelona, Editorial Trotta, 1999, p. 101 ss. 9 ibidem 4 trató de desexualizar la vida matrimonial. También se reducía las fechas en las cuales se podía celebrar bodas, durante las cuaresmas y las fiestas religiosas se prohibió el matrimonio. Se justifica la santificación del matrimonio con pasajes bíblicos como el séptimo capitulo de la primera carta de Pablo a los Corintios que se dedica por completo a este tema o se tomó santos como ejemplos, quienes con anterioridad a su vida religiosa, eran casados. Convencidos que la humanidad se ha incrementado lo suficiente, sostenían que ya no era necesario procrearse más, por esa razón, también se debían abstener de realizar este acto dentro del matrimonio. En realidad el matrimonio sería solamente para los débiles que no logran vencer sus instintos. Se insistía que el verdadero estado del varón era la vida en celibato, por esta razón se recomendaban medidas para evitar la práctica sexual dentro del matrimonio. En recompensa se les prometía la posibilidad de contraer un matrimonio en el cielo y a aquellos que se abstenían se le ofrecía con toda seguridad un lugar en el cielo después de su muerte, los viudos sólo al sesenta por ciento y los casados al treinta por ciento. En la teología de santo Tomás de Aquino (1225 – 1274) se hace revivir argumentos de Aristóteles, quien sostenía que la mujer era un error de la naturaleza, porque ella es un hombre fallido. Los escolásticos creían que las mujeres tienen un impulso sexual más fuerte que el hombre y una capacidad menor de raciocinio que él. De esta manera se afirma la hostilidad contra la mujer que, en cierta manera, se mantiene hasta el presente. Cuando el matrimonio es declarado sacramento se piensa en tres formas de sacramento: el que trasmite la gracia como lo hace la ordenación y la eucaristía, el sacramento como remedio en contra el pecado como lo es el bautizo y el sacramento que no transmite ninguna gracia, ese sería el matrimonio. En cierto modo la época de la reforma protestante es una continuidad de ideas católico – romanas referido a la sexualidad. Lutero se mantiene fiel a las ideas de San Agustín y ve también una relación entre el deseo sexual y el pecado original. Pero su reacción no es abstenerse de la actividad sexual, sino más bien canalizarla hacia el matrimonio y lo pide para todos sin restricción. Lo que él condena es la vida sexual fuera del matrimonio. El sexo marital era un bien positivo en sí mismo, y no sólo porque conducía a la procreación; el sexo aumentaba el afecto entre los cónyuges y fomentaba la armonía de la vida doméstica. La negativa a practicar las relaciones sexuales dentro del matrimonio constituía motivo de divorcio. Aunque Lutero no consideraba el matrimonio como un sacramento lo estimaba como una institución importante 5 para la sociedad. Esta evaluación positiva del matrimonio hizo que los cristianos casados ya no se sintieran creyentes de segunda categoría. Por ello las bodas debían celebrarse con solemnidad y en público. Lo nuevo que aporta el protestantismo para la imagen de la familia es la de un hogar armónico, en el cual el padre de la familia ejerce el mando absoluto en el nombre del amor. Calvino añade luego la idea que el hogar debe ser una pequeña república, en la cual se ejerce una democracia, pero de manera controlada y reglamentada. Lo que se sancionaba en el protestantismo era cualquier actividad sexual fuera del matrimonio, además las prácticas no permitidas dentro de él, incluidos métodos anticonceptivos. A medida que el calvinismo se iba extendiendo por Francia, Alemania, Escocia, los Países Bajos y el norte de Irlanda, se fueron adoptando ordenanzas que regulaban el matrimonio de los calvinistas protestantes y se establecieron consistorios para vigilar la doctrina y la moral que seguían diversos patrones en lo que se refería a nombramientos y miembros. Se transmitía las ideas por textos edificantes de jóvenes mujeres que aceptan la elección de un marido por sus padres, se veían dibujos representando familias piadosas rezando en la cena, con la madre y las hijas a un lado y el padre con los hijos al otro. Lo que se pretendía era la internalización de los ideales y preceptos en la conducta cristiana y eso es lo que realmente logró el protestantismo. Cuando se convocó el Concilio de Trento de 1545 – 1563 se pensaba definir o redefinir la doctrina católica después del impacto de la reforma protestante. El Concilio reafirmó las doctrinas tradicionales católicas en respuesta a los desafíos protestantes; las buenas obras eran necesarias para salvarse, además de la fe; la tradición además de las escrituras. Eran siete los sacramentos eficaces, había que venerar a la Virgen María y a los santos. Además el Concilio reiteró que todos los creyentes deben confesarse una vez al año tras examinar minuciosamente su propia conciencia y sus acciones. La responsabilidad de reconocer los pecados sexuales se trasladó del sacerdote al penitente. Esta insistencia en los sentimientos subjetivos durante la confesión forma parte de lo que muchos estudiosos ven como una transformación gradual de la cultura europea que enfoca en un sentimiento de la culpabilidad referido a la sexualidad. Con el decreto de Tametsi del año de 1563 se estableció para todos de manera definitiva la obligación que el matrimonio sea celebrado por un sacerdote y con dos testigos. Se exigía que los sacerdotes llevaran registro de todos los matrimonios y que las bodas secretas ya no eran reconocidas. De esa manera se puso fin a una costumbre antigua entre gente de las capas 6 populares que celebraban sus matrimonios solamente sobre la base del voto mutuo sin ningún acto oficial. 7