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“El que practica misericordia, que lo haga con alegría”. (Rm 12, 8) Este tema de la misericordia se presenta como novedad por la convocación del Año Jubilar. En la verdad, es un tema fundamental para el ser humano ser plenamente humano, vivir feliz, con la gracia de Dios y alcanzar la salvación. Aquí presento algunos fragmentos de textos para profundizar este tema. Es parte de un material que pienso es importante que esté en tus manos, para juntos nos empapar de esta temática, con la posibilidad de que el Dueño de la Misión, nos brinde actitudes de misericordia. 1 – ANTECEDENTES: El Papa Francisco al convocar el Año de la Misericordia, sorprendió a muchos. Todos creíamos que este sería el tiempo de la Encíclica Laudato sí, apenas. El “cuidado de la casa común” es urgente. Pero, nos llama la atención para las relaciones entre los seres humanos. Parece indicarnos que sin las actitudes de misericordia, sin compasión, sin amor, sin la superación del vacío existencial, no hay “cuidado de la casa común”. Por otro lado, vemos que las preocupaciones con la misericordia son como parte del nuevo paradigma de la Iglesia inaugurado en el Concilio Vaticano II, por el Papa Juan XXIII. El Papa Bueno, como ha sido llamado, prefirió afianzar el remedio de la misericordia y abandonar las armas de la condenación. Hay una trayectoria de sus sucesores profundizando esta misma línea de pensamiento. Miremos algunos aspectos: La misericordia es “el eje del magisterio pontificio contemporáneo” (Laurent Touze. P. 07). Podemos hablar de los “Papas de la misericordia”. Recordemos que en nuestra época los Obispos de Roma ejercen una dirección espiritual colectiva sobre los fieles del mundo entero. El Papa Juan XXIII, tuvo una grande intuición de abrir las ventanas de la Iglesia para respirar el aire del mundo moderno. Al respirar este aire, miro la necesidad de escuchar a las inquietudes de los hombres y mujeres de su época. Delante de tantas inquietudes buscó en la Acción del Espíritu respuestas para ofrecer. Una de ellas es Cristo céntrica: La misericordia. Antes mismo de ser elegido Papa ya hablaba: “la misericordia debía ser puesta en el centro de la vida eclesial”. Citando a un sacerdote jesuita de 1694, Paolo Segneri, profundiza su convicción: “La gran misericordia. No basta una misericordia cualquiera. El peso de la iniquidad social y personal es tan grave que no basta un gesto de caridad ordinaria para perdonarla. Pero invoca la gran misericordia. Esta es proporcional a la grandeza misma de Dios. Secundum magnitudinem ipssuis, sic et misericordia illius, (cuál es su grandeza, tal es también su misericordia). Se dice con razón que nuestras miserias son el trono de la divina misericordia. O mejor aún: el nombre y el apelativo más bello de Dios es este: misericordia. Esto debe inspirarnos en medio de las lágrimas, una gran confianza. Superexaltat misericordia judicium, “la misericordia siempre lleva la mejor parte en el juicio”. (Diario del alma, Boloña, 2003, p. 350). Al inaugurar el Concilio Vaticano II, el entonces Papa Juan XXIII, muestra su forma de pensar a partir de la misericordia: “Siempre la Iglesia se ha opuesto a estos errores. Frecuentemente los ha condenado con mayor severidad. En nuestros tiempos, sin embargo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que la severidad. Ella quiere venir al encuentro de las necesidades actuales, mostrando la validez de su doctrina más bien que renovando condenas… La Iglesia católica, al elevar en medio de este Concilio ecuménico la antorcha de la verdad católica, quiere mostrarse como madre amable de todos, benigna, paciente, movida por la misericordia, y la bondad para con los hijos separados de ella”. (Discurso de Apertura del Concilio 11/10/1962). El Papa Pablo VI, trabajó mucho con la expresión: “Civilización del Amor”. Pero, al concluir el Concilio así afirmaba: “Queremos notar cómo la religión de nuestro concilio ha sido principalmente la caridad; nadie podrá acusarlo de falta de fidelidad al Evangelio por su principal, cuando recordemos que Cristo mismo, quien nos enseña que ser amorosos con los hermanos es el carácter distintivo de sus discípulos”. Juan Pablo II, en su encíclica Dives Misericordia así se refería a esta fuente del Concilio: “La Iglesia contemporánea es altamente consciente de que únicamente sobre la base de la misericordia de Dios podrá hacer realidad los cometidos que brotan de la doctrina del Concilio Vaticano II, en primer lugar, el cometido ecuménico que tiende a unir a todos los que confiesan a Cristo. Iniciando múltiples esfuerzos en tal dirección, La Iglesia confiesa con humildad que sólo ese amor, más fuerte que la debilidad de las divisiones humanas, puede realizar definitivamente la unidad por la cual oraba Cristo al Padre y al Espíritu no cesa de pedir por nosotros “con gemidos inefables”: (Dim 13). El mensaje de la misericordia divina formaba la imagen de su pontificado, afirmaba el propio Papa Juan Pablo II. Así se expresaba: “El Reino de Cristo es una tensión hacia la victoria definitiva del Amor misericordioso, hacía la plenitud escatológica del bien y de la gracia, de la salvación y de la vida (…) Cristo, crucificado y resucitado, es la revelación profunda y autentica del Amor misericordioso (…) a través del corazón de Cristo crucificado la misericordia divina llega a los hombres”. Benedicto XVI, así afirmaba: “Según las enseñanzas del Concilio Vaticano II y de mis venerados predecesores (…) estoy convencido de que la humanidad contemporánea necesita este mensaje esencial, encarnado en Cristo Jesús: Dios es amor. Todo debe partir de esto y todo debe llevar a esto toda actividad pastoral, todo tratado teológico”. (Homilía, Basílica de San Pedro 22/04/2007). El Papa Francisco da seguimiento a esta intuición: “Estamos viviendo el tiempo de la misericordia, desde hace 30 años o más, hasta hoy”. (Papa Francisco. 06/03/2014). Quizás en estos pocos años ha manifestado sus actitudes plenas de misericordia. Miremos sus propias palabras: “¡Dios es alegre! ¿Y cuál es la alegría de Dios? La alegría de Dios es perdonar, ¡La alegría de Dios es perdonar! (…) ¡Aquí está todo el Evangelio! ¡Aquí! ¡Aquí está todo el Evangelio, está todo el cristianismo! (…) La misericordia es la verdadera fuerza que puede salvar al hombre y al mundo del “cáncer” que es el pecado, el mal moral, el mal espiritual. Solo el amor llena los vacíos, las vorágines negativas que el mal abre en el corazón y en la historia. Solo el amor puede hacer esto, y esta es la alegría de Dios (…) ¿Cuál es el peligro? Es que presumamos de ser justos, y juzguemos a los demás. Juzgamos también a Dios, porque pensamos que debería castigar a los pecadores, condenarlos a la muerte, en lugar de perdonar. Entonces sí que nos arriesgamos a permanecer fuera de la casa del Padre (Angelus 15/09/2013). “Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón firme, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. De este modo tendremos un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deja encerrar en sí mismo ni cae en el vértigo de la globalización de la indiferencia” (Cuaresma de 2015). Para mejor entender que hay continuidad del pensamiento de San Juan XXIII sobre la misericordia, podemos recordar una frase del beato John Henry Newman: “La Iglesia católica nunca pierde lo que una vez ha poseído. En lugar de pasar de una fase de vida a otra, siempre lleva consigo su juventud y su madurez hasta su vejez. Santo Domingo no le hace perder a san Benito y ella posee a los dos, siendo incluso la madre de San Ignacio” (In Touze, p. 10). En otras palabras: “La Iglesia no pierde la predicación del Corazón de Jesús cuando presta más atención a la propagación del Reino, no pierde el deseo de la civilización del amor cuando busca convertirse a la misericordia” (Touze, p. 11). “El Magisterio pontificio antes de la época contemporánea, ciertamente, no era sólo disciplinar, pero después de dos siglos adquirió un tono más pastoral y misionero que le permite hablar ante todo, y directamente, de Cristo (…) Pone en primer lugar el amor misericordioso de Dios manifestado en la historia de Jesucristo” (Touze, p. 11). El tiempo dedicado al tema de la misericordia se puede decir que se inicia en el Pontificado de Pío XI (06/02/1922) y termina con la bula de Papa francisco Misericordiae vultus, (11/04/2015) para convocar el Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Mire lo que usted ha subrayado durante la lectura: ¿Qué frase citada te llama más la atención? ¿Qué te parece este cambio de paradigma eclesial, realizado por San Juan XXIII y seguido por sus sucesores? Mirando para la realidad de tu Vicarito, ¿se puede decir que “la misericordia está puesta en el centro de la vida eclesial”? Si, No. ¿Por qué? 2 – MISERICORDIAE VULUTUS Para seguir con el pensamiento del Papa Francisco miremos algunos fragmentos de Bula de convocación del jubileo extraordinario de la misericordia. 2.1 - Una cierta estructura del documento y sus temas: Introducción y definición de la misericordia en los números 01 y 02; Anuncio del jubileo, destacando el contexto de los 50 años del Concilio Vat. II, en los números 03 al 05; Fundamento bíblico – pastoral de los números 06 al 09; Pensamiento de la Iglesia y del Magisterio de los números 10 - 12; El lema, como estilo de vida: “Sed misericordioso, como el Padre vuestro es misericordioso”, (Lc 6, 36) numero 13; Abertura de la puerta Santa y desafíos de las periferias existenciales – las obras de misericordia, en los números 14 y 15; Orientaciones y aplicación práctica – 24 horas para el Señor, números 17 y 18; Llamada de atención a los criminales, numero 19; Misericordia y justicia, números 20 y 21; La cuestión de la indulgencia en el numero 22; El diálogo interreligioso, numero 23; María Madre de la Misericordia, número 24; y la conclusión en el número 25. 2.2 – Fragmentos significativos – el contenido del documento: PRINCIPIO O PUNTO DE PARTIDA - “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, “rico en misericordia” (Ef 2, 4)… “Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad” (Ex 34, 6) características de Dios - Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios”. (Mv. N. 01) DEFINICIONES DE MISERICORDIA - “Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia es: la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia es: el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado”. (Mv. N. 02). “La misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner límite al amor de Dios que perdona”. (Mv. 03). OPCIÓN Y CONTEXTO DEL DOCUMENTO - “En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad”… “Queremos más bien notar cómo la religión de nuestro Concilio ha sido principalmente la caridad. La antigua historia del samaritano ha sido la pauta de la espiritualidad del Concilio”. (Mv. N. 04). PERSPECTIVAS PARA EL FUTURO - “¡Cómo deseo que los años por venir estén impregnados de misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios! A todos, creyentes y lejanos, pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del Reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros”. (Mv. N. 05). FUNDAMENTO BIBLICO - “Como se puede notar, la misericordia en la Sagrada Escritura es la palabra clave para indicar el actuar de Dios hacia nosotros. Él no se limita a afirmar su amor, sino que lo hace visible y tangible. El amor, después de todo, nunca podrá ser una palabra abstracta. Por su misma naturaleza es vida concreta; intenciones, actitudes, comportamientos que se verifican en el vivir cotidiano. La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable, es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y seremos. Es sobre esta misma amplitud de onda que se debe orientar el amor misericordioso de los cristianos. Como ama el Padre así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordioso los unos con los otros”. (Mv. N. 09). APLICACIÓN PASTORAL - “La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo” (Mv. N. 10). “No podemos olvidar la gran enseñanza que san Juan Pablo II ofreció: “La mentalidad contemporánea, quizás en mayor medida que la del hombre del pasado, parece oponerse al Dios de la misericordia y tiende además a orillar de la vida y arrancar del corazón humano la idea misma de la misericordia”… (Mv. N. 11). “La Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona. La Esposa de Cristo hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos sin excluir ninguno. En nuestro tiempo, en el que la Iglesia está comprometida en la nueva evangelización, el tema de la misericordia exige ser propuesto una vez más con nuevo entusiasmo y con una renovada acción pastoral (…) La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este amor, que llega hasta el perdón y al don de sí, la Iglesia se hace sierva y mediadora ante los hombres. Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre”. (Mv. N. 12). “Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso” (Lc 6, 36). Es un programa de vida tan comprometedor como rico de alegría y de paz. El imperativo de Jesús se dirige a cuantos escuchan su voz (cfr Lc 6, 27). Para ser capaces de misericordia, entonces, debemos en primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios. Esto significa recuperar el valor del silencio para meditar la Palabra que se nos dirige. De este modo es posible contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida”. (Mv. N. 13). “Ninguno como María ha conocido la profundidad el misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del crucificado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor”. (Mv. N. 24). ¿De los números mencionados que frase usted fue subrayando? ¿Qué comentario quiere hacer? ¿Qué palabras ha sentido que te interpelan y generan una sensación de inquietud en tu corazón? ¿Qué otros números quiere destacar? 3 – Otras fuentes que definen la misericordia: Como vimos anteriormente, al convocar el Año de la misericordia, el Papa Francisco quiere ayudar a todos los cristianos a recuperar esta imagen del Dios siempre Fiel. Aquel, que a pesar del pecado humano, no rompe la Alianza con la humanidad. Dios nos ha amado con Amor Eterno. Por esto la misericordia es el núcleo de Evangelio (Mv. N. 09). La misericordia es este Amor de Dios en exceso. Dios es misericordioso, es su último libro lanzado esta semana pasada. Aun no tengo este material. Les invito a mirar otro material un poco más antiguo de Jon Sobrino que se llama “El principio misericordia” (1992). 3. 1 – LOS TEÓLOGOS: Según Jon Sobrino, Misericordia significa etimológicamente, poseer un corazón (cor) que se compadece de la miseria (miseri) del otro, porque la siente como siendo suya. La palabra misericordia en hebraico, misericordia es “rahamim”, entrañas de madre. Lugar de los sentimientos íntimos y profundos. Esta expresión es sintetizada como sentimiento de compasión. Sentirse afectado y conmoverse delante del mal del otro. Es una invitación para ser clemente, benevolente con la persona afectada por la miseria, sea esta social, económica, moral o espiritual. Lo bello de Dios es su corazón que ama. Lo extraordinario en Dios son sus entrañas de ternura que se conmueven frente a la miseria humana. Por esto la misericordia es como la respuesta de Dios frente a la indigencia humana. Ella libera la vida, la potencia, amplía los horizontes, devuelve sentido a la vida del pecador. La misericordia es expansiva, dilata el corazón aumentando las posibilidades de vida en cada ser humano. El amor de Dios crea en nosotros un corazón nuevo, de acuerdo con su corazón, capaz de establecer la misericordia. “Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia” (Mt 5, 7). La actitud de misericordiosa de Dios genera en nosotros la misericordia. Esto es lo que debemos recuperar en el Año de la Misericordia: Las actitudes de Dios vividas por Jesucristo revelador de la misericordia del Padre. A nosotros sus discípulos nos envían como instrumentos de su reconciliación, dándonos un corazón para amar, perdonar y devolver la vida, con esperanza. Para Jon Sobrino la palabra misericordia debe ser bien entendida, porque puede significar una nueva actitud de vida en los evangelizares o destacar contenidos que son parte de las doctrinas que mantiene las cosas como están. Podemos desarrollar las “Obras de Misericordia” que pide la Iglesia, con un sentimiento de compasión, pero sin acompañar con una acción más profunda y eficaz. Las “Obras de Misericordia”, que son buenas, puede ser realizadas sin analice de las causas del sufrimiento humano. La emergencia de aliviar las necesidades individuales y humanas más urgentes, con el peligro de abandonar la lucha por transformar las estructuras de los sistemas de muerte. Transformar la misericordia en actitudes paternales y maternales con el peligro de solo realizar acciones paternalistas y paliativas. Por esto este autor prefiere utilizar el concepto de “Principio Misericordia”, que se determina por el actuar de Dios y de Jesucristo, así como debe ser también el actuar de la Iglesia. Así define, “El Principio Misericordia”: “Un amor especifico que está en el origen de un proceso, pero permanece presente y activo al largo de él, dándole una determinada dirección que configuran los diferentes elementos dentro del proceso”. Ejemplo: “He visto la humillación de mi pueblo en Egipto, y he escuchado sus gritos cuando lo maltratan sus mayordomos. Yo conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo del poder de los egipcios y para hacerlo subir de aquí a un país grande y fértil…” (Ex 3, 7s). Misericordia, es una reacción frente al sufrimiento humano del otro, interiorizado, que llega hasta las entrañas, hasta el corazón del propio Dios. Esta forma de Dios actuar está historizada por Jesús de Nazaret. La misericordia configura su vida y su misión provocando su destino. Es también la configuración de la visión de Dios para el ser humano. Cuando Jesús quiere mostrar que es un hombre pleno de la gracia de Dios cuenta la parábola del Buen Samaritano. Más que conocer de memoria la Ley y los Mandamientos, Jesús destaca las actitudes: vio, se compadeció, se acercó, curó las heridas, lo llevó a un médico, pagó y se hizo cargo de él, todo esto es estar movido por la misericordia. La misericordia como reacción se torna fundamental para Jesús mostrarse plenamente humano. Por esto la misericordia para Jesús, no es una u otra acción o “Obra de Misericordia”, más es la actitud que transforma la realidad para que la vida sea plena. Para Walter Kasper “en el testimonio de toda la Escritura, la misericordia es el atributo de Dios que ocupa el primer lugar en la auto revelación de Dios en la Historia de la Salvación; es el lado visible y operativo para fuera de la esencia de Dios, que es amor”. 3.2 - Hay otros materiales que están siendo utilizados: Kasper Walter. La misericordia – Clave del Evangelio y de la vida cristiana. Presencia Teológica. 7ª. Ed. Sal Terrae – Santander – 2015. Mendizábal Luis Ma. Entrañas de misericordia – meditaciones de ejercicios espirituales. BAC – Popular. Madrid, 2015. Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización – San Pablo 2016. (8 libritos) Muchos pequeños videos se puede bajar del internet. ¿Qué realmente te habitan, cumplir la Ley y los mandamientos o tener actitudes de misericordia? ¿Cómo discernir entre las miserias humanas, fragilidades, soledad y entre el amor de Dios en exceso? ¿Es posible convertirse y llegar a ser misericordioso como el Padre vuestro es misericordioso? (Lc 6, 36) ¿Qué pasos concretos puedo dar en esta dirección de la misericordia en relación a mis hermanos? 4 – Para vivir el año de la misericordia: Hay una agenda especial que propone el Papa Francisco para vivir el año de la Misericordia. Pero más que seguir una agenda de pastoral para desarrollar las obras de misericordia, como discípulos misioneros somos llamados a vivir con el espíritu de misericordia siempre. El Papa muestra que “La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo” (Mv. N. 10). Pone en juego la esencia de la Iglesia. Para nosotros cristianos comprometidos, religiosos, sacerdotes, nuestra identidad, espíritu, carisma y misión también son puestos en juego cuando no vivimos con este espíritu del amor compasivo. Recordando la Evangelii gaudium así expresa el Papa: “La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan”. (Eg. 24). “Una excesiva centralización, más que ayudar, complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera” (Eg. 32). “Una pastoral en clave misionera no se obsesiona por la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que se intentan imponer a fuerza de insistencia… el anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario” (Eg. 35). “La misericordia es la mayor de las virtudes: “En sí misma la misericordia es la más grande de las virtudes, ya que a ella pertenece volcarse en otros y, más aún, socorrer sus deficiencias. Esto es peculiar del superior, y por eso tiene como propio de Dios tener misericordia, en la cual resplandece su omnipotencia de modo máximo” (EG. 37). “La Iglesia “en salida” es una Iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas” (Eg. 46). “La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre. Uno de los signos concretos de esa apertura es tener templos con las puertas abiertas en todas partes” (Eg. 47). “Salgamos, salgamos ofrecer a todos la vida de Jesucristo (…) prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos” (EG. 49). Recordando el Año de la Vida Religiosa lo vemos con estas palabras: “Un corazón misionero es un corazón que ha conocido la alegría de la salvación de Cristo y la comparte como consolación frente al límite humano: “sabe que él mismo tiene que crecer en la comprensión del Evangelio y en el discernimiento de los senderos del Espíritu, y entonces no renuncia al bien posible, aunque corra el riesgo de mancharse con el barro del camino” (Alegraos, p. 44). El Papa Francisco es insistente: “La iglesia está llamada a ser el primer testigo veraz de la misericordia, profesándola y viviéndola como centro de la Revelación de Jesucristo. Desde el corazón de la Trinidad, desde la intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la misericordia. Esta fuente nunca podrá agotarse, sin importar cuántos sean los que a ella se acerquen”. (Mv. N. 25). En resumen, para vivir el año de la misericordia debemos a aprender a salir, ser parte de esta Iglesia en salida misionera, con puertas abiertas, para Amar con un corazón humano y compasivo. 5 – Preguntas para la reflexión personal y comunitaria: a) De las preguntas que están presentes dentro del texto ¿cuáles quiero retomar para profundizar? ¿Cómo me siento frente al desafío y estilo de vida: “Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso” (Lc 6, 36)? ¿Estoy dispuesto para vivir este “programa de vida tan comprometedor como rico de alegría y de paz”? “El imperativo de Jesús se dirige a cuantos escuchan su voz (cfr Lc 6, 27)” ¿Lo tomo como una orden dada a mí? b) ¿Qué otras ideas, autores y reflexiones quiero compartir con mis confrades para profundizar el tema de la misericordia? c) ¿Qué actitud concreta puedo asumir de forma personal y comunitaria para vivir el Año de la Misericordia? ¿Qué actividad concreta como Vicariato podemos asumir para celebrar el Año de la Misericordia? Dar sugerencias, ser osados y creativos. “Dios siempre sabe sacar el bien del mal, Dios quiere que todos seamos salvos y podamos alcanzar el conocimiento de la verdad” (1 Tm 2, 4).