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El Miguel Oliva comportamiento electoral. Introducción El comportamiento electoral constituye un campo de interés de la investigación social en sí mismo, con la creciente difusión de la democracia, que es un mecanismo de legitimación de un sistema de gobierno. Pero el interés de su análisis también reside en los múltiples fenómenos sociales involucrados en estos comportamientos, tales como el poder, la cohesión social, las demandas, los liderazgos, la comunicación social, la naturaleza del estado moderno capitalista. El conocimiento del comportamiento electoral no debería ser entendido como el progreso del conocimiento en un área en particular, sino como el avance en la comprensión de los fenómenos sociales. En la comprensión de estos fenómenos la teoría y la indagación empírica se complementan. En América Latina, el tiempo relativamente breve en el que se han desarrollado investigaciones sobre estos temas, la escasez de estudios longitudinales sobre conductas electorales y su relación con la evolución de variables estructurales como el desempleo o la inflación, las interrupciones en las prácticas democráticas, entre otros factores, condicionaba el desarrollo teórico sobre estas temáticas. En este sentido, la posibilidad de contrastación empírica de muchas de las hipótesis explicativas sobre el comportamiento electoral era escasa. A pesar de esto, en los últimos años se ha avanzado mucho en la aplicación y el análisis del comportamiento electoral. La creciente difusión de los sondeos de opinión, el surgimiento de metodologías nuevas y más económicas para realizarlos (v.g. encuestas telefónicas), han ido aumentando la capacidad de recolección de datos y análisis de los fenómenos electorales. En las últimas décadas, la difusión de los sondeos de opinión pública dinamizan toda la discusión teórica al respecto del comportamiento electoral. Una de las consecuencias prácticas de estos avances es la creciente precisión de los pronósticos electorales; los sondeos han demostrado ser una aproximación útil en estas predicciones. Su factibilidad y precisión son una preocupación creciente de las ciencias sociales, y quizás lo sea también la posibilidad de extender los pronósticos a otras áreas de lo social. Por ejemplo, la posibilidad de predecir las tasas de desempleo, el crecimiento de la delincuencia, y otras áreas de críticas de lo social. Si bien la predicción es una de las metas de la actividad científica, la investigación del comportamiento humano tiene ciertas especificidades. Podemos establecer algún pronóstico para elecciones cercanas, pero no para las elecciones presidenciales del año 2003. Las ciencias naturales, por el contrario, podrían establecer con relativa eficiencia la posición de algún planeta para ese año. Este comentario que resulta relativamente obvio, no lo es si la pregunta se reformula y se generaliza: en qué período podemos establecer pronósticos fiables de un acontecimiento social?. A pesar de estas limitaciones, los resultados electorales no son aleatorios. Pueden hipotetizarse distintas relaciones entre variables explicativas y el comportamiento electoral, en base a evidencias empíricas de que existen segmentaciones en el voto (es decir, existen evidencias de que distintos grupos sociales, definidos por características sociodemográficas u otras, no votan de la misma manera). Estas variables deben ser conceptualizadas en distintos niveles; pueden referirse por ejemplo a estados de un sistema social o sistemas institucionales, o bien a las características de los individuos. Existen atributos de los sistemas electorales (a veces denominadas variables institucionales; Jones, 1996), características de los sistemas partidarios (el número de partidos), de la legislación electoral (existencia o no de un colegio electoral, ley de lemas, ballotage), el comportamiento y las estrategias de las élites políticas (alianzas partidarias), que influyen sobre el comportamiento electoral. El impacto de estas variables sobre el comportamiento electoral teóricamente puede ser medido comparando sistemas electorales o partidarios distintos, entre países, provincias o regiones, aplicando diseños de investigación comparativos (Przeworski, Adam y H. Teune, 1970). Por otro lado, influyen sobre el comportamiento electoral distintas características de los individuos, tales como sus identidades partidarias, su evaluación de la gestión de un gobierno, su nivel socioeconómico, nivel educativo, e ingreso. Es posible postular entre estas variables distintos tipos de relaciones e interacciones de distinto nivel. La formalización de distintos aspectos de la medición de estas teorías en relación a los distintos tipos de variables analizadas, permitirán dinamizar las interpretaciones teóricas. Podemos ilustrar esta dinámica teórica con la influencia de la economía sobre el comportamiento electoral. Se ha discutido la importancia del llamado voto económico (Jorrat, 1997; Echegaray, 1996). Las aplicaciones más simples de esta teoría relacionan la continuidad de un gobierno con sus logros económicos. Uno de los sentidos en el que se suele afirmar la existencia de un voto económico es en el de la generalización de una elección racional en función de la evaluación del desempeño económico de un gobierno. En general, el concepto de voto económico puede considerarse derivado de las teorías de estratificación social, en las que determinados partidos representarían intereses de distintas clases sociales (para un ejemplo en la historia argentina, Jorrat, Cantón, 1996). El voto tendría relación con la inserción de clase de un individuo, y no refiere simplemente a la evaluación de su situación económica personal sino a su inserción de clase en un contexto histórico y social concreto, y los condicionantes que esta inserción significa en su visión del mundo. Así, los cambios en las estructuras de clase en una sociedad impactarían directamente sobre los resultados electorales. Por otro lado, si no existieran las clases sociales, se presume que existiría un solo partido, y en general los ciudadanos no tendrían necesidad de elegir. En efecto, en las sociedades comunistas se supone que los antagonismos de clase han desaparecido, y de ahí que se presuma que sólo es necesario un partido (Giddens, 1989). Una aplicación similar del concepto del voto económico, sin la hipótesis de que existen necesariamente acciones comunes de clases, es la de la segmentación del voto de acuerdo a las condiciones de pobreza (pobres estructurales, nuevos pobres, no pobres; mayores detalles en López, 1996). Desarrollos posteriores de la teoría del voto económico tienden a atribuir a los electores una lógica individual, condicionada en menor medida por su inserción social. Tampoco el supuesto de la racionalidad del actor parece que fuera sostenible sin mayores discusiones teóricas. En general, existen enajenaciones y “fetichismos” en toda organización social, y el voto no siempre es una excepción. Una evaluación racional implica a un actor informado sobre la actuación económica del gobierno y la evolución de las variables macroeconómicas, y que atribuye correctamente las responsabilidad a los distintos niveles de gobierno (estados nacionales, provinciales, municipales). Pero las dificultades en el acceso a la información y la elaboración de una opinión sobre un gobierno, y la enorme complejidad de las cuestiones de la administración del sector público, implican en general opiniones simplificadas y sesgadas acerca de la actuación económica de un gobierno. Tampoco las decisiones económicas de los gobiernos nacionales o locales serán cada vez menos autónomas. Como categoría de análisis, el voto egoísta sería una elección basada en la evaluación de la situación personal, y contrapuesta al voto altruista, referido a la evaluación que realizar un elector de la situación de otras personas. También la evaluación de la actuación del gobierno puede referir a referir a una evaluación retrospectiva (hacia lo ya actuado por un gobierno) o prospectiva (hacia el futuro). Tampoco es clara la direccionalidad de la acción a futuro de un “elector económico” ideal, a partir de una evaluación económica racional. Teóricamente la mala actuación económica de un gobierno es castigada votando a la oposición, pero si esta no supone una mejor situación desde un cálculo económico, los electores podrían adoptar otras decisiones. El voto opositor - oficialista puede ser entendido en función de una opción en función de cambio o continuidad de un gobierno. Esta dialéctica oposición – oficialismo tampoco permite captar en función de un pronóstico cuáles será la elegida entre las distintas opciones de la oposición. Si el voto es una función del calculo económico, las campañas electorales y los liderazgos políticos deberían tener un impacto acotado sobre el resultado electoral, que dependerían de los logros económicos. Por ello, los intereses profesionales juegan su papel en relación a las creencias respecto de la influencia de la publicidad, la comunicación y las campañas electorales en un resultado electoral. Por ejemplo, los efectos de las publicidades políticas sobre la intención de voto no pueden ser demostrados en un sentido estricto, y en general la causalidad es simplemente supuesta. La voluntad de poder del ser humano requiere encontrar causas a distintos efectos para el logro de sus objetivos, aunque no siempre le resulte fácil, factible o incluso deseable descubrir si esas causas son en efecto demostrables. Por ejemplo, un candidato tiene que hacer algo para ganar las elecciones, aunque no sepa si es la publicidad, sus propuestas, o su campaña, o una combinación de estos factores, lo que puede cambiar la conducta electoral de la población. Por otro lado, también está implícito en estos supuestos una continuidad entre opinión y conducta, que no existe en forma lineal. Muchos individuos no actúan en relación a lo que sus opiniones sobre el gobierno o los dirigentes permitirían prever, en contra de una estricta teoría de opciones racionales del individuo. Las opiniones tienen una volatilidad mucho mayor que las conductas, con un grado mayor de estabilidad. El conocimiento de la opinión - por definición mudable y cambiante - de un votante sobre un candidato no permite establecer, por ejemplo, una predicción lineal de su comportamiento electoral. También es necesario señalar que los partidos políticos son formadores de identidades sociales, en un proceso complejo. La formación de identidades suele ser construidas en función de liderazgos e intereses compartidos por distintos sectores de la población. Si bien los conceptos teóricos sólo pueden aplicarse a la explicación de fenómenos acotados, estos elementos muestran la necesidad de integrar en el análisis los diversos componentes del voto; entre otros, sus aspectos económicos en relación a la inserción de un elector en una estructura de estratificación social, y también en relación a su percepción de la movilidad social. También habría que integrar los fenómenos de liderazgos y las demandas de la población, y la influencia de las características de la oferta electoral. Esto implicaría poder establecer que magnitud tuvo un voto tipologizable como altruista, un voto egoísta, un voto prospectivo, la influencia de un liderazgo, y así, en el contexto de una determinada oferta electoral. Presentación de los artículos Los artículos aquí presentados muestran las diversas dificultades que existen en la definición concreta de la influencia de la economía en el comportamiento electoral. Por ejemplo, es la inserción económica del individuo concreta en un momento lo que influye en el voto, o su experiencia en relación a la movilidad social durante la gestión de un determinado gobierno?. Fabre, Marchena, Mignani, y Pol, en su artículo “El Partido Demócrata en la Provincia de Mendoza: Análisis de una coyuntura política”, analizan las relaciones multivariadas entre la situación económica personal, el nivel de ingresos, y el comportamiento electoral para las elecciones a diputados en la provincia de Mendoza en el año 1998. Los resultados en este estudio de caso indican que dos de los posibles componentes del voto económico (la inserción social actual en la estructura económica medida a través de los ingresos, y la percepción de movilidad social, a través de la evaluación de la evolución de la situación personal) permiten explicar parcialmente las variaciones entre el voto oficialista – opositor, pero no captan las diferencias que existen entre las distintas opciones del arco opositor. En particular, no captan las variaciones en el voto del Partido Demócrata, cuyo análisis debería incorporar fenómenos de liderazgo (en este caso, del candidato demócrata Balter). Este estudio muestra también las dificultades de analizar la dinámica de continuidad y cambio de un gobierno en un contexto no polarizado, y donde la oposición ofrece distintas opciones. En este artículo se aplican el análisis multivariado y la ecuación de covarianzas de Lazarfeld, y distintos conceptos referidos a la fidelidad y estabilidad en el voto discutidos en el marco del Taller de Opinión Pública. Carla Zibecchi y Marcela Garriga, en su artículo “Incidencia de la inserción laboral sobre la percepción de los sujetos”, nos proponen analizar el impacto de la desocupación (otro indicador de la inserción del sujeto en la estructura económica de una sociedad) en la percepción de la realidad, en particular de los problemas nacionales y provinciales, y la evaluación de distintos aspectos de la gestión de gobierno, para el caso de las elecciones a diputados en la provincia de Buenos Aires en 1997. Se explora la hipótesis de la posible existencia de una percepción común para los desocupados de la realidad política y social. Al mismo tiempo, las autoras se proponen analizar la continuidad conducta-opinión, y la relación entre la inserción en el mercado laboral y el comportamiento electoral. En este artículo se aplican el análisis de múltiples respuestas, el análisis multivariado a través de las ecuaciones de covarianzas de Lazarfeld, y la técnica loglineal (una generalización del modelo de covarianzas de Lazarsfeld). Los artículos que presentamos fueron realizados en el marco de las discusiones académicas de la carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales. El denominador común fue la teórica y laboriosa construcción de variables e indicadores complejos que permitieran una aproximación a los fenómenos, y el análisis de las relaciones posibles entre estas variables. Creación de indicadores, dimensiones y modelos metodológicos a través del paquete estadístico SPSS son desarrollados en estos artículos, que pueden ser de utilidad en función de discutir los posibles abordajes analíticos y metodológicos de estos fenómenos. Bibliografía Alvarez, R. Michael and Garrett Glasgow "Do Voters Learn from Presidential Election Campaigns?" Date Submitted to Electronic Paper Archive: October 27, 1997 Cantón, Darío. Jorrat, Raúl . “Radicalismo, socialismo y terceras fuerzas en la Capital Federal: sus bases socioespaciales en 1912-1930”. En Revista Sociedad, No. 10, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Noviembre de 1996. Cantón, Darío. Jorrat, Raúl. “Percepciones de la economía y el voto: 1993 – 1996”. En La investigación social hoy. Darío Cantón y Raúl Jorrat, compiladores. Instituto de Investigaciones Gino Germani. Facultad de Ciencias Sociales. Oficina de publicaciones del CBC. 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