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ESTACIONES
Un susurro, una brisa, un par de hojas rotas. Septiembre se levantó con fuerza.
Entonces, unas pisadas, un pesado sonido de botas, rompieron el silencio. La veía
llegar al mismo banco del parque cada mañana, con su andar cansino y achacoso,
apoyándose en su bastón.
Ese día llovía; hacía juego con sus ojos tristes. Octubre venía cargado de recuerdos.
Un susurro, una brisa, un par de motas blancas. Diciembre se imponía majestuoso.
Ocultando su figura entre la niebla, era difícil verla, pero su piel pálida resplandecía
más que cualquier danza de copos de nieve.
Enero acariciaba su piel, dejando a su paso un rastro de incertidumbre, mientras
febrero, imprudente, llegaba a su final.
Un susurro, una brisa, un par de pétalos. Mayo, con su melodía, prometía rejuvenecer.
Sin embargo, este año, fue distinto. Levantando su cansado cuerpo del banco y con
más empeño que energía, empezó su marcha de vuelta a donde quiera que viniera. Ni
las flores ni jilgueros borraron el dolor de su cuerpo.
Un susurro, una brisa, un par de rayos de sol. Julio llegó con sus noches cortas y frescas
y ella, desde su cama, observaba el parque. Añoraba sus largos paseos, pero, sobre
todo, lo añoraba a él. Sus hijas no sabían qué hacer con su mirada grisácea, que
anhelaba cosas imposibles. Ya no había palabras, no había preguntas, sólo la calma de
sus ojos ancianos, la bondad de su sonrisa y la paz que, sin saber por qué, aportaba.
El cálido atardecer de agosto iluminó su habitación. Una mano conocida apareció de la
nada. Le instaba a darse prisa. Un anillo brillaba con fulgor entre las arrugas del dedo
anular.
Una débil sonrisa se dibujó en la cara de la mujer, marcada por los años.
Uno, dos, tres, hasta cuatro latidos.
Le tendió su mano.
Después de eso, un pitido.
Volvían a ser uno.
A lo lejos, se oían las gotas de lluvia caer.
Un grito tronó entre las paredes de aquella habitación de hospital y llantos siguieron el
compás de la lluvia contra el cristal.
Creo que nunca supe su nombre y si lo supe, se me olvidó. Lo único que sabía era que
el otoño no sería lo mismo sin ella.
“Océano” -1ºB Bachillerato