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Fosa común, destino de los “olvidados” Omisión de procuradurías limita crear registro nacional de extraviados: CNDH IMPACTO. Los servicios médicos forenses, como el de Ciudad Juárez, preparan cada año las fosas comunes donde colocan los cuerpos que no son identificados ni reclamados (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL ) Domingo 02 de enero de 2011 Liliana Alcántara/ Enviada | El Universal Cuántos muertos están en el olvido? ¿Quiénes son los mexicanos que ocupan las fosas comunes? ¿Cuántas personas llevan años buscando a sus familiares extraviados o desaparecidos sin saber si están con vida o no? Por mandato de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) se propuso desde hace cuatro años elaborar un registro nacional de personas extraviadas y fallecidas no identificadas. La finalidad es evitar el viacrucis de los familiares que buscan a un ser querido extraviado o desaparecido en manos de alguna autoridad y reducir el número de muertos que son sepultados sin que se conozca su identidad. Pero el trabajo de este organismo es casi una utopía. La elaboración de esa base de datos se dificulta porque la tasa de homicidios aumenta en el país y rebasa la capacidad de las instituciones de justicia; 15% de las procuradurías le niegan información a la CNDH sobre las personas que fallecen o le dan datos incompletos, sólo la mitad de los servicios médicos forenses elaboran las pruebas de ADN y el crimen organizado deja los cadáveres irreconocibles o ni siquiera deja los restos. En cuatro años la CNDH sólo ha podido resolver un caso, el de una persona que fue reportada como desaparecida, que se le localizó después sin vida y en el que se pudo acreditar la responsabilidad de autoridades estatales. El director del Programa de Presuntos Desaparecidos de la CNDH, Tomás Serrano, dice que la situación es delicada, sobre todo en el actual contexto de violencia que hay en el país porque cada vez mueren más personas sin ser identificadas. De 2006 a la fecha, con la poca información proporcionada por las procuradurías de las entidades, la comisión nacional ha podido elaborar una base de datos en la que hay 5 mil 397 personas reportadas como extraviadas, la mayoría de Puebla, estado de México, Coahuila, Distrito Federal, Chiapas, Hidalgo y Guanajuato. La cifra de muertos sin identificar es mayor. De ellos, hay 8 mil 898 casos en todo el país, 663 son mujeres y 7 mil 211 son hombres, el resto de los casos, mil 024 muertos, están inscritos en dicho registro con el sexo indeterminado por el grado de descomposición en el que fueron encontrados. La edad promedio de los fallecidos sin identificar es de entre 20 años de edad y 60 años de edad, y 80% murió en hechos violentos y en accidentes. La mayor parte de quienes tuvieron una muerte violenta son de Chihuahua, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas y Durango. Los datos disponibles refieren un incremento de los homicidios en esa región del país. Raúl Benítez, presidente del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia, asegura que en aquellas entidades donde se ha incrementado la violencia entre los grupos criminales, los homicidios han aumentado notablemente, sobre todo, los de alto impacto. “Analizando el ascenso de la violencia en el norte del país (Baja California, Sonora, Chihuahua, Sinaloa, Durango, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas), tenemos que los homicidios aumentaron de 2 mil 013 en 1990 a 2 mil 365 en 2007, registrando un incremento de 17.49%”. Cada 15 días, 20 cadáveres al hoyo El más reciente reporte del gobierno federal refiere que de 2006 a la fecha, en el contexto de la lucha contra el crimen organizado, han muerto 30 mil 196 personas. La última cifra anual refleja un incremento respecto a 2009. Sólo hasta noviembre de 2010 se registraron 12 mil 456 personas fallecidas. En 2009, hubo 9 mil 635 muertes. Pocos de esos muertos son reconocidos. “Muchas veces los cadáveres ya están en la fosa común y si es el caso, hacemos lo necesario para que se realice la exhumación sin costo alguno y se hagan las pruebas de ADN porque hasta el año pasado a muchos cadáveres no se les realizaba la prueba. En 2010, la procuraduría de Chihuahua, por ejemplo, realizó pruebas de ADN y las archivó, pero no todas las autoridades lo hacen”, asegura Serrano. En el Distrito Federal, por ejemplo, de acuerdo con datos del Servicio Médico Forense, cada 15 días unos 20 cadáveres son trasladados a la fosa común, luego de permanecer dos semanas en sus gavetas sin nadie que reclamara o identificara el cuerpo. Reportes de la Dirección de Servicios Periciales y Ciencias Forenses de la Fiscalía General de Justicia de Chihuahua señalan que en 2010, 95 cuerpos fueron depositados en la fosa común del panteón de San Rafael. Previamente, el Servicio Médico Forense clasificó los cuerpos según su perfil genético y señas particulares como tatuajes, cicatrices, dentadura, lunares y vestimenta para poder localizar el cadáver en caso de que sea reclamado. Tras la pista El 26 de agosto de 1997, Fermín Luis Manuel Varea Falcón desapareció. Uno de sus familiares reportó a la CNDH que no se volvió a saber nada de su paradero después de una visita que realizó al Distrito Federal, justo el día en que regresaba a su casa ubicada en Oaxtepec, Morelos. Después de hablar con testigos y visitar agencias del Ministerio Público, su familiar supo que Varea Falcón había sido detenido por agentes de la Policía Judicial de Morelos. La CNDH se enteró de que la detención ocurrió afuera del juzgado primero penal del Sexto Distrito Judicial en Cuautla, Morelos, sin que hubiera alguna orden expedida por un juez. Varea Falcón enfrentaba un proceso judicial en libertad condicional por homicidio en grado de tentativa, desobediencia y resistencia de particulares. Pero la comisión nacional también encontró que el 2 de septiembre, la Agencia Investigadora de Chalco, estado de México, inició una averiguación previa tras el hallazgo del cadáver de una persona del sexo masculino que fue localizado abandonado en un paraje solitario a la altura del kilómetro 4 de la carretera Xochimilco-Oaxtepec. La autoridad determinó en la necropsia que el hombre murió a causa de las lesiones producidas por 28 proyectiles de arma de fuego. Tras cruzar los datos de esta persona con el reporte de desaparecidos, la CNDH pudo confirmar en 2006 que se trataba de Varea Falcón. Las indagatorias del homicidio pudieron determinar la responsabilidad de los agentes que lo detuvieron de manera arbitraria, según la CNDH, quienes declararon que dispararon en su contra por oponerse a la detención. Casos como éste, afirma el director del Programa de Presuntos Desaparecidos, pueden resolverse si las procuradurías entregaran la información necesaria que requiere la CNDH para elaborar la base de datos de personas extraviadas y fallecidas no identificadas. “El problema es que las procuradurías no dan, en el mayor de los casos, la información que se les pide, no aportan la averiguación previa ni nada que nos permita vaciar un indicador. En el mejor de los casos nos mandan el acta de defunción y de ahí no se pueden obtener los datos. Algunas instituciones argumentan que no cuentan con el soporte científico para vaciar los datos de identificación. Otros nos dicen que por su situación económica no pueden tener una base de datos”, explica el funcionario de la comisión. Agrega que su labor se dificulta aún más cuando hay cambios de administración o de servidores públicos pues se interrumpe el seguimiento de los casos y la comunicación. Entidades retrasan registro La información que requiere la CNDH para elaborar una base de datos es: el sexo, la edad, el motivo de la muerte (violenta o accidental o por problemas de salud), el lugar donde se localizó el cadáver, cómo se levantó el mismo, en qué condiciones y de ser posible las huellas dactilares o cualquier otro dato que permita determinar su identidad (tatuajes, ropa, cicatrices). A dos años de haber puesto en marcha el registro, la CNDH sólo había recibido información de Aguascalientes, Chiapas, Guanajuato, Nayarit, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala y el DF, que le permitió elaborar un censo de 2 mil 855 personas fallecidas no identificadas. El resto había negado información o dieron datos incompletos. A la fecha, dice Tomás Serrano, aún entidades como Baja California Sur o Nayarit entregan información incompleta. Tiempos insuficientes Alberto Gómez, antropólogo forense, afirma que los trámites para recuperar un cadáver de la fosa común deben agilizarse, pues hay un plazo de 72 horas para que un cuerpo permanezca en los servicios médicos forenses “y ese a veces es muy poco tiempo”. “En 72 horas es casi imposible que una persona se entere de que un familiar falleció y más si la muerte ocurrió en un estado distinto del que se es originario o de donde se le vio por última vez. Eso ocurre muchas veces con los migrantes, por ejemplo o, con los trabajadores que emigran a las grandes ciudades”, explica. Al respecto, el presidente de la CNDH, Raúl Plascencia, asegura que a este registro se incorporará la búsqueda de migrantes.