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8° CONGRESO DE MAESTROS DOMINICOS 2016 “A LA LUZ DEL JUBILEO DOMINICO, SE CIMIENTA LA PEDAGOGÍA DE LUZ Y VERDAD” TALLER DE ESPIRITUALIDAD DOMINICA Hna. Georgina Silvana León Orbegoso “EL CARISMA DE LAS HERMANAS DOMINICAS DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN” Los Institutos religiosos en la Iglesia son muchos y diversos, cada uno con su propia índole, pero todos aportan su propia vocación, cual don hecho por el Espíritu, por medio de hombres y mujeres insignes y aprobado auténticamente por la sagrada Jerarquía1. Querida familia DIC., nacida en Toulouse hace 147 años al amparo de María Inmaculada para Predicar la Verdad y Portar la Luz de Cristo; tal y como lo hizo nuestra amada Madre fundadora Eduviges Portalet, Sierva de Dios. Hoy que celebramos con júbilo los 800 años de fundación de la Orden de Predicadores, con la certeza de que Dios nos llama a ser sus discípulos y misioneros viviendo en “Luz y Verdad” y en el Marco del VIII Congreso Nacional de Docentes Dominicos, nos permitimos reflexionar juntos en torno al “Carisma Congregacional”, Gracia dada por el Espíritu, regalo para la Iglesia,2 (regalo recibido para ser compartido). Remitirnos a la etimología de la palabra en cuestión, “Carisma” nos permite entenderla como Gracia, Don, regalos del Espíritu; en razón de su procedencia griega: kharisma y de kharis. Al respecto, el Apóstol San Pablo nos ayuda a entender que Carisma es realmente una Gracia especial que el Espíritu Santo dona para el bien de la Iglesia, por tanto todo Carisma es una Gracia de Dios que se presenta en forma de experiencia del espíritu, para remediar alguna necesidad de la Iglesia y/o para el bien de los hombres; así nos lo enseña el Catecismo de la Iglesia en el número 799. 1 sagrada congregación para los religiosos e institutos seculares. Sagrada congregación para los obispos. Criterios pastorales sobre relaciones entre obispos y religiosos en la iglesia. n. 11 2 Cfr. Del Carisma a la Pedagogía de Luz y Verdad. P. 24 En esta reflexión se hace necesario destacar algunos párrafos del Documento Mutuae relationes emitido por la Sagrada congregación para los religiosos, que a la letra dice: “Todo carisma auténtico lleva consigo una cierta carga de genuina novedad en la vida espiritual de la Iglesia, así como de peculiar efectividad, que puede resultar tal vez incómoda e incluso crear situaciones difíciles, dado que no siempre es fácil e inmediato el reconocimiento de su proveniencia del Espíritu”. “Todos los Institutos religiosos han nacido a causa de la Iglesia y para ella; obligación de los mismos es enriquecerla con sus propias características en conformidad con su espíritu peculiar y su misión específica…”. En esta misma sintonía, el Magisterio de Juan Pablo II nos ayuda a entender que a lo largo de los siglos nunca han faltado en la iglesia hombres y mujeres dóciles a la llamada del Padre y a la moción del Espíritu, que han elegido el camino de especial seguimiento de Cristo, dedicándose a Él con un corazón « indiviso», que dejándolo todo para estar con Él y siguiendo su ejemplo, se pusieron al servicio de Dios y de los hermanos. Contribuyendo de esta manera en la manifestación del misterio y la misión de la Iglesia con los múltiples carismas de vida espiritual y apostólica que les distribuía el Espíritu Santo, y por ello han cooperado también a renovar la sociedad3. Tal es el caso de Domingo de Guzmán, que obediente a la moción del Espíritu funda la Orden “para la predicación y la salvación de las almas”4. Por su parte nuestra amada Madre Eduviges Portalet nos funda para “Predicar la Verdad y Portar la Luz de Cristo”. Realidad que nos permite comprender que Carisma es expresión de un amor que mira más nuestra necesidad que nuestro mérito, en el que Dios busca el bien y el bien de la Iglesia. Indudablemente, gracias a las mociones del Espíritu y a la Providencia Divina, el carisma que nos da la identidad y la misión, se ha ido renovando con “fidelidad creativa”, junto con la tradición dominicana de ser apasionantes buscadores y predicadores de la verdad. 3 Cfr. Juan Pablo II Vita Consecrata n. 1 4 http://www.op.org.ar/?page_id=917 Sólo basta adentrarse en la vida y obra de nuestros fundadores para entender que “el carisma mismo de los Fundadores se revela como una experiencia del Espíritu” (Evang. nunt. 11), transmitida a los propios discípulos para ser por ellos vivida, custodiada, profundizada y desarrollada constantemente en sintonía con el Cuerpo de Cristo en crecimiento perenne. Domingo ante la necesidad que la Iglesia tenía de auténtica Predicación funda la Orden; en tanto Madre Eduviges Portalet al experimentar que Dios la llamaba para dedicarse a los niños ciegos de Toulouse, niños que estaban en completo abandono, quiso ser para ellos luz,”5 funda la congregación. Y cuando la Iglesia lo solicitó encarnó la impronta de llevar la Luz del resucitado a los que vivían sumergidos en el dolor a causa de su dolencia, en aquellas tierras americanas, ecuatorianas, peruanas…. En efecto, el Carisma tiene su dinamismo propio, el cual no le permite quedarse estancado en el tiempo y en el espacio. Es dinámico en sí mismo. Por lo tanto, los responsables del carisma, es decir, aquellos que están llamados a encarnarlo y vivirlo en el día a día, tú y yo, tenemos la misión de confrontarlo con las circunstancias actuales. En este sentido sólo basta volver los ojos a nuestra Madre fundadora que nos dio ejemplo de ello: La obra iniciada “…en beneficio de aquellas pobres criaturas de Dios, privadas de la luz corporal y expuestas, a causa de su enfermedad, a no gozar de la luz espiritual”6 ha surcado los mares, cruzando el Atlántico llegó providentemente primero a Cuenca y después a Trujillo y ahora se extiende en cada uno de los que conformamos esta gran “familia de Dominicos y Dominicas de la Inmaculada Concepción”. Por tanto, analizar qué significa la Luz y la Verdad nos ayudará a mejor entender nuestro carisma. 5 Guillermo Ramírez Livia CCSSR, Sistematizar una pedagogía de Luz y verdad en tiempos actuales, ¿una utopía?, p.7, en Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito. 6 Historia de la Congregación escrita por Nuestra Madre Fundadora Marie Hedwige Portalet, p. 10. PREDICAR LA VERDAD Y PORTAR LA LUZ DE CRISTO “Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo”7. La Verdad es Cristo, Luz verdadera que ilumina a todo hombre, quien afirma con objetividad: “Yo soy la Verdad”8 . Una vez contemplada, estudiada y escuchada en el silencio y en el esfuerzo cotidiano esta VERDAD ya se puede compartir con los demás. En otras palabras, condición para hacer discípulos de Jesucristo a otros, es imprescindible, primero el encuentro con este don que es la verdad. Así nos lo enseñan nuestros santos fundadores. El fundador de la Orden de Predicadores, Santo Domingo de Guzmán es predicador por antonomasia. Él siempre lo vio claro desde el momento en que concibió la idea de fundar una Orden. Su orden sería, por esencia, Orden de Predicadores. Toda una novedad para la época porque en aquellos tiempos la misión de “Predicar” era exclusividad de los obispos. El proceso de la canonización de santo Domingo subraya que él “Hablaba siempre con Dios y de Dios” y animaba a sus hijos a hacer lo mismo. Aquí radica lo propio del buen predicador: “vivir personalmente los misterios de Dios y predicar esas vivencias a los demás”, lo que hizo exactamente Domingo durante su peregrinar por esta vida. Por tanto, el llevar la luz es iluminar para que las personas encuentren la verdad y el Amor es aquello que encontrarán. Dicho de otro modo el Amor es el tesoro que se descubre cuando se ilumina con la Luz de Cristo; se halla a Cristo mismo, como aquella mujer que perdió una 7 Fides et ratio Juan Pablo II 8 Jn. 14,6 moneda y encendió una lámpara para ver eso que buscaba… la Luz ilumina, permite ver la verdad y al ver la verdad que es Cristo entonces nos descubre esa Verdad con mayúscula que no puede manifestarse de otro modo sino que en el Amor. Más, cuando buscamos en la oscuridad no sabemos lo que buscamos, en consecuencia no nos damos cuenta que Cristo está delante. La expresión dicha por San Agustín, tras su conversión retratan esta realidad ontológica: “te buscaba fuera y estabas dentro”9 Concretamente, caminar en la luz, es caminar en el amor: “quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está en las tinieblas” (1 Jn. 2, 9). “Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tiene ocasión de tropiezo. Pero, el que aborrece a su hermano está en la oscuridad, o sea, en el mundo del pecado y camina en la oscuridad, y no sabe a dónde va, porque la oscuridad le ha cegado los ojos”. (1Jn. 10, 11). Por tanto, portar la luz – como carisma – es llevar amor y solo el amor es capaz de transformar los corazones10. El Santo Padre Francisco desde la “Lumen Fidei”, nos dice: Quien cree ve; ve con una luz que ilumina todo el trayecto del camino, porque llega a nosotros desde Cristo resucitado, estrella de la mañana que no conoce ocaso. En tanto, San Juan Pablo II desde la “Veritatis Splendor” nos enseña que los Hombres llegamos a ser “luz en el Señor” e “hijos de la luz” y nos santificamos “obedeciendo a la verdad” que es Cristo. De allí que Predicar la Verdad no es sólo principal y primordialmente, proclamar lo que es verdad o hablar con veracidad, sino ante todo y principalmente: anunciar la Revelación Divina. Por el Beato Jordán de Sajonia sabemos que cuando santo Domingo fue a Roma con el obispo Fulco para visitar al Papa iban “con el común deseo de que confirmara la Orden de fray Domingo y sus compañeros, que se debía llamar y ser en verdad de predicadores”. 9 Rvdo. Padre Marco Antonio Pacherres Del Carisma a la Pedagogía de Luz y Verdad. P. 32 10 Por su parte, Santo Tomás sintetizó la vida de nuestro Padre Santo Domingo y de los dominicos y dominicas de todos los tiempos en aquel famoso “Contemplata aliis trader”, que no es otra cosa que “Contemplar la Verdad que por amor se comunica y transmite”. Siendo imprescindible en esta empresa, el silencio. En efecto, el silencio es, para todo dominico, el "pater praedicatorum" es decir sin silencio no hay predicación porque no hay contemplación. No hay oración, estudio, reflexión. Y si recorremos las páginas de la historia de nuestra amada Congregación, encontramos un sinnúmero de acontecimientos en la que Madre Eduviges hace silencio, reza, ora, entra en ese diálogo de amor con Cristo y pasa largas horas al pie del Sagrario, junto a Jesús Eucaristía. Así por ejemplo en 1866 al ser enviada por primera vez a la ciudad de Toulouse, cuando pertenecía aún a las hermanas de María Inmaculada de Marsella, Eduviges entró a la ciudad rezando e “imploró a los ángeles tutelares de la ciudad para que la protejan”11. En consecuencia, entiéndase que “portar la luz y predicar la verdad” es el carisma, que da identidad y misión a las hermanas DIC. Una “identidad y una misión” que reclama Metanoya, testimonio; en una palabra “santidad”. REFERENCIAS Biblia de Estudio. Catecismo de la Iglesia Católica. Hervé, Dupuis, Díaz & Valdivieso (2000) De las Tinieblas a tu admirable Luz. Toulouse. Francia. Guillermo Ramírez Livia CCSSR, Sistematizar una pedagogía de Luz y verdad en tiempos actuales, ¿una utopía? Congreso Dominicano (2012) Uso manuscrito. Jordán de Sajonia. Libellus de principiis Ordinis Praedicatorum. 11 Cfr. De las Tinieblas a tu admirable Luz Juan Pablo II Fides et ratio (1998) Roma. Italia. Marie Hedwige Portalet. (1875) Historia de la Congregación. Toulouse. Francia. Mutuae relationes. Sagrada congregación para los religiosos. Rvdo. Padre Marco Antonio Pacherres (2016) Breve reflexión sobre el Carisma de las Hermanas Dominicas de La Inmaculada Concepción. Trujillo. Perú. Sagrada congregación para los religiosos e institutos seculares. Sagrada congregación para los obispos (1978) Criterios pastorales sobre relaciones entre obispos y religiosos en la iglesia. Roma. Italia. Sánchez Griese, Germán (2014) Del Carisma a la Pedagogía de Luz y Verdad. Lima. Perú 2014