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La salud reproductiva El cáncer de cérvix Las Latinas mueren dos veces más que las mujeres blancas debido al cáncer de cérvix (AguirreMolina 215). Esta es una estadística asombrosa, y por eso es importante incluirla en el estudio de la salud física de las Latinas. Hay factores sociales, ambientales y genéticos que determinan el riesgo de desarrollar cáncer uterino en las Latinas. Hay evidencia que sugiere que las Latinas tienen una predisposición genética al HPV, lo que precede el desarrollo del cáncer de cérvix (223). Existen varios tipos de HPV virus; algunos de los cuales hacen que el riesgo de desarrollar el cáncer aumente significativamente. Dos tipos de HPV sólo se encuentran en los genes de las Latinas, de acuerdo con un descubrimiento hecho en los años 1990. Desde este descubrimiento, casi no hay ninguna investigación en el tema. Hay otras investigaciones sobre la predisposición genética del HPV en general, pero tienen poca relación con los dos tipos de HPV asociados con los latinos. Esta falta de estudios focalizados en los Latinos parece sugerir un prejuicio en favor de los demás y los estudios focalizados en los blancos, lo cual impacta el cuidado de la salud que reciben los Latinos. Otra evidencia sugiere que hay factores ambientales que contribuyen al riesgo de desarrollar el cáncer de cérvix (225). El riesgo es mucho mayor entre las mexicanas que crecieron en México que las que se mudaron a los EEUU cuando eran niñas y crecieron en los EEUU. Los factores ambientales pueden ser la exposición al virus durante una edad muy temprana o quizás una infección venérea. También, puede ser que las personas que viven en los EEUU hayan tenido acceso a servicios y educación que en México otras no tiene. El riesgo de tener una fase de cáncer más severo es más alto en las Latinas que las blancas. Una razón muy importante es la asistencia a los chequeos regulares con los médicos (222). Es menos probable que Latinas tengan chequeos regulares con sus médicos para examinar las mamas y el sistema reproductivo. Los chequeos regulares son el método más eficaz para detectar el cáncer en una fase inicial y así reducir la severidad de la enfermedad. Cuando se detecta el cáncer durante fases tempranas, es más probable que la persona pueda sobrevivir. Muchas veces, las Latinas no entienden la importancia de estos chequeos, o no entienden los beneficios de tenerlos regularmente. La comunicación inefectiva entre médicos y pacientes, o quizás la falta total de comunicación, son factores que se sospecha contribuyen a la carencia de entendimiento de su importancia por parte de las Latinas. Esta falta de comunicación puede ser debido a la barrera del idioma o la barrera de las diferencias culturales, como lo es la noción que los doctores saben todo y los latinos nunca se atreven a hacer preguntas. La esterilización Desde la incorporación de Puerto Rico en los EEUU en 1898, el gobierno de los EEUU ha experimentado con maneras de reducir la pobreza de Puerto Rico (133). Inicialmente, se pensaba que el problema de la pobreza era el resultado del crecimiento de la población. Por eso, se empezó un movimiento para reducir la población por medio de la migración y la esterilización reproductiva. Más que un tercio de las mujeres recibieron esterilización, y en muchos casos se ha abusado el uso de la esterilización (135). El abuso de esterilización ocurre cuando el paciente recibe esterilización sin su conocimiento o entendimiento completo del proceso (134). Mucha gente no sabía que el procedimiento fue permanente porque pensaron que había una distinción entre atar los tubos y cortar los tubos (143). En realidad, los dos procedimientos son iguales y permanentes; no hay una distinción entre los dos pero los médicos infravaloraron la naturaleza permanente del procedimiento para que más mujeres lo recibieran. Hoy en día, las consecuencias del siglo pasado continúan, porque hay una precedencia para los puertorriqueños de recibir esterilización. Todavía muchas puertorriqueñas escogen atarse los tubos cuando sólo tienen 25 años de edad. Esta predisposición cultural hace que el problema persiga. Parece “normal” hacer el procedimiento porque su madre lo hizo, y antes de ella su abuela lo hizo, y antes de ella su bisabuela lo hizo, y así sucesivamente (143). Este procedimiento se ha convertido en parte de la cultura de Puerto Rico y los puertorriqueños en los EEUU. Sin embargo, no es decir que a los puertorriqueños les gusta tener la operación. Hay información que sugiere que un tercio de las mujeres que reciben la operación lo lamente, una estadística muy demasiada alta (144). Por eso, hay que aumentar los recursos accesibles que informa a los Latinos cómo es la operación para que entiendan completamente el procedimiento y la permanencia de ello.