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COMENTARIO CRÍTICO DE LUCES DE BOHEMIA La primera versión de Luces de bohemia apareció en el semanario “España” en 1920. En 1924 se publica como libro, con tres escenas añadidas: la II, la IV y la XI (en ellas se encuentran algunos de los momentos más intensos de la obra). Es la primera obra a la que Valle-Inclán le da el subtítulo de “Esperpento”. En esos años la escena española estaba dominada por la figura de Jacinto Benavente que, tras unos primeros intentos fracasados de renovar el teatro, acabó escribiendo obras al gusto del público burgués; y, junto a él, triunfaban la comedia costumbrista -los sainetes- y el teatro poético. La obra de Valle-Inclán supone una ruptura total con estos tipos de teatro (de hecho, no se estrenó en España hasta 1970) por su originalidad temática y estética, por sus planteamientos críticos y radicales y por la riqueza y expresividad de su lenguaje. Y esto tanto en las obras del llamado ciclo mítico, (la trilogía de las Comedias bárbaras y Divinas palabras) como en sus farsas y esperpentos (la trilogía Martes de Carnaval y la obra que analizamos, Luces de bohemia) Luces de bohemia cuenta la última noche de la vida de Max Estrella, poeta miserable y ciego. Valle-Inclán se inspiró en la figura y en la muerte del novelista Alejandro Sawa, Pero, a partir de esa figura real, Valle trasciende la anécdota y convierte su obra en una parábola trágica y grotesca de la imposibilidad de vivir en una España injusta, opresiva, cruel, absurda, donde no tienen cabida la honestidad, la dignidad, el arte noble. La peregrinación de Max Estrella es un viaje al fondo de la noche, a los abismos de la injusticia, de las miserias de toda índole. Y no sabemos si lo que le mata es el frío, el hambre, el alcohol, o su corazón cansado, o si es el dolor por el espectáculo que le ofrece la España del momento. En cuanto a su estructura, Luces de bohemia prescinde de la división tradicional en actos y se compone de 15 escenas aparentemente inconexas. Pero esta primera impresión es errónea: aparte del protagonista, hay ciertos elementos que confieren unidad al conjunto: la presencia de la muerte desde la escena I (invitación al suicidio) que anticipa el final de la obra; la cuestión del billete de lotería, última esperanza de escapar a la miseria y que saldrá premiado –absoluto sarcasmo- tras la muerte de Max; o la aparición en dos momentos clave de la obra del preso catalán. Por la obra deambulan más de 50 personajes. Algunos de ellos, además del protagonista, se inspiran en seres reales. De los personajes de Luces... dijo Valle: “Son enanos o patizambos que juegan una tragedia, muñecos o peleles”. Sin embargo, algunos de los personajes escapan a la condición de peleles y cobran una considerable talla humana. Es el caso, desde luego, de Max Estrella, pero también del obrero catalán o la madre del niño muerto. Max Estrella es un personaje complejo que alcanza momentos de indudable grandeza. En él se mezclan el humor y la queja, la dignidad y la indignidad. Junto a su orgullo, tiene amarga conciencia de su mediocridad. Su resentimiento de fracasado es a veces ridículo y a veces patético. En sus réplicas se muestra tan pronto mordaz como profundo. Destaca su creciente furia contra la sociedad, a la vez que su sentimiento de fraternidad hacia los oprimidos (en su despedida del preso o ante la joven prostituta) Don Latino, en cambio, es un gran fantoche. Es el “perro” de Max Estrella, una caricatura de la bohemia y, a la vez, un tipo miserable, desleal y canalla, como se ve al principio de la obra (en la librería de Zaratustra) y, sobre todo, al final (no ayuda a su amigo moribundo, le quita la cartera, se queda el dinero de la lotería...) Los demás fantoches del esperpento forman diversos grupos. Es especialmente mordaz la caricatura del Ministro, de los burgueses (el librero Zaratustra, el tabernero Pica Lagartos, algunos “defensores del orden” de la escena undécima) o la de los policías (el capitán Pitito, Serafín el Bonito, los “guindillas”...). Igualmente ridículos resultan los pedantes como Don Gay, el periodista Don Filiberto, Basilio Soulinake y, sobre todo, los “epígonos del Modernismo”. Son también esperpentizados personajes populares: la Pisa-Bien (aunque con simpatía), el “Rey de Portugal”, la portera o los sepultureros, parodia de los de Hamlet. Madama Collet y Claudinita, esposa e hija de Max Estrella, son dos mujeres llenas de ternura y de afán de protección hacia el “amigo” y el padre. No se aclara la causa exacta de su suicidio: la miseria, la muerte de Max o ambas cosas más bien. Vida y literatura se unen en dos personajes, Rubén Darío, el poeta, y el Marqués de Bradomín, personaje de una novela del propio Valle-Inclán. Valle-Inclán se sirve de diversos procedimientos para caracterizar a los personajes, casi todos relacionados con la técnica del esperpento: la descripción física, los objetos característicos de los personajes (p.e., el cochero de la carroza fúnebre, Narices de borracho, chisterón viejo con escarapela, casaca de un luto raído, peluca de estopa y canillejas negras), la etopeya (El hombre ciego es un hiperbólico andaluz), la caricatura (p.e., al describir al Ministro), la degradación (Exprime un gran dolor taciturno el bulto del poeta ciego), la animalización (Zaratustra, abichado y giboso...), la mitificación (Su cabeza rizada y ciega, de un gran carácter clásico-arcaico, recuerda los Hermes), la manera de hablar (Madama Collet, francesa, dice sería bien, Yo estoy incierta), en algunos casos con muletillas (el Admirable de Rubén Darío o el ¡Cráneo privilegiado! de Zacarías). Como en el resto de los esperpentos, Luces de bohemia encierra una áspera crítica de la España del momento. Encontramos zarpazos a políticos de diverso signo: Castelar, Romanones y, especialmente, el conservador Maura y el liberal García Prieto. Tampoco el rey Alfonso XIII se libra de las ironías. Se arremete de distintos modos contra el mal gobierno (el Ministerio de la “Desgobernación”) y contra la corrupción (ante un policía furioso de que a un Ministro se le equipare con un golfo, Max replica Usted desconoce la Historia Moderna). No faltan las críticas al capitalismo y al conformismo burgués. Y, como contraste, el hambre y las miserias del pueblo, al que, sin embargo, no se idealiza con enfoques populistas, sino que se muestra su embrutecimiento, su ignorancia, su degradación moral. Cobra una fuerza especial la protesta ante la represión policial. Y, junto a la ridiculización de la policía o las imprecaciones a sus “colaboradores” derechistas (los “polis honorarios” de Acción Ciudadana), esa protesta se convierte en furia y desesperación en la escena del obrero catalán condenado a morir en aplicación de la “ley de fugas” o cuando muere el niño a consecuencia de la represión en la calle. Entonces resume Max: La Leyenda Negra, en estos días menguados, es la Historia de España. Merecen también destacarse la crítica de una religiosidad tradicional y vacía (escena II) y la crítica de figuras, escuelas o instituciones literarias. En este último sector entran las burlas de la Real Academia, del Modernismo tardío y vacuo o las pullas contra escritores concretos: Galdós (“Don Benito el Garbancero”), Villaespesa, los hermanos Quintero... En resumen, en palabras de Max Estrella, España es una deformación grotesca de la civilización europea. Como hemos dicho, Luces de bohemia es la primera obra a la que Valle denomina esperpento. La teoría de este nuevo “género” la encontramos en la escena XII. Dice Max Estrella: Nuestra tragedia no es tragedia, es decir, la tragedia es un género demasiado noble para el panorama que le rodea. Además, España es una deformación grotesca de la civilización europea, por lo que el sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada. Y así, de la imposibilidad de la tragedia, surge el esperpento. Max lo ilustra gráficamente con la alusión a los espejos cóncavos que decoraban la fachada de un comercio de la calle del Gato, en Madrid. Propio del esperpento es el empleo de contrastes, especialmente entre lo doloroso y lo grotesco. La cima estaría en el velatorio de Max Estrella. Y también es característico el tipo de humor de Valle, mordaz, agrio, una forma más de crítica y ataque a lo establecido. En cuanto al lenguaje, sorprende la variedad de registros empleados. Valdrían como ejemplos el lenguaje pedante o cursi, el uso paródico de frases literarias, de expresiones formularias o administrativas (en funcionarios y policías), el registro coloquial, con vulgarismos, el léxico y los giros del habla madrileña castiza.... Por último, hay que destacar el arte de las acotaciones que, además de la función convencional, tienen un carácter literario, son una prueba más de la voluntad de estilo de Valle. Cuando se trata de describir un ambiente, lo consigue pictóricamente con “brochazos” rápidos, conseguidos con frases nominales. Algo similar ocurre con los bocetos de los personajes y la descripción de actitudes, en relación con la ya comentada técnica esperpéntica.