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VICARÍA ZONA SUR Pastoral de Espiritualidad LECTURA ORANTE DE LA PALABRA EVANGELIO DE JUAN 20, 1-9 Domingo 27 de marzo de 2016 Pascua de Resurrección PREPARACIÓN.- Preparo mi cuerpo, mente y corazón para acoger la Palabra que el Buen Padre Dios hoy me regala. Me hago consciente de cómo estoy y lo ofrezco al Señor. Busco un lugar tranquilo. Invoco al Espíritu Santo al comenzar mi oración. ORACIÓN.- “Padre Bueno envíame tu Espíritu Santo, para que al escuchar y comprender la Palabra que hoy me regalas pueda acogerla en mi corazón y pueda vivirla cada día. Que por tu Resurrección yo también pueda ayudar a quienes se sientan “muertos” a encontrar su vida en Jesús. AMEN. INTRODUCCIÓN: Esta semana la Iglesia celebra el núcleo central de nuestra fe. Este domingo lo reconocemos como el día más grande de la historia, porque con la resurrección de Jesús se abre una nueva historia, una nueva esperanza para todos los hombres y mujeres. Si bien es verdad que la muerte de Jesús es el comienzo, porque su muerte es redentora, la resurrección muestra lo que el Calvario significa; así, la Pascua cristiana adelanta nuestro destino. De la misma manera, nuestra muerte también es el comienzo de algo nuevo, que se revela en nuestra propia resurrección. En este texto bíblico, el Evangelista Juan nos permite acompañar a María Magdalena, discípula y primera en constatar la resurrección de Jesús. “Todavía estaba oscuro” -escribe Juan- porque el camino a la resurrección siempre se inicia en la oscuridad. Ella necesita testigos de este hecho y va en busca de Simón Pedro y el discípulo amado. El texto nos aclara que aunque Pedro contempla la escena, es el discípulo amado quién “vio y creyó”. Juan afirma dos veces que no han entendido: en la frase de la Magdalena “se han llevado del Sepulcro al Señor” (v. 2b) y en el v. 9, el narrador nos dice “Todavía no habían entendido que, según la Escritura, Él debía resucitar de entre los muertos”. En la Biblia cuando el escritor quiere afirmar algo lo repite, con ello, Juan nos indica que a pesar de lo que están presenciando, todavía no están seguros del hecho. LECTURA ¿Qué dice el texto de Juan 20, 1-9? Leo varias veces el texto de este Evangelio marcado por el amor; escucho con los oídos y con el corazón. Me hago partícipe del encuentro de cada uno de estos discípulos – María Magdalena, Pedro y el discípulo amado – con el sepulcro vacío y con los signos de la resurrección del Señor. Me dejo encantar por la Palabra. Identifica quiénes son los protagonistas de este hecho. ¿Qué hace cada uno/a? La actitud y acción de la Magdalena y Pedro, ¿qué estados de ánimo nos muestran? EL evangelista Juan nos dice algo al presentar la reacción del discípulo amado, ¿qué es eso? ¿Por qué el escritor sagrado pone la última frase “¿Todavía no habían entendido que, según la Escritura, Él debía resucitar de entre los muertos?” ¿Qué vio el discípulo amado? ¿Qué creyó? ¿Qué era lo que hasta entonces no habían comprendido los discípulos ni los judíos? MEDITACIÓN ¿Qué me dice o nos dice el texto de Juan? Te invito a serte presente en el texto… ve junto a María Magdalena, Pedro y el discípulo amado… Entra en el sepulcro, mira y ve… ¿crees?... ¿qué crees?... ¿en Quién crees? Aplica el texto a tu vida. Para los discípulos fue difícil creer en la Resurrección, ¿te pasa a ti que a veces te resulta difícil? ¿En qué momentos ha pasado? Creer que la Resurrección de Jesús es el inicio de un nuevo tiempo, me compromete a mantener el amor a los hombres, mis hermanos y la fidelidad al Padre hasta el último, ¿doy pasos en este sentido? ¿qué acciones puedo reconocer en mi vida? ¿Siento que puedo vivir esta Pascua de Resurrección con la alegría y esperanza que significó para los discípulos? ¿por qué? En mi vida diaria, ¿qué signos descubro de que el Señor ha resucitado? ¿Qué hombres y mujeres conozco de fe profunda? ¿En qué se nota que creen en Jesús muerto y resucitado? ¿Qué he aprendido de ellos(as)? ORACIÓN ¿Qué le respondo al Señor luego del regalo de su Palabra? Deja que afloren todas tus emociones, tus sentimientos, y que a partir de lo que brote haz tu oración personal… ¿Qué le pides? ¿Qué agradeces al Señor muerto y resucitado?… En este tiempo cargado de sentido, me presento delante del Señor y le converso que ha ido pasando en mi interior. Qué palabras o sentimientos me inundan a la luz de lo meditado y compartido. Me doy el tiempo de recogerlo todo en silencio… y oro… Luego de un tiempo de oración personal, podemos compartir en voz alta nuestra oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la alabanza, la acción de gracias o la súplica confiada… CONTEMPLACIÓN.- Deja que el Señor te hable y te ame El Señor que me ha invitado a este amoroso encuentro, en este tiempo especial, acojo lo que he ido descubriendo, los sentimientos y pensamientos que me iluminan y desafían. Me quedo con Él. Percibo Su guía, Su fuerza, Su presencia que no me abandona, como ha sido su promesa: “Yo estaré con ustedes hasta el final de los tiempos”. ACCIÓN.- Y ahora ¿Cómo hago vida esta Palabra? Luego de haber leído, meditado, orado y contemplado la Palabra,… el Señor me invita dar frutos.. me invita a la acción… ¿Qué desafío identifico luego de esta Lectura Orante? ¿Siento que el Buen Padre me pide algo en especial? ¿Qué compromiso descubro que necesito ir concretando en esta semana? ORACIÓN DE ENVÍO.- Siguiendo los pasos del beato Charles de Foucauld, terminamos nuestra oración. Padre mío, me abandono a Ti. Haz de mí lo que quieras. Lo que hagas de mí te lo agradezco, estoy dispuesto a todo, lo acepto todo. Con tal que Tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas, no deseo nada más, Dios mío. Pongo mi vida en Tus manos. Te la doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque te amo, y porque para mí amarte es darme, entregarme en Tus manos sin medida, con infinita confianza, porque Tú eres mi Padre. AMÉN.