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Pastoral de Espiritualidad LECTURA ORANTE DE LA PALABRA EVANGELIO DE JUAN 1, 29-34 Domingo 19 de Enero de 2014 PREPARÉMONOS PARA EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR Antes de comenzar nuestra Lectura Orante de hoy, les invitamos a prepararnos, a hacer un recorrido por nuestra vida… tanto ajetreo diario: el trabajo, los estudios, el cuidado de los hijos, el servicio que prestamos en la comunidad eclesial y ¿nuestra propia vida?, ¿cómo estoy hoy?, ¿qué siento? Estamos prontos a encontrarnos con el Señor a través de la lectura… reposemos un momento de nuestro día a día con actitud orante e invitemos a Él a entrar en nuestra vida. ¡Habla, Señor que escuchamos! ORACION INICIAL AL ESPÍRITU SANTO Jesús, Hermano, Maestro, acércanos al Padre Muéstranos su rostro, acompáñanos en el camino Al Reino. ¡Envíanos tu Espíritu! Amén. LECTURA: ¿Qué dice el texto de Juan 1, 29-34? a. Introducción.- Juan Bautista ha tenido como una verdadera misión el indicar a Jesús como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. El anuncio del Evangelio, la Palabra de Cristo Jesús, es viva y eficaz en todo tiempo. b. Leer el texto de Juan 1, 29-34.- Vuelvo a leer el texto, una y otra vez, hacerlo con mucha atención, fijándonos en cada uno de los detalles que aparecen, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. c. Un momento de silencio orante.- para que la Palabra de Dios penetre en nuestro interior para saborearla, gustarla, rumiarla… y así pueda iluminar nuestras vidas. d. Contexto.- Anunciar el Evangelio significa, llevar a los hombres y mujeres a vivir la experiencia de Jesucristo, venido al mundo para salvar al ser humano del pecado del mal, de la muerte. Por tanto, no se puede transmitir el Evangelio olvidando las necesidades y las esperanzas del hombre y la mujer de hoy. Hablar de la fe en Jesús, Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, significa hablar a las personas de nuestro tiempo preguntándose, primero, qué buscan en lo profundo de sus corazones. Jesús es el Hijo de Dios, la Palabra hecha carne. Con su Hijo Jesús, Dios entra definitivamente en la historia de los seres humanos. Su misión es liberar del pecado, como Cordero de Dios, y dar vida plena, como Hijo de Dios. Para profundizar el texto le proponemos lo siguiente… Marca los verbos más importantes, realiza lo mismo con los personajes, subraya las frases que te toquen el corazón. Y, en lo posible, responde las siguientes preguntas: o o o o ¿Qué dice Juan Bautista sobre Jesús? ¿Qué significa que Jesús preceda a Juan? ¿Cuál es el testimonio que da Juan? ¿Qué quería transmitir Juan a quienes le escuchaban. MEDITACIÓN - ¿Qué me dice o nos dice el Texto para la vida? La Palabra nos invita a meditar sobre: ¿Quién es para mí Jesús? ¿Doy testimonio de Jesucristo en mi vida? ¿De qué manera reconozco a Jesucristo en las demás personas? En el contexto del Año de la Misión Territorial ¿qué significa para mí, concretamente, anunciar el Evangelio? ORACION - ¿Qué le respondo al Señor luego del regalo de su Palabra? Deja que el texto te ayude a decirle al Señor, el Cordero de Dios, todo lo que hay en tu corazón, hazlo con confianza, pues Él es el salvador del mundo. CONTEMPLACIÓN – Dejo que el Señor me hable y me ame Permanezco en silencio y repito la frase del texto bíblico que más he sentido en mi corazón como un llamado de seguir a Jesús… contemplo al Señor… y dejo que su Palabra anide en mi alma de cristiano. Me quedo unos minutos gustando a Dios internamente en mi corazón. ACCIÓN – Y ahora ¿Cómo hago vida esta Palabra? A la luz de lo rezado, busca la forma en la que harás vida la Palabra, pon mayor atención en las siguientes preguntas: ¿Soy consciente de la vocación que el Señor me ha regalado desde mi bautismo? ¿Renuevo las promesas del bautismo constantemente? ¿Agradezco al Señor esta vida que me da? ORACIÓN DE ENVIO: ¡Devuélvenos la paz Señor! Derrama tu Espíritu de amor Sobre cada persona que necesita calmarse. Entra en el corazón de cada uno de nosotros Como entraste en el Cenáculo después de la resurrección. Necesitamos que, como entonces, nos vuelvas a decir: ¡Soy Yo! ¡No temas! ¡Les traigo mi paz. Amén.