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1 Hazlo como digo, no como yo lo hago Lloyd, Kenneth (Universidad de Waitako) The Behavior Analyst, 1994, 17, 1, 131-139 El grado de acuerdo entre las respuestas a los cuestionarios de actitudes y las respuestas a las situaciones en las cuales el contenido de los cuestionarios es relevante, se examina para el estudio de las actitudes en general y para el estudio de las actitudes ambientales en particular. Las bajas correlaciones positivas observadas entre actitudes y conductas sugiere que la noción de que primero es necesario cambiar las actitudes antes de que uno pueda cambiar las conductas, debe reevaluarse. Una revisión de la literatura reciente sobre la correspondencia entre decir y hacer se sigue con una comparación de los estudios entre actitudes y conductas con estudios de la correspondencia entre decir y hacer. Se requiere un enfoque más empírico en la investigación ambiental futura, la cual ofrece una campo único para estudiar la congruencia entre actitud y conducta. ‘’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’ Mi título implica un reconocimiento al sentido común, la baja, si no ausente correlación entre lo que una persona dice sobre lo que haría y lo que realmente hace posteriormente. El signo y tamaño de esta correlación es importante para los psicólogos ,al considerar sí una respuesta a una proposición verbal (como en una entrevista clínica, un test de personalidad o una escala de actitudes) es un indicador de como el sujeto actuará en una situación real que involucre el contenido descrito en dicho item . La frecuencia con la cual los psicólogos utilizan los reportes verbales, en vez de la observación directa de la conducta criterio, sugiere menos escepticismo respecto a la teoría psicológica que en el sentido común, dada la dirección y magnitud de esta correlación. Mientras que la conclusión del lego sobre la correlación puede basarse en el numero de experiencias encontradas en su memoria, la conclusión del psicólogo se basa presumiblemente en los datos disponibles. Pero desde las primeras investigaciones (La Piere, 1934) hasta las revisiones recientes (O¨Riordon, 1976) los datos soportan al menos una baja correlación positiva cuando los planteamientos verbales de la actitud se correlacionan con las medidas de la 2 conducta real presente ante el objeto actitudinal. Este trabajo discute ejemplos del problema de la congruencia actitud-conducta considerando la literatura y específicamente dentro de la psicología ambiental. Un análisis más general del problema incluye ejemplos de investigaciones recientes (Risley & Hart, 1968) así como los planteamientos acerca de cómo los artículos sobre la correspondencia puede relacionarse con la literatura sobre la actitud. CONGRUENCIA ACTITUD-CONDUCTA Viajando por los Estados Unidos con una pareja de chinos La Pierre (1934) anotó los 250 restaurantes y moteles que los alojaron y atendieron . En respuesta a una carta de solicitud posterior, cerca del 90% de los 128 propietarios que respondieron indicaron que no podían recibir chinos, aún después de haberlo hecho. En un estudio posterior, dos jóvenes mujeres blancas entraron a 11 restaurantes en comunidades suburbanas, pidiendo una mesa para tres (Kutner, Wilkins & Yarrow, 1952). Después que las dos mujeres blancas se sentaron , el tercer experimentador, una mujer negra , entró e informó al encargado que tenía una reunión con la pareja que se encontraba sentada. La experimentadora de color se sentó y fue atendida en todos los 11 restaurantes. Dos semanas más tarde a cada restaurant se le envió una carta pidiendo una reservación para un grupo de amigos, uno de los cuales era negro. Despues de siete días un experimentador telefoneó a cada restaurant repitiendo los contenidos de la carta .Todos los 11 restaurantes rechazaron las reservaciones. Diez de los once restaurantes aceptaron la solicitud en una segunda llamada, en la cual no se mencionaba el color. Estos ejemplos no son únicos. En una revisión de 31 estudios, Wicker (1969), concluyó que “tomado como un todo - es considerablemente más probable que las actitudes no estén relacionadas, o sólo levemente relacionadas, con las conductas manifiestas que estén estrechamente relacionadas con las acciones” (p 5). Las correlaciones entre los puntajes de las escalas de actitudes y las 3 medidas conductuales raramente estuvieron por encima de + 0.30 y a menudo cerca de cero y fueron negativas en cuatro estudios. La congruencia entre actitudes y conductas tal como las miden los psicólogos parecen ser positivas en signo y bajas en su magnitud. La gravedad de este bajo grado de congruencia es más evidente cuando reconocemos la amplia aceptación del principio - entre los legos y los psicólogos- que si uno va a cambiar conductas, debe modificar primero las actitudes. Este principio de cambiar la actitud luego la conducta, parece basarse en una correlación alta y positiva entre actitud y conducta . CONGRUENCIA DE LAS ACTITUDES AMBIENTALES Y LA CONDUCTA Las actitudes ambientales han sido seleccionadas para un análisis más detallado de la congruencia debido a que la psicología ambiental está involucrada primariamente con los temas de interés social como densidad de población, uso de espacio, polución,. consumo de energía, reciclaje y organización de la comunidad en pequeña escala (Bell, Fisher & Loomins, 1978; Tuso & Geller, 1976). Si los gobiernos y otras agencias sociales consideran lo que los psicólogos tienen que decir sobre esos tópicos entonces la validez de nuestros planteamientos es importante. Aunque una gran cantidad de datos ambientales se basa sólo en los reportes verbales a los cuestionarios de actitudes (Ver Ambiente y Conducta para ejemplos), la investigación en ésta área varían ampliamente en cuanto a la metodología. La investigación ambiental seleccionada muestra esta variación. Maloney, Ward y Braucht (1975) cambiar la actitud y luego la conducta: plantean claramente el principio de “Debemos determinar qué sabe la población, piensa, siente y hace respecto a la ecología y la polución.- Estas son etapas antecedentes necesarias que se deben cubrir antes de intentar modificar conductas críticamente relevantes.” (Maloney et al., 1975, p. 787). Maloney et al 4 (1975) administraron una escala de actitudes ambientales a miembros del Club Sierra(Una organización privada de los Estados Unidos dedicada a la preservación del ambiente) a estudiantes universitarios en tres cursos iniciales de psicología o adultos con menos de 13 años de educación formal. Se obtuvieron F significativas entre las respuestas de los tres grupos de sujetos a la escala. Los autores publicaron su escala sin demostración del cambio entre actitudes o conductas. Tratando de determinar cuan involucrado está el público respecto a los temas ambientales, Tognacci, Weigel, Widden y Vernon (1972) administraron una escala ecológica a una muestra de residentes en una ciudad media de los Estados Unidos (Boulder, Colorado) localizada en una región adyacente a un ambiente físicamente atractivo. Las correlaciones entre los puntajes en las escalas con varias características demográficas indicaron una relación positiva entre las actitudes favorables al ambiente y los sujetos que eran más liberales, más jóvenes y mejor educados. Los autores son pesimistas respecto a la involucración universal con los tópicos ambientales. Hass, Bagley y Rogers (1975) intentaron cambiar las actitudes en cuatro grupos de estudiantes universitarios a quienes se les pidió leer ensayos respecto al consumo futuro de energía. Los ensayos diferían en su descripción de lo nocivo (alto o bajo) de una crisis energética y de la probabilidad (alta o baja) de que la crisis es inminente. Después de leer los ensayos correspondientes al grupo, los sujetos indicaron su acuerdo con los items de un cuestionario de opinión. Dos item trataban sobre lo nocivo del problema energético; dos items dedicados a la probabilidad de una crisis energética; dos le pedían a los sujetos evaluar la validez de la información en los ensayos; y cuatro items pedían a los sujetos plantear sus intenciones por hacer algo sobre la situación energética. Los efectos principales del análisis de varianza fueron estadísticamente significativos. La media de los puntajes de la escala de los sujetos que leyeron ensayos en la condición altamente nociva y aquellos con lectura de ensayos de alta probabilidad, era mayor que la media de los puntajes de los sujetos que leyeron ensayos con baja 5 nocividad y baja probabilidad ; y la media de los puntajes de los sujetos que leyeron ensayos con nocividad alta fueron mayores que las medias de los sujetos con nocividad baja en los cuatro items relativos a las intenciones de reducir el consumo de energía .No se encontró interacción significativa. Aunque la media de los puntajes en una escala de opinión de 10 puntos difería del valor absoluto de las diferencias de medias varían entre 1.0 y 2.2 puntos. No obtuvo una medida de la conducta real. Un problema potencial con el diseño experimental empleado a menudo en los estudios sobre la congruencia actitud conducta ha sido que los items de opinión a menudo son generales en su contenido mientras que las situaciones de la conducta real tienden a ser muy específicas. Esto es ,las medidas actitudinales frecuentemente evalúan actitudes salientes muy generales y filosóficas, mientras que las medidas conductuales tratan con actitudes específicas y personalmente inmediatas . O´Riordon (1976) argumenta que la baja correlación entre actitudes y conductas puede ser el resultado de diferentes grupos de sub atitudes salientes en las pruebas y en las situaciones conductuales. Weifedlm Verno, y Tognaci (1974) examinan esta confusión de las medidas generales y especificas con la congruencia actitud-conducta variando tanto el grado de especifidad de los items del cuestionario y del numero de componentes de respuestas diferentes a un criterio conductual debe hacer el sujeto hacia una exigencia real. Tres escalas de actitudes comprenden items de especificidad alta. media y baja respecto a un tópico . Las respuestas componentes, a fin de incrementar la aproximación a la conducta terminal., consistía de respondientes (1) firmar una hoja de consentimiento indicando su voluntad de que su nombre se adscriba al Club Sierra local. (2) su acuerdo posterior a tener un encuentro o reunión con un miembro del Club Sierra. (3) La escritura posterior de una carta apoyando el club o donando dinero; y (4) su trabajo actual en un proyecto de un club o participar en el Club Sierra. De los 141 sujetos, 80 aceptaron dar sus nombres al club. Durante un período de intervención de cinco meses, el experimentador entrenó a 10 miembros del club Sierra en entrevistas. Estos entrevistadores contactaron a 52 6 de los 80 sujetos que se habían adscrito. El experimentador correlacionó los puntajes de los sujetos en cada una de tres escalas de actitudes con sus puntajes en el cuarto componente de respuestas. Las correlaciones resultantes fueron altas (cerca de +0.60) con la escala de actitud más específica; en la mitad (cerca de +0.30) con la escala de actitud media y la menor (+0.10) con la escala de actitud más general. Los autores argumentan que las actitudes pueden ser “precursoras de conductas”o “determinantes de cómo una persona actuará realmente en vida diaria “si la medida de la actitud y la media de la conducta real son suficientemente específicas”. Sugieren que si el objeto de la actitud que se estudia es general entonces “el criterio conductual debe ser igualmente general o comprehensivo” (Weigel et al., 1974, p. 728). Este planteamiento es desconcertante debido a que resulta difícil tener una medida comprehensiva de la conducta real. La conducta verbal puede ser general o específica, pero la conducta real rápidamente se hace específica una vez que el investigador trata de obtener una medida confiable inter-observador. Bickman (1972) estudió un ejemplo de una relación actitud conducta. Dos latas vacías de soda se colocaron en el suelo cerca de un recipiente de basura en un campus. A medida que cada una de 20 personas se aproximaba a la primera lata de soda y a la cesta de basura , un colaborador del experimentador pateaba la lata. Un segundo colaborador del experimentador recogía la lata y la colocaba en la cesta. Cada uno de los 20 sujetos se exponía a un episodio prohibido, un episodio correctivo y a una segunda lata de soda en el piso. Ninguna de las 20 personas pateó o recogió la segunda lata de soda. Este ejemplo contiene sólo la conducta real no un componente actitudinal. En un segundo experimento se añadió un segundo componente actitudinal. Un periódico arrugado se colocó en el piso en la ruta de los sujetos hacia una biblioteca o una tienda privada dentro de la universidad. Una cesta de basura estaba cerca. Tres metros en frente de la basura , a cada quinto transeúnte se le aproximaba un experimentador que decía “ cada quien debería tener la responsabilidad de recoger la basura cuando la ve o buscar a la persona responsable de recogerla·” (Bickman,1972,p. 323). De 409 7 estudiantes y 97 no estudiantes, que pasaron por el lugar donde estaba la basura , 94% dijo que era responsabilidad de cada quien recogerla o no y 1.4% (5 estudiantes y 3 no estudiantes) recogieron los periódicos. Bickman (1972, p. 324) concluyeron que los problemas ambientales no se resolverían “simplemente influenciando verbalmente la actitud”. En el estudio final que revisaremos, Seligman y Darley (1977) midieron la consecuencia de la conducta real .La variable dependiente fueron los kilovatios hora de electricidad que (kwh) consumieron cada 24 horas en cada una de 40 unidades de vivienda familiar. Jefes de hogar cuyo medidores de electricidad se leyeron diariamente, se asignaron al azar a grupos control y feedback. Durante la fase experimental pretratamiento, la media de KWH/día no fue significativamente diferente (68.33 KWH/día para el grupo con feedback vs 69.14 kwh/día para el control). Durante una fase de tratamiento experimental, cada jefe de hogar en el grupo de feedback se le dio información sobre el consumo diario de electricidad en las 24 horas anteriores. En el grupo control se mantuvo la condición de pre-tratamiento. En la fase del tratamiento, las medias de KWH/d , las medias de los grupos fueron significativamente diferentes (48.56 kwh/d para Feedback vs 54.25 kwh/d para el control). Ambos grupos disminuyeron el consumo durante la fase experimental., el grupo con feedback sin embargo, disminuyó la media de consumo en una mayor cantidad (19.77 kwh/d) que el grupo control (14.89 kwh/d). El resultado es consistente con alguno de otros 18 estudios en los cuales más de 200 jefes de familia indicaron ahorrar en el consumo de kwh/d entre 10% y 30% (Lloyd, 1980). Ahorros de esta magnitud, son importantes financiera y socialmente en términos de los programas conservacionistas. La importancia de estos estudios es que se obtiene una disminución socialmente significativa en el consumo después que realizaron dicho consumo. No se midieron cambios en las actitudes. Seguramente, el hecho de que los investigadores no obtuvieron medidas de las respuestas a un cuestionario de actitud no indica que estos cambios no hayan tenido lugar. Finalmente, Seligman y Darley (1977) sugieren respecto a su estudio: “ ...actitudes favorables a la conservación probablemente se desarrollan y ayudan a sostener la motivación a conservar el ambiente”. El estudio de Seligman y Darleyt nos lleva a 8 los estudios iniciales en los cuales sólo se observaban respuestas a cuestionarios y la conducta real se daba por supuesta (Maloney et al., 12975: Tognacci et al., ,1972) en este último estudio sólo se observa la consecuencia conductual y la actitudes se infiere...! Una revisión reciente sobre la congruencia actitud-conducta en el campo de la psicología ambiental concluye que “ en vista de la información proporcionada ...parece deseable que las técnicas de cuestionarios deberían ser re-evaluadas cuidadosamente” (O´ Riordon, 19767, p,22). Esta conclusión semeja la cita anterior de Wicker (1969, p.65). Ante este pesimismo, es prudente, repensar el principio cambio - actitud - luego conducta. Seligman y Darley (1977) proporcionan la base para otro análisis. Su diseño no sólo cambia el énfasis en la investigación ambiental para cambiar las actitudes para luego cambiar la conducta sino también cambia la relación temporal entre la variable independiente critica y la conducta criterio. La variable feedback se introdujo al final de cada período de 24 horas; el informaba a los jefes de hogar sobre su consumo pasado inmediato. Haciendo esto, cambiaba la conducta en el próximo período de 24 horas. Este procedimiento de feedback debe ser distinguido de un procedimiento puntual en el cual el experimentador le presenta a los jefes de familia información, inducción y/o amenazas indicándole cómo deben actuar. En una revisión de 11 estudios empleando sugerencias (Lloyd, 1980) sólo dos estudios reportan un efecto significativo en el consumo de energía subsecuente. Efectos positivos ocurrieron cuando fuertes sugerencias o llamados (slogans o mensajes cortos) se presentaron diariamente a los jefes de familia e inadvertidamente seguían a alguna conducta (Palmer, Lloyd & Lloyd, 1977) . En los nueve estudios que no reportan efectos, se asemejan a aquellos empleados frecuentemente por gobernantes, padres, maestros y experimentadores cuando intentan cambiar actitudes (ej Hass et al, 1975). La distinción entre feedback y sugerencia es importante porque el feeback es mucho más probable que altere la conducta criterio que las sugerencias. 9 HACER - DECIR Y DECIR - HACER Está bien establecido que el feedback sobre tanto la conducta verbal como la no verbal puede alterar la ocurrencia futura de estas conductas. Más aún, si el contenido de la conducta verbal que se cambia es similar al contenido de la conducta no verbal (o real) observada, tendremos un paradigma similar al de congruencia actitud conducta. La diferencia es que no hay implicación de que una cause o influya sobre la otra. La conducta verbal y la conducta no verbal pueden ser vistas como clases separadas de respuestas cuyo desarrollo puede ser o no independiente. La investigación sobre la correspondencia entre hacer y decir es relativamente reciente. En un estudio inicial dos grupos de niños entre 4 y 5 años inscritos en un prescolar, se observaron durante media hora en un período de juego libre y durante un período de merienda 1.5 horas posterior (Risley & Hart, 1968). Durante el juego libre, estaban disponibles, una variedad de juguetes incluyendo pinturas y bloques. El profesor registró el tiempo en el cual cada niño comenzó y terminó de jugar con un determinado material durante el juego libre. Durante la merienda, el maestro pasó una cesta con comida a cada uno de los niños sentados en la alfombra. Dos observadores registraron todas las verbalizaciones de los niños durante la merienda. En una condición de línea base de 15 dias, el maestro estimuló a los niños a hablar, diciéndoles “ Qué hicieron de bueno hoy en día?”, luego pasaba la cesta con alimento a los niños, al levantar la mano para hablar. En una condición de refuerzo por contenido de 25 días “...el profesor en el Grupo A reforzó con comida y elogios , cada expresión que tuviera las palabras “yo” y “bloques” o cualquier forma del verbo “construir”; el maestro en el grupo B, reforzó todas las expresiones positivas que contienen tanto “yo” como cualquier forma de “pintar” utilizado como verbo o nombre (Risley & Hart , 1968, p. 269). El maestro nunca reforzó diferencialmente la exactitud de cualquiera de los comentarios de los niños. 10 En una condición de reforzamiento por correspondencia en 27 días, al niño se le entregaba la comida sólo si decía “Yo pinté”, “construí una casa y si había pintado realmente o utilizado los bloques durante el período de juego libre de la mañana. El maestro respondía “Realmente lo hiciste” o “No lo hiciste realmente” o “no lo hiciste” dependiendo de la precisión de la expresión del niño. El acuerdo entre observadores en todas las respuestas de los niños en ambos períodos excedieron el 95%. En el grupo A de línea base, ambos jugaron con bloques y ambos afirmaron haber jugado; esto es, hacer y decir coincidieron en el sentido de que ambos ocurrieron con una frecuencia cercana a cero. En la condición reforzamiento por contenido, 100% (mediana) de los niños afirmó haber utilizado bloques: 0% (mediana) utilizó bloques. En la condición de reforzamiento por el contenido, 100% (mediana) de los niños afirmó haberlos utilizado y 100% (medina) habían utilizado bloques; esto es, se alcanzó la correspondencia incrementando el hacerlo al nivel de decirlo. En la línea base en el Grupo B, 0% (mediana) de los niños dijeron que habían pintado aunque 20% (mediana) lo había hecho realmente. En la condición refuerzo por contenido, 100% (mediana) de los niños afirmó haber pintado, respecto a 33% (mediana) que lo había hecho. En la condición refuerzo por correspondencia, 40% (mediana) de los niños respondieron haber pintado, 25% realmente, esto es, se obtuvo alguna correspondencia disminuyendo el decir a un nivel cercano al hacer. En un segundo experimento las tres condiciones del primer experimento (línea base, contenido y correspondencia) se repitió exitosamente para cada una de cinco actividades de juego libre. La correspondencia se obtuvo más rápidamente con cada nueva actividad exitosa. Aparentemente, decir eventualmente conduce a hacer. En la condición de contenido, los niños comenzaron a hacer más a menudo, a medida que el decir se incrementaba. Esto condujo a un reforzamiento inadvertido de la correspondencia, en la cual se aceleró todo el proceso. Los resultados de este estudio ha sido replicado por 11 otros investigadores en niños (Israel & Brown, 1977; Israel & O ‘ Leary, 1973), con pacientes psiquiátricos crónicos (Tracy, Briddell & Wiolson, 1974), con estudiantes universitarios (Sowers, Lloyd & Lloyd, 1977), y con respuestas de hacer distintas al juego , el compartir y alabar (Rogers-Waren & Baer, 1976) o estudiar (Sowers et al., 1977). CONGRUENCIA Y CORRESPONDENCIA Aunque estas investigaciones no se relacionaban ni con la congruencia actitudconducta ni con el consumo de energía y aunque sus resultados ni explican ni eliminan el problema de la congruencia actitud conducta, un análisis de las semejanzas y diferencias de las dos áreas de investigación serán heurísticas. Los estudios decir-hacer han sido diseñados para observar dos clases de respuestas repetidas por un pequeño numero de sujetos sobre un gran número de días ( ej., 12 niños en 146 días en el estudio de Risley y Hart, 1968), mientras que los estudios de actitudes han sido diseñados para observar una clase de respuesta emitida una vez por un gran número de sujetos en un corto período de tiempo (ej 60 estudiantes leyendo dos ensayos cortos y llenando un cuestionario de 21 iitems durante una clase de 590 minutos en una universidad como en Hass et al., 1975). Medidas de la conducta real también han sido obtenidas en una sola oportunidad y de corta duración (ej. una comida en un restaurant en Kutner et al, 1952, o algunos minutos en la calle como en Bickman, 1972). El examen de los datos día a día de ambas clases de respuesta (ej Risley & Harrt, 1968, Fig. 1, p. 270) sugiere que si un experimentador debe muestrear dos clases de respuestas en sólo un día (como en los estudios de actitudes-conductas) entonces las conclusiones sobre la correspondencia deberían variar de 0 a 100% dependiendo de cuales días se han muestreado. Variaciones día a día en la forma cómo los individuos llenan un cuestionario de actitudes o como los individuos actúan en una situación conductual real, raramente aparece en la literatura. ¿Cómo responden los dueños de restaurantes después de la sexta o décima vez? ¿Cómo los 12 mismos propietarios responden la sexta o décima vez que se aproximan a una persona negra? Tales datos pueden no haberse recopilado debido a que los estimados estadísticos de la confiabilidad de las escalas suponen que con un numero suficientemente grande de sujetos, las variaciones por día se promedian. Los supuestos estadísticos: medidas repetidas de la misma persona, pueden indicar realmente una variabilidad día a día no considerada en la congruencia actitud conducta. Los estudios actitud conducta han sido diseñados para probar alguna hipótesis o teoría más que para observar directamente la correspondencia en el tiempo. La posibilidad de preferencias de cambios en el tiempo , no se ha considerado , aunque los estudios de autocontrol han demostrado claramente que las escogencias iniciales pueden variar como una función de la longitud de la demora entre la escogencia y el reforzamiento subsecuente (Ainslie, 1974; Deluty, 1978; Rachlin & Green, 1972; Scown, 1977). Un cambio en la preferencia en el tiempo podría ser un ingrediente potencial que contribuye a la congruencia actitud conducta. Esto es, una persona podría preferir una expresión favorable actitudinal hacia los negros en un momento y preferir una conducta menos favorable real hacia los negros en un momento t+u . La investigación decir-hacer está limitada al uso de reforzadores positivos para incrementar la conducta verbal o su correspondencia con la conducta real. Presumiblemente los procedimientos de castigo podrían ser empleados para disminuir una alta frecuencia de conducta verbal para corresponder a una baja frecuencia en el hacer. Los agentes sociales algunas veces castigan la conducta verbal que no corresponde con conductas no verbales socialmente deseables. Hacer esto “... produce correspondencia, suprimiendo el reporte de la conducta socialmente deseable al nivel de ocurrencia de la conducta deseable en sì misma... Más beneficiosa para la sociedad puede ser, la producción de 13 correspondencia por el incremento de conductas socialmente deseables al nivel del reporte de la conducta verbal” (Risley & Hart, 1968, p. 267) A pesar de los argumentos en contra, la hipótesis de cambiar la actitud luego la conducta tiene un gran atractivo. Está muy lejos de lo simple el intentar moldear la conducta verbal que coincida con la conducta real en alguna situación real. Fué más simple para Hass et al. (1975), por ejemplo, presentar a 60 estudiantes dos ensayos para leer y un cuestionario de 21 items para completar , que para Seligman y Darley (1977) al leer los medidores de electricidad en kolowatios horas de 40 jefes de hogar durante 36 días de pre-tratamiento y 23 días de tratamiento. Finalmente, el agente de cambio puede sólo tener acceso a la conducta verbal y nunca tener acceso a la conducta criterio como, digamos, en el caso de los candidatos políticos que pueden hablar a sus seguidores antes del día de la elección pero está prohibido o prescrito entrar a contar junto con ellos. En resumen relativamente simple entrar en una conversación con alguien y podría ser más agradable si la conversación podría garantizar la ocurrencia subsecuente de alguna conducta real. Un problema con la hipótesis parece ser el vínculo causal implicado entre actitudes y conductas . La aceptación de un nexo causal esencialmente demanda una correlación positiva alta positiva entre la actitud y la conducta. Frente a las bajas correlaciones obtenidas empíricamente, los autores consideran formas de racionalizar la discrepancia. Tal racionalización abunda en Wicker (1969) y en O’ Riordon (1976). El problema es que la explicación de las correlaciones por un autor son tan buenas como las del otro y los dos difieren. A menudo las “explicaciones· incluyen referencias a entidades inobservables (fuerzas sociales, valores, cogniciones como en O’Riordon, 1976, p. 27). Tal llamado parece explicar el fenómeno, pero hace irresoluble inobservables en si mismos. cualquier explicación de los eventos 14 La posibilidad de un vínculo inverso, es decir, el principio “cambiar la conducta luego la actitud” , ha sido reconocido para las actitudes en general (Bem, 1972) y para los temas ambientales en particular (O”Riordon, 1976). Wicker (1969) sugiere que las correlaciones que predicen las actitudes a partir de la conducta manifiesta parece ser mayor que lo inverso. Una comparación directa de secuencia hacer-decir (hacer: niños jugaron por 20 la minutos y 40 minutos, después “decir” que habían jugado) con la secuencia decir-hacer (niños dicen que ellos jugarían y 40 minutos después jugaron por 20 minutos) indican mayor correspondencia que la secuencia decir- hacer (Israel & O’Leary, 1973). Estudiantes universitarios en línea base ,reportan 14 horas reales de estudio , lo cual correspondía previamente más con el estudio , que su línea base planificada con 6 horas de estudio reales posteriores. (Sower et al.,1977; tambien ver Israel, 1978). Aún aproximándonos al problema sin sesgos causales lleva a indecisión respecto a cual conducta verbal medir y cual conducta real medir. Para una gran variedad de clases de respuestas, verbal (V) y conductual ( c ) , que el individuo puede emitir, el experimentador puede observar una baja correlación entre el decir, V1 y B6 ,cuando en efecto la observación de V2 y B2 podría haber producido una alta correlación. Deben haber más variaciones posibles en las clases de respuestas verbales que describen una conducta real que las posibles variaciones en las respuestas reales. Por ejemplo, hay un número relativamente limitado de formas en las cuales yo puedo colocar un bloque sobre otro en comparación con el número de formas en las cuales yo puedo decir cómo pienso apilarlas. Yo puedo decir que la voy a apilar por la base y así sucesivamente. Puedo decir que las apilaré por las aristas y que seré capaz de hacerlo. Yo puedo decir que creo en la conservación de la energía y que guiaré mi auto más moderadamente, y podría hacerlo realmente . Podría expresar otras tantas afirmaciones sobre conservación de energía, que disminuiré el consumo de gasolina conduciendo más lentamente. Esta mayor flexibilidad de la conducta 15 verbal sobre la no verbal puede contribuir en una forma desconocida a la congruencia actitud conducta. CONCLUSION Este trabajo ha recordado al lector la baja correlación observada-menor que la esperada -entre actitud y conducta y ha señalado reservas serias sobre el principio del cambio de actitud luego cambio en la conducta. La literatura sobre la correspondencia entre decir y hacer representa un enfoque más empírico a la cuestión del grado de acuerdo entre diferentes clases de respuestas. Los psicólogos sociales han seleccionado para estudiar las actitudes temas socialmente importantes (ej. grupos étnicos, sexo, guerra). Haciendo esto, incrementan la dificultad para obtener una medida criterio conductual concomitante. La literatura en psicología ambiental podría ofrecer un área fructífera en la cual estudiar variables relacionadas a la congruencia actitud conducta. El tópico es importante tanto emocional como socialmente (similar a las relaciones entre los grupos étnicos) y las medidas de las variables dependientes tanto para las actitudes como para las conductas son fácilmente accesibles. Items de cuestionarios sobre ambiente, sexo o guerra puede ser construidos con igual facilidad, pero medir los cambios reales en kilovatios de electricidad o litros de gasolina consumidos, parece ser más accesible que los cambios conductuales en la intimidad con la pareja o en el campo de batalla. Un esfuerzo de investigación sobre la correspondencia decir hacer en el campo de consumo de energía puede proporcionar algunos insights en un tema persistente en la psicología social así como sugerir algunos procedimientos que puedan inducir al incremento en la congruencia entre decir y hacer respecto al consumo de energía. REFERENCIAS VER COPIA