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PERSONAS MAYORES Y FORMACIÓN EN TIC: ACTITUDES Y RENDIMIENTO • Feliciano Villar • Olga Herrero Universitat Rovira i Virgili Universitat de Barcelona Una de las características de las sociedades de los países desarrollados es la creciente aceleración de la tasa de cambio e innovación. Entre los cambios que caracterizan nuestro tiempo, aquellos promovidos por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) son especialmente importantes. Estas tecnologías, que en sus primeros momentos nacieron vinculadas al mundo del trabajo, han salido de este restringido ámbito laboral para entrar dentro de nuestra vida cotidiana. Algunos autores, incluso, hablan del nacimiento de un nuevo estadio de desarrollo social, la sociedad de la información, promovido por estas tecnologías y caracterizado por la capacidad de sus miembros (ciudadanos, empresas, administraciones) para obtener y compartir información, instantáneamente, desde cualquier lugar y en la forma que se prefiera (Castells, 1998; Telefónica, 2000). Uno de los retos ante los que se encuentra esta naciente sociedad de la información es conseguir el acceso, de forma mayoritaria e igualitaria, de los ciudadanos a las tecnologías que permiten disfrutar de nuevas posibilidades de información, ocio, formación, interacción y participación. Uno de los criterios que marcará desigualdades entre los ciudadanos de la nueva sociedad de la información será precisamente el hecho de tener o no tener acceso a las redes de información y comunicación y, en consecuencia, a los beneficios y comodidades que ello implica. En este sentido, las personas mayores aparecen entre los colectivos que presentan menores tasas de conocimiento y acceso a los nuevos recursos que proporcionan las TIC. Por ejemplo, en Estados Unidos, quizá el país en el que la sociedad de la información se encuentra en un estado más avanzado, en 1999 tan solo el 2,6% de los usuarios de Internet eran personas mayores de 65 años. (Bucur, Renold y Henke, 1999). En el año 2000, según la NTIA, el 46,6% de las personas mayores de 50 años tenían acceso a Internet. Sin embargo, si excluimos de este grupo a las personas que todavía trabajan, el porcentaje baja hasta el 16,6%, 30 puntos por debajo de la media nacional en ese país (NTIA, 2000). En nuestro contexto los datos son aún menos alentadores. Los últimos datos del Estudio General de Medios cifran en 0,8 el porcentaje de mayores de 65 años conectados a Internet (AIMC, 2001). En Cataluña, posiblemente la comunidad de España con mayor desarrollo de la sociedad de la información, este dato apenas alcanza el 1,8%, siendo también mucho menor en 1 las personas mayores el uso del ordenador o de teléfonos móviles (Generalitat de Catalunya, 2000). Esta situación, que impide a las personas mayores tener acceso a potenciales beneficios que las TIC podrían proporcionarles, puede suponer también otros riesgos. Por ejemplo, se puede materializar en su desvinculación de los gr upos más dinámicos de la sociedad, aquellos que tienen acceso a las TIC, ahondando la brecha existente entre los mayores y el resto de la sociedad. Puede incluso, ir más allá y plasmarse en una disminución de las posibilidades de siquiera comprender los nuevos rumbos que esta sociedad está tomando y, debido a ello, podría convertir a las personas mayores en unos ‘nuevos iletrados’, alejados de los canales de conocimiento que proporcionan la capacidad de participar, y por lo tanto influir, en el cambio acelerado que viven las sociedades de los países desarrollados. En este contexto, las experiencias formativas que ayuden a acercar a las personas mayores a las TIC han demostrado ser un camino privilegiado para interesar a los mayores por aquello que las TIC pueden ofrecerles e implicarles en las corrientes de cambio y participación que están fomentando (Villar, 2001). Así, el objetivo del presente trabajo es analizar dos aspectos de una experiencia de formación en informática para personas mayores: • El estudio de las actitudes hacia los ordenadores con las que acuden las personas asistentes al curso y en qué medida esas actitudes podrían actuar como facilitadoras u obstaculizadoras en el acceso a las TIC. • Los resultados obtenidos por el curso, tanto en referencia al rendimiento vinculado a la obtención de ciertos conocimientos y habilidades como a otros beneficios no directamente vinculados a los objetivos del curso. Respecto a la cuestión de las actitudes, hemos de destacar como ciertos estereotipos en torno a las personas mayores parecen incluir algunas creencias en referencia a su supuesto conservadurismo o al declive de las capacidades mentales necesarias para aprender y adaptarse a los cambios (Fernández-Ballesteros, 1992; Triadó y Villar, 1999). Si estas creencias fuesen ciertas y fuesen mantenidas por las personas mayores, esperaríamos que su actitud ante la tecnología y los ordenadores fuese más bien desfavorable. Parte de estas actitudes ‘tecnófobas’ vendrían provocadas por una natural resistencia al cambio. Cuando las personas dominan su entorno, les es difícil aceptar que han de responder con nuevos esfuerzos ante cambios tan bruscos como la irrupción de una nueva tecnología que suplanta antiguas herramientas y altera procedimientos. La solución más fácil es intentar evitar ese cambio. En contraste con esta visión de las personas mayores como personas eminentemente ‘tecnófobas’, la mayoría de estudios realizados sobre esta cuestión obtienen resultados que la contradicen (Morris, 1994; Baldi, 1997; Morell, Park, Mayhorn y Kelley, 2000). Estos resultados parecen indicar que las actitudes de los mayores no son especialmente tecnófobas en comparación con personas de otras edades, si bien en los mayores se pueden detectar algunas creencias en este sentido. Entre ellas destacan las siguientes: • Temor al poder de la tecnología como medio facilitador del control social por parte de estamentos privilegiados que la dominen. 2 • Temor a que una manipulación no intencionada provoque que el dispositivo tecnológico deje de funcionar de forma irreversible. • Creer que los ordenadores son aparatos muy complicados cuyo manejo sólo corresponde a especialistas. • Creer que los ordenadores tienen ‘vida propia’ y se comportan de manera autónoma. Estas tres últimas se podrían englobar en lo que podríamos denominar un sentido de control externo respecto a los ordenadores: el usuario siente que no los domina, sino que va a remolque de las reacciones de la máquina o de los expertos que sí son capaces de comprenderla. Por ello es muy importante que el primer acercamiento de la persona mayor al ordenador sea gratificante, potenciando en ese momento el sentido de competencia y la conciencia de que el usuario domina a la tecnología y no al contrario. Este sentimiento de autoeficacia ante los ordenadores ha demostrado ser un importante predictor de su uso posterior (Kelley, Morrell, Park, y Mayhorn, 1999). Algunos de estos estudios afirman incluso que, para las personas que acuden a estos cursos, utilizar la tecnología puede ser un medio para tener la sensación de ‘estar al día’, autoadscribiéndose los valores de modernidad, orientación al futuro y productividad que usualmente asociamos a la tecnología (Glantz 1997; White y Wheatherall, 2000). En este sentido, el interés de los mayores por las TIC estaría especialmente vinculado con la identidad, con una mejora del autoconcepto y un alejamiento de los estereotipos negativos que tradicionalmente han estado asociados a las edades avanzadas. Un factor que comparten todos estos estudios es que suelen proporcionar una medida única de la actitud hacia la tecnología o hacia los ordenadores, cuando este concepto podría tener componentes de diferente naturaleza. Por ejemplo, uno de los modelos clásicos en el estudio de las actitudes diferencia entre componentes afectivos, conativos y cognitivos de la actitud (Fishbein y Azjen, 1974; Azjen, 1988). Así, podría resultar interesante, además de obtener una medida global, detallar la actitud de los mayores hacia la tecnología en sus diferentes componentes y cómo estos componentes podrían cambiar diferencialmente tras intervenciones que supusiesen el uso de ordenadores por parte de los mayores. En relación con el tema de los resultados obtenidos por los cursos de formación en informática para personas mayores, la mayoría de estudios muestran como, cuando son comparados con los jóvenes, los mayores suelen mostrar más dificultades en el aprendizaje de habilidades y conocimientos informáticos. Estas dificultades se concretan en la necesidad de más tiempo para adquirir el mismo nivel de conocimiento y en la dificultad para alcanzar niveles avanzados de uso que los jóvenes logran más fácilmente (Kelley y Charness, 1995; Kubeck, Miller-Albrecht y Murphy, 1999). Sin embargo, cuando no planteamos estos resultados en términos comparativos, vemos que en su mayoría estas experiencias formativas logran que la persona mayor pueda utilizar de forma básica ciertos dispositivos tecnológicos y que este uso se mantenga más allá de la finalización del curso. Estos resultados aparecen también cuando las intervenciones formativas se realizan ya no con personas mayores que viven en la comunidad, sino con personas institucionalizadas (McConaha, et al. 1995; Scherer, 1997). 3 Quizá la clave en este sentido está en preguntarnos no por el rendimiento absoluto que la persona mayor es capaz de demostrar después del curso, sino más bien por la medida en la que el curso potencia tres factores: • El grado en que ha ayudado a la persona a manejarse con autonomía con la tecnología, aunque sea en tareas simples • El grado en el que ha fomentado un interés posterior que pueda ayudar a consolidar conocimientos ya adquiridos y a profundizar en otros nuevos. • El grado en el que el participante percibe que el curso le ha aportado más cosas además de las estrictamente vinculadas a los objetivos de aprendizaje y a la temática que se ha impartido. Quizá estas cuestiones, siempre importantes, lo sean especialmente en los programas de formación dirigidos a personas mayores. En resumen, en el presente artículo pretendemos aportar elementos en relación con las siguientes cuestiones: • ¿Cuál es la actitud ante los ordenadores con la que los participantes afrontan un curso de informática para personas mayores? ¿Son estas actitudes homogéneas o variables en función del componente que tengamos en cuenta? • ¿Cuáles son los resultados de un curso de las características que se describe? ¿Aprende un número significativo de participantes a utilizar con autonomía el ordenador? • ¿Perciben los participantes otros beneficios en el curso aparte de los vinculados al aprendizaje? ¿Cuál es su grado de satisfacción con el curso? MÉTODO Muestra Las personas que componen nuestro estudio fueron los participantes en un curso de informática impartido en ocho centros de mayores de Barcelona, dos de Tarragona y uno de Gerona. A todos ellos se les pidió que completaran un cuestionario de satisfacción y valoración del curso, a lo que accedieron 182 personas. De ellos, el 66% fueron hombres y el 44% mujeres. El promedio de edad fue de 69,7 años, siendo el participante más joven de 55 años y el mayor de 84 años. El 29% de los participantes manifestó tener únicamente estudios primarios, el 38% estudios medios y el restante 33% había cursado estudios universitarios. En cuatro de los cursos (todos ellos impartidos en centros de Barcelona) se propuso también contestar un cuestionario de actitud ante los ordenadores. Completaron correctamente este cuestionario un total de 72 personas (64% hombres, 46% mujeres). La media de edad se situó en este caso en los 68,1 años. La distribución por estudios de esta submuestra fue similar a la 4 de la muestra total (30% manifestaban tener sólo estudios primarios, 36% secundarios y 34% universitarios). Sólo el 34% de ellos habían utilizado un ordenador antes de comenzar el curso. En cuanto a la evaluación de los resultados de aprendizaje, sin embargo, únicamente se pudo realizar en dos de los grupos, con lo que contamos con datos de únicamente 32 personas. La distribución por edades y niveles de estudio fue muy similar a lo comentado en las muestras anteriores. Instrumentos La actitud ante los ordenadores fue evaluada utilizando una adaptación del cuestionario elaborado por Selwyn (1997). Además de haber demostrado tener unas buenas cualidades psicométricas, este cuestionario, a diferencia de muchos otros centrados en el mismo objeto de estudio, diferencia la actitud ante los ordenadores en cuatro componentes: • Componente afectivo: medida en la que la persona muestra un agrado-desagrado genérico hacia los ordenadores, incluyendo temor hacia algunos de sus aspectos o, por el contrario, sentimientos de diversión y comodidad. • Componente conductual: medida en que la persona se muestra o no proclive a tomar contacto con los ordenadores o a utilizarlos más frecuentemente. • Componente de control: medida en que la persona cree que domina al ordenador y es capaz de ordenarle que haga lo que desea o, por el contrario, cree que el ordenador le supera o que sólo puede ser manejado por expertos. • Componente de utilidad: está dirigido a evaluar en qué medida la persona cree o no que los ordenadores son una herramienta eficiente, tanto para el trabajo como para la vida cotidiana. Debido a que el cuestionario original estaba diseñado para escolares, se tuvieron que eliminar y/o adaptar algunos ítems que hacían referencia explícita al uso de ordenadores para tareas escolares. De esta manera, el número de ítems de cada componente podemos observarlo en la tabla 1. Además, se incluyeron dos ítems que Morris (1994) identifica como prejuicios frecuentes hacia los ordenadores: • Hoy por hoy dependemos demasiado de los ordenadores • Los ordenadores hacen que muchas personas pierdan su puesto de trabajo Así, el cuestionario final constó de 24 ítems en formato Likert con cuatro alternativas de respuesta (totalmente de acuerdo, más bien de acuerdo, más bien en desacuerdo, totalmente en desacuerdo). Podemos ver los ítems definitivos en la tabla 1. 5 Componente afectivo (4 ítems) Temo que al utilizar el ordenador cometa errores que sea incapaz de corregir por mí mismo Tengo miedo de que al usar el ordenador pueda estropearlo sin querer Temo que al utilizar el ordenador me sienta como un tonto Los ordenadores son máquinas divertidas Componente conductual (6 ítems) Evitaría dedicarme a algo que tuviera como requisito saber utilizar un ordenador He pensado muchas veces en comprarme un ordenador Si puedo, prefiero no acercarme a los ordenadores Sólo utilizaría un ordenador si me obligaran a hacerlo Estoy deseando utilizar más a menudo el ordenador Creo que dentro de poco necesitaré tener en casa un ordenador Componente de control (7 ítems) Siempre se necesita un experto que te diga la mejor manera de utilizar un ordenador Probablemente lo que necesito saber sobre el uso del ordenador podría aprenderlo yo solo si quisiese El lenguaje que utilizan los expertos en informática es confuso y difícil de entender Es fácil solucionar los problemas que surgen al utilizar los ordenadores Nunca utilizaría un ordenador sin tener a una persona experta en informática cerca A veces los ordenadores hacen cosas que quien los maneja no le ha indicado que hagan Cualquiera que tenga paciencia y ganas puede aprender a utilizar un ordenador Componente de utilidad (5 ítems) La mayoría de las cosas que ahora se hacen con ordenadores se podrían hacer igual de bien sin ellos Los ordenadores hacen que las personas dejen de pensar Con un ordenador podría hacer cosas interesantes e imaginativas Los ordenadores permiten que se trabaje de forma más productiva y eficaz Merece la pena dedicar tiempo y esfuerzo a aprender informática Items Morris (1994) Hoy por hoy dependemos demasiado de los ordenadores Los ordenadores hacen que muchas personas pierdan su puesto de trabajo Tabla1: Estructura y composición definitiva del cuestionario de actitud ante los ordenadores. De los 24 ítems, 10 se redactaron de forma positiva (el acuerdo expresaba una actitud positiva) y 14 de forma negativa (el acuerdo expresaba una actitud negativa). Todas las dimensiones tenían ítems de ambas formas. Los ítems se ordenaron aleatoriamente en la presentación definitiva. 6 Respecto a la medición del rendimiento, el experimentador planteó a los participantes cuatro tareas diferentes: • Partiendo de ordenador apagado, acceder a determinada página web. • Leer del buzón de correo electrónico un mensaje previamente enviado por el evaluador. • Crear y enviar un mensaje de correo electrónico a una dirección y con un contenido especificados por el evaluador. • Contestar a determinado mensaje presente en el buzón de correo electrónico. Paralelamente, se elaboró un protocolo de evaluación en el que especificaban todas las acciones necesarias para llegar a realizar con éxito cada una de las cuatro tareas. El experimentador apuntaba en él en qué punto el participante presentaba dificultades o dónde se le proporcionaba ayuda y de qué tipo (en el caso, claro está, de que se presentasen dificultades). Procedimiento Los participantes se habían apuntado voluntariamente a un curso de formación en informática organizado por Fundación ‘la Caixa’ e impartido en centros de mayores pertenecientes o con convenio con dicha entidad. El curso tenía 36 horas de duración y en él se impartían contenidos respecto al manejo del sistema operativo Windows (10 horas), uso de CD-Rom (2 horas), procesador de textos (12 horas) e Internet (12 horas). Los participantes se distribuyeron en grupos de 20 personas como máximo. El aula en el que se impartían las clases contaba con 11 ordenadores (uno de ellos destinado al profesor), una impresora y un cañón proyector. El primer día de clase se presentó el cuestionario de actitud, que los participantes completaron en la propia aula, quedando el experimentador a su disposición para resolver cualquier tipo de duda que despertasen las preguntas o la forma de responder. En cuanto a la evaluación del rendimiento que se llevó a cabo en dos de los grupos, se realizó cuatro días después de haber visto los contenidos en clase y de manera individual (una persona en cada ordenador), para lo que se tuvieron que implementar dos turnos de evaluación en cada uno de los grupos (el curso se impartió con dos personas por ordenador). Las consignas para realizar las tareas se presentaron por escrito y fueron leídas en voz alta. Durante la evaluación el experimentador permaneció en el aula para resolver las posibles dudas y problemas que se iban presentando. Tras acabar el curso, en todos los grupos se instó a los participantes a contestar un cuestionario en que podrían dar su opinión y valorar diferentes aspectos del curso: metodología, contenidos, profesor, etc. 7 RESULTADOS Actitud Los resultados del cuestionario de actitud (cuya pasación, como antes se ha mencionado, fue previa a la realización de la actividad formativa) nos muestran cómo ésta se sitúa en el polo positivo, situándose el valor medio muy cerca del 2 en una escala de 0 a 3. Podemos ver estos valores en la figura 1. 3 2,5 Puntuación 2 1,5 1 0,5 0 utilidad control afectividad conductual Total Dimensión Figura 1: Puntuaciones medias en el cuestionario total y en cada una de sus dimensiones. Sin embargo, un análisis más en detalle de las dimensiones que propone Selwyn (1997) como componentes de la actitud ante los ordenadores nos hace ver que no todos estos componentes presentan el mismo grado de favorabilidad. Así, mientras los componentes ‘utilidad’ y ‘conductual’ se sitúan claramente en el polo positivo de la actitud, el componente ‘control’ apenas llega al punto neutro. 8 Dimensión Enunciado media Items con puntuaciones medias más bajas (<1,5) control control afecto control control afecto Siempre se necesita un experto que te diga la mejor manera de utilizar un ordenador Probablemente lo que necesito saber sobre el uso del ordenador podría aprenderlo yo solo si quisiese Temo que al utilizar el ordenador cometa errores que sea incapaz de corregir por mí mismo Hoy por hoy dependemos demasiado de los ordenadores El lenguaje que utilizan los expertos en informática es confuso y difícil de entender Es fácil solucionar los problemas que surgen al utilizar los ordenadores Tengo miedo de que al usar el ordenador pueda estropearlo sin querer 0,41 0,75 0,94 1,18 1,19 1,47 1,49 Items con medias más altas (>2,5) conducta conducta utilidad control utilidad utilidad Estoy deseando utilizar más a menudo el ordenador Creo que dentro de poco necesitaré tener en casa un ordenador Con un ordenador podría hacer cosas interesantes e imaginativas Cualquiera que tenga paciencia y ganas puede aprender a utilizar un ordenador Los ordenadores permiten que se trabaje de forma más productiva y eficaz Merece la pena dedicar tiempo y esfuerzo a aprender informática 2,49 2,49 2,71 2,76 2,76 2,8 Tabla 2: Items del cuestionario con medias más y menos elevadas. Las puntuaciones de los ítems enunciados de manera positiva han sido invertida de manera que en todos los casos una mayor puntuación significa mayor acuerdo con el ítem. Analizando los ítems que han mostrado puntuaciones más extremas (ver tabla 2), vemos que entre los que como media no han rebasado el punto neutro de actitud, situándose en la banda negativa, cuatro de ellos pertenecían a la dimensión ‘control’ y dos a ‘afectividad’. En contraste, entre los ítems que como media han obtenido puntuaciones más elevadas en la banda de la actitud positiva, destacan los pertenecientes a la dimensión ‘utilidad’. En cuanto a la posible relación de la puntuación global con diversas variables obtenidas de la muestra, la actitud no resultó ser diferente entre hombres y mujeres, entre personas diferentes niveles de estudios ni entre personas que habían y no habían utilizado previamente el ordenador. También se obtuvieron correlaciones muy bajas, no significativas, entre la puntuación en el cuestionario de actitud y la edad. Por último, se calculó el índice de consistencia interna del cuestionario, encontrándose una Alfa de Crombach de 0,68, índice sensiblemente inferior al reportado en el estudio original de Selwyn, donde la consistencia interna de la escala alcanzaba un valor de 0,90. 9 Resultados del curso Los resultados de las diferentes tareas que se propusieron para evaluar el grado de adquisición de algunos de los contenidos impartidos en el curso puede observarse en la figura 2. 100% 90% 80% 70% % de sujetos Correcto 60% Correcto con ayuda Incorrecto 50% 40% 30% 20% 10% 0% Acceder a Web Leer mensaje Mandar mensaje Contestar mensaje Tarea Figura 2: Rendimiento de los participantes en cada una de las cuatro tareas que se evaluaron. Como vemos, las tareas 1 y 4 fueron las que originaron más problemas, aunque aun así fueron realizadas correctamente por más de la mitad de los sujetos. Tomadas las cuatro tareas en conjunto, comprobamos que 12 de las 31 personas (38,7%) completaron todas las tareas sin ninguna ayuda, mientras únicamente una (3,2%) no fue capaz de realizar sin ayuda del profesor ninguna de las tareas propuestas. Estos resultados coinciden en líneas generales con la percepción sobre la dificultad de los contenidos del curso: el 28% los califica como fáciles o muy fáciles, mientras tan sólo el 13,4% los percibe como difíciles o muy difíciles. El resto de los participantes no los ven ni fáciles ni difíciles. Respecto a los resultados no vinculados directamente al rendimiento, obtuvimos los siguientes datos: • un 43% de los participantes asistieron a todas las sesiones y un 27% a todas menos una. Por el contrario, un 18% faltó a cuatro o más sesiones. Estas ausencias en muchos casos estaban relacionadas con enfermedades o accidentes leves (gripes, caídas, etc.). Las pocas bajas producidas se relacionaron con motivos de salud (propia o del cónyuge). 10 • el curso fue valorado como muy o bastante interesante por el 96% de los participantes, mientras el 92% de ellos lo calificaba como muy o bastante útil. • todos los participantes manifestaron su deseo de realizar otros cursos parecidos. Por ejemplo, el 78% de ellos asistirían a nuevas sesiones de profundización y repaso de los contenidos impartidos en el curso, mientras que un 50% querrían nuevos cursos en los que aprender nuevas aplicaciones informáticas. Los participantes también valoraron cuál había sido el aspecto más positivo del curso. Como vemos en la tabla 3, los participantes parecen mencionar tres aspectos: el primero podríamos denominarlo ‘afectivo’ y haría referencia al clima de interés e ilusión en el que se desarrolló el curso y la relación con los compañeros. En segundo lugar, aspectos propiamente instrumentales, como la utilidad y facilidad de los contenidos y el poder ponerse al día. Por último, también son citados aspectos de tipo metodológico, como el enfoque que el profesor dio a las clases. No obstante, hemos de tener en cuenta que el grupo más numeroso es aquel que cita todos los aspectos en general. Porcentaje de citación Todo Interés y/o ilusión de los participantes Compañerismo Utilidad y/o interés de la materia Aspectos pedagógicos Facilidad de la materia 32,5% 18,6% 18,3% 14,0% 11,6% 4,6% Tabla 3: Aspectos más positivos del curso según los participantes. Sin embargo, no todos los aspectos del curso fueron valorados tan positivamente. La mayoría de participantes nombró la práctica como el punto débil del curso. Por ejemplo, un 88% consideró que debían dedicarse más horas extra a practicar lo aprendido y el 71% pensaba que, para utilizar cómodamente el ordenador tras el curso necesitaría más práctica. También el ritmo de aprendizaje fue valorado como excesivamente rápido por un 43% de los participantes, mientras el 57% pensaba que el ritmo fue el adecuado. DISCUSIÓN Actitud Respecto a las puntuaciones en el cuestionario de actitud, las personas mayores parecen mostrar unas actitudes hacia los ordenadores mejores de lo esperable. Sin embargo, para interpretar correctamente este dato, tenemos que tener en cuenta al menos dos aspectos. 11 En primer lugar, nuestro estudio evaluó las actitudes en personas que, a priori, ya habían mostrado un cierto interés hacia los ordenadores, ya que voluntariamente se habían inscrito a un curso para aprender a utilizarlos. Sin duda este sesgo, común a la mayoría de investigaciones realizadas sobre esta cuestión, hace que la generalización de nuestros resultados a otros colectivos de personas mayores sea, como mínimo, arriesgada. Por otra parte, nuestro estudio parece demostrar que hablar de actitud como un todo puede ocultar más cosas de las que aclara. La actitud hacia los ordenadores no sólo es un constructo complejo, sino que los resultados de los diferentes componentes, como pasa en nuestro caso, pueden ser dispares. Si queremos comprender el comportamiento de los mayores hacia los ordenadores a partir de la medición de actitudes, hemos de tener en cuenta necesariamente sus diferentes dimensiones. Por ejemplo, el sentido de control, según nuestros datos, es la dimensión que presenta unos resultados menos favorables. Tener en cuenta esta sensación de poco control sobre la máquina a la hora de diseñar los cursos de formación e incidir en su modificación, especialmente en las primeras sesiones de los cursos, parece una estrategia recomendable para optimizar los resultados. Investigaciones futuras deberán aclarar hasta qué punto la participación en un curso de informática es capaz de hacer aún más favorable la actitud hacia los ordenadores y establecer los posibles vínculos entre las actitudes iniciales y el rendimiento del participante en el curso. También creemos necesario avanzar en la mejora del cuestionario que hemos propuesto, ya que las propiedades psicométricas que hemos obtenido son manifiestamente mejorables. Resultados del curso Muchas veces, cuando los participantes en cursos son mayores, se asume que aprenden cosas, aunque no se sabe exactamente qué ni cuánto, o se piensa que lo que aprendan es lo de menos porque los objetivos de los organizadores son otros. Si no evaluamos el rendimiento en este tipo de experiencias corremos el riesgo de no tener elementos para optimizarlas, de no saber si nuestra labor, como diseñadores de cursos o como formadores, está redundando en un aumento de conocimientos y habilidades de los participantes, el objetivo fundamental de todo curso de formación. Obviamente, en el caso de las personas mayores, esta evaluación tiene que ver menos con la obtención de una calificación final o un título que habilite a la persona para ciertos puestos o trabajos a desarrollar en el futuro como con un reconocimiento de su propia capacidad como aprendiz y sus posibilidades de seguir creciendo personalmente. Respecto a la formación en personas mayores, su éxito creemos que ha de estar vinculado a la autonomía en un uso básico, adecuado a las necesidades e intereses de la persona. No se trata de conseguir expertos, sino de conseguir personas que puedan utilizar las TIC (los ordenadores, en este caso) de acuerdo con unos intereses particulares. En este sentido, nuestros resultados muestran como una mayoría de los participantes son capaces, una vez finalizado el curso, de realizar algunas tareas básicas de manera autónoma. 12 También nuestros datos muestran, sin embargo, que un grupo de personas, afortunadamente reducido, no consiguen alcanzar unos objetivos mínimos de aprendizaje. Sin duda los esfuerzos futuros han de estar centrados en cómo podemos mejorar el diseño del programa formativo para que cada vez suceda menos. Como vemos, sólo la evaluación de los resultados hace que cuestiones como esta no queden ocultas o en un nivel tácito. No obstante, también creemos que los resultados del curso no deben limitarse únicamente al rendimiento y a la medición de conocimientos o habilidades adquiridas. Otros aspectos, vinculados más al efecto del curso sobre las motivaciones e intereses del participante, sobre su propia autoestima o sobre la calidad de las relaciones sociales establecidas a partir del curso son también de gran importancia, especialmente en personas mayores, en las que la formación está más vinculada al presente, como un fin en sí misma, que al futuro, como un mero instrumento para obtener una meta deseada. En este sentido, los resultados que hemos obtenido nos permiten decir que el curso tuvo éxito: despertó y potenció su interés por los ordenadores y la tecnología, fue percibido como interesante y útil y dio pie a construir vínculos sociales que antes no se tenían. En resumen, las personas mayores, o al menos así lo demuestran los participantes en nuestro curso, no sólo son capaces de aprender, sino que disfrutan del propio proceso de aprendizaje y de lo que lleva consigo (por ejemplo, el establecimiento de nuevas relaciones sociales). No deberíamos perder de vista el poder dinamizador que cursos como el que hemos presentado pueden tener en la vida de la persona mayor. Este carácter dinamizador se concreta en numerosos aspectos, como podrían ser el fomento una actividad cognitiva que quizá ayude a mantener o incluso mejorar ciertas capacidades mentales hasta edades más avanzadas, el establecimiento de los vínculos sociales de los que antes hablábamos y que podrían rompen el aislamiento que a veces se produce en la última etapa de la vida, la implicación en nuevas formas de ocio en una etapa especialmente libre de otras responsabilidades (por ejemplo, las laborales o la crianza de los hijos) y, sobre todo, la potenciación de la integración del anciano dentro del cambio acelerado que están sufriendo las sociedades de los países desarrollados. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS AIMC (2001). Datos generales de usuarios de Internet en España. http://www.aui.es/estadi/egm/iegm.htm Azjen, I. (1988). 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