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Datos observados en el embrión humano de,4-6 semanas traído, por el Dr. Nubiola para su estudio
por el
P. Jaime Pujiula, S. I.
DIRECTOR DEL INSTITUTO BIOLÓGICO DE SARRIA
En las publicaciones basadas en el examen de embriones humanos solemos advertir que, estando de ordinario el material más o
menos deteriorado, ya que siempre o casi siempre se trata de env
briones abortados, no podemos tomar por base los datos allí baila-,
dos ; porque no estamos del todo seguros de que lo que alii hallemos
esté del todo normal. Por lo cual preferimos como base científica
material de animales, a ser posible lo más semejantes al hombre,
como son los mamíferos. Y si a pesar de ello también damos datos
más o menos confirmatorios de lo hallado en los mamíferos, no ios
tomamos como base ; siempre por el temor de que no sean bastante
fehacientes.
Pero ahora se nos ofrece que, aunque más o menos deteriorado el
material, puede servir al científico bajo algún respecto; v. gr., para
iier la mayor o menor resistencia de los órganos y tejidos en el
material de embriones humanos abortados. Porque al comparar órganos o tejidos entre sí podemos con cierta facilidad descubrir cuáles sean los que muestran mayor resistencia. Estos datos son verdaderamente científicos y positivos, y se pueden muy bien aplicar a
los tejidos, células y órganos de los animales, manteniéndonos siempre en el terreno científico.
Fijándonos, pues, en el embrión del doctor Nubiola, claro es que
vemos estar por dentro más o menos alterado ; pero no tanto que
no nos permita sacar consecuencias, según el principio poco ha indicado. Como el embrión era ya de cuatro-seis semanas, tenía bas-
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tante resistencia ; de modo que exteriormente parecía bastante bien
conservado. Esto, sin embargo, no basta. Es cuestión de que interiormente lo esté también, al menos en condición de podernos dar
algunos datos positivos en el sentido, ya indicado. Y decimos esto,
porque al exterior no siempre corresponde el interior, como sucedió
en el caso de un embrión humano que nos trajo el doctor don Francisco Carreras. Era un embrión de un centímetro próximamente : por
tanto, del primer mes. Exteriormente tan bien conservado que padecía sacado del cuadro de Keibel. Nos apresuramos a fijarlo y a incluirlo en parafina para su estudio, pensando poder traer datos muy
positivos y buenos para la ciencia. Pero de hecho nos llevamos un
gran desengaño. Porque interiormente era un verdadero saco de linfocjtos ; es decir, que estaba tan deshecho que no se podía ver en él
ni tejidos. Todas las células se habían desprendido de su trabazón
histológica, originando un montón de células que afectaban la forma
de linfocitos. No era así el embrión del doctor Nubiola. Estaba, ciertamente, más o menos alterado en los mismos tejidos ; pero guardaban éstos bastante bien su forma hasta poder estudiarlos y poder
darnos datos acerca de su poca o mucha resistencia a las causas deíormantes. En su estudio, de momento nos fijamos en el hígado, órgano asaz complejo. Nos llamó la atención el ver tantos como ¡aguitos de sangre, que no eran sino los vasos sanguíneos diseminados por toda aquella gran masa hepática (fig. 1). Al fijarnos más y
más, nos dimos pronto cuenta de que aquellas como balsitas de sangre, unas bastante grandes, otras medianas y otras pequeñas, distribuidas a guisa de un mapa, vimos que carecían en general de su
endotelio. Y, cosa particular, no hallamos endotelio, sino sólo en los
grandes vasos. En los medianos y pequeños no se pudo . descubrir
ninguna envoltura en aquellos laguitos de sangre. Pero porque la
sangre no estaba derramada por todas partes, sino que se conservaba-;
dentro del cauce vascular y los glóbulos rojos mantenían la unión,
como si realmente tuviesen una pared que impidiese se desparramar
sen los glóbulos rojos por todas partes a través de los tejidos, antes
guardaban perfectamente el sitio bien unidos, como si realmente
existiese allí una pared continente, nos pareció que allí debe de exis-.
tir cierta cohesión entre los mismos glóbulos .rojos, ejerciéndose una
mutua atracción, como si realmente existiesen allí paredes de contención. He aquí un dato que no recordamos haber visto ni-leído en
ninguna parte. Nos parece que, sin esa cohesión y. mutua.atracción;,
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Fig. 1. —Multitud de vasos en corte del hígado de embrión humano.
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Fig. 2.—Porción de la figura anterior, con mayor aumento. X 250.
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Fig. 3. — Porción de un corte transversal de un embrión
humano de 5-6 semanas interesando la médula espinal. X 70.
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Gancio ôimpaficô.
Fig. 4. — Porción de un corte de embrión humano de 5-6 semanas. X 70.
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no se comprende cómo no se disocian y vaya cada uno por su cuenta, para difundirse. He aquí un verdadero dato científico que nos proporciona un embrión más o menos alterado. Pero hay otros datos
que también se pueden aprovechar en este embrión, aunque medio
alterado.
Otra observación acerca del hígado del embrión del doctor Nubiola se refiere a las células hepáticas, llamadas redondas. Hay, en
•efecto, en el hígado de los embriones de los mamíferos dos clases de
células: unas, bastante grandes y algo grises, con núcleo notable por
su magnitud, y otras, células muy pequeñas, con un núcleo redondo,
pignótico, que Fischel llama células redondas, Ritndscllen (fig. 2).
Sobre estas Rundscllen hubo no ha muchos años una gran controversia entre Mollier y Fischel ; porque aquél defendía un origen mesodérmico, mientras que Fischel las hacía de origen endotérmico ;
desde luego, por aparecer en las mismas tiras hepáticas a una con las
células hepáticas ordinarias. Y como quiera que estas tiras hepáticas
son evidentemente de origen entodérmico, también les señalaba Fischel a las células redondas el mismo origen. Sobre esta controversia
ya publicamos en esta misma Real Academia un trabajo nuestro, adhiriéndonos a Fischel. Pero juntamente hicimos constar que dichas
células sólo comienzan a aparecer cuando ha desaparecido el saco
vitelino, cosa que se puede confirmar con nuevos datos. Pero no es
esto ahora lo que nos interesa, sino ver el comportamiento de las
células hepáticas, tanto las ordinarias y grandes como las pequeñas
o redondas. Porque, examinando el hígado del embrión del doctor
Ñubiola, nos parece advertir que son las células hepáticas ordinarias
las que disminuyen notablemente y, en cambio, no lo hacen, o quizá
aumenten en número las células redondas. Lo cual quiere decir que las
células hepáticas propiamente u ordinarias son las que más se deterioran o que menos resistencia manifiestan contra los agentes patologi-cos. De momento se nos ofrece que quizá el estado pignótico que parecen tomar los núcleos de las células redondas pueda ser una medida de
defensa, como en general parece haberse observado en microorganismos que para resistir, v. gr., al frío del invierno se enquistan y toman
el aspecto de contracción. Puede que también se pueda admitir que
para resistir a las circunstancias poco favorables y que, a la larga,
producen el aborto, tienda el organismo a multiplicar las defensas,
aumentando los elementos sanguíneos para prestar alimento a todas
partes mediante la sangre, aumentando al efecto los glóbulos rojos
R«v. DI IA RIAI ACADEMIA DI CUNCIAS.—1955
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en- que .se convierten las células redondas. Por lo cual el hígado embrionario es con mucha razón tenido por órgano hematopoyético.
También nos hemos querido fijar en el sistema nervioso, que es,
;>in.duda, uno de los más delicados, aun después que el organismo
está bien formado, especialmente por su blandura. Desde luego, en
la médula espinal, si exceptuamos las células del apéndimo que a
guisa de epitelio revisten la superficie interna del tubo nervioso, las
cuales han tomado una forma que nos recuerda la ncuroglia, la masa
general parece sembrada de línfocitos (fig. 3), a la manera que hemos indicado algo de esto en el embrión de un mes próximamente.
Parece, pues, que las células pierden su unión entre sí y se hacen
independientes, como linfocitos. También los ganglios simpáticos están muy deshechos (fig. 4).
Todo indica la endebilidad de este tejido, con ser el tejido más
noble y el destinado a las funciones superiores y rectoras de las funciones del organismo, tanto animales como vegetativas. No sin causa,
pues, la Naturaleza lo ha protegido exteriormente con órganos de
defensa eficaz, que son los huesos, tanto en la parte principal, que
es la masa encefálica, como en la médula espinal, centro de los nervios que dominan las extremidades. Estos centros, que son los principales, están encerrados en estuches óseos.
Terminaremos estas indicaciones llamando la atención sobre la
utilidad de estos conocimientos, incluso para el médico o para la
terapéutica. Todo órgano enfermo, lo está por causa de algún tejido
menos resistente a los agentes que obran sobre él ; y si se puede
llegar a acertar a descubrir cuál es en cada caso el que ha sido ata:
cado, como menos resistente, se pueda buscar el medio más a propósito para sostenerlo o reforzarlo. En todo caso, creemos haber
probado la utilidad del estudio sobre la resistencia de los tejidos, incluso en el organismo muerto o en embriones abortivos. Toda observación llevada a cabo con el fin de dar con las causas patológicas será
siempre útil a la ciencia y, especialmente, al médico.