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ISSN 0568-3076 agron. 17(2): 7 - 24, 2009 DIAGNÓSTICO DE ENFERMEDADES DE PLANTAS DE ORIGEN BIÓTICO Óscar Adrián Guzmán-Piedrahita*, Jairo Castaño-Zapata* y Bernardo Villegas-Estrada* * Programa de Maestría en Fitopatología, Facultad de Ciencias Agropecuarias, Universidad de Caldas, Manizales. Correo electrónico: oscar.guzman@ucaldas.edu.co Recibido: 18 de enero; aprobado: 28 de abril de 2009. “Diagnóstico de enfermedades de plantas es un arte. Progreso es el resultado de práctica. Es similar al progreso obtenido jugando golf o tocando violín, asumiendo que uno tiene aptitud para ello. Se requiere mucho tiempo desarrollar destreza. No hay sustituto para la experiencia”. Rubert B. Streets, SR; 1972 RESUMEN Las enfermedades de las plantas ocasionadas por microorganismos infecciosos como hongos, bacterias, nematodos y protozoarios flagelados, y por agentes como virus y viroides, son el producto de la interacción dinámica entre un patógeno, un hospedante y el medio ambiente. El primer paso para el manejo correcto de una enfermedad es conocer su verdadera etiología. Se conocen más de 1.300 especies de hongos que causan enfermedades en los principales cultivos alimenticios, además de 4.105 especies de nematodos fitoparásitos, 950 especies de virus y 30 de viroides, y alrededor de 100 especies de bacterias fitopatógenas. Existen varios procedimientos para determinar la etiología de enfermedades de plantas tales como, la observación directa del agente causante al microscopio compuesto, técnicas inmuno-enzimáticas, bioquímicas y moleculares, y microscopía electrónica. Para un diagnóstico correcto, se debe disponer de laboratorios adecuados de Diagnóstico Fitosanitario, a los cuales deben enviarse muestras frescas y representativas de plantas que presenten síntomas típicos de la enfermedad, para poder conocer con exactitud su etiología. El diagnóstico es el fundamento técnico y científico para adoptar medidas de manejo rápido y oportuno. Palabras clave: bacteria, etiología, hongos, nematodos, patógeno, viroides, virus. ABSTRACT DIAGNOSIS OF PLANT DISEASES OF BIOTIC ORIGIN Plant diseases caused by living infectious microorganisms such as fungi, bacteria, nematodes, and flagellate protozoa, and by agents such as viruses and viroids, are the result of the dynamic interaction between a pathogen, a host and the environment. The first step for the correct management of a plant disease is to know its real etiology. More than 1.300 fungi species which cause diseases in the main foodstuff are well recognized along with 4.105 phytoparasite nematodes species, 950 viruses and 30 viroids species, and around 100 phytopathogenic species of bacteria. There exists a variety of procedures to determine the etiology of diseases in plants including direct observation of the causing agent through the compound microscope, immune-enzymatic, bio-chemical and molecular techniques, and electron microscopy. In order to carry out a correct diagnosis, adequate Phytosanitary Diagnosis Laboratories must be available where fresh and representative plant samples, with typical symptoms of the disease, can be sent in order to know exactly their etiology. The diagnosis is the technical and scientific fundamental to take measures for a quick and appropriate management. Key words: bacteria, etiology, fungi, nematodes, pathogen, viroids, viruses. 8 Óscar Adrián Guzmán-Piedrahita, Jairo Castaño-Zapata y Bernardo Villegas-Estrada INTRODUCCIÓN Las enfermedades de las plantas son ocasionadas por microorganismos infecciosos o bióticos como hongos, bacterias, nematodos y protozoarios flagelados, y por agentes infecciosos como virus y viroides (Figura 1); así mismo, por factores no infecciosos o abióticos, como alteraciones edafoclimáticas y toxicidad por plaguicidas, entre otros (Agrios, 2005). La enfermedad es una interacción dinámica entre un patógeno, un hospedante y el medio ambiente, la cual causa en los hospedantes cambios anormales de tipo fisiológico y morfológico. Por consiguiente, enfermedad no es una propiedad del hospedante, sino un producto de la interrelación del hospedante y el patógeno, bajo un ambiente específico. La enfermedad Figura 1. A. C. puede considerarse también como las respuestas visibles e invisibles de las células y tejidos de las plantas a un agente infeccioso o factor no infeccioso, que resulta en cambios adversos en la forma, función o integridad de la planta, interfiriendo con la formación, traslocación o utilización de nutrientes minerales y agua, de tal manera que la planta afectada cambia en apariencia y rinde menos que una planta sana de la misma variedad (Agrios, 2005). La etiología se define como la determinación del agente causante de una enfermedad. Para tal fin, se debe recolectar una muestra fresca adecuada de los tejidos de las plantas que presenten los síntomas típicos de la enfermedad, que permita realizar un análisis correcto, para poder establecer las medidas de manejo apropiadas (Agrios, 2005). Enfermedades del plátano con sus respectivos microorganismos o agentes infecciosos. A. Sigatokas negra y amarilla (Mycosphaerella fijiensis “arriba” y M. musicola “abajo”), B. Rayado del banano (Banana streak Badnavirus, BSV), C. Moko (Ralstonia solanacearum, raza 2) y D. Cabeza negra (Radopholus similis). (Fotos: Autores). B. D. Diagnóstico de enfermedades de plantas de origen biótico IMPORTANCIA DE LAS ENFERMEDADES Existen aproximadamente 350.000 especies de plantas, de las cuales unas 3.000 son empleadas como alimento por los humanos, constituyendo el 99% de suministro de su alimento. De estas, solo 300 especies son ampliamente cultivadas y solo 11 cultivos: arroz, maíz, trigo, sorgo, caña de azúcar, papa, yuca, frijol, patata, banano y coco, constituyen el 95% del suministro de alimentos a la humanidad (Castaño-Zapata, 1994). Más de 1.300 especies de hongos causan enfermedades en estos cultivos (Farr et al., 1989). Se conocen 26.646 especies de nematodos, distribuidas entre especies de vida libre (10.681); y parásitos de: invertebrados (3.501), vertebrados (8.359) y plantas (4.105) (Hugot et al., 2001). Estos últimos causan pérdidas anuales del 11 y el 14% en cultivos de importancia como las leguminosas, granos, banano, yuca, coco, remolacha azucarera, caña de azúcar, papa, hortalizas y varios frutales, equivalentes a US$80 billones año¹ (Agrios, 2005). De las 2.290 especies de virus descritas por el Comité Internacional de Taxonomía de Virus, se conocen alrededor de 950 que afectan plantas, equivalente al 41% (ICTV, 2010). Se reportan alrededor de 30 viroides que afectan cultivos importantes como: papa, tomate, lúpulo, aguacate y cítricos (Hammond & Owens, 2006). Se conocen cerca de 1.600 especies de bacterias, de las cuales 100 causan enfermedades en plantas, equivalente al 16% (Agrios, 2005). agron. 17 (2): 7 - 24, 2009 Las enfermedades de importancia económica producen pérdidas en los cultivos en una o varias formas: 1. Reducción en el rendimiento de las plantas. Se puede generalizar que las enfermedades de las plantas reducen el potencial de producción en los países desarrollados en un 15 y 20% y aún hasta en el 100%, como el caso del Tizón tardío de la papa [Phytophthora infestans (Mont.) de Bary], que en 9 1845 causó la destrucción de los cultivos de papa en Irlanda. En Ceilán, hoy Sri Lanka, en 1868, la Roya del café (Hemileia vastatrix Berk. & Br.) fue responsable de la substitución del cultivo de café por el té, cacao y otros, debido a la imposibilidad de cultivar café en aquel país. En Brasil, esta enfermedad causa pérdidas que oscilan entre el 20 y 30% (Zambolim & Ribeiro do Vale, 1997). En Colombia, la Secadera del maracuyá [Nectria haematococca Berk. & Broome, anamorfo Fusarium solani (Mart.) Sacc.], en el Valle del Cauca, causó pérdidas del 90 y 100% (Torres et al., 2000). En musáceas, la reducción en el rendimiento por el nematodo Barrenador (Radopholus similis Cobb.) puede llegar hasta un 80% (Moens et al., 2003); mientras que en soya, pérdidas del 10 y 30% son ocasionadas por el nematodo Quiste (Heterodera glycines Ichinohe) (Davis & Tylka, 2000). La enfermedad viral de mayor importancia que afecta al frijol en América Latina es el Mosaico dorado amarillo del frijol (Bean golden yellow mosaic Begomovirus, BGYMV), el cual causó pérdidas entre el 40 y el100% en Argentina y Bolivia (Morales, 2000). El Moko del plátano y banano causado por Ralstonia solanacearum E. F. Smith raza 2, causó pérdidas del 100% en la década del setenta en el departamento del Caquetá en donde destruyó 20.000 ha de plátano (Belalcázar et al., 2004). 2. Reducción de la calidad del producto cosechado. La Roña del maracuyá [Cladosporium herbarum (Pers.:Fr.) Link] ha tenido incidencias del 79 y el 100% (Torres et al., 2000), que demeritan la calidad de los frutos. 3. Contaminación del suelo. El aumento de inóculo de un patógeno en el suelo lo torna eventualmente inapropiado para la siembra de un cultivo susceptible en particular y requiere de medidas directas de manejo, como tratamiento químico del suelo, u otra medida como rotación de cultivos (Castaño-Zapata, 1994). Un buen ejemplo en pasifloráceas es N. haematococca, que produce clamidosporas, las cuales pueden sobrevivir en el suelo por varios años. Los nematodos Quiste de la soya y la papa (H. glycines y Globodera rostochiensis 10 Óscar Adrián Guzmán-Piedrahita, Jairo Castaño-Zapata y Bernardo Villegas-Estrada (Wollenweber) Behrens, respectivamente) producen quistes que les permiten sobrevivir por más de 20 años en el suelo (Perry & Moens, 2006). 4. Pérdidas de poscosecha. En el departamento de Boyacá se ha registrado la Antracnosis de la curaba [Glomerella cingulata (Stoneman) Spauld. & H. Schrenk, anamorfo Colletotrichum gloeosporioides (Penz.) Penz. & Sacc. en Penz] como responsable del 50% del ataque de frutos (Jácome & Barreto, 1984). 5. Formación de productos tóxicos. Los patógenos de plantas, especialmente hongos, producen toxinas como las aflatoxinas causadas por especies de Aspergillus P. Mich. ex Link:Fr., en maíz y otros productos almacenados. Por ejemplo, la aflatoxina B1 es producida por tres especies estrechamente relacionadas: A. flavus Link:Fr., A. parasiticus Speare y A. nomius Kurtzman, Horn & Hesseltine. Se conocen unas 300 toxinas fúngicas (Carrillo, 2003). 6. Incrementos en el costo de producción. Los patógenos causan enfermedades que resultan en reducción del rendimiento y calidad, lo cual provoca un incremento en los costos de producción como el caso de la Sigatoka negra (Mycosphaerella fijiensis Morelet) del banano, cuyos costos de control varían entre US$700 y 900 ha/año, representando cerca del 13,8% de los costos totales de producción del cultivo y el 46% de los costos de los agroquímicos (Chica et al., 2004). 7. Costos de manejo. El costo de la aspersión semanal de un cultivo de maracuyá con productos cúpricos para manejar la Bacteriosis [Xanthomonas campestris (Pammel) Dowson pv. passiflorae Pereira] se refleja posteriormente en un incremento de precio al mayorista, al intermediario y, finalmente, al consumidor. A mayor número de aspersiones, mayor es el incremento en los costos de manejo (Botero et al., 2006; Castillo & Granada, 2005). 8. Predisposición a otras enfermedades. Según Paul Sorauer (1905), los patógenos afectan plantas solamente si el medio ambiente las predispone para que se tornen susceptibles. Algunos factores bióticos o abióticos pueden causar pérdidas indirectas, predisponiendo a las plantas a ataques subsecuentes por otros patógenos como los nematodos, que atacan las raíces de plantas y permiten la entrada de otros microorganismos (Castaño-Zapata, 1994). El proceso de colonización de Fusarium oxysporum Schlechtend.:Fr., en presencia de Meloidogyne javanica (Treub) Chitwood, ha sido estudiado de tal manera que hay mayor colonización de los tejidos de las plantas por Fusarium, a medida que aumenta el número de individuos de Meloidogyne (Perry et al., 2009). Las enfermedades que afectan las plantas pueden ser causadas por diferentes microorganismos o agentes, los cuales se describen a continuación. Hongos. Esta palabra proviene del griego sphongos, que significa esponja (Harper, 2010). Las hifas miden entre 2 y 10 µm de diámetro hasta varios centímetros de longitud. La mayoría de las especies están compuestas por filamentos tubulares que pueden ser cenocíticos o septados, cuyo conjunto se denomina micelio. Los componentes principales de las paredes celulares de los hongos son celulosa, pectona y quitina, y se distinguen por la carencia de clorofila, posesión de núcleos y nucléolos con membranas bien definidas (eucariotas). Su reproducción se realiza mediante esporas de origen sexual o asexual (CastañoZapata, 1994). Bacterias. Palabra que deriva del griego bakterion, y significa bastón pequeño cuyo tamaño oscila entre 1 y 2 mm (Harper, 2010). Estos microorganismos son unicelulares, cuyo material genético (ADN) carece de una membrana celular y por ello no está organizado en un núcleo (procariotas). Sus células consisten de citoplasma que contienen ADN y ribosomas pequeños (70S). El citoplasma está rodeado por una membrana y una pared celular. La mayoría de bacterias fitopatógenas tienen forma de bastón o bacilo y poseen flagelos, usualmente en los polos, y fimbrias o pili (Vidaver & Lambrecht, 2004; Agrios, 2005). Diagnóstico de enfermedades de plantas de origen biótico Mollicutes. Nombre proveniente del latín mollis (suave) y cutis (piel), son bacterias que carecen de pared celular pero están provistas de una membrana celular trilaminar. Incluyen los llamados anteriormente fitoplasmas y espiroplasmas, que son organismos celulares más pequeños con un tamaño de 0,3-1,2 µm de diámetro y se autorreplican (Fletcher & Wayadande, 2002). Nematodos. Provienen de los vocablos griegos nema (hilo) y eidés u oidos (con aspecto de), son definidos como animales filiformes con cuerpo sin segmentos y más o menos transparentes, cubierto de una cutícula hialina, la cual está marcada por estrías o anillos; son redondeados, poseen boca y carecen de apéndices; aunque las hembras adultas de algunos géneros son abultadas, como Meloidogyne Goeldi y Heterodera Schmidt (Siddiqi, 2000; Perry & Moens, 2006). La mayoría son microscópicos, con una longitud entre 300 y 1.000 mm, y entre 15 y 35 mm de diámetro (Agrios, 2005; Luc et al., 2005; Perry & Moens, 2006). Los nematodos parásitos de plantas tienen un estilete hueco, también llamado lanza, pero hay algunos con estilete sólido modificado. El estilete es usado para perforar o penetrar las células de la planta, y a través de él se extraen los nutrientes desde la célula (Luc et al., 2005; Perry & Moens, 2006). 11 Virus. Proviene del latín ‘virus’, que significa veneno. Los virus son agentes infecciosos compuestos de una o varias moléculas de ácido nucleico (ADN o ARN de cadena sencilla o doble) cubiertas por una o varias capas de proteína o lipoproteína capaces de replicarse en las células de un hospedante susceptible (Hull, 2009). Su tamaño oscila entre 20 y 70 nm de diámetro para los virus isométricos y 150 a 2.200 nm de longitud para virus con forma de varilla. La traducción del genoma (para producir proteínas) o transcripción y replicación (para producir más ácido nucleico) ocurre dentro de las células del hospedante usando su “maquinaria” metabólica (Adams & Antoniw, 2010). Viroides. Proviene de la unión de la palabra latina “virus” que significa veneno y del sufijo “oid” que significa imperfecto o incompleto. A diferencia de los virus, los viroides son moléculas de ácido ribonucleico (ARN) de cadena sencilla que ocasionan enfermedades en varias especies de plantas. Sus genomas son de 239 a 401 nucleótidos de ARN circular de cadena sencilla; además, no codifican proteínas (Hammond & Owens, 2006). PROCEDIMIENTOS PARA EL DIAGNÓSTICO DE ENFERMEDADES DE PLANTAS Protozoarios flagelados. Provienen de las raíces 1. Clave para el diagnóstico de agentes griegas proto (primero) y zoo (animal), y del latín causantes de enfermedades agron. 17 (2): 7 - 24, 2009 flagellum, que significa flagelo, pero más largo y capaz de realizar movimientos (RAE, 2010). Los protozoarios flagelados son microorganismos unicelulares con uno o más flagelos largos y delgados en algunos o todos los estados de su ciclo de vida. Los fitopatógenos pertenecen al género Phytomonas (Kinetoplastida: Trypanosomatidae); tienen cuerpo en forma de huso con extremos aguzados, entre 12 y 18 µm de longitud y 1 a 2,5 µm de ancho y con un flagelo de 12 a 18 µm de largo; su núcleo está situado a un tercio del extremo anterior; se multiplican en el floema, y son transmitidos por hemípteros fitófagos (Agrios, 2005). Una secuencia para iniciar el diagnóstico consiste en seguir la clave de French y Hebert (1982): A1 Manchas y Chancros B1 Signos de patógenos visibles al microscopio estereoscópico. C 1 Signos de hongos: Realice preparaciones microscópicas de las estructuras con tinción cuando sea apropiado………………………I 12 Óscar Adrián Guzmán-Piedrahita, Jairo Castaño-Zapata y Bernardo Villegas-Estrada C2 Signos de bacterias (exudado o manchas húmedas): Realice preparaciones microscópicas para observar flujo bacterial en campo oscuro, luego efectúe tinción de Gram….……………………….II B2 Ausencia de signos de patógenos. C1 Incube la muestra en cámara húmeda y luego regrese a A1……………………………...III C 2 Mosaicos, moteados u otros síntomas virales posibles. C3 Decoloración y otros síntomas de desnutrición. A2 Marchitez B1 Sistema radical afectado. C1 Presencia de nematodos o sus síntomas. C2 Pudrición radical, tratar como A1 B2 Sistema vascular descolorado. C1 Prueba de flujo bacterial en agua, luego efectúe tinción de Gram .….II C2 Ausencia de flujo, hacer corte para observar hongos…………...I A3 Pudriciones B1 Tallo o raíz, tratar como A1 B2 Órganos de reserva (tubérculos, raíces) C1 Realice preparaciones microscópicas y obser ve para hongos, con tinción cuando sea indicado…………………………I C 2 Hag a pre paraciones para obser var bacterias en campo oscuro (microscopio de contraste de fase), luego realice la tinción de Gram…………………………..II C3 Inocule tejidos sanos con los afectados cuando la pudrición es avanzada; luego observe como C1 y C2…...……………………......IV 2. Secuencia para realizar un diagnóstico correcto Para realizar un diagnóstico correcto se recomienda seguir la secuencia propuesta por Rubert Streets (1972): a) Identifique la planta hospedante, adicionando el nombre de la variedad. b) Síntomas en el campo. Utilice su propia información o use la proporcionada por quien envía la muestra. c) Condiciones de cultivo. Información del tipo de suelo, prácticas de riego, fertilización y aplicación de plaguicidas. d) Síntomas en detalle. Observación de manchas, añublo foliar, pudrición de semillas o frutos, cancros en las ramas o tallos, pudrición o agallas en las raíces, etc. e) Observación en aumento bajo. Observación con una lupa de alto aumento en el campo o un estereoscopio en laboratorio de la superficie de las lesiones o tejidos muertos; esto permitirá observar la presencia de esporas, cuerpos fructíferos de hongos o exudados bacteriales. f) Observación en aumento alto. Observación a través del microscopio compuesto para detallar las estructuras anteriores. g) Aislamiento. Aislar el microorganismo sospechoso en condiciones asépticas de laboratorio. h) Patogenicidad. Si el patógeno observado es el causante de la enfermedad, pero no existen informes previos, entonces se debe recurrir a los postulados de Robert Koch, establecidos en 1876: 1. Debe haber una asociación constante entre el organismo y el hospedante enfermo. Diagnóstico de enfermedades de plantas de origen biótico 2. Se debe aislar el patógeno sospechoso del hospedante enfermo y obtenerlo en cultivo puro. 3. Se debe inocular un hospedante sano con el cultivo puro del organismo sospechoso y reproducir los síntomas típicos de la enfermedad. 4. Se debe reaislar el patógeno en cultivo puro a partir del hospedante inoculado y enfer mo y sus características deben ser exactamente iguales a las observadas en el cultivo obtenido en el segundo postulado. i) Diagnóstico. Si el patógeno en observación es identificado con manuales especializados, o cuando los postulados son demostrados, el patógeno aislado es el responsable de la enfermedad. j) Recomendaciones. Después de diagnosticar correctamente el agente causante de la enfermedad, el agricultor se preguntará: ¿qué puedo hacer acerca de la enfermedad? y ¿cuál es el manejo? Especificar la mejor medida de manejo de cada enfermedad está fuera del alcance de cualquier libro. La respuesta correcta a estos interrogantes se obtiene consultando referencias selectas, fundamentalmente a través de la buena experiencia que tenga el fitopatólogo, pues como lo expresó Rubert Streets, “no hay sustituto para la experiencia”. Si no se encuentra algún organismo o agente asociado a la enfermedad, se asume que es causada por un factor ambiental, el cual puede interferir con las funciones fisiológicas normales de las plantas. agron. 17 (2): 7 - 24, 2009 3. Técnicas inmuno-enzimáticas Constituyen una metodología rápida para identificar patógenos de plantas. El ensayo de inmuno-absorción ligado a una enzima (ELISA, por sus siglas en inglés) es el más ampliamente usado por su especificidad, simplicidad y bajo costo. Esta técnica que se realiza 13 en platos de poliestireno, utiliza la habilidad de los anticuerpos (inmunoglobulinas) producidos por el sistema linfático de un vertebrado de sangre caliente (conejos, ratones, etc.) para reconocer un antígeno específico (proteínas, epítopes o determinantes antigénicos), es decir, el agente, sustancia o microorganismo extraño inyectado en el torrente sanguíneo del mismo; por lo tanto, la reacción será específica de cada anticuerpo para su respectivo antígeno (Dewey, 2002). 4. Técnicas bioquímicas y moleculares La identificación de bacterias se ha basado en combinaciones de pruebas fisiológicas y bioquímicas, mientras que la identificación de hongos se ha realizado con base en características morfológicas, tales como tipo de espora, forma y color. Sin embargo, en los últimos 40 años, los avances en la bioquímica microbial y biología molecular han permitido la expansión de los métodos de diagnóstico y procedimientos de identificación de diferentes patógenos de plantas (Bridge, 2002). La detección de actividades fisiológicas y bioquímicas se realiza fundamentalmente sobre medios sólidos o líquidos, y se basa en la apariencia del crecimiento o un cambio de color. Estas pruebas involucran la adición de sustratos apropiados al medio, junto con un sistema que permite la detección bien sea de su degradación o de uno de los productos asociados con ella (Bridge, 2002). Las bacterias han sido identificadas por sus funciones metabólicas, tales como su habilidad para metabolizar ciertos sustratos mediante el sistema API (Analytical Profile Index) para diferenciar cepas de Erwinia y Pseudomonas. Adicionalmente, el análisis de proteínas solubles mediante electroforesis en geles ha sido adoptado para hongos y bacterias (Strange, 2003). La principal herramienta de diagnóstico molecular de microorganismos fitopatógenos es la Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR, por sus siglas en 14 Óscar Adrián Guzmán-Piedrahita, Jairo Castaño-Zapata y Bernardo Villegas-Estrada inglés) basada en los genes ribosomales. La PCR es rápida, económica y permite producir un gran número de copias de moléculas de ADN vía catálisis enzimática, para mostrar diferencias en secuencias de genes del ARN ribosomal (rARN) o ADN mitocondrial (mADN) (Luc et al., 2005; Atkins & Clark, 2004). Para el caso de agentes fitopatógenos como los virus de ARN, es necesario sintetizar una cadena de ADN complementario (cADN) por medio de la enzima transcriptasa reversa (RT) como paso previo. Esta técnica tiene muchas variaciones como la PCR “anidada” que consiste en dos PCR sucesivas cuyos amplicones de una reacción son usados como molde de la siguiente. Otra variación incluye la captura de partículas virales mediante anticuerpos llamada Inmunocaptura PCR (IC-PCR) cuando las concentraciones de partículas virales son muy bajas (Harper et al., 1999; Webster et al., 2004). La detección conjunta de diferentes virus a partir de la combinación de cebadores específicos para cada uno de ellos es una variación de esta técnica llamada RT-PCR múltiple (Ito et al., 2002). Hibridación molecular mediante sondas: Se basa en la capacidad que tienen los ácidos nucleicos de desnaturalizarse y volverse a unir con hebras complementarias en condiciones apropiadas en membranas de nylon o nitrocelulosa (Conci, 1999). Las técnicas de hibridación más utilizadas son el “Southern blot”, la cual detecta secuencias específicas de ADN, el cual se aísla del tejido mediante extracción y separación por electroforesis, se purifica y se digiere (fragmenta) con enzimas de restricción específicas. Northern blot” es una variante del método anterior en el que se usa el ARN como objeto de estudio (Corvalán, 2002). “Dot blot” y “Slot blot” son procedimientos similares al “Northern blot” con la diferencia de que las muestras son colocadas directamente sobre la membrana de nitrocelulosa (Dijkstra & De Jager, 1998; Hull, 2002). ARN de cadena doble (cdARN): Es utilizada para el diagnóstico de virus fitopatógenos, asociados con la infección de virus de ARN monocatenario (csARN), ya que estos durante su proceso de replicación forman una cadena doble intermedia con un ARN complementario que sirve de molde para la síntesis de ARN mensajero (Fisher, 2008). Mapas de restricción: Esta técnica se basa en que de una molécula de ADN se pueden obtener siempre los mismos fragmentos cada vez que sea expuesta a una enzima de restricción particular. Una de las técnicas más utilizadas es el análisis de polimorfismos de longitud de fragmentos de restricción (RFLP, por sus siglas en inglés), en la cual se determinan las variaciones en la constitución genética de la población (polimorfismo genético), demostrando diferencias entre los individuos en cuanto al número y longitud de los fragmentos producidos (Granner, 1992). 5. Técnicas de microscopía de luz La microscopía de luz permite la observación de inclusiones virales, es decir, la acumulación de partículas virales, proteínas, material celular modificado o mezcla de estos. Las inclusiones deben observarse a magnificaciones de 1.000X con el objetivo 100X. Se hacen cortes de los tejidos epidérmicos de hojas de muestras frescas y se ponen en contacto con soluciones de tintes como, por ejemplo, calcomina naranja o Azure A. Esto permite la clasificación de varios géneros de virus (Christie & Edwardson, 1977; Conci, 1999). 6. Técnicas de microscopía electrónica Permite la observación del macerado de tejidos de plantas infectadas con virus, con el fin de detectar y medir el tamaño de partículas virales a través del Microscopio Electrónico de Transmisión, usando la técnica de tinción negativa con acetato de uranilo. También con la ayuda de antisueros específicos se aplica la técnica de inmuno-microscopía electrónica (ISEM, por sus siglas en inglés) para atraer partículas virales a las rejillas de observación en caso de Diagnóstico de enfermedades de plantas de origen biótico existir relación antigénica (Morales et al., 2006). El microscopio electrónico permite magnificar entre 200.000 y 600.000 veces el tamaño de las partículas. o base del tallo. Por consiguiente, la muestra debe corresponder al sitio real de ataque de la enfermedad (Figura 2F). IMPORTANCIA DE LAS MUESTRAS EN EL DIAGNÓSTICO CORRECTO DE ENFERMEDADES Revise la presencia de lesiones, agallas, cancros (heridas) u otros síntomas que puedan tener las raíces, tallos, ramas o frutos, para escoger las partes de la planta que presenten los síntomas característicos de la enfermedad (Figura 2G). Para un buen diagnóstico no basta con observar los síntomas; en lo posible, debemos apoyarnos en laboratorios de Diagnóstico Fitosanitario, los cuales requieren del envío de muestras frescas, representativas de plantas enfermas, o partes de ella como: raíces, tallos, hojas, flores o frutos (Dees et al., 1986; Hansen & Wick, 1993; ICA, 1996; Putnam, 1995) (Figura 2A), que presenten los síntomas típicos de la enfermedad, para poder conocer con exactitud la etiología de la enfermedad bajo estudio (Ocampo et al., 1994; Horst, 2001). El diagnóstico es el fundamento técnico-científico para adoptar medidas de manejo rápido y oportuno (ICA, 1996). Una muestra óptima debe mostrar el tejido de la planta realmente enfermo (Figura 2B). La muestra colectada debe tener tejido sano y enfermo, es decir, todos los estados de desarrollo de la enfermedad, mostrando los síntomas iniciales y finales de la enfermedad (Figura 2C). agron. 17 (2): 7 - 24, 2009 15 La cantidad de material vegetal recolectado debe ser adecuado, que permita analizar el tejido enfermo y dejar muestras para análisis posteriores. Si las plantas son de porte bajo o arbustos, seleccione al menos cinco plantas completas con el problema e incluya una planta con apariencia normal o sana para comparación (Figura 2D); si son árboles, seleccione únicamente la(s) parte(s) del árbol que tenga(n) los síntomas, es decir, hojas, partes del tallo, flores o raíces afectadas (Figura 2E). Las hojas marchitas o necróticas no necesariamente contienen el patógeno, debido a que puede ser el resultado de la acción de este en el sistema radical Si sospecha que es un hongo el que está causando la enfermedad, cerciórese de que esté esporulando sobre el tejido vegetal. Si cree que es una bacteria, observe si hay marchitamiento de la planta, pudrición de raíces o cuello de la planta o lesiones foliares sin estructuras reproductivas (Figura 2H). No recolecte tejidos con exceso de humedad por lluvia, riego o rocío y tampoco en descomposición, ya que cuando estos son empacados en cajas de cartón, el exceso de humedad favorece el crecimiento de microorganismos secundarios que deterioran y contaminan la muestra dificultando el diagnóstico (Figura 2I). Procure tomar fotos de plantas completas con los síntomas de la enfermedad, al igual que de plantas sanas, y envíelas rápido al laboratorio (Figura 2J). En plántulas y plantas de porte bajo o anual, se recomienda extraer la planta completa con las raíces y suelo que la rodea, luego colóquela en una bolsa de plástico y sujeta con cinta, o envuelta en papel periódico o caja de cartón, para evitar que el suelo se desprenda de las raíces (Figura 2K). En arbustos, árboles anuales, bianuales y perennes, las raíces gruesas (primarias y secundarias) y delgadas (terciarias y cuaternarias) NO deben ser lavadas con agua para retirar el suelo. Estas se envuelven en papel absorbente o toallas de papel, para luego empacarlas en una bolsa de plástico o caja de cartón (Figura 2L). Si los tejidos enfermos son tallos y ramas, se cortan trozos del tejido afectado y en los extremos se puede colocar parafina para evitar la pérdida de humedad 16 Óscar Adrián Guzmán-Piedrahita, Jairo Castaño-Zapata y Bernardo Villegas-Estrada (deshidratación). Estas muestras pueden empacarse en sobres de manila, papel grueso parafinado o cajas de cartón (Figura 2M). Hojas, yemas y flores afectadas se envían secas o sin humedad exterior, extendidas en medio de papel toalla, servilletas, papel periódico o bolsas de papel absorbente. Después, se pueden envolver en papel aluminio o protegerlas dentro de bolsas plásticas, procurando que no se dañen en el transporte (Figura 2N). Si se trata de frutos, tubérculos y bulbos enfermos, se seleccionan como muestra aquellos que presenten síntomas iniciales e intermedios de la enfermedad. Cuando se requiera, dejarlos secar al ambiente para eliminarles el exceso de humedad y evitar su daño. Posteriormente, se envuelven en papel toalla, servilletas, papel periódico o bolsas de papel absorbente; y cuando sea posible, envolverlos en papel aluminio para luego empacarlos dentro de una caja de cartón o bolsa de plástico (Figura 2O). Tejidos que se sospechen están afectadas por virus y mollicutes no deben estar muertos o demasiado afectados; las hojas deben presentar síntomas como amarillamientos, mosaicos, clorosis o necrosis foliar, deformaciones y manchas anulares; las flores con variegación y deformaciones, y los frutos con necrosis y deformaciones (Figura 2P). El tejido vegetal se envuelve en papel toalla, servilletas, papel periódico o bolsas de papel absorbente. Para evitar que se dañen deben colocarse dentro de dos láminas de cartón, después empacarlas en papel aluminio y, luego, en bolsa de papel. Nunca en bolsa plástica. Las muestras de diferentes plantas deben empacarse por separado, no deben mezclarse. Así mismo, no deben refrigerarse ni congelarse, y preferiblemente se deben enviar al laboratorio inmediatamente (Figura 2Q). De un lote donde se va establecer un cultivo y se quiere recolectar una muestra para análisis de nematodos, las arvenses (malezas) y residuos deben ser retiradas del sitio. Recolecte las muestras según las condiciones de suelo, muestreando por separado áreas de diferente topografía (plana, ondulada, pendiente), áreas de diferente cultivo (maíz, frijol, café) y áreas de diferente textura (arenosos, arcillosos, limosos) (Figura 2R). La muestra debe estar conformada por 40 submuestras/ha, tomadas a la profundidad de las raíces alimenticias (entre 5 y 30 cm) con un palín. Para cubrir todo el terreno, la distancia entre sitios donde se tomen las submuestras debe ser similares, por ejemplo, cada 7 m (Dees et al., 1986) (Figura 2S). En cultivos anuales o perennes la muestra se recolecta del plato de 20 plantas que estén bien distribuidas en una hectárea. En cada planta, se recolecta una submuestra por punto cardinal (Oriente, Occidente, Norte y Sur) a una distancia que varía según el área de raíces en el plato del árbol (ejemplo: 0,5; 1,0; 1,5 y 2,0 m para frutales como guayabo y cítricos; 10, 20, 30 y 50 cm, para plátano y pitahaya) y a una profundidad entre 5 y 30 cm, se toman 200 g de raíces y suelo de cada planta, y se depositan en un balde. Después de recolectar las 20 submuestras, se mezclan bien para conformar una muestra compuesta de 2 kg de suelo y raíces que se depositan en una bolsa de plástico (Figura 2T). CONSIDERACIONES PARA TENER EN CUENTA DESPUÉS DE LA RECOLECCIÓN DE LA MUESTRA 1. Evite que los tejidos se deterioren por el calor, metiendo la muestra en una caja de icopor con hielo, nevera o en un lugar fresco, ya que el diagnóstico se dificulta cuando las muestras llegan al laboratorio marchitas, maltratadas o podridas. 2. La muestra debe ser entregada tan rápido como sea posible al Laboratorio de Diagnóstico (máximo en dos días). En caso extremo, debe colocarse en un refrigerador o en un cuarto frío, entre 4 y 8ºC, para evitar su deterioro y enviarla al día siguiente. 3. Las muestras de suelo o raíces para análisis de nematodos fitoparásitos deben conservar humedad para evitar su muerte. Diagnóstico de enfermedades de plantas de origen biótico 4. La muestra recolectada debe ir acompañada del respectivo protocolo completamente diligenciado. En el caso de no tener el formato, se debe anotar en una hoja la información general de la finca, las Figura 2. A. agron. 17 (2): 7 - 24, 2009 B. C. 17 características principales de la muestra que se va a procesar, los aspectos generales del cultivo, las condiciones edafo-climáticas, los diferentes productos químicos que se haya aplicado, entre otros. A. Muestra vegetal. B. Muestra óptima. C. Componentes de una buena muestra. D. Cantidad óptima de una buena muestra. E. Muestras de plantas de porte bajo, arbustos o árboles. F. Muestras indicando el sitio real de infección. G. Muestras con presencia de lesiones agallas o cáncros. H. Muestras con signos del agente causante. I. Muestras con exceso de humedad. J. Síntomas de enfermedades en plantas completas. K. Muestras de raíces de plántulas y plantas de porte bajo o anuales. L. Muestras de raíces de arbustos, plantas anuales, bianuales y perennes. M. Muestras de tallos y ramas. N. Muestas de yemas y flores. O. Muestras de frutos, tubérculos y bulbos. P. Muestas afectadas por virus y fitoplasmas. Q. Empaque de muestras afectada por virus y Mollicutes. R. Recolección de muestras para nematodos. S. Recolección de submuestras. T. Recolección de muestras en cultivos anuales y perennes. (Fotos: Autores). 18 Óscar Adrián Guzmán-Piedrahita, Jairo Castaño-Zapata y Bernardo Villegas-Estrada D. E. F. G. H. I. J. Diagnóstico de enfermedades de plantas de origen biótico K. L. M. agron. 17 (2): 7 - 24, 2009 O. N. P. 19 20 Óscar Adrián Guzmán-Piedrahita, Jairo Castaño-Zapata y Bernardo Villegas-Estrada Q. S. R. T. T. Diagnóstico de enfermedades de plantas de origen biótico 21 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Adams, M. J. & Antoniw, J. F. (2010). Descriptions of plant viruses. Recuperado de http://www.dpvweb.net/intro/index. php [Consultado en noviembre de 2010]. Agrios, G. N. (2005). Plant pathology. 5th ed. Nueva York: Elsevier Academic Press. Atkins, S. & Clark, I. (2004). “Fungal molecular diagnostics: A mini review”. Journal of Applied Genetics, 45(1), 3-15. 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