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Jesús ¿subversivo revolucionario? El hecho más seguro y probado acerca de Jesús de Nazaret es que fue procesado, sentenciado y ejecutado por el procurador romano Poncio Pilato, acusado de alta traición. Durante aquel período, muchos miles de rebeldes y revolucionarios judíos fueron crucificados por las autoridades romanas de Palestina. En general, los judíos se oponían al dominio romano y algunos de ellos estaban dispuestos a derribar a los romanos y restaurar el reino de Israel. Jesús fue hallado culpable de estar implicado en dicha conspiración y, Además, de pretender ser el verdadero rey de los judíos, heredero del trono, o lo que los judíos llamaban «El Mesías». ¿Fue o no fue culpable? ¿Incitó realmente al pueblo a la rebelión? ¿Se opuso verdaderamente a pagar tributos a los romanos? ¿Pretendió de veras ser el rey o Mesías que debería gobernar a los judíos en lugar de Herodes, Pilato o César? ¿Hizo realmente planes para derribar al gobierno? A un extremo tenemos a quienes afirman que fue culpable, porque pretendió realmente ser el Mesías e intentó iniciar una revolución violenta con objeto de derribar a los imperialistas romanos. Se afirma que Jesús estuvo profundamente implicado en la política de su tiempo y que inició un movimiento religioso-político que no se diferenciaba del de los Zelotes. En el otro extremo tenemos a quienes afirman que Jesús fue absolutamente inocente de aquellas acusaciones políticas. No quiso incitar al pueblo a la rebelión; recomendó pagar los tributos; fue un pacifista; su única pretensión fue la de ser el Mesías «espiritual» o rey «espiritual» de los judíos. Los judíos no hacían distinción alguna entre política y religión. Problemas que hoy clasificaríamos como políticos, sociales, económicos o religiosos se concebían en aquel tiempo en referencia a Dios y su ley. Un problema puramente secular habría sido algo inconcebible. Jesús estaba mucho más sinceramente interesado por la liberación de lo que lo estaban los Zelotes. Estos deseaban un simple cambio de gobierno: de un gobierno romano a uno judío. Jesús, por el contrario, deseaba un cambio que había de afectar a todos y cada uno de los aspectos de la vida y que debía llegar hasta los más básicos fundamentos, tanto romanos como judíos. El verdadero problema era la opresión en sí, no el hecho de que un romano pagano se atreviera a oprimir al pueblo escogido de Dios. La causa fundamental de la opresión era la falta de compasión en el hombre. Quienes protestaban por la opresión romana haciendo caso omiso de la opresión que ellos mismos ejercían sobre los pobres, carecían de compasión tanto como los romanos, o más. Habría sido imposible para los hombres del tiempo de Jesús concebir a éste como un hombre eminentemente religioso que tratara de evitar todo contacto con la política y la revolución. Seguramente se trataba para ellos de un hombre blasfemamente irreligioso que, so capa de religión, estaba socavando toda la serie de valores en los que se basaba la religión, la política, la economía y la sociedad. Era un peligroso y sutilmente subversivo revolucionario. Padre Pacho elpadrepacho@hotmail.com