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CONFERENCIAS ASPP La contención del dolor psíquico en un Equipo de Salud Mental Antonio de la Plata Caballero Sevilla 19 de febrero de 2011 Se hace un repaso al concepto psicoanalítico de contención, para definir al Equipo de Salud Mental como una estructura continente. Se habla de la necesidad de que el equipo se provea de espacios de reunión y se muestra más tarde diversos ejemplos clínicos. 2 La contención del dolor psíquico en un Equipo de Salud Mental Cuando un residente de Medicina de Familia viene a rotar por nuestro Centro suelo decirle que para mí, lo más importante de su estancia con nosotros, es que al final de su rotación pueda hacerse cargo de que no sólo existe el dolor físico, sino que el psíquico, el dolor emocional, también existe y que duele tanto o más que el otro. La mayoría, aunque extrañados, asienten, a pesar de que no puedo olvidar que un residente acude a su rotación para intentar calmar sus ansiedades en relación con la atención que va prestar en el desempeño de su profesión con los pacientes “mentales”. Hace ya 18 años que trabajo en el mismo Centro de Salud Mental. En este tiempo ha habido diversos Equipos que responden a diversos momentos tanto personales como de personas. Creo que este tiempo es suficiente para poder ir viendo con perspectiva lo sucedido. En este tiempo también yo mismo he seguido un proceso personal y formativo que influye sobremanera en esta perspectiva. Quizás una de las conclusiones a las que puedo llegar es que la mayor parte de los pacientes que acuden al Centro buscan una estructura continente que les ayude a manejar sus ansiedades unas veces internas, otras externas y las más de las veces de los dos tipos. 2 3 La contención del dolor psíquico en un Equipo de Salud Mental Y qué será eso de una estructura continente. Usaré las ideas expresadas por Pérez Sánchez en su libro Prácticas Psicoterapéuticas para intentar explicarlo1. Una de las formas de entender la psicopatología es considerarla como la consecuencia de una intolerancia frente al dolor mental que origina el contacto con la realidad, por lo que se tiende a huir del mismo mediante recursos defensivos, más primitivos cuanto más acusada sea dicha intolerancia. Entre ellos el de escindir, separar de la propia mente las vivencias indeseables y, a ser posible, ponerlas, proyectarlas en alguien, persona o institución. Desde esta perspectiva la tarea de un servicio de salud mental sería la de procurar niveles óptimos de integración de las experiencias emocionales. Es esa tendencia a la integración la que preside la idea de estructura continente. Pero dicha integración se presupone que ha de producirse previamente en el equipo terapéutico que recibe el impacto de las proyecciones. La estructura continente viene dada por la organización del equipo terapéutico como grupo de trabajo junto con el desarrollo de recursos terapéuticos adecuados a las demandas. En este proceso el equipo necesita dotarse de espacios de contención para poder enfrentarse a la tarea. El principal, en mi opinión es la “reunión del equipo”, y qué difícil es conseguir que este espacio se mantenga en el tiempo. Debe tener su encuadre, frecuencia y duración y, aunque con un orden del día establecido, tener la suficiente flexibilidad para que permita la expresión de las Pérez Sánchez, A (1996). Prácticas Psicoterapéuticas. Psicoanálisis aplicado a la asistencia pública. Barcelona. Paidós. 1 3 4 La contención del dolor psíquico en un Equipo de Salud Mental diversas ansiedades surgidas en el desempeño de nuestro trabajo. Pero, como dice Felipe Vallejo2, estos espacios de encuentro no son en sí un lugar de descarga o de un mirarse mutuamente, como si el objetivo de trabajo fuese el mismo equipo. Se trata de, a través de la relación con la tarea, poder tener un lugar de escucha y de palabra donde las dificultades y los obstáculos se puedan poner en juego por parte de todos los miembros del Equipo. Añadiría que mantener sesiones clínicas, exponer trabajos bibliográficos o de creación, reuniones administrativas y organizativas son muy importantes. Pero sin el anterior quedarían como piezas sueltas de un puzle. Siguiendo a Tous3 creo que el aspecto interpersonal, con toda la movilización de emociones, afectos y fantasías que comporta, es lo que nos permite participar del estado emocional del paciente y contribuir a la estructuración de su aparato mental. Para cumplir su cometido el terapeuta debe vivir estados emocionales muy parecidos a los del paciente sin dejarse destruir por ellos: esto le permite continuar pensando. Bion (1959) piensa que la identificación proyectiva tiene ya una esencial importancia en las primeras comunicaciones entre la madre y el bebé, y por tanto en la comunicación preverbal. Vallejo, F, (1999). El Equipo: Terapia y Equipo Terapéutico. Las Terapias. VIII Jornadas de Equipos de Salud Mental en Andalucía. ESM Macarena Norte. Sevilla 3 Tous, JM (2000). Interacción analítica: La Participación emocional del analista. Temas de Psicoanálisis Vol. V. 2 4 5 La contención del dolor psíquico en un Equipo de Salud Mental Nos describe cómo el niño se siente abrumado por afectos extremos y no modulados que se proyectan en la madre y explica (1962) la importancia de la función de rêverie (ensoñación), de modo que, si todo va bien, la madre internaliza los aspectos proyectados, los modula, los transforma, intenta darles un significado y los devuelve al bebé de forma que pueda asimilarlos. La rêverie sería ese estado psíquico de la madre que le permite hacerse cargo del terror proyectado por el niño. El niño, finalmente, internaliza este proceso y, por identificación con la madre, aprende y desarrolla su capacidad de contención; por tanto, el niño recibe no sólo el contenido ya transformado sino también el propio proceso de contención que la madre ha llevado a cabo para él. Siguiendo esta idea, los seres humanos intentamos apartar de nosotros emociones y sentimientos tan dolorosos que nos sentimos incapaces de seguir viviendo a su lado. Esta amputación de nuestro yo no es gratuita. Ya que inconscientemente siguen en nosotros y provocan lo que conocemos como síntomas. Hacemos lo que podemos. El objetivo de un tratamiento sería el que la persona se reencuentre con esos sentimientos, pueda integrarlos, ponerle palabras. Esto es algo que me oigo repetir una y otra vez en los grupos de terapia. Poner palabras a los sentimientos. Pero previamente el terapeuta ha soportado ataques, huidas, reproches, los ha podido metabolizar y se los ha devuelto de otra manera a la persona. 5 6 La contención del dolor psíquico en un Equipo de Salud Mental Y aquí yo me detendría para preguntarme y preguntarles si en realidad queremos acercarnos o alejarnos del sufrimiento emocional que nos transmiten nuestros pacientes. ¿Nos dejamos penetrar por las proyecciones de nuestros pacientes o nos impermeabilizamos con frases como sólo viene a por la paga, esto es una distimia, dios mío ya está aquí Pilar, esta lo que es es una manipuladora? Claro que es perfectamente lícito sentir esto que he caricaturizado y el que esté libre de culpa que tire la primera piedra. Pero a veces esto refleja que nos alejamos del dolor de nuestros pacientes y creo que algo tiene que ver lo difícil que es compartir, vivir esos estados emocionales y no morir en el empeño. Así vemos que un Centro de Salud Mental puede ser una estructura continente o también podría ser una serie de despachos donde se gestionan peticiones de consulta, podría decir, perdón por la expresión, se “despachan”, ya que nuestra tarea en relación a esas peticiones de consulta es que esas personas que traen el papel no se conviertan en clientes permanentes del Centro. Si se convirtieran en clientes un alto porcentaje, se hablaría de mala praxis. Supongo que todos tenemos experiencias de este tipo de autoimposición, entre otras cosas porque si pasa a ser cliente del Centro, qué espacio le puedes dar para abordar sus ansiedades. Esto me lleva a la conclusión de que tenemos que aceptar que no podemos hacernos cargo de todo lo que nos llega, asumiendo nuestras limitaciones. Y en 6 7 La contención del dolor psíquico en un Equipo de Salud Mental ese interjuego entre asumir o no asumir el caso nos olvidamos a veces del sufrimiento de la persona que tenemos enfrente, persona que por otra parte acude, normalmente porque se siente incapaz de hacerse cargo de ese sufrimiento. Hay una experiencia que creo ayuda y mucho a entender esto del sufrimiento, de la identificación proyectiva, de la contención. Desde febrero de 2002 venimos realizando en el Área de Salud Mental del Área Hospitalaria Virgen Macarena de Sevilla un grupo donde nos reunimos residentes de Psiquiatría, Psicología clínica y yo mismo. Nos reúne el deseo de tener un espacio donde poder hablar de cómo nos relacionamos con nuestros pacientes. Este espacio quiere ofrecer “otra formación”, probablemente olvidada en los programas de formación al uso y probablemente no reconocida como área de conocimiento a alcanzar: tomar contacto con los factores emocionales implicados en toda relación. Lo llamamos Grupo Balint. “Se trata de un espacio dedicado a tratar nuestras propias ansiedades generadas por la relación con el paciente, lo que nos permite una mejor comprensión del paciente y de nosotros”.4 Esto referían los propios residentes en una Comunicación que titularon: “Grupo Balint: integrando al residente” (junio 2003). Balado, L. y cols. Grupo Balint: Integrando al Residente. Comunicación presentada al XXX Symposium de la SEPTG, sobre “Integración”. Carmona (Sevilla) junio de 2003. 4 7 8 La contención del dolor psíquico en un Equipo de Salud Mental Les mostraré un ejemplo de una sesión de este grupo: Lo podríamos titular la ruptura sentimental Comenta la Residente (R).- “Me entregan un informe del médico de cabecera de una mujer joven con sintomatología depresiva. Mi primer pensamiento fue que podría ser por una ruptura sentimental. Yo estaba preparada para atenderla en mi rol de médico especialista.” “Cuando estoy en la consulta veo entrar a una chica más o menos de mi edad acompañada de su madre. Me llama la atención que no me mira. Al preguntarle se queda callada y es con la madre con la que tengo que hablar, y no me aclara qué le ocurre a su hija. Cuando me quedo a solas con la paciente me mira y me pregunta: “¿Soy un hombre?”, y vuelve a quedarse callada. Ante la pregunta me quedé muy sorprendida, angustiada, porque no sabía qué decir; me quedé callada yo también. Me daban ganas de levantarme, ponerme a su lado y decirle no pasa nada, como si fuese una niña pequeña. Pero decidí seguir el guión preestablecido y ponerme en mi papel de médico para disimular mi malestar, pues tenía claro que la paciente necesitaba ayuda. Mi manera de abordar esta situación no fue otra que explorar psicopatología.” 8 9 La contención del dolor psíquico en un Equipo de Salud Mental Siento así mi propia despersonalización, me veo haciendo algo que no siento en ese momento. Me entran dudas acerca de mi propia identidad como médico psiquiatra. ¿Soy profesional si me dejo llevar por mis emociones? ¿Y si no lo hago, realmente es terapéutica mi actuación? ¿Cómo voy a ayudar a alguien a saber quién es si ni siquiera yo estoy segura de mí misma? Un miembro del Grupo comenta (G1): “Es que nos pasa eso de que queremos seguir un guión y no se puede.” Otro comenta(G2).- “Sí, creo que de ahí viene la angustia, ya no tenemos el guión, y ahora qué hacemos”. El coordinador del grupo señala (C).-Parece que también expresas como vivimos una disociación de los sentimientos. Ante una paciente disociada tú misma te sientes así, disociada”. (R) .- “Sí, yo no sabía qué hacer, por un lado sentía una cosa, el deseo de consolarla y por otro le preguntaba por la psicopatología”. (G3).- “A lo mejor es que siempre queremos saber y saber, y no aceptamos que no todo se puede saber”. (G2) .- “Es nuestra deformación como médicos”. (G5).- “Tampoco podemos olvidar el contexto de nuestro trabajo. Nos exigen respuestas rápidas y nosotros nos angustiamos por si estaremos haciendo lo adecuado o no”. 9 10 La contención del dolor psíquico en un Equipo de Salud Mental (G1).- “Yo creo que te hizo vivir el desconcierto de no saber quién es, de no saber qué hacer”. (C).- “Parece que la paciente pone en ti cosas de ella y tú lo vives como propio”. (G).- “Pero parece que siempre pasa lo mismo, que vivimos lo que el paciente pone en nosotros”. (C).- “Pues habrá que estar atentos a eso, si de verdad queremos aliviar en la medida de nuestras posibilidades el sufrimiento de nuestros pacientes”. Algo que me ha llamado especialmente la atención ha sido como a lo largo de las sesiones determinados conceptos psicoanalíticos que para mí eran tan “difíciles” de entender los hemos podido aprehender con una relativa facilidad. Uno de estos conceptos es el de identificación proyectiva. Cómo las personas ponen partes de ellos mismos, partes de su propia identidad, fuera de ellos, en sus interlocutores. En el contexto de una relación paciente-terapeuta en el terapeuta. Y como nos vemos influidos por esa proyección. El grupo ha visto una y otra vez como se repetía este hecho. Claro que el desarrollo de este espacio no puede reemplazar la necesidad de tener una experiencia personal (análisis, psicoterapia) para poder entender al paciente incluyendo su parte emocional, manteniendo una distancia. Como decía 10 11 La contención del dolor psíquico en un Equipo de Salud Mental antes, en nuestro trabajo atendemos a personas que viven situaciones que generan lo que podríamos llamar dolor psíquico (ansiedad, miedo, depresión, culpa). El profesional quedará de alguna manera afectado por tales emociones, entrará en contacto con ellas, lo que le permitirá calibrar la intensidad del sufrimiento y así adecuar la respuesta técnica. Una experiencia personal viene a ser como el reencuentro con partes de uno mismo que no han podido “metabolizarse”, partes que tienen que ver con nuestro mundo emocional. El poder integrarlas, en la medida de lo posible, nos permitirá acercarnos, sin confundirnos, al sufrimiento, ofreciendo la comprensión y contención del ser humano al que atendemos5. A continuación les presento diversas viñetas clínicas. Probablemente las pongo porque he podido sentir que he podido ayudar a estas personas a contener su dolor. Pero no siempre es así. Ana es una paciente de 20 años de edad. Acude al C.S.M. remitida por su médico de cabecera por clínica depresivo-ansiosa. En la entrevista comenta como desde hace varios meses se siente mal, no todos los días, angustiada, con ganas de llorar. Quizás tenga que ver con los estudios, dice. Pero al preguntarle por su familia empieza a llorar. Habla de cómo la relación entre sus padres no es buena. Comenta llorando que su madre la usa de confidente, y ella no quiere 5 De la Plata, A. Formación en Psicoterapia. Grupo Balint. 11 12 La contención del dolor psíquico en un Equipo de Salud Mental decirle que no le cuente esas cosas, “porque si no, a quien se las iba a contar”. Si sale con su novio o las amigas se siente mal, porque su madre se queda sola en la casa. Ella es la más pequeña de cuatro hermanos. Estudia segundo curso de una carrera universitaria. El psiquiatra le ofreció un espacio para poder hablar “de estas cosas que le duelen”, de cómo vive con culpa los problemas de relación con sus padres. De lo difícil que resulta crecer cuando hay que seguir siendo una niña para que su madre se sienta mejor. Poder hablar de su miedo a hacerse mayor. Al cabo de un año y, tras una ligera mejoría, se le ofreció hacer una psicoterapia semanal en un grupo. La paciente aceptó. Miguel tiene 57 años. Está casado y tiene 3 hijos. Desde hace más de 30 trabaja como técnico en el montaje de estructuras. Acudió a la consulta por un cuadro depresivo. Ya venía tratado por el médico de cabecera con un antidepresivo. El paciente se sentía muy dañado por sus jefes al no reconocerle la calidad de su trabajo. Lo describía como un caso de mobing. Se le planteó que en otro espacio, el judicial, ya estaba tratando el tema laboral, y que en el Centro le podíamos ayudar a poder elaborar ese daño emocional que él sentía. Al ser cuestionado en su trabajo llevó este cuestionamiento al conjunto de su vida. Él había investido a su trabajo con todo lo bueno que tenía y prácticamente no había dejado nada para el resto de sus actividades, incluida su vida familiar. Se 12 13 La contención del dolor psíquico en un Equipo de Salud Mental le propuso un trabajo focal para poder recuperar parcelas de su identidad que creía perdidas, trabajo que realizó. Juan tiene 33 años. Ha tenido dos hospitalizaciones coincidiendo con dos episodios psicóticos. Está diagnosticado de Trastorno Esquizoafectivo. Desde hace 7 años acude regularmente a un grupo de terapia en el Centro. Trabaja en la construcción. Ahora se ha independizado y vive solo en su propio piso. Mantiene un buen contacto con sus padres. Ha tenido que trabajar duro en el grupo los sentimientos de pérdida, en relación a su salud, a su anterior círculo de amistades. Está pudiendo hacerse cargo de su enfermedad sin por ello renunciar a llevar una vida “normal”. El grupo le ayuda como espacio donde contener ansiedades. En este mismo espacio Alberto, 37 años, relata la escena reciente vivida con un familiar. Era una conversación telefónica en la que este familiar al que no veía desde hace muchos meses le hacía las típicas preguntas de ¿cómo estás?, bien responde, ¿necesitas algo?, pues sí, cariño; ¿te estás tomando la medicación?, le responde con otra pregunta este familiar. El grupo le ofrecía un espacio donde expresar su inmenso dolor. 13 14 La contención del dolor psíquico en un Equipo de Salud Mental Son innumerables los ejemplos que se pueden traer. Como el de Amalia, de 34 años, diagnosticada de esquizofrenia y que trabajaba en una empresa de publicidad. Amalia sufrió, de pequeña, varias operaciones de cirugía y la ausencia de sus padres que acompañaban a su hermana por distintos hospitales buscando tratamiento para la grave enfermedad que padecía. De esto hemos podido hablar en la consulta a lo largo de innumerables entrevistas. Pero para poder hacerlo ha sido necesario también “estar” en los momentos de crisis, “permanecer” como algo estable cuando la paciente no podía pensar sino sólo “expresar” su inmensa angustia mediante el delirio. Creo que cualquiera de nosotros que quiera tratar a un paciente necesita comprender lo que le está pasando a esa persona en concreto que tiene enfrente. Tanto a nivel interno como a nivel externo. No siempre vamos a poder devolver a ese paciente nuestra comprensión, pero ésta nos sitúa mucho más cerca de poder aliviar el dolor mental, el sufrimiento emocional. El poder escuchar, el poder comprender es algo que no debería dejarse en el baúl de nuestra práctica médica. El alivio que para el paciente supone sentirse escuchado y comprendido, sentirse contenido, amplía con creces el que le pueda reportar el ansiolítico o el antidepresivo. La actitud dominante, desde el punto de vista psicodinámico, es tratar de 14 15 La contención del dolor psíquico en un Equipo de Salud Mental conocer y comprender, hasta donde se pueda, el campo asistencial que atendemos. Ello se sustenta en la hipótesis psicoanalítica de que el conocimiento de la realidad psíquica comporta progreso en cuanto a modificar, en lugar de evitar, el sufrimiento emocional. Lamento decir que en nuestro Equipo las prácticas psicoterapéuticas van disminuyendo. La inmensa mayoría de nuestras actuaciones las podría definir como entrevistas de apoyo en el sentido de Schneider, de reforzar aquellos aspectos sanos del yo sin entrar en confrontaciones o interpretaciones. Estas entrevistas se hacen cada dos, tres, cuatro meses, y casi siempre conllevan una prescripción farmacológica. Y si un paciente presenta una situación de urgencia lo atendemos como podemos, todos los días si hace falta, pero a costa de qué. Esto ni es malo ni es bueno, es una realidad. Psicoterapias individuales aunque fueran breves, apenas podemos realizar. Se mantienen, a duras penas, varios espacios de psicoterapia grupal que quedan como pequeñas islas emergentes en un océano de entrevistas de apoyo. Cuando termino una sesión de un grupo siempre me digo qué bien, hemos podido trabajar esto o lo otro, pero dura escasos segundos. En seguida aparece la realidad. Que si una llamada, dos, tres, que si el informe, que si puedes hacer una receta, que si hay tres urgencias… Todos sabemos de esto. Probablemente necesitamos más medios, más tiempo, más de todo, pero no lo hay. 15 16 La contención del dolor psíquico en un Equipo de Salud Mental ¿La respuesta es la de responder mediante árboles de decisión a las demandas? Ves, es “evidente” que ante tal patología la respuesta es ésta. ¿Las reuniones de equipo convertidas en reuniones de objetivos? La tarea ¿es la de atender la demanda o la de lograr los objetivos? A lo mejor no hay otro camino. Yo creo que sí lo habría, aunque desconozco su coste. Y este pasa por prepararnos cada uno a nivel interno con un trabajo personal para poder contener nuestras propias ansiedades. Que este trabajo nos ayude a contener las ansiedades de nuestros pacientes. Ser lo suficientemente numerosos para poder atender a esas demandas. Establecer espacios de supervisión para no sentirnos desbordados. Y cuidar las reuniones de los equipos terapéuticos como si de nosotros mismos se tratara. De esta manera probablemente podría contenerse algo del dolor. 16