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LAS RELIGIONES Para que exista una religión es necesaria la creencia en una realidad suprema (Dios) que adopta un determinado nombre en cada religión, la presencia del ser humano que practica esa religión y el nexo de unión entre ambos. Es decir, las diversas formas a través de las cuales la persona se relaciona con la divinidad. El siguiente esquema sería aplicable a cualquier tipo de religión. REALIDAD SUPREMA - MEDIACIONES - SER HUMANO RITOS (ACCIONES CONCRETAS) ESPACIOS SAGRADOS (TEMPLOS, SANTUARIOS...) PERSONAS SAGRADAS (PROFETAS, GUIAS...) TIEMPOS SAGRADOS (FIESTAS, CELEBRACIONES) RELATOS SAGRADOS (LIBROS SAGRADOS, ORACIONES, LECTURAS...) JUDAÍSMO EL judaísmo es la más antigua de las religiones monoteístas, se inició hace aproximadamente 5 milenios. Sus fundadores son los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob (datados en los siglos XIX – XVIII a.C.) y Moisés (siglo XIII a.C.). Los judíos creen en Yahvé, el Dios único, creador y salvador; en la alianza entre Dios y el pueblo de Israel; en la historia como Historia de la salvación, y en la llegada del Mesías y del Reino de Dios al final de los tiempos. Para vivir eternamente la paz y la justicia completas que traerá el Mesías, es necesario practicar los mandamientos de la Torá, amar a Dios y al prójimo como a ti mismo, sin olvidar al extranjero. Yahvé se da a conocer al pueblo de Israel, con quien hace un pacto, de modo que Él se convierte en su Dios y ellos en el pueblo elegido. La forma de hacerlo es a través de algunas personas escogidas por Él y a las que da el encargo de transmitir su mensaje. La revelación de Dios: Es un Dios de amor y justicia, solidario con los justos y oprimidos. La experiencia de Dios en la religión judía es la de un Dios vivo que interviene en la historia eligiendo al pueblo de Israel para liberarlo y establecer una alianza con él. El primero que recibió el mensaje de Dios fue Abrahán, el primer patriarca reconocido como tal, tanto para los judíos como para los cristianos y los musulmanes - En Abrahán Dios se da a conocer como el Dios único y verdadero. - Le prometió que sería padre de un gran pueblo en una nueva tierra. - Abrahán debía confiar en Dios, abandonar su tierra e ir donde Dios le guía. Abrahán cumplió el pacto y se marchó de su ciudad, Ur de Caldea, para establecerse en el país que Dios le indicó, Canaán. En Canaán, Dios cumplió sus promesas dándole esa tierra y también descendencia para llegar a ser el padre de un gran pueblo, el pueblo de Israel. La relación de Dios con Abrahán resume el núcleo más importante de la Revelación de Dios en la religión judía: Dios se da a conocer o se revela como el Dios único y verdadero y si el pueblo escogido sigue la guía de Dios, Él les hará su pueblo, el pueblo de Dios. Pero el plan de Dios sobre el ser humano no se da a conocer de una vez por todas. La verdad es que no habría sido fácil para un pueblo de pastores nómadas asimilar el proyecto de salvación de Dios de una vez, de modo que esta revelación es progresiva, y además de un modo didáctico, sacando enseñanzas de su propia vida. La Alianza de Dios con su pueblo: Si observamos la historia del pueblo de Israel de un modo lineal, acontecimiento tras acontecimiento, podemos llegar a la conclusión de que siempre se repite el mismo esquema que vemos en Abrahán. - Dios, que siempre está presente, toma la iniciativa. Se realiza la Alianza con su pueblo, a través de personas escogidas, como Abrahán y Moisés. - La ruptura de la Alianza comporta un castigo, que les lleva al arrepentimiento. - Se da una nueva oferta de Alianza por parte de Dios. Los profetas: Para el pueblo de Israel, el profeta es aquel que habla en nombre de Dios. Los profetas son personas elegidas por Dios para dirigirse al pueblo y transmitirle, con palabras, signos y gestos, aquello que Él quiere decirles. Los profetas tienen una triple misión. - Recuerdan al pueblo su alianza con Dios y el compromiso que ha adquirido con él. - Denuncian la infidelidad, la injusticia, la mentira y todo lo que rompe la alianza. - Ayudan a mantener vivas la fe y la esperanza. - La Torá: Está formada por los 5 primeros libros de la Biblia y contiene la Revelación de Dios. Su núcleo es la Ley de Dios. Esta ley hay que entenderla desde dos puntos de vista. Por un lado, la Ley como una serie de normas sociales y religiosas, cuyo centro está en los 10 Mandamientos o Decálogo. Y por otro lado, la Ley como Palabra de Dios. Es la oferta de Dios para que el pueblo elegido alcance la salvación. En el Antiguo Testamento se habla de Dios en un lenguaje antropomórfico, como si fuese una persona viva y real que experimenta sentimientos humanos. Pero con el fin de no reducir a Dios a simples atributos humanos, el Antiguo Testamento recuerda: “Yo soy Dios, no un hombre” (Os 11, 9), y prohíbe hacer imágenes de la figura de Dios: “No te harás escultura ni imagen alguna de lo que hay arriba en el cielo... no te postrarás ante ellas, ni les darás culto” (Ex 20, 4-5). Algunos preceptos de la liturgia judía son: recitar textos sagrados en la sinagoga y en el hogar, realizar el ritual de iniciación al judaísmo, celebrar el shabat (el sábado, séptimo día de la semana judía y día de descanso) y participar en sus fiestas religiosas (por ejemplo, la fiesta de la Pascua judía). ISLAM Su fundador es Mahoma, que vivió en la Meca y en Medina (Arabia Saudí) entre los siglos VI – VII d.C. La propuesta de salvación de Alá, el nombre que el Islam da a Dios, viene dada en el Corán, el libro sagrado. La palabra Corán significa “revelación, inspiración”. Según la tradición, el contenido del Corán fue revelado directamente por Dios, mediante el ángel Gabriel, al profeta Mahoma. Mahoma, el último de los profetas: El Corán reconoce la labor de una serie de profetas, entre los que se encuentran Abrahán y Jesús, al que no reconocen como Hijo de Dios, sino como un profeta más. Pero el último de los profetas, según el Islam, fue Mahoma. Mahoma nació en La Meca hacia el año 570 d.C. y quedó huérfano muy joven. Desempeñó los oficios de pastor y conductor de caravanas. En sus viajes conoció a minorías judías y cristianas que no habían comprendido bien ni el mensaje de Cristo ni la tradición judía en la que éste había surgido. Ello explica las inexactitudes que se encuentran a veces en la religión mahometana sobre el cristianismo y el judaísmo. Hacia el año 610, tras varias revelaciones, Mahoma empezó su vida profética en la Meca. Anunciaba la existencia de un Dios único, Alá, que condenaría a los que trataban mal a sus esclavos y a los que no cuidaban de los huérfanos, de las viudas y de los pobres, y premiaría a todos los que practicaban el bien. El Corán, la revelación: Libro sagrado del Islam (siglo VII d.C.) formado por 114 suras o capítulos. Mahoma estaba convencido de haber sido enviado a recitar el mismo mensaje que contenían los libros del Antiguo Testamento de judíos y cristianos, pero con la diferencia de que en el Corán se encuentran las palabras exactas de Alá. Esta revelación contiene todo el proyecto de salvación de Alá para los hombres. Los temas que trata son: - Los profetas en los pueblos de la Antigüedad. - Descripción del fin del mundo y del juicio final. - Código religioso, moral y legislativo. En el islam, Alá es el único Dios: “No existe más Dios que Alá, y Mahoma es su profeta”. Alá es trascendente y juez y no se parece a nada, ni nada le es similar; nada ni nadie se puede llamar así. En el islam está prohibido hacer imágenes sobre Dios. La mayoría de las suras o capítulos del Corán comienzan con el siguiente versículo: “en el nombre de Dios, el Clemente y el Misericordioso”. En todo el Corán se llegan a citar hasta 99 atributos de Alá. Algunos son: “Él es Dios. No hay Dios sino él. Él conoce lo desconocido y el testimonio. Él es el Clemente, el Misericordioso, Él es Dios. No hay Dios sino ÉL. Él es el Rey, el santísimo, el Pacificador, el Creyente, el Presente, el Poderoso, el Terrible, el Soberbio. ¡Gloria a Dios por encima de lo que Le asocian! Él es Dios, el Creador, el Innovador, el Formador. Posee los nombres más hermosos. Lo que hay en los cielos y en la tierra canta su alabanza, Él es el Poderoso, el sabio” (Corán 59, 22-24). Los cinco pilares del Islam: Son las grandes obligaciones del creyente y el elemento central del culto y la religiosidad musulmanas. - La profesión de fe (sahara) Es recitada a diario por los musulmanes. “No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta”. Pronunciada ante dos testigos basta para ser considerado musulmán. - La oración ritual (salat) Según la tradición se hace cinco veces al día, en un estado de pureza ritual, sobre el suelo limpio y en una alfombra especial de oración que separa al musulmán del mundo. El viernes, al mediodía, en la mezquita se realiza una oración especial. - El ayuno (sawn) Más conocido como ramadán, recuerda el noveno mes del año lunar durante el que Mahoma recibió la revelación divina. Consiste en abstenerse de comer, beber y de tener relaciones sexuales desde el amanecer hasta la puesta del Sol. Con este ayuno se obtiene la absolución de los pecados. - La limosna (zakat) Significa crecimiento y purificación. Es crecimiento porque el dinero da frutos y es purificación de la necesidad de riquezas y su mal uso. El musulmán ha de entregar todos los años a los pobres una limosna equivalente al 2’5 % de su renta anual. - La peregrinación a la Meca (hayy) Tiene un doble significado. Por un lado significa volver a las fuentes del islam y por otro manifiesta la unidad del islam. La peregrinación culmina en la ciudad de la Meca, donde se encuentra el santuario de la Kaaba, que contiene la piedra negra sagrada y que, según la tradición islámica, fue construido por Abrahán e Ismael. Todo musulmán, si tiene posibilidad, está obligado a hacerla. Para ello, el peregrino se viste con un vestido que se compone de dos lienzos blancos sin costuras. El viernes es el día de descanso, en el que se debe participar en la plegaria en la mezquita. HINDUISMO El hinduismo surge aproximadamente hacia el 1.500 a.C., fruto de la fusión de las culturas y religiones de la India con las de los pueblos arios que llegaron. Es la religión viva más antigua del mundo. Cuenta con 700 millones de seguidores; casi una de cada 8 personas de la tierra es hindú. La palabra hindú proviene del persa y significa “indio”. Antiguamente se daba este nombre a los habitantes del valle del río Indo. Los colonos ingleses inventaron la palabra hinduismo para referirse a las creencias y el estilo de vida de los habitantes de la India. Pero los nativos del lugar se sirven de la palabra Sanatana Dharma, que puede traducirse como orden eterno, para significar su entorno religioso. Los grandes textos sagrados de los hindúes son los Vedas, siglos XV –VII a.C. (divididos en cuatro secciones),que recogen la vida y enseñanza de los dioses y son una recopilación de tradiciones orales compuestas a lo largo de muchas generaciones y en lugares muy distintos; después, los Brahmana (comentarios a los himnos védicos), los Upanishads (cuerpo doctrinal) y los kalpasutra (sobre el culto). En el hinduismo no encontramos un conjunto de normas, creencias y doctrinas comunes a todos los creyentes, aunque la autoridad de los Vedas, es aceptada por todos. Al no existir unos dogmas fijos, el hinduismo admite diferentes concepciones de Dios. Todos creen en un espíritu impersonal, Brahma, el espíritu absoluto o Alma universal, que está presente en cada persona y constituye su alma, el espíritu individual o atman. En la religión hindú se cree en innumerables dioses y diosas. Los tres dioses más importantes y venerados son Brama, Siva y Visnú. A esta tríada que manifiesta las principales funciones del ser supremo, se la llama Trimurti. Brama es el creador de todas las cosas, pero no tiene poder sobre su creación. Cuando los creyentes le piden ayuda, Brama envía a sus auxiliares Siva o Visnú. Siva es un dios contradictorio. Algunas veces actúa como destructor (engendra la enfermedad y decide la muerte), y otras, como conservador y bondadoso (promueve la procreación y el arte). Visnú es un dios conciliador. Es el protector de la humanidad y de la tierra y el que ayuda a las personas. Es el dios preferido de los hindúes, y lo ensalzan con diversos sobrenombres: el Camino, la verdad, la Vida, el padre, el Guía, el Salvador, el Refugio, el Amigo, etc. También creen que el alma pasa por un ciclo de reencarnaciones llamado samsara, regido por una ley moral llamada karma. Cuando el alma consigue liberarse del samsara, alcanza la salvación y la felicidad completa, llamada Mokhsa. El Dharma u orden eterno es un conjunto de normas que garantizan la armonía universal entre dioses, el universo y los seres humanos. Para comprender el camino de salvación o normas de vida que propone el hinduismo, es necesario conocer antes la organización social hindú. El hindú ha de respetar 3 leyes fundamentales: - La ley de castas (brahmanes, guerreros, trabajadores, esclavos y parias). Por su nacimiento, el hinduista pertenece a un grupo social cerrado llamado casta. Por ejemplo, los miembros de una casta sólo se relacionan y casan con personas del mismo grupo. La pertenencia a una de las castas condiciona la vida de las personas. Los hinduistas creen que la persona nace en una determinada casta según los actos realizados en su vida anterior y que debe cumplir con las obligaciones y los deberes de su casta actual para reencarnarse en una casta superior. Los Vedas describen las diferentes castas como nacidas de partes diferentes de Brama: de la boca, los sacerdotes; de los brazos, los guerreros; de los muslos, los comerciantes, artesanos y agricultores; y de los pies, los sirvientes. - La ley de los estados de la vida (estudiante, jefe de familia, eremita y religioso errante); - Ley del comportamiento individual (pureza, autodominio, veracidad y no violencia) Los hindúes creen en la reencarnación. Buscan la purificación final y total que libere al ser humano de la sucesión de reencarnaciones. Para escapar de la interminable cadena de reencarnaciones, el hinduismo propone 3 caminos de liberación o salvación, con el objetivo último de conseguir el encuentro con Brama o Espíritu Universal: El camino de los actos (la acción correcta) consiste en cumplir perfectamente con las obligaciones propias de la casta y del estado de vida sin esperar nada a cambio. - El camino del conocimiento es el camino exclusivo de los brahmanes o sacerdotes y consiste en descubrir a Brama en el fondo de la propia alma mediante la meditación. A través de ella, la persona supera los deseos de los bienes materiales y busca el bien eterno, es decir, a Brama. - El camino de la devoción consiste en servir, con toda el alma y con todas las acciones, a un Dios personal, considerado como una manifestación de Brama. Entienden que el servicio se ha de reflejar en todos los actos de la vida y, también, en el culto ritual como, por ejemplo, rezando plegarias, repitiendo el nombre divino, peregrinando, etc. Seguir alguno de estos caminos de liberación no es fácil. Por este motivo, muchos buscan la ayuda de maestros espirituales, conocidos como gurús, para que los guíen y orienten. También se sirven del yoga, que utilizan como complemento de los caminos. El autocontrol que adquieren con su práctica les ayuda a alcanzar el objetivo último, la unión con el Espíritu Universal. Algunos buenos comportamientos son: realizar ofrendas a los dioses en los templos y en las capillas que las familias tienen en sus casas; rezar, recitar y meditar plegarias; practicar el yoga y el dominio de sí mismo, y participar en las fiestas hindúes que se celebran en honor de los dioses. - BUDISMO Fue fundado en el norte de la India en el siglo VI a.C. por Sidharta Gautama, llamado Buda, a quien se venera en las casas, las pagodas y los monasterios. Buda nació el año 563 a.C. en el seno de una familia acomodada, rodeado de todo lujo y placer. A la edad de 29 años decide salir de palacio y descubre el dolor humano a través de diversas experiencias. Estas experiencias le llevan a intentar liberarse del mal mediante grandes penitencias; pero pasado un tiempo descubre que no hemos de huir del sufrimiento sino que hay que eliminarlo de raiz. Esto lo comenta con sus compañeros en el conocido sermón de Benarés. Su principal libro sagrado es los Tres Cestos o Canon Pali (fechado entre los siglos VI – I a.C.), que narra la vida de Buda y sus sermones. El budismo comenzó como un movimiento de reforma del hinduismo, con la intención de dar respuesta a las preguntas existenciales sobre el dolor y el sufrimiento humano y acepta como verdades muchos de sus aspectos doctrinales. Igual que el hinduismo, el budismo es considerado una religión oriental, porque predomina en Oriente, y mística, a causa de la importancia que da a la meditación y a la experiencia interior. Se caracteriza por su simplicidad. No es una religión de grandes doctrinas muy bien estructuradas, sino práctica. Los budistas creen en la reencarnación, como el hinduismo, y buscan la felicidad en la liberación del ser humano del dolor. Ante el dolor humano, afirman que no se puede perder el tiempo en especulaciones y que hay que eliminarlo. Para ello propone las cuatro nobles verdades, unas actitudes que se han de adoptar. - Todo en la vida es dolor. - La causa del dolor es el deseo. - Se acaba el dolor cuando cesa el deseo. - Para llegar a suprimir el deseo hay que vivir las etapas del camino de la perfección. Los budistas creen también en el samsara, el karma y el nirvana. Según el Samsara, cuando la persona muere, su alma sigue viviendo y, de acuerdo con la ley moral del karma, si empleó su vida para el mal, sufrirá castigo y vivirá una vida desgraciada en otro cuerpo humano o animal; pero si sus comportamientos fueron buenos, el alma será recompensada y vivirá en otro cuerpo humano una nueva vida más cerca del ser de Dios. El nirvana es la salvación y la liberación final del alma del dolor, del deseo, de la muerte y de la sucesiva cadena de reencarnaciones. Para alcanzar el nirvana, se debe venerar y hacer ofrendas a Buda, practicar la meditación, cumplir los comportamientos del Noble Camino Óctuple y participar en las fiestas budistas que celebran los principales hechos de la vida de Buda y sus enseñanzas. Noble sendero de las ocho etapas (camino óctuple): - Recta opinión conocer y comprender las cuatro nobles verdades. - Recta intención mantener una actitud pacífica y alejada de los deseos, del placer, de la malicia y del odio. - Recta palabra utilizar un lenguaje sincero, prudente y conciliador, y evitar la mentira y la conversación inútil. - Recta acción obrar conforme a una regla de conducta noble. Se prohíbe especialmente matar, robar y cometer adulterio. - Recta forma de vida ganarse la vida sin hacer daño a los demás. - Recto esfuerzo fomentar pensamientos, palabras y acciones nobles, y reprimir los malos impulsos. - Recto pensamiento evitar ceder a los dictados del deseo en pensamientos, sentimientos, palabras y acciones. - Recta concentración meditación intensa que libera a la persona de todo deseo y la lleva a un absoluto desprendimiento de sí misma. Se practica mediante el yoga. El budismo evita cualquier tipo de representación de Dios. Para los budistas no existe la figura de un Dios Creador o de un Absoluto que salve. La experiencia del misterio último se expresa a través del silencio. Buda admitió diversidad de dioses mortales (deva), pero guardó el más riguroso silencio sobre Dios como absoluto. Para Buda, Dios es el silencioso, el ausente y el trascendente. Ante Dios, lo único que puede hacer la persona es trascenderse practicando las Cuatro Nobles Verdades. Los discípulos de Buda formaron la primera comunidad budista, pues la práctica de las 4 nobles verdades y el seguimiento en el sentido estricto del sendero de las 8 etapas o ramas suponen la vida monástica. Cuando un joven quiere ingresar en una comunidad budista promete aceptar las enseñanzas de Buda y cumplir la ley que se resume en estos preceptos: - No destruir la vida - No robar - Abstenerse de cometer actos impuros - No mentir - No beber alcohol o bebidas fermentadas - No comer en las horas prohibidas - Abstenerse de danzas, cantos y espectáculos - No adornarse, embellecerse ni perfumarse - No usar cama ni asientos altos o grandes - No llevar ni aceptar oro ni plata CRISTIANISMO Es la religión más extendida en el mundo y la que más ha influido en la civilización occidental. Su número de miembros asciende a unos 2000 millones de personas, distribuidos por todo el planeta. El cristianismo, en muchos sentidos y como cualquier otro sistema de creencias y de valores, se comprende sólo desde el interior de aquellos que comparten la creencia y se esfuerzan por vivir de acuerdo con esos valores. Cualquier descripción de la religión que ignorara estas concepciones internas, no sería fiel en el orden histórico. Se ha dividido a lo largo de la historia en tres grandes grupos: - Católicos: (1250 millones) presentes con diversa intensidad en todo el mundo. Su centro espiritual es Roma. - Protestantes: (287 millones) presentes en Europa del norte y central y Estados Unidos. Se separaron de la Iglesia católica en el siglo XVI. - Ortodoxos: (390 millones) se extienden por Oriente Medio, Grecia y los países de la antigua Unión Soviética. Se separaron de la Iglesia católica en el siglo XI. Doctrina y práctica Una comunidad, un modo de vida, un sistema de creencias, una observancia litúrgica, una tradición, cada uno de estos aspectos del cristianismo tiene afinidades con otras creencias, aunque cada una de éstas también muestra señas particulares, consecuencia de su origen y evolución. Principales enseñanzas Todas las referencias históricas que se tienen de Jesús se encuentran en los Evangelios, una parte del Nuevo Testamento, englobado en la Biblia. Otras partes del Nuevo Testamento resumen las creencias de la Iglesia cristiana primitiva. Tanto san Pablo como otros autores de las Sagradas Escrituras, creían que Jesús fue el revelador no sólo de la vida humana en su máxima perfección, sino también de la realidad divina en sí misma. Un fenómeno tan complejo y vital como el cristianismo resulta más fácil describirlo desde una perspectiva histórica que definirlo de una forma lógica, aunque esta descripción incluya concepciones interiorizadas por los creyentes. Uno de los elementos esenciales lo constituye el protagonismo de la figura de Jesucristo. Es el rasgo distintivo de todas las variantes históricas de la creencia y práctica del cristianismo. Los cristianos no han logrado llegar a un acuerdo sobre la definición de qué es lo que hace que Cristo sea tan característico y único; pero todos coinciden en que su vida y su ejemplo deberían ser seguidos y que sus enseñanzas referentes al amor y a la fraternidad deberían sentar las bases de todas las relaciones humanas. Gran parte de sus enseñanzas encuentran su equivalencia en la predicación de los rabinos o en las enseñanzas de Sócrates y de Confucio. El misterio fundamental del Universo en palabras de Jesús se llamaba "Padre", y por eso los cristianos llaman a Jesús, "Hijo de Dios". Tanto en su lenguaje como en su vida, existía una profunda intimidad con Dios y un anhelo por acceder a él, así como la promesa de que, a través de él, sus seguidores podían participar en la vida del Padre en el cielo y podrían hacerse hijos de Dios. La crucifixión y resurrección de Jesucristo, a la que los primeros cristianos se refieren cuando hablan de él como de aquél que reconcilió a la humanidad con Dios, hicieron de la cruz el principal centro de atención de la fe y devoción cristianas, y el símbolo más importante del amor salvador de Dios Padre. En el Nuevo Testamento, y por lo tanto en la doctrina cristiana, este amor es el atributo más importante de Dios. Los cristianos enseñan que Dios es omnipotente sobre la tierra y el cielo, recto a la hora de juzgar lo bueno y lo malo, más allá del tiempo, del espacio..., pero sobre todo enseñan que "Dios es amor". La creación del mundo y de la especie humana fueron expresiones de ese amor, como también lo fue la venida de Jesús a la Tierra. La manifestación clásica de esta confianza en el amor de Dios viene dada por las palabras de Jesús en el llamado Sermón de la Montaña: "Mirad cómo las aves del cielo no siembran, ni siegan, ni encierran en graneros y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?" (Mat. 6,26). Los primeros cristianos descubrían en estas palabras una demostración de la privilegiada posición que tienen los hombres y las mujeres por ser hijos de un padre celestial como Él, y del lugar aún más especial que ocupa Cristo. Las primeras generaciones de creyentes le otorgaban a Jesús la misma categoría que al Padre, y más tarde utilizaron la expresión "el Espíritu Santo, a quien el Padre envió en el nombre de Cristo". Después de numerosas reflexiones, la expresión adoptó la forma en la doctrina de Dios de la Santísima Trinidad. También aporta una novedad. Presenta a Dios como Padre y lo muestra de un modo original, usando la expresión Abbá, que es la palabra aramea que los niños utilizaban para referirse a su padre. Desde un principio, el camino para iniciarse en el cristianismo ha sido el bautismo "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" o a veces más simplemente "en el nombre de Cristo". En un comienzo, parece ser que el bautismo le era administrado sobre todo a los adultos, después de haber hecho manifiesta su fe y de haber prometido corregir sus vidas. La práctica del bautismo se generalizó más al extenderse también a los niños. Otro rito que es aceptado por todos los cristianos, es el de la eucaristía o cena del Señor, en la que los cristianos comparten pan y vino, expresando y reconociendo así la realidad de la presencia de Cristo, tal como lo conmemoran en la comunión de unos con otros, en la misa. La forma que fue adquiriendo la eucaristía a medida que evolucionó, fue la de una cuidada ceremonia de consagración y de adoración, a partir de textos eucarísticos escritos, sobre todo en los primeros siglos del cristianismo. La eucaristía también se ha transformado en uno de los principales motivos de conflicto entre las distintas Iglesias cristianas, pues no todas están de acuerdo con la presencia de Cristo en el pan y en el vino consagrados y con el efecto que produce esta presencia en los que lo reciben. La comunidad cristiana misma, es decir, la Iglesia, es otro componente fundamental dentro de la fe y las prácticas del cristianismo. Jesús intentó fundar una iglesia y sus seguidores siempre estuvieron convencidos de que su promesa de estar con ellos "siempre, hasta el fin de los días" se hizo realidad mediante su "cuerpo místico en la tierra", es decir, la santa Iglesia católica (universal). Cada vez un mayor número de cristianos de todos los sectores han comenzado a reconocer que no existe un único grupo que tenga el derecho de apropiarse el concepto de Iglesia, y han empezado más bien a trabajar para lograr la unión de todos los cristianos. Culto Todos los cristianos de las distintas tradiciones han subrayado el papel trascendente de la devoción y de la oración individual, tal y como lo indicó Jesús. Pero él también instituyó una oración universal, el Padrenuestro, cuyas primeras palabras subrayan la naturaleza y el sentido de comunidad que tiene el culto: "Padre Nuestro que estás en el cielo". A partir del Nuevo Testamento, se estableció que el día que toda la comunidad cristiana destinaría a la adoración sería, "el primer día de la semana", el domingo, en conmemoración a la resurrección de Cristo. Lo mismo que el sabat judío, el domingo se destina al descanso. También es el día en que los creyentes se reúnen para oír la lectura y la predicación de la palabra de Dios recogida en la Biblia, de participar en los sacramentos y de rezar, alabar al Señor y darle gracias. En cuanto a los sacramentos, en la historia del pensamiento cristiano, gran número de actos han sido llamados misterios o sacramentos. En el siglo XII se concretaron en siete: bautismo, confirmación, eucaristía, penitencia, Unción de enfermos, órdenes sagradas y matrimonio. Estos fueron los que la Iglesia halló imprescindibles para la celebración litúrgica regular del misterio cristiano. Una serie de decisiones conciliares del siglo III confirieron carácter oficial al número de siete. Las iglesias ortodoxas también reconocen estos siete ritos como sacramentos, pero no hay ninguna decisión oficial sobre este número. Los reformistas protestantes del siglo XVI declararon que no existen más que dos sacramentos, el bautismo y la eucaristía, por haber sido estos instituidos por Cristo. Los reformistas desmantelaron el resto del sistema sacramental, manteniendo que la gracia de Dios es más accesible merced a los canales más personales: la oración, la escritura y la predicación. La celebración central es el sacramento de la Eucaristía que actualiza la presencia de Jesús resucitado siguiendo su mandato: “Haced esto en memoria mía”. Los demás sacramentos van desde el nacimiento del cristiano hasta su muerte. Las necesidades del culto en comunidad han motivado la creación de miles de himnos, coros y cantos, así como de música instrumental, en especial para órgano. Desde el siglo IV las comunidades cristianas han edificado construcciones especiales destinadas al culto, un hecho decisivo en la historia de la arquitectura y del arte en general. Vida cristiana Las enseñanzas cristianas abarcan todo tipo de temas referentes a la doctrina y a la moral. Los dos pilares básicos de la moral cristiana son los 10 mandamientos y la Bienaventuranzas. Pero esos 10 mandamientos toman un nuevo carácter en el mensaje de Jesús, por lo que se convierten en 2: amar a Dios y amar al prójimo como a uno mismo. La aplicación de estos mandamientos a situaciones concretas, no genera uniformidad en el comportamiento moral ni en el social. Por ejemplo, hay cristianos que adoptan diferentes posturas sobre temas de actualidad, ya sea desde puntos de vista de extrema derecha, de extrema izquierda o de centro. A pesar de ello, es posible hablar de un modo de vida cristiano, aquél que participa de la llamada al servicio y a convertirse en discípulo de Cristo. El valor inherente a cada persona creada a imagen de Dios, la santidad de la vida humana, el matrimonio, la familia, el esfuerzo por alcanzar la justicia, aunque sea en un mundo caído en la desgracia, son compromisos morales dinámicos que los cristianos deberían aceptar; sin embargo, sus conductas pueden no conseguir las metas que imponen estas normas. Ya desde las páginas del Nuevo Testamento se hace patente que siempre ha sido difícil la tarea de desarrollar estos compromisos bajo las condiciones de nuestra existencia cotidiana. Escatología Dentro de la doctrina cristiana late una idea de esperanza en la vida eterna. Jesús se refirió a esta esperanza con tanta insistencia que muchos de sus seguidores estaban a la espera del fin del mundo de un modo declarado y abierto. Desde el siglo I, esta expectación creó una actitud de flujo y reflujo. Los credos de la Iglesia se refieren a esta esperanza usando el lenguaje de la resurrección, de una nueva vida, participando de la gloria de Cristo resucitado. Espacios sagrados Iglesia: son todos los cristianos. Es el lugar donde se reúnen los cristianos. Es como una ONG de los seguidores de Jesús y es el Papa de Roma, los obispos y sacerdotes. La Iglesia está formada por diócesis, asignadas a un obispo. La iglesia más importante de una diócesis es la catedral, donde el obispo preside la misa y ceremonias similares. La catedral contiene la cátedra (silla) desde donde el obispo predicaba a la comunidad en los primeros tiempos. El obispo posee el oficio litúrgico más importante de la diócesis. Se distingue de un sacerdote en la capacidad de conferir las órdenes sagradas y de otorgar de forma habitual el sacramento de la confirmación. El clero secular y regular se encuentra bajo la directa jurisdicción del obispo. Jerusalén es considerada como la ciudad santa por excelencia para los cristianos. Personas sagradas El centro de la fe cristiana es Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre para salvar a la humanidad. A través de él, Dios se hace presente entre los hombres, aportando una novedad a las religiones reveladas: la transmisión del mensaje de salvación se hace por Dios mismo, en persona, mediante su Hijo Jesucristo. Jesús dedicó toda su vida explicar el plan de salvación de Dios y llevarlo a cabo con su muerte y resurrección. Con su muerte cumplió su misión salvadora; También dedicó su vida a anunciar y hacer presente el Reino de Dios en el mundo. En Jesús la Revelación llega a su plenitud. Ésta se había iniciado con el pueblo de Israel. El magisterio de la Iglesia lo ejercen los obispos y el Papa. Su función es enseñar el mensaje de Jesús, interpretando de manera correcta la Palabra de Dios. Fiestas Giran en torno a la vida de Jesús, su nacimiento y su muerte. Los cristianos celebran la navidad como el nacimiento de Jesús y la Semana Santa como la pasión muerte y resurrección de Jesús, su ascensión. Además de celebrar los días referentes a celebraciones concretas de María y a determinados Santos. Historia Casi toda la información de la que se dispone sobre Jesús y los orígenes del cristianismo, proviene de sus discípulos. Considerando que escribieron más para los creyentes que para satisfacer la curiosidad histórica. Tanto la persona como el mensaje de Jesús de Nazaret, tuvo desde un principio numerosos seguidores que creían en él como profeta. El recuerdo de sus palabras y hechos, transmitidos por quienes fueron escribiendo los Evangelios, describen los días que Jesús pasó en la tierra, a la luz de las experiencias que los primeros cristianos identificaron con el milagro de su resurrección de la muerte en la primera Pascua cristiana. Se inspiraron en el lenguaje de las Sagradas Escrituras (la Biblia hebrea, que los cristianos llamaron Antiguo Testamento) para componer un relato de la realidad que habían conocido como apóstoles de Jesucristo. Fieles al mandato de Jesús de que se unieran y formaran un nuevo pueblo de Israel, estos judíos cristianos formaron la primera Iglesia en Jerusalén. Consideraban que ése era el lugar más apropiado para recibir lo prometido: el don del Espíritu Santo y de una innovación espiritual. Los comienzos de la Iglesia Jerusalén era el núcleo del movimiento cristiano hasta su destrucción por los romanos en el 70 d.C. Desde este centro, el cristianismo se desplazó a otras ciudades y pueblos en Palestina, y luego más lejos. En principio, la mayoría de quienes se unían a ellos eran seguidores del judaísmo, para quienes representaba algo nuevo; por lo que al principio el cristianismo se manifestó en relación con la fe judía; una relación de continuidad y realización, de antítesis, y de afirmación. La ruptura con el judaísmo nunca ha sido total, sobre todo pues la Biblia incluye muchos elementos del judaísmo. Esto ha logrado que los cristianos no olviden que aquél al que adoran como Señor era judío y que el Nuevo Testamento no surgió de la nada, sino que se convirtió en una continuación del Antiguo Testamento. Una importante causa del alejamiento del cristianismo de sus raíces judías fue el cambio en la composición de la Iglesia, que tuvo lugar más o menos a fines del siglo II. Las cartas de San Pablo fueron escritas para las primeras comunidades cristianas; en ellas se encontraban muchas de las ideas y términos que más tarde constituirían el eje de la fe cristiana; por ello San Pablo merece el título de primer teólogo cristiano y sus cartas se encuentran recopiladas y codificadas en el Nuevo Testamento. De las cartas de Pablo podemos apreciar los comienzos de una organización basada en el traspaso metódico del mando de la primera generación de apóstoles, entre los que se incluye Pablo, a sus continuadores, los obispos. Empiezan a ser frecuentes términos como obispo, presbítero o diácono. Hacia el siglo III, se acepta generalmente la autoridad de los obispos como sucesores de los apóstoles. Concilios y credos Se hizo necesario aclarar esta doctrina cuando surgieron interpretaciones erradas de las normas transmitidas en el mensaje de Cristo. Las desviaciones más importantes o herejías tenían que ver con Cristo como ser humano. Unos negaban que fuera un individuo como otro, mientras otros hacían de Cristo una figura divina de rango inferior a Dios, el Padre. En respuesta a estas tendencias, en los credos comenzó, en época muy temprana, un proceso para especificar la condición divina de Cristo, en relación con la divinidad del Padre. Las formulaciones definitivas se establecieron durante los siglos IV y V, en los concilios de Nicea (325) y de Calcedonia (451), en los que se acuñaron las doctrinas de la doble naturaleza de Cristo. Persecución Sin embargo, el cristianismo tuvo primero que asentar su relación con el orden político. Dentro del Imperio romano la Iglesia primitiva compartía la misma categoría que el judaísmo. Antes de la muerte de Nerón en el 68, ya se la consideraba rival de la religión imperial. La hostilidad hacia los cristianos no era siempre la misma; las persecuciones tenían causas muy concretas, Pero la lealtad de los cristianos hacia Jesús, era irreconciliable con la adoración al emperador, y emperadores como Trajano y Marco Aurelio, que querían mantener la unidad ideológica del Imperio, veían en los cristianos una amenaza para sus propósitos y decidieron poner fin a la amenaza. Al igual que en la historia de otras religiones, esta oposición creó un efecto inverso y a comienzos del siglo IV el mundo cristiano había crecido tanto en número y en fuerza, que para Roma era forzoso tomar la decisión de erradicarlo o aceptarlo. Diocleciano trató de eliminarlo pero fracasó y fue Constantino quien acabó creando un imperio cristiano. La aceptación oficial La conversión de Constantino situó al cristianismo en una posición privilegiada dentro del Imperio y los cristianos comenzaron a ver rebajados los grados de exigencia y sinceridad de la conducta cristiana y que el único modo de cumplir con los imperativos morales de Cristo era huir del mundo y ejercer una profesión de disciplina cristiana como monje. Desde sus comienzos, con el eremitorio de san Antonio, el monaquismo cristiano se propagó durante los siglos IV y V por muchas zonas del Imperio romano. Los monjes cristianos se entregaron al rezo y a una vida ascética en todo lugar. Al inicio de la edad media, estos monjes se transformaron en la fuerza más poderosa del proceso de cristianización de los no creyentes, de la renovación del culto y de la oración, del campo de la teología y la erudición. El cristianismo en Oriente El emperador Constantino decidió en el año 330, trasladar la capital del Imperio desde Roma hasta una "Nueva Roma", en el punto más oriental del mar Mediterráneo. La nueva capital, Constantinopla (actual Estambul), así llamada en honor al emperador, se transformó en centro intelectual y religioso del mundo cristiano de Oriente. Mientras tanto, el mundo cristiano de Occidente se fue centralizando de forma progresiva: una pirámide cuya cima la constituía el Papa de Roma y los principales centros del mundo oriental, Constantinopla, Jerusalén, Antioquía y Alejandría se desarrollaron de forma autónoma. El emperador de Constantinopla tenía una posición muy destacada en la Iglesia; él era quien convocaba y presidía los concilios. Esta relación que surgió entre la Iglesia y el Estado, se denominó, cesaropapismo. La crisis del siglo VIII respecto a la legitimidad del uso de imágenes en las iglesias, significó también un choque entre la Iglesia y el poder imperial. El emperador León III prohibió las imágenes, precipitando un conflicto en el que los monjes del Este se convirtieron en los principales defensores de los iconos. Más adelante, se restauró el culto a los iconos, lo que supuso una medida de independencia para la Iglesia respecto al Estado. Durante los siglos VII y VIII, tres de los cuatro centros orientales cayeron bajo la influencia expansiva del Islam; el único núcleo que quedó sin conquistar fue Constantinopla, hasta que cayó en manos de los turcos en 1453. El conflicto con respecto a la adoración de las imágenes resultó ser tan grave puesto que amenazaba un hecho fundamental para la Iglesia de Oriente: su liturgia. Se llevaba a la práctica una vida de devoción bajo la influencia de los escritos de los Padres de la Iglesia y de teólogos como san Basilio de Cesarea, quien había asumido un cristianismo helenístico. Todos los rasgos distintivos del cristianismo de Oriente, como la ausencia de una autoridad eclesiástica central, la estrecha relación con el Imperio, la tradición litúrgica y mística, el uso continuado de la lengua y de otros elementos de la cultura griega, así como su aislamiento, a consecuencia de la expansión musulmana, contribuyeron a su alejamiento de Occidente, lo que por último desembocó en el cisma entre el Este y el Oeste. La ruptura entre el cristianismo oriental y el occidental se ha mantenido hasta hoy, a pesar de los repetidos esfuerzos por lograr la reconciliación. Uno de los puntos de conflicto entre Constantinopla y Roma, a comienzos del siglo IX, fue el relativo a la evangelización de los eslavos. La fuerza que ejercían con respecto a la autonomía cultural y étnica hizo evidente, desde muy temprano, que el cristianismo eslavo tenía su propio lenguaje litúrgico. El cristianismo en Occidente Cuando se trasladó la capital del Imperio a Constantinopla, la fuerza más poderosa que quedó en Roma fue la de los obispos. La antigua ciudad, capital de la Iglesia de Occidente, actuó como árbitro de la ortodoxia mientras otros centros, caían en la herejía o en los cismas. El cristianismo occidental durante la edad media era una entidad única, o por lo menos eso trataba de ser. Los pueblos que se convertían, cambiaban incluso su propia lengua por el latín; así fue como el lenguaje de la antigua Roma se transformó en la lengua litúrgica, literaria y cultural de Europa occidental. Los arzobispos, obispos y abades ejercían gran poder en sus regiones, pero estaban subordinados al Papa. Durante los primeros siglos de la edad media, en occidente hubo controversias teológicas. El desacuerdo más común entre Iglesia y Estado, era el referente al derecho de soberanía para nombrar obispos (las investiduras), problema que llevó al Papa Gregorio VII y a Enrique IV, a un callejón sin salida en el año 1075. El Papa excomulgó al emperador y éste se negó a reconocer la autoridad papal. Estuvieron un tiempo reconciliados, pero la tensión continuó. Poco después, se discutió un asunto parecido con respecto a la excomunión del rey de Inglaterra, dictada por el Papa Inocencio III en 1209, controversia que terminó cuatro años más tarde, cuando el rey aceptó los dictámenes del Papa. La base de estas disputas estaba en que la Iglesia tenía una injerencia muy compleja en la sociedad feudal. Obispos y Abades administraban grandes extensiones de terrenos y bienes, constituyendo una gran fuerza económica y política, sobre la que el rey tenía que ejercer un cierto control si quería hacer valer su autoridad sobre la nobleza que estaba bajo su potestad. Por otro lado, el papado no podía permitir que la Iglesia se transformara en el títere de un régimen político. A pesar de ello, sí existió cooperación entre Iglesia y Estado cuando, durante las Cruzadas, cerraron filas contra el enemigo común. La conquista musulmana de Jerusalén significó que los santos lugares vinculados a la vida de Jesús, quedaran bajo un poder no cristiano. Fue aumentando la certeza de que era deseo de Dios organizar un ejército cristiano para liberar Tierra Santa. Al emprender la primera Cruzada en 1095, las tropas cristianas lograron formar un reino latino y un patriarcado en Jerusalén, aunque un siglo más tarde, la ciudad volvió a caer bajo dominio musulmán; en definitiva, las Cruzadas fueron un fracaso, pues no sirvieron para restaurar el cristianismo en Tierra Santa, ni tampoco para unificar Occidente, ni en el plano eclesiástico ni en el orden político. Al contrario, aumentaron los rencores entre los cristianos orientales y occidentales, ahondando más en sus diferencias. La Iglesia medieval sí logró un triunfo importante, que fue el desarrollo de la filosofía y la teología escolásticas. Partiendo de las enseñanzas de san Agustín, los teólogos latinos volcaron su interés por la relación entre el conocimiento de Dios, alcanzable por la razón humana por sí misma, y el conocimiento que se adquiere a través de la revelación. Se adoptó el lema de san Anselmo: "Creo en aquello que puedo entender", y se buscó una prueba concluyente para demostrar la existencia de Dios (el argumento ontológico). Esos cometidos dominaron el pensamiento de los siglos XII y XIII. La teología filosófica de san Agustín intentó aunar el conocimiento natural de Dios, con las enseñanzas de los Evangelios. Junto con sus contemporáneos, san Buenaventura y santo Tomás de Aquino, representaba el ideal intelectual del cristianismo medieval. Con la muerte de Santo Tomás de Aquino, aparecieron nubes de tormenta en la Iglesia de Occidente. En 1309 el papado se trasladó de Roma a Aviñón, donde se mantuvo hasta 1377. A estos acontecimientos siguió el Gran Cisma de Occidente, durante el cual hubo dos, y a veces hasta tres aspirantes al trono papal. Este litigio no se resolvió hasta 1417, cuando se volvió a unir el papado, aunque jamás logró recuperar el férreo control ni la autoridad. La Reforma y la Contrarreforma Hubo reformadores de distintas tendencias que denunciaron el relajamiento moral y la corrupción económica de la Iglesia; buscaban un giro radical de la situación. También se estaban produciendo cambios de tipo social y político, producto del despertar de la conciencia nacional y de la fuerza e importancia cada vez mayores que iban adquiriendo las ciudades, en las que surgió con gran poder una nueva clase social sostenida por el comercio. La Reforma protestante podría ser considerada producto de la convergencia de dichas fuerzas: un movimiento para introducir cambios dentro de la Iglesia, el ascenso del nacionalismo y el avance del "espíritu del capitalismo". El reformador Martín Lutero fue la figura catalizadora que aceleró el nuevo movimiento. Su lucha personal por buscar la certeza religiosa lo condujo a cuestionar el sistema medieval de salvación, e incluso la propia autoridad de la Iglesia; su excomunión por el Papa León X fue un paso decisivo hacia la división del mundo cristiano en Occidente. El proceso no se limitó a la Alemania de Lutero. La reforma inglesa desencadenada por los problemas personales del rey Enrique VIII, tomó su propia vía, manteniendo algunos elementos procedentes del catolicismo, como el episcopado histórico, con otros rasgos protestantes. La Reforma ayudó a fomentar las lenguas vernáculas, en especial a través de traducciones de la Biblia, que contribuyeron a modelar el lenguaje y el espíritu nacional de los pueblos. También otorgó un nuevo impulso a las predicaciones bíblicas y al culto en lengua vernácula, en la que se compusieron himnos nuevos. Dada la importancia que se concedió a que todos los creyentes participaran en el culto y en las oraciones, la Reforma desarrolló sistemas para enseñar y difundir la doctrina y la ética, presentados en forma de catecismos. La Reforma protestante no fue suficiente para agotar el espíritu renovador que existía dentro de la Iglesia católica, por ello se convocó el Concilio de Trento, que se prolongó desde el año 1545 hasta 1563, año en que se logró dar una formulación definitiva a las doctrinas que se debatían, e instituir reformas prácticas respecto a la liturgia, la administración de la Iglesia y la enseñanza de la fe. La responsabilidad de llevar a cabo las decisiones tomadas en el Concilio recayó sobre todo en la Compañía de Jesús, fundada por san Ignacio de Loyola. Considerando que estos cambios coincidieron con el descubrimiento del Nuevo Mundo, el hecho se contempló como una oportunidad de evangelizar a quienes jamás habían oído el evangelio. El Concilio no aceptó las propuestas de los reformistas y reafirmó las de la Iglesia católica, lo cual hizo más permanente la división de la Iglesia. El periodo moderno Durante el siglo XVI, cuando se produjo la Reforma, aunque incluso más durante los siglos XVII y XVIII, se hizo notorio que el cristianismo estaba obligado a definirse ante el auge de la ciencia y filosofía modernas. Este problema se hizo presente en todas las Iglesias, aunque de distinto modo. El hecho de que Galileo hubiera sido condenado por la Inquisición, acusado de herejía, encontró más tarde su equivalente en las controversias protestantes acerca de las consecuencias de la teoría de la evolución en el relato bíblico de la creación. El cristianismo, por lo general, actuaba a la defensiva frente a otros movimientos modernos. El método crítico histórico que se empleaba para estudiar la Biblia, y que había comenzado en el siglo XVII, parecía estar amenazando la autoridad de las Escrituras, por lo que se condenó el racionalismo del Siglo de las Luces por considerarse una fuente de indiferencia religiosa y de anticlericalismo. El incremento de la secularización de la sociedad hizo que la Iglesia perdiera el control de muchos aspectos de la vida cotidiana, como por ejemplo la educación. A resultas de esta situación, el cristianismo tuvo que redefinir su relación con el orden civil. La concesión de tolerancia religiosa a los grupos religiosos minoritarios, y luego la gradual separación entre la Iglesia y el Estado, representaron una nueva orientación del sistema que había sostenido el poder desde la conversión de Constantino, y representa, el cambio de mayor alcance dentro de la historia moderna del cristianismo. El movimiento ecuménico ha sido la organización que con más fuerza ha logrado unir, o al menos llevar a un acuerdo más estrecho, a grupos cristianos que han estado distanciados durante largos periodos. En el Concilio Vaticano II, la Iglesia católica dio importantes pasos a favor de lograr una reconciliación tanto con la Iglesia de Oriente como con los protestantes. Asimismo, durante este concilio se reconoció, por primera vez en un foro oficial, lo positivo que era el genuino poder espiritual presente en otras religiones del mundo (Nostra Aetate). El vínculo existente entre el cristianismo y el judaísmo representa un caso especial. Después de muchos siglos de hostilidad e incluso de persecuciones, ambas confesiones han hecho un esfuerzo por llegar a un entendimiento común, acercamiento que no se producía desde el siglo I. La reacción que han tenido las iglesias ante su incorporación a un mundo más moderno y cambiante, también ha producido el hecho sin precedentes que supone el incremento del interés por los asuntos teológicos. Teólogos protestantes y pensadores católicos, tomaron en sus manos la misión de reorientar las tradicionales apologías de la fe, basándose en experiencias religiosas propias, como una forma de hacer válida la realidad de Dios. En el siglo XIX fue cuando se realizaron más investigaciones históricas a partir del desarrollo de las ideas e instituciones cristianas. Este estudio subrayó que no había una forma particular de doctrina o estructura eclesiástica que pudiera afirmar ser absoluta y última. Estos estudios también sirvieron a otros teólogos para conseguir nuevas fuentes, a partir de las cuales, pudieron reinterpretar el mensaje de Cristo. A pesar de que las búsquedas literarias respecto a los textos bíblicos eran contempladas con mucho recelo por parte de los más conservadores, sirvieron para tener nuevas revelaciones referentes a cómo se habían compuesto y reunido las distintas partes de la Biblia. El estudio de la liturgia, junto con el reconocimiento de que las formas antiguas no siempre tenían sentido en la era moderna, estimuló la reforma del culto. La relación ambivalente entre la fe cristiana y la cultura moderna se hace notoria. Se reconoce el papel que ha representado el cristianismo en la historia social y política. Los cristianos han estado involucrados en las discusiones que tuvieron lugar a lo largo del siglo XIX a raíz del tema de la esclavitud, y las distintas tendencias utilizando argumentos procedentes de la Biblia. El desarrollo de ideologías que propiciaron diversas revoluciones políticas y sociales en los siglos XIX y XX tuvieron su repercusión entre los grupos cristianos, generalmente tachados de reaccionarios, en especial bajo los regímenes de inspiración marxista del siglo XX. También surgieron tendencias que buscaban conciliar el cristianismo con cambios sociales, y en algunos casos, la fe revolucionaria ha surgido de fuentes cristianas. Gandhi sostenía que su acción estaba basada en el espíritu de Jesucristo, y Martin Luther King fundamentó sus enseñanzas y su programa político en el Sermón de la Montaña. Igualmente, han sido personalidades cristianas las encargadas de denunciar las enormes desigualdades existentes en zonas del Tercer Mundo, costándoles la vida en varias ocasiones como fue el caso de monseñor Romero en El Salvador. Durante los últimos 25 años del siglo XX, los movimientos misioneros de la Iglesia han llevado la fe cristiana por todo el mundo.