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Representaciones Sociales en Preescolar: Género y Poder Centro de Estudios de Género Universidad de Guadalajara Jal; México Mercedes Palencia Villa Palencia @mail.udg.mx Puntos de partida El nivel de preescolar se considera una etapa intermedia entre el hogar y la escolarización formal de los infantes; es por ello que se promueven actividades tendentes a propiciar en los/as niños/as un alejamiento paulatino de su hogar, y se les enseña a convivir con personas ajenas a su círculo familiar. La realidad original de la niñez es el hogar y se plantea “naturalmente”, a diferencia de las realidades posteriores (institución escolar, Iglesia, etc.) y las educadoras tendrán que hacer “familiares” los contenidos de la educación que imparten, de tal manera que resulten similares al “mundo hogareño”. En este sentido, Berger y Luckman señalan que “cuanto más logren estas técnicas de volver subjetivamente aceptable la continuidad de elementos originarios del conocimiento y los elementos nuevos, más prontamente adquirirán el acento de realidad” (1994: 181). Esta profesión se ha destinado de manera preferente a las mujeres, ya que representan la continuidad de la imagen materna, y los hombres que trabajan en este nivel educativo son caraterizados como “anormales”, por lo que su pariticipación resulta excepcional, ya que están allí “casualmente” . Un buen ejemplo lo encontramos en la película kindergarten Cop (detective en el kinder), donde el personaje encarna hollywoodense el prototipo ideal de “masculinidad que permite justificar su presencia. Esta “casualidad” se destaca cuando se rompen esquemas de papeles o estereotipos de género que asignan a las mujeres en roles de servicio y de expresión emocional y se asocian en grupos sexuales los atributos asociados a los roles desempeñados diferencialmente por los sexos. Lo interesante resulta cuando estos esquemas1 se enfrentan con experiencias desconfirmatorias de estos roles o estereotipos y que sobrepasan la capacidad explicativa del esquema conceptual, originando una diversificación paulatina del esquema, mediante la creación de nuevos subtipos o categorías. Cuando se introduce en los espacios socialmente determinados la incorporación de sujetos que pertenecen a otro ámbito, se inicia un proceso de comunicación colectiva, con el fin de convertirlo en inteligible y manejable; esta forma humana de entendimiento de la modificación de esquemas cognitivos origina una elaboración que permite justificar la “excepción de la regla” y se construyen nuevos conocimientos cotidianos. Sin embargo, esta ruptura no es radical, sino que paulatinamente se establecen relaciones a partir de esquemas culturales compartidos y se originan subcategorías del esquema original. La categoría de representaciones sociales,2 nos ayuda a comprender un tipo específico de conocimiento (cognitivos, sociales, afectivos y simbólicos) que juega un papel crucial en cómo la gente piensa y organiza su vida cotidiana. Este conocimiento cotidiano es de carácter social, lo que permite 1 Para la psicología cognitiva un esquema es una unidad organizativa básica de información que hay en la memoria, pero la psicología social es un conjunto de conocimiento social que permite a los individuos de un contexto tener un cuadro de expectativas. Los esquemas de grupos o categorías sociales se conocen como representaciones sociales o estereotipos (Morales:1994) 2 Las representaciones sociales son modalidades del pensamiento social que se generan, permanecen y transforman mediante procesos comunicativos. Consideran que los mecanismos en que permite la creación y el mantenimiento de una representación social son la objetivación y el anclaje. El primero se refiere a la transformación de conceptos abstractos a imágenes que permiten objetivizar y el segundo también pretende hacer familiar lo extraño, pero lo relaciona a un marco de referencia conocido y pre-existente( Jodelet:1986) compartir una actuación específica, se caracteriza por ser un conocimiento colectivamente distribuido e individualmente accesible. Sin embargo, en este caso particular no nos interesa cualquier conocimiento colectivo, sino aquel que ha dividido a los hombres y mujeres en campos laborales diferenciados, conforme a la construcción del género. El género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen a los sexos, y el género es una forma primaria de relaciones significantes de poder (Scott: 1990). Esta forma primaria de relaciones sociales conforme al género involucra la parte subjetiva humana que se encuentra en estrecha relación con el entorno sociocultural, y nuestra prioridad es interpretar el punto de vista de los actores, de acuerdo con las representaciones sociales y en su contexto particular. En las relaciones de género que se establecen en un ámbito destinado a las mujeres, el poder se encuentra presente en la designación de roles asignados socialmente a los hombres y a las mujeres.Como señala Scott: “Para alcanzar el significado necesitamos considerar tanto a los sujetos individuales como a la organización social y descubrir la naturaleza de sus inter-relaciones, porque todo ello es crucial para comprender cómo actúa el género, cómo tiene lugar el cambio” (1990:44). Christine Williams (1995), en Still a Man´s World, realiza un estudio de cuatro profesiones destinadas a las mujeres (trabajo social, bibliotecaria, enfermería y profesora de preescolar), con el fin de explicar las ventajas y desventajas de los varones que ingresan a espacios feminizados. Ella señala que aunque los hombres son minoría en estas profesiones, logran acceder con mayor facilidad a puestos de dirección, a diferencia de las mujeres que ingresan a carreras definidas socialmente como “masculinas”. Así, mientras las mujeres se enfrentan a “un techo de cristal”, es decir, en una barrera que les impide acceder con facilidad cuando ingresan a profesiones destinadas a los hombres ellos se encuentran con una “escalera de cristal”: adquieren mayores privilegios en espacios destinados a las mujeres. Los resultados a los que llega Williams no están alejados de la realidad que se vive en México, ya que de 4,799 educadoras/es que se encuentran en el estado de Jalisco, 42 son varones. No obstante, de ser minoría y no corresponder ni a 1 por ciento de la población total de docentes en este nivel educativo, 20 por ciento de ellos se encuentran en puestos de dirección, y hace pocos meses se nombró al primer inspector varón en el estado de Jalisco. La incorporación de varones a preescolar se incia en 1982, época en que se impulsa este nivel educativo en todo el país y se genera escasez de educadoras para atender la demanda que se incrementó signficativamente. Lo anterior motivó una oferta de trabajo a profesores/as de primaria, que no lograban obtener una plaza de trabajo en ese nivel educativo. El objetivo principal del presente estudio es el análisis de las representaciones sociales que se generan cuando ingresan varones a este nivel educativo y, a partir de ellas, inferir cómo se establecen las relaciones de género en el preescolar. Me apoyo en el supuesto de que los esquemas culturales que se construyen socialmente no se encuentran fijos, sino en continua interacción con otros discursos, los cuales se conforman a partir de procesos comunicativos Ante este fenómeno peculiar, resultaba interesante preguntarnos ¿qué representaciones sociales se generan cuando se incorporan hombres a una profesión destinada a las mujeres? y ¿qué implicaciones tienen en la movilidad de ascenso de los educadores en este nivel educativo? Aspectos Teóricos- metodológicos Analizar las representaciones sociales que se generan en el preescolar implica hablar de subjetividad, nos acerca a las acciones humanas y a la utilización de un método de corte cualitativo. Este tipo de análisis favorece la comprensión y no la explicación mediante relaciones causales, además de propiciar un tipo de acercamiento microsocial, que permite aprehender las particularidades de las relaciones sociales. Uno de los problemas planteados por esta metodología es la relación entre la experiencia de los sujetos y su discurso, si bien la experiencia estructura los relatos y éstos a su vez constituyen una interpretación de la experiencia. Aquí la preocupación central es la comprensión del mundo social desde el punto de vista de los actores. Se parte del supuesto de que la realidad se construye socialmente y, por lo tanto, no es independiente de los individuos. El orden social es entendido como el resultado de la suma de negociaciones intersubjetivas (Szasz y Lerner,1996) El presente estudio no pretende hacer generalizaciones, sino introducir este tema con el fin de encontrar una explicación cualitativa de los procesos que se originan en las relaciones de género en este nivel educativo. Los procesos comunicativos adquieren relevancia, ya que el discurso construye realidades tangibles, explicables y se manifiesta como un hilo conductor en las prácticas sociales al interior de contextos específicos. La primera fase de la presente investigación consisitió en la elección de un lugar en el cual convivieran docentes de ambos sexos. No obstante, como puede observarse en el cuadro anterior, su distribución es dispersa y me interesó elegir una zona en que se encontrara un mayor número de ellos. Pude percatarme que Puerto Vallarta cubre estas condiciones, a diferencia de otras, ya que ahí se encuentran seis docentes varones, de los cuales cuatro son directivos, uno es asesor pedagógico y otro más educador frente a grupo. El trabajo de campo consistió en tres etapas de entrevistas:3 ocho individuales, dos interacciones por sexo y una grupal mixta. Todos/as tienen la dirección de una escuela. Asimismo, realicé entrevistas paralelas al nuevo inspector, a dos inspectoras de la zona y a dos representantes sindicales. Estas últimas surgieron a partir de la primera etapa, ya que el “sindicato” fue un tema generado por la mayoría de los varones como una instancia necesaria . Por ello centré la entrevista grupal mixta a este tema, como marco de reconstrucción del poder, donde el género se convierte en un punto clave de análisis de la entrevista grupal. La primera etapa de entrevistas individuales que realicé a mujeres y a hombres estaba centrada en explicar las motivaciones que tuvieron para “elegir” esta profesión. Este análisis de corte comparativo me condujo a evidenciar que la elección no pudo ser simplemente individual, sino que su significado se negocia en la cultura y se limita a los imperativos sociales. Algunas educadoras consideran la elección de esta carrera como algo asignado socialmente a su condición de mujer, mientras ellos recalcan que se encuentran ahí casualmente. La segunda etapa de entrevistas de grupos de dos, por sexo, se enfocó en las interacciones que se pueden establecer entre mujeres y entre hombres. 3 Los nombres de los/a s entrevistados han sido cambiados para respetar a su identidad. Centré la atención en cómo se ven y cómo ven a los “otros u otras”, en la realización de una misma profesión , tanto en su “rol” institucional como en su “rol” como mujeres y hombres fuera de la escuela. En este último espacio de vida cotidiana, el “tiempo libre” juega un papel importante en el análisis del género, ya que el imperativo social de “ser casada/o o soltera/o” define la posibilidad de tener tiempo para sí. Finalmente, he incluido algunos elementos de análisis inacabados , pero que podrían ser un punto de reflexión para estudios posteriores mediante los cuales sería factible entender las transformaciones que se dan en espacios destinados a las mujeres, e indagar si los grupos mixtos y diversos tendrán posibilidades de liberar tanto a las mujeres como a los hombres de estereotipos de género que impiden un enriquecimiento mutuo. Ingreso de varones al preescolar El ingreso de varones al preescolar ha generado que su presencia se convierta en familiar mediante un proceso de objetivación a partir de la imagen de familia: mientras ellas se convierten en madres simbólicas en este espacio laboral, ellos se transforman en padres. Como lo señala una inspectora: Aquí en Vallarta, los niños tienen un padre ausente, porque casi no lo ven y cuando lo ven no tienen una imagen clara; por ello considero, que es bueno tener educadores porque hay muchos niños que necesitan esa imagen. Este proceso de objetivación a través de la imagen de “familia” se transforma en un conocimiento colectivo, y ellos lo asumen así: ”Sus padres viajaban a Estados Unidos a trabajar y yo supongo que era como un padre, de esta manera me aceptaron en la comunidad que inicié mi trabajo”. No obstante, para llegar a ser aceptado dentro de una comunidad, los educadores han desarrollado diferentes estrategias de resistencia. Es el caso de Jaime, quien con un tono humorístico relató su incorporación a este ámbito; expresa que sus colegas que se encuentran en otros niveles educativos se burlaban de él y, para defenderse de este tipo de comentarios, señala que él mismo se clasificaba como “educadora” con esto sus amigos lo dejaron de molestar. En la entrevista grupal de educadoras destacaron que esta exclusividad de las mujeres en este espacio laboral se debe a un prejuicio social, por lo que resulta enriquecedor abrir los espacios asignados a hombres y a mujeres, señalándolo de la siguiente manera: Tanto los hombres como las mujeres estamos etiquetados para ser educador o educadora; sólo tienes que ser sensible a las necesidades de los niños y tanto hombres como mujeres pueden realizar esta profesión. Dijeron en frecuentes ocasiones que el problema no se debe tanto a que no sean capaces de hacerlo, sino a la desconfianza por parte de los padres de familia hacia los varones, clasificándolos fácilmente con tendencias homosexuales. Esta sospecha está condicionada al contexto social en donde se desenvuelven hombres y mujeres, ya que ellas pueden propiciar la misma inquietud cuando se incorporan a espacios laborales destinados a los hombres, como condicionamiento social hacia lo establecido. Miedo a la homosexualidad La “homosexualidad” es concebida como una representación “anormal” , “antinatural” y, en consecuencia, no se puede enseñar lo que no está legitimado socialmente, como lo declara la siguiente inspectora entrevistada: Estoy de acuerdo que ingresen educadores, ya que la imagen del padre está ausente en la mayoría de los hogares, pero lesbianas y homosexuales no... en el nivel en que nos encontramos no es conveniente aceptar este tipo de gente, ya que los niños tienden a imitar a la gente que quieren y no podemos educarlos con este tipo de desviaciones. En este espacio laboral se recalca que las docentes deben ser un “modelo” para los infantes, de tal modo que su presencia física y sus modales se convierten en “ejemplos a seguir ante los/as niños/as”. Esta tradición de la “imagen” se ve plasmada en los hábitos de limpieza, presencia y orden en un jardín de niños: los grandes murales donde las figuras infantiles se convierten en “frisos”, en álbumes y trabajos escolares que presentan un mundo lleno de imágenes dignas de un paraíso terrenal. Este modelo de la educadora se manifiesta por algunas inspectoras que señalan a sus docentes la necesidad de presentarse ante los infantes con modales que puedan ser imitados por los/as niños/as, y la presencia de homosexuales se percibe como una desviación que induciría a la malformación de modelos socialmente aceptables. Este miedo a la homosexualidad, por parte de la comunidad de padres, se manifiesta en el caso de Manuel, un educador con mayor tiempo en esta zona. Su aspecto es cordial, pero socialmente se identifica como “amanerado”, aunque no es señalado de manera directa por sus compañeras de trabajo. Comparte un departamento con algunas de ellas y es aceptado y querido por todas. Se presentó a la entrevista porque su inspectora se lo pidió y percibí en él mucho temor por ser entrevistado; siempre trae consigo una carpeta decorada por él mismo: color rosa, con encajes e ilustraciones de niños que juegan. Llama la atención que al relatar su historia siempre habla en tercera persona y casi nunca se expresa de manera directa. Su discurso inicia asì: “ se dice que.,...” como si quisiera esconder su identidad, su “yo” interno. Esto me dificultó comprender su opinión. Mientras sus compañeros hablan de logros, él se refirió a las dificultades con los padres de familia para ser aceptado. Estas dificultades no radicaron en que realizaba un trabajo destinado a mujeres (como lo señalaron los anteriores educadores), sino que se debía a la incomprensión de los padres en sistemas nuevos de trabajo. Manuel habla de sus fracasos, mas no de sus triunfos, refiere con frecuencia la importancia de aprender junto con los infantes y de esta manera acentúa que es imprescindible respetar a los niños que son diferentes, ya que manifiesta que él mismo sufrió las consecuencias de no ser aceptado por su familia. Él ha vivido en carne propia esta marginación y se manifestó de manera evidente en la entrevista grupal por sexo. Durante la entrevista, Santiago hizo hincapié en sus diferencias con Manuel; además, utiliza la ironía con el fin de ser diferente a él, pero manteniendo una relación, como puede observarse en sus respuestas cuando les pregunté lo siguiente: ¿Creen que cambia su forma de ser en casa y en el trabajo? -De modo irónico Santiago se dirige a Manuel con risas y le dice: Manuel, no estamos hablando de la calle sino de la casa Manuel.- Yo sí me siento diferente; en casa no se siente uno observado. En esta interacción es evidente lo que señala Goffman: “La conversación de doble sentido se utiliza de modo regular en el trabajo y en la vida íntima como un medio seguro de aceptar o rechazarse abiertamente sin alterar la relación”(1981:209) . Manuel manifiesta que ha tenido problemas de “imagen” y se presenta mucho más inseguro cuando interacciona con Santiago que ante sus compañeras, como si quisiera esconderse cuando las preguntas se refieren a su vida personal ¿Te sientes observado en el trabajo ? “No observado, pero simplemente actuar con responsabilidad ante todo” ¿Una imagen? “Ándale, esa es la palabra, en la forma de vestirse, en la forma de entrar”. Al preguntarle a Santiago lo mismo me respondió: “No, no hay diferencia , yo actúo igual en el trabajo y en mi familia... no dejo de ser maestro, y si de algo me puedo enorgullecer es que de eso no doy mal ejemplo: no fumo, no bebo, hago mucho deporte”.. Manuel no se esconde cuando señala que efectivamente en la escuela tiene que mantener una imagen y esto no sucede en casa, en donde puede ser él mismo. Pero, Santiago, en seguida responde en sentido contrario a Manuel: “yo soy el mismo” y también se enorgullece de ser maestro, omitiendo la clasificación de ser “educador”. Su imagen es impecable socialmente, lo que produce un “escenario” óptimo para no ser confundido con Manuel y construir su imagen “sana”. Posteriormente se repite la ironía de Santiago cuando les pregunté ¿A qué dedican el tiempo libre? Santiago ríe y le dice a Manuel: “Intimidades no Manuel” y él responde: “Apenas que iba a empezar...” El . respeto a la homosexualidad sólo fue tratado por Jaime cuando señaló las diferencias que se entablecían entre hombres y mujeres. Esto le ha permitido identificar a los homosexuales como un ambiente diferente: En la escuela de primaria he trabajado con homosexuales; es necesario darles su lugar y su respeto, también quererlos como a todos. Ellos trabajan con un sentimiento de culpa, pero cuando uno los respeta se sienten más relajados.. El miedo a la homosexualidad se vuelve más evidente a medida que se ubiquen en un lugar social asignado a las mujeres; esta tensión la resuelven cuando establecen clasificaciones discursivas y de resistencia ante la vista de los demás. Tal es el caso de Julián que al ser cuestionado si había tenido problemas cuando ingresó a preescolar, manifestó: Al principio sí tuve dificultades, ya que la comunidad desconfía que un hombre realice estas actividades. Las mamás en ocasiones-yo lo entiendo- no podían confiar que el educador llevara a las niñas o a los niños al baño , pero les fui demostrando que era un “maestro”. Logró ganar la confianza de los padres de familia a través de su categorización como “maestro” y no como educador, lo que implicaba que lo ascendía a una representación social de respeto. ¿Quién manda a quién? Mascovici (1976) señala que el objetivo de analizar una representación social no es tanto detectar el núcleo figurativo,4 sino qué elementos concentran la significación del objeto representado y cómo se articula esa signficación en la práctica cotidiana al interior de los grupos sociales. En este sentido, Bertha señala que un punto vulnerable cuando se relaciona con sus subordinados varones es ¿quién manda a quién?: En una ocasión que tuvimos una diferencia con uno de los directores me señaló que yo lo quería mandar. Desde entonces yo me di cuenta que hay algunos hombres que están dentro de preescolar que sí les pesa que seamos mujeres quienes estemos al frente de esta Institución”. 4 Mascovici señala que pueden distinguirse dos fases en los procesos de construcción de representaciones sociales: transformación icónica y naturalización. En el primero actúa seleccionando y descontextualizando ciertas informaciones de la idea o entidad; esta transformación icónica materializa la entidad abstracta en una imagen, esta imagen es lo que Mascovici llama núcleo figurativo, que captura la esencia del concepto. Este proceso necesario se conoce con el nombre de “objetivación”, pero cuando estudiamos objetos culturales no se dispone de un referente real, la metaforización puede ser un dispositivo específico de objetivación de lo extraño. En este caso, sobre la maternidad no biológica sino “simbólica” que se le atribuye a esta profesión, se puede objetivizar mediante la metáfora “madre-jardinera”. Esta metáfora fue un punto central de análisis en la tesis de investigación que realicé previo al presente estudio y que representa una relación entre ser mujer- madre y el cuidado de la tierra que se encuentra en estrecha relación al concepto de “educar”, tanto Rouseau como Froebel, que relacionan la educación con el cuidado de las plantas. Cuando se ha enfrentado en ese tipo de casos, ¿qué hace para lograr sus objetivos? Bueno, si hay un evento yo me pongo a cargar sillas, participo y si tengo que ir a las 4 de la tarde voy. No delego tantas cosas...Esto me lo critican y dicen es que no sé delegar, pero cuando la gente ve que uno trabaja y trata de llegar a acuerdos, tratando que la gente participe por sí mismo y no porque lo mande... En su experiencia, ella ha detectado que necesita establecer una estrategia que le permita lograr su objetivo sin que ellos se sientan mandados. Esto implica en ocasiones lo que ella denomina “autoridad por medio del ejemplo”, es decir, tener que cargar sillas sí es preciso, pero no interferir en su masculinidad, como lo detalla a continuación: Entonces no interferí en su masculinidad; si yo hubiese interferido mandándolos, hubiese tenido enfrentamientos, ya que yo les proponía las cosas para solucionar problemas concretos, sin llegar a mandarlos. Al considerar la “masculinidad” como algo inherente a la concepción tradicional de que el hombre “manda”, la conduce a tratarlos con cuidado cuando tiene que dar órdenes. Es por ello que aunque la institución legitime su puesto jerárquico para dirigir una zona, el hecho de ser “mujer” y asumirlo como tal, la limita cuando interacciona con varones. El poder que se ejerce sobre la vida cotidiana y surge a partir de la clasificación de los individuos en una sociedad, los ata a su propia identidad de género y les impone una ley de verdad que deben reconocer . Ellos viven esta contradicción, como lo manifiesta Pedro: Es difícil trabajar con mujeres. En una ocasión tuve problemas con una educadora que era la encargada del jardín de niños, yo creo que tenía problemas con su esposo. Ella quería mandarme y yo la aceptaba, pero me cargaba mucho la mano. Cuando fui director también me encontré con algunas educadoras que no aceptaban que yo las mandara, pero por fortuna se cambiaron. Al señalar como alguien que tiene “problemas de pareja” le permite ajustar “ el orden social “y al mismo tiempo refuerza la masculinidad atribuida socialmente en un ámbito femenino. Las relaciones de género en el preescolar no son ajenas al núcleo figurativo de la representación social que ha conferido ciertas actitudes a hombres y a mujeres, y cuando existen elementos periféricos, no permean en transformarse, sólo a medida que se vuelven frecuentes. Esto propicia nuevos procesos comunicativos que permiten recrear este conocimiento colectivo hasta transformarse en nuevas representaciones sociales. Este proceso social se vuelve más frecuente hoy, ya que los discursos alternativos figuran como formas de objetivación y transformación. El sindicato, un mundo de hombres En la representación política, el elegido, el delegado, sustituye ante ciertas instancias a quienes lo han asignado. Habla en su nombre, actúa en su lugar, decide por ellos y dispone de un poder creativo (Jodelet 1988:476). En esta zona, Julián tiene la representación sindical, lleva cuatro años en la zona escolar y cuando lo entrevisté individualmente su conversación se dirigió a este tema de manera espontánea. Esto me condujo a preguntarle: ¿Las educadoras participan en el sindicato? Su respuesta fue la siguiente: “Las educadoras no participan en el sindicato, son más maternales que sindicales”. El hecho de encontrarse en un ámbito laboral femenino, lo provee de ventajas para eminentemente desarrollar el sindicalismo. De este modo, Julián justifica su presencia en este ámbito y sus conocimientos sindicales le permiten ejercer un “rol masculino” en el preescolar: “Yo he contribuido en la zona a que mis compañeras conozcan sus derechos, las maestras se apoyan mucho en mí, porque yo hablo con bases y con fundamento”.. Por su parte, ellas identificaban al sindicato como una instancia de corrupción, pero al mismo tiempo como la otra autoridad capaz de enfrentar a “la parte oficial” y ésta se personifica en las “inspectoras”. Estas representaciones surgen a partir de una comisión mixta que se forma en cada zona, la cual se compone de la inspectora y el representante sindical de zona, como una equidad de poderes que resuelven los problemas cotidianos. Esta representación ha permitido al sindicato estar presente en los conflictos que se presentan y lograr apoyo de algunas personas dentro del gremio. Las educadoras que trabajan en esta zona escolar, consideran al sindicato como un mundo de hombres y ellas encarnan en la comisión mixta de su zona la equidad de poderes entre la parte oficial (inspectoras) y la parte sindical. Esto ha propiciado que un profesor que lleva bastante tiempo en el magisterio realice la siguiente representación: ”Yo le he llamado un matriarcado en preescolar, la directora de la escuela es la mamá de las educadoras y la inspectora es la mamá de todas...es la abuelita”. Resulta interesante la manera metafórica que caracteriza a este nivel educativo “como un matriarcado”; esta representación recalca que, el preescolar es diferente a primarias, en cuanto a las formas de impartir la autoridad y la distribución del poder. Si el preescolar es el único nivel educativo que es eminentemente femenino, cabría preguntarnos: ¿existen diferentes formas de concebir la autoridad y el poder? ¿qué papel juega el género en este tipo de representaciones sociales? El profesor estereotipa a todas las profesoras de preescolar: o son hijas, madres o abuelas, e implícitamente, al ejercer cualquier papel de éstos, se les atribuye la bipolaridad de autoritaria/sumisa. Lo importante es preguntarnos por qué lo hace. De manera muy superficial los estereotipos suponen una forma de economía y de simplificación en la percepción de la realidad, ya que permiten reducir la complejidad . Sin embargo, los estereotipos, además de esta función cognitiva, tienen una función defensiva, no son estructuras neutras, puesto que sirven para defender nuestra posición en la sociedad; posibilitan a quienes les emiten una proyección de los valores de la tradición y están cargados de sentimientos ligados a ellos. Pero no se limita a una posición individual sino que fortalece la tradición y su función defensiva no se reduce a los individuos, sino que sirve para que ciertos grupos mantengan su posición dominante sobre otros. El sindicato aparece como una figura concreta en la cual se ingresa y se sale, pero para las educadoras es distante, para ellos se convierte en una instancia familiar como lo señala Julián: La mujer no va a poder participar en el sindicato porque tiene que recoger al niño, tiene que hacer de comer y si tiene un marido celoso no le va a permitir que ande por ahi. Yo soy sindicalista, en mi caso mis compañeras han tenido mucho apoyo. En la entrevista grupal mixta, ellos con frecuencia hacían referencia a que el sindicato es un mundo de hombres y que ellos podían hacer un buen papel en él, a diferencia de sus compañeras. Manuel fue el único que manifestó que no le gustaba participar en el sindicato y fue elegido por sus compañeras en alguna ocasión. Resulta interesante que las concepciones sobre masculinidad y femeneidad se objetivizan en los roles ejercidos dentro de la institución, jugando un papel fundamental al interior de las relaciones de género.Cuando el sindicato acude a las educadoras es para que sean “edecanes”, ya que como una de ellas señaló: “Somos las bonitas del aparador, hacemos distintivos bonitos para eso nos quieren”. Al cuestionarle ¿ustedes lo permiten? Me respondió irónicamente: “Nos dicen bonitas...” La infancia y el mundo femenino En la entrevista grupal mixta se polarizaron los comentarios entre hombres y mujeres sobre lo que representa el sindicato, pero la controversia se inició entre hombres y mujeres cuando alguno de ellos concibió la “política” como una práctica cotidiana que se ejerce desde la infancia.”. Lola molesta respondió :“La diferencia radica en que ese líder sindical no es honesto, como el niño, el niño es auténtico”. El educador le respondió: “Cuando los enseñan a ser honestos, porque hay niños que vienen medio mentirosos de sus casas”. Este diálogo resulta interesante al establecer pensamientos bipolares como estrategia para comprender la compleja realidad y, al hacerlo, se concretiza en lo más cercano a su vida laboral, “los infantes”. Este tipo de representaciones sociales resultan necesarias para las educadoras,a fin de volver a confirmar la distancia que se establece entre ellas y el sindicato, pero al mismo tiempo confirman su cercanía con los infantes. Las representaciones del niño estudiadas por Lauwe, citado por Jodelet (1986),señala que en un estudio realizado mediante documentos cinematográficos, literarios, publicitarios e institucionales, se estructuran en torno a un núcleo bipolar. Esta serie de oposiciones elabora una imagen coherente y mitificada del niño, opuesta al adulto, pues como auténtico, se opone a lo inauténtico, la naturaleza a la sociedad, la vida espontánea al condicionamiento normativo. Los estereotipos sobre infancia sólo fueron destacados por el grupo de mujeres y surgieron cuando hacían referencia a lo que les resultaba más atractivo de su carrera: Los niños me dan renovación, ellos tienen la capacidad de sentirse nuevos cada día. No hay medias tintas como en los adultos en los niños, te quieren o no te quieren por eso me gustan. Si te quieren y te dan un abrazo es sincero. Los anteriores estereotipos caracterizan a los niños y a las niñas como felices, puros, sinceros, espontáneos y como agentes de renovación de las mujeres. Al estereotipar los/as “idealizan“, lo que les permite encontrar un sentido positivo a su trabajo cotidiano y al mismo tiempo valorar su carrera. Conforme siguen estableciendo comparaciones con experiencias que ellas han vivido, se acercan al tema de las escuelas rurales y señalan: Las zonas rurales son como los niños: te quieren o no te quieren. En las zonas rurales te estimulan tu autoestima, eres la consejera y la autoridad moral. Cuando trabajas en escuelas rurales, tú eres alguien , el pueblo te reconoce tu trabajo. Ellas encuentran una estrecha relación entre los infantes y las zonas rurales, lo que las une es un “reconocimiento” y encuentran en estos espacios lo que no viven en otros. Los “estereotipos” conducen no sólo a simplificar el mundo , sino a establecer un orden social, como las piezas de un “rompecabezas”, en las que cada uno tiene una función en cada contexto. Sin embargo, este “orden ficticio”, “idealizado”, se confronta cotidianamente en lo que viven las mujeres, y los discursos “alternativos” surgen a partir de estas contradicciones. Por su parte, ellos fueron educados para buscar el reconocimiento social a partir de los valores en la esfera pública; su masculinidad se reconoce en la medida que toman distancia de estos estereotipos de la infancia. Al representar la política, como una práctica necesaria para lograr ciertos privilegios, los ata a sus propios parámetros evaluativos, en donde el poder es visto no como un interés hacia los “otros”, sino como un eslabón hacia un reconocimiento individual que no les permite enriquecer su discurso. El discurso femenino en el sindicato . En este sentido, resulta interesante analizar qué sucede cuando las educadoras participan en el sindicato y rescatar sus concepciones acerca del poder y la manera como lo ejercen. En este caso se encuentra Marta, a ella sí le interesa participar sindicalmente y entiende el poder de la siguiente manera: No te tienes que enfermar de poder, siempre tienes que ver el límite.. Si tú no sabes ser, y dejar de ser es un problema muy serio”... P:¿Qué es dejar de ser...? R: Dejar de ser es dejar de ejercer ese poder que te dieron, decir lo tengo, lo voy a ejercer, no lo tengo yo , sino que es un poder social, porque yo fui electa y los que me eligieron creyeron en mí. Las personas que creen que el poder es de ellos no dejan huella, quedan sin trascendencia, y se van y luego llegan otros igual. Para esta joven inspectora, entrar al sindicato implica participar, y la política es pragmática, no puede ser de otra manera; pero la relación que establece con el poder es una representación compartida. Esto implica que el poder que quiere conquistar no es para uso individual, sino social, pensando en una tarea de servicio. Estos valores que han sido considerados culturalmente como femeninos, al final de cuentas resultan necesarios a la sociedad y en este sentido, volver públicos estos valores es lo que Camps señala como el “genio de las mujeres”. Para Beatriz, el participar en el sindicato le permitió: “bajarle los humos a cualquier autoridad”. Este relato resulta interesante en la medida que la subordinación que sintió dentro de el preescolar, la comprometió a representar a sus compañeras. Esto transciende en su relación con su pareja , cuando se da cuenta de que ella tiene mucho que aportar en la instancia sindical. Ella reconstruye su historia como un proceso de liberación y transformación personal, y no desvincula su vida personal de lo que fue viviendo en su participación política. Encontré que las educadoras que tienen una participación sindicalmente activa, en su relato establecen relaciones con su vida personal .Es para ellas entrar a un mundo de hombres, pero al romper con esquemas culturales establecidos, trasciende en su vida personal. A diferencia de los educadores que entran a un mundo no extraño sino familiar, y esta identidad masculina no les proporciona elementos nuevos que lleguen a trastocar su vida personal. La androginia, ¿ un proceso que enriquece la identidad de género? El ingreso de varones a campos destinados a las mujeres podrá liberar tanto a hombres como a mujeres de esquemas culturales establecidos socialmente, en la medida en que se compartan las tareas y esto permita revalorar la profesión socialmente. Este enriquecimiento mutuo hará posible que la salida de la crisis de la identidad masculina se transforme en lo que llama Badinter (1992) el “hombre reconciliado”. Ella considera que el andrógino humano no se concibe sin un largo rodeo posterior a la adquisición de la propia identidad sexual; no se nace hombre o mujer, sino que se hace y sólo a partir de este momento se puede encontrar al otro y pretender desarrollar la androginia5 que, en especial, conduce al hombre reconciliarse con lo que ha reprimido en defensa de su masculinidad. Las hombres que ingresan a el preescolar compartirán con las mujeres esta androginia, en la medida en que valoren lo que hacen y desarrollen la sensibilidad hacia los otros. Las educadoras como sujetos sociales, que desarrollan una carrera que ha sido destinada a las mujeres, la experiencia de la maternidad no biológica y las que son madres biológicas tendrán mucho que revisar, porque la identidad es una búsqueda constante entre lo propio y lo diferente. Ellas no pueden negar la maternidad, porque forma parte de su experiencia cotidiana, sino revalorarla sin sofocar sus deseos, sus inquietudes y su rebeldía ante la doble maternidad. Esta salida puede ser posible según Alcoff (1989) si se considera de nuevo la teoría del sujeto que evite el esencialismo y el nominalismo, lo que implica concebir la subjetividad no producida por ideas y valores, sino por el compromiso personal subjetivo en las prácticas, discursos e instituciones, que dan signficación a los sucesos del mundo. La propuesta de Alcoff es relevante, 5 La androginia según la mitología griega es una mezcla de hombre y mujer ( anér-andros “hombre” y gyné- gynaicos”mujer”). “En la mitología griega es la conjunción del hombre y la mujer, simbolizando el principio de todo, la proceación sin ayuda del otro, la armonía y también el conflicto interior” (Pérez-Rioja 1971:63). Hermafrodito es un personaje bisexual, hijo de Hermes y Afrodita y reúne los dones propios de cada sexo. Junto a la fuerza, la belleza. Se representa como un joven de bella figura, con pechos desarrollados y larga cabellera. Esto le sucede a este personaje, porque la ninfa Salmacis se enamora de él y cuando va a bañarse, de tal manera se une a él que de ambos cuerpos se hace uno solo, conservando la doble característica sexual. Es armonía y conflicto interior, ya que se hace la transmutación de los oficios sociales fijando la base en el sexo (Garibay ,1968:138). porque las mujeres no estamos pasivas en la construcción de nuestra identidad y las experiencias son puntos de anclaje en este proceso. Como señala Tubert (1996) las representaciones sociales sobre la maternidad hacen inteligible el mundo a los miembros sociales, que no sólo recrean los objetos mismos, sino que definen tambien a los actores como partes complementarias de los objetos. Es por ello que este conocimiento abstracto se convierte en cotidiano mediante la metaforización, lo que permite transformar el objeto cultural en un contenido percibido y experimentado. En este espacio laboral la metáfora de la madre-jardinera era una representación de esta carrera que para muchas generaciones significó el papel que deberían jugar dentro de preescolar. El énfasis del discurso institucional en representar dicha carrera como una instancia que permitiera a las mujeres desarrollar sus “atributos femeninos”, ha cambiado, ya que las nuevas generaciones le atribuyen mayor peso a la especialización de su profesión que a ejercer la maternidad. La androginia que tiene su origen en un personaje mítico bisexuado, postula la conjunción de atributos que se han identificado como masculinos y femeninos, formando un ser integrado.Scott señala (1998:27) que las sociedades con padres distantes relataban mitos acerca de dioses masculinos distantes, habitantes de cielos y todopoderosos como Zeus, como sociedades con padres cuidadores, tendían a relatar cuentos acerca de dioses tanto masculinos como femeninos. De este modo, el análisis transcultural sugiere que la clave para una dominación masculina se manifiesta en las prácticas, en la separación de los roles para hombres y mujeres, mientras que cuando existe una cooperación continuada de los géneros en la crianza de los hijos, se construyen dioses míticos andróginos. Una figura mitológica que transforma la imagen de la madre-jardinera se representa en la diosa griega Atenea, ya que representa la guerra justa, defensiva, distinta de la que se propone conquistas y matanzas. Al principio parece tener aspecto bisexual, al intentar acumular un solo ser mítico la múltiple riqueza de atributos, pues era guerrera, pacífica, tutora de los hogares, destructora de los pueblos, amparo de los sabios y artistas, patrocinadora de los jueces y defensora de la justicia y el derecho (Garibay,1968:19). Esta figura mítica establece en sus inicios atributos tanto femeninos como masculinos , pero frente a Ares, un dios mítico que personifica la virilidad y la fuerza, Atenea es la parte femenina que entra en defensa de la humanidad , derrotando los mitos de Ares mediante la estrategia y la inteligencia. Señala Garibay (1968) que, en términos griegos Ares simbolizaba la guerra, mientras Atenea desarrollaba la estrategia y la táctica militar. De esta manera, la androginia que se reconstruye en la leyenda de un amor entre Salmacis y su amado, hasta convertirse en uno solo, se representa en Atenea no en su figura andrógina, sino en el hecho de que sus atributos femeninos los hace públicos y su maternidad simbólica se manifiesta al ser protectora de las asambleas populares y, en general, de la vida pública de la ciudad, con un alto significado moral. No obstante, esta figura femenina con atributos andróginos es parida de la cabeza de Zeus y no por una mujer, ya que en la historia de los pueblos estos pensamientos bipolares entre femeneidad y masculinidad, se han construido mediante la dominación masculina que recalca las diferencias. Es decir, simbólicamente la sabiduría de Atenea se debe a que fue parida por la cabeza de Zeus y no de una mujer, lo que implica que la razón es ejercida a partir de la figura masculina. Reflexiones finales: En este contexto se favorece que los hombres muestren su masculinidad, en virtud de que se teme a la homosexualidad, porque aceptarla implicaría renunciar al modelo de “familia tradicional”, que es la única representación social legítimamente aceptada .Es por ello, que el ingreso de varones a preescolar ha generado que su presencia sea admitida mediante un proceso de objetivación a partir de la imagen de “familia”, mientras ellas se convierten en madres simbólicas, ellos se transforman en padres sustitutos, manteniendo un orden establecido. Las relaciones de género en el preescolar no son ajenas al núcleo figurativo de la representación social que ha conferido ciertas actitudes a hombres y a mujeres, y cuando existen elementos periféricos, no permean en transformarse, sólo a medida en que se vuelven frecuentes. Esto propiciará nuevos procesos comunicativos que permiten recrear este conocimiento colectivo hasta transformarse en nuevas representaciones sociales. Este proceso social se vuelve más frecuente hoy, ya que los discursos alternativos figuran como formas de objetivación y transformación. Es decir, en la medida en que esta profesión se siga considerando una prolongación del apego materno, los hombres que trabajen en este espacio se convertirán en la excepción de la regla, pero a medida en que la familia se transforme en una participación más activa de los padres, los hombres en preescolar no necesitaran demostrar su masculinidad sino reconciliarse con ella. Bibliografía Alcoff “Feminismo Cultural vs Postestructuralismo:la crisis de la identidad en la (1 teoría feminista”en Femninaria, Año II, No.4, Noviembre, Buenos Aires. 1989 Badinter Elisabeth. xy la identidad masculina.Alianza ed. Madrid España.1993 Berger y Luckman La Construcción Social de la Realidad. ed.Amorrortou Buenos Aires1991 Doise W. “Las representaciones sociales:presentación de un campo de investigación” en ANTROPHOS Suplemento 27 Monografías temáticas.Veinte años de Psicología Experimental de Ginebra (1970-1990) Octubre 1991. Garibay Angel Mitología Griega , Porrúa México 1968 Goffman Erving La presentación de la persona en la vida cotidiana. Amorroutueditores Buenos Aires.1981 Jodelet Denise Psicología Social II Pensamiento y Vida Social de Mascovici Ediciones Paidós Ibérica 1988 Mascovici en Psicología Social II Pensamiento y Vida Social Psicología Social y Problemas Sociales ed.Paidós Ibérica 1988 Palencia Mercedes La Construcción de la identidad de género de las educadoras Tesis de Maestría en Ciencias Sociales en la Universidad de Guadalajara 1998 Pérez Rioja Diccionario de símbolos y mitos, Tecnos, Madrid España 1971 Szazz y Lerner Para Comprender la Subjetividad.Colegio de México. (1996). 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