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Astronomía vs astrología: ¿cuál merece llamarse ciencia? Por Sac Nicté Xiomara S. Medina ¿Le gustaría saber qué le depara su futuro, cómo rigen las estrellas su vida, por qué cambia su humor con la luna llena y no sabe a quién recurrir? En ese caso puedo recomendarle que visite a un astrónomo para que pueda explicarle que no contamos con ningún medio físico (o teórico) para predecir el futuro; estoy segura que también le explicará muchas cosas sobre las estrellas como su dinámica (movimientos), su evolución e incluso su composición, pero le desilusionará saber que no hay ninguna relación entre las estrellas y su vida. Es muy posible que el científico en cuestión le diga que sus cambios de humor se deben a su desarrollo social, laboral o familiar y no a las fases de la luna. Sin embargo, es probable que en lugar de eso usted visite a un astrólogo, quien le dirá un montón de vaguedades (por la módica cantidad que él consideré que vale su “trabajo”) que tal vez le dejen emocionalmente más satisfecho (¿a quién no le gusta escuchar aprobaciones de sus sospechas?). Astronomía o astrología. ¿Qué las distingue? ¿Hace alguna diferencia cambiar sólo dos letras? En realidad sí. De hecho, esas Para citar este artículo en formato APA copia el siguiente texto y completa la información indicada en los paréntesis “Medina, S. (2012). Astronomía vs astrología ¿cuál merece llamarse ciencia? [Versión electrónica], Ciencia Compartida, 5, 6-12. Recuperado el (día) de (mes) de (año), de (dirección electrónica).” “La pseudociencia es como la pornografía: no podemos definirla, pero la reconocemos cuando la vemos.” dos inocentes letras dan lugar a una enorme diferencia que lleva siglos en discusión, así que quizá usted no ha sido el primero en preguntarse en qué radica la diferencia. Muchos filósofos e historiadores de la ciencia están de acuerdo en que la astrología es una pseudociencia, es decir, no es una ciencia en el sentido usual de la palabra; no obstante, pocas veces se ponen de acuerdo para decir por qué no lo es. En realidad no ha sido fácil poder definir objetivamente ni a la ciencia ni a la pseudociencia y, de hecho, actualmente hay “discusiones” sobre el tema. La palabra pseudociencia significa, según su etimología, conocimiento falso (ver recuadro 1) pero no es sencillo explicar con claridad lo que es. Déjeme citar una frase que viene muy a propósito: “La pseudociencia es como la pornografía: no podemos definirla, pero la reconocemos cuando la vemos (1)”. Sin mucha dificultad podemos decir que la Física, la Química y la Biología son ciencias y, en contraste, la parapsicología y la adivinación no lo son pero ¿por qué? ¿Cómo distinguirlas? Algunas ca- racterísticas que pueden ayudar a identificar una pseudociencia son las siguientes: · No somete sus especulaciones, predicciones o teorías a prueba alguna. Si aciertan usted podrá confiar en su poder y si no acierta también debe confiar. · Es dogmática, es decir, no cambia sus principios cuando fallan ante la evidencia con la realidad. · No busca novedades, sino que queda atada a antiguas creencias. · No encuentra ni utiliza leyes generales, algo que es indispensable en la actividad científica. · No interactúa ni se complementa con ninguna otra pseudociencia. Las ciencias propiamente dichas forman un sistema interdisciplinario. Un oscuro pasado Algunas disciplinas que actualmente se consideran como ciencias comenzaron como pseudociencias y cambiaron de nombre en el proceso. Por ejemplo, la alquimia dio principio a la química y tal vez le sorprenda saber que la astrología es el remoto origen de la astronomía. Los primeros vestigios de la astrología aparecieron en Caldea (Antigua región de Mesopotamia) en el siglo 700 a.C. y en ellos se establece el Zodiaco, el cual consiste en un conjunto de 12 regiones del cielo denominadas signos. El signo zodiacal que a usted le corresponde se obtiene conociendo su fecha de nacimiento (en algunos casos también es necesario conocer el lugar) que se utiliza para averiguar la posición de los astros y así determinar la influencia que tendrán en su personalidad y su destino. El zodiaco sufrió varios cambios (pasando por las distintas culturas antiguas) y esta codificación gradual culminó con la obra Tetrabiblon de Ptolomeo en el siglo II d. C. Este trabajo describe con detalle las posiciones del Sol, la Luna y los planetas, y dado que estos cuerpos celestes tenían influencia en el clima (como en las estaciones del año) y las mareas, Ptolomeo argumentaba que igualmente debían tener influencia en la vida humana (2). Aun cuando en el Renacimiento surgen las ciencias modernas, la astrología también tuvo un auge importante en dicha época; fue hasta el siglo XVIII con las críticas de Jonathan Swift y Voltaire que dicha práctica perdió popularidad. Sin embargo, a partir de 1930 ha comenzado a ganar nuevos seguidores, incluso su rating es mayor que el de la astronomía. ¿Se deberá esto a que la astrología al fin dice la verdad? No. Las creencias en masa son fenómenos sociales muy frecuentes en la historia de la humanidad y comúnmente están ligados a intereses muy terrenales, como poder social y adquisiciones económicas. ¿O acaso no tiene un precio saber su futuro? ¿Cuántas sectas no han tenido control sobre los bienes de sus adeptos? ¿Cuántos presuntos enviados celestiales no se han vuelto millonarios estafando? Para hablar de poderes sobrenaturales llegados de lugares divinos hay bastantes retribuciones monetarias y considerables posiciones jerárquicas que nada tienen que ver con tratar de entender el mundo que nos rodea, lo cual es el rasgo característico de cualquier ciencia formal. Sin duda la astrología cuenta con más seguidores porque es un producto que se vende y, por lo tanto, puede pagar los medios publicitarios necesarios. Para ponderar esto hay que tomar en cuenta que hacer comerciales de radio y televisión no es nada barato y a ello hay que agregarle los costos de los múltiples medios impresos que se utilizan. La Astronomía de hoy A pesar de que la astronomía tuvo semejantes comienzos, en algún momento esto cambió y en lugar de seguir el camino de las adivinaciones y creencias a ciegas decidió ocuparse de asuntos más sencillos y prácticos, comenzando por entender cosas que se podían observar y estudiar. Gracias a sus métodos y, sobre todo, a las tecnologías -cada vez más precisas- que permitieron verificar, descartar y mejorar teorías, la astronomía se convirtió en una ciencia hecha y derecha. ¿Pseudociencia? Pseudociencia o seudociencia (forma admitida como correcta por la Real Academia de la Lengua Española) es una palabra formada a partir de la raíz griega pseudo, “falso”, y la palabra latina ciencia, “conocimiento”. Aunque el término como tal se emplea desde por lo menos finales del siglo XVIII (3), el concepto de pseudociencia como algo distinto de la verdadera ciencia al parecer surgió a mitad del siglo XIX. Uno de los primeros usos de la palabra proviene de 1844 en el Northern Journal of Medicine. También existe un registro del término en 1843, en la obra del fisiólogo francés François Magendie (4). En la antigüedad, más precisamente en la antigua Grecia, bastaba la autoridad de un gran pensador para dar credibilidad a las ideas y considerarlas verdaderas. Entre los siglos XV y XVIII surge el método experimental y los científicos de la época se reunían para compartir sus descubrimientos con los colegas que podían evaluar y apoyar (o descartar) las ideas. Actualmente los científicos –incluyendo, desde luego, a los astrónomos- publican los resultados de sus investigaciones en revistas de prestigio internacional vigiladas por expertos de los temas en cuestión y así los colegas pueden obtener buenas referencias de estas revistas para trabajos futuros. Los resultados científicos se van actualizando y van ayudando a nuevos descubrimientos sustentados en investigaciones previas y resultados exitosos. ¿Quién dice la verdad? Ciertamente los seres humanos tenemos necesidades emocionales y espirituales, pero los desvíos irracionales sobre la realidad son otra historia. Algo muy importante que se debe considerar en el análisis de la ciencia es su contexto social. Para el hombre primitivo no fue nada difícil asociar los fenómenos naturales a fantasías, pues dichos acontecimientos superaban su entendimiento pero no su imaginación. Al principio muchas ciencias consideraban como verdaderas ideas que hoy en día nos parecen irracionales y que con el tiempo fueron perdiendo credibilidad ante nuevas evidencias. Recordemos que la racionalidad no es eterna. El éxito de las ciencias actuales radica precisamente en su progreso siempre sujeto a las pruebas y la renovación constante. Es verdad que podemos creen lo que más nos guste pero ¿por qué no creer en lo que se puede demostrar? ¿Por qué confiar en las monótonas predicciones astrológicas y no en los resultados enriquecidos de la investigación astronómica? Muchas veces “Es verdad que podemos creen lo que más nos guste pero ¿por qué no creer en lo que se puede demostrar?” se piensa que la ciencia verdadera nos proporciona una visión desencantadora de la realidad: fría, analítica, razonada, sin magia y ni maravilla. ¿Es realmente cierto eso? ¿Que no es asombroso ver ese vals elegante y preciso que ejecutan los planetas al pasar por sus órbitas, observar las majestuosas estructuras de las galaxias, conocer de qué están hechas las estrellas que nos acompañan todas las noches, esperar el paso marcial de los cometas, contemplar la belleza de un eclipse? Considero que esa es la magia real, la magia que podemos ver, comprobar y mejorar, la magia de la ciencia que pueda asombrarnos sin ningún costo, que está a nuestro alcance y que igualmente nos hechiza e hipnotiza a grandes y pequeños. El método científico es para usarse siempre y no sólo en laboratorios o institutos de investigación; no es una herramienta exclusiva para científicos, es de dominio público. Así que no tema usarlo en su vida diaria, el único precio es pensar un poco, pero sus resultados son garantizados • Recomendaciones • Las pseudociencias ¡vaya timo! Mario Burgen. Editorial Laetoli. • Cuando la ciencia nos alcance. Las pseudociencias. Shahen Hacyan. Editorial La ciencia para todos. Referencias 1.- Carol Tavris. Conferencia en APS Presidential Symposium on Science and Pseudoscience, Denver Colorado, June, 3, 1999. 2.- Philosophy of science. Martin Curd and J. A. Cover. W.W Norton & Company. 3.- Se usó en referencia a la alquimia en 1796 en la obra de Andrews, James Pettit; Henry, Robert (1796). T. Cadell y W. Davies. Ed. History of Great Britain, from the death of Henry VIII to the accession of James VI of Scotland to the Crown of England. II. p.87 4.- Magendie, F (1843) An Elementary Treatise on Human Physiology. 5a Ed. Tr. John Revere. New York: Harper, p 150.