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UN MUNDO, UNA SALUD EL CASO DE LA INFLUENZA BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA Enrique Agüera Ibañez Rector Jose Ramón Eguivar Cuenca Secretaria General Jaime Vázquez López Vicerrectoría de Docencia Marco Antonio E. Aguilar Ballesteros Director de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia Carlos Contreras Cruz Director de Fomento Editorial Un mundo, una salud. El caso de la influenza Rosa del Carmen Xicohténcatl Palacios, Nora Fernández Jaramillo, Juan Montaño Hirose Diseño de portada: Marco Albores Fernández Primera edición, octubre de 2009 Foto1 Anade Silvestre. Cortesía Sofía González Guzmán Foto 2 Porcino en producción intensiva Foto 3 Personas durante la contingencia de abril de 2009. Fotos cortesía de Sofía González Guzmán Dirección de Fomento Editorial 2 Norte 1404 Tel (222) 2 53 14 87 Puebla, Puebla Impreso y hecho en México Printed and made in México Rosa del Carmen Xicohténcatl Palacios Nació en la ciudad de Puebla el 6 de junio de 1956. De 1973 a 1977 fue alumna de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Nacional Autónoma de México. Obtuvo el grado de maestra en salud pública por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla en 2001. En 2008 obtuvo el grado de doctora en ciencias aplicadas al aprovechamiento de los recursos naturales en el Centro de Estudios Justo Sierra (Surutato, municipio de Badiraguato, Sinaloa). Desde 1978 labora en la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Nora Fernández Jaramillo Originaria de la Ciudad de Puebla. De 1974 a 1978 fue alumna de la Universidad Patricio Lumumba en Moscú, URSS, en donde obtuvo el grado de ingeniero agrónomo. En 1997 obtuvo el grado de maestra en Ciencias en la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro. En 2008 obtuvo el grado de doctora en ciencias aplicadas al aprovechamiento de los recursos naturales en el Centro de Estudios Justo Sierra (Surutato, municipio de Badiraguato, Sinaloa). Desde 1980 labora en la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Juan Montaño Hirose Estudió medicina veterinaria y zootecnia en la Universidad Nacional Autónoma de México. Obtuvo el grado de maestro en ciencias (bioquímica) por la Universidad Federal de Paraná (Brasil) y el de doctor en ciencias por la Universidad de París (inmunología); la tesis la realizó en el Instituto Pasteur de París sobre la rabia transmitida por murciélagos, obtuvo mención honorífica. Ha trabajado en distintas instituciones mexicanas como investigador, docente y administrador. [7] Variación genética y antigénica de los virus de influenza A Ma Isabel Salazar1* Orestes López Ortega 1 Elizabeth González Durán2 Gloria León Ávila 1 María Eugenia Castro Mussot 1 1 L os tres tipos de influenzavirus: A, B y C se definen con base en la ausencia de reactividad cruzada para sus proteínas NP y M1. Adicionalmente, estos tipos virales exhiben diferentes características en sus genomas y partículas virales. Para los virus de influenza A, los principales virus pandémicos, se han encontrado además 16 subtipos de HA (H1H16) y 9 subtipos de NA (N1-N9). La gran variabilidad genética y antigénica que exhiben los influenzavirus A se debe a la conformación particular de su genoma, a su alta tasa de mutación y a la reasociación frecuente de sus segmentos genómicos. Se generan así múltiples cambios a nivel de *maisabelsalazar@gmail.com Escuela Nacional de Ciencias BiológicasInstituto Politécnico Nacional (ENCP-IPN) 2 Instituto Nacional de Diagnóstico y Referencia Epidemiológica (INDRE) su secuencia genómica que se reflejan rápidamente en las proteínas reconocidas por el sistema inmune del individuo infectado. La genética particular de los virus de influenza A, les confiere un importante potencial pandémico. Los mecanismos de variación genética conducen a que la respuesta inmunológica de memoria pueda tener poco o ningún efecto cuando una nueva variante infecta. Genoma viral Los virus de influenza tipo A contiene ocho segmentos génicos de RNA de cadena negativa de diversos tamaños que varían de 890 a 2350 nucleótidos (Cuadro 4.1). Los tres segmentos de Cuadro 4.1. Características generales de los segmentos genéticos del virus de influenza A (Strauss & Strauss, 2005). Segmento Proteína PM (kDa) Moléculas por virión Funciones identificadas 1 PB2 85.7 30-60 RpdR: unión del cap 2 PB1 86.5 30-60 RpdR: actividad de alargamiento 3 PA 84 30-60 RpdR: actividad proteolítica 4 HA 70 ~500 Hemaglutinina, reconocimiento del receptor 5 NP 56 ~1000 Nucleoproteína: unión al RNA; parte del complejo transcriptasa; transporte nuclear/citoplasmático del RNA viral. 6 NA 50 ~100 Neuraminidasa, liberación de la partícula viral 7 M1 28 ~3000 Proteína de matriz, componente principal del virión. M2 11 20-60 Proteína integral de membrana, canal iónico. NS1 (NS1A) 27 0 Proteína no estructural: corte/empalme y traducción. Proteína anti-interferón. NEP (NS2) 14 130-200* Proteína de localización nuclear y citoplasmática de función desconocida.* Aunque se le considero inicialmente no estructural, se ha reportado que está asociada a la M1en la partícula viral. 8 [ 41 ] mayor tamaño (PA, PB1 y PB2) codifican para las subunidades que conforman las RpdRs. Los segmentos de tamaño intermedio codifican para la hemaglutinina (HA), la neuraminidasa (NA) y la nucleoproteína (NP). Las proteínas HA, NA y M1 conforman la envoltura del virus. Los segmentos restantes codifican para la proteína de matriz (M1) y para dos proteínas no estructurales (NS1A y NS2/NEP). Con un genoma de menos de 14 Kb, el virus ha desarrollado varias estrategias para expandir la capacidad codificante de su genoma (Lamb & Takeda, 2001). Dichas estrategias son diversas e incluyen el corte/empalme alternativo de RNA (splicing) en NS. Mientras que los mRNAs del segmento M son procesados por corte/empalme alternativo y los mRNAs del segmento PB1 son bicistrónicos (Cheung et al, 2005). De los 8 segmentos de RNA viral (RNAv), el mRNA correspondiente a M1 puede además ser procesado por corte/empalme alternativo para generar M2 y M3, ya que el gen M del virus de la influenza A contiene dos sitios posibles de corte/empalme (nt 12-13 y 52-53), cuya selección pudiera estar relacionada con factores de la célula hospedera (Inglis & Brown, 1981; Shih et al., 1995, Salazar et al, 2010). Proteínas virales Hemaglutinina (HA). El polipéptido de la HA es de 70 kDa (HA0) y sufre un corte proteolítico por proteasas del hospedero para generar dos polipéptidos (HA1 and HA2) que se unen por un enlace de puente disulfuro (aproximadamente 500 moléculas por partícula viral). HA1 contiene el sitio de unión al ácido siálico y el extremo amino del péptido HA2 permite la fusión del virus a la membrana endosomal de la célula infectada. Las moléculas de HA forman trímeros con un peso molecular aproximado de 220 kDa que presentan tres regiones estructuralmente distintas: una cabeza globular constituida por hojas de ȕ–plegada antiparalela y el sitio de rompimiento HA1/HA2. La región de la cabeza HA1 posee el sitio de unión al receptor (ácido siálico) y contiene esencialmente todos los sitios antigénicos reconocidos por los anticuerpos humanos (Das et al, 2010). El extremo amino de HA1 forma la hebra central del pie globular, el resto de la cadena se dirige hacia la cabeza globular. HA2 forma dos Į-hélices, las cuales constituyen la estructura que estabiliza el trímero, el extremo carboxi terminal proporcio- na las hebras restantes del pie globular. Después de que el virus se interioriza en endosomas, la acidificación de los mismos dispara cambios conformacionales irreversibles. Dichos cambios incluyen la disociación de HA1 de la membrana endosomal y su movimiento de HA2. Por otro lado, un cambio conformacional de rizo a hélice en HA2 la capacita para fusionarse a la membrana del endosoma y promueve la fusión de las membranas viral y endosomal resultando en la liberación de las ribonucleoproteínas virales (vRNPs) al citoplasma (Das et al. 2010). Neuraminidasa (NA). Las neuraminidasas hidrolizan el enlace glicosídico entre dos o más carbohidratos o entre un carbohidrato y otro tipo de molécula. Esta enzima pertenece a la familia de las sialidasas, aunque su secuencia de aminoácidos muestre gran homología con otras sialidasas. Las neuraminidasas rompen entre el ácido siálico terminal y un carbohidrato en una glicoproteína. Existen aproximadamente 100 moléculas por partícula viral. La neuraminidasa viral una proteína de 469 aminoácidos y es esencial para la liberación de la partícula viral de la membrana externa de las células infectadas por rompimiento del ácido siálico de las glicoproteínas del hospedero que es reconocido por la hemaglutinina viral. La NA es una proteína transmembranal con una pequeña cola citoplásmica en su extremo amino (residuos 1-6) seguida de la región transmembranal (residuos 7-34) responsable de la translocación de la proteína. Enseguida exhibe una región no estructurada rica en aminoácidos polares (residuos 35-82) que conecta el ancla de la membrana al dominio catalítico de la NA (residuos 83-469). Esta región es la que presenta mayor variación en secuencia entre los influenzavirus incluyendo la eliminación de grandes segmentos (Maurer-Stroh et al, 2009). La NA evita la autoagregación viral mediante la remoción de la cubierta viral, del carbohidrato facilitador de la movilidad viral de un sitio a otro. El sitio de unión al ácido siálico en esta proteína forma una cavidad que fue descrita detalladamente a partir de la estructura de un cristal. Las drogas oseltamivir y zanamivir mimetizan al ácido siálico e inhiben esta enzima. Nucleoproteína (NP). Es una proteína estructural de 498 aminoácidos que forma la cápside del RNA viral (RNAv). La proteína tiene en su extre- [ 42 ] mo amino terminal una región de unión a RNA (residuos 1-181) y dos dominios responsables de la interacción entre monómeros en los residuos 189-358 y 371-465 (Das et al., 2010). Existen unas 100 moléculas de NP en cada partícula viral. Las vRNPs están constituidas por múltiples copias de moléculas de nucleoproteína, un genoma de RNAv y un complejo de polimerasas (complejo P) que se empacan en las estructuras mencionadas. La NP también participa en el importe nuclear por medio de sus dos señales de localización nuclear (NLSs), una no convencional (aminoácidos 3-13) y una bipartita (aminoácidos 198-216). En el proceso de replicación se requiere para la síntesis de RNAs largos. Adicionalmente interacciona con las polimerasas virales PB1 y PB2, lo que sugiere un papel en la regulación de la actividad de polimerasa (Osaka et al, 2007; Li et al, 2009). La exportación de los vRNPs del núcleo hacia el citoplasma ocurre a través de la interacción entre NP y M1/NS2. Los monómeros de la NP constituyen una estructura en forma de luna. La cresta de unión a ssRNA se localiza en la superficie externa, entre los dos dominios de la proteína. Los monómeros de la NP se unen entre sí a través de la inserción de una saliente en la molécula de NP vecina y se promueve la oligomerización requirida para la formación de los vRNPs (Das et al., 2010). Proteína de matriz 2 (M2). Esta es una proteína integral de membrana de 97 aminoácidos que forma tetrámeros y posee un dominio extracelular pequeño (extremo amino), un dominio transmembranal y un dominio citoplásmico (extremo carboxilo) que está acetilado y fosforilado. Esta proteína se expresa sobre la superficie de células infectadas y se incorpora a los viriones donde se constituye como un componente no mayoritario (20 a 60 moléculas por partícula viral). El dominio transmembranal de M2 forma un canal iónico que se regula por pH. Los residuos His37 y Trp41 están muy conservados y se localizan en dicho canal y son fundamentales para el transporte de protones. En condiciones de pH bajo, la His37 está protonada, lo cual incrementa el flujo de protones. El Trp 41 a pH alto forma una puerta que bloquea el canal. El pH bajo así como los cambios conformacionales de las hélices de la región transmembranal promueven que la puerta se abra. Esta proteína es el blanco principal de drogas antivirales de la clase de los adamantanos cuya acción radica en bloquear la actividad del canal (Arias et al, 2009; Das et al, 2010). Proteína de matrix 1 (M1). Esta proteína está codificada por el segmento 7 y es la proteína más abundante detectada en los viriones; es bifuncional se une a la membrana y une RNA, dicha actividad reside entre los residuos 148-16 y este fragmento se asemeja a un dedo de zinc. Esta proteína media la encapsidación de los núcleos de RNA-nucleoproteína en una envoltura de membrana, actividad que explica su naturaleza bifuncional. En una partícula viral se ha reportado que hay unas 3000 unidades de esta proteína viral. Está constituida por dos dominios unidos por una secuencia conectora. El extremo amino tiene una estructura multihelicoidal que se divide en dos subdominios, el dominio carboxi terminal también está constituido por una estructura de a–hélice (Nasser et al, 1996). En esta proteína también ocurre un evento de corte y empalme que es controlado tanto por proteínas virales como celulares. Proteína no estructural 1 (NS1). El octavo segmento del genoma del virus codifica para un mRNA colineal, el cual después de corte y empalme origina dos proteínas no estructurales (NS1A y NS2/NEP) (Figura 1), la primera claramente involucrada en la evasión de la respuesta inmune mediante su actividad anti-interferón. Las dos especies de mRNA comparten 56 nucleótidos en el extremo 5’, provocando que NS1 y NEP exhiban 10 aminoácidos en común en su extremo amino. La regulación del corte y empalme ocurre parcialmente por la proteína NS1 que podría considerarse como un mecanismo de autorregulación de los niveles de proteína en células infectadas. NS1A es una proteína no estructural de 230-237 aa con un peso molecular aproximado de 26-27 kDa (Hale et al. 2008). NS1 no es componente de las partículas virales pero se expresa en niveles altos en células infectadas. NS1contribuye con la replicación eficiente del virus a través de una regulación temporal de la síntesis de los mRNAs y el corte y empalme de los mismos y la maduración correcta de las partículas virales. NS1es una proteína dimérica que se localiza en el núcleo y tiene la facultad de unir RNA (dsRNA) a través de su dominio NS1A (residuos 1-70). La principal función de este dominio es la inhibición del interferón (Das et al, 2010). Se han descrito varias mutaciones en NS1 y se ha demostrado que están relacionadas con la virulencia y la patogenicidad, ya que confieren cierta capacidad para modular la respuesta inmune del hospedero (Arias et al, 2009). [ 43 ] La proteína NEP originalmente denominada NS2 se localiza en el núcleo pero se ha demostrado que está presente en viriones purificados en donde interactúa con la proteína M1. Estas proteínas están involucradas en el exporte nuclear de vRNPs que se efectúa por la proteína Crm1. NEP se une a través de su extremo amino con Crm1 y por su extremo carboxilo con M1, la cual está unida a las vRNPs. NEP adicionalmente se une a otras proteínas como nucleoporinas y es responsable del reclutamiento de proteínas de la maquinaria de exporte y de facilitar el exporte del complejo (Robb et al, 2009). Polimerasa viral (PA, PB1 y PB2). La polimerasa viral (complejo P) es un heterotrímero compuesto por las subunidades PA (polimerasa ácida), PB1 (polimerasa básica 1) y PB2 (polimerasa básica 2) con un peso molecular aproximado de 250 kDa. El complejo lleva a cabo tanto la transcripción del mRNA como la replicación. Dentro de la partícula viral se encuentran de unas 30 a 60 copias de este complejo. La subunidad PB1 es el componente del complejo que cataliza la adición secuencial de nucleótidos durante el alargamiento de la cadena de RNA. Esta subunidad contiene múltiples sitios activos necesarios para la polimerización de las cadenas de RNA y también para la asociación con PA y PB2 para formar el complejo heterotrimétrico (Tumpey & Belser, 2009). La subunidad PA tiene actividades de endonucleasa y proteasa y participa en la unión de vRNA/cRNA e interactúa con la subunidad PB1. El dominio del extremo amino (PAN residuos 1-197) posee una actividad de endonucleasa dependiente de cationes. El procesamiento de los pree-mRNA por esta subunidad es crítico para la síntesis del Figura 4.1. Modelos de las estructuras tridimensionales de cada una de las proteínas codificadas por los virus de influenza A. Las ilustraciones fueron tomadas de diversas fuentes como se indica en la sección de bibliografía. [ 44 ] mRNA viral. Los residuos His41, Glu80, Asp108 and Glu119 están conservados entre los subtipos de influenza A y entre las cepas. El dominio carboxi terminal (PAC residuos 239-716) interactúa con el extremo amino de PB1N. La subunidad PB2 es responsable de la unión del cap y el extremo carboxilo contiene una señal de localización nuclear (NLS) bipartita para el importe nuclear del citoplasma (localizada en los residuos 678-757) (Das et al, 2009). Ciclo de replicación El ciclo de replicación inicia una vez que el virus se adsorbe a los residuos del ácido siálico presentes en la superficie de la célula, cuya configuración depende del tipo celular y de la especie infectada (Figura 2). Las cepas de influenza aviar se unen preferencialmente al ácido siálico unido a galactosa vía enlaces Į 2,3 la cual es la principal configuración de ácido siálico del epitelio celular del intestino de aves silvestres como los patos (Arias & López, 2009). En contraste, los virus de influenza de humanos se unen preferencialmente a residuos de ácido siálico unidos a galactosa por enlaces Į 2,6, que son la configuración principal encontrada en las células epiteliales del tracto respiratorio humano. Los residuos en configuración Į 2,3 en humanos parecen limitarse a las células ciliadas del tracto respiratorio bajo y se encuentran en una baja proporción (Suzuki et al, 2000). La interacción con los residuos de ácido siálico ocurre a través de un dominio estructural ubicado en la proteína viral HA1 (ver proteínas virales). Finalizado este proceso el virus es interiorizado por una endocitosis mediada por receptor. La acidificación del endosoma provoca un cambio en la conformación de la proteína viral HA, lo que favorece la fusión de las membranas celular y viral (Arias & López, 2009). El pH bajo favorece además la disociación de las RPs asociadas a cada uno de los segmentos genómicos virales dentro del endosoma. La proteína M2 funciona como un canal iónico y permite la entrada de protones hacia el interior de la partícula viral. Entonces los segmentos de RNA que constituyen el genoma viral son liberados al citoplasma. Cada segmento viral ingresa al núcleo a través de los poros nucleares debido a que proteína viral NP unida a ellos posee señales de localización para ello (Arias & López, 2009). En el núcleo se inicia la transcripción y se lleva a cabo la replicación. La transcripción viral requiere la cooperación de factores celulares y la incorporación del CAP al 5´ de cada uno de los segmentos virales que son transcritos a los correspondientes mRNAs. Debido a que los segmentos virales originales poseen RNA de polaridad negativa (es decir que no pueden ser utilizados como mRNAs), su transcripción debe ser mediada por el complejo RNA polimerasa Figura 4.2. Las dos configuraciones diferentes del ácido siálico unido a galactosa que se localizan en la superficie celular y son reconocidas por la proteína viral de superficie HA (adaptado de: Virology blog). [ 45 ] dependiente de RNA (RpdR). Esta proteína sintetiza también el RNA complementario que es utilizado como molde para la formación de los nuevos genomas virales. Los RNAs sintetizados de novo y correspondientes a cada uno de los segmentos son transportados al citoplasma, donde conducen a la síntesis de las proteínas virales correspondientes. Las NPs sintetizadas se translocan al núcleo debido a su señal de localización nuclear, allí se ensamblan con los nuevos genomas virales. Por otro lado, las proteínas HA y NA, una vez sintetizadas en el retículo endoplasmático, son transportadas hacia la membrana celular, vía aparato de Golgi incorporando en su tránsito hidratos de carbono a sus cadenas laterales. Las áreas de membrana celular, que contienen las proteínas HA, NA y M2 envuelven a las proteínas virales internas y la gemación progresa hasta que emergen las nuevas partículas virales (Arias & López, 2009). Entre las proteínas viales se encuentran la M1 y el complejo ribonucleoproteíco (NP-RNA). También las copias (30 a 60) de la RpdR sintetizada y heterodimérizada en las células infectadas deben ser empaquetadas en los viriones. Los 8 segmentos genómicos son indispensables en cada una de las nuevas partículas virales formadas para que éstas sean infectivas. Cada segmento génico de cualquier influenzavirus contiene secuencias señal altamente conservadas que participan en la interacción con la proteína M1 (matriz), que forma la bóveda interna de la partícula viral (Palese, 2004). Es debido a esta homología que los segmentos génicos de un virus infectante pueden ser empaquetados en las cápsides de algún otro virus de influenza coinfectante (genetic reassorment). Así, cuando dos o más influenzavirus diferentes entran en una misma célula, sus segmentos pueden reasociarse y dar origen a nuevas variantes virales. Una vez en la superficie celular, la proteína viral de superficie NA corta los residuos de ácido siálico en la superficie celular infectada evitando la readsorción de las nuevas partículas virales y promoviendo así su liberación (Arias & López, 2009). Variación genética Los virus de la influenza A no sólo son capaces de mutar rápidamente y generar nuevas variantes mediante este mecanismo, pueden además intercambiar segmentos genómicos completos con otros virus y generar como consecuencia nuevos virus algunos de ellos con potencial pandémico. No obstante, los mecanismos moleculares mediante los cuales ocurren los rearreglos genómicos en las células no están bien claros. Las variaciones antigénicas en las proteínas HA y NA capacitan al virus para evadir la respuesta inmune humoral (anticuerpos) de memoria adquirida en infecciones previas, hecho que condiciona las epidemias recurrentes de influenza. Es importante notar que los de influenzavirus tienen una alta tasa de error durante la replicación de sus genomas, debida a la baja fidelidad de RpdR, con la que copian sus segmentos génicos. Esta enzima carece además de la actividad necesaria para corregir los errores introducidos (edición) y por lo tanto se producen las mutaciones (cambios) en la secuencia de nucleótidos de sus genes. La tasa de error que exhibe esta polimerasa viral es de 1 x 10-3 a 1x 10-5, es decir, que introduce una mutación por cada mil o cien mil nucleótidos copiados (Stech et al, 1999, Salazar et al, 2010). Debido a que la tasa de mutación es alta, sólo una mínima fracción de las copias generadas son idénticas a las parentales. Así, se genera en la progenie de este virus una gamma de genomas parecidos pero no clonales (idénticos), denominados quasiespecies. Es posible que varias de las mutaciones generadas resulten ser letales. Debido a la baja fidelidad de la RpdR viral una buena porción de la progenie pueden ser partículas defectuosas, sin embargo, la estructura genética de quasiespecies conlleva un alto potencial de adaptación a los cambios ambientales, incluyendo la presión por las defensas del hospedero (Biebriche et al, 1999). Las quasiespecies virales son en general aquellos genomas virales mutantes y recombinantes que están estrechamente relacionados (pero que no son idénticos) y que han estado sometidos a constante variación genética, así como a procesos de competencia y selección (Domingo et al, 1985). Es importante destacar que la generación de quasiespecies tiene un efecto dual sobre la progenie generada, por un lado mejoran la probabilidad del virus a adaptarse con rapidez a un nuevo hospedero. Por el otro lado, permite la producción de variantes defectuosas (deletéreas), que se extinguen. Elementos importantes en la selección y enriquecimiento de la quasiespecie particular más apta son el ambiente y la presión adaptativa en cada hospedero (Wang et al, 2008). Se ha estimado que la tasa de mutación para la HA (específicamente en el dominio HA1) del subtipo H3 es de 6.7 x10 -3 mutaciones/sitio/año (Smith et al, 1989). [ 46 ] El análisis filogenético de los virus pandémicos AH1N1 colectados de diferentes regiones del mundo durante el brote del 2009, demostró la presencia de variantes de AH1N1 con cambios de aminoácidos característicos (mutaciones específicas) en el gen de la neuraminidasa (NA), (Garten, et al, 2009. Itoh et al, 2009). Con base en este hallazgo se han clasificado a los virus AH1N1 que circulan actualmente en tres grupos (de acuerdo a las mutaciones en el gen de la NA). La primera variante referida como el grupo A/ California/04/2009, se identifica porque presenta el aminoácido valina (V) en la posición 106 y asparagina (N) en la 248, la segunda variante llamada grupo A/Osaka/164/2009, que se caracteriza por presentar la mutación V106I y la tercer variante conocida como grupo A/New York/18/2009 contiene las mutaciones V106I y N248D. Las mutaciones antes mencionadas no están relacionadas a resistencia a antivirales, pero han resultado de gran utilidad para la clasificación de las cepas circulantes a nivel mundial (Garten et al, 2009). No obstante se ha reportado recientemente una mutante en HA (H274Y) relacionada con la resistencia a oseltamivir (Kiso et al, 2010). La diversidad genética de los influenzavirus se genera entonces por ambas, una alta tasa de mutación asociada a la replicación por la RNA polimerasa de baja fidelidad y al fenómeno de reasociación (genetic reassorment) de los diferentes segmentos virales, cuando dos o más variantes virales coinfectan al mismo individuo. Aunque los mecanismos moleculares que intervienen en el intercambio de segmentos durante la reasociación viral no se conozcan con detalle, los estudios de coinfección con cepas de virus de origen humano H3N2 circulando en América y virus proveniente de un brote con H3N2 de Asia, indican que estos eventos no ocurren al azar. Al ser así se limita el número de reasociaciones funcionales posibles y se reduce el número de variantes virales potencialmente patógenas (Rabadan et al, 2008). Las reasociaciones de segmentos han generado virus multirrecombinantes, algunos de éstos con la capacidad de infectar directamente humanos o de que alguna de sus quasiespecies virales se adapte a la trasmisión directa entre humanos; después de varios eventos mutagénicos. Los brotes de influenza importantes que causaron una mortalidad significativa en la poblaciones humanas en el siglo XX, como el de la influenza española AH1N1 en 1918, la gripe asiática AH2N2 en 1957 y la influenza de Hong Kong AH3N2 en 1968, fueron consecuencia de eventos de reasociación ocurridos con virus de origen zoonótico (Kilbourne, 2006). Los cerdos han sido considerados por mucho tiempo el intermediario más importante y la fuente principal de nuevas variantes de virus de la in- Figura 4.3. Hospederos y origen de cada uno de los segmentos genómicos en la cepa de influenza A (H1N1) de 2009. Origen de los segmentos corresponde a, a: aviar, h: humano y p: porcino (Garten et al, 2009). [ 47 ] fluenza. La característica principal de los cerdos es que poseen células que contienen receptores tanto para los virus de origen humano y mamíferos como de las aves, por lo que si un evento de coinfección ocurre el intercambio de segmentos entre diferentes virus se produce y se generan así nuevas variantes virales (Thacker & Janke, 2008). Las nuevas variantes generadas pueden contener segmentos provenientes de virus que infectan aves o cerdos y al mismo tiempo segmentos de virus que infectan a humanos, por esta razón, los cerdos son considerados “vasos mezcladores” y son la fuente generadora de virus con potencial pendémico (Brown et al, 1998). El análisis filogenético del genoma completo de un virus de influenza porcino, aislado en los 90, demostró que éste emergió de tres eventos de recombinación genética (reasociación) entre el virus AH3N2 estacional, el virus de la influenza porcina clásica (europea) y el virus de la influenza aviar de Norteamérica, dando origen a esta reconocida triple recombinante (Shinde et al, 2009). Interesantemente, el virus AH1N1 pandémico que surgió el pasado 2009, fue el resultado de una reasociación más entre la triple recombinante de origen porcino y un virus porcino con características del virus de la influenza aviar Eurasiática de donde adquirió la proteína de matriz (M1) y la neuraminidasa (NA) (Garten, et al 2009; Itoh et al, 2009), (Figura 4.3). Mutación y función Los virus de influenza A experimentan un proceso de evolución constante producto de las mutaciones que les permiten generar quasiespecies (ver variación genética) y adaptarse al hospedero y a las condiciones del ambiente, debido a la presión selectiva (Webster et al, 1982; Webster et al, 1999). Las mutaciones se pueden presentar como sustituciones de nucleótidos (transiciones o transversiones), inserciones o bien deleciones (Wright & Webster, 2001); las cuales ocurren en cada uno de los ocho segmentos genómicos del virus. Las mutaciones se acumulan en cada ciclo de replicación y generan variantes en la estructura y/o función de las proteínas que expresan (Webster, 1999; Webster & Hulse, 2004). Existen cambios más significativos entre las 16 diferentes HAs (secuencias de aminoácidos), que muestran divergencias de al menos 30%, hecho que tiene consecuencias importantes en su perfil antigénico (Webster et al, 1982, 2006; Webster, 1994). La mayoría de las mutaciones que ocurren en los virus encontrados en las aves silvestres acuáticas, son silenciosas, es decir no originan cambios en los aminoácidos codificados, lo que indica la existencia de una restricción funcional en la evolución de estas proteínas. Sin embargo, al transmitirse estos virus las mutaciones que se acumulan tanto en las aves domésticas como en los mamíferos originan cambios en los aminoácidos y generan alteraciones importantes en el comportamiento biológico de la progenie viral (Taubenberger & Morens, 2006; Kawaoka et al, 1990; Röhm et al, 1996; Fouchier et al, 2005, Suárez, 2000). Esta selección de variantes virales permite la adaptación e infección de especies diferentes, la evasión de la respuesta inmune (escape viral) en especies habitualmente infectadas, la emergencia por presión selectiva de variantes resistentes a los agentes antivirales o con tropismos celulares diferentes, todo lo anterior con la consecuente modificación en la patogénesis viral (Holland et al, 1982; Webster & Hulse, 2004; Alexander, 2000). Los virus de influenza sufren mutaciones constantes en sus proteínas HA y NA que se localizan en la superficie de la partícula viral, la generación de estas mutaciones es central en el escape viral a la respuesta inmunitaria de sus hospederos. A diferencia de otros virus respiratorios, los virus de influenza no sólo poseen este mecanismo de variación antigénica (antigenic drift), conocido como deriva génica que resulta en cambios en las proteínas causados por mutaciones puntuales de sus genes. Por otro lado, el cambio antigénico debido a antigenic shift produce modificaciones profundas en la antigenicidad e incluso en algunos casos en la funcionalidad, debido al intercambio de segmentos genómicos completos con otros influenzavirus. Se producen así nuevos virus con combinaciones de proteínas HA y NA diferentes a las de los virus originales (Figura 4) (Arias & López, 2009). Es claro que las reasociaciones (o rearreglos genéticos) que ocurren mediante el intercambio de segmentos de RNA entre diferentes virus de influenza A de origen diverso (aviar, humano y porcino, principalmente) generan grandes cambios antigénicos en estos virus (antigenic shift). Si los virus generados por este mecanismo poseen la capacidad de infectar humanos y de transmitirse entre ellos, tienen entonces un potencial pandémico, ya que la población humana mundial no posee ninguna inmunidad contra esta variante viral emergida en la naturaleza (Arias & López, 2009). [ 48 ] Figura 4.4. Generación de una nueva variante mediante reasociación de segmentos (genetic reassorment), (Arias & López, 2009). Este fenómeno es entonces el principal condicionante del surgimiento de virus de influenza con carácter pandémico, debido al cambio antigénico que conllevan en varios casos severidad y resultan en consecuencias clínicas impredecibles en una población nueva (Nelson et al, 2008). Variación antigénica La mayoría de las mutaciones es claro que se mantienen silenciosas, es decir no tienen ningún efecto sobre la secuencia de aminoácidos para la que codifican, pero dan origen a cambios que afectan la antigenicidad de las proteínas para las que codifican. La variación antigénica se refiere al hecho de que diferentes aislados de la misma especie viral puedan mostrar reactividad cruzada variable cuando se prueban con un suero estándar, el cual fue obtenido utilizando el aislado original (Air & West, 2010). La respuesta inmune del hospedero hacia los virus infectantes es considerada generalmente como un elemento de selección negativa sobre las especies virales. Las bases primarias de la variación antigénica son la selección de virus mutantes (quasiespecies) por anticuerpos. Estas son conocidas como mutantes de escape, ya que éstas son resistentes a la neutralización por los anticuerpos y por lo tanto poseen una ventaja evolutiva a la presencia de los anticuerpos. Las mutantes virales de escape pueden ser también seleccionadas por células T CD4+ o CD8+ (Air & West, 2010). Los virus de la influenza A son uno de los grupos virales que muestran el mayor número de mutaciones acumuladas a través del tiempo, fenómeno conocido como deriva génica (que condiciona el antigenic drift). La ocurrencia de este fenómeno sobre las proteínas HA y NA está asociado significativamente con la epidemias de influenza estacional. Es claro que si la proteína (antígeno) HA cambia su forma, los anticuerpos que normalmente neutralizan a dicho determinante, entonces son incapaces de hacerlo y permiten que la nueva mutante viral infecte de nuevo al hospedero. La deriva génica producida por las mutaciones puntuales (ver variación genética) es un proceso constante en los genomas de los virus de influenza A y resulta en la selección de nuevas variantes virales. Eventualmente las mutantes más aptas se enriquecen en la población viral y se tornan la quasiespecie más abundante. Usualmente al paso de algunos años estas variantes virales alcanzaran un punto descrito como la catástrofe del error, al acumular múltiples incompatibilidades con la funcionalidad de sus proteínas y se extinguen. No obstante debido a la estructura genética de quasisespecies una nueva variante apta a las condiciones predominantes se selecciona (Domingo et al, 1998). Este proceso no sólo permite que los influenzavirus cambien antigénicamente sino que puedan reinfectar a los individuos repetidamente a través de sus vidas. También ésta es la principal razón por las que las vacunas de influenza estacional deben formularse año con año con las variantes virales que predominantemente circulan a nivel mundial. Al intercambio de segmentos HA y NA genómicos (antigenic shift) se les asocia con [ 49 ] pandemias. Puesto que los virus de origen aviar no pueden infectar fácilmente a los mamíferos, se piensa que el papel de reservorios como los cerdos (que pueden coinfectarse) es crucial para que surjan las variantes que infectan a humanos. La aparición de nuevos subtipos también puede ocurrir cuando virus que circulan en humanos atraviesan la barrera entre especies, logrando que, por ejemplo, un virus de ave o de cerdo infecte directamente a un humano. Tal es el caso del virus H5N1 que ha causado problemas en la región asiática hacia finales de los 90 (Webster et al, 2006). Las cepas virales que surgen de esta forma pueden evolucionar mediante mutación y adaptarse a transmitirse de persona a persona. Debido a la adquisición de estos nuevos genes de origen zoonótico, los individuos no tienen la protección de anticuerpos pre-existentes. Esta es la razón por la que las variantes emergidas de esta forma puedan tener un impacto tan importante y severo en la salud pública de las poblaciones humanas. El efecto antigenic drift en epítopes del gen HA afecta el reconocimiento de anticuerpos específicos que neutralizan la infectividad viral, bloqueando la interacción de la HA con residuos de ácido siálico de la membrana de la célula huésped, principalmente de los virus de influenza A (Knossow & Skchel, 2006). Durante el siglo pasado se presentaron cuatro cambios antigénicos en los virus que infectan a la población, tres de los cuales causaron pandemias: en 1918, con la aparición consecuente del virus H1N1; en 1957 el virus H1N1 fue reemplazado por el H2N2, y en 1968 el virus H3N2 reemplazó al subtipo H2N2. En 1977 el subtipo H1N1 afectó a la entonces Unión Soviética. En este último caso, y a diferencia de las pandemias anteriores, el virus H1N1 no reemplazó al subtipo circulante H3N2, sino que ambos subtipos circulan hasta nuestros días. Las pandemias de 1957 y 1968 fueron el resultado del intercambio de genes entre virus de origen humano y aviar. Nuevamente y ya en nuestro siglo surgió en 2009 una pandemia provocada por un virus H1N1 (Figura 5). Figura 4.5. Relación histórica de las variantes virales más importantes originadas por reasociación de segmentos genómicos que han afectado a humanos. El prefijo a indica origen aviar, el h: origen humano, el p: de origen porcino y u: origen desconocido. Se indican los subtipos para HA y NA así como el origen de cada segmento genómico para cada una de estas variantes y también el año en que se causo el brote. Adaptado de: Air & West, 2010. [ 50 ] Así, las evidencias disponibles sugieren que la pandemia de 1918 fue causada por la introducción de un virus de aves en la población humana. Cuando esto sucede, normalmente se produce una infección severa, ya que las proteínas H y N del virus de ave o cerdo son diferentes a las que tienen los virus de humano, y por lo tanto los individuos no están protegidos inmunológicamente contra estas nuevas cepas. Como se mencionó anteriormente, si estos virus de origen animal que infectaron a un humano adquieren la capacidad de transmitirse eficientemente de persona a persona, entonces son virus que, al igual que los que cambian de subtipo por mezcla de genes de dos virus diferentes, tienen un alto potencial de generar epidemias serias, y aun pandemias (Arias & López, 2009). Variación y respuesta inmune Los anticuerpos representan una rama importante de la respuesta inmune adaptativa, estas moléculas son producidas por células plasmáticas procedentes de linfocitos B después de su diferenciación inducida por el antígeno específico y con la cooperación de linfocitos T CD4+. La respuesta inmune que se genera después de la infección por un virus de influenza conduce al final a la formación de anticuerpos de las clases IgA e IgG, que se localizan en las secreciones respiratorias y en el suero y que desempeñan la función de neutralizar la infección porque interfieren en la liberación de nuevas partículas virales de la membrana de las células infectadas. La mayor cantidad de anticuerpos producidos durante una infección por los influenzavirus está dirigida contra las glicoproteínas virales HA y NA. Es clara la correlación entre la protección y la concentración de anticuerpos contra la HA en el suero (Taylor & Dimmock, 1985; Suárez & Schultz-Cherry, 2000). No obstante, los virus de influenza pueden causar enfermedad aún en individuos inmunes, lo que indica la capacidad del virus tanto para evadir la respuesta de memoria como para trastornar al sistema inmune. Los anticuerpos específicos son suficientes para controlar al virus de la influenza en la fase aguda, por lo que la neutralización del virus es central para eliminar la infección. Los anticuerpos no solamente se unen y neutralizan a los virus, sino que también facilitan el proceso de la fagocitosis, propician las reacciones de lisis dependientes de complemento sobre células infectadas con virus y favorecen la eliminación de éstas por células NK. Sin embargo, es claro que los influenzavirus pueden causar infecciones repetidas a pesar de que el hospedero posea células de memoria para una variante viral determinada, pues el virus evade la respuesta inmune del hospedero porque sufre mutaciones frecuentes que pueden inducir cambios antigénicos en los subtipos (drift) y ocasionalmente modificaciones antigénicas mayores (shift) (sección de variación antigénica). Para resistir la infección respiratoria se requieren anticuerpos neutralizantes contra HA y NA, pues se ha comprobado que tienen el potencial de disminuir la velocidad de la replicación viral, mientras que la respuesta inmune celular, mediada por linfocitos T, logra la eliminación de células infectadas de los pulmones (Cox et al, 2004). La protección contra la reinfección requiere también de la presencia de anticuerpos neutralizantes en el hospedero, pero es igualmente importante la generación de inmunidad de tipo Th1 (celular) en contra del virus para depurar la infección (Graham et al, 1994). La inmunidad celular es crítica, pues los linfocitos CD4+ y CD8+ producen citocinas tales como los interferones que contribuyen a suprimir la replicación viral. La respuesta Th1 óptima consiste en la producción de células T CD4+ secretoras de interferón gamma y de células TCD8+ citotóxicas con capacidad de lisar células infectadas por virus (Moran et al, 1999). Se han podido poner de manifiesto células T citotóxicas CD8+ específicas hacia las proteínas virales HA, NP, PB2 y M2, entre tres y cuatro días después de la infección (Karson, 1996). Estudios sobre la respuesta celular en infecciones por influenzavirus indican su participación en el tracto respiratorio para el control de la replicación viral (Woodland, 2003). Por lo anterior, existen evidencias suficientes para asegurar que ambas ramas de la inmunidad adaptativa son esenciales para producir la resistencia contra la infección a largo plazo. La inducción óptima de respuestas dependientes de linfocitos T implica la acción de interferones tipo I (IFN-I). El IFN-I induce la expresión de cientos de genes que promueven un estado antiviral en las células, sin embargo en la infección por virus de influenza la producción de IFN-Į es inhibida por la proteína viral NS1 que interfiere con la respuesta inmune innata. La proteína no estructural NS1 de los influenzavirus es un factor de virulencia con múltiples funciones en las células: además de controlar la replicación del RNA viral (Falcon et al, [ 51 ] 2001) y la síntesis de proteínas virales (Hatada et al, 1990) una de sus principales funciones es la inhibición de la respuesta de interferón del huésped (Garcia-Sastre et al, 1998), lo cual impide también, la presentación de antígeno correcta por células dendríticas a los linfocitos (Fernández-Sesma et al, 2006; Mueller et al, 2010). Se investigó la respuesta de linfocitos T CD8+ hacia influenzavirus recombinantes adaptados a ratón, con la proteína NS1 truncada o eliminada y que expresaban el epítopo gp33-41 del virus de la coriomeningitis linfocítica. La infección intranasal de ratones con estos virus atenuados indujo respuestas tanto T como B de larga duración a pesar de que la replicación viral se encontraba reducida significativamente en los pulmones, en comparación con la infección por virus silvestres (wild-type). Los influenzavirus atenuados que expresan la NS1 truncada generaron inmunidad protectora incrementada, debida a la expansión de la subpoblación de células CD8+ antígeno-específicas. El control de las infecciones virales latentes y persistentes depende de los linfocitos T citotóxicos al mismo tiempo que de los mecanismos de eliminación por anticuerpos, por lo tanto las observaciones obtenidas con la proteína NS1 modificada deben ser consideradas para el diseño de nuevas vacunas vivas modificadas contra los virus de la influenza (Mueller et al, 2010). Entonces, los mecanismos de evasión de los influenzavirus incluyen el bloqueo en el inicio de la respuesta específica adaptativa por la proteína NS1, pero de manera importante la continua variación antigénica impide la producción de los anticuerpos específicos necesarios para neutralizar a las nuevas variantes virales, ya que no existen células de las subpoblaciones CD4+ y CD8+ antígeno específicas. Variación y vacunas Es un hecho bien demostrado que la antigenicidad del virus de cada brote es diferente a la del virus vacunal, estas variaciones antigénicas obligan a identificar a las variantes antigénicas circulantes y de los virus con potencial pandémico, tarea realizada por el Sistema Global de Vigilancia de Influenza de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las acciones del sistema incluyen la recepción de muestras de pacientes a laboratorios y centros internacionales dedicados al aislamiento y caracterización del virus. Una vacuna efectiva contra influenza idealmente debe inducir inmunidad humoral y celular. Los expertos de la OMS recomiendan el primer trimestre de cada año, las cepas virales que deben ser incluidas en la elaboración de la vacuna estacional, la cual será capaz de inducir la inmunidad contra los virus circulantes. Es recomendable la administración anual de la vacuna contra la influenza endémica estacional en los grupos de alto riesgo. De acuerdo con la OMS los grupos de mayor riesgo son los infantes de seis a 23 meses, personas de más de 60 años con enfermedades complicadas y adultos mayores de 65 años. Entre las vacunas disponibles para prevenir la infección por los influenzavirus humanos está la vacuna inactivada, que se basa en virus replicados en embriones de pollo. Esta se administra por vía intramuscular, es la más utilizada y es trivalente, ya que la constituyen virus completos inactivados de los subtipos H1N1, H3N2 (los más comunes en humanos) y de influenza B. Se recomiendan dos aplicaciones para garantizar una mejor respuesta inmune protectora. Los resultados indican que ofrece una efectividad de 60 a 90% en niños y adultos mayores (Hilleman, 2002). Las vacunas de influenza inactivadas existentes inducen respuestas de anticuerpos protectores de gran magnitud contra infecciones por influenzavirus homólogos, pero que resultan totalmente ineficientes contra infecciones por virus heterólogos, donde muchas de las proteínas virales son distintas (Subbarao et al, 2006). Además inducen una inmunidad mediada por células menos efectiva. La vacuna de virus activo, atenuada y adaptada al frío, es producida por reasociación in vitro a partir de una semilla maestra de virus. Está basada en virus que contienen mutaciones que le permiten replicarse solamente a temperaturas cercanas a 20°C, contiene segmentos genómicos con alteraciones estables que limitan su replicación, son crecidos en embriones de pollo y se le insertan además los genes de HA y NA de los virus recomendados por la OMS para cada temporada invernal (Mendelmen et al, 2001). Es administrada en humanos por vía intranasal de modo que la infección se limita al tracto respiratorio alto. Destaca su seguridad, ya que no contiene antígenos de microorganismos aviares presentes en el embrión ni proteínas de aves que puedan inducir hipersensibilidad. También es notoria la simplicidad de su aplicación. Sin embargo, se advierte el riesgo de que el virus vacunal activo pueda reasociarse con virus circulantes y originar nuevos virus con potencial pandémico. [ 52 ] Asimismo existe el riesgo de que los virus de campo pudieran adquirir genes de los virus vacunales con efectos impredecibles en la población, además se requiere mantener la cadena fría durante el almacenamiento y transporte del producto para evitar su inactivación (Youngner et al, 1994; Pfleiderer et al, 2002). Sin embargo, este tipo de vacunas pueden generar inmunidad de más larga duración contra cepas virales heterólogas. Recientemente se ha sugerido la utilización de virus carentes del gen NS1 en la elaboración de vacunas vivas atenuadas, pues se ha comprobado que presentan alta inmunogenicidad, ya que se ha determinado que son estimuladores potentes de células dendríticas humanas, las cuales son centrales en la respuesta inmune (Mueller et al, 2010). La proteína NS1 de los influenzavirus interfiere con la producción de IFN-Į en la respuesta inmune innata, lo cual impide la correcta presentación de antígeno a los linfocitos (Fernández-Sesma et al, 2006; Mueller et al, 2010). Ambos tipos de vacunas se formulan con frecuencia, de modo que coinciden con las cepas de influenza circulantes y son eficientes en inducir protección a niños y a adultos. En los individuos mayores, sin embargo, su eficacia es mucho menor, pues se ha observado que este grupo presenta más frecuencia de infecciones severas. La vacuna de subunidades que se han probado a la fecha y que contiene mayores concentraciones y pureza de los antígenos HA y de NA no ha resultado muy eficiente, pues se ha demostrado una baja inducción de anticuerpos, en especial en niños en edad preescolar (Hilleman, 2002). Las vacunas de DNA se han utilizado sólo a nivel experimental y se basan en plásmidos que contienen los genes para proteínas virales como HA, NA, y NP de los influenzavirus en cuestión, han mostrado protección satisfactoria en ratones; sin embargo, la evaluación de los expertos destaca el riesgo que el material genético pudiera traer para la población. La gran necesidad de mejorar las vacunas de influenza para uso humano, particularmente para adultos mayores quienes corren el mayor riesgo de padecer la infección severa, ha conducido a una alternativa tecnológica en el diseño de vacunas, las partículas parecidas a virus (PPV). Este tipo de vacunas ha demostrado una protección significativa en otras infecciones virales como la del papiloma humano. Las PPV están formadas por proteínas estructurales del influenzavirus, constituidas por un proceso de autoensamblaje en sistemas de expresión de baculovirus. No son partículas infecciosas, no se replican, pero conservan las propiedades estructurales de las proteínas HA y NA. Se ha demostrado, en estudios con ratones, que la vacunación con PPV produjo un alto grado de protección contra el virus pandémico de 2009, lo que sugiere que pueden ser útiles en el desarrollo de vacunas efectivas (Quan et al, 2010). Entre sus ventajas destacan la alta inmunogenicidad, ya que bajas dosis pueden proveer de protección contra la infección letal, su producción es más rápida y mucho más barata respecto a las inactivadas o de virus atenuados. La vacuna estacional trivalente de PPVs está compuesta por las proteínas HA, NA y M1 de los virus de influenza A H1N1/H3N2/influenza B e induce en ratones y hurones, títulos altos de anticuerpos inhibitorios de la hemaglutinación en contra las tres cepas de influenza, pero también contra un panel de influenzavirus heterólogos, además puede proteger contra el reto de virus de influenza y las respuestas de linfocitos TCD8+ específicos son mayores que las obtenidas contra la vacuna inactivada trivalente comercial (Ross et al, 2009). Se prevé que la nueva generación de vacunas contra la influenza, a base de PPV, tendrá un impacto muy significativo en el control de esta infección viral (Ross et al, 2009). La detección de las nuevas variaciones antigénicas o de transferencia entre especies se logra únicamente mediante la vigilancia continua de la evolución antigénica de los influenzavirus, lo que contribuye a definir los componentes de las nuevas vacunas tanto en humanos como en animales. Es importante destacar que en el caso de una pandemia por un nuevo virus, la aplicación de la vacuna endémica estacional brinda poca protección dependiendo del grado de reacción cruzada entre las variantes participantes, así de acuerdo a la experiencia en esta situación todos los individuos deberán considerarse en riesgo (Hilleman, 2002; Taubenberger & Morens, 2006). Los investigadores de la OMS han puesto a la disposición de los científicos, los distintos aislamientos existentes para el desarrollo de una vacuna eficiente capaz de prevenir y controlar la siguiente pandemia de influenza ante el riesgo de que algunos virus de aves pudieran resultar pandémicos (García-García & Ramos, 2006). Ante la dificultad de no poder predecir cuál será el virus causal de la próxima pandemia, para la [ 53 ] producción de vacunas se deben encontrar nuevas estrategias que nos permitan responder rápidamente a la continua variación antigénica natural de los virus de la influenza. Podríamos también considerar otras intervenciones, incluso a nivel de sus reservorios para limitar la emergencia de variantes con potencial pandémico desde su principal raíz, las aves y los cerdos. BIBLIOGRAFÍA Domingo E, Martínez-Salas E, Sobrino F, De la Torre JC, Portela A, Ortín J, et al. The quasiespecies (extremely heterogeneous) nature of viral RNA genome populations; Biological relevance- a review. Gene. 1985;40:1-8. Air GM, West JT. Chapter: Antigenic Variation. Desk Encyclopedia of General Virology. Academic Press. Editors: Brian W.J. Mahy and Marc HV van Regenmortel. 2010. San Diego, CA, USA. pp 530-540Alexander DJ. A review of avian influenza in different bird species. 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