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Conferencia “El poder del duende: presencia del flamenco” El Programa de Estudios Antropológicos de El Colegio de San Luis, a través de su Seminario permanente Sistemas Rituales Míticos y Estéticos 2015, presentó la Conferencia “El poder del duende: presencia del flamenco”, impartida por la Investigadora Adriana Guzmán de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, quien es especialista en el ámbito de lo ritual y las danzas tradicionales, así como en el complejo cultural del Gran Nayar, además es bailarina profesional de danza contemporánea y flamenca y ha realizado estudios sobre técnica y análisis de la danza en Paris VIII, así como de semiótica del arte en la Universidad de Boloña. La especialista contextualizó a los asistentes sobre el pasado cultural y etnográfico del flamenco, centrándose en la región de la Península Ibérica alrededor del siglo XIV, donde se señaló como moros, a toda la gente que se ubicó en la zona no siendo de Europa, principalmente gente de Siria, así como grupos étnicos africanos. Durante la Edad Media la Península Ibérica es árabejudía, es un lugar de contacto internacional, y una tierra con extensa presencia religiosa, desde musulmanes, mahometanos, cristianos, católicos, moriscos, cristianos nuevos o gitanos conversos. Adriana Guzmán propuso la hipótesis sobre las influencias culturales del flamenco, como los melismas, relacionados con una técnica de canto árabe, así como las melodías árabes en la guitarra, los ritmos africanos en las percusiones, los versos sefardíes en las letras de las canciones y la relación con el Kathak de India e Indonesia en el movimiento de las manos, torso y el impulso en el zapateado. Para el siglo XVIII y XIX, fue conociéndose como tal el flamenco, siendo el resultado de las danzas populares, cortesanas y teatrales que eran realizadas por galeros, mineros, gitanos y pastores décadas atrás. Para 1955 se realiza el primer concurso de Cante Jondo de Córdova y en 1958 se realiza la Cátedra de Flamencología. Rumbo a la Guerra Civvil española el flamenco es adoptado por Franco como un símbolo nacional, siendo a la par un gusto por los rebeldes en los tan famosos cafés cantantes.