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Globalización y política en Caritas in veritate Jorge Castro María Auxiliadora, 28, 29 y 30 de mayo de 2010 1 Globalización y política en Caritas in veritate Por Jorge Castro Índice 1. Caritas in veritate: La Doctrina Social de la Iglesia en tiempos de globalización 1.1 Sobre la autoridad mundial 2. Globalización y razón instrumental 3. La crisis mundial y sus cuatro efectos 4. Conclusiones 2 1. Caritas in veritate: La Doctrina Social de la Iglesia en tiempos de globalización Caritas in veritate publicada por Benedicto XVI en el año 2009 se presenta como la Doctrina Social de la Iglesia en un mundo en progresivo y definitivo –esto es irreversible– proceso de globalización. Benedicto XVI considera que nuestra época es la de la globalización plenamente realizada. En ella, la producción se ha transnacionalizado “por la creciente movilidad de los capitales financieros y los medios de producción materiales e inmateriales”. (Caritas in veritate, 24) El Papa tiene una posición favorable al crecimiento económico: “Los países necesitan crecer económicamente porque es verdad que el desarrollo ha sido y sigue siendo un factor positivo para sacar de la miseria a millones de personas”. (CV, 21). “El hombre –dice el Santo Padre– está llamado al progreso como un imperativo y como una vocación para hacer, conocer, y tener más para ser más”. (CV, 18) “El objeto de la economía es la formación de la riqueza y su incremento progresivo”, ha dicho el Pontificio Consejo de Justicia y Paz (2005). “La idea de un mundo sin desarrollo expresa desconfianza en el hombre y en Dios (…) Dar de comer a los hambrientos es un imperativo ético para la Iglesia Universal” (CV, 27) Ya Juan Pablo II había respaldado la economía de mercado como herramienta para el crecimiento económico: “Si por capitalismo se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada, y de la consiguiente responsabilidad con los medios de producción, de la libre creatividad humana en la economía, la respuesta ciertamente es positiva”. (Centesimus Annus, 42). Benedicto XVI formula Caritas in veritate como sustento doctrinario en la etapa de la globalización plenamente realizada, que marca el nacimiento, por primera vez en la historia, de una verdadera sociedad mundial. “Toda acción social tiene su doctrina”, y esa doctrina, basada en las verdades perennes de la Iglesia, tiene su temporalidad. Benedicto XVI afirma que “la verdad de la globalización no está tanto en lo económico, ni en lo técnico, sino en la unidad de la familia humana”. Este es el núcleo de la Doctrina Social de la Iglesia en la etapa de globalización. (CV, 42) Agrega que “la globalización necesita una autoridad política basada en el principio de subsidiariedad y solidaridad”. (CV, 57) 3 1.1 Sobre la autoridad política mundial Por eso urge la presencia de una verdadera autoridad política mundial. Si Caritas in veritate es la Doctrina Social de la Iglesia en la etapa de la globalización, la caridad en la verdad exige ante todo conocer y comprender. Requiere un esfuerzo sistemático de racionalización en el conocimiento y la comprensión. La premisa que acompaña esta visión es que la comunidad universal no puede fundarse sólo en las fuerzas humanas. Así como no hay mercado sin confianza y no hay intercambio que no se funde en confianza contractual, así tampoco puede haber comunidad global que no se funde en una visión de orden trascendente. “El ser humano -dice Benedicto XVI-, no es un átomo perdido en un universo casual, sino una criatura de Dios”. Caritas in veritate es un esfuerzo de racionalización del núcleo central de la época, pero que no se limita a la razón instrumental (o de medios), sino que busca establecer los fundamentos de la acción humana en la verdad trascendente. Agrega el Papa que la lógica económica exige un contrato y un vínculo de confianza, que tiene como sustento una lógica política de cohesión y unidad. Confianza, contrato, política, esta es la lógica del don, de la gratuidad. Y es la premisa fundamental de la gobernabilidad de la globalización, que requiere una autoridad de alcance mundial basado en el principio de solidaridad y subsidiariedad. 2. Globalización y razón instrumental La globalización es el despliegue logrado de la técnica, y ésta a su vez, es la manifestación más acabada del pensar técnico, de la razón instrumental. El núcleo de la técnica es el hecho de transformar eficazmente la realidad de las cosas, que se orienta al futuro a través de la acción. El núcleo del pensar técnico es la idea de que sólo es verdadero lo que se hace, lo que se transforma. Lo formuló Karl Marx en sus Notas críticas sobre Feuerbach (Tesis Nº 11), cuando dijo: “Los filósofos hasta ahora se han limitado a interpretar el mundo; de lo que se trata es de transformarlo”. Dice Joseph Ratzinger en Introducción al cristianismo (p. 43) que Marx afirma que sólo es conocible y portador de verdad lo que el hombre ha hecho, y se puede considerar, que la verdad de la que se trata para el ser humano en la época moderna es aquella que se transforma, y con ella transforma la realidad. Para la razón instrumental, lo que importa no es la verdad del ser, ni siquiera la verdad de sus acciones, sino exclusivamente la que surge de la transformación del mundo, de su 4 configuración por la acción humana. Es una verdad creada por la acción de hombre que mira al futuro a través de la propia acción teórico-práctica, mediante la praxis. Esta concepción es el núcleo del mundo moderno, del que la globalización es su manifestación más acabada; es la idea de que la técnica suplanta a la historia, y por eso afirma que sólo se puede conocer lo repetible, lo que puede formularse a través de modelos matemáticos. De la vinculación entre el pensar matemático y el pensar técnico surge espiritualmente el hombre moderno, dice Ratzinger. Por eso, la verdad de la modernidad se transforma en lo hecho, definido como factible, repetible, comprobable, lo que allí está. Se llega al primado de la praxis sobre el hecho. Y para el hombre moderno no hay más historia que la presente, y el pasado se transforma en un museo irrelevante para el hombre actual. La técnica se transforma así en la auténtica posibilidad, en el único deber del hombre. Lo que antes estaba subordinado a la búsqueda de la verdad, ahora prevalece. La fe no se opone a la razón ni tampoco a la praxis, dice Ratzinger. Sucede que se funda en una concepción más amplia de la razón y de la praxis, de la técnica y del pensamiento técnico. Este, por su naturaleza, carece de fundamento, y se despreocupa de la cuestión. ¿Qué es la fe, se pregunta Ratzinger?: “Es la forma de permanecer del hombre en toda la realidad; es la fórmula que no se reduce ni se limita al saber ni acepta que el saber sea exclusivamente sinónimo de medir; es la orientación sin la cual el hombre estaría sin Patria, sin raíces; es el sentido que precede al actuar humano, y sin el cual no podría ni calcular ni actuar, porque sólo puede hacerlo en la dirección de la inteligencia que lo lleva, y que por naturaleza trasciende el actuar humano. La fe es trascendencia, fundamento de las cosas” (Introducción al Cristianismo, p. 51). La fe rechaza toda irracionalidad, superstición, magia, la fe es racional, una vez que ha encontrado su fundamento, que es trascendencia. La fe establece, en síntesis, la siguiente ecuación: la inteligencia busca el fundamento, y el fundamento se refiere a la verdad. El saber de la técnica no busca la verdad, el fundamento, porque cree que la razón se limita a lo instrumental. “Hoy no hay fe sin conciencia histórica”, dice Ratzinger (IC, p. 29). Una fe privada, ajena al desarrollo histórico tiene todos los rasgos de la irracionalidad y de los saberes privados, no de la fe cristiana. Sostiene, Carl Schmitt en Catolicismo y forma política, que el pensamiento de la Iglesia hace suyo el apotegma de Renan: “Toda victoria de Roma es una victoria de la razón contra la magia y la superstición”. 5 La contradicción fundamental de la época, en términos culturales, es la que existe entre idea política y cultural basada en la fe y el pensamiento tecno-económico (Catolicismo y forma política, p. 60). La Iglesia no es el polo antitético de la era tecno-mecánica. Tampoco se opone a la técnica ni a la economía. La técnica es una herramienta fundamental otorgada al hombre por el Creador para hacer de la naturaleza su propio mundo. Una de las intuiciones más fecundas de Karl Marx es cuando señala que la técnica es un principio revolucionario. A su lado todas las revoluciones asociadas al derecho natural resultan “arcaicas niñerías”. En consecuencia, una sociedad construida sobre el progreso técnico es profundamente revolucionaria, pero tiende a aniquilarse a sí misma, al carecer de fundamento trascendente. “A la era industrial tecno económica lo que le falta es el todo”, dice Schmitt. Ratzinger indica en La Sal de la Tierra que: “La cultura técnica es uniforme, pero incapaz de fundar la unidad del mundo, esto es, la sociedad mundial, en sus niveles más profundos. Fundar trascendentalmente la nueva sociedad mundial, esta es la misión de la Iglesia Católica”. (p. 139 y 140). 3. La crisis mundial y sus cuatro efectos ¿Qué ha surgido de la crisis mundial?. Cuatro son sus efectos principales. En primer lugar, un nuevo sistema de poder mundial, caracterizado por el fin de la hegemonía unipolar estadounidense que duró 17 años (1991-2008), y que ha sido sucedida por una plataforma permanente de gobernabilidad del sistema global constituida por Estados Unidos, China, India, y Brasil (G-20). En segundo lugar, un nuevo mecanismo de acumulación global, cuyo eje son los países emergentes (China, India, Brasil), que crecen ahora sobre la base de su demanda interna y del aumento del consumo masivo y popular, y ya no sólo a través del aumento incesante de sus exportaciones. En tercer lugar, una nueva revolución tecnológica, con eje en Estados Unidos, caracterizada por una interconexión cualitativamente superior de la economía, la sociedad y las instituciones políticas, y que es un fenómeno tanto técnico como cultural. Este salto cualitativo de la integración se realiza a través de una continua y acelerada reestructuración tecnológica y organizativa de todas las instituciones sociales, políticas y económicas, que produce niveles de aumento de la productividad hasta ahora nunca alcanzados. La primacía del hacer ha logrado un nuevo escalón histórico-tecnológico, cualitativamente superior. 6 Por último, y este es un acontecimiento de enorme importancia para la Iglesia Católica, la crisis de Europa, sumida en una profunda depresión estructural, uno de cuyos componentes fundamentales es la cuestión demográfica, el descenso de la natalidad, hija de una ausencia de sentido, expresada por el auge del relativismo cultural que constituye la negación de todo fundamento de la vida. “Todo lo que asciende converge”, dice Pierre Teilhard de Chardin. Pero en el núcleo de esta convergencia, cuando el proceso de aumento de la interdependencia –que es la historia humana entendida como serie sucesivas de integraciones– ha logrado culminar en la nueva sociedad mundial, se descubre en ella un enorme vacío, que es la subjetividad humana autosuficiente, el reino del nihilismo, el mundo de la nada. Al completarse la globalización, “la cuestión social se ha convertido en cuestión antropológica”, dijo Benedicto XVI (21/05/2010). “En el imperio planetario del hombre organizado técnicamente, alcanza el subjetivismo humano su cúspide suprema, pero también su límite y su crisis”, dice Martin Heidegger. 4. Conclusiones La caridad (caritas) es la expresión más auténtica y profunda de la humanidad, que en este momento histórico es la globalización. Y el sentido profundo de la globalización es la unidad de la familia humana. Caritas in veritate es una crítica a la modernidad realizada a través de la reivindicación de sus logros (y el mayor de ellos, es el surgimiento de una sociedad global, creada por la técnica y como su culminación). El Santo Padre advierte que el crecimiento sostenible y la gobernabilidad del sistema global son dos caras de un único proceso histórico. Y la Verdad que aporta la Iglesia tiende a asegurar la sostenibilidad y la gobernabilidad de la globalización, permitiendo así el pleno despliegue de sus potencialidades. La crisis es global y también la respuesta. La visión de Benedicto XVI es una concepción “católica” (universal, unificadora) de la política mundial, alejada de las visiones estrechamente nacionalistas y de las tentaciones del proteccionismo. El capitalismo moderno es un sistema interconectado, densamente contractual, basado en la confianza; cuando ésta se pierde, el sistema entra en crisis. Por eso la ética no está afuera de la economía, sino que es su contenido más profundo y verdadero. El núcleo central de Caritas in veritate es la gratuidad, el don, el tema de nuestro tiempo, porque “…la ciudad del hombre no se promueve con relaciones de derechos y 7 deberes, sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y comunión”. (p. 6). Por eso “la caridad es la viga maestra de la Doctrina Social de la Iglesia” (CV, 2). Porque el individuo no está sólo, ha nacido para vivir en comunidad y permanecer en ella. 8 Bibliografía: Axelos, Kostas, Marx, pensador de la técnica, Barcelona, Editorial Fontavella, 1969. Ratzinger, Joseph, Introducción al cristianismo, Salamanca, Editorial Sígueme, 1987. Ratzinger, Joseph, La Sal de la Tierra. Quién es y cómo piensa Benedicto XVI, Madrid, Editorial Palabra, 2005. Ratzinger, Joseph, Caritas in veritate, Buenos Aires, San Pablo, 2009. Schmitt, Carl, Catolicismo y forma política, Buenos Aires, Areté Grupo Editor, 2009. 9