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“Os Anuncio Una Gran Alegría: Os Ha Nacido Hoy Un Salvador, Que Es El Cristo, El Señor” Mensaje de Navidad +JORGE L. UROSA SAVINO, por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica ARZOBISPO DE CARACAS A todos los sacerdotes, religiosas, religiosos y fieles de la Arquidiócesis de Caracas MIS QUERIDOS HERMANOS: Por primera vez, luego de mi instalación como Arzobispo de Caracas, tengo el gusto de dirigir un Mensaje pastoral a todos ustedes, los hijos y miembros de la Iglesia en esta Arquidiócesis. La oportunidad es la celebración de la inmensa bondad y misericordia de Dios, manifestada en la encarnación y nacimiento de su divino Hijo, Nuestro Señor Jesucristo. La Navidad, fiesta específicamente cristiana que debemos conmemorar con espíritu religioso de acercamiento a Dios y de renovación espiritual, nos recuerda la presencia en el mundo de Cristo, nuestro Divino Salvador. Dios ha querido acercarse a nosotros para librarnos del pecado y del mal, y hacernos hijos suyos, discípulos y hermanos de Cristo y, -con María Santísima-, miembros de la Iglesia Católica. JESUCRISTO NUESTRO SALVADOR Con fe viva y el ánimo bien dispuesto, recibamos ahora también nosotros el gozoso anuncio del ángel dirigido a los pastores en la bella noche de Belén. ¡Nos ha nacido el Salvador, Jesús, a quien adoramos en el Pesebre, y quien nos llama a vivir una vida santa y religiosa, sin pecado, llena de amor, plena de felicidad! A pesar de los problemas que nos puedan aquejar, estas fiestas son ocasión propicia para profundizar y fortalecer nuestra fe cristiana y nuestra identidad católica, la cual implica acoger con un corazón abierto la salvación que nos ofrece Jesús, y rechazar falsas religiones o espiritualidades no cristianas, como la Nueva Era. La celebración del nacimiento del Niño Dios nos invita a comprometernos en la vivencia del mandamiento del amor a Dios por sobre todas las cosas, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sea esta Navidad para todos nosotros una oportunidad para acercarnos cada vez más al Señor de la misericordia, y para renovar nuestros sentimientos de fidelidad a la Palabra de Dios, que es Palabra de vida eterna, y sendero seguro hacia la felicidad y la salvación. NECESITAMOS MENSAJEROS DE LA SALVACIÓN Al prepararnos para celebrar esta Navidad, quiero invitarlos a pensar en las palabras del ángel: “os anuncio una gran alegría: os ha nacido el Salvador”. Nosotros hemos recibido esa buena noticia, y la acogemos con corazón de creyentes. Pero hay muchísimas personas, aquí en nuestra querida e inmensa Caracas, que aún no han recibido ese gozoso anuncio, o que lo han olvidado. Esto me lleva a plantear ante ustedes la gravísima necesidad de orar y trabajar fuertemente por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Los ministros del altar, y las personas consagradas a Dios y al servicio de los fieles, son como ángeles que, en nuestro mundo de hoy, se dedican a proclamar la inmensa alegría de la salvación, para librar del dominio de las tinieblas a quienes aún no conocen a Cristo, o lo han abandonado por las seducciones del materialismo moderno. ¡ Y aquí en Caracas necesitamos más ángeles de la salvación! Por ello quiero pedirles a todos tener muy presente en sus oraciones y en su vida personal la necesidad de impulsar el aumento de las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. Caracas sigue creciendo y no tenemos suficientes sacerdotes, religiosas y religiosos para cubrir las necesidades de tantos hermanos y de tantas comunidades que viven como ovejas sin pastor. Nuestra Iglesia necesita muchos jóvenes decididos, alegres, entusiastas, que, quieran consagrar sus vidas a anunciar al mundo entero el mensaje de la Navidad: que Dios nos ama, y se encuentra entre nosotros; que todos somos hermanos, llamados a vivir una vida nueva, de paz y de felicidad en esta tierra, y luego, de inmenso gozo durante toda la eternidad. En esta Navidad, pues, al celebrar religiosamente el cumpleaños de Cristo, unidos en familia, con la participación en la Santa Misa, con la recepción de los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía, pensemos también en esa urgente necesidad de nuestra Iglesia, en Venezuela y aquí en la gran Caracas: que haya muchos ángeles en la tierra, sacerdotes y religiosos, que conduzcan al mundo entero al pesebre de Belén, para ver la estrella de Cristo, adorarle, y encontrar la salvación. MIS QUERIDOS HERMANOS: Aprovechemos estros días para renovar nuestra vida cristiana y también para recordar, con nuestras obras y oraciones, a los más necesitados, especialmente a los enfermos, a los que están tristes, a los presos, a los que están solos. Seamos generosos con los pobres, y celebremos la Navidad sin excesos y religiosamente, participando en la Sagrada Eucaristía los días 24 o 25 de diciembre y 31 de diciembre o el 1 de enero. Que esta Navidad, sea para todos nosotros un tiempo de elevación y renovación espiritual. ¡Feliz Navidad y un Año Nuevo 2006 lleno de abundantes bendiciones celestiales¡¡Que Cristo Salvador sea recibido en sus corazones y en sus hogares! Estos son mis votos al Señor, al impartir de corazón a todos ustedes mi bendición episcopal.