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EL FOODBOOK: LAS «REDES SOCIALES» DE LA NATURALEZA Edith Villa-Galaviz y Ek del Val de Gortari La manera como nos relacionamos determina la armonía de nuestra sociedad y las relaciones entre las especies la estabilidad de la naturaleza. Inmersos en las redes sociales El ser humano es sociable por naturaleza. Pocos estamos conscientes de la influencia que otras personas ejercen sobre nosotros y viceversa. Vivimos dentro de grupos compuestos por personas con quienes guardamos una relación familiar, de amistad o laboral. Estas relaciones se conocen como redes sociales y en ellas, nuestras acciones —positivas o negativas— tienen repercusión. Por ejemplo, al subir de peso o dejar de fumar, recibimos apoyo y consejo de alguien que también lo hizo, o bien, muchos de nosotros conocimos a nuestra pareja a través de un amigo. En la naturaleza, las especies se relacionan unas con otras formando ensamblajes que asemejan las redes sociales humanas. Nosotros intercambiamos conocimientos, hábitos y sentimientos con los miembros de nuestra red, incluso dentro de las redes sociales virtuales. El resto de las especies en la naturaleza intercambian energía a través de sus propias «redes sociales» llamadas: redes ecológicas. En broma podríamos decir que, si tuvieran un Mark Zuckerberg y acceso a internet, tendrían su página de foodbook, donde quedarían plasmadas todas aquellas especies con las que guardan una relación alimenticia. El foodbook de la naturaleza En las redes ecológicas, lo que se pone en juego va más allá de encontrar pareja o dejar un mal hábito. Las especies interactúan porque de esto depende su supervivencia. Algunas son alimento de otras, o bien, aCércate Año 3 Número 5 necesitan relacionarse con otra especie para procrear. Por ejemplo, algunas plantas requieren de otra especie que las polinice o disperse sus semillas. En un ecosistema, la pérdida o extinción de una especie puede repercutir negativamente sobre el resto de la red, de tal manera que, si desaparece una especie, las otras que dependen de ésta pueden también desaparecer. Supongamos que una especie de planta se extinguiera. Los animales que se alimenten exclusivamente de ésta morirían de hambre, y los animales que se alimenten de éstos también, y así sucesivamente. Esto causaría un efecto en cascada, que puede incluso poner en riesgo a todo el ecosistema. Efecto en cascada Es como retirar una carta de una pirámide. Entre más cartas estén encima de la que retiremos, más grande será el daño a la pirámide. En los ecosistemas (o en las redes ecológicas) entre más especies dependan de la existencia de una que se extinga, más grande será el daño que provoque su pérdida. referimos al grado de beneficio mutuo que obtienen las especies. Si ambos participantes obtienen beneficio de la relación, como ocurre entre las plantas y los animales que las polinizan —en donde las plantas aseguran su reproducción y los polinizadores obtienen alimento—, se trata de una relación mutualista. Pero si sólo una especie es beneficiada, como la relación entre los depredadores y sus presas —donde una es alimento de otra—, entonces hablamos de una relación antagonista. El papel que juega una especie dentro de una red tiene que ver con cuántas otras especies interactúa, es decir, en lo «sociables» que son. Pongamos como ejemplo a una persona con una red social muy amplia, que se relaciona con muchas otras personas y se comunica indiscriminadamente con ellas. Otras no son tan activas socialmente y tienen un selecto grupo de personas afines con las que interactúan. También hay personas que prefieren los grupos pequeños, que se relacionan únicamente con dos, tres o incluso sólo con un amigo. En las redes ecológicas, al primer grupo se le conoce La estabilidad de las redes ecológicas Si los ecosistemas son tan susceptibles a la pérdida de especies, entonces, ¿cómo es que logran mantenerse? La respuesta se encuentra en la particular manera en que las especies interactúan unas con otras dentro de la red, la cual depende a su vez del tipo de relación que establecen. Cuando hablamos de tipos de relación, nos 13 ■■ La polilla Xanthopanmorganii praedicta. como especies generalistas, al segundo como especialistas y al tercero como especialistas extremos. Especialismo extremo Un ejemplo de especies sumamente selectivas en su forma de «socializar», fue sin ningún tapujo se relacionan con todos, pero también hay otros que son muy reservados y sólo interactúan con aquéllos más sociables. Por otro lado, en las redes modulares las especies tienden a alejarse unas de otras; se forman pequeños subgrupos de individuos, en su mayoría reservados, que sólo interactúan entre sí e ignoran al resto de los grupos. Pero también hay pocos individuos muy «sociables», que son los únicos que se relacionan con individuos de otros grupos (figura 1). Para ponerlo más claro, imaginemos que tenemos dos grupos de personas que pertenecen a dis- descrito por Charles Darwin en 1862. Se trata de la orquídea de Navidad (Angraecum sesquipedale) que tiene una estructura floral de 30 cm de largo donde alberga el néctar, por lo que no cualquier especie puede acceder al él, y por tanto polinizarla. Sin embargo, tal y como suponía Darwin, existe una especie de polilla, la esfinge de Morgan (Xanthopanmorganii praedicta) con una trompa — técnicamente llamada probóscide — lo suficientemente larga para llegar a la recompensa. Sólo esta polilla puede polinizar a la orquídea; entre ambas especies hay una relación sumamente estrecha. La manera en que las especies generalistas y especialistas conviven, establece una estructura muy particular en las redes ecológicas, la cual depende del tipo de relación que guarden, es decir, si son mutualistas o antagonistas. Dicha estructura permite que los ecosistemas se mantengan funcionando a pesar de los eventos de extinción. Actualmente se han definido dos tipos principales de estructuras, una presente en las relaciones benéficas para ambas especies (mutualistas) y otra en las relaciones depredador-presa (antagonistas), las cuales se han nombrado estructura anidada y estructura modular, respectivamente. En la estructura anidada, todas las especies tienden a converger hasta formar un solo grupo del cual se desglosa el resto, donde hay individuos muy sociables que 14 ■■ Figura 1. Diferentes tipos de estructuras de las redes. a) Anidado: los individuos elitistas y antisociales son parte del gran grupo de amigos de los sociables. b) Modular: los elitistas y antisociales forman sus propios grupos conectados por los sociables (al centro). Los círculos representan a cada individuo, mientras que los colores representan el poblado al que pertenecen. *Las ilustraciones fueron elaboradas por las autoras. aCércate Año 3 Número 5 tintos poblados (poblado A y poblado B) y que fueron invitados a una fiesta, donde la única regla es relacionarse con personas del otro poblado. Dentro de ambos grupos tenemos personas muy saszociables (generalistas), elitistas (especialistas) y antisociales (especialistas extremos). En una estructura anidada (figura 1a), las personas muy sociables del poblado A, platicarán con todos los del poblado B, sin importar si son sociales, elitistas o antisociales. Formarán un gran grupo de amigos dentro del cual, los elitistas del poblado A, hablarán con los sociales y antisociales del poblado B, pero en menor número. Finalmente, los antisociales del poblado A, sólo conversarán con los sociales o los menos elitistas del poblado B, pero nunca con los antisociales, ya que ambos son demasiado reservados. Por el contrario, en una estructura modular tendríamos muy pocos individuos de ambos poblados que fueran muy sociables, la mayoría serían elitistas. Esto genera que se formen varios grupos de elitistas y antisociales, por lo que sólo los individuos muy sociables de ambos poblados hablarían con personas de distintos grupos. Estabilidad de los ecosistemas y la estructura de las redes ecológicas En un ecosistema es útil que existan pocos especialistas extremos, esto ayuda a que las especies no sean dependientes de una sola. En un sistema de polinización con relaciones generalistas, si una planta se extingue, los polinizadores que se alimentaban de ella pueden sobrevivir al tener otras plantas para alimentarse. Si un polinizador desaparece, existen otros animales que pueden polinizar las flores de las plantas. Este remplazo es posible gracias a que diferentes especies realizan las mismas funciones en la naturaleza, lo que se conoce como redundancia funcional. La presencia de estructuras anidadas dentro de los ecosistemas, permite amortiguar los efectos en cascada a pesar de los eventos extinción. En las relaciones antagónicas la dinámica es diferente. A la presa le conviene que se extinga el depredador, y a éste no le conviene dejar de comerla. Es como el juego del gato y el ratón, donde una especie busca evitar a la otra que siempre trata de encontrarla. Por ejemplo, en la relación entre las plantas y los insectos que se alimentan de sus hojas, el perder tejido representa una desventaja para la planta. aCércate Año 3 Número 5 ■■ Xanthopanmorganii praedicta y la orquídea de Navidad Angraecum sesquipedale. Así, como resultado del proceso evolutivo, se han favorecido estrategias en las que las plantas puedan defender sus hojas de los insectos, pero también, como los insectos necesitan del tejido de las plantas para vivir, éstos han desarrollado formas de enfrentar las estrategias de defensa de las plantas; muchos cuentan con metabolismos que rompen las toxinas vegetales o cuentan con aparatos bucales muy poderosos, para romper las gruesas cutículas que sirven de armadura para algunos vegetales. Esta dinámica supone que las relaciones antagónicas no pueden suceder de manera indiscriminada o sin control, ya que sería perjudicial para las especies involucradas. Por lo tanto, hay restricciones que generan una estructura modular, caracterizada por la presencia de grupos interconectados (figura 1b). Cuando una especie se extingue, el daño que ocasiona se queda solamente en el grupo al que pertenece, por lo que no ocurre el efecto en cascada, así se protege el resto del sistema. Sin embargo, todos los ecosistemas, a pesar de tener una estructura anidada o modular, siguen siendo susceptibles a la extinción. Independientemente de que seamos personas sociables o elitistas, nuestra supervivencia depende del resto de las especies y de las relaciones entre ellas. Los humanos, al ser los principales responsables de la extinción de especies, condenamos nuestra propia existencia. Dependemos de nuestra relación con el resto de las especies para garantizar nuestra supervivencia. Debemos preservar a las demás especies biológicas, sin menospreciar a ninguna, incluso a las «antisociales». Existen especies como la mariposa monarca (Danaus plexippus) que se alimenta únicamente de asclepias, o el oso panda (Ailuropoda melanoleuca) que lo hace casi exclusivamente de bambú. A pesar de ser especialistas extremos, estos animales tienen un gran valor cultural y económico. La mariposa monarca es un ícono del estado de Michoacán y uno de sus principales atractivos turísticos. Por su parte, el oso panda es el animal nacional de China y su conservación implica preservar territorios naturales que representan un gran ingreso económico para ese país; su pérdida sería equivalente a la de una especie sumamente sociable. No debemos olvidar que muchas especies dependen de nosotros, de la misma forma en la que dependemos de ellas. También formamos parte del foodbook de la naturaleza. Edith Villa-Galaviz. Egresada del Programa de Maestría en Ciencias Biológicas de la unam. Ek del Val. Profesora investigadora en el Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la unam, Morelia. Recomendaciones: • Bascompte, J. y Jordano, P. (2008). Redes mutualistas de especies. Investigación y ciencia. Septiembre, No. 384, 50-59. • Rico-Gray, V. (2005). Las interacciones ecológicas y su relación con la conservación de la biodiversidad. Cuadernos de biodiversidad. Septiembre, No. 18, 3-8. • Rico-Gray, V. (2007). El análisis de las redes complejas y la conservación de la biodiversidad. Cuadernos de Biodiversidad. Enero, No. 22, 3-6. 15