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La Teoría Peirciana de la Experiencia en la Semiótica Trascendental de Apel. Revista Por Lic. Héctor R. Bentolila Córdoba/ Nº2 Héctor Bentolila. Verdad y Lenguaje. El problema de la evidencia como criterio de verdad en la "pragmática trascendental" de Karl OttoApel, en Nordeste, segunda época, serie: Tesis, Filosofía, 2, Universidad Nacional del Nordeste, Resistencia, Chaco, 1999 1 la prioridad del lenguaje va unido el reconocimiento del carácter social e histórico de toda relación intersubjetiva mediada por símbolos. En ese contexto la semiótica de Peirce ocupa un lugar importante (aunque aun no suficientemente destacado) dentro de la filosofía del lenguaje y la teoría del significado. Su concepción general del signo o semiosis, desarrollada como mediación infinita del pensamiento por los signos y por el lenguaje, involucra además de una teoría pragmática del significado como acuerdo intersubjetivo o consenso, una concepción cuasi-trascendental del conocimiento como realismo crítico del sentido. En este trabajo tratamos pues de presentar algunos elementos básicos de dicho realismo crítico, eligiendo como punto de partida la pragmática trascendental desarrollada por Karl Otto-Apel. Para éste, la semiótica de Peirce resulta relevante para la filosofía del lenguaje en un doble sentido. Primero, porque el reconocimiento de la función mediadora del signo en el proceso cognitivo rompe con el esquema diádico de la relación básica del conocimiento, conceptualizada en la oposición entre sujeto y o b j e t o . E n s e g u n d o l u g a r, e l concepto peirciano de interpretante permite superar las limitaciones semánticas de la teoría del significado al introducir la noción cuasi-trascendental de la unidad de consistencia como unidad de interpretación intersubjetivamente consensuada. Lo que nos interesa de la lectura de Peirce que nos ofrece Apel es que ella hace posible reconstruir su semiótica como una TOPOS & SOPORT El "giro lingüístico" constituye sin duda uno de los hechos más sobresalientes de la filosofía de último siglo. Su influencia se extiende a t o d a s l a s r a m a s d e l s a b e r, principalmente a aquellas ligadas al análisis del significado y la verdad como la lógica de la ciencia, o vinculados al estudio del comportamiento de los signos en la vida social, como la lingüística y la semiótica. En la filosofía, el giro lingüístico es el título que recibe la transformación producida en el interior de ella misma como consecuencia del agotamiento del modelo psicológico basado en el estudio de la conciencia y de sus modos de representación. A partir de dicho giro, el medio de expresión del filosofar se convierte en objeto de estudio de la filosofía, generando un auténtico cambio de perspectiva cuyo resultado final es la sustitución de la filosofía de la conciencia por una filosofía del lenguaje. Frente al primado del sujeto autoconciente, la filosofía que emerge del giro afirma el carácter irrebasable del lenguaje y, en este sentido, su status de a priori del pensamiento. En cuanto tal, la imposibilidad de pensar más allá de los límites del lenguaje, es decir, sin "la mediación del pensamiento intersubjetivamente válido por los signos", es vista y asumida de manera radical como el nuevo principio de la filosofía 1 . Al mismo tiempo, junto al descubrimiento de 1 teoría de la experiencia y de su estructura semiótica tridimensional. Ejes de una tridimensional. semiótica Revista TOPOS & SOPORT Córdoba/ Nº2 Charles Peirce tiene el mérito de haber formulado una ciencia general del signo o semiótica que integra por primera vez, bajo el concepto de signo, tres dimensiones distintas de la experiencia: la dimensión del objeto de la experiencia, la del sujeto o intérprete -para quien algo vale o se presenta como objeto en la experiencia- y, finalmente, la del signo que efectúa la mediación entre los dos primeros. Desde un principio, Peirce se muestra como un profundo conocedor de la tradición filosófica, especialmente de la escolástica medieval (Ockham, Duns Escoto) y de la filosofía moderna (Bacon, Hobbes, Berkeley y Kant). Esto le permite enfrentar los reduccionismos que de ambos lados terminan asimilando la experiencia a la observación empírica de hechos o a la evidencia intuitiva de la realidad para una conciencia. El punto de partida de la semiótica peirciana está marcado por la utilización negativa del término nominalismo. Con éste concepto el filósofo norteamericano quiere expresar su crítica a todos los pensadores de la tradición a partir de Ockham, a los cuales no obstante se siente vinculado intelectualmente. Peirce comparte con el nominalismo su rechazo a aceptar la existencia de universales ante rei. Sin embargo, considera que si bien la existencia actual es propia de las cosas individuales identificables hic et nunc, reconoce también cierta realidad virtual de los universales en las cosas. Esta realidad está vinculada a su validez objetiva en tanto hacen posible la representación de la realidad por medio de signos para todo pensamiento en general. Lo que Peirce le critica al nominalismo es más bien su "incapacidad de conjugar/armonizar la dependencia fundamental de los universales respecto de la representación del mundo a través de signos, con la validez objetiva de los universales", esto es, con su "realidad virtual en las cosas individuales", más allá de lo que un individuo o una comunidad limitada puedan pensar sobre las cosas aquí y ahora. 2 La crítica al nominalismo va acompañada también de una crítica al concepto moderno de conocimiento en tanto medium quod. De acuerdo con este, el conocimiento es el medio por el cual experimentamos las cosas, no como son en sí mismas, como existen en el mundo exterior, sino solamente sus efectos en nuestras conciencias. En tal sentido, la dimensión del objeto de la experiencia queda siempre reducida a la dimensión del sujeto de conocimiento, según el esquema binario de la relación sujeto-objeto. Peirce reprocha en este concepto, como antes al nominalismo, el practicar una "mala metafísica, una metafísica que se apoya en la absurda presuposición de que pueden –o incluso debenexistir cosas en sí que, por principio, no son representables por medio de signos", que no son cognoscibles. 3 El supuesto de la cosa-en-sí tiene su fundamento en la concepción de la "conciencia como receptáculo, cuyos contenidos serían los signos naturales de las cosas". Ta l e s s i g n o s , e n t a n t o q u e representaciones formales de las cosas elaboradas por la conciencia o impresa en ella, nos ofrecerían un conocimiento parcial y mediado de las mismas, mientras que su existencia exterior se revelaría en todo momento como problemática. Peirce, por el contrario, "acepta el modelo de la afección causal de los sentidos a partir de las cosas del mundo exterior", pero no identifica Karl Otto- Apel. El camino del pensamiento de Charles Peirce, trad. Ignacio Olmos y Gonzalo del Puerto y Gil, Visor, La balsa de la medusa 86, Madrid, 1997, p. 43 3 Ibid. 2 2 Revista puede afirmarse que no hay conocimiento de las cosas sino por referencia al conocimiento posible, esto es, primeramente, "por referencia a la posibilidad de construir una opinión sobre ellas que a la vez tenga sentido" 6. La construcción de esa opinión tiene lugar por medio de inferencias en las que interviene siempre un signo, su objeto y su interpretante. Las categorías semióticas de la experiencia mediada por los signos y el lenguaje. La transformación de la reflexión filosófica por la investigación semiótica supone pasar de la concepción del conocimiento como medio por el cual (medium quod) se tiene experiencia de las cosas, a la concepción del conocimiento en tanto que medio en el (medium quo) que se lleva a cabo la experiencia en cuanto síntesis de los datos sensoriales en la unidad de opinión consistente. Para Peirce "una experiencia es un efecto consciente producido brutalmente que contribuye a formular un habito autocontrolado y, sin embargo, tan satisfactorio cuando se piensa en él, que ningún e s f u e r z o p u e d e d e s t r u i r l o " 7. L a palabra autocontrol alude para él al yo o mente para la cual el choque del hecho impone una restricción a su voluntad. Los tres niveles o dimensiones de la experiencia se relacionan dentro de la semiótica de Peirce con las tres categorías faeneroscópicas que él deduce de la función del conocimiento como proceso inferencial –constantemente mediado en sí mismo- de la construcción de hipótesis. Estas tres categoría configuran todo el ser posible de la realidad que puede ser experimentada y se vinculan con los TOPOS & SOPORT Córdoba/ Nº2 esta afección en las impresiones con el conocimiento. Para él, como dice Apel en su exposición sobre El camino del pensamiento en Charles Peirce, el conocimiento "no consiste en ser afectado por las cosas-en-sí, ni en la intuición de ciertos datos, sino en la mediación de una opinión consistente sobre lo real; es decir, en la representación de los hechos exteriores. En el encuentro del sujeto con el objeto (...) esos hechos nos dan indicios de su propia existencia y dejan tras de sí, (...) ciertos signos expresivos cualitativos o semejanzas (icons) de su ser así." 4 Al colocar la esencia del conocimiento en la formación de una opinión consistente sobre los signos de la realidad exterior, más que en la representación subjetiva de un yo conciencia, Peirce puede ser visto también como un pionero en la filosofía del lenguaje. Su semiótica anticipa así la dirección del giro pragmático de la filosofía y de la teoría del conocimiento mediado simbólicamente. El alcance de esta semiótica pragmática en relación con el conocimiento y la experiencia se comprende mejor si se la analiza, como hace Apel, a partir de la transformación que realiza Peirce del concepto de conocimiento sobre la base de la idea de inferencia hipotética. Esta efectúa en los juicios perceptivos la síntesis del conocimiento (la concepción de algo como algo) reduciendo los signos de las cosas a "la unidad de una proposición consistente sobre el hecho exterior a través del descubrimiento de un predicado" o símbolo interpretante. 5 El núcleo de la transformación peirciana del conocimiento finalmente está dado, como se verá más adelante, por la reconstrucción semiótica de la crítica kantiana en términos de una crítica del sentido. A partir de este punto de vista, Ibid., p. 48 y ss. Charles Peirce. "Un argumento olvidado a favor de la realidad de Dios", taller, Hibbert Journal, 1908, p. 190 6 7 4 5 Ibid. Ibid. 3 Revista 9 La articulación simbólica de la experiencia en tanto semiosis mediadora. Córdoba/ Nº2 Ibid. Charles Peirce. La ciencia de la semiótica, Nueva Visión, Bs. As., pp. 22 y ss. 10 Cfr. Peirce, ibid., p.110, 111 y ss. 11 Ch. Peirce,Lecciones sobre el pragmatismo, trad. Dalmacio Negro Pavon, Buenos Aires, Aguilar, 1978, p. 90 ss. 8 a ella le corresponde el tipo de signo icono, en "virtud del cual algo se expresa como algo en su ser-así por medio de un signo". El icono está presente en el juicio de experiencia o de percepción e "integra en la síntesis de la representación (Repräsentation) el contenido de la imagen de una cualidad del mundo experimentada". 2. La Segundidad representa la "reacción" producida por el "choque" del yo con un "noyo"; el signo que la representa es el índice que tiene como función garantizar en el juicio de experiencia "la identificación espacio-temporal de los objetos" que son determinados mediante predicados. 3. La Terceridad representa finalmente la "ley " o "h á b i t o" q u e t i e n e l u g a r como resultado de la mediación de La Primera con La Segunda. El signo que la representa es el símbolo "convencional" que tiene como función principal "sintetizar –qua representación- algo como algo mediante concepto". 12 La categoría, así como los signos, su clasificación y las relaciones triádicas que se establecen entre ellos forma la parte lógico formal más divulgada de la semiología de Peirce. Aquí la enunciamos de manera esquemática sólo para mostrar cómo el pensador articula los niveles de la experiencia según la función mediadora del signo y como aproximación al punto de vista que queremos presentar. Esto es, la idea peirciana de la experiencia como semiosis mediadora; como síntesis de las influencias o encuentros simbólicamente mediados entre el intérprete del signo y las cualidades sensibles de las cosas experimentadas. TOPOS & SOPORT tres universos de la experiencia que son familiares para todos según Peirce. El universo primero de las "ideas puras" o "nadas etéreas, a las cuales el espíritu del poeta, del matemático o de cualquiera podría dar un lugar y un nombre en esa mente"; el universo de a "actualidad en bruto de las cosas y de los hechos" y el tercer universo de los signos que hacen posible "las conexiones entre objeto diferentes y en particular entre objetos que pertenecen a universos diferentes". 8 Las categorías que le corresponden a estos universos desde el punto de vista semiótico se corresponden en Peirce con las tres dimensiones del signo o semiosis según la definición del signo o representamen como "algo que, para alguien, representa o se refiere a algo en algún aspecto o carácter (228)." 9 Los tres tipos de signos se fundan en las tres categorías semióticas que expresan, a su vez, todas las ideas en tres clases universales: la Primeridad o "el modo de ser de aquello que es tal como es, positivamente y sin referencia"; la Segundidad o "el modo de ser de aquello que es tal como es, con respecto a una segunda cosa"; la Terceridad o "el modo de ser de aquello que es tal como es, al relacionar una segunda cosa con una tercera entre sí". 10 Las categorías constituyen para Peirce "un elemento de los fenómenos, del primer rango de generalidad" 11 y su virtual aplicación tiene que ser ilustrada por una fenomenología o faeneroscopía. Esa aplicación se lleva a cabo a través de los signos de la siguiente manera: La Primeridad representa una simple "cualidad de sensibilidad" y Apel, Transformación de la filosofía, op. cit., p. 162; Cfr. también Ch. Peirce, Lecciones sobre el pragmatismo,op. cit. pp. 89 ss.; 93 ss.; 117 ss. 12 4 Revista imposibilidad de discernir las condiciones de posibilidad y validez del conocimiento científico recurriendo únicamente a la formalización sintáctica de las teorías o al análisis semántico de la relación diádica entre teorías y hechos" 14 . Más bien tales condiciones coinciden con las condiciones del conocimiento en general. Estas son las mismas que la de la experiencia posible y presuponen ya siempre, mediante la triple dimensión de los signos en los juicios de experiencia o inferencias hipotéticas, un elemento intersubjetivo, análogo a la "unidad trascendental de la conciencia" kantiana. Si bien es cierto, como aclara Apel, que Peirce rechaza el modelo psicológico y circular de argumentación de Kant, en su concepción del conocimiento como "mediación de una opinión consistente sobre lo real" se aproxima a la idea del "punto supremo" kantiano de la "apercepción trascendental". A pesar de todo, la expresión "unidad de consistencia" (unity of consistency), que Peirce utiliza para explicar la reducción de los datos sensoriales a una proposición con sentido, no tiene nada que ver con una "unidad objetiva de las representaciones (Vorstellungen) en un yoconciencia". De lo que se trata es de "la consistencia semántica de una "representación" (Repräsentation) de los objetos intersubjetivamente válida, conseguida mediante signos y que, (...), sólo podemos determinar en la dimensión de la interpretación de los signos". 15 De este modo, Peirce hace depender la objetividad (validez) de los juicios de experiencia de la unidad del acuerdo intersubjetivo sobre el sentido; unidad que se coloca como telos del proceso de conocimiento llevado adelante por la comunidad de TOPOS & SOPORT Córdoba/ Nº2 Para desarrollar esta idea tomamos como hilo conductor de nuestra exposición sobre Peirce la interpretación que hace Apel en su obra Transformación de la Filosofía. Allí, Apel considera que la transformación semiótica que hace Peirce del concepto de conocimiento puede ser asumida como una "reconstrucción crítica de la Crítica de la razón pura" en tanto crítica del sentido. De esta manera, transforma la lógica trascendental de Kant, orientada al análisis de la conciencia, en una "lógica semiótica-normativa de la investigación" orientada al análisis de los signos, desde el punto de vista pragmático. El núcleo de dicha transformación consiste en este caso en la introducción de la perspectiva "cuasi-trascendental" del sujeto a través de la función cognoscitiva del signo. A partir de esta función se encuentra ya en Peirce una clara "diferenciación del problema de la validez o de la justificación en la pregunta por los criterios de sentido y la pregunta por los criterios de confirmación de los enunciados científicos". Por otro lado, su semiótica ofrece, además, una comprensión de los límites del conocimiento, cuyo efecto en el plano de la reflexión filosófica consiste en "una renovación de la pregunta kantiana por las condiciones de posibilidad y validez del conocimiento científico como pregunta por la posibilidad de un acuerdo intersubjetivo sobre el sentido y verdad de los enunciados o de los sistemas de enunciados". 13 El programa de Peirce presupone según Apel una pragmática cuasitrascendental del significado que es capaz de hacer frente a la lógica de la ciencia, dominada por la perspectiva objetivista de la semántica formal. Ello se demuestra en el hecho de que, a partir de su semiótica tridimensional puede ponerse de manifiesto "la K. Otto- Apel, Transformación de la filosofía , op. cit. p.-156. 15 Otto- Apel, ibid., p.160. 14 K. Otto- Apel, Transformación de la filosofía , Tomo II, op. cit., p.155. 13 5 Revista 17 Córdoba/ Nº2 Apel, ibid., p 182. Apel, 16 La máxima pragmática y la interpretación de la experiencia. Otro de los puntos capitales que se desprenden de la transformación semiótica del conocimiento realizada por Peirce es la ampliación del esquema semántico de correspondencia entre signo y objeto. Esta consiste en la introducción de la triple dimensión pragmática de la interpretación a través de las tres funciones semióticas del signo. En este nivel, Peirce adopta como punto de partida de su investigación la función semiótica o semiosis. Por semiosis entiende "una acción, una influencia que sea, o suponga una cooperación de tres sujetos, como, por ejemplo, un signo, su objeto y su interpretante, influencia tri-relativa que en ningún caso puede acabar en una acción entre parejas (5.484)". A su vez estructura esta influencia como una relación entre un signo lingüístico-conceptual o símbolo (interpretante del signo), y dos signos extralingüísticos -índice e ícono-, cuyas funciones posibilitan, junto con el primero, el paso de los estímulos sensoriales y de las cualidades de intuición a los conceptos o juicios. El proceso por el cual se lleva adelante esta integración en el juicio de percepción es para Peirce la abducción o hipótesis. Esta nos permite, según Apel unir en el concepto de signo la identificación de "algo –denotatum-, en tanto que algo –designatumpara un intérprete", mediante la síntesis interpretativa del lenguaje como condición de posibilidad del conocimiento intersubjetivamente válido. "La abducción o hipótesis explica la posibilidad de la experiencia, porque realiza la auténtica síntesis en el juicio de experiencia, reduciendo lo múltiple de los estímulos sensoriales y de las cualidades de sentimiento a la unidad de la consistencia". 18 TOPOS & SOPORT investigadores científico en tanto que interpretación consistente de los signos. La garantía de objetividad de los acuerdos o consensos fácticos que se logran en la vida real se subordina ahora en un consenso ideal, postulado desde la crítica del sentido como consenso último de la comunidad ilimitada de investigadores. A éste tienden nuestras interpretaciones del mundo y así se entiende por qué para Peirce tiene que sustituirse el último presupuesto y el "punto supremo" de Kant -la síntesis trascendental de la apercepción- por la síntesis de todas las inferencias científicas in the long run; síntesis que es representada por el postulado cuasi-trascendental de una "convicción última". 16 Esta convicción última tiene para Peirce el sentido de un ideal regulativo del pensamiento y del entendimiento intersubjetivo. En cuanto tal, la convicción consiste en la creencia de que en un proceso real e histórico de interpretación ("proceso de investigación suficientemente amplio") es dable esperar que todas nuestras opiniones consensuales fácticamente concuerden in the long run en un consenso general y último sobre el sentido de la realidad y de la verdad. Por tanto, como dice Apel refiriéndose a este punto, "ni la definición crítica del sentido de la realidad y de la verdad, ni la fundamentación de la validez necesaria en los procesos sintéticos de inferencia" se pueden llevar a cabo recurriendo a la fundamentación del conocimiento en una comunidad fáctica, función que es fáctica y empíricamente descriptible. Esto sólo puede efectuarse "a la luz de la convergencia de los procesos de inferencia y de interpretación en una comunidad ilimitada, convergencia que debe ser postulada normativamente". 17 Otto- Apel, Transformación de la filosofía , op. cit., p. 163. 18 6 Revista Córdoba/ Nº2 Charles Peirce, Lecciones sobre el pragmatismo , op. cit., p. 47. 19 una parte, hay que tener a la vista las propias acciones u operaciones con relación a la cosa denominada "dura" o "pesada"; y, por otra parte, hay que tener en cuenta las experiencias esperables en el caso de tales operaciones". 20 Ahora bien, es necesario precisar que la aclaración del sentido no puede ser asimilada en Peirce con un caso de definición operativa del significado, cuya validez quedaría subordinada a su simple utilidad práctica. Por el contrario, la explicación del significado mediante la máxima pragmática va más allá de la aclaración del uso lingüísticamente establecido. Como dice Apel, ella eleva, además, tendencialmente a la conciencia el "trasfondo" de nuestra precomprensión del mundo, presupuesta en el uso y la comprensión lingüísticos normales. "Con la pregunta por el sentido de "verdad" no pretendemos, al fin y al cabo, aclarar el uso fáctico de esta palabra en español, sino el uso adecuado (...) que se debería hacer en español de la palabra existente para (el concepto) verdad, como en cualquier otro idioma que disponga de la palabra correspondiente". 21 Aquí hay que mencionar también, que la comprobabilidad práctica de la verdad implica para Peirce un "quehacer público", pero a diferencia de otros pragmatistas, como James y D e w e y, e l c o n t e x t o d e d i c h a comprobación no se refiere al éxito de las acciones en la vida individual o social, sino "al de una comprobación en el marco de la comunidad de interpretación y experimentación de los científicos, en principio ilimitada". 22 Esta comunidad tiene un carácter normativo. En cuanto tal, sus miembros son capaces de subordinar sus intereses individuales y sociales al interés de TOPOS & SOPORT La importancia de este tipo de inferencia radica en que, mediante ella, Peirce puede unir el postulado semiótico de la unidad de la interpretación, con el postulado lógico de la investigación de una confirmación por la experiencia. A través de la abducción se conectan la fase sintética y analítica de la investigación. El procedimiento que hace posible esta síntesis es el de la "máxima pragmática"; procedimiento que consiste en considerar, lisa y llanamente, "qué efectos, que pudieran concebiblemente tener alcance práctico, concebimos que tiene el objeto de nuestra percepción. Entonces nuestra concepción de esos efectos es la totalidad de nuestra concepción del objeto". 19 A dicha máxima va unida la definición de la verdad como consenso relevante criteriológicamente, puesto que ella permite, como cree Apel, una superación post-lingüística de la teoría semántica de la verdad como correspondencia. La máxima, concebida "como explicación semántica y pragmática (...) del sentido de la verdad", contiene virtualmente la explicación del sentido de la verdad. En tanto que condición abstracta mínima de toda teoría de la verdad, ella toma presupone las teorías de la verdad que proceden tanto de la fenomenología (evidencias), como más actualmente de la filosofía del lenguaje (correspondencia y coherencia). El funcionamiento de la máxima pragmática para la comprensión de la verdad puede verse en los siguientes ejemplos de aclaración de los predicados "duro" y "pesado" que menciona Apel: "Si se quiere saber qué es lo que se dice cuando se afirma de una cosa que es "dura" o "pesada" hay que poner en marcha... un experimento mental en el que, por K. Otto- Apel, Teoría de la verdad y ética del discurso , trad. N. Smilg, Barcelona, Paidós, 1991, p. 65. 21 Ibid. 22 Ibid. 20 7 Revista Córdoba/ Nº2 Cfr. Ibid. Otto- Apel, ibid., p. 69. 25 Cfr. Otto- Apel, Semiótica filosófica , Edición y estudios introductorios de: Julio De Zan, Ricardo Maliandi y Dorando Michelini, trad. Julio De Zan, Almagesto, Bs. As., 1994, p. 97. 23 ciertamente con independencia del presupuesto de la resolución fáctica de las pretensiones de verdad a través del conocimiento, pero no con independencia de la resolución posible de dichas pretensiones de verdad por el conocimiento". 26 Con este principio pierde vigencia aquella absurda definición de la realidad como la cosa en sí incognoscible que Peirce reprocha como dijimos tanto al nominalismo como a la filosofía moderna, especialmente a Kant. En lugar de suponer tal cosa-en-sí, lo real se piensa como aquello infinitamente cognoscible que nunca puede ser conocido definitivamente. En este punto, la semiótica peirciana señala el camino de superación del realismo del sentido común en tanto realismo crítico del sentido. En ella, el punto de vista del realismo -lo real es independiente del pensamiento de alguien sobre ello- es compatible con el punto de vista semiótico según el cual "lo real como lo identificable y lo aprehensible debe ser objeto de la interpretación de los signos". 27 Sobre la base de este realismo crítico, la aproximación al conocimiento verdadero no expresa más que la tarea de interpretación lingüística del mundo y, al mismo tiempo, una labor de síntesis cuyo sujeto no puede ser sino una comunidad ideal e ilimitada de interpretación. Por un lado, dicha comunidad supone como idea reguladora un consenso último o, lo que es igual, una opinión en verdad intersubjetivamente válida que debiera alcanzarse in the long run y hacia la cual apuntan los consensos f á c t i c o s d e l o s i n v e s t i g a d o r e s . 28 Pero, por otro lado, en cuanto la comprobabilidad práctica de la verdad apunta a un consenso fundado, tiene que tener en cuenta también tanto la evidencia fenoménica del darse del TOPOS & SOPORT buscar la verdad ("Selfsurrender" moral). En este contexto, la comprobación de creencias o de hipótesis se piensa como "prueba de la capacidad de consenso mediante argumentos". 23 Ahora bien, Apel considera que la comunidad de interpretación o de investigación forma en el esquema de pensamiento de Peirce una "cuasiinstitución" a la manera de la "idea regulativa" de Kant. En tal sentido, dicha comunidad "no representa a ningún sistema social o individualmente limitado (de autoafirmación), sino que está constituido a priori sólo por la idea reguladora de la formación ilimitada e intersubjetiva de consenso sobre criterios de verdad disponibles". 24 Desde esta perspectiva, ella anticipa -contrafáctica y normativamenteel sentido intersubjetivamente válido de la verdad como consenso, a partir del cual, la comprobabilidad práctica puede ser interpretada, como piensa Apel, de una manera mucho más amplia que el de la simple verificación por medio de la experiencia. En efecto, para Peirce, el concepto de verificación de extiende hasta la comprobación por medio del conocimiento, la cual permite pensar no sólo en la comprobación de enunciados matemáticos, sino sobre todo en la de enunciados filosóficos con pretensiones de validez universal a priori, por ejemplo, los enunciados autorreflexivos que expresan los presupuestos (condiciones) indiscutibles de la argumentación. 25 Esta idea de verificación se funda por otra parte en el principio crítico de cognoscibilidad de Peirce, según el cual "los conceptos de realidad y de verdad (en el sentido más amplio posible) pueden ser pensados 24 Ibid. Ibid., p. 236. 28 Cfr. Otto- Apel, Teoría de la verdad ..., op. cit., pp. 70 y 73. 26 27 8 Revista fundarse en una teoría del signo o semiosis. Toda experiencia humana en general es una experiencia que parte del signo o símbolo (terceridad) y se dirige hacia otro signo en la mente del interprete (el interpretante), para quien está en lugar del objeto en algún aspecto o carácter (su fundamento). En cuanto semiosis, la experiencia reclama para ser expresada la unidad del signo símbolo en la forma de una unidad de consistencia semántica sobre el hecho exterior al que se refiere o significa. Esta unidad es la inferencia hipotética o abducción que une en el juicio de experiencia, las cualidades o semejanzas de las sensaciones expresadas por el icono, con los símbolos o representaciones, a través de la indicación de existencia que posibilitan las expresiones indexicales o, simplemente índices. Finalmente, siguiendo a Apel podemos decir que la hipótesis o inferencia abductivas, así como la máxima pragmática de aclaración intersubjetiva del significado de Peirce, son a la experiencia y el conocimiento lo que en la teoría del conocimiento y en la lógica de la investigación trascendental, son la apercepción trascendental y la deducción trascendental de las categorías de Kant. Ellas explican la estructura universal de la experiencia posible mediante la explicitación de las condiciones que actúan en nuestra relación con las cosas o el mundo exterior, sólo que en este caso, la relación es descripta por la mediación intersubjetiva de los signos y del lenguaje. Esto permite a Peirce salvar las contradicciones y paradojas de la metafísica subjetivista y adelantarse en la superación de la falacia semántica del giro lingüístico. En uno y otro sentido, la semiótica peirciana constituye hoy uno de los últimos sistemas del siglo XIX, cuya riqueza y originalidad quedan resaltadas en las soluciones que ofrece a los problemas que inaugura el siglo XX y que TOPOS & SOPORT Córdoba/ Nº2 fenómeno a un sujeto (primeridadsegundidad) como la introducción de dicha evidencia en la discusión sobre el sentido intersubjetivamente válido. El puente entre la evidencia empíricafenoménica y la búsqueda de la verdad sobre las opiniones que sustentamos frente a las cosas está dado por la descripción de las cualidades estructurales del fenómeno y por la subsunción de la materia dada en tal descripción a través de procesos de inferencia abductiva o sintéticas. El tema de la experiencia en la semiótica tridimensional de Peirce aparece, como se desprende de lo dicho, vinculado a varios temas de importancia. La experiencia considerada como el momento de confirmación de los juicios o leyes científica en los juicios de percepción, forma parte de la lógica de la investigación científica. Allí se encuentra asociada con el análisis de la verdad como consenso y con la inferencia abductiva como procedimiento sintético mediador del conocimiento en general. Por otro lado, la definición de la experiencia y los universos que componen su esencia fue aclarada mediante la exposición de la estructura semiótica de la realidad según el esquema tridimensional del signo. Por último, la experiencia también se mostró subordinada al problema de las condiciones de posibilidad del conocimiento y del realismo crítico del sentido. Para Peirce la pregunta kantiana por las condiciones del conocimiento posible tiene un sentido mucho más amplio que el del conocimiento sintético a priori, como los enunciados de las ciencias. La pregunta de Peirce apunta a describir cómo es posible el conocimiento en tanto que experiencia en general. Por tanto, su campo excede el de los enunciados de la ciencia e incluye todo tipo de enunciados o informaciones. Es por eso que su teoría del conocimiento como mediación de la opinión consistente sobre lo real tiene que seprolongan hasta el nuestro. ! 9