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Rx Una lucha continua Batalla contra las bacterias Las últimas generaciones de antibióticos se preparan para combatir infecciones de forma más efectiva y con menos efectos colaterales. La reducción de la dosis y disminución de la toxicidad se cuentan entre las mejoras / Lisseth Boon foto ideasstock.com Cuando se toma un antibiótico –bien sea en forma de cápsula, ungüento o inyección– se comienza a librar una batalla antimicrobiana en el organismo; a veces, con dimensiones de guerra campal, dependiendo del tamaño del enemigo a combatir: las bacterias. Utilizados para el tratamiento de infecciones, los antibióticos se obtienen de fuentes naturales (hongos, en el caso de la penicilina, el más conocido de todos), o bien de síntesis químicas. Son prescritos en función de las características del microorganismo, la gravedad de la enfermedad, el nivel de toxicidad, los antecedentes de alergia del paciente y los costos del tratamiento. En afecciones complicadas, puede ser necesaria la combinación de varios tipos de antimicrobianos. En la época pre-antibióticos, los pacientes morían por infecciones sencillas que terminaban por complicarse, explica Bernardo Vainrub, infectólogo del Hospital de Clínicas Caracas, para introducir la importancia del descubrimiento en el progreso de la 21+SALUD Rx antibióticos medicina contemporánea. “Después de la síntesis de la penicilina, iniciada a finales de 1920 por Alexander Fleming, se comenzó a desarrollar una tecnología para la elaboración de drogas que, en el inicio, tuvo sus fuentes en elementos naturales. Posteriormente, se empezó a trabajar con estructuras químicas diseñadas en los laboratorios, incorporando moléculas o radicales específicos dirigidos a partes determinadas de la bacteria. Hay, entonces, antibióticos orientados a inhibir la pared celular, y otros destinados a interrumpir la replicación bacteriana dentro de la célula”. La clasificación de los antibióticos –en bactericidas y bacteriostáticos– responde a estos dos mecanismos. Cuando eliminan los microorganismos que producen la infección, ejercen una acción bactericida; cuando actúan impidiendo su reproducción, la acción es bacteriostática. Voz de alerta La Organización Mundial de la Salud insiste en el peligro del uso indiscriminado de los antibióticos y ha catalogado la resistencia bacteriana como uno de los mayores problemas de salud pública en el mundo. Ha sido clara al advertir que si se siguen utilizando de manera incorrecta, ciertas bacterias que hoy no suponen ninguna amenaza, podrían ser muy difíciles de erradicar en el futuro. Dado que los antibióticos han sido sobreprescritos o innecesariamente prescritos en el tiempo, las bacterias 22+SALUD y son absorbidos por el torrente sanguíneo. • Parenteral. Se trata de las aplicaciones en forma inyectable, tanto subcutánea, intramuscular o intravenosa. Se usan cuando el médico requiere una concentración fuerte y rápida en la sangre. • Tópica. En polvo, colirio, ungüento o crema, se aplican localmente. foto ideasstock.com En cada caso En función del tipo y localización de la infección, pueden ser administrados de tres maneras: • Oral. A través de tabletas, polvos, líquidos o cápsulas, se liberan en el intestino delgado se han vuelto resistentes a sus normalmente letales efectos. Y cuando el microorganismo no muere por efecto del antibiótico, se vuelve lo suficientemente fuerte como para resistir al mismo antibiótico la próxima vez que es recetado, explica el Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos. “Las bacterias poseen también grandes recursos para poder sobrevivir a la acción de los antibióticos –indica Vainrub–. Hay distintos tipos de mecanismos de defensa de los gérmenes, capaces de producir ciertas mutaciones genéticas en su estructura, que pueden ser transmisibles de un organismo a otro. Estas continuas alteraciones representan un dolor de cabeza para los investigadores que se ocupan de la síntesis de nuevas me- dicaciones”. La resistencia bacteriana justifica en buena medida la constante aparición de nuevos antibióticos para hacerle frente a la fortaleza de los microorganismos. Los antibióticos tradicionales tienen que ser administrados en intervalos cortos. El infectólogo aclara las razones: la molécula de sus componentes tiene una vida media corta. O se metaboliza en poco tiempo o se elimina por vía renal o hepática. “Las dosis dependen, entre otros factores, del tipo de infección, de la función renal o hepática. También del tipo de antibiótico y sus condiciones farmacológicas. Es necesario –como principio general– que la medicación presente en la sangre sea suficiente para inhibir la multiplicación de las bacterias” el mayor tiempo posible. Rx antibióticos No se automedique. Los antibióticos deben tomarse sólo bajo prescripción médica y estrictamente en las dosis, intervalos y días indicados. Reducir su cantidad o interrumpir el tratamiento es abrirle paso a la resistencia bacteriana. Riesgos El avance se paga Los antibacterianos figuran entre los medicamentos más caros del mercado. Vainrub aclara el porqué: “para producir una molécula de un antibiótico, los laboratorios que investigan la producción de los fármacos originales producen miles de drogas que mueren en el camino. Para realizar estos estudios científicos –que incluyen expertos de primer nivel, productos especialísimos y horas de ensayo y error– se necesita una inversión extraordinaria que de alguna u otra forma costea el consumidor”. Hoy, los investigadores trabajan en el desarrollo de una nueva generación de antibióticos. Entre los retos figura la búsqueda de antibacterianos que reduzcan los intervalos de administración y, al hacerlo, optimicen el período de eficacia. Así, por ejemplo, el paciente tomaría la medicación una sola vez en 24 horas, en vez de cada seis. “Esto hace que la adhesión al tratamiento sea mucho mayor”, precisa Vainrub. Igualmente, se adelanta en la reducción de la toxicidad de ciertos antibióticos. “A medida en que se va diseñando nueva medicación, se va depurando también sus efectos dañinos. Todos estos descubrimientos (que forman parte de la llamada farmacocinética), relacionados con la comprensión del funcionamiento de las bacterias, su estructura y el efecto de las drogas en los distintos órganos, contribuyen sin duda al desarrollo del conocimiento microbiológico y permiten la confección de mejores remedios”. Hay que tener especial cuidado cuando se combaten infecciones con antibióticos. Entre los efectos adversos se cuentan: 1 Alergias. Cuando el paciente es especialmente sensible a uno o varios componentes del antibiótico, puede experimentar erupciones en la piel, fiebre y otras reacciones. 2 Disbacteriosis. Cuando el antibiótico elimina las bacterias “buenas” en el tubo digestivo, el paciente podría tener diarrea, sentir picor, dolor en la boca y lengua. 3 Sobrecrecimiento. Cuando elimina las bacterias (para las que fue prescrito), pero estimula el crecimiento de otras (que podrían ser tóxicas) y de algunos hongos. 4 Toxicidad. Cuando el antibiótico tiene efectos nocivos sobre los riñones, el hígado y el sistema nervioso, o produce alteraciones hematológicas. 5 Resistencia bacteriana. Es quizás el riesgo más temible. Se ve favorecida por la administración continua o repetida de antibióticos para el tratamiento de enfermedades menores que no ameritan su uso. También puede darse cuando se incumplen los horarios del tratamiento. Cero tragos En cuanto a la incompatibilidad de los antibacterianos con el alcohol, el doctor Bernardo Vainrub aclara que la bebida puede interferir con su acción o provocar efectos colaterales, que “llegan incluso a ser muy serios, dependiendo de la medicación. Igualmente, puede producir inmunosupresión: baja las defensas y dificulta el trabajo de los antibióticos”. • 23+SALUD