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PADRE MARIANO PINHO, S.J. Un Humilde Maestro Ya nos fuimos acostumbrando en este boletín de la Causa de nuestra querida Beata Alexandrina, algo sobre el Padre Mariano Pinho, su confesor y director espiritual y su primer biógrafo. Ya hablamos acerca de su vida y de sus estudios, de sus escritos. Hoy quisiéramos dirigir nuestra atención a una de sus dimensiones espirituales, a sus virtudes. Fueron muchas, y vividas muy intensamente, sin embargo, podría resaltarse una de ellas: su humildad. Esta virtud, como dice el Evangelio es un don del Padre, es trabajo del Espíritu, resulta de una vida de mucha oración y del deseo de identificarse con Jesús que vivió la humildad a la perfección, y del colocarse en el corazón de María, que fue la Sierva Humilde de Dios. Pero para alcanzarse la humildad, la virtud de la humildad, tenemos que pasar por muchas humillaciones, asumidas y aceptadas con amor, con espíritu de fe, con audacia, con fortaleza. Es el camino: por las humillaciones, los reproches, se alcanza la verdadera humildad. Se puede ser grande antes los ojos del mundo y tener un corazón humilde, simple, pobre, despojado. Así fueron muchos Papas y Reyes, muchos Doctores de la Iglesia, pero siempre con un corazón humilde, despojados de sí mismos y abiertos al precioso don de la gracia. Así fue nuestro Padre Mariano Pinho. De hecho el camino de las persecuciones y de las calumnias, de los reproches y de las humillaciones, amadas y sufridas en silencio, llevaron a este sabio y gran hombre, a vivir la humildad profundamente. Y porque fue humilde es que fue grande ante los ojos de Dios. Y porque fue humilde es que supo obedecer las duras y difíciles órdenes , como por ejemplo las de dejar de mantener la correspondencia con la Beata Alexandrina, aceptar quedarse en silencio, prohibido de confesar señoras durante varios años, dejar de escribir en revistas, tener que irse a Brasil como exiliado y enviado al “destierro”, etc. Las calumnias provinieron de diversos lados: sacerdotes, incluso algunos miembros de su Orden religiosa, que incluso en revistas dijeron cosas en su contra, además de una señora, que por celos y envidia, inventó una calumnia que manchaba cruelmente su dignidad en lo que se refiere a su voto de castidad; por otro lado, muchos que sostenían que él era un inconsistente, un imprudente, al aceptar en Alexandrina y aceptar las revelaciones que ella tenía de Jesús y de María. Mancharon su dignidad, tocaron cuanto poseía de mayor perfección, mintieron, difamaron, calumniaron, escribieron artículos y le dieron órdenes apresuradas y absurdas. El Padre Mariano Pinho, como verdadero hombre de Dios, como verdadero “Santo”, hombre de muchas virtudes, supo aceptar en silencio y sin quejarse, tanto mal a su alrededor. Siempre supo obedecer con una fuerte humildad. Supo aceptar los planes de Dios, que se le presentaban a través de la incomprensión de los hombre, tal como antes decíamos, a través de muchas calumnias. Sufría en silencio. Rezaba mucho. No se quejaba de nadie. Vivía ofrecido en holocausto, siendo víctima con Jesús. No habrá sido fácil para él dejar de intercambiar correspondencia con Alexandrina, así como dejar de ir a Balasar para visitarla, atenderla, aconsejarla, ayudarle. Pero obedeció con una gran humildad, sin rebelarse, sin lamentarse. No fue fácil dejar Portugal y dirigirse a Brasil, como desterrado, pero también en este caso obedeció en un humilde silencio. NO habrá sido fácil leer las calumnias que sobre él se escribían, como también vivir la desconfianza que lo acompañaba, incluso de parte de algunos sacerdotes y obispos. Como siervo humilde, supo morir a sí mismo, aceptar todo serenamente, con docilidad, con amor. Un verdadero hombre de Dios, un “santo” podríamos afirmar. Sólo un “santo” puede tener tanta humildad y caminar con la cruz del modo en que lo hizo él. Solamente un “santo” sabe sufrir en el más respetuoso silencio ante las calumnias, los insultos, las difíciles obediencias, manipuladas por le mal que lo rodeaba. Un gran hombre, sabio, gran escritor, fundador de la revista Cruzada, predicador ilustre, etc. Pero con un humilde corazón. Y, por eso, se cumplió en él la palabra del Evangelio: “Dios se rebela a los pequeños y a los humildes”. Grande en todo, sobre todo el humildad, que lo hizo aceptar la voluntad de Dios en las ordenes de sus superiores, en las humillaciones y las calumnias, sufriendo mucho, pero en santo y religioso silencio, sin criticar a nadie, in quejarse, sin defenderse, sin acusar a sus enemigos y a sus calumniadores. Así fue la vida del Padre Mariano Pinho. El misterio del Mal el príncipe de este mundo, hizo que se levantaran contra él grandes tempestades, quería derrumbarlo, pues él era hombre de Evangelio y gran apóstol, él estaba ayudando a Alexandrina en su camino de santidad, él estaba haciendo que la luz de Balasar se conociera; y ciertamente el mal, el misterio del pecado, de la mentira, no deseaba que eso sucediera. Por ende, recurriendo a las calumnias, mentiras y órdenes difíciles, intentó destruirlo, pero él, como “santo” y humilde, lo aceptó todo con amor y en silencio. Bendita la humildad que opera tantas maravillas. Así parece que entendemos mejor lo que le dijo Jesús a la Beata Alexandrina acerca de la santidad de su “padre espiritual”, y del lugar que le tenía reservado en el Cielo entre los elegidos de Dios, del premio que su vida y su virtud merecían. Así, comprendemos mejor de qué forma la Beata Alexandrina lo estimaba y cómo todos aquellos que lo conocían más de cerca, apreciaban su santidad y daban e dan también hoy testimonio de ella. Si hacia Dios se sube bajando, como afirmó San Francisco Xavier, el Padre Mariano Pinho, que bajó tanto en humildad, será entonces muy grande ante los ojos de Dios Padre y será elevado a la gloria del Cielo. Al visitar Balasar no dejemos de ir al cementerio, donde hoy reposan sus restos, para allí implorar por su intercesión bendiciones y gracias. Él será junto a Dios, nuestro intercesor, junto con nuestra Beata Alexandrina. Darío Pedroso