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1 disponible en http://www.neumologia-pediatrica.cl Niños con enfermedades respiratorias crónicas y dependencia de tecnología: Historia y ética Dr. Ignacio Sánchez Profesor Asociado. Departamento de Pediatría Pontificia Universidad Católica de Chile Resumen El presente trabajo resume la historia del desarrollo e implementación del apoyo ventilatorio en pacientes pediátricos con enfermedades respiratorias crónicas. Se destaca la creatividad del inicio de este proceso, y la influencia del acelerado avance tecnológico de los últimos años. Este es un proceso de permanente cambio y evolución que permite una mejor respuesta y adaptación de los pacientes con necesidades de apoyo ventilatorio crónico. En la segunda parte del artículo, se revisan los elementos éticos involucrados en la toma de decisiones en este grupo de pacientes, incluyendo los elementos a considerar desde el punto de vista de derechos del paciente y su familia, respeto a la vida y algunos aspectos en la toma de decisiones a que está sometido el equipo de salud y la familia de los pacientes. Palabras Claves: Ventilación crónica, insuficiencia respiratoria, apoyo tecnológico. HISTORIA El antecedente más remoto de apoyo ventilatorio que se encuentra perfectamente documentado es la experiencia de Andreas Vesalio, que se publica en 1551, y que puede considerarse como la primera aplicación experimental de la respiración artificial, en la que se conecta la tráquea de un perro a un sistema de fuelles, por medio de los cuales presta apoyo a la función respiratoria del animal y logra mantenerlo con vida. Es en el siglo XIX, en que nuevamente se despierta el interés de mantener artificialmente la función respiratoria mediante métodos de presión negativa que serán los precursores del pulmón de acero. La primera descripción de un rudimentario pulmón de acero se debe a Alfred F. Jones en 1864, postulando que su empleo curaba multitud de enfermedades incluso de etiología no respiratoria. En 1876, Woillez (París) construye su “Spirophore”, que estaba compuesto por un habitáculo donde se incluía el cuerpo del paciente, dejando en el exterior la cabeza del mismo y ajustándole a nivel del cuello un manguito de goma, con el objeto de hacer que dicho habitáculo quedara estanco, mediante un gran fuelle se proporcionaba una presión negativa en el interior del tanque donde se encontraba introducido el cuerpo del paciente. En 1898, Matas comienza a utilizar métodos de ventilación a través de cánulas endotraqueales para el mantenimiento ventilatorio durante la cirugía costal, los que posteriormente perfeccionó(1,2). abrir el tórax. Esta curiosa cámara consistía en una habitación en la cual se creaba una presión negativa continua en la que se introducía al paciente y a todo el equipo quirúrgico, excepto la cabeza del paciente que quedaba en el exterior de la cámara. En 1929, el ingeniero estadounidense Philip Dinker publica su invento del pulmón de acero para la respiración artificial de pacientes con la musculatura pulmonar lesionada (Respirador Dinker). Este aparato estaba formado por una caja metálica que a intervalos regulares generaba una sobrepresión y una depresión en forma alternativa. El cuerpo del paciente descansaba en el interior del aparato, quedando la cabeza fuera de éste manteniéndose herméticamente sellado mediante un manguito ajustado alrededor del cuello, de esta forma al generarse una presión negativa, la pared torácica se expandía de forma pasiva lo que permitía crear una presión negativa dentro del parénquima pulmonar y En 1904, Sauerbruch presenta su cámara de presión negativa, con el propósito de evitar el colapso pulmonar al Correspondencia: Dr. Ignacio Sánchez díaz. Departamento de Pediatría. Pontificia Universidad Católica de Chile. Lira 44, 2˚ piso, Santiago. Teléfono: 354 6418, Fax: 633 5051; E-mail: igsan@med.puc.cl ISSN 0718-3321 Figura 1.- Pulmón de acero utilizado en niños con insuficiencia respiratoria (1955). Tomado de www.google.com/ventilación mecanica/no invasiva. NEUMOLOGIA PEDIATRICA 2 Niños con enfermedades respiratorias crónicas y dependencia de tecnología: Historia y ética rotatorias (“rocking beds”) que se utilizaron durante muchos años, los ventiladores de coraza externa, y el “poncho”, consistente en una túnica que incluía el tórax y parte del abdomen. El desarrollo de la presión continua positiva en la vía aérea (CPAP), continúa cuando Chernick y colaboradores presentan en 1971 su primer modelo de CPAP en neonatología. Figura 2.- Lactante portador de osteogénesis imperfecta con VNI (CPAP), Unidad de Paciente Crítico, Pontificia Universidad Católica de Chile. consecuentemente la entrada de aire desde el exterior hacia los pulmones (Figura 1). En 1938, las técnicas de IPPV (ventilación con presión positiva intermitente) van reemplazando convincentemente al método de presión diferencial. En 1952, se produce en Copenhague la epidemia de poliomielitis, lo cual lleva a un elevado número de pacientes a depender de la asistencia ventilatoria con presión positiva, o de técnicas de presión negativa (pulmones de acero). Aparte del evidente descenso de mortalidad que se apreció con la implantación de la IPPV, es de destacar el impresionante despliegue de recursos humanos que fue necesario disponer para el mantenimiento manual de la función respiratoria de los pacientes. Sin embargo, no todos los especialistas se convencen de la gran ventaja que supone la IPPV en contraposición con la asistencia ventilatoria mediante métodos de presión negativa. Así en Estados Unidos, se mantuvo el tratamiento de la insuficiencia respiratoria de origen neuromuscular con los clásicos pulmones de acero hasta finales de los años sesenta, mientras que en Europa aparece una gran variedad de aparatos de IPPV a raíz de la epidemia de Copenhague. La época de los sesenta está marcada por el predominio de los ventiladores ciclados por presión que, si bien no eran muy adecuados para la ventilación artificial prolongada, cumplieron una importante misión en esta época. En la década siguiente comenzaron a ser sustituidos por los ventiladores ciclados a volumen y tiempo, y a partir de entonces comienza a aparecer una gama importante de aparatos de acuerdo al avance de la tecnología, más seguros y sensibles a las demandas ventilatorias de las distintas patologías y fases de evolución de la enfermedad (3,4). El interés por la ventilación mecánica no invasiva resurgió durante la década del 70, cuando el uso de ventilación de presión negativa se aplicó intermitentemente en alteraciones de intercambio gaseoso y síntomas de hipoventilación crónica, en pacientes con cifoescoliosis y otras enfermedades neuromusculares (distrofia muscular, esclerosis múltiple y síndrome postpolio). Es así como junto con los pulmones de acero, la ventilación a presión vegetativa incluyó las camas Durante la primera mitad de los años 80, diferentes investigadores aplicaron presión positiva intermitente a través de máscaras nasales, con lo que rápidamente aumentaban la ventilación en pacientes con falla respiratoria crónica, especialmente durante el sueño. Los ventiladores de cuerpo (pulmones de acero, de coraza y poncho) se utilizaron con regularidad hasta esta época, cuando desaparecieron por su incomodidad y por la presencia frecuente de obstrucción de la vía aérea superior. En general, la ventilación no invasiva con presión positiva y negativa y la ventilación invasiva, se superponían y se reemplazaban en diferentes sitios del mundo. En los años 80s se dieron opiniones a favor y en contra de la ventilación no invasiva con presión positiva, pero en general la tendencia fue favorable por la mejor calidad de los respiradores y se logró el sitial merecido para este modo de ventilación a través del uso del CPAP (presión positiva continua de la vía aérea) y BiPAP (presión positiva bi-direccional de la vía aérea) mediante la utilización de mascarillas nasales. En 1985, Sanders y colaboradores inician la ventilación nasal no invasiva en domicilio con CPAP y BiPAP, y en los años posteriores un importante número de pacientes recibe(5,6) Ventilación No Invasiva (VNI) en domicilio con esta tecnología, describiéndose en los últimos años un desarrollo muy marcado de los equipos, mascarillas y otros insumos claves para asegurar una adecuada tolerancia (Figura 2). La experiencia recopilada en la Universidad Católica (UC) se remonta a 1984, cuando se comienza a apoyar con VNI (coraza y poncho) a una paciente con miopatía. En el año 1993, se envía a su casa el primer paciente con ventilación en domicilio (portador de patología neuromuscular), Figura 3.- Paciente portador de CPAP a través de traqueostomía en domicilio, Unidad de Paciente Crítico, Pontificia Universidad Católica de Chile. 3 Sánchez I. evolucionando el Programa UC hasta contar con 24 pacientes con apoyo ventilatorio en domicilio (Figura 3). A nivel nacional, se han registrado pacientes controlados en diversos servicios públicos y clínicos privados desde 1998, y con seguridad el avance más importante fue la creación del Programa Nacional de AVNI, iniciativa liderada por el Ministerio de Salud, el Servicio Metropolitano Sur Oriente y el Hospital Josefina Martínez, campo clínico asociado al Departamento de Pediatría de la Universidad Católica. En la actualidad el Programa cuenta con aproximadamente 140 pacientes, con apoyo de Ventilación Mecánica, traqueostomía y VNI en domicilio, distribuidos a lo largo de todo el país. ASPECTOS ÉTICOS La ética es la disciplina que estudia las acciones humanas voluntarias desde el punto de vista de si son buenas o malas, lo que es equivalente a decir si son correctas o incorrectas, lícitas o ilícitas, justas o injustas. La ética como ciencia trata de justificar y fundamentar los juicios morales generalmente aceptados por el conocimiento moral y de entender el proceso de las acciones humanas por el cual se llega a la valoración de los actos humanos como buenos, malos o indiferentes(7,8). LA ACCIÓN HUMANA Para la evaluación ética de los actos humanos es necesaria una breve reflexión sobre el proceso de la acción humana. 1. La intención o finalidad del agente. El ser racional necesariamente es movido a actuar por una determinada intención o finalidad, y en este proceso de la acción se pueden dar varias finalidades. El primer aspecto que incide en la evaluación de las acciones, es entonces, la intención del fin que se persigue. 2. El objeto de la acción o acto a realizar. Este es generalmente coherente con la intención. La intención tiende a realizarse o manifestarse en una determinada acción la cual puede ser visible y comprobable. 3. Las circunstancias. Todas las acciones humanas se dan en una situación particular que tiene características únicas. 4. Las consecuencias posteriores de la acción. En muchos casos, y esto ocurre a menudo en medicina, las acciones tienen efectos que no son previsibles. La aproximación realizada de la evaluación ética de los actos humanos corresponde a lo que se ha denominado moral natural o se podría denominar también moral realista. PRINCIPIOS FUNDANTES DE LA BIOÉTICA: LA DIGNIDAD DEL SER HUMANO La Dignidad del ser humano La ética como ciencia pretende fundamentar aquello que hace que una acción sea buena o mala. La reciente Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos adoptada por la UNESCO parte reconociendo “la capacidad excepcional que posee el ser humano para reflexionar sobre su propia existencia y su entorno, así como para percibir la injusticia, evitar el peligro, asumir responsabilidades, buscar la cooperación y dar muestras de un sentido moral que dé expresión a principios éticos”, esto corresponde a lo que hemos llamado conocimiento moral. En el tercer párrafo, la Declaración de la UNESCO expresa que “los problemas éticos suscitados por los rápidos adelantos de la ciencia y de sus aplicaciones tecnológicas deben examinarse teniendo en cuenta el debido respeto por la dignidad de la persona humana, y el respeto universal y la observancia de los derechos humanos y las libertades fundamentales”. La dignidad de los seres humanos y los derechos que de ella derivan es la piedra fundamental de la Declaración, es la base que fundamenta los principios de la bioética. Está en concordancia con lo expresado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su preámbulo “el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”(8). De la dignidad de los seres humanos se desprenden derechos y principios que deben orientar las decisiones en bioética y por eso se ha colocado al inicio no como un principio más sino que como la base de todos los que veremos a continuación(9,10). 1. El principio de beneficencia. El deber de cuidar y salvaguardar la vida. La intuición Hipocrática expresa lo esencial de este principio en el famoso Juramento. El aspecto positivo lo expresa diciendo: “El sistema que adopto es para beneficiar a los pacientes con todas mis fuerzas y con lo mejor de mi inteligencia”. El precepto negativo: “No daré a nadie, aunque me lo pida, ningún fármaco letal, ni haré semejante sugerencia. Igualmente tampoco proporcionaré a mujer alguna, un pesario abortivo.” 2. El principio de autonomía o de respeto a la libertad y responsabilidad de las personas. Este principio tiene su fundamento en la dignidad de la persona humana que al estar dotada de razón y libertad es la primera responsable por las decisiones que afectan a su propia vida. Por eso a este principio se le ha denominado también “Principio de la libertad y de la responsabilidad”. Este principio, válido para todos los ámbitos de la vida, es especialmente relevante en el caso de la salud. Los pacientes deben ser 4 Niños con enfermedades respiratorias crónicas y dependencia de tecnología: Historia y ética tratados como personas que tienen derecho a ser informados y a participar en las decisiones del médico, sin embargo, hay situaciones complejas en que pueden surgir conflictos, en donde la comunicación y la buena información en una relación de confianza son claves. 3. Principio de totalidad o principio terapéutico. Es un principio específico de la ética médica. El cuerpo es un organismo jerárquicamente integrado por diversos órganos y sistemas que funciona como una unidad. Las enfermedades y las patologías en general ponen en riesgo su buen funcionamiento y eventualmente la vida misma del organismo. Toda acción médica implica algún tipo de intervención sobre el cuerpo humano. Esta acción significa a menudo un daño que se realiza en vista de proteger o salvar al todo, al organismo y al individuo. Este principio se relaciona con los anteriores: No se puede hacer una acción que no tenga como finalidad la protección y cuidado de la vida y la salud. El eventual daño tiene que ser menor que el beneficio buscado, por lo que se debe buscar el tratamiento menos riesgoso, y se debe realizar con el consentimiento del paciente adecuadamente informado. 4. Principio de justicia, solidaridad y subsidiariedad. Este tiene que ver con la distribución equitativa y racional de los recursos en salud por parte del estado así como el acceso a los servicios de salud por parte de toda la población. Es importante señalar que el cuidado de la propia salud parte por la responsabilidad del propio individuo, sin embargo, en una sociedad hay una responsabilidad solidaria por los grupos más vulnerables como los niños, los ancianos, los que tienen recursos más limitados y los minusválidos. En el campo de las decisiones ético-clínicas este principio está muy relacionado con los anteriores. A cada paciente se le debe tratar con equidad sin hacer diferencias por causas extramédicas. El principio orientador es el beneficio, el mejor interés del paciente, lo que es mejor para el cuidado de la vida y su salud. Los cuatro principios mencionados tienen una estrecha relación entre ellos y los podríamos denominar principios fundantes de la bioética, pues están presentes en todas las situaciones, problemas y decisiones bioéticas y son el marco referencial para el análisis de los problemas ético-clínicos en medicina. EL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD TERAPÉUTICA Este se refiere fundamentalmente a la licitud de limitar el esfuerzo terapéutico en un determinado paciente, éste se comprende en el contexto de los principios fundantes arriba mencionados. Tiene un marco general en el primer principio de salvaguardar la vida y la salud, en que nunca se debe matar y tampoco hay obligación de prolongar la vida a cualquier costo. Tiene relación con el principio de totalidad terapéutica en cuanto a evaluar los beneficios y riesgos de una intervención. Por último, también lo tiene con el de autonomía, en cuanto a que un paciente puede elegir entre diversas alternativas éticamente lícitas. Aquí se pueden suscitar conflictos entre la autonomía del paciente y la del médico, si el paciente o su representante, en este caso los padres, rechazan tratamientos que son proporcionados y razonables. La pregunta sobre hasta donde debe llegar la medicina en su esfuerzo terapéutico es antigua. Platón (siglo IV AC) en la República expresaba que la medicina no es para prolongar la agonía y “hacer de su vida una prolongada miseria”, sino que es para aquellos que “están sanos en su naturaleza, pero aquejados por alguna enfermedad específica”. Y en el Corpus Hipocraticum (siglo V y IV AC) se rechazan los esfuerzos médicos que tendrán una muy baja probabilidad de cura. Sin embargo, el desarrollo de la medicina en que tratamientos que en un comienzo eran complejos y con resultados inciertos, se fueron haciendo cada vez más asequibles y exitosos hizo que esta aproximación se considerara insuficiente. Pero junto a esto está el riesgo de caer en el “imperativo tecnológico” que se da “cuando los clínicos se sienten obligados a usar la tecnología por el solo hecho que está disponible”. Y, que el solo hecho de que lo esté y se tenga las habilidades para implementarla signifique que moralmente se deba usar. Aparte de lo anterior, surgió el concepto de medios proporcionados y desproporcionados. El principio de proporcionalidad puede definirse como: “la (no) obligatoriedad moral de practicar todas aquellas intervenciones que (no) guarden una relación de debida proporción entre los medios empleados y el fin perseguido”. Esta aproximación parte necesariamente de un buen análisis clínico de la situación, ya que en muchos casos es posible claramente identificar si un tratamiento es proporcionado o desproporcionado, pero en otros, habrá zonas grises en que se requiere una deliberación moral con los padres, y el equipo de salud. Los padres no pueden oponerse a medios proporcionados pero sí lo pueden hacer en el caso de medios desproporcionados. El aspecto de ordinario y extraordinario tiene que ver más con la percepción subjetiva del tratamiento, percepción que va a estar en gran parte condicionada por su proporcionalidad. Hay un impacto subjetivo de las circunstancias objetivas: carga psicológica y física que conlleva el tratamiento; fuerzas físicas y morales del paciente para afrontarlo; impacto del costo económico para el paciente y la familia; secuelas e impacto en la calidad de vida futura. Hasta aquí no hemos considerado el problema de los costos y prioridades en salud que es diferente según su nivel de desarrollo. Hay países en desarrollo en que miles de niños mueren de situaciones prevenibles, como son la desnutrición, enfermedades infecciosas y malas condiciones sanitarias. Los difíciles problemas ético-clínicos de limitación del esfuerzo terapéutico que a veces agobian a padres y médicos Sánchez I. en el mundo moderno, en estos países son irrelevantes y prácticamente no se presentan(11,12). PARTICIPACIÓN DEL PACIENTE: LOS PADRES Los problemas ético - clínicos en pediatría tienen una connotación singular, la cual es que el niño es incompetente para recibir información sobre su estado, para expresar su opinión o decidir frente a situaciones complejas en el tratamiento de sus propias enfermedades y limitaciones. Son los padres los que tienen que asumir, naturalmente, esta responsabilidad. Esta connotación tan particular y al mismo tiempo tan natural, debe ser respetada como un derecho de los padres: a informarse, a tener facilidades para estar con sus hijos, a participar en las decisiones y autorizaciones de los tratamientos que se les efectúan a sus hijos, especialmente cuando estos entran en el terreno de ser extraordinarios o dudosamente proporcionados al resultado que se quiere obtener. Pero como se expresó anteriormente, la autonomía de los padres para decidir los tratamientos de sus hijos, tienen limitaciones: no pueden oponerse a tratamientos proporcionados. Lo habitual y natural es que los padres quieran y deseen lo que creen que es mejor para sus hijos. Por lo tanto, aprobarán el uso de tratamientos probados y proporcionados que les ofrece el médico. Sin embargo, hay algunas situaciones en que el comportamiento de los padres se puede apartar de lo mencionado, este es el caso en que estos se opongan a tratamientos. Como criterio general, se debe afirmar que los principios éticos, en este caso los principios de salvaguardar la vida y de justicia, son anteriores a la autoridad de los padres. Ellos no pueden tomar decisiones que claramente vayan en contra del bien del niño o que lo discriminen por creencias personales que son respetables en ellos pero que no se pueden extender al niño. No pueden por lo tanto, como criterio general, impedir un tratamiento que es normal o proporcionado y que al niño le vaya a significar una expectativa probada en calidad de vida o en sobrevida. Tampoco se puede negar a nadie lo que es normal para vivir: alimentación y oxígeno. En los casos citados, si el equipo médico, asesorado según el caso por el comité de ética del hospital, cree que cierto tratamiento es indispensable para la vida del niño y/o su calidad de sobrevida con alta posibilidad de éxito, en que hay que actuar en pocas horas, normalmente se debe proceder. Si solicitan tratamientos desproporcionados, extraordinarios o experimentales, estos no pueden ser en principio exigidos y deben ser evaluados conjuntamente con el médico, un comité de bioética y la situación de los servicios de salud. En la participación de los padres debe tenerse presente la obligación de confidencialidad o secreto profesional. El derecho a la participación informada corresponde sólo a los padres o en su defecto al representante legal del niño, y ellos 5 verán a quienes ellos quieran comunicárselo. Los padres deben saber quién es el médico responsable o tratante y es éste el que debe comunicar la evolución del niño. Las alternativas son a menudo complejas de entender para los padres. Dependiendo de la educación y cultura, es frecuente que le pidan un consejo al médico y que lo sigan. A veces hay miedo de iniciar una terapia de sostén vital por la dificultad que tiene después el tener que suspenderla si no da el resultado esperado y empieza a ser desproporcionada. Desde el punto de vista ético no hay diferencia entre no iniciar y suspender una terapia considerada desproporcionada. Sin embargo, los intensivistas, equipo de salud y padres la ven con frecuencia diferente. En este enfoque conjunto, equipo de salud y padres se unen para el mejor beneficio del niño, y esta es la perspectiva de la medicina paliativa que incluye al niño y a los padres(13,14). RESOLUCIÓN DEL PROBLEMA: LA DECISIÓN Y JUICIO ÉTICO-CLÍNICO A la decisión ético-clínica se llega luego de un proceso deliberativo que incluye todas las etapas anteriormente descritas. A menudo hay que volver atrás y revisar de nuevo la información clínica relevante, las posibilidades de una nueva terapia, la situación y preferencias de los padres. La deliberación y la decisión se toman en conjunto con los padres. En las situaciones difíciles es de especial relevancia el establecimiento de una muy buena relación de confianza entre los médicos y los padres. Las decisiones son compartidas por los padres y el médico, pero en la práctica el rol del médico es más activo y frecuentemente decisivo. Hay que estar consciente de las limitaciones que tienen los padres para participar en las decisiones. La terminología médica les es frecuentemente difícil de entender. Las consecuencias de las decisiones ya sea a corto plazo o largo plazo les puede ser también difícil de evaluar, por lo que hay que ser muy cuidadosos, específicamente en el caso de limitar una terapia de sostén vital. Para finalizar, quisiera citar la Encíclica Familiares Consortio (Juan Pablo II, 1991), que resume muy bien lo que mi juicio debe ser nuestro esfuerzo en el tratamiento de los niños con enfermedades respiratorias crónicas, que requieren apoyo de tecnología: “En la familia, comunidad de personas, debe reservarse una atención especialísima al niño, desarrollando una profunda estima por su dignidad personal, así como un gran respeto y un generoso servicio a sus derechos. Esto vale respecto a todo niño, pero adquiere una urgencia singular cuando el niño es pequeño y necesita de todo, está enfermo, delicado o es minusválido”. 6 Niños con enfermedades respiratorias crónicas y dependencia de tecnología: Historia y ética REFERENCIAS 1. Meyer T, Hill N. Noninvasive Positive Pressure Ventilation To Treat Respiratory Failure. Ann Inter Med 1994; 120:760-70. 2. Hill N. Non invasive Ventilation. Am Rev Respir Dis 1993; 147:1050-55. 3. Patrick W, Webster K, Ludwig L, Roberts D. Noninvasive Positive-Pressure Ventilation in Acute Respiratory Distress Without Prior Chronic Respiratory Failure. Am J Resp Crit Care Med 1996; 153:1005-11. 4. Hill NS. Clinical applications of body ventilators. Chest 1986; 90:897-905. Nava S, Ambrosino N, Zocchi L, Rampulla C. Diaphragmatic rest during negative pressure ventilation by pneumowrap - assessment in normal and COPD patients. Chest 1990; 98:857-65. 5. Meduri GU. 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