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La comunicación maestro alumnos y su influencia en el desarrollo de la cualidad moral honestidad en estudiantes de cuarto grado. Autora: Dra. María teresa Pérez Pino RESUMEN El trabajo aborda la necesidad de atender las dificultades más frecuentes que se presentan en el proceso de comunicación maestro alumnos, en las aulas de cuarto grado, para potenciar el desarrollo de orientaciones valorativas correctas de la cualidad moral honestidad. El objetivo trazado fue elaborar una estrategia pedagógica centrada en la comunicación maestro alumnos y en los factores intervinientes en esta relación, para potenciar el desarrollo de orientaciones valorativas correctas en los alumnos. Los resultados del estudio exploratorio realizado muestran que la comunicación que establecen los docentes con sus alumnos no es la más adecuada, observándose afectadas la simetría en las funciones de la comunicación, las vías para el establecimiento de normas en el grupo escolar, los patrones de corrección y las dimensiones de las acciones del trabajo educativo. Factores que influyen negativamente en el desarrollo moral de los alumnos. INTRODUCCIÓN La escuela actual tiene que enfrentar exigencias tecnológicas y sociales complejas que la llevan a un gran desafío, una enseñanza que desarrolle al alumno y un aprendizaje que sea significativo, que se construya sobre la base de los contextos socioculturales en los que se desarrollan los niños. Un modelo pedagógico que les garantice la preparación para una vida plena y feliz en la sociedad, con una completa realización personal. A partir de las experiencias del seguimiento a la práctica, así como de las investigaciones que se han llevado a cabo por el Instituto Central de Ciencias Pedagógicas, (2001, 2004) para modelar la futura escuela primaria cubana, existe el consenso de que esta debe caracterizarse por un proceso educativo reflexivo, activo, que permita el máximo desarrollo de las potencialidades de todos los niños, en un clima participativo y de pertenencia, cuya armonía y unidad contribuya a que las relaciones con la familia y la comunidad adquieran, cada vez más, un carácter democrático, flexible y creador, alcanzando la formación de niveles más elevados en los alumnos tanto en su desarrollo intelectual, como moral. Lograr una adecuada socialización en los niños y jóvenes, es la principal función social de la escuela. El colectivo de autores del ICCP, (2001), Báxter, E, (1994, 1998, 2002a, 2002b, 2006), Rico, P. (2003) y Rico, P., E. M. Santos, V. Martín Viaña, (2004), coinciden al plantear que, en el trabajo educativo, un lugar principal lo ocupan las clases, por lo que deben organizarse de forma tal que el alumno pueda, entre otras cosas: participar de forma activa, creativa e independiente, teniendo en cuenta sus posibilidades y necesidades educativas; donde puedan plantear sus puntos de vista e intercambiar con sus compañeros y maestro (a). De igual forma desempeñar un papel protagónico al insertarse en el medio social que constituye la propia aula y la escuela; cumplir con las normas de comportamiento que el grupo haya aceptado; conocer sus deberes y derechos y tener la posibilidad de cumplir con ellos y de exigir por su cumplimiento; ser un miembro activo de la organización pioneril. De vital importancia resulta la implicación personal del niño en la ejecución de las actividades y la forma en que se relaciona y se comunica con su maestro y los restantes compañeros. Se precisa que el educador sea el protagonista de los cambios que hoy día la sociedad necesita y exige de la escuela, para lograr un hombre independiente, dotado de valores morales, capaz de utilizar su potencial creativo en función de su desarrollo individual y social. Una de las vías que utiliza el maestro para ello es la comunicación, al respecto el Ministro de Educación L. I. Gómez plantea: “La introducción de cambios en la concepción, métodos y estilos de trabajo en las escuelas requiere el diálogo horizontal y participativo entre los educadores y los alumnos, así como de diferentes factores de la comunidad” y agrega: “Un tipo de clase que enseñe a pensar en la medida que sea una invitación a pensar juntos a la vez que haga del ejercicio del criterio un estilo de trabajo pedagógico.” (1993:7) El seguimiento actual realizado del proceso de enseñanza aprendizaje, así como investigaciones efectuadas al respecto: Sánchez, G. (1993), Ojalvo, V. (1999, 2003); Báxter E. (1989, 2002, 2003 y 2006), Fernández, A.M. (1995, 1996, 1999, 2003); Ortiz, E. (1996, 2003); Márquez, L. (1999); Álvarez M. I. (1995, 2002); Silvestre, M., Zilberstein, J. (2000, 2001, 2002); Colectivo de autores del ICCP, (2000, 2001), Rico, P. (2001, 2003), Becerra, M. J. (2003); Betancourt, J. (2003); Montero, R., Santos E. M. y Martín-Viaña, V., (2004); Carral E., (2005), Silva, R., (2005), entre otros, muestran la presencia de determinados errores en la conducción pedagógica y el predominio en nuestras aulas de un proceso con un carácter esencialmente instructivo, cognoscitivo, en el cual se centran las acciones mayormente en el maestro y en menor medida en el alumno. Se evidencia poco desarrollo de habilidades para el debate y la argumentación en los maestros. El alumno tiende a aprender de forma reproductiva, observándose poco desarrollo de habilidades y escasas posibilidades para la reflexión crítica y autocrítica de los conocimientos que aprende, de ahí que su inclusión consciente en el proceso se vea limitada. Se observa que continúa el predominio a separar la educación y la instrucción, no aprovechándose las posibilidades que brindan tanto el contenido como el proceso en sí, para influir en la formación de sentimientos, cualidades morales, entre otros. En muchos casos se ofrece, por el maestro, el razonamiento o la respuesta de un problema o tarea, quedándole solo al alumno la acción de ejecutar. Lo que ha sido denominado en la literatura como ayuda prematura, Labarrere, A. (1989) o ayuda anticipada, Rico, P. (2003). Se estimulan las acciones con llamadas de “rápido”, “rapidito”, evitando que éstos realicen, de forma adecuada, el análisis requerido, la reflexión necesaria, para la solución de una actividad. Esto condiciona la tendencia a la ejecución y genera que los más aventajados puedan dar con mayor rapidez las respuestas, quedándole al resto sólo la alternativa de escuchar. Rico, P. (2003). El diagnóstico “integral”, en el aspecto intelectual, es detallado por asignatura, donde se miden por lo general, determinados aspectos del conocimiento, apareciendo la dificultad específica, pero no refleja el desarrollo de las orientaciones valorativas en los alumnos, ni aspectos relacionados con la esfera inductora de la personalidad. Existen dificultades en el dominio de los indicadores que caracterizan a una persona honesta, por parte de docentes y alumnos lo que afecta la asimilación, la interiorización de esta cualidad moral en la Educación Primaria. Estos resultados se reflejan en investigaciones realizadas por González Pacheco (1976, 1985) y Krafchenko (1987, 1988, 1989, 1990a, 1990b); Silva, R., (2005), plantea en su investigación, como uno de los problemas educativos de los maestros encuestados la insuficiente fundamentación ética que poseen. Muchos maestros consideran que los niños pueden asimilar las orientaciones valorativas por el solo hecho de explicárselas, de indicarles cómo conducirse en determinada situación o por repetir verbalmente cómo deben actuar o exigir su repetición formal. No se propicia la objetivación de las cualidades morales a formar en el desarrollo de situaciones en las que se puedan ejercitar formas de conducta que correspondan con las cualidades en cuestión, ni la valoración de situaciones donde se observe su cumplimiento o incumplimiento. Muchos alumnos cumplen las normas de conducta por quedar bien con los demás o porque el maestro así lo exige, no por el bienestar que produce hacer lo correcto. Las dificultades reportadas por la literatura, en maestros/as y alumnos/as, fueron constatadas en el contexto donde se realizó la investigación. Estas circunstancias hacen evidente la necesidad de un cambio en la escuela primaria actual. Cambio que debe favorecer el desarrollo y formación de los alumnos, para que sean capaces de enfrentar las diferentes exigencias y tareas que la sociedad les plantea actualmente. Al respecto García Ramis, L. y coautores consideran necesario: "transformar la escuela desde su base, remodelar sus fundamentos y hacer más sólidos los efectos formativos y educativos que su labor tiene en los niños y jóvenes cubanos.” (1996:2) La transformación de los modos de pensar y actuar de la comunicación maestro – alumnos en los maestros primarios para elevar la calidad de su trabajo, constituye un reto, atendiendo a las demandas crecientes de nuestro tiempo, pues se trata de transformar a formadores, que sean capaces de educar al ciudadano que requiere la sociedad actual. ¿Por qué se elige en esta investigación al cuarto grado y a la cualidad moral honestidad? En el cuarto grado los aspectos relativos al análisis reflexivo y la flexibilidad como cualidades del pensamiento, tienen mayores potencialidades para su desarrollo y comienzan a participar en la regulación de la conducta formaciones psicológicas complejas tales como los ideales y la autovaloración, el carácter voluntario y consciente de sus procesos psíquicos, cuyo paso gradual se inició en el momento anterior, debe consolidarse. Rico, P., E. M. Santos y V. Martín - Viaña, (2004). Aparece más elevado el razonamiento moral ante situaciones prosociales, (creciente sensibilidad ante los deseos y necesidades de los otros) A. L. Segarte y G. Martínez (2003). En este momento se dan potencialidades extraordinarias para el desarrollo de los alumnos, que de no tener la atención educativa requerida, se pierden, implicando grandes frenos y el estancamiento del sujeto en su proceso de crecimiento tanto intelectual como afectivo - motivacional y social. Es importante que el maestro, sobre la base de estas potencialidades, realice un trabajo educativo encaminado a un auténtico desarrollo de cualidades morales en sus alumnos. Una cualidad moral importante a desarrollar es la honestidad. Desde la antigüedad existen criterios acerca de la importancia de educarla. Ha sido considerada como uno de los valores universales a lograr -Confucio, Epicuro-, como la base principal de la moral de las personas -J. Martí (1994); F. Varela, (1996), Ingenieros, (1962), Cubela, R. M. (2003)-. Como un problema educativo de gran importancia - Makarenko, (1961), Sujomlinsky, (1975). En la actualidad se considera como un valor resquebrajado sobre todo en las esferas políticas y empresariales de un determinado número de países donde la corrupción es un flagelo, Cañas Louzan, (2003). Se enfatiza en la importancia de educarla como una forma de evitar el mimetismo social o la moral del camaleón, para combatir el oportunismo y la doble moral, Díaz Canals, (2004). Se reitera la necesidad de su educación para evitar que los vicios corruptores mellen los principios de nuestra sociedad, Gómez Gutiérrez, (2005). Existe consenso en los autores consultados en que la honestidad es una cualidad a educar de alta prioridad. Particularmente en nuestro contexto social se debe considerar el sistema de valores e ideales de la sociedad cubana, promoviendo, a través de la comunicación maestro - alumnos, procesos de asimilación y objetivación de contenidos significativos que contribuyan a la formación científico- técnica, humanista y práctica, teniendo en cuenta las necesidades sociales, grupales e individuales. DESARROLLO FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y METODOLÓGICOS DE LA RELACIÓN ENTRE COMUNICACIÓN PEDAGÓGICA Y LA FORMACIÓN DE VALORES MORALES En el capítulo se parte del estudio de la comunicación como categoría filosófica y psicológica. Se valoran antecedentes del desarrollo histórico de la relación entre comunicación pedagógica y el desarrollo moral. Para ello se partió analizando la relación comunicación educación en la filogénesis y en la ontogénesis. En el plano filogenético y en el ontogenético, igualmente se ha demostrado mediante investigaciones en diferentes latitudes la intervención de la actividad y la comunicación en su unidad en la formación y desarrollo de la personalidad. La concepción histórica cultural desarrollada por Vigotski plantea el papel de la actividad y la comunicación en la socialización del individuo desde una posición dialéctica materialista, a partir de elaboraciones teóricas novedosas en comprensión científica de la comunicación en su la doble aspecto: social y psicológico, así como en la explicación de su papel en el desarrollo del psiquismo humano y de la personalidad. En esta tesis se asume como fundamento psicológico en la comprensión de las relaciones entre actividad, comunicación y formación de la personalidad. La gran diversidad de orígenes de la noción científica de comunicación hace muy compleja su definición. No existe aún una acepción única aceptada por todos. Se parte de su definición filosófica, Colectivo de autores, (2005) y se analizan las definiciones dadas por varios autores tales como: Vigotski, (1968) y Rubinstein, (1965), Andrieva, (1974), G. P. y Sherkovin, Yu. A., (1986), Sorín (1984), Lomov, (1989), González, (1995), Fernández, A. M. (1996), Ojalvo, (2000), Ortiz, E., (2003). y se señalan elementos esenciales comunes: es la expresión más compleja de las relaciones humanas donde se produce un intercambio de ideas, actividades, actitudes, representaciones y vivencias entre los hombres, por la interacción y la influencia mutua a partir de su capacidad simbólica y constituye un medio esencial de funcionamiento y de formación de su personalidad. Se asume el concepto de comunicación educativa de la Dra. Fernández A. M. “El campo de aquellas situaciones de comunicación, que de modo intencional, tributan al desarrollo humano, al aprendizaje en su más amplio sentido, al crecimiento personal, se conoce como comunicación educativa.” (2003:168) Esta autora plantea que no está circunscripta a la acción pedagógica escolarizada, en instituciones docentes ya que puede ser dirigida por organizaciones con fines educativos, los medios de difusión masiva etc. Y el de comunicación pedagógica de la Dra. V. Ojalvo, (1999), considera la comunicación pedagógica como un proceso de interacción entre profesores, estudiantes y de estos entre sí y de la escuela con la comunidad, que tiene como finalidad crear un clima psicológico favorable, para optimizar el intercambio y recreación de significados que contribuyan al desarrollo de la personalidad de los participantes. La comunicación pedagógica contribuye a que la enseñanza promueva la formación moral de los alumnos, fundamentalmente desde la comunicación maestro - alumnos. PAPEL DE LA COMUNICACIÓN MAESTRO - ALUMNOS EN EL DESARROLLO DE LA CUALIDAD MORAL HONESTIDAD Al concretar el estudio de la comunicación pedagógica y su papel en la formación de valores, al estudio de la comunicación maestro – alumnos como una vía para potenciar el desarrollo de la cualidad moral honestidad, se centra la atención en uno de los cuatro universos lingüísticos que conforman la comunicación en el aula: el referido al lenguaje magisterial. El lenguaje magisterial es aquel que utiliza el docente en la relación pedagógica, que establece tanto con los alumnos como con el objeto del conocimiento. No sólo implica el uso de la palabra, sino la entonación, el lenguaje no verbal (mirada, uso de las manos, expresión de la cara, etc. Ojalvo, (2000). En la bibliografía consultada aparece la definición de comunicación educativa y pedagógica, pero no se precisa la de comunicación maestro - alumnos. Por su importancia en esta investigación se define como: el proceso de interacción y de influencia mutua entre el docente y los alumnos y de estos entre sí que tiene como finalidad crear un clima psicológico favorable, para optimizar el intercambio y recreación de significados que contribuyan al desarrollo de la personalidad de los participantes, donde juegan un papel importante las funciones básicas de la comunicación. Pérez Pino, M.T., (2002, 2004 b). El docente y los alumnos tienen la posibilidad de transmitirse entre sí toda su realidad psicológica, los valores sociales, conocimientos y habilidades para la interacción exitosa con otras personas, lo que repercute en el desarrollo y formación de la personalidad. F. González y A. Mitjáns, (1989), González Castro, V., (1989), González Maura, V., (1995), Addine, F., (2002), Báxter, (2003), Mendoza, (2005), afirman que la unidad de lo cognitivo y lo afectivo constituye un principio esencial para comprender y utilizar la comunicación en la educación del hombre. Se fundamenta teóricamente cómo el logro de la simetría en las funciones de la comunicación contribuye a la asimilación consciente por parte de los alumnos, de las influencias educativas que se expresen en el desarrollo de cualidades morales. Se analizan los fundamentos teóricos que sirven de base a la operacionalización de las funciones de la comunicación. La función informativa comprende el proceso de recepción y transmisión de la información. Fernández A.M., (1995), apunta que para la formación de la personalidad es importante la adquisición de experiencia histórico – social, por lo que contribuye al desarrollo de esta. Para la función informativa analizan posiciones teóricas de las autores Lomov, (1989), González, V., (1989), Fernández, A. M., (1995, 1996, 1999), González, F., (1995), Freire, P., (2003), Báxter, E., (2003), Durán, (1995) y Ojalvo, (1999), Betancourt, J. (2003), Rico, P., (2004ª), Carral, E., (2005). Ingenieros, considera que: “la mayor de las inmoralidades es predicar a otros las virtudes que no se poseen.” (1961:32), agrega además que: “…el ejemplo personal es siempre la lección más fecunda.” (1961:194). Chacón, (1999), integra estas ideas al enfatizar en la importancia de la correspondencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace por parte del docente en la formación de cualidades morales. La función afectiva incluye toda la gama de emociones, sentimientos, vivencias que en general aparecen y se desarrollan en la comunicación y se expresan en la necesidad que tiene el hombre de compartir sus impresiones, de sentirse comprendido. Se analizan los fundamentos de los autores Bozhovich, (1976), J. Betancourt, (2003). Se profundiza en la vivencia por su importancia en el desarrollo moral, según Vigotski, Febles y Canfux, (2003), es la relación afectiva del individuo con el medio, aquello que integra lo adquirido hasta el momento con lo externo. Las relaciones con otras personas mediatizan los intercambios que propician las vivencias en el sujeto como síntesis de la unidad interno – externo. Otros criterios asumidos son los de García, G., (1996, 2002), Durán, (1995) y Mendoza, L., (2005), González, F., (1995), Mudrik, (1983). Se valora la necesidad de crear un ambiente donde los alumnos se sientan comprendidos y seguros, respetar criterios y opiniones aunque no se compartan, entre otros aspectos. La función reguladora se relaciona con el control de la conducta de la acción de los participantes en la comunicación y se expresa en la influencia mutua de unos sobre otros. En la concepción del modelo educativo que enfatiza en el proceso, se brindan espacios para que el alumno exprese sus consideraciones acerca del objeto o fenómeno que se estudia. En el desarrollo de cualidades morales, el papel de la función reguladora no se debe obviar. Es fundamental que los estudiantes reflexionen y tomen conciencia de la necesidad y utilidad del dominio de los contenidos trabajados. El maestro debe garantizar que hagan cuestionamientos, discutan, reflexionen y puedan valorar el mundo circundante y a sí mismos. El Dr. López, L., plantea al respecto: “una práctica educativa caracterizada por la subjetivación creadora a través del diálogo, la confrontación, la polémica, la participación, la cultura del error, el ejercicio del criterio.” (2003:340). Se analizan los criterios de los autores González, O., (1985), Castellanos, González, F., (1995), D., (2001), Kaplún, (2003), Báxter, E., (2003). La comunicación maestro – alumnos, cumplirá realmente su objetivo educativo para el desarrollo de cualidades morales, si despierta el interés de los educandos, si es entendida, captada, concientizada. Otro aspecto importante es el esclarecimiento de la relación existente entre los diferentes términos que se emplean para referirse al trabajo educativo para potenciar el desarrollo moral en los alumnos. RELACIÓN ENTRE VALORES, ORIENTACIONES VALORATIVAS CUALIDADES MORALES, ACTITUDES, En el epígrafe se parte del estudio de los valores como categoría filosófica y psicológica. Se analiza la relación entre valores, cualidades morales, actitudes y orientaciones valorativas. Se parte de los valores más generales los que, según Fabelo: “se ramifican y penetran en las más diversas facetas de la vida humana y poseen su manifestación específica en la economía, en la moral, en el arte, en la política, en el mundo del derecho, de la religión, y como ingredientes inalienables de los procesos educativos.” (2003:12) Fabelo, J. R., considera que el valor “es solo una forma de significación social, aquella que desempeña un papel positivo en el desarrollo de la sociedad y que por lo tanto está relacionada, directa o indirectamente con el progreso social, por lo tanto los valores solo pueden ser positivos.” (1989:21) Se asume este concepto. Se coincide con el criterio de la Dra. Mendoza, L., (2005), al expresar que se dan en una polaridad dialéctica de lo positivo con fenómenos, procesos y hechos negativos. Su determinación histórica puede relativizar su significación social positiva. Se analizan diferentes aristas de los valores tratadas por González, F., García, G. (1996), Viciedo, C. (2000), Mendoza L. y Santos, O. (2000), Báxter, E. (2001), López, L., (2003), Se asume el concepto de valor moral de la Dra. Chacón, N. (1999, 2002), quien lo define planteando que: “expresa la significación social positiva, buena, en contraposición al mal, de un fenómeno (hecho, acto de conducta), en forma de principio, norma o en representación del bien, lo justo, el deber... con un carácter valorativo y normativo al nivel de la conciencia, que regula y orienta la actitud de los individuos hacia la reafirmación del progreso moral, el crecimiento del humanismo y el perfeccionamiento humano.” (1999:1) Se abordan por los especialistas citados diversas aristas en el enfoque del problema de los valores, lo cual revela la necesaria visión multidisciplinaria pues se trata de un fenómeno social complejo. En la escuela primaria se emplean indistintamente los términos valores o cualidades morales. El concepto de cualidad de la personalidad refleja el resultado de un proceso, en el que las experiencias interpersonales y de interacción con el medio, los principios, valores y normas sociales propios de una sociedad son asimilados por sus miembros, convirtiéndose en sus propios valores y normas, que los orientan a actuar consecuentemente con rasgos que poseen una cierta estabilidad, Báxter, E., (2003) Teniendo en cuenta el desarrollo ontogenético se considera que los niños y adolescentes desarrollan cualidades morales y es en la juventud cuando estas se consolidan y se convierten en valores morales que autorregulan la conducta de los individuos. Las actitudes son otro componente de la personalidad estrechamente vinculado a los valores y a las cualidades morales. Allport, G. (1935), citado por Rodríguez, A., planteó que: “una actitud es un estado mental y neural de disposición, organizado a través de la experiencia, que ejerce una influencia directiva o dinámica sobre las respuestas del individuo ante los objetos y situaciones con los cuales se relaciona.” (2003:93) Es reconocido por diversos autores que una de las funciones psicológicas de tipo motivacional que cumplen las actitudes, es precisamente la función expresiva de los valores. En este trabajo se asume orientaciones valorativas, posición de las autoras Mujina, Báxter y González Maura. NIVELES DE DESARROLLO DE LAS ORIENTACIONES VALORATIVAS La Dra. E. Báxter (2003), se refiere a las orientaciones valorativas como el valor hecho consciente y estable para el sujeto que valora, que le permite actuar con un criterio de evaluación, revelando el sentir que tienen los objetos y fenómenos de la realidad para él, hasta ordenarlos jerárquicamente, por su importancia, conformando así la escala de valores a la que se subordina su actitud ante la vida. Las orientaciones valorativas se expresan en la subjetividad de los alumnos a través del sentido personal que adquieren. Esta orientación se expresa en dependencia del nivel de desarrollo que alcancen las cualidades morales o valores como reguladores de la actuación. Atendiendo a la situación del desarrollo de las cualidades morales como reguladoras de la actuación de los alumnos en la Educación Primaria, se pueden plantear una serie de indicadores que permiten determinar el nivel que alcanzan las orientaciones valorativas. Las dos primeras dimensiones son adaptación de las propuestas por González Maura, V. (2000). Estas son: Orientación valorativa correcta plano interno (reflexivo vivencial) y plano externo (comportamental), satisfacción y perspectiva mediata, Orientación valorativa formal (presión externa) y orientación valorativa incorrecta o conducta disocial. La tercera dimensión se asume del Dr. Álvarez Puentes, R., (2002), “los alumnos que se encuentran en este nivel son portadores de falsos valores que distorsionan la realidad, no se involucran emocionalmente, incumplen las normas establecidas, los llamados de atención no provocan vergüenza o arrepentimiento y generalmente se tornan irritables. Deficiente inhibición, regulación de deseos y necesidades, lo cual favorece que en algunos casos sean impulsivos. Baja tolerancia a las frustraciones entre otras.” (2002:132) Este nivel de desarrollo se considera resultado de un proceso de interacción de factores desfavorables y desventajosos, de tipo personal, familiar, social y ecológico que se articulan de forma activa y dinámica. En la escuela pueden influir la deficiente comunicación y escasa cultura del diálogo, deficientes métodos educativos, incorrecta formación y desarrollo de cualidades morales. En la relación maestro – alumnos, en el desarrollo de la cualidad moral honestidad, existen factores que intervienen, que mediatizan los efectos de esta relación causal multivariada. Estos constituyen elementos fundamentales que influyen en el nivel de desarrollo moral alcanzado por los educandos. Por su importancia, se tratan en el epígrafe siguiente. FACTORES QUE INTERVIENEN EN LA RELACIÓN COMUNICACIÓN MAESTRO – ALUMNOS Y EL DESARROLLO DE CUALIDADES MORALES EN LOS ESCOLARES Elaboración de normas en el grupo escolar: Las normas morales son reglas de conducta que poseen un condicionamiento histórico social ya que aparecen a partir del contexto social, de los valores propios de la sociedad en la cual está inmerso el grupo, Fuentes Ávila, M. (2003). La Dra. Chacón, (1999), agrega que las normas morales regulan la conducta de los hombres, en la correlación de intereses personales y sociales, para el logro de fines comunes socialmente significativos. Determinantes pedagógicas en el establecimiento de normas en el grupo: Se analizan el modelo "Carismático" de la Pedagogía tradicional en que las normas las determina el docente, los modelos de la pedagogía libertaria, institucional y no- directiva, las normas las elaboran los estudiantes, modelo de la concepción pedagógica del enfoque histórico cultural las normas se elaboran de forma democrática, a través de la actividad conjunta de alumnos y maestro y entre los propios estudiantes, del desarrollo de una adecuada comunicación entre ellos y de un clima afectivo donde se asumen posturas reflexivas y predominan las acciones de orientación. Vigotski, Davidov, V. V., (1988), Venguer, L. A., (1989), Rico P, (1996). Se analiza del texto de la Dra. Ojalvo, (1999), la relación educativa -análisis institucional. El análisis institucional aborda las relaciones que el estudiante mantiene con las "instituciones", es decir, las relaciones con lo establecido, para explicar como se moldea la relación educativa y cual es el papel del profesor en ella. En esta relación se cumplen las normas que determina el reglamento escolar. Se valora que el modelo de la Pedagogía tradicional, por sus características, no es la tendencia más adecuada para resolver la tarea que da la sociedad actual a la educación. Los modelos de la pedagogía libertaria, institucional y no- directiva sobrevaloran el carácter no directivo de la enseñanza al no reconocer la necesaria unidad dialéctica entre lo directivo y lo no directivo en el proceso de enseñanza aprendizaje. En la corriente relación educativa – análisis institucional se aprecia una dependencia excesiva de los maestros hacia los niveles superiores, que limita su iniciativa y su implicación personal en la labor educativa. El enfoque histórico cultural brinda el modelo más adecuado en cuanto al establecimiento de normas. Las normas establecidas en el aula deben ser cumplidas por los miembros del grupo escolar. En ocasiones existen errores o incumplimientos por parte de los alumnos. Para darle tratamiento a los mismos los maestros aplican diferentes patrones de corrección. Patrones de corrección para el incumplimiento de las normas establecidas: Se ha podido comprobar en múltiples investigaciones, las potencialidades del error para producir los análisis reflexivos que permiten fijar las condiciones, exigencias, así como el entrenamiento que constituye para el alumno someterse a evaluador de acciones que implican la aplicación de indicadores los cuales se constituyen en las propias exigencias de las tareas. Se analizan criterios coincidentes de autores como Gordon, T., (1991), Makarenko, A. S. (1961), Sujomlinski, V. (1975), Kraftchenco, O., (1990b), Linares Cordero y otros, (2002), Báxter, E., (2003), Labarrere, A., (1989), y Rico, P., (2003). Los patrones de corrección ayudan al alumno a comprender las deficiencias, a erradicar los malos hábitos y costumbres. Se aplican cuando los alumnos violan deliberadamente o por despreocupación las normas establecidas y no cumplen las exigencias de los maestros o del grupo. Deben ser aplicados con un criterio formativo, no destructivo. El especialista español M. Martínez, (1989), refiere que se han realizado diferentes estudios que permiten diferenciar tres tipos de patrones de corrección orientados al moldeamiento o adaptación de la conducta a normas externas. Estos son: 1ero. Afirmación de poder, 2do. Presentación de reforzadores negativos o evitación de reforzadores positivos y 3ero. Inductivo: (Aronfreed, Bandura, Walters, Hoffman) Se valora que resulta evidente que el tercer patrón de corrección, resulta eficaz en mayor medida que los dos anteriores para la internalización de la moral. El uso del castigo físico o la retirada de afecto y aprobación como vías para lograr el desarrollo moral en los niños son inadmisibles. Estos patrones de corrección implican la formación y desarrollo de sentimientos y actitudes negativas. El tercer patrón es incompleto si se queda solo en el plano argumentativo – dialógico, pues es fundamental analizar con los alumnos las consecuencias de sus actos incorrectos y las posibles alternativas que pueden seguir en la solución de los errores cometidos. Por lo que este patrón de corrección debe ser argumentativo – dialógico – reflexivo. Para lograr un desarrollo moral adecuado es necesario tener presente, además, las acciones para el trabajo educativo. Acciones de trabajo educativo para potenciar el desarrollo moral: La Dra. A. Amador, (1989), aborda tres dimensiones imprescindibles en el trabajo educativo para el desarrollo moral de los alumnos. Estas son: la cognoscitiva, la práctica y la valorativa: necesidad de que la persona identifique los modelos del deber ser, en correspondencia con la formación de ideales. (cognoscitiva); poner en práctica las formas correctas de actuar, mediante las propias actividades en la clase, en la propia vida del grupo docente, en las actividades sociales de carácter productivo, laboral, culturales y deportivas que se generan en la escuela y la comunidad. (práctica); propiciar la valoración del contenido que aprende y lo que es muy importante de la actividad individual, del grupo, del aula, de la escuela, proceso que va desde la regulación externa hasta la autovaloración y conduce a la autorregulación de la persona. (valorativa). Se comparte el criterio de la Dra. Báxter, E., (2006), en cuanto a que es necesario combinar la utilización de estos tres tipos de métodos, en todas y cada una de las actividades que se realizan en la escuela. Se analiza que estas dimensiones de trabajo presentan exigencias dirigidas a los procesos formativos, pueden incluir diferentes procedimientos que estimulan la interacción sujeto – sujeto, propician la concreción en la actividad cognoscitiva, la actividad práctica y los procesos valorativos, todo lo cual se vincula con los métodos de enseñanza aprendizaje, se pueden insertar, interrelacionar, unos con otros y dirigirlos hacia el logro de los propósitos formativos planteados. Se analizan criterios de autores como Valdés Veloz, H. (2004), Chacón, (1999), López L., (2003), Castellanos, D. (2001), Silvestre y J. Zilberstein, (2003), Chacón, (1999), y Mendoza, (2000, 2005). Se valora que es necesario imbricar la información, las vivencias y la valoración en la configuración individual de las cualidades morales, pues la sola información o conocimiento puede originar formalismo en su expresión. Los valores tienen un carácter histórico social concreto. Responden a los intereses y necesidades de cada época histórica y al modelo moral de hombre a que se aspira. Es importante para lograr el éxito en el desarrollo de cualidades morales que el maestro conozca las características y especificidades del desarrollo moral en el escolar primario. DESARROLLO MORAL EN LOS ESCOLARES PRIMARIOS. En este epígrafe se analiza la importancia para el maestro de conocer previamente el proceso evolutivo, sus leyes y principios generales, así como muchas particularidades referidas a aspectos tan diversos como los cognitivos, los afectivo – motivacionales… Se precisa que los postulados de Vigotski, L. S., (1988), respecto a las regularidades o leyes de formación de las funciones psíquicas superiores, expresados en los principios de la interiorización y de la relación entre enseñanza y desarrollo, constituyen la base de toda la concepción marxista acerca del proceso de desarrollo de la personalidad y en particular del desarrollo moral. Según su criterio, este proceso comienza desde edades muy tempranas del desarrollo psíquico y que estas instancias internas, van desarrollándose a lo largo de los distintos períodos evolutivos, haciéndose cada vez más complejas y estables. Este enfoque permite concebir el logro de determinado nivel de autonomía moral ya desde las primeras etapas del desarrollo de la personalidad a diferencia de otros autores de la psicología no marxista, como Jean Piaget, (1983) y sus continuadores quienes sitúan este nivel de desarrollo moral en etapas más avanzadas. Se trata el desarrollo ontogenético de la moral. Como antecedentes importantes se encuentran en la edad preescolar la formación de las primeras instancias morales internas, vinculados en esta etapa a la necesidad del niño de aprobación de los adultos conocidos y vinculados afectivamente a él, lo cual se extiende, al final del período a círculos más amplios de personas. El paso a la edad escolar, caracterizada por una nueva situación social de desarrollo plantea al niño nuevas exigencias, dirigidas tanto a las formas de actividad como de comunicación con los adultos y coetáneos. Esto determina un cambio en la esfera moral, creándose condiciones propicias para la ampliación de la esfera de los sentimientos, de los conceptos y de la conducta moral, aunque aún muy dependientes de la valoración de los adultos. En la segunda mitad del período (finales del tercer grado) la opinión de los coetáneos comienza a tener un peso muy importante en el desarrollo de estas esferas y muy especialmente la autovaloración, la cual comienza a implicarse con más profundidad en su comportamiento moral. Se analizan criterios de los autores Kraftchenko, (1987), Amador Martínez, A. (2001), Martínez, (1987), citado por Kraftchenko, (1989). Domínguez, L. (2003). Se valora que aunque en esta etapa no se llegan a desarrollar valores como configuraciones complejas de autorregulación de la personalidad, sí se desarrollan cualidades morales. Los escolares pueden alcanzar un nivel elevado de conocimiento de los valores morales que rigen la sociedad y desarrollar mecanismos de control reguladores de la conducta, para un mayor control de su comportamiento, acorde con el sistema de normas morales establecido. Para un mayor éxito en la labor educativa del maestro de cuarto grado es importante que el mismo conozca las exigencias que plantean al niño los sistemas de actividad y comunicación de la nueva situación social de desarrollo en esta etapa. DESARROLLO MORAL EN EL ESCOLAR DE CUARTO GRADO Se argumentan posibilidades que tiene el escolar de cuarto para la educación moral en este momento del desarrollo. Se analizan criterios de las autoras Rico, P., E. M. Santos y V. Martín - Viaña, (2004). el niño cada vez muestra mayor independencia al ejecutar sus tareas de aprendizaje en la clase, la acción educativa dirigida al desarrollo de sentimientos morales y sociales, como el sentido del deber y la amistad, cobra en estas edades mayor importancia, comienzan a participar en la regulación de la conducta formaciones psicológicas complejas tales como los ideales y la autovaloración. Según las autoras A. L. Segarte y G. Martínez, (2003), aparece más elevado el razonamiento moral ante situaciones prosociales. Se valora que los aspectos relativos al análisis reflexivo y la flexibilidad como cualidades del pensamiento, tienen en este momento mayores potencialidades para su desarrollo, de ahí la necesidad de que el maestro al dirigir el proceso, no se anticipe a los razonamientos del niño y de posibilidades de análisis reflexivo de errores como una vía importante para el desarrollo del pensamiento. La autora Chacón, (1999:2), recomienda para potenciar el desarrollo de la reflexión: “la formación de un pensamiento flexible, que refleje las contradicciones objetivas de su entorno, que transformadas en conflictos o dilemas éticos, provoquen una reacción de compromiso con la realidad a partir de determinadas exigencias morales.” Se analizan los resultados de investigaciones realizadas Lipkina, (1974), Davidov, (1988), Roloff, (1982, 1984, 2003), Rico, (1996, 2003), que han demostrado que si entre los ocho (8) y nueve (9) años se enseñan determinados indicadores para evaluar su conducta y su actividad de aprendizaje, su autovaloración se hará más objetiva sobre la base de la asimilación de los criterios utilizados y comenzará a regular sus acciones de forma más consciente y reflexiva. En estas edades la valoración del niño se hace más objetiva al contar con una mayor experiencia, aunque aún depende en alguna medida de criterios externos (valoraciones de los padres, maestros, compañeros). Se demuestran las potencialidades que existen en esta etapa en el desarrollo de la esfera moral, y por tanto la necesidad de promover a través de la educación, la asimilación activa y reflexiva por parte del escolar de las cualidades morales, así como un compromiso afectivo en cuanto a su cumplimiento. Hay valores como la honestidad que perduran a través del tiempo, se mantienen a lo largo de la historia como una aspiración de modelo moral a formar, vigente hasta nuestros días. Modelo que se mantiene y a la vez se enriquece. CUALIDAD MORAL HONESTIDAD En este epígrafe se precisa que no se contribuye al desarrollo de cualidades morales en la actividad educativa de forma aislada. Ellas se jerarquizan en la labor educativa del maestro en forma de sistema, concatenadas, relacionadas estrechamente. En la educación primaria se contribuye a desarrollar la cualidad moral honestidad junto a otras cualidades como: autocrítica, respeto, responsabilidad, honradez, modestia y solidaridad. Se hace un análisis histórico lógico de la evolución de la definición de honestidad desde la antigüedad hasta nuestros días. Se valora la contribución de autores nacionales e internacionales como: Confucio, Epicuro, José Agustín y Caballero (1762 – 1835), Félix Varela y Morales (1788 – 1853), José de La Luz y Caballero (1800 – 1862), José Martí Pérez (1853 - 1895), Enrique José Varona (1849 – 1933), Makarenko, A. S. (1961), V. 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I., al plantear: “Eduquemos a nuestros niños y jóvenes en los valores de la honradez y la honestidad para que los vicios corruptores nunca mellen los principios de nuestra sociedad.” (2005:10) Coincide Castro, F. en la mesa redonda del 23 de noviembre de 2005 cuando expresó: “Debemos seguir trabajando por desarrollar la honradez, la justicia y el respeto en nuestro pueblo...” En este análisis se evidencia la trascendencia de la cualidad moral honestidad, como base para el trabajo educativo con las demás cualidades morales dentro del sistema. Se analizan los indicadores propuestos por Chacón, N., (1999) y Báxter, E., (2002). Se valora que las autoras hacen una operacionalización adecuada que responde al momento histórico concreto que vive nuestra sociedad. Desde el punto de vista semántico se realiza un análisis acerca de la definición de honestidad. Se buscan rasgos esenciales comunes de la cualidad. Se asumen indicadores propuestos por las autoras Chacón Arteaga, Báxter Pérez y se incorporan otros de carácter universal. El análisis realizado permite definir la honestidad como: decencia, honradez, modestia, urbanidad (cortesía y respeto), equidad y justicia, sinceridad, lealtad, autocrítica, autenticidad, integridad. Como se aprecia tanto en la literatura especializada como en la definición del concepto en los diccionarios, se evidencian diferencias de criterios. Se pone de manifiesto el nivel de complejidad del estudio de la honestidad y la importancia de potenciar su formación y desarrollo desde las primeras edades. El estudio realizado ha permitido constatar que el enfoque histórico cultural reconoce el papel de la actividad y la comunicación en el proceso de formación de la personalidad, la función de la comunicación en el proceso de aprendizaje y formación de cualidades morales y proporciona los basamentos fundamentales para una concepción de la comunicación maestro - alumnos potenciadora del desarrollo de la cualidad moral honestidad teniendo en cuenta los factores que intervienen en esta relación. En esta etapa la forma en que se estructura la enseñanza en la escuela va a influir de manera determinante en el desarrollo de la personalidad del escolar, y especialmente en su desarrollo moral, resultando fundamental la comunicación que el niño establece con el maestro y sus coetáneos, la simetría en las funciones de la comunicación, la forma en que el docente establece las normas a cumplir en el grupo escolar, los patrones de corrección que utiliza para su incumplimiento, las acciones de trabajo educativo que usa y el dominio de los indicadores de las cualidades a desarrollar por parte del alumno, para el logro de un desarrollo moral donde predominen orientaciones valorativas correctas. BIBLIOGRAFÍA Álvarez Puentes, R. (2002) Conducta sociopática. En: Manual de prácticas clínicas para la atención integral a la salud en la adolescencia. Colectivo de autores. Ciudad de la Habana, MINSAP. Amador Martínez, A. (2001) Importancia educativa del grupo escolar. 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