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INTRODUCCIÓN La Lonja de Valencia es uno de los edificios más característicos y famosos de la ciudad de Valencia. Es conocida también como la Lonja de los Mercaderes de la Seda ya que; a pesar de que este edificio se construyó principalmente para la realización de todo tipo de transacciones comerciales, la industria sedera de Valencia tuvo un gran auge durante el siglo XV. 1 La palabra “Lonja” procede del italiano “logia” y alude a la costumbre de reunirse los comerciantes en las lonjas de las iglesias y espacios públicos. La construcción de este edificio se produce bajo un contexto algo diferente del resto de la Corona de Aragón. Para los especialistas en temas económicos de la Baja Edad Media, Valencia constituye una curiosa e interesante excepción dentro del ambiente generalizado de crisis e inestabilidad derivado del descubrimiento de América y del comercio del Mediterráneo hacia el Atlántico. Esta excepción es la de crecimiento y expansión (aunque pierde determinadas prerrogativas que gozaba desde los tiempos de la fundación del Reino por Jaime I) que se patetizan en diversos aspectos, tales como el crecimiento demográfico y en el extraordinario desarrollo alcanzado en los campos artístico y literario, en el evidente esplendor cultural y en la capacidad financiera de la ciudad que llega hasta permitirle facilitar préstamos a los propios reyes. No ha de extrañar, por tanto, que si Valencia conoce un auge cultural y económico en un periodo que comprende parte de la segunda mitad del siglo XIV, todo el XV y una buena porción XVI, ofrezca producciones de todo tipo que tienen en los campos literario y artístico una principal manifestación. 1 Se tiene constancia del número de 295 maestros sederos censados en la ciudad en el año 1945. En: Furió, Antoni Història del País Valencià, 1995, página 209. En ese ambiente, en que Valencia es una potencia de primer orden y la ciudad es la mayor y más densamente poblada de las hispanas, es edificada la Lonja de los Mercaderes en el centro de la urbe, como núcleo de poder de la misma y muestra de la gran ciudad que era Valencia en aquellos momentos. La localización es la siguiente: la obra se sitúa sobre una superficie limitada al Oeste por la Plaza del Mercado; al Este por la Calle de la Lonja; al Sur por la Calle de los Escalones de la Lonja y al Norte por la calle de Cordellats. En general, se trata de una obra que coincide con la característica dentro de la arquitectura de la baja Edad Media europea de edificios comunales que, por su grandiosidad compiten con los edificios religiosos de la misma época. El conjunto integra dos cuerpos autónomos, unidos por el torreón central estos son: la Sala de Contratación y el Consulado del Mar. Casi la mitad de la superficie rectangular sobre la que se asienta está ocupada por la ya mencionada Sala de Contratación, al noroeste de la cual se halla la torre (que incluye la Capilla) y al norte de esta se encuentra el Salón del Consulado; el resto del espacio está ocupado por el jardín y dependencias ajenas (departamentos auxiliares modernos, que no participan del carácter monumental del edificio). HISTORIA DEL MONUMENTO Como se ha adelantado en la Introducción, la vieja Lonja del Aceite resultaba poco adecuada por sus malas condiciones, a la importancia adquirida por el desarrollo del comercio durante el siglo XV. Según las fuentes hay diferentes versiones en cuánto a la fecha fija de inicio de construcción de la monumental obra. Escaplés afirma que se fabricó el 7 de noviembre de 1482, Pons asevera lo mismo; y un manuscrito de la época asegura que : “ la ciudad determinó fabricar de piedra la casa de la contratación que antes era de madera. Se colocó la primera piedra en 7 de Diciembre de dicho año, y en 19 de Marzo de 1498, á las cuatro de la tarde, se sentó la última piedra del edificio...” 2 Teniendo en cuenta estos datos, las fuentes más contemporáneas citan que seguramente en 1469 el Consell General de la Ciutat resolvió construir un edificio que reuniera las comodidades y condiciones requeridas, y el 23 de junio de dicho año dio poder a los Jurats para iniciar la construcción de la Lonja nueva, creándose para ello un impuesto especial cuyos fondos la obra. Una Lonja que, además de nueva fuera “magnifica e bella a tota honor e decoratio de la dita ciutat” según palabras textuales de los propios jurados.3 El 9 de diciembre de 1480 se dictaminaba el lugar del edificio y 12 de enero de 1481 los mestres de pedra Pere Compte y Joan Ibarra fueron nombrados maestros de la obra de la Lonja. La construcción de esta Lonja Nueva se dio oficialmente por comenzada el 5 de febrero de 1483 según se encargaron de perpetuar la fecha, en piedra, los propios constructores. De manera muy resumida, la construcción se divide en cuatro fases: – Desde 1482 a 1498: Dónde se procede a la preparación de los solares. El alzado de la Sala de Contratación y Torre. Trabajan Pere Compte y Joan Ibarra que seguramente se inspiraron en la Lonja de Mallorca. – Desde 1498 a 1506: Se construyen las dos primeras plantas del pabellón del Consulado. Solo trabaja Pere Compte, Alcaide de la Lonja. – Desde 1506 a 1533: Se construye la tercera planta del pabellón del Consulado, cuyo constructor es Joan Corbera. De 1533 al 1548 se realizará el remate del edificio y la colocación de elementos complementarios. Lo harán Joan Corbera y Domingo Urtiaga. 2 Solera y Cervelló, Leocadio. La Lonja: Descripción de monumentos artísticos e históricos. 1897, Valencia. 3 Bru i Vidal, Santiago. La Lonja de Valencia y su entorno mercantil. 1995, Ajuntament de Valencia. → EL CONSULADO DEL MAR Podemos afirmar basándonos en documentación existente en el Archivo Municipal de Valencia, que la Lonja de los Mercaderes fue desde que se construyó el primer centro de comercio de la ciudad, cumpliendo así la función para la que había sido edificada. Es lógico por tanto, que un organismo tan importante como el Consulado del Mar, antiquísima institución valenciana, que desde el siglo XIII hasta el siglo XVIII entendió en los asuntos marítimos y mercantiles, tuviera su principal sede de administración en la propia Lonja. Aquí, permaneció hasta 1707, cuando se produjo la abolición de la legislación foral valenciana. En 1934 se restableció en cierto modo el antiguo tribunal con el nombre de Consulado de la Lonja de Valencia, adaptando instituciones antiguas a la vida mercantil moderna. De esta manera, hoy en día, el gobierno y la dirección de la Lonja radican en ese primer organismo de raíz medieval que a su vez dio origen a otros consulados que siguen vigentes en la actualidad. Estos fueron los compiladores de las costumbres mercantiles, además de intervenir en los pleitos y diferencias que afectaban al comercio y a la navegación respectivamente. El Consulado del Mar, de Valencia, fue fundado por Pedro III de Aragón, el 1º de diciembre de 1283, según unos, o por el propio rey D. Jaime, antes, según otros; en el Archivo Municipal se conserva una Real Carta de esta fecha, como el famoso Códice miniado en el siglo XV por Domingo Crespí, que comprende las “Costumbres de Mar” y la Ordenación o procedimiento judicial, y es de los más antiguos que se conocen en España. Entre otras funciones basadas en la antigua institución, actualmente el Consulado de la Lonja es un auténtico Tribunal de Comercio: está regido por un Consejo del Consulado, por la Asamblea de Prohombres Mercaderes y no se puede olvidar la participación de los Gremios de la Lonja. Entre sus competencias está la de editar e interpretar legalmente los contratos que realizan los gremios, nombrar y titular a los agentes comerciales jurados, regular los arbitrajes y las inspecciones de mercancías, fijar los horarios de las sesiones en la Lonja, etc. Arquitectónicamente, el Pabellón del Consulado consta de tres plantas y un sótano. Este, es una pieza poco conocida pero de un alto valor pues es una muestra importante de cantería que une lo funcional con lo estético. Al piso bajo se accede a través del propio jardín, llamado de los Naranjos, o bien, desde la antigua capilla. En el piso intermedio destaca una techumbre (normalmente se usa la denominación de artesonado, pero esto es un error ya que es una techumbre plana o alfarje) realizada por Juan del Poyo en el siglo XV; esta pertenecía a la Cámara Dorada de la antigua Casa de la Ciudad, hoy desaparecida. Posee una decoración bellísima de adornos en madera tallada pintada con rica policromía y oro en la que se pueden admirar figuras y personajes variados. El acceso a la planta superior se realiza a través de la escalera del interior de la torre, esta es de caracol o forma helicoidal y despunta en el conjunto arquitectónico por su gran belleza y finura. → EL SALÓN DE CONTRATACIÓN Este Salón es indudablemente el más admirable de todo el conjunto. Es un salón columnario consistente en un espacioso rectángulo de 35,60 metros de largo y por 21,39 metros de ancho. Una bóveda de 17,40 metros de elevación está sostenida por 8 grandes columnas exentas, doce medias columnas adheridas a los muros y cuatro cuartas partes de columna situadas en los cuatro ángulos. Así, la sala queda dividida en tres naves longitudinales y cinco transversales. Las columnas son helicoidales con 8 amplias estrías cada una, y la unión de cada dos estrías continuas está formada por una fina columnilla- con su correspondiente base- que asciende enrollándose a la columna. Todas las claves están decoradas y cada cuatro, comparten una en común. El esquema de la bóveda es muy complejo, y por lo tanto el programa iconográfico se compone de escudos reales, escudos de la ciudad, nudos de sogas, santos y numerosos ángeles músicos de gran belleza. Ya desde el siglo XIII existía en Valencia la Taula de Canvis; un organismo oficial que se encargaba de contrarrestar la fuerte usura frecuente en la Baja Edad Media, regular las operaciones mercantiles de carácter particular, facilitar la estabilidad en los cambios de moneda y evitar las quiebras y morosidades en la devolución de los depósitos. Lógicamente esta importante institución mercantil, tras un periodo de suspensión (1418-1517), tuvo su sede en la Lonja Nueva. Así, el 14 de abril de 1510 se reunieron aquí los funcionarios -mercaderes y ciudadanos- de la Taula con el fin de jurar los cargos y poner en funcionamiento la nueva institución. En este salón, se situó una mesa con un tapete con las armas de la ciudad como signo de que el organismo estaba asegurado por la misma. Cabe mencionar que esta Taula no estuvo vigente de manera continuada, pero en sus tres etapas de legislatura, los diversos momentos de florecimiento por los que pasó y la seguridad con que actuó y cumplió, hizo que su alta consideración como institución económica valga el dicho de “Ser tan bon pagador com la Taula de València”. → OTRAS FUNCIONES La Lonja de Valencia ha sido siempre un organismo vivo y un ejemplo fundamental dentro del gótico valenciano, un monumento histórico universal en el cual las labores arquitectónicas y escultóricas se encuentran íntimamente interconectadas y estrechamente fundidas, lo que le confiere un grado más de singularidad dentro de la característica de edificio único en su género. A lo largo de la historia de la este edificio, además de cumplir los fines para los que fue construido -entre los que sobresale el haber sido centro de animación de la riqueza y del comercio más floreciente- ha sido escenario de actividades un tanto ajenas a la misión que en principio inspiró a sus constructores. Como por ejemplo, ser el lugar elegido para las subastas de arriendos de los derechos de la Generalidad del Reino, durante la etapa foral del mismo. Sin embargo, a lo largo del siglo XVI y XVII llaman la atención otras actividades que nada tienen que ver con su función inicial. En más de una ocasión, el Salón Columnario se utilizó como depósito de grano en momentos de escasez y de hecho, hay constancia de que en 1605 la Taula de Canvis fue trasladada a la Capilla por este motivo. Además, por ser un edificio de extrema belleza y decoración, admirado ya en la época, fue elegido para celebrar importantes fiestas cortesanas. En 1585 con motivo de la visita de Felipe II, se celebró un vistoso baile de gala en el Salón Columnario y una colación en el Consulado. Y en 1599, se festejaron las dobles bodas de Felipe III y de su hermana en los que hubo actos similares. La pomposidad y elegancia de la obra, parecían ir de acuerdo con los grandes momentos y personajes de una época esplendorosa. Después de la Guerra de Sucesión a la Corona Española, el edificio fue convertido en cuartel militar y el jardín usado como cocina para la tropa. Fue la época en que el edificio era conocido como "El Principal". Como tal fue utilizado hasta que en 1762 es abandonado por los militares, año en que Carlos III establece el Consulado de Comercio. Cómo es lógico, este uso dañó enormemente la estructura del edificio con lo que tuvieron que llevar a cabo algunas restauraciones. A lo largo del siglo XIX también fue usado como improvisado hospital por las oleadas de pestes que produjeron en esta época. En 1937 y con motivo del traslado del Gobierno de España a Valencia a causa de la guerra civil, el salón principal fue habilitado para celebrar las Cortes de la II República. Finalmente, hoy en día se utiliza para exposiciones, dar conferencias, audiciones o certámenes de todo tipo. Por ejemplo, hasta hace poco todos los domingos se desarrollaba el comercio de la Filatelia y Numismática de la ciudad al que acudían numerosos especialistas y curiosos, también se ha llegado a utilizar como lugar para la Exposición del Ninot en tiempos de fallas. Todo esto sin olvidar el valor histórico-artístico del propio edificio, que aún estando despojado de sus funciones para las que fue construido, sigue siendo un conjunto admirable desde el punto de vista arquitectónico y escultórico, y un magnífico reclamo para los abundantes turistas que hoy en día recorren la ciudad. → RESTAURACIONES Como hemos dicho antes, tras los diferentes usos que durante siglos se le dio a la Lonja y más tras el siglo XIX, el edificio no lucía su mejor aspecto. De hecho, no fue hasta 1876 cuando el alcalde de la ciudad propuso establecer una exposición permanente sin que ésta impidiera las transacciones comerciales y redactó una memoria en la que se destacan los numerosos desperfectos que debían remediarse. A pesar del proyecto, una exposición permanente nunca fue llevada a cabo pero sí se celebraron varias exposiciones que hicieron que la opinión pública se diera cuenta de la necesidad de restauración del edificio. En julio de 1879 se procedió a la primera limpieza del Salón columnario con motivo de una muestra de la Feria de Valencia, en donde se quitaron telarañas y taparon humedales. La Feria de Valencia no volvió a celebrarse aquí pues suponía gastarse una fortuna en reparar el edificio; la siguiente exposición fue en julio de 1882 y fue organizada por el Ateneo-Casino Obrero como muestra de productos industriales. Las primeras reparaciones se limitaron a reforzar la estructura del edificio y a algunas restauraciones sin mucho sentido como la colocación de cristales de colores en los ventanales en 1886, que como sabemos la lonja no tuvo a excepción de la de la capilla, en su ventana recayente a la plaza del Mercado, que tuvo una realizada por los maestros Miquel Aranau y Arnau Moret. Las restantes ventanas se cubrían con telas enceradas -como era habitual en la épocamontadas en bastidores de madera; las telas enceradas dejaban pasar una iluminación natural, matizada y uniforme. No fue hasta febrero de 1891, cuando el arquitecto municipal hizo que se reanudaran algunos trabajos como la reconstrucción de algunos vanos, la sustitución de pavimento y el picado de las capas de cal de las bóvedas en la capilla y el salón columnario. A pesar del bajo presupuesto destinado a la restauración de monumentos municipales, los trabajos comenzados siguieron sin interrupción a lo largo de 1894. En general, estas restauraciones del siglo XIX vienen marcadas por la aprobación o desaprobación de proyectos por parte de la Real Academia de Bellas Artes, que como sabemos era prácticamente la máxima autoridad en cuánto al tema del arte se refiere. A pesar de esto, hubo problemas de coordinación por ejemplo, en la colocación o no de motivos almenados en el torreón. En el año 2007, un equipo de expertos de la Universidad Politécnica de Valencia coordinados por el arquitecto Manuel Ramírez, se puso a trabajar en diversos proyectos que tenían por objetivo mejorar el estado de la Lonja. Este proyecto se basó en la restauración de la cubierta del Salón Columnario y de la Torre. En primer lugar, se eligió para el refuerzo de las bóvedas del salón principal el mortero de cal y para evitar los graves problemas tanto de humedad como de ataques de insectos, se colocó una plataforma de acero sin apoyo en las bóvedas para su mantenimiento. En el caso de la Torre, se propuso una solución ya empleada en la restauración de algunos palacios portugueses: la recuperación de una gran cantidad de azulejos originales del siglo XV y la posterior instalación de una membrana de poliéster de protección. Por último, también se le prestó atención al alfarje colocado en la Sala del Consulado pero que pertenecía a ya desaparecida Casa de la Ciudad. La intención fue la de llevar a cabo el proceso histórico-técnico mediante el cual, tras los necesarios estudios e investigaciones, se reformó con gran éxito tanto la armadura como la policromía del mismo. CONCLUSIÓN Como hemos podido comprobar, la Lonja de Valencia no solo fue un conjunto muy importante en el momento de su construcción por la función clave que debía cumplir; sino que a lo largo de la Historia de la ciudad ha tenido un papel fundamental aún a pesar de encontrarse en algunos momentos en muy mal estado de conservación. Tan trascendental y solemne es el papel de este conjunto que en 1931,fue declarado Monumento Nacional, otorgándole ya un valor de monumento en un momento difícil históricamente; y más tarde en 1996, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO: “Construido entre 1482 y 1533, este conjunto de edificios se destinó desde un principio al comercio de la seda y desde entonces ha venido desempeñando funciones mercantiles. Obra maestra del gótico flamígero, la lonja y su grandiosa Sala de Contratación ilustran el poderío y la riqueza de una gran ciudad mercantil mediterránea en los siglos XV y XVI.” UNESCO, 5 de diciembre de 1996 Esta importante acreditación ha ayudado tanto a una mayor difusión del edificio como reclamo turístico y de la misma forma, también ha fomentado la obtención de subvenciones económicas, las cuales han sido destinadas a la mejora arquitectónica y escultórica del propio edificio. Podemos afirmar que la Lonja de Valencia forma parte de esas obras pertenecientes al gótico civil de la Baja Edad Media comparándose con la Lonja de Barcelona o la de Palma de Mallorca, de las cuales se toma ejemplo para su edificación. Estos monumentos representan el momento histórico de la actividad económica emergente del siglo XV, así como el profundo desarrollo psicológico y social que se produce en una colectividad que ha dejado atrás el concepto funcional del edificio para añadir el concepto artístico. Por esta razón de vinculación entre función y belleza, hoy día se siguen conservando estos edificios de gran envergadura, a pesar de que se encuentren descontextualizados y ya no cumplan con su cometido inicial. BIBLIOGRAFÍA SOLERA Y CERVELLÓ, Leocadio. (1897) La Lonja: Descripción de Monumentos artísticos e históricos de Valencia, Valencia. RAMÍREZ BLANCO, Manuel Jesús. (2006) Lonja de Valencia. Lonja de la Humanidad, Delegación de Cultura, Ayuntamiento de Valencia. ALDANA FERNÁNDEZ, Salvador (1994) La Lonja. Generalitat Valencia, Valencia. BRU I VIDAL, Santiago (1995) La Lonja de Valencia y su entorno mercantil, Ajuntament de Valencia. JIMÉNEZ FAYOS, José María La Lonja de los Mercaderes; revista ESTO VIR, En: www.lonjadevalencia.com CONDOMINA ROIG, Vicente y VILAPLANA SEMPERE, Luisa (2003) Destrucción, conciencia de conservación y restauración del Patrimonio Arquitectónico de la Ciudad de Valencia en el siglo XIX: El ejemplo de los monumentos góticos. En: centros.uv.es/web/departamentos/D230/data