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Etc. El Marketing y el Desarrollo de Negocios Hortícolas Con algunos avances e iguales retrocesos el marketing hortícola se desarrolla al compás de una actividad que posee un potencial enormemente desaprovechado y con un futuro promisorio en la medida que sea capaz de capitalizar inteligentemente sus fortalezas Hay que reconocer que existe en la actualidad un contexto no del todo favorable para la horticultura, teniendo en cuenta la modificación del tipo de cambio, que luego de la estabilidad manifiesta a lo largo de toda una década, estalló y erosionó el poder adquisitivo de precisamente el segmento de población que consume este tipo de productos. La mencionada devaluación ha incrementado fuertemente los costos de producción y comercialización, circunstancia que motivó el replanteo de muchos paquetes tecnológicos en virtud de las dificultades para sustentar su viabilidad económica y social. El panorama vivido durante los últimos años en el que recetas tecnológicas, compuestas por semillas, agroquímicos, fertilizantes, plásticos y otros insumos importados, sólo encontraban variantes en alternativas de creciente complejidad, parece haber llegado a una situación límite Ing. Agr. Adrian Bifaretti Fundación ArgenINTA dado que la demanda manifiesta los síntomas de un período recesivo sin precedentes en nuestro país. Por todo lo expuesto, el marketing hortícola adquiere mayor relevancia que en otras actividades agropecuarias. LA COHERENCIA DEL POSICIONAMIENTO Un productor debe conocer, entre otras cosas, las prestaciones y el rendimiento operativo de su tractor, un capataz debe conocer casi “personalmente” la productividad de mano de obra que está bajo su responsabilidad, un Ingeniero Agrónomo tiene que conocer al detalle las particularidades de cada material genético que va asomando al mercado. Quien “conduce” el negocio hortícola, obviamente tiene que estar al tanto de estas cuestiones, sin embargo no puede ignorar los “errores” y “dolores de cabeza” derivados de una idiaXXI 181 Etc. estrategia de marketing armada con alfileres y sólo algunos chispazos de promoción. Avisos publicitarios, folletos, presencia en algún evento del sector, página web... las mejores herramientas al alcance de la mano. Sin embargo, muchas empresas que cuentan con recursos económicos y que tienen un posicionamiento relativamente bueno, aún sin haber hecho marketing, podrían empezar a transitar un camino hacia mayores niveles de rentabilidad. A pesar de ello, en lugar de trabajar profesionalmente los procesos de “descomoditización hortícola” y la generación y apropiación de valor agregado, terminan desaprovechando un sinnúmero de oportunidades y en el peor de los casos desposicionando sus productos con la consecuente pérdida de dinero. Una empresa o un producto tienen éxito en el mercado cuando los compradores no tienen dudas respecto a su posicionamiento. En este sentido, la práctica del marketing es el factor clave para que una hortaliza tenga identidad suficiente como para competir en la góndola de un hipermercado, en un cajón de la verdulería del barrio, en los listados ofrecidos por una empresa de delivery, en una licitación de compra de un hospital, en la puja por ingresar en el mejor restaurante de Buenos Aires o (¿por qué no?) en la venta de contraestación al mercado canadiense. Ahora bien, si está claro que para lograr competitividad hay que tener un posicionamiento preciso, y que éste debe manifestarse para cada uno de los segmentos de mercado que se desee abastecer, la pregunta a responder 182 idiaXXI es ¿Cómo se logra? La respuesta es: El posicionamiento se construye con muchos esfuerzos, coherencia en las acciones y por sobre todas las cosas con la convicción de las razones que guían la estrategia. El mismo no se logra de la noche a la mañana, lleva su tiempo y exige mucha paciencia. Perseverancia es quizás una de las palabras que mejor lo sintetizan. All Ries señala que el juego del posicionamiento es como el juego de la vida... es un juego a largo plazo. Tratando de sobrevellevar de la mejor manera posible coyunturas desfavorables, las estrategias deberán priorizar la implementación de políticas de precios, de distribución (place), de promoción y de producto (las famosas 4 p del marketing) de manera integrada y sin contradicciones aparentes. Veamos con un ejemplo lo que se quiere decir: Si una empresa productora pretende posicionarse en el Mercado Central de Buenos Aires como una firma que ofrece calidad, no puede dejar de tener los mejores híbridos, aunque la semilla cueste más cara, contar con asesoramiento especializado en la parte técnica, tratar “entre algodones” su mercadería en la postcosecha, deberá tener peones cosecheros y embaladores calificados. Tendrá que aceitar toda su logística de distribución y tener una buena relación con transportistas y consignatarios, si es que no realiza la comercialización, para evitar mermas de calidad y mantener un nivel de precios acorde con la misma. Deberá comunicar qué es lo que pretende ser y Etc. cómo quiere que la vean quienes participan en el mercado, ya sea comprando o compitiendo. Por ello no podrá escatimar en la realización de actividades de promoción. ¿Que pasaría si esta empresa que quiere que la reconozcan por su calidad, decide enviar sus mejores volúmenes de venta a mercados alternativos porque allí se presenta un mejor precio, descuidando su mercado habitual? Es probable que sus envíos al MCBA se resientan en calidad, circunstancia que hace que su consignatario, que quizas le vende a la verdulería que está ubicada en Recoleta o en otras zonas caras de la Capital Federal, no pueda efectuar sus ventas, al menos al mismo precio que lo venía haciendo. La identidad de las empresas, que muchas expresan a través de su cultura corporativa y de las acciones que llevan a cabo es como la personalidad de los seres humanos. Demás está decir cómo nos llevamos con aquellas personas que tienen una personalidad ciclotímica... a las empresas le sucede lo mismo. Es cierto que a veces la coyuntura inevitablemente arrastrará a las empresas hacia ciertos desvíos y que se requerirán esas palabras tan de moda como flexibilidad y adaptación. Pero de ninguna manera debe confundirse esto con la vía libre para que no mantengan una conducta que haga pensar de determinada manera a los compradores y que no dé lugar a equivocaciones y confusiones que a la larga terminen debilitando su posición competitiva. UN MENSAJE PARA CADA SEGMENTO Ahora, si bien la coherencia en las acciones es trascendental para construir una imagen apropiada, no menos importante es saber adecuar los mensajes y las señales que se emiten desde la empresa en función de su mercado objetivo. He aquí donde la improvisación produce más daño, porque justamente con la comunicación la empresa empieza a despertar el interés de sus clientes ¿Qué sucede cuando ésta pasa desapercibida, cuando no es fácil asociarla con algo o cuando promete algo que luego no cumple?. Lo peor que puede pasar es que la empresa no inspire confianza y por supuesto no tenga credibilidad en el mercado. Pequeño detalle en una sociedad como la argentina, totalmente desprotegida, “acorralada” y marcada a fuego con una sensación de inseguridad total. En este caso la ética se ha ido de las manos y muchos de los lectores se deben imaginar adónde. Pero si no es así, sólo se trata de comunicar más o de comunicar mejor. Para lo primero hay que usar todas las herramientas hoy disponibles y que no se utilizan: publicidad, correo electrónico, promociones, ventas personales, folletería, etc., existiendo muchas variantes. Para lo segundo el principio básico es hablar el mismo lenguaje que los clientes. Para una empresa productora hortícola un cliente puede ser un consignatario, un gerente de compras de un hipermercado, una empresa de reparto domiciliario. En definitiva, estos responderan a las inquietudes que llegan desde idiaXXI 183 Etc. el final de la cadena agroalimentaria: el consumidor. Ese consumidor que se vincula de manera distinta con los productos y que tiene una serie de razones objetivas y subjetivas para adquirir los mismos. Sin ánimo de profundizar este análisis, las herramientas disponibles para abordar estas cuestiones en el marco del armado de un plan de marketing se encuentran comprendidas dentro de las metodologías de investigación y estudio de mercados, ya que cada segmento se comportará de manera particular. LA BATALLA POR LO SIMBÓLICO En este sentido, si bien existen distintas variables a tener en cuenta para segmentar un mercado, se presenta aquí el modelo de segmentación vincular por considerarlo sumamente útil en la medida que busca explicar el comportamiento de grupos homogéneos de personas en función de cómo intentan relacionarse con los productos que compran. Algunas de estas relaciones se centran en lo “personal”, otras en lo “grupal”, otras en lo “prestigioso” y otras en lo “técnico”. El modelo de segmentación vincular de Caden, aborda la complejidad del consumo, basándose en la Figura 1: Valores y funciones más importantes en vínculos de segmentación simbólica: Ejemplos aplicados a productos hortícolas. 184 idiaXXI constitución del sujeto desde un “otro”, lo que permite distinguir y explicar la selección de ciertos productos y marcas. En este sentido, la relación sujeto-objeto determina por lo menos cuatro vínculos “puros” fundamentales que permiten comprender el núcleo básico que determina la preferencia. En la Figura 1, pueden apreciarse los valores que conforman los ejes centrales para cada vínculo, señalándose la ideología predominante en cada uno de ellos, citando algunos productos hortícolas y ubicándolos en este esquema según su afinidad con cada segmento. El tomate platense asoma, por ejemplo como un producto típico, muy vinculado a lo tradicional, al trabajo acumulado de generaciones y generaciones de quinteros, revalorizado desde la gratificación personal también por su sabor dulce. Ello hace que su posición en este esquema resulte totalmente opuesta a por ejemplo, el tomate larga vida. Aquí, prima la racionalidad y el criterio “tecnológico” de productores, distribuidores, comercializadores y consumidores, quienes priorizan justamente su vida útil. También es distinta la situación del tomate cherry o por ejemplo, tomates orgánicos. En estos casos, se busca prestigio o status al con- Etc. sumir un producto diferente. Podría decirse lo mismo de cualquier hortaliza gourmet o delikatesen. Para finalizar, puede haber productos certificados y avalados por algún sello de calidad, como los que otorga la Fundación ArgenINTA1. Con ello se garantiza la sanidad e inocuidad de los alimentos y en consecuencia, podría decirse que se estaría abordando desde el punto de vista las exigencias de los segmentos de mercado que justamente buscan protección, (Vinculo Materno - Filial) o que persiguen reafirmar su identidad mediante el consumo de determinados productos (Vínculo Simbologista). Esto que se ha desarrollado muy sintéticamente, no es una cuestión menor. Ya las decisiones de comunicación son como se mencionó en párrafos anteriores trascendentales para la estrategia de posicionamiento y es fundamental comunicar lo que el consumidor de cada segmento en particular quiere escuchar. Con este esquema es fácil comprender, que aún comercializando un mismo producto como por ejemplo papa, pueden resaltarse sus cualidades como producto tradicional porque históricamente se presenta como uno de los de mayor consumo en Argentina o como un producto que rinde, porque es barato. Para ello obviamente es preciso comprender al segmento que se va a atacar desde el punto de vista comercial, en función de la estrategia general de cada empresa, de su situación coyuntural y del comportamiento de sus consumidores. Asimismo, hay productos que pueden “venderse comunicacionalmente”, teniendo en claro que por su naturaleza encajan solamente en uno de estos cuatro vínculos y por lo tanto serán inútiles los esfuerzos por resaltar cualquier cualidad asociada a los valores que sí son centrales en los otros vínculos puros. Al margen de lo anterior, algunos productos pueden responder a las necesidades de vínculos combinatorios, siendo válido en estos casos tener en cuenta los valores considerados en los vínculos que integran la combinación. Siguiendo con el ejemplo de los productos certificados, los mismos pueden resultar atractivos, tanto para aquellas personas que encuadran dentro del segmento Materno-Filial como del segmento Simbologista. Mas allá de los conceptos vertidos y del esfuerzo por demostrar su aplicación práctica, este artículo pretende romper con viejos paradigmas que existen en torno a la temática, como que sólo pueden hacer marketing las grandes empresas o que sólo puede practicarse marketing cuando hay recursos o que directamente a las hortalizas no se les puede poner marketing encima. El marketing tiene sólidos fundamentos y basamentos científicos como para justificar se lo considere estratégico en cualquier empresa agroalimentaria; no obstante y a pesar de los avances registrados en los últimos años, la realidad indica que su manejo en la actividad hortícola no es todo lo profesional que debería ser. Que sirva este artículo para concientizar a aquéllos que toman decisiones y definen el futuro de muchos negocios hortícolas, marcando los límites o limitaciones en torno a su viabilidad comercial y económica y su potencialidad desde el punto de vista social. 1 El Sistema de Certificación Conjunta IRAM- Fundación ArgenINTA actúa como certificadora de calidad agroalimentaria, otorgando distintos sellos de calidad entre los que merecen citarse: Buenas Prácticas Agrícolas, Buenas Prácticas de Manufactura, HACCP, Certificación Orgánica y Productos Diferenciados. Bibliografía Campmany, J. "La comunicación del futuro: targets, decírselo a quien hay que decírselo" III Foro Internacional de la Alimentación. Revista la alimentación latinoamericana Año 33. Julio 2000. Pp 10 -16. Hang, G y Bifaretti, A. "Horticultura empresarial en el Gran Buenos Aires: su adaptación a los cambios producidos en el sistema de comercialización". Revista Realidad Económica Nº 169 Enero/Febrero 2000. pp 177-200. 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