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La obligación de la Iglesia de creer y obedecer a Nuestra Señora de Fátima por el Padre Nicholas Gruner, S.T.L., S.T.D. (Cand.) ______________________________________________________________________________ Recientemente, un reconocimiento informal ha ganado a un número de laicos y sacerdotes, al igual que de obispos y Cardenales, respecto a la obligación de creer y obedecer a Nuestra Señora de Fátima. No sorprendiendo, que incluso entre gentes que se autoproclaman expertos en el tema haya ideas peligrosas. Como la cuestión es crucial para la eterna salvación de millones de almas y, además, es absolutamente esencial para la paz mundial, nosotros presentamos aquí una versión escrita de la charla que el Padre Gruner dió en el 2001 en Roma en la Conferencia para Obispos por la Paz. Hablaremos ahora sobre la obligación de creer y obedecer el Mensaje de Nuestra Señora de Fátima. Hay varias posiciones teológicas respecto a la obligación de la Iglesia, y a nuestra propia obligación individual de creer y obedecer a Nuestra Señora de Fátima. En primer lugar, permítanme señalar, están aquellos que dicen que Fátima es una “revelación privada”, y, por lo tanto, nosotros no debemos creer en Fátima, ni estamos nosotros, ni incluso el Papa, obligados a obedecerla. Usted puede, asi dicen estas personas, creer si lo desea, y cumplir los ejercicios píos que Fátima promueve si lo desea, pero usted no puede decir a nadie que está obligado a creer y a obedecer. Hay sacerdotes y organizaciones pro-Fátima, que dicen tales cosas, pero que proclaman amar a Nuestra Señora. Su posición, aunque ampliamente sostenida, es errónea, es peligrosa, y puede llevar finalmente a muchos que sostienen esa posición, directamente al infierno. ¿Por qué eso es falso, peligroso y malo? Nosotros lo veremos examinando las otras dos posiciones teológicas, ambas directamente opuestas a la posición esbozada más arriba. Parte I Fatima está en la profecía bíblica La primera posición que sostiene la obligación de la Iglesia de creer y obedecer a Nuestra Señora de Fátima es como sigue: el Mensaje de Fátima está contenido en la Sagrada Escritura por vía de profecía. Y que si está contenido allí, es parte del Depósito de la Fe. Y si es parte del Depósito de la Fe, entonces nosotros estamos obligados a creerlo con Fe divina y católica. En otras palabras, de acuerdo a esta posición, el Mensaje de Fátima es parte de la revelación pública, garantizada por el Espíritu Santo en la Sagrada Escritura. Esta posición teológica es clara y directamente opuesta a aquellos que dicen que “Fátima es una revelación privada”. Para muchos, incluso píos sacerdotes y teólogos, esta posición (llamémosla posición “Fátima está en la Biblia”) es insostenible, extremista y demasiado radical. No sostengo esta posición como una certeza, pero como verán, es muy útil para comprender: primero, porque puede ser verdadera y puede algún día ser incluso enseñanza del Magisterio; y segundo, nos 1 http://www.fatima.org/span/crusader/cr74/cr74pg32.pdf ayuda a comprender mejor la segunda posición que será descripta más abajo, que sostiene también nuestras obligaciones de creer y obedecer. Los teólogos opuestos silenciados Ahora, respecto a la posición “Fátima está en la Biblia”, permítanme explicarla por medio de una discusión teológica que tuve con un profesor de Teología. Fue en una clase pública en el Marianum, en Roma, hace muchos años. El profesor me sugirió que no debíamos creer en Fátima en absoluto. Le contesté, “¿como sabe usted que este no es el cumplimiento de una profecía bíblica? ¿Puede usted afirmar categórica y absolutamente que ésta entonces no es parte de la Fe?” Y aunque él era totalmente opuesto a mi posición, no pudo refutarla. El no tuvo respuesta, y lo admitió. ¿Por qué el profesor lo admitió, incluso aunque estaba en contra? Simple. Porque el argumento es muy simple, directo y lógico. Para comprender la fuerza de este argumento, necesitamos revisar algunas cuestiones básicas. ¿Que es lo que nosotros debemos creer por nuestra profesión de Fe Católica? ¿Que hay de la Fe? Santo Tomás nos dice que es todo lo que Dios ha revelado. ¿Que hay de la Fe Católica? Todo lo que está en la Sagrada Escritura. Todo lo que está en la Tradición Católica. Eso es la Fe Católica. Santo Tomás señala en la Summa Theologica que si usted sabe que la Escritura le dice que David tuvo setenta hijos, luego usted debe, por Fe Divina y Católica, creerlo. Es por eso que un teólogo está llevado a un nivel más alto de pensamiento que el laico medio. Para ser salvo, Santo Tomás dice que todas las personas deben creer los 12 artículos del Credo de los Apóstoles. Pero un teólogo debe creer mucho más que eso, porque es mucho más lo que ha sido definido y enseñado y transmitido en el Depósito de la Fe.1 Santo Tomás dice que si usted sabe que en el Escritura se dice que David es hijo de Jesé, usted debe creerlo con Fe Divina y Católica,2 porque Dios lo reveló. La esencia de la virtud teológica de la Fe es que uno cree no porque su opinión coinide con la de Dios, sino porque uno acepta lo que Dios ha revelado. Nosotros sabemos que Dios, quien es todo Santo, no puede mentir. Nosotros sabemos que Dios, quien es omnisapiente, no puede equivocarse. Si Dios nos dice algo, entonces nosotros debemos creerlo. De otra manera, blasfemaríamos contra Dios porque en ese caso estaríamos llamándolo mentiroso, tanto como negando Su capacidad para conocer la verdad. Un no-creyente puede no tener la intención explícita de blasfemar contra Dios, pero él está blasfemando por su propio acto de incredulidad. Negar la Fe es un pecado mortal Por eso, negar un solo artículo de la Fe Católica es un pecado mortal. La Iglesia ha enseñado esto por siglos, como lo hacen las mismas Escrituras. San Pablo dice en Gálatas 1:8, “Pero aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciase otro evangelio distinto del que habéis recibido, sea anatema”. (Lo cual significa sea separado, sea maldecido, vaya al infierno por toda la eternidad.) 2 http://www.fatima.org/span/crusader/cr74/cr74pg32.pdf La Iglesia, en Su misericordia y en Su amor por las almas, ha puesto en claro que ciertas cosas deben ser creídas para salvarse. Es por eso que Ella hizo definiciones solemnes. Quienquiera dice o cree lo contrario a una definición solemne, sea anatema. Sea separado. Ahora, en nuestro tiempo, mucha gente en la Iglesia Católica está perdiendo el sentido del dogma, de acuerdo al Tercer Secreto. (Sobre este punto, ver el artículo “Si perdemos el dogma, perdemos nuestra alma”.) Pero ningún hombre está excusado de creer las verdades de la Fe simplemente porque muchos otros hayan perdido su sentido del dogma. La Fe Dogmática es requerida para la salvación. No cualquiera conoce todas las enseñanzas dogmáticas del Magisterio, pero todos deben guardar explícitamente aquellas cosas que saben que la Iglesia ha definido solemnemente como pertenecientes a la Fe Católica. Ciertamente los teólogos tienen la obligación de conocerlas y creerlas más que los laicos. Pero incluso un laico, una vez que una enseñanza dogmática ha llegado a su conocimiento, tiene la misma obligación solemne de creer, tan explícitamente como un teólogo. San Agustín nos dice que no todos tienen el mismo don de entendimiento, y aquellos de nosotros que somos menos dotados, porque tenemos menos inteligencia, tenemos menor obligación, pero la obligación esencial es la misma para todos; eso es, que uno debe creer lo que Dios enseña. Un rechazo a creer lo que Dios enseña es suficiente para condenarlo a usted al infierno por toda la eternidad. Y así, el argumento principal de esa posición es que la aparición de Nuestra Señora en Fátima está contenida en la Sagrada Escritura, porque está profetizada en el Apocalípsis, Capítulo 12. En otras palabras, la aparición de Nuestra Señora en Fátima en 1917 es un hecho profetizado que sí ocurrió. Y como tal, es parte del Depósito de la Fe. Recordar que no sostengo esa posición como cierta; sin embargo, la respeto y no tengo argumento contra ella. Nosotros no debemos seguir a los ‘guías ciegos’ que dicen que usted puede ignorar Fátima Por lo tanto, si es verdad que Fátima está verdaderamente contenida en una profecía de la Sagrada Escritura, nosotros ahora, al presente, tenemos más especiales obligaciones solemnes. Pues cada uno de nosotros ahora mismo está frente a verdades eternas que determinarán nuestro destino eterno. Nosotros no podemos dejar esto de lado, no podemos ignorarlo o no reflexionar sobre esto. Nosotros no podemos dejar siemplemente que otros, incluso llamándose expertos, decidan por nosotros como muchos lo hicieron en tiempos de Nuestro Señor. Los fariseos fueron ciegos y guías de ciegos y en ambos casos cayeron en el abismo del infierno. Reflexionemos aquí por un momento sobre el paralelo con la vida de Nuestro Señor. La venida de Nuestro Señor fue profetizada en el Antiguo Testamento. Y los fariseos del Antiguo Testamento afirmaron que ellos tenían las Escrituras, ¿para qué necesitaban ellos escuchar a este ‘ignorante’ Carpintero de Nazareth? Lo que ellos olvidaron fue que sus propias Escrituras contenían profecías y esas profecías hablaban del Carpintero de Nazareth. Y así, ellos mismos cumplieron su papel de villanos en la mismas profecías de las que ellos clamaban ser los custodios y depositarios. Y es porque ellos no creyeron en Dios, y porque ellos no creyeron en los milagros que hizo Jesús (aunque declaraban creer en Dios), que fueron condenados. 3 http://www.fatima.org/span/crusader/cr74/cr74pg32.pdf La venida de Nuestro Señor estaba profetizada en el Antiguo Testamento por muchos profetas. Y Cristo vino en el tiempo predecido.3 Lo que El haría; como moriría;4 muchos, muchos sucesos de Su vida estaban profetizados. Y aunque los fariseos declaraban ser fieles a las Escrituras, ellos mismos fueron culpables de la crucifixión de Cristo. (Eso no es ignorar que todos los pecadores, en alguna medida, crucifican a Cristo, pero nosotros ahora estamos hablando de la muerte física de Cristo en su tiempo, y eso fue profetizado) Los jefes de los judíos declaraban tener a Dios por su maestro, pero Nuestro Señor les dijo: “Si tenéis a Dios por vuestro Padre, vosotros me reconocerías, porque Yo soy la imagen del Padre”. “Yo y el Padre somos Uno.” (Jn. 10:30) “Vosotros tenéis por padre al diablo, y queréis hacer los deseos de vuestro padre”. (Jn. 8:44) Como dijo una vez el Santo Padre Pío, hay personas que a título de acatar las Escrituras, niegan milagros evidentes en su propio tiempo, y caerán poco a poco, a partir de eso, en negar incluso los milagros que Cristo obró en las Escrituras. ¿Como estos hechos nos conciernen aquí y ahora? Muy simple. Si la venida de Nuestra Señora a Fátima está profetizada en la Sagrada Escritura, tal como la venida de Cristo está profetizada en la Sagrada Escritura, luego la profecía bíblica debe ser creída cuando está cumplida. Y el rechazo de los fariseos de creer en Cristo, cuando les fueron concedidos los grandes milagros que El realizó, los hace culpables. Su declamación de creer en las Sagradas Escrituras, como sus excusas para dejar de creer en el Profeta que Dios Padre les había enviado no los excusan.5 Ellos se extinguieron en sus pecados. ¡Dos Papas nos lo dicen! ¿Cuando vino Nuestra Señora de Fátima? ¿Cuando Ella fue profetizada en la Sagrada Escritura? Bien, nosotros tenemos dos Papas en los últimos treinta y siete años que nos dicen que es Nuestra Señora de Fátima la nombrada en el Capítulo 12, versículo 1 del Apocalipsis. Ambos Papas señalaron claramente que no es sino Nuestra Señora – y ciertamente es Nuestra Señora – pero que no es simplemente Nuestra Señora, es Nuestra Señora de Fátima la que cumplió la profecía que está contenida en el Capítulo 12, versículo 1 del Apocalipsis. Ahora, ¿donde encontramos estas afirmaciones de los Papas? Nosotros las encontramos en primer lugar en el párrafo con que comienza el Papa Paulo VI su encíclica Signum Magnum,6 que traducido del latín es “un gran signo”; y en latín, el Capítulo 12, versículo 1 del Apocalipsis comienza: “Signum magnum apparuit in caelo” – esto es, “apareció un gran signo en el cielo”. Y Paulo VI no define ni dice claramente que esa sea categóricamente Nuestra Señora de Fátima, pero él claramente quiere sugerir que es Ella. Eso no es decir que el Magisterio dijo que Nuestra Señora de Fátima es la Mujer vestida con el sol. Sin embargo, Paulo VI en su encíclica, tiene la intención de transmitir ese mensaje. Está muy sutilmente expresado, pero es claro que eso es lo que él quiere decir. Además, Juan Pablo II también nos hizo la misma sugerencia, y pienso que aún más contundentemente, en su sermón en Fátima el 13 de mayo de 2000.7 Allí, él hizo la misma sugestión, pero aún fue más preciso. Es más notable que los dos Papas, quienes fueron a Fátima, hayan sugerido, afirmado, señalado, que 4 http://www.fatima.org/span/crusader/cr74/cr74pg32.pdf la aparición de Nuestra Señora de Fátima es el cumplimiento de la profecía bíblica del Capítulo 12 del libro profético de San Juan. Si ese es realmente el cumplimiento de la profecía bíblica, entonces puede argumentarse que no es sino una revelación pública profética, la cual les explicaré en un momento, pero es, en realidad, parte del Depósito de la Fe. ¡Un Papa pudo definirlo! “Fátima está en la Biblia” es una posición teológica respetable – aún cuando no sea ampliamente sostenida. No digo que esa posición sea definitiva, que pudiera asumirla el verdadero Magisterio, más exáctamente, que el Papa hiciera un pronunciamiento solemne con la intención de adherir a toda la Iglesia Católica a esta posición para darle fuerza vinculante sobre todos los católicos. Sin embargo, hasta el presente, no hay nadie que pueda probar que esto no es exacto y verdadero. Especialmente cuando dos Papas han señalado muy clara y públicamente – muy posiblemente en base al texto completo del Tercer Secreto, el cual, claramente, aún no ha sido totalmente revelado – que Nuestra Señora de Fátima es verdaderamente el cumplimiento de esa profecía bíblica. Puedo decirles que aquellos en la Iglesia que se oponen a Fátima, (y hay muchos de entre los modernistas, progresistas, liberales, conservadores, e incluso algunos “tradicionalistas”) no tienen argumentos contra la posición que “Fátima es una profecía bíblica”. Tampoco yo tengo argumentos. Dejaría la opción abierta a esta posición, por si la Iglesia alguna vez pudiera definirla, lo cual Ella bien podría hacer. En realidad, sobre este punto preciso, el Quinto Concilio de Letrán – reunido alrededor del año 1512 – definió que solo el Papa define sobre cuestiones de revelación profética.8 Ni el Cardenal Secretario de Estado, ni el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sino solo el Papa. Y nosotros estamos hablando del Papa en su calidad de maestro, no como teólogo privado. Algunas clarificaciones necesarias A este respecto, no hay una gran diferencia entre un Papa y un Juez. Tomemos el ejemplo de un juez. Su esposa le pregunta por la noche sobre un juicio de homicidio en curso, “ bien, ¿el acusado es culpable o inocente? Y el juez pudo decir a su esposa en la privacidad de su hogar “pienso que es culpable”. Pero esa opinión del juez no contituye una sentencia oficial del juicio. Esa es su opinión. E igualmente, el Papa puede tener opiniones sobre diferentes cosas que ocurren en la Iglesia. Pero la expresión de esas opiniones, incluso en lugar público, no constituyen la expresión del Magisterio, no constituyen – como tales – definiciones o declaraciones del Magisterio. Hay ciertos requerimientos precisos para que alguna cosa sea magisterial por parte del Papa. No estoy hablando solo de definiciones solemnes, sino incluso del ejercicio de Magisterio Ordinario y Universal. Esta es toda otra cuestión, pero es necesario explicarla porque hoy hay una gran confusión sobre ese punto. A lo que quiero llegar es simplemente a que en estas cuestiones de revelación profética, el Papa es el último y solo juez. Pero hasta el momento en el que él se pronuncia magistralmente, nosotros tenemos derecho a tener nuestras propias opiniones. San Agustín nos dice que “en lo esencial debe haber unidad, en lo no esencial libertad, y en todas las cosas caridad”. Y así, nosotros tenemos derecho a sostener nuestra propia opinión mientras que lo hagamos sinceramente, esto es, después de haber sopesado la evidencia y haber puesto lo mejor de nuestra parte para comprender lo que está en juego. 5 http://www.fatima.org/span/crusader/cr74/cr74pg32.pdf Parte II Revelación profética pública La siguiente posición teológica es que el Mensaje de Fátima no es una revelación privada, ni es parte del Depósito de la Fe, pero sin embargo lleva en si la obligación solemne – ante Dios y ante el hombre – de creer en él, tanto de obedecerlo como de defenderlo y apoyarlo en la medida de nuestras fuerzas y posibilidades. Incluso si la posición previamente esbozada que “Fátima está en la Biblia” resulta no ser definida por un Papa futuro en una fecha futura; sin embargo, nosotros hasta el momento estamos obligados a creer y obedecer el Mensaje de Fátima y sus pedidos. Esta tercera posición es una clara respuesta a la falsa afirmación que “Fátima es solo una revelación privada”. Como veremos, esta tercera posición está basada en la Sagrada Escritura y en la recta razón. Esto muestra que aquellos quienes pretenden, incluso personas como el Cardenal Ratzinger o el Padre Fox, que nosotros (o el Papa o los obispos y sacerdotes) no estmos obligados a creer y a obedecer a Nuestra Señora de Fátima, están claramente equivocados. Esta tercera posición, muy simplemente entonces, es que el Mensaje de Fátima de la Santísima Virgen María es una revelación pública, profética. Y esta es una posición que ha sido dilucidada completamanete por teólogos mejores que yo. Usted encontrará entre ellos al Obispo Graber de Alemania, quien nos dice que aquellos que dicen que Fátima es una revelación privada que puede ser ignorada están equivocados.9 Usted encontrará que la misma posición la sostuvo el Padre Joseph de Sainte Marie, un teólogo carmelita que enseñaba en Roma10, quien cita también a otros teólogos que sostienen que aquellos que dicen que Fátima solo es una revelación privada y uno no necesita prestarle atención, están gravemente equivocados.11 ¿Y qué es una revelación privada? Una revelación privada es, hablando estrictamente, un mensaje de Dios a un indivíduo o a un santo, destinado a ser creído. Así, si Nuestra Señora se aparece a uno de ustedes, o su santo patrono se le aparece, y le dice a usted algo que debe hacer para salvar su alma, o lo que usted debe hacer mañana, o incluso a la hora siguiente, esa revelación que usted recibe, que nadie puede verificar, podría ser privada y nadie más podría estar obligado a creerla excepto usted mismo. Fátima es pública Pero Fátima no es incomprobable, y no tiene un mensaje para un solo individuo. Es un mensaje público dado a toda la Iglesia y verificado por un milagro público y profecías públicas. Y las consecuencias de ignorar los pedidos de Nuestra Señora de Fátima son catastróficas. Fátima es una revelación pública, profética, y como tal, una vez que la Iglesia la ha examinado y la ha encontrado digna de crédito, la Ley Natural y la Sagrada Escritura nos dicen lo que nosotros debemos hacer. En la Primera carta a los Tesalonicenses 5:19:21, San Pablo escribe: “No apaguéis al Espíritu. No despreciéis las profecías. Probadlo todo y quedáos con lo bueno”. 6 http://www.fatima.org/span/crusader/cr74/cr74pg32.pdf Fátima es profética El Mensaje de Fátima es una revelación pública; es una profecía. La Iglesia la ha examinado y la encontró buena, y, por lo tanto, nosotros estamos obligados a ajustarnos a ella. Tomar una actitud que significara ignorarla, sin consecuencias, sería despreciar la profecía. De otro modo, nosotros estaríamos extinguiendo el espíritu, y si hiciéramos eso, podríamos decir “Bien, es incómodo para mi consagrar Rusia”, o “es incómodo para mi rezar el Rosario todos los días,” o “es incómodo para mi hacer esto o aquello y por lo tanto no quiero hacerlo”. Así todo lo que debo hacer es decir simplemente “Yo no debo creerlo”, y enconces puedo seguir pacíficamente mi camino y decir el Día del Juicio, “Bien, no comprendí que Usted quiso que yo rezara el Rosario. No supe que Usted quiso que yo promoviera el Mensaje de Fátima. Yo no sé si Usted quiso de mi que consagrara Rusia”. El Señor dirá “Bien, se te dijo”. “Oh, pero se me dijo que era una revelación privada que no necesitaba obedecer para salvar mi alma”. “Bien, en ciertos términos Yo te lo dije. Obré un gran milagro para que tu pudieras saber que ese mensaje venía de Mi. Tu, solo no quisiste escuchar. Tu quisiste desentenderte. Tu obviamente estabas tratando de extinguir Mi Espíritu. Esa disculpa no te excusa conmigo. No te molestes en decirme que el Cardenal Ratzinger y el Padre Fox dijeron dijeron eso. ¡Tu lo sabías muy bien! Ignorarlo es omitir al Espíritu Santo,12 quien te habló por esta profecia. Tu despreciaste la profecía, tu eres culpable, y eso es muy malo para tí”. Eso es de lo que habló la Hermana Lucía en su famosa entrevista con el Padre Fuentes: rechazar conocer la verdad es un pecado contra el Espíritu Santo. Dios ha dado la evidencia que el Mensaje de Fátima viene de El. Lecciones de la Biblia Nuestro Señor habló a las ciudades de Cafarnaúm, Betsaida y Corazein. La Sagrada Escritura dice: “Comenzó entonces a increpar a las ciudades en que había hecho muchos milagros, porque no habían hecho penitencia: ¡Ay de ti Corazein; ay de ti Betsaida!, porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados en ti, mucho ha que en saco y en ceniza hubieran hecho penitencia. “Asi, pués, os digo que Tiro y Sidón serán tratadas con menos rigor que vosotras en el día del juicio. “Y tu Cafarnaúm, ¿te levantarás hasta el cielo? Hasta el infierno serás precipitada. Pues si en Sodoma se hubieran realizado los milagros obrados en ti, hasta hoy subsistiría. “Así, pues os digo, que el país de Sodoma será tratado con menos rigor que tú el día del juicio.” (Mat. 11:20-24) Las ciudades de Corazein, Betsaida y Cafarnaúm habían visto los milagros de Nuestro Señor. Incluso aquellos habitantes que no los presenciaron personalmente, tenían el testimonio de muchos otros habitantes; así, su incredulidad fue culpable. 7 http://www.fatima.org/span/crusader/cr74/cr74pg32.pdf ¿Como puede ser que rechazar creer en los milagros de Nuestro Señor sea culpable, mientras que rechazar creer en el Milagro del Sol, que ocurrió ante 70.000 testigos no sea culpable? Las ciudades de Betsaida, Cafarnaúm y Corazein fueron condenadas por rechazar creer los milagros conocidos de Cristo y por rechazar el mensaje que fue dado con aquellos milagros. Eso amerita condenación. Y por la misma línea de razonamiento, así será por rechazar creer en el Mensaje de Fátima. Porque el milagro ha sido testificado por 70.000 personas, y no solo el Milagro del Sol sino también las curas y las profecías. El Concilio Vaticano Primero nos enseña que Dios no solo nos mueve por gracias interiores a creer en la Fe Católica, El también nos da motivos externos de credibilidad.13 Y los dos más grandes de aquellos son milagros externos y profecías que se han convertido en ciertas. Y nosotros tenemos ambas de esas cosas en Fátima. Pues Dios ha dado los signos externos y Dios también ha dado las profecías externas, todas ellas atestiguando la verdad de ese mensaje. La obligación del Papa y de todos los Obispos de escuchar a Fátima Hay personas que piensan que de alguna manera o de otra el Mensaje de Fátima exime a la jerarquía, a los sacerdotes y obispos, o a los Cardenales, o al Papa, de obedecerlo. No estoy aquí para pronunciar una sentencia sobre nadie, ya que eso no sería teológicamente correcto. Alguno se preguntará “¿Quien es más importante, la Hermana Lucía o el Papa?” Pienso que la pregunta está mal planteada. No es cuestión de si la Hermana Lucía manda sobre el Papa. Ella no tiene ninguna pretensión de hacer eso, ni yo tampoco. Pero, ¿no estoy contradiciendo lo que acabo de decir? No. La respuesta es simple. Es cosa del profeta dar el mensaje como Dios lo da al profeta, en este caso la Hermana Lucía. Es cosa de la Iglesia examinar si la profecía viene de Dios, lo que hizo. Y la Iglesia dijo, “Si, el mensaje viende de Dios, quien lo dió.” Es entonces obligación de la Iglesia, incluídos el Papa y los obispos obedecer a Dios, cuyo mensaje fue dado por el profeta. Así, la relación entre el profeta y la jerarquía no pasa porque el profeta manda sobre la jerarquía. Es Dios quien manda a la jerarquía. Es Dios quien da Su mensaje por medio del profeta a la jerarquía, y es cosa de la jerarquía obedecer, una vez que se determinó que el mensaje verdaderamente viene de la Dios. Más reflexiones en la Escritura ¿Hay alguna base escriturística sobre esto? Ciertamente. Usted encontrará en los Hechos de los Apóstoles varios ejemplos de tal relación en el tiempo de los Apóstoles. Por ejemplo, la propia consagración de San Pablo como obispo fue hecha por la voz de la profecía. Mientras ellos estaban juntos rezando, habló el Espíritu Santo, obviamente por medio de un profeta, y dijo “Segregadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los llamo”. (Hechos 13:2) Y así los católicos rezaron y ayunaron juntos, y luego un obispo entre ellos hizo a Pablo y a Bernabé obispos. Pero ellos fueron designados obispos por la voz de la profecía. Y también tenemos el ejemplo de San Pablo escribiendo a los Efesios (en Ef. 2:20) a quienes dice que la Iglesia está edificada sobre el fundamento de los Apóstoles y de los Profetas. De acuerdo al Padre Joseph de Sainte Marie, el contexto nos dice que los profetas hablaron sobre los profetas de la Nueva Alianza, quienes son el fundamento de la Iglesia junto con los 8 http://www.fatima.org/span/crusader/cr74/cr74pg32.pdf Apóstoles y los obispos, sus sucesores. Santo Tomás nos dice que Dios envía profetas de la Nueva Alianza a todas las generaciones, no para dar una nueva doctrina, sino para recordar a los fieles que ellos deben salvar sus almas. El Padre Joseph de Sainte Marie desarrolla este tema más adelante y nosotros lo hemos publicado en la revista The Fatima Crusader y también en mi libro Esclavizacion del mundo o paz.14 Pienso que usted encontrará mucho sobre el argumento que he dado aquí entre las páginas 72 y 145 de ese libro. Hace trece años de su publicación y ha sido enviado a todos los obispos. No he encontrado aún un teólogo que no esté de acuerdo con nosotros. La obligación de creer y obedecer es solemne y usted encontrará que los ejemplos de la historia de la Iglesia también lo confirman. El ejemplo del decapitado Rey de Francia Está también la revelación a Santa Margarita María.15 El Sagrado Corazón de Jesús dijo a Santa Margarita María que el Rey de Francia debía consagrar su país al Sagrado Corazón. No privada sino públicamente, y poner el emblema del Sagrado Corazón en su estandarte, en la bandera de Francia y en su escudo de armas. Ahora bien, eso fue dado sin un Milagro del Sol. Eso fue transmitido en el mensaje dado a Santa Margarita María el 17 de junio de 1689. Ese mensaje fue escrito y transmitido a los reyes de Francia. Ellos supieron de los pedidos y lo ignoraron; así, el 17 de junio de 1789, cien años después de ese mismo día, el Rey de Francia fue despojado de su poder legislativo por el Tercer Estado, y cuatro años más tarde, luego estar en prisión durante algún tiempo, fue ejecutado.16 Nuestro Señor, en el Mensaje de Fátima, hace referencia a este mismo hecho cuando dice, “Participa a mis ministros, que en vista de que siguen el ejemplo del Rey de Francia, en la dilación por ejecutar mi petición, le han de seguir también en la aflicción.”17 Ahora, ¿tiene sentido que Nuestro Señor dijera que el Rey de Francia fue castigado por no obedecer una “revelación privada” si en realidad esta no lo obligó a creer y obedecer? Pero como esto ocurrió, ¡el Rey de Francia fue castigado muy severamente por su demora en la ejecución de una orden de Jesús! Ahora Nuestro Señor mismo está advirtiendo formalmente que un número de obispos y posiblemente el propio Papa – e incluso tal vez un número de sus sacerdotes – seguirán al Rey de Francia en la aflicción por una razón: y esa razón es la demora en obedecer Su orden de consarar específicamente a Rusia. Ese es el claro propósito del mensaje dado por Nuestro Señor. No tendría sentido que Dios nos diera un mensaje tan claro, con tanta autoridad, y sin embargo pudieramos decir con impunidad a Dios, “Bien, no lo leí en la Escritura, según mis lecturas de la Escritura, por lo tanto no debo escucharte”. Pero están aquellas gentes ciegas que son líderes de otras gentes ciegas que dicen que nosotros no debemos prestar atención al Mensaje de Fátima. Ellos dicen eso aún cuando reconocen que no pueden estar seguros que ya está en la Escritura, en la profecía. Ahora, si yo fuera un apostador, no apostaría sobre mi salvación conociendo todo eso. En otras palabras, si yo – sabiendo que eso puede estar en la Sagrada Escritura, sabiendo que debo hacer la voluntad de Dios y que Dios se toma el trabajo de decirme cual es su voluntad – dijera, “Bien, pienso que puedo esgrimir una duda suficiente en mi mente para excusarme el día del Juicio Final” – bien, ninguno que discutió con Dios ganó el pleito. 9 http://www.fatima.org/span/crusader/cr74/cr74pg32.pdf Y Nuestro Señor está diciendo “en vista de que siguen el ejemplo del Rey de Francia, en la dilación por ejecutar mi petición, le han de seguir también en la aflicción”. Pienso que la obligación – no solo de los fieles de creer y obedecer a Nuestra Señora de Fátima, sino la obligación de los obispos y el Papa – es absolutamente clara y absolutamente cierta. Parte III No llamar al mal bien Esto no es pronunciar una sentencia contra nadie, porque no soy nadie para juzgar – excepto si alguien viene a mi en confesión, entonces debo cumplir mi deber como ministro del sacramento y juzgar al penitente. Por lo tanto, no estoy aquí para juzgar a nadie, pero no sería justo de mi parte decir simplemente: “Como no soy juez, no puedo afirmar ciertas verdades”. Una cosa es decir “No sé si alguien es culpable o no” y otra cosa es decir “No sé si eso es pecado o no”. Dice la Sagrada Escritura, ‘no llamar al mal bien y no llamar bien al mal’.18 Y, por lo tanto, en mi calidad de difusor del Mensaje de Fátima, en mi calidad de sacerdote católico, no puedo llamar bien al rechazo a obedecer a Nuestra Señora de Fátima. Debo llamarlo pecado. ¿Pero, estoy diciendo que el Cardenal X, o el Obispo Y, o quienquiera sea es cumplable de pecado? No, no esoy diciendo eso. Yo no soy su juez. Pero estoy diciendo en el orden objetivo moral que eso es un pecado. No hay otra explicación para ello, y si debiera defender esto en un debate teológico, podría hacerlo. Nuestro deber Nosotros que conocemos mejor Fátima, tenemos la obligación de prestarle atención. Tal como los teólogos tienen la obligación de creer en más artíclos de la Fe, nosotros que conocemos Fátima tenemos una obligación mayor de creer en ella, de obedecerla. Cuando la Hermana Lucía le preguntó a Nuestro Señor en 1936, “Por qué no conviertes a Rusia sin que el Papa haga esa consagración”, Jesús contestó diciendo: “Porque quiero que toda Mi Iglesia reconozca esa consagración como un triunfo del Inmaculado Corazón de María, para que más tarde en Mi Iglesia se extienda Su veneración, y poner la devoción a ese Inmaculado Corazón al lado de la devoción a Mi Sagrado Corazón”. Y la Hermana Lucía, al recibir esta respuesta dijo “Pero Dios mío, el Santo Padre probablemente no me creerá a menos que Tu mismo lo muevas con una especial inspiración”. Y la respuesta de Nuestro Señor fue: “Hay que rezar mucho por el Santo Padre. El lo hará, pero será tarde”.19 Y así, nos corresponde a nosotros rezar por el Santo Padre. Actuar en favor de Fátima Pienso que la cuestión se reduce a esto: o la gente no conoce el Mensaje de Fátima o verdaderamente no cree en él. Rechazar creerlo es un pecado; y rechazar obedecerlo también es un pecado. ¿Alguien es culpable de pecado? Dios lo sabe, yo no. Pero, ¿tenemos nosotros una obligación? Si, sabiendo lo que hacer con Fátima, nosotros ciertamente debemos rezar por el Santo Padre, y no debemos en verdad mantenernos en silencio. Eso es lo que quieren los enemigos de Nuestra Señora. 10 http://www.fatima.org/span/crusader/cr74/cr74pg32.pdf El maravilloso ejemplo de los tres niños Recordemos que todo lo que el Alcalde de Ourém quiso de los tres niños de Fátima fue que dejaran de contar que habían visto a Nuestra Señora, y ellos rechazaron hacerlo. Y él los amenazó con la muerte. Recordemos que esos tres niños estaban solos, abandonados y encarcelados. Recordemos que ni la ira del Alcalde y sus amenazas de extrema violencia, ni su posición de poder, prestigio y aparente autoridad ilimitada no los desanimaron. Ellos no obedecerían la orden de guardar silencio sobre Nuestra Señora de Fátima y Su Mensaje. Ellos resistieron todo el poder del Estado que pesaba sobre ellos, y resistieron las insinuaciones del párroco quien les dijo que todo eso podía ser cosa del demonio. Ellos sabían la verdad, y con ella, junto con la Gracia de Dios, resistieron la furia del infierno. Ellos morírían antes de ser infieles a Dios y a Nuestra Señora de Fátima y a su Mensaje. Ellos habían preparado sus almas en corto tiempo para esa batalla con sus vidas de oración y sacrificio, por su recurso a la oración y a los méritos de Jesús y de María. Ellos procuraron obedecer en sus propias vidas, todo lo que Nuestra Señora quiso que hicieran. Nuestra Señora les dió a cambio el favor de fortalecerlos para esa batalla. Ellos no comenzaron a imprimir comunicados de prensa, sino ellos no negarían haber visto a Nuestra Señora. Ellos no falsificarían Su Mensaje, y ellos mas bién hubieran muerto antes de hacerlo. Fueron enfrentados con la última prueba, llevados uno a uno a hervirlos en aceite hasta matarlos, al menos eso creyeron. Nosotros también deberíamos, al menos de alguna manera, imitarlos rechazando guardar silencio sobre el Mensaje de Fátima. Aunque muchos de nosotros tengamos medios limitados para hacer conocer el Mensaje, todos tenemos algún medio. Recordemos que las 5.000 personas que concurrieron en julio fueron el resultado de las 50 que fueron allí en junio. Y las 15.000 personas que fueron en agosto fueron el resultado de los 5.000 testigos de julio, fueron el resultado de lo que contaron a sus vecinos y amigos entre el 13 de julio y el 13 de agosto. A su vez, las 30.000 de setiembre resultaron de las 15.000 personas hablando a sus amigos, y así también las 70.000 que fueron en octubre. Y hubieran sido muchas mas de no haber sido por la oposición de las fuerzas del gobierno y de alguna parte del clero católico de entonces. Cada uno de nosotros puede hacer su pequeña parte, y creo que todos nosotros estamos obligados a hacer lo que podamos. Porque como dijo el Obispo de Regensburg, Monseñor Graber, “Sabiendo que el mundo puede ser completamente destruído por las armas terribles de destrucción masiva de hoy y conociendo también que eso puede ser evitado por la oración y la penitencia como la Santísima Virgen nos lo recordó en Fátima, es mi sagrada obligación utilizar ese par de medios de salvación, la oración y la penitencia. Rechazándolos incurro en la culpa de la destrucción de pueblos. La omisión de la oración y la penitencia – lo digo con toda seriedad – es un crimen contra la humanidad”.20 Y yo díría que sabiendo como lo se que las naciones pueden ser aniquiladas y todo el mundo esclavizado a menos que el Santo Padre realice la consagración de Rusia, sería culpable de un crimen contra la humanidad por no transmitir al menos la verdad de todo esto. Y así, hagamos 11 http://www.fatima.org/span/crusader/cr74/cr74pg32.pdf nuestra parte para hacer que el Mensaje de Fátima sea conocido, comprendido, aprecidado y obedecido. Y al mismo tiempo, no aceptemos el falso argumento que el Mensaje de Fátima es solo una revelación privada y no trae consigo ninguna obligación cualquiera fuere. La obligación de hablar claro a los Sacerdotes, Obispos, Cardenales y al Papa Y puedo agregar una cosa más. Se proclama el argumento que no debemos molestar al Santo Padre, después de todo él es solo un individuo y está cansado de escuchar peticiones. Y eso ha sido dicho, creo que entre otros, por el Obispo de Fátima, desde el púlpito, y así sucesivamente, al menos desde hace años. Me gustaría señalar que el pastor de una parroquia, cuando acepta su nombramiento de ser pastor, lo acepta voluntariamente. Cuando él lo acepta voluntariamente, él acepta también no solo el honor, el papel, el estipendio, sino que acepta la responsabilidad, los deberes implícitos. Y si se lo llama en medio de una noche “Padre, el Sr. Smith se está muriendo y pide los santos sacramentos”, él verdaderamente no puede decir “Bien, lo haré mañana”. El tiene la obligación ante Dios, como pastor, de ir hasta ese hombre y adminstrarle los sacramentos siempre que sea digno de ellos. Incluso San Alfonso señala que el párroco tiene la obligación, aún a riesgo de su propia vida, de dar los sacramentos a sus feligreses. Esa es su obligación como pastor. Pero eso no se aplica solamente a los párrocos. También se aplica a los obispos. Los obispos, cuando se hacen cargo de una diócesis, asumen esa responsabilidad voluntariamente. Y también se aplica al Papa mismo.21 El ha aceptado convertirse en Papa. El asume la función de pastor de todas las almas. Una parte de ese ministerio requiere responder al Mensaje de Nuestra Señora de Fátima. Y así, aunque resulte molesto a nuestros obispos – o resulte molesto a los Cardenales y al propio Papa, aunque pienso que no lo es mucho – el Mensaje de Fátima impone una obligación a la Iglesia y a los miembros de la Jerarquía. Fue el mismo Papa Juan Pablo II quien dijo que el Mensaje de Fátima impone una obligación sobre la Iglesia.22 El dijo eso púbicamente en su sermón en Fátima el 13 de mayo de 1982. Y así, es importante para nosotros no ser disuadidos por las observaciones bien intencionadas de gente que recomienda no firmar una petición o no pedir al Papa la consagración. Ellos pueden estar bien intencionados, pero ese es nuestro deber, ese es nuestro derecho. Como definió el Segundo Concilio de Lyon – y el Primer Concilio Vaticano – es nuestro derecho procurar una definición en materias referidas a la jurisdicción eclesiástica.23 Es importante entonces para nosotros recordar que Fátima impone una obligación sobre la Iglesia; sobre todos los miembros de la Iglesia, incluyendo al Papa y a los obispos. Y conocemos las consecuencias de ignorarlo: “Si mis pedidos son atendidos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, Rusia propagará sus errores por el mundo provocando guerras y persecuciones contra la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir. Varias naciones serán aniquiladas”. No hay otra elección. Nosotros debemos hablar claro, nosotros debemos 12 http://www.fatima.org/span/crusader/cr74/cr74pg32.pdf pedir y debemos rezar por la Consagración de Rusia. Nosotros debemos insistir que incluso el Papa está obligado ante Dios a obedecer, porque la consagración de Rusia es esencial. Notas al pie: 1. Santo Tomás de Aquino, Summa Teologica, Pt. II.II, Q2, Art. 6. 2. Santo Tomás de Aquino, Summa Teologica, Pt. II.II, Q2, Art. 5. 3. Daniel 9:24-26. 4. Isaías: 53:2-12 y otras profecías a lo largo del Antiguo Testamento. 5. Jn 3:19, Jn. 5:23, Jn. 5:36, Jn. 10:24-26. 6. 13 de mayo de 1967. 7. “De acuerdo al plan divino, ‘un mujer vestida con el sol’ (Apoc. 12:1) bajó del Cielo a esta tierra para visitar a los hijos privilegiados del Padre. Ella les habla con la voz y el corazón de una madre: Ella les pide que se ofrezcan como víctimas de reparación, diciendo que Ella está pronta para llevarlos con seguridad a Dios... “Luego Francisco, uno de los tres niños privilegiados, exclamó: ‘Fuimos abrasados en esa luz que es Dios y no fuimos consumidos. ¿Como es Dios? Es imposible de decir. En realidad nunca pudimos decirlo a la gente’. Dios: una luz que quema sin consumir. Moisés tuvo la misma experiencia cuando vió a Dios en la zarza ardiente... “ ‘Apareció en el cielo otra señal, y vi un gran dragón...’ (Apoc. 12:3). Esas palabras de la primera lectura de la Misa nos hacen pensar en la gran lucha entre el bien y el mal, mostrando como, cuando el hombre rechaza a Dios, no puede lograr la felicidad, sino termina destruyéndose... “El Mensaje de Fátima es un llamado a la conversión, alertando a la humanidad de no tener nada que ver con el ‘dragón’ cuya ‘cola arrastró una tercera parte de las estrellas del Cielo, y las arrojó sobre la tierra. (Apoc. 12:4)” Del sermón del Papa Juan Pablo II el 13 de mayo de 2000. 8. Padre M. Laffineur, Star on the Mountain, (publicado con permiso de la autoridad eclesiástica, 20 de noviembre de 1967, Newtonville, New York) p. 70. 9. Obispo Rudolph Graber, “Why this Pall of Silence Regarding Fatima?”, The Fatima Crusader, Edición 19, febrero-abril de 1986, pp. 4-5; o ver también en nuestro sitio web www.fatimacrusader.com/cr19/cr19pg04.asp 10. Padre Joseph de Sainte-Marie, O.C.D., “The Church’s Duty in the Face of the Fatima Message”, The Fatima Crusader, Edición 9-10, octubre-diciembre de 1982, pp. 9-10: o en el artículo en el sitio web www.fatimacrusader.com/cr09/cr09pg09.asp 11. Ibid. 12. Hermano Michel de la Sainte Trinité, The Whole Truth About Fatima [Toda la verdad sobre Fátima] – Vol. III: The Third Secret, (Immaculate Heart Publications, Buffalo, New York, 1990) p. 507. Ver también “La última entrevista publica de Sor Lucía”, The Fatima Crusader, Edición 19, febrero-abril de 1986, p. 11; o en el sitio web www.fatima.org/span/crusader/cr19/fuenteintvspan.asp 13 http://www.fatima.org/span/crusader/cr74/cr74pg32.pdf 13. “Sin embargo, para que el obsequio de nuestra fe fuera conforme a la razón [Rom. XII. 1], quiso Dios que a los auxilios internos del Espíritu Santo se juntaran argumentos externos de su revelación, a saber, hechos divinos y, ante todo, los milagros y las profecías que, mostrando de consuno luminosamente la omnipotencia y ciencia infinita de Dios, son signos certísimos y acomodados a la inteligencia de todos, de la revelación divina (Can. 3 y 4 [ver más abajo]). Por eso, tanto Moisés y los profetas, como sobre todo el mismo Cristo Señor, hicieron y pronunciaron muchos y clarísimos milagros y profecías; y de los Apóstoles leemos: Y ellos marcharon y predicaron por todas partes, cooperando el Señor y confirmando su palabra con los signos que se seguían [Mc. 16, 20] Y nuevamente está escrito: ¿Tenemos palabra profética más firme, a la que hacéis bien en atender como a una antorcha que brilla en un lugar tenebroso [II Pet. 1, 19]” “[Canon] III. Si alguno dijere que la revelación divina no puede hacerse creíble por signos externos y que, por lo tanto, deben los hombres moverse a la fe por la sola experiencia interna de cada uno y por la inspiración privada, sea anatema”. “[Canon] IV Si alguno dijere que no puede darse ningún milagro y que, por ende, todas las narraciones sobre ellos, aún las contenidas enla Sagrada Escritura, hay que relegarlas entre las fábulas o mitos, o que los milagros no pueden nunca ser conocidos con certeza y que con ellos no se prueba legítimamente el origen divino de la religión cristiana, sea anatema”. Concilio Vaticano Primero, Constitución dogmática sobre la Fe Católica, 24 de abril de 1870. Tomado del libro Dogmatic Canons and Decrees, (TAN Books and Pubishers) pp. 224, 235-236. Ver también Dz. 1790; Dz. 1813; D.S. 3009; D.S. 3033; D.S. 3034. 14. Disponible en el Fatima Center por US$ 7.50. Vea nuestra dirección en “Help Us Spread the Fatima Message”. 15. Santa Margarita María Alacoque fue una religiosa del Convento de la Visitación en Paray-le-Monial en la provincia de Borgoña, Francia. Ella vivió desde 1648 a 1690. Era reconocida como santa aún mientras estaba viva; así Luis XIV, Rey de Francia en ese entonces, debió haber obedecido el mensaje como que le había llegado de Dios mismo. 16. El Rey Luis XVI – nieto del Rey Luis XIV quien había sido el receptor del mensaje de Santa Margarita María Alacoque – fue despojado de su poder por los revolucionarios franceses y más tarde ejecutado por la guillotina. 17. Mensaje de Jesús a la Hermana Lucía en agosto de 1931 en Rianjo, España como está documentado en Fatima ante la esfinge del Padre Joaquín María Alonso, Ediciones “Sol de Fátima”, Madrid 1979, p. 97. Cf.: Hermana Lucía dos Santos, Fatima in Lucia’s own words, versión inglesa de las Memorias de la Hermana Lucía (N. del T.), p. 200. 18. “¡Ay los que al mal llaman bien, y al bien mal; que de la luz hacen tinieblas, y de las tinieblas luz.” (Isaías 5:20) 19. Carta fechada 18 de mayo de 1936, en Memorias e Cartas da Irmã Lúcia, (Oporto, Portugal, 1973, editadas por el Padre António Maria Martins) pp. 414-415. 20. Padre Nicholas Gruner, “World Peace Depends on the Catholic Bishops and You”, The Fatima Crusader, Edición 11-12, mayo-julio 1983, p. 4; también en el sitio web www.fatimacrusader.com/cr11/cr11pg03.asp 21. Sobre estos puntos, ver el artículo del Padre Gruner “By this Means”, parte I y parte II, The Fatima Crusader, edición 23, setiembre-octubre 1987, pp. 2 y ss. y 9 y ss; en el sitio web www.fatimacrusader.com/cr23/cr23pg02.asp y www.fatimacrusader.com/cr23/cr23pg09.asp 14 http://www.fatima.org/span/crusader/cr74/cr74pg32.pdf 22. El Papa Juan Pablo II dijo, “El llamado de la Señora en el Mensaje de Fátima está tan profundamente arraigado en el Evangelio y en toda la Tradición, que la Iglesia siente que el Mensaje impone un compromiso sobre Ella”. L’Osservatore Romano (edición inglesa), 17 de mayo de 1982, p. 3. Ver también en inglés “13 de mayo: homilía del Papa Juan Pablo II en la Misa en Fátima”, The Fatima Crusader, edición 9-10, octubre-diciembre 1982, p. 7; o en el sitio web www.fatimacrusader.com/cr09/cr09pg05.asp 23. Concilio Vaticano Primero (1870), Dz. 1830, D.S. 3063; Segundo Concilio de Lyons (1274), Dz. 466. 15 http://www.fatima.org/span/crusader/cr74/cr74pg32.pdf