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Centro de Estudios Judaicos
Curso: Ética y Judaísmo
Ética Judía Práctica
Rabino Dr. Esteban Veghazi
Testamento Ético de una Madre Judía.
Una costumbre muy hermosa de los padres judíos de los siglos pasados era dejar un
testamento ético-moral a sus hijos antes de morir, como transmisión del resumen de sus
experiencias de vida, o como deseo y esperanza, a fin de indicar el camino que sus hijos
tendrán que seguir, lo que les conducirá hacia una vida recta.
Lamentablemente esta costumbre ya no está vigente en nuestros días; tenía sus raíces
en la Biblia y en la literatura tradicional. El Patriarca Jacob convocó a sus hijos antes de su
muerte y les indicó el camino a seguir. Moisés instruyó al pueblo cómo continuar la vida y
cómo guardar la Alianza. David pidió a su hijo Salomón que prosiguiera y completara su obra,
y quiso apartarlo de ciertas personas que lo habían rodeado. Los Apócrifos, el Talmud y la
literatura medieval dan muchos ejemplos del testamento ético.
Poco después del Holocausto se encontró un periódico del año 1942, escrito a mano,
divulgado en el ghetto de Cracovia, que contiene un testamento ético de una madre judía. Lo
publicaron años más tarde en Israel. Lamentablemente no se conoce a la autora, porque el
testamento está firmado con las palabras «tu madre» sin embargo, seguramente refleja no sólo
el punto vista y la mentalidad de esta madre, sino la de muchas madres judías durante la
historia, y también de las madres judías de hoy. Por lo tanto lo damos a conocer en forma
completa, como introducción a este capítulo.
«El judaísmo, hijo mío, es una lucha permanente para traer a Dios a la Tierra, o
intentar acercarse a El en lo ético; es una lucha por la santificación y por el automejoramiento
del ser humano, y no sólo del individuo judío. Esta lucha, emprendida por tu pueblo ya hace
tres mil años o más, no se libra por medio de la fuerza física, sino por el espíritu, por oraciones
muy sinceras, y por el esfuerzo continuo por la justicia y por el derecho, para ' que se forme
una sociedad mejor para toda la humanidad».
«De esta manera tienes que entender, hijo mío, cómo es que somos diferentes a los
otros pueblos, y dónde está el secreto de nuestra existencia multimilenaria en la Tierra, a pesar
de todas las formas de la persecución.»
«Al entender y comprender todo eso, hijo mío, ¿sientes todavía tan pesado tu corazón?
¿Piensas y dices que no puedes aguantar más tu vida, tu suerte, tu destino? Deberás aguantarlo
y seguir adelante, porque éste es el mandato divino para nosotros, ésta es tu vocación, tu
misión, tu tarea en este mundo»
«Tendrás que trabajar con otros pueblos y otras naciones, y tú tendrás que enseñarles,
que también ellos deben sentir la hermandad de toda la humanidad y promover la búsqueda de
la unión benévola entre todas las naciones y pueblos, en la base de buscar y sentir juntos la
unión con Dios, quien es Uno y Único, y el Padre Celestial de todos los seres humanos,
aunque tengan diferentes formas de culto.»
«Tal vez te estás preguntando: ¿Cómo podemos entendernos con ellos? De esta
manera: no matar, no robar, no codiciar, no mentir, no engañar a nadie, no causar daño físico,
espiritual o material; debes amar a tu prójimo como a ti mismo, no hacer a tu prójimo lo que
no quieres que te hagan. Muéstrales el buen ejemplo. Hijo mío, hazlo con amor y
comprensión, y tendrás la victoria. Te quiero mucho.»
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Curso: Ética y Judaísmo
«Tu madre.»
No sabemos, quien era esta madre, quien era el hijo; no sabemos, qué suerte les tocó.
Suponemos con toda razón, que fueron martirizados como millones de madres e hijos. Según
la enseñanza tradicional el testamento de un fallecido debe ser cumplido sin titubear, y no se
puede cambiar. Todos los sobrevivientes somos herederos de este testamento, todos debemos
ser sus ejecutores.
La Práctica de la Moral.
Rabi Simlai, uno de los rabinos antiguos, enseña: «En la Torá hay 613 «mitzvot preceptos». El Rey David los resumió en 11, como está escrito en el Salmo 15: « ¿Quién puede
residir en Tu santuario, quién puede habitar en Tu santo monte? Aquél que vive sin tacha y
hace lo bueno; él que dice la verdad de todo corazón; el que no habla mal de nadie: el que no
hace daño a su prójimo, no ofende a su vecino; el que mira con desprecio a quien desprecio
merece, pero honra a quien honra a Dios; el que cumple con su promesas aunque le vaya mal;
el que presta su dinero sin exigir intereses; el que no acepta soborno contra el inocente; el que
vive así, jamás decaerá.»
El profeta Isaías (Cap. 33, 15-16) recapitula las obligaciones morales en seis: «El que
procede rectamente y dice la verdad, el que no se enriquece abusando de la fuerza u opresión,
ni se deja comprar por regalos, el que no hace caso a sugerencias pecaminosas y cierra los ojos
para no fijarse en el mal, ese vivirá seguro, tendrá su refugio en una fortaleza de rocas, siempre
tendrá pan y el agua no le faltará.».
El profeta Miqueas concentra los preceptos en tres: «Dios ya te ha dicho, oh hombre,
en qué consiste lo bueno y qué es lo que El pide de ti: que hagas justicia, que ames con ternura
y que obedezcas humildemente a Dios. (Miqueas 6.8.).
El Segundo Isaías resume las obligaciones en dos: «Así dice Dios: practiquen la justicia
y hagan lo que es correcto, porque pronto voy a llevar a cabo la salvación y así demostrar Mi
poder redentor.» (Jes. 56.1.).
Y por último, el profeta Habacuc se expresa en esta forma: «Los justos vivirán por su
lealtad a Dios. (Habacuc 2.4.).
En esta Hagadá Rabi Simlai busca lo más profundo, lo más universal, lo más
importante en las enseñanzas éticas, y descubre la esencia de la ética judía en algunas virtudes,
que deben ser practicadas en la vida cotidiana.
Ética Religiosa, Ética Secular.
Antes de continuar el análisis del tema, hay que aclarar una inquietud frecuente. La
pregunta: ¿No puede ser ético alguien sin religión o sin religiosidad?
Para la pregunta la respuesta es afirmativa; aquel que no sea religioso, puede ser ético,
pero no puede ser religiosa aquella persona que no sea ética. La religión judía fue la primera en
cambiar el carácter de la ética. En las sociedades y religiones antiguas se consideraba la ética
como una necesidad social. En el judaísmo es una obligación religiosa. Es verdad que el
concepto de la ética ha nacido de una necesidad social: no es oportuno satisfacer todos
nuestros instintos egoístas y agresivos, pues si los demás también lo hicieran en la misma
forma, la vida sería insoportable para todos. El individuo está obligado a hacer restricciones, a
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renunciar a muchas cosas, a respetar ciertas normas de conducta, para posibilitar la vida en la
sociedad humana.
La tarea de la sociedad es, crear ciertos valores morales y espirituales, posibles sólo en
la sociedad, y con ellos compensar al individuo por las restricciones impuestas y aceptadas.
Esta argumentación no es inadecuada, pero carece de la belleza heroica de una vida
ética. Hay momentos y circunstancias en que parece oportuno no ser agresivo o malo, así
como hay momentos en que se puede llegar al éxito y progreso personales, si se hace callar la
voz de la conciencia. En tales circunstancias significa una grandeza espiritual, mantenerse firme
y leal a las exigencias éticas, y arriesgar el éxito o el bienestar material; una ética heroica se basa
en la fe en Dios. Todo o casi todo lo bello de la vida parece que careciera de utilidades
materiales. Para algunos puede parecer inútil una tela que sirve para la pintura. Sin embargo, si
no hubieran existido grandes artistas, inspirados por Dios que produjeron obras de arte sobre
estas telas, la vida de muchos seres humanos carecería del gozo del arte, que se sienten al poder
mirar y apreciar cuadros maravillosos. Es hermoso lo que es difícil de realizar, dijeron los
antiguos griegos, al referirse al arte. Se puede decir lo mismo, si se piensa en la moral.
Además, no se puede olvidar que la ética no religiosa se basa en un compromiso entre
la conveniencia y la utilidad; y esta relación puede cambiarse si las circunstancias cambian.
Si un país es suficientemente fuerte para sentirse independiente de la opinión de los
demás, puede variar, por la fuerza, algunos criterios de la ética no sólo vigentes en su propio
territorio, sino exigir la aceptación de este cambio por los demás.
Habría muchos ejemplos en este sentido durante el curso de la historia de la
humanidad. Sólo la ética que surge del reconocimiento de Dios en nuestra vida es
independiente de la fuerza bruta, o de una autoridad mundana impuesta. Sólo esta ética es
firme e inmutable. Aunque la ética judía reconozca el valor de la ética secular, insiste en la idea
de que sólo aquella, basada en el reconocimiento de Dios en la vida, es la verdadera, porque
indica el camino en forma incondicional hacia la santificación y la consagración de la vida.
Justicia, Misericordia, Compasión, Lealtad.
Volvamos ahora a las palabras de Rabí Simlai cuando cita el Salmo 15. Este Salmo
exige como condición para poder entrar en el Santuario, no la pureza corporal sino la pureza
moral y espiritual. Según este Salmo, el hombre ideal es justo y honesto; sólo así puede habitar
en la cercanía de Dios.
La exigencia del profeta Miqueas es todavía más amplia: exige justicia, amor y
comprensión hacia el prójimo y humildad frente a Dios. La unidad entre la justicia y el amor se
complementa con la idea de la lealtad. Justicia, amor y lealtad son los ideales básicos y
principales de los profetas. Sólo el cumplimiento de estas ideas conduce al hombre hacia la
cercanía de Dios.
Así se puede comprender que el profeta Oseas compare la relación entre Dios y el
hombre con el noviazgo. «Yo te desposaré para siempre y te desposaré con la rectitud y la
justicia, con la misericordia y la compasión. Te desposaré con fidelidad, para que conozcas a
Dios. (Oseas 2. 21-22.).
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El noviazgo del hombre con Dios está basado en la aceptación y cumplimiento de
ciertos ideales. Justicia y rectitud, amor y compasión, y como corolario de todo: lealtad y
fidelidad. Estos son los dones de Dios para con el hombre, para todos los seres humanos,
éstas son las prendas de la Alianza.
¿Por qué necesita Dios aliados entre los seres humanos? Se trata este tema en otros
capítulos, pero se debe comprender, que todo lo que pensamos, todo lo que creemos acerca de
Dios, sirven el objetivo de santificar la vida y consagrarla al servicio del prójimo. La ética judía
interpreta el conocimiento de Dios en esta manera: Saber qué es lo que El pide que el hombre
realice en la Tierra, para que el ser humano se transforme en Su colaborador. Pero, sin olvidar
que toda tentativa para el mejoramiento del mundo, debe comenzar con el automejoramiento
del individuo.
Una vez le preguntaron a un famoso rabino jasídico, quien tenía la fama de poder hacer
milagros: «Rabi, si puedes hacer milagros, ¿Por qué no haces algo para que no haya más
maldad en el mundo? El rabi contestó: El hombre que quiere mejorar el mundo, primero tiene
que mejorar su propia ciudad, su propio país pero, ante todo, a si mismo. Yo estoy tratando de
mejorarme a mi mismo». El pueblo judío ha entendido así su tarea, su vocación; primero debe
mejorarse a sí mismo, para poder mejorar a los demás
La Alianza con Dios es una obligación para servir a los demás, y se manifiesta en la
aceptación de ideales aparentemente opuestas; justicia y rectitud de un lado, amor y
comprensión del otro. La idea judía es la ética del amor, pues los más grandes maestros
consideraron, que la enseñanza primordial de la religión es: «Ama a tu prójimo como a ti
mismo. Esta es la religión judía, todo el resto son sólo explicaciones». (Hilel el Sabio).
Aparentemente la exigencia de la justicia y la rectitud se oponen a la intensidad del
amor. Sin embargo, la unión de estos dos conceptos es la base de la ética judía. La justicia sin
amor ni compasión es rígida, y el amor sin justicia es sentimental. La justicia debe poner límites
al amor y a la compasión.
Por otra parte al impartir justicia se puede llegar hasta la exageración, y puede
transformarla en la máxima injusticia. Los antiguos romanos decían: «Fiat justicia pereat
mundus Haya justicia aunque sucumba el mundo». El judaísmo enseña que la justicia sirve para
mantener el mundo, y no para destruirlo. «El mundo se sostiene sobre tres pilares: la verdad, la
justicia y la paz». (Pirke Avot, 1.18.). El amor y la justicia tienen que andar juntos, para que la
justicia sea humana por intermedio del amor, y el amor mismo tenga contenido ético por
intermedio de la justicia. Se sabe, que sólo Dios puede unir los dos conceptos en forma plena;
no obstante, la eterna tarea del hombre es, intentar a llevarlo a cabo.
La ética judía no es la ética del amor, sino la de una unión entre amor y justicia.
Ética Social: Tzedaka-Justicia.
La palabra «tzedaka» se traduce como justicia o derecho, el concepto que encierra es
mucho más amplio. Es la expresión de la ética social: posibilitar a todos el derecho que les
corresponde, legado por Dios a cada ser humano, a fin de vivir en libertad y desarrollarse en
todo sentido. El derecho de cada individuo está limitado por el de su prójimo, quien tiene los
mismos derechos. Hay que subrayar que el significado de la palabra «tzedaka» se ha
transformado, con el transcurso de los siglos, y expresa también beneficencia, caridad. Según el
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concepto espiritual del judaísmo la beneficencia no significa dar limosna, sino es un acto de
justicia: se intenta restablecer el equilibrio deteriorado de la sociedad. Todo lo que el hombre
tiene, viene de Dios, el hombre es administrador de los bienes, lo que se da al prójimo es,
devolver a Dios lo que es el Suyo.
El concepto social acompaña la legislación de la Tora, las enseñanzas de los profetas y
de los maestros del Talmud y de los rabinos posteriores. La viuda, el huérfano, el viejo, el
enfermo, el desamparado, el oprimido, sean judíos o no, son los predilectos en la legislación
social, proveer sus necesidades en forma digna es una obligación ética y religiosa.
Honestidad Personal.
La justicia y la rectitud son, en principio, las ideas de la ética social, y son también los
pilares de la honestidad personal. Si se enumeraran todas las obligaciones y enseñanzas que
señalan el camino de la honestidad personal en la ética judía, el lector consideraría triviales gran
parte de ellas. Son conocidas y divulgadas, sin embargo no hay mayor gloria para las
enseñanzas de la ética judía que estas ideas. En su época, casi todas eran novedosas y muchas
veces revolucionarias, y se han transformado en herencia común de la humanidad. Hoy
pertenecen al acervo cultural de toda la humanidad y es un orgullo para el judaísmo que las
ideas básicas de la moral universal y dentro de esta categoría, los principios de la honestidad
personal, y la ética social tengan origen en las enseñanzas éticas judías, que antes o más tarde,
formarán parte de toda vida humana.
Puede parecer trivial, mencionar el Decálogo, los Diez Mandamientos. Pero no es
difícil imaginar, cómo sería el mundo sin estos. Qué habría pasado con la humanidad, si
hubiera negado el monoteísmo y hubiera seguido adorar ídolos, fabricados de oro y plata.
Lamentablemente, en nuestros días hay nuevos ídolos como el poder, la riqueza, la autoridad,
los armamentos. ¿Qué pasaría si la palabra dicha o escrita no tuviera respeto; si no existiera un
día de reposo para todos los trabajadores; si no se honrarían a los padres, si no se respetaría la
familia, los recursos personales del prójimo, y si uno desearía conseguir los recursos del otro?
Hoy la humanidad tiene muchos problemas, muchas angustias, porque la moral se
debilita cada vez más y el progreso técnico y tecnológico supera el desarrollo de la moral. No
en vano hay miedo del futuro y uno se pregunta: ¿qué pasará con la humanidad? El único
camino positivo sería, volver a la práctica de la ética, como lo enseña y lo exige el judaísmo y
las otras religiones monoteístas.
La Vida Diaria y la Ética.
Muchas veces se ha acusado al judaísmo de no reconocer la distancia entre la vida
cotidiana y la religión. Aceptamos esta acusación y estamos orgullosos de ella. El estilo de los
Diez Mandamientos y de los preceptos éticos es exacto y conciso. No se puede regatear con
ellos. El monoteísmo ético no puede hacer concesiones, no puede ser flexible. No hay dos
religiones, una para la sinagoga y otra para la vida diaria. El judaísmo se habría transformado
en una religión universal por lo menos dos veces durante la historia, si hubiera estado
dispuesto a dar o aceptar concesiones. No existía como judaísmo, sino como una religión
sincretista, pues habría tenido que hacer muchísimas concesiones para alcanzar este
«universalismo» aparente.
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Los profetas y los rabinos eran innovadores, y muy audaces, al proclamar que no puede
haber diferencia entre la ética y la política, la sinagoga, el lugar de trabajo y el hogar; ni puede
existir distancia entre la vida pública y privada, entre la religión y la ética y en la vida cotidiana.
El movimiento espiritual más importante del judaísmo de los siglos 17 - 19, el
Jasidismo, enseña que en todas las manifestaciones de la vida cotidiana, en todo tipo de
actividades, hay santidad; toda nuestra vida, nuestra conducta, nuestras actividades pertenecen
a Dios. Según la enseñanza jasídica, Henoj el zapatero, cuando ligó la suela con el cuero, lo
hizo con tanto entusiasmo como si hubiera unido la tierra con el cielo.
Según los principios del concepto ético del judaísmo la vida toda pertenece a Dios. El
comerciante que compra y vende con honestidad, el zapatero o el sastre que trabaja con
abnegación, el pastor que cuida los animales para que no se pierdan, el escritor, el artista, el
científico, el profesional que realice su trabajo ofreciendo toda su capacidad, sentido y
vocación, cada uno en su lugar, sirve a Dios por intermedio del servicio que ofrece a Sus
criaturas.
La unificación del amor y de la justicia, la percepción cabal de la fe, el cumplimiento de
los deberes familiares, comunitarios y sociales, todo eso y mucho más, expresan la misma idea:
Dios te quiere indivisible, oh hombre, quiere tu fuerza, tu capacidad, todo tu corazón y tu
mente, toda tu vida. No quiere que tú consideres el amor y la justicia como una linda prédica
en el templo, una palabra hermosa, una promesa sin fondo, una frase enfática, o como
consignas eufóricas. Según los maestros antiguos el mundo entero es un gran santuario. Dios
está en todas partes y dentro de cada ser humano. Según la enseñanza jasídica, El pide nuestro
corazón y nuestros esfuerzos en todo lo que forma parte del mejoramiento del mundo y de la
humanidad.
La ley más importante es: «Ama a tu prójimo como a ti mismo», una frase corta, pero
no podrá expresar en mejor forma su profundo mensaje que, en primer lugar, ordena y
reglamente la relación del hombre con su semejante.
El judaísmo ha sido la primera civilización que insistió que el campo de las relaciones
humanas es el que más debe incorporar la dimensión de la ley moral, puesto que el mal
principal en la esfera de las relaciones humanas es la ambición de dominar, que siempre ha
traído en su séquito el caos y el desastre para la vida humana. El judaísmo invoca la ley moral y
por eso el Mandamiento más importante es el que considera a cada ser humano como
hermano, y ordena amarlo como uno se ama a sí mismo.
Todo acto por el cual el ser humano entra en contacto con otro, ya sea en el plano
personal, materia] o sentimental, debe estar enfocado como si se dirigiera a su propia persona,
sus propios bienes, se trataría su propia esfera sentimental. Si las actuaciones de cada persona
fueran regidas por el reconocimiento y amor a Dios, si se colocara siempre al semejante en un
mismo nivel, brindándole el trato de igualdad en todo sentido, incluso el goce de todos los
derechos que corresponden al ser humano, estaríamos ante una ética humana generalizada.
La literatura ética judía trata en forma amplia los principios morales de la vida
individual, comunitaria y social, y contribuye al progreso espiritual de toda la humanidad. Es
imposible, dar a conocer todos estos principios y sus derivados en el marco de este capítulo,
sin embargo se transcribe la proclama de los rabinos de Alemania del siglo XIX, preparada
para una demanda interreligiosa que ofrece una idea concisa sobre los principios de la ética
judía:
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Curso: Ética y Judaísmo
1. El judaísmo enseña la igualdad de todos los seres humanos, formando todos la 'humanidad'.
2. El judaísmo exige: 'Ama a tu prójimo como a ti mismo', o con otras palabras: 'No hagas a tu
prójimo lo que no quieres que te hagan'. Por lo tanto, se prohíbe la animosidad, envidia o
aspereza hacia cualquier persona de cualquier raza, nacionalidad o religión.
3. El judaísmo exige el aprecio de la vida, la salud y los bienes del prójimo, y prohíbe injuriar y
perjudicar a otro y privarlo de sus bienes.
4. El judaísmo exige mantener y respetar el honor y la dignidad del prójimo, más que el propio,
y prohíbe calumniarlo, degradarlo con malevolencia o ponerlo en ridículo.
5. El judaísmo exige respetar la libertad religiosa y espiritual de todos y prohíbe la difamación o
el trato irrespetuoso de las otras religiones y de sus fieles.
6. El judaísmo exige practicar la caridad con todos los necesitados y prohíbe pensar sólo en
uno mismo y en su propia familia, negando la compasión al prójimo que sufre.
7. El judaísmo exige respetar el trabajo de cada uno en su lugar, y condena la ociosidad y la
haraganería.
8. El judaísmo exige decir y practicar inquebrantablemente la verdad. El SI debe ser SI, y el
NO deber ser NO. prohíbe la distorsión de la verdad y el engaño, y condena la hipocresía.
9. El judaísmo exige humildad ante Dios y modestia en la sociedad, prohíbe el orgullo, la
arrogancia y el menosprecio de los méritos de los demás.
10. El judaísmo exige complacencia, conciliación, benevolencia, clemencia y buena voluntad, y
prefiere sufrir por la injusticia, pero no cometerla.
11. El judaísmo exige continencia, moral sexual, fidelidad matrimonial y la máxima protección
de la vida familiar, y prohíbe la infidelidad, el desenfreno y la lujuria.
12. El judaísmo exige el cumplimiento de los deberes para con el Estado y la sociedad, y
prohíbe la indiferencia ante los problemas sociales.
13. El judaísmo exige trabajar en pro de la sociedad y relegar los intereses particulares a favor
de los sociales y comunitarios.
14. El judaísmo exige amar la Patria, hacer sacrificios por ella, luchar por la libertad y la
democracia y promover la justicia social, como única seguridad y esperanza para el bienestar
común.
15. El judaísmo exige la santificación del nombre de Dios por medio de acciones, y promueve
la llegada de la época en que todo el mundo vivirá con justicia, en amor y paz.
La teología judía contemporánea define sus puntos de vista acerca de ética práctica en
esta forma:
No hay diferencia entre hombre y hombre.
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Curso: Ética y Judaísmo
Cada uno de los seres humanos es responsable por los demás.
Cada uno de los seres humanos fue creado a imagen y semejanza de Dios, tiene infinita
capacidad para desarrollarse y contribuir al desarrollo de la sociedad.
La libertad es de suma importancia y es indivisible.
El ideal democrático es inherente al judaísmo; el totalitarismo es incompatible con él.
La integridad en la vida pública es imprescindible. No hay sociedad justa sin el respeto
de los derechos humanos y sin libertad civil, la que debe extenderse no sólo a los asuntos
personales y sociales sino también a los espirituales. Debe existir igualdad completa en las
oportunidades económicas para todos.
Debe haber educación y asistencia médica pública para todos.
Hay que defender la Tierra y la Naturaleza de todo tipo de destrucción (ecología).
Sin paz interna y externa no hay futuro para la humanidad.
Un pueblo preclaro presenta al mundo ideales distinguidos para la vida en el mundo. El
centro de la religión judía no es el dogma, sino las mitzvot - cumplimiento de mandamientos y
los preceptos; no el credo, sino los hechos. El Talmud dice que la lealtad a Dios consiste no
tanto en las creencias, sino en la obediencia. Los seres humanos pueden abandonarme, pero
observen Mis mandamientos, dice Dios.
Según la tradición, lo distintivo del judaísmo como cultura religiosa es que encuentra y
transmite los principios de la conducta en la vida, que indica el camino hacia la «buena vida»,
no desde el punto material sino espiritual, y con énfasis ético.
Un rabino jasídico enseñó que la vida ética se asemeja a un árbol, cuya raíz es la fe en el
Dios Santo. «Santos seréis, porque Yo, vuestro Dios, soy santo». El tronco es Israel, el pueblo
consagrado al servicio y al testimonio de Dios, y su ramaje y su sombra están destinados a
abrazar, abarcar y comprender la humanidad. Sus frutos se manifiestan en la justicia y en el
amor universal, en la verdad y en la paz, que determinan la relación entre hombre y hombre,
pueblo y pueblo, nación y nación.
La flor es el corazón puro, la alegría es, ser consciente en el servicio a Dios y de Sus
criaturas, y el poder encontrar la unión con el Dios Eterno y Misericordioso. Por lo tanto, la
ética judía es universal en su aplicación, es idealista, concentrada en un propósito definido y
tiene un carácter social. Insiste en las grandes virtudes de la justicia y el amor, en que debe
basarse la hermandad indestructible de todos los seres humanos.
Enseñan los sabios del Talmud, que el mundo se sostiene en la verdad que comprende
la rectitud, la justicia y el amor. Estas virtudes forman la moral universal, que conduce a la
humanidad hacia la Paz duradera.
Una enseñanza meritoria de la ética judía es la necesidad de cultivarla, o en otras
palabras, educar para valorizar la belleza y la hermosura de la vida espiritual y ética en el alma
de cada ser humano.
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El profeta Miqueas transmite una trilogía de virtudes, que son la base de la vida ética:
practicar la justicia, amar la misericordia y andar humildemente frente a Dios. Según el
judaísmo, no será perfecta la vida ética mientras no se practiquen la justicia y el amor, y es
necesario agregar la humildad y la modestia.
El Carácter de la Ética Judía.
Juzgándola desde el punto de vista de su calidad y reconociendo que es una creación
humana, parece necesario aclarar su carácter.
La ética judía nunca fue ascética. Pero durante los dos mil años de migración permanente, el
encuentro de los judíos con diferentes culturas y civilizaciones trajo consigo que estuvieran
influenciados por la forma de vida de los pueblos receptores y sus vecinos. Las referencias
escritas y absorbidas con respecto a las tendencias ascéticas en la literatura judía deben ser
imputadas a esta influencia.
La actitud clásica y dominante de la ética judía nunca había considerado el ascetismo
como virtud. El autocastigo para matar los deseos corporales o la consideración que la
actividad espiritual del ser humano sufre o se disminuye como consecuencia de la moderada
satisfacción de las necesidades del cuerpo, no son valores en sí mismos según la ética judía.
El ser humano como tal, debe alegrarse por las dádivas de Dios y no privarse de ellas.
No hay que apagar forzadamente los instintos naturales (jetzer), sino hay que dominarlos y
ponerlos al servicio del ser humano. Dice el Talmud que sin el instinto sexual el hombre no se
casaría, no formaría familia, no edificaría casas, y sin el instinto de la supervivencia no
trabajaría.
El celibato nunca fue considerado como un camino hacia la perfección, por el
contrario; era una obligación para los rabinos y los laicos casarse y formar familia,
considerando que al no hacerlo dejaba de realizar una de las exigencias de Dios: la reverencia
de los hijos hacia sus padres, el amor y el autosacrificio de los padres por sus hijos, y el amor
incondicional de la pareja.
Dicen los rabinos jasídicos que el hombre tendrá que rendir cuenta en el Día del Juicio
de las alegrías rechazadas que hubiera podido aprovechar durante su vida, sin causar daño a
nadie, ni a si mismo. Esta idea está claramente ilustrada por la institución del«Nazireato»
(Num.6.), pues el «nazir» fue considerado como un pecador, porque se había privado de la
alegría de tomar vino que, según el Salmo 104, alegra al corazón del hombre. La moralidad no
anda junto a la proscripción de gozar la vida. El mundo no es el Valle de Lágrimas, ni sirve
para generar pecado. Es un lugar natural, en que el hombre vive y trabaja según su destino. El
ser humano tiene que tomar conciencia de la naturaleza humana, tiene que educarla,
gobernarla y por fin, elevarla, enaltecerla y santificarla.
El Hombre Ético es Colaborador de Dios.
El mundo tiene que ser moralizado y mejorado, pues el hombre coopera con Dios en
la construcción de un mundo ideal. Los piadosos (jasidim) dicen que cuando el hombre hace
algo bueno, se transforma en colaborador de Dios. Dios ayuda a solucionar los problemas
materiales del hombre, si éste se muestra dispuesto a ser Su colaborador en lo ético.
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Curso: Ética y Judaísmo
El hombre con su libre albedrío puede realizar cambios en su forma de vivir. Puede
seguir sus instintos sin reserva, o puede moldearlos en conformidad con las leyes de una vida
justa y honesta. Si quiere vivir como un ser natural, sin educación, o coordinar sus instintos
con los ideales más nobles, depende de él.
Si los transforma, actúa en forma adecuada, y obedece a los mandamientos y preceptos
morales, se acerca al ideal ético, ayuda al Creador, Dios no quiere que el ser humano se
esfuerce para ser bueno por El, sino por sí mismo. Como enseñan los sabios, «quien parte en
el camino hacia la pureza, estará ayudado; quien camina hacia la impureza, la oportunidad se la
da él mismo.»
De acuerdo al judaísmo, la vida ética es el resultado parcialmente de los propios
esfuerzos del individuo, y parcialmente de la Gracia Divina. El hombre tiene que tender sus
manos hacia Dios. Dios y el hombre, juntos, construyen el Reino de Dios en la Tierra. Este
pensamiento está aplicado con audacia en la mística judía cuando se enseña que, a veces,
debido al pecado del hombre, parece que la «shejina, la Esencia de Dios» esté en el exilio; el
hombre, por su virtud, puede liberar la Shejina y ayudar a fortalecer la influencia divina. Parece
atrevido decirlo, pero Dios y el hombre, juntos, pueden crear un mundo ético.
La Ética Judía es Viva y Creciente.
Para entender el carácter creciente y progresivo de la ética judía durante los largos
siglos de la historia, hay que prestar atención a los elementos conservadores y progresistas de la
legislación judía, lo que es válido también para la ética judía.
La enseñanza ética del judaísmo se fundamenta en dos factores dominantes: el
sacerdocio y el profetismo, o con otras palabras, la Ley Mosaica y la Nueva Revelación, surgida
de la conciencia de los profetas y por su genio creativo en lo moral. El sacerdocio representaba
el elemento conservador, las formas externas y los estatutos definidos. El profeta representó la
conciencia creciente, el espíritu progresista, la insistencia en la pureza del corazón, la demanda
por la realización de la justicia, y también del amor en la vida cotidiana extendido para toda la
humanidad.
Estos dos factores estaban representadas en la literatura rabínica, en sus dos
manifestaciones: la Halajá es decir la Ley, los preceptos aceptados y fijos; el otro factor, la
Agadá, lo dicho, lo contado, que cubre una gran variedad de problemas, asuntos y eventos de
la vida cotidiana, en la cual la actitud moral desempeñó su papel más importante. La Halajá es
más conservadora, pues ayuda a subrayar el sentido ético de las leyes y de su cumplimiento,
ampliándolas, purificándolas y, a veces, transformándolas. En la Agadá se encuentran las más
hermosas manifestaciones de la ética judía.
La Hagadá no puede ser comprendida y juzgada como un libro separado ya que es un
elemento especial del Talmud, parte inseparable de las enseñanzas de los rabinos y maestros.
Ayudó a comprender mejor las enseñanzas éticas de la Tora y perfeccionarlas, y mostró cómo
aplicarlas en la vida cotidiana, siempre cambiante. Con toda convicción se puede confirmar,
que la literatura rabínica ayudó a perfeccionar la ética judía, en lo cotidiano y sirvió también
como vinculación para las homilías de las Iglesias.
Los dos elementos, el conservador y el progresista, la tradición y la percepción de la
necesidad de la innovación, el ideal ético y la reinterpretación permanente, aseguraron el
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desarrollo de la vida ética del judaísmo. La ética judía es viva, y no una teoría fija e inmutable.
Es una parte viva del alma judía.
El Significado de la Conciencia de Israel.
En los párrafos anteriores hemos intentado presentar y aclarar, que la raíz de la ética judía es la
concepción que tiene el judaísmo de Dios y del hombre, su carácter universal, social e idealista.
Hemos intentado demostrar que la ética judía es humana y universal, es decir, ofrece
orientación para toda la humanidad y no sólo para los judíos. Su carácter y sus enseñanzas
quieren contribuir al mejoramiento ético de toda la humanidad.
¿Cuál es la relación entre Israel y el pueblo judío y la humanidad? Israel se considera un
pueblo sacerdotal, testigo activo y siervo sufriente de las ideas e ideales que ha entregado a la
humanidad, mientras era una nación política ya en la Palestina antigua, y cuando se transformó
en una comunidad religiosa en la diáspora. Manifiesta como su obligación atestiguar a Dios y
Sus Mandamientos frente al mundo entero y contribuir al desarrollo ético y espiritual de la
humanidad, entregando también sus propias ideas e ideales. De las raíces de Israel crecieron las
dos grandes religiones monoteístas, y a través de ellas llegaron las ideas del antiguo judaísmo al
mundo occidental, y parcialmente también al mundo oriental.
El pueblo judío consciente de sus obligaciones como siervo de Dios, aceptó los
sufrimientos, las persecuciones y el martirio, para cumplir las obligaciones recibidas de Dios.
En varios congresos internacionales e intercontinentales se ha analizado la razón de la
persecución de los judíos durante toda su historia; muchos científicos y pensadores de
renombre mundial contestaron a esta pregunta, subrayando que los judíos eran diferentes y
distintos que los otros pueblos. Que estaban orgullosos de ser diferentes, pues fue esta
diferencia que les había asegurado la supervivencia sin patria, pero con su religión, cultura y
ética peculiares. Eso no significa, que no hubieran incorporado elementos de los valores
culturales, religiosos y éticos de otros pueblos, pues tienen la capacidad de dar y recibir, sin
cambiar el carácter original de lo propio.
Se reconoce además que por la contribución del judaísmo la ética universal adquiere un
carácter más humano, un calor peculiar y cierta individualidad, y también un motivo refinado y
sutil.
Se divulgó la convicción que el judío, por su carácter y conducta privada y pública,
podía profanar o santificar el nombre de Dios, es decir, al Dios mismo. El sentido de
conciencia de poder santificar o difamar el Nombre de Dios se ha involucrado en la vida de los
judíos en forma especial, haciéndolo leal o traicionero de los ideales éticos. La concepción de
que Dios se santifica más por la conducta de Israel, por lo tanto un judío no puede ser indigno,
especialmente en su relación con los no-judíos, pues actuar en forma inmoral traerá descrédito,
desconfianza, deshonra, oprobio a su religión y a su pueblo, siendo él un traidor de su
vocación y no un sacerdote o un orientador de la humanidad.
Si un judío hace algo excepcionalmente bueno o noble, si se sacrifica a si mismo cada
vez más y se consagra al servicio de los demás, o se transforma en un mártir de la justicia y de
la lealtad santifica al nombre de Dios, aumenta la credibilidad de su religión y de su pueblo.
Aún el judío simple que tendrá que juzgarse a sí mismo en relación con su prójimo con más
rigor, que juzgue a los demás. Evitar el «Jilul Hashem» la profanación del Nombre de Dios» y
realizar el «Kidush Hashem» la Santificación del Nombre de Dios», era un motivo muy
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poderoso al cual apelaban siempre los Maestros, y con eso se enriqueció moralmente la mente
de los judíos, llegando a la convicción que el altar quedará manchado por el sacerdote
renegado, así también la ética queda desacreditada por la conducta que la contradice. Es el
hombre que justifica su fe por su carácter y su actuación, es el sacerdote de los ideales en el
mundo.
El Aspecto Prometedor de la Ética Judía.
Por último, la ética judía inspira un gran optimismo. No es optimista en el sentido que
proclame que todo es bueno. Un maestro del Talmud dijo: «Envejecer juntos es bueno, pero
seguir juntos es mejor».
La visión judía abarca un futuro glorioso para toda la humanidad. La ética judía es un
idealismo puro, no sólo en su motivo, sino también en su esperanza. Esto es lo que los judíos
consideran como esperanza mesiánica. El judaísmo nunca ha admitido que esta esperanza haya
sido realizada por completo por una persona o por una sociedad. El mundo no testifica la
realización de los ideales y de la espiritualidad de esta esperanza. Pero el judaísmo cree
firmemente que llegará la época mesiánica; no glorifica el pasado, reconoce en él las raíces de
un futuro mejor; pero, todavía se necesita tiempo para que crezca el árbol precioso, delicioso y
bellísimo. El judaísmo mira al sol ascendente del futuro, y está convencido, que brillará para
toda la humanidad.
Cuando el hombre aprenda las leyes de la vida, la justicia y el amor, cuando los
hombres y las naciones aprendan los caminos que los llevarán hacia los valores eternos y
decidan vivir en justicia perfecta moldeada por el amor y la misericordia, entonces «volverán
sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces, no alzará espada nación contra nación, y
no se adiestrarán más para la guerra».
Según las enseñanzas judías, la cultura de la humanidad será completa y perfecta,
cuando las leyes de la justicia estén escritas en los corazones humanos. En ese tiempo será
establecido el Reino de Dios en la Tierra. Dios será reconocido, como Uno y Único, y una
Humanidad unida Lo reverenciará. Se realizará una perfecta vida ética en el nombre de Dios,
quien dijo: «Yo soy el Dios Omnipotente, quien ejerce misericordia, justicia y rectitud en la
Tierra, puesto que en éstas cosas me deleito».
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