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Agricultura urbana Alimentación, cultura y tecnología: diseño global de estrategias Alimentos Bioimpresión Ciudad Creatividad Alimentación Cocina Comida Aunque los ingredientes provienen de la naturaleza, la alimentación humana no es un hecho natural, sino cultural. Es el resultado de la acción que ejerce el hombre sobre la naturaleza para transformarla y convertirla en comestible. El ser humano construye su propia comida cuando la piensa, la produce, la transforma, la consume y la comercializa. Y esa construcción está basada desde el principio en procesos conscientes de diseño. Cultura Estrategia Decodificación Desperdicio Diseño Diseño de alimentos Diseño urbano Entorno Envases Etiquetas inteligentes Impresión de alimentos Medio ambiente Método Proceso Producto alimenticio Productos Proyecto Proteínas Residuos Salud Seguridad alimentaria La alimentación, en la raíz de la tecnología y el diseño En ocasiones, ref lexionar sobre el significado de las palabras que usamos continuamente sin percatarnos de su origen puede encender una chispa que nos ilumine de forma intuitiva con más eficacia que muchas horas de estudio. Es lo que ocurre con la palabra «saber»», procedente del verbo latino sapio, sapis, sapere, que significa percibir físicamente el sabor de algo a través del sentido del gusto. «Saber» fue inicialmente «gustar», reconocer el sabor. Sapor, saporis también procede de sapio. A partir de ese origen, sapere pasa a significar conocer, tener inteligencia, tener juicio, entender de algo. Quien gusta puede discernir con seguridad (qué comer), posee el conocimiento más vital y necesario, sobrevive con éxito y, gracias a ello, puede llegar a alcanzar todos los demás «saberes». Sabor, saber, saborear, sabroso, insípido, sapiencia, sabiduría, sabio. Isabel Lugo “La comida es cultura cuando se prepara, porque una vez adquiridos los productos básicos de su alimentación, el hombre los transforma mediante el uso del fuego y una elaborada tecnología que se expresa en la práctica de la cocina” Sentidos Sociedad Sociocultural Tecnología Urbanismo Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Barcelona. Actualmente es profesora de Historia de la Gastronomía en la Escuela Universitaria de Hotelería y Turismo CETT-UB. Ha publicado artículos de temática gastronómica en distintos medios y es autora de En la mesa del César. Los sabores de la Antigüedad mediterránea para los gastrónomos de hoy (Viena Ediciones, 2010). Actualmente forma parte del grupo de expertos permanentes de la Unidad UB-Bullipedia. 1 Carbonell, E; Pastó, I. “La alimentación de nuestros ancestros”. En: Salas, J.; García, P; Sànchez, J.M. La alimentación y la nutrición a través de la historia. Barcelona, Ed. Glosa, 2005, p. 17-34 Esta divagación en el terreno de la etimología sólo pretende simbolizar la estrecha relación que existe entre alimentación, conocimiento, biología y conservación de la especie. La trascendencia de la alimentación en la vida humana no necesita argumentación, debido a su carácter de necesidad biológica que debe ser satisfecha para asegurar la supervivencia, no sólo del individuo, sino del grupo. Y con ese objetivo fueron «pensados» —de alguna manera diseñados y fabricados— los primeros utensilios que manejó el ser humano para cazar y pescar i para obtener, contener, almacenar, transformar, cocinar y consumir los alimentos. El antepasado más remoto de nuestro género fue el Homo habilis, el «fabricante de herramientas». Hace unos dos millones de años, fue el primero en producir herramientas de piedra para proveerse de proteína animal —concretamente, el tuétano de los huesos de animales que otros depredadores cazaban—, iniciativa que influiría decisivamente en su desarrollo cerebral y en la organización social de los homínidos.1 Siguiendo este razonamiento, asegu- 23 31 ELISAVA Temes de Disseny rar el sustento está en la base del progreso del conocimiento humano, expresado en el paulatino dominio tecnológico del medio natural, en la evolución de habilidades y técnicas, en la fabricación de herramientas y utensilios y en la creación de espacios de almacenamiento, distribución o consumo.2 Así pues, y en contra de la apreciación más convencional, plantear una reflexión sobre la relación que existe entre alimentación, tecnología y diseño no implica situar su contexto en la época contemporánea (ni siquiera a partir de la Revolución Industrial, cuando la producción en serie, la mecanización de los procesos, los nuevos sistemas de conservación, la conversión de la cocina en producto y servicio y la industria agroalimentaria hacen su aparición). Esta visión colocaría a la alimentación de las etapas anteriores de la historia en la esfera de lo «natural», y al diseño, en el entorno del objeto pensado, de lo construido o de lo artificial. Sin embargo, aunque en el diseño lo artificial sea un requisito, los alimentos tampoco suelen presentarse en un estado no transformado, ni material ni culturalmente. Como señala Massimo Montanari, el ser humano «construye» su propia comida, y ahí radica la trascendencia cultural de la alimentación: «La comida es cultura cuando se produce, porque el hombre no utiliza sólo lo que se encuentra en la naturaleza (como hacen todas las demás especies animales) sino que ambiciona crear su propia comida, superponiendo la actividad de producción a la de captura. La comida es cultura cuando se prepara, porque, una vez adquiridos los productos básicos de su alimentación, el hombre los transforma mediante el uso del fuego y una elaborada tecnología que se expresa en la práctica de la cocina. La comida es cultura cuando se consume, porque el hombre, aun Isabel Lugo Alimentación, cultura y tecnología: diseño global de estrategias pudiendo comer de todo, o quizás justo por ese motivo, en realidad no come de todo, sino que elige su propia comida con criterios ligados ya sea a la dimensión económica y nutritiva del gesto, ya sea a valores simbólicos de la misma comida»3 Desde esta perspectiva, la alimentación humana, como hecho que trasciende lo natural para convertirse en manifestación material y cultural, está indisolublemente vinculada al diseño, ya que el diseño «no es ni un estilo ni la consecuencia de un tipo de sociedad. Cada tipo de sociedad ha desarrollado su diseño en función de su cultura, de sus ritos y de sus necesidades».4 Si entendemos por diseño el proceso que consiste en identificar una necesidad o un problema, determinar una transformación que le dé respuesta y finalmente darle forma, ese proceso se aplicó a la solución de problemas relacionados con el objetivo primordial de conseguir el sustento, y después con el de mejorar la provisión, transformación, conservación, servicio, consumo e identificación cultural de los alimentos, mediante utensilios, vajilla, herramientas, maquinaria, contenedores y mensajes.5 Una necesaria visión transversal Aunque comer es una esfera fundamental y compleja de la existencia humana, la alimentación se ha constituido —y sobre todo reivindicado— como objeto de estudio académico no hace demasiado tiempo. Curiosamente, cuando empieza a producirse esa reivindicación, a partir de mediados del siglo XX, la escuela francesa de los Annales, con Fernand Braudel a la cabeza, defiende la alimentación, si no como foco de estudio, sí como herramienta de conocimiento global de las sociedades desde una perspectiva que priorizaba el abastecimiento y el conocimiento de los regímenes alimentarios, y muy especialmente la historia material.6 Sin embargo, a pesar de ese interés por la tecnología, la historia tendía a considerarlos objetos con existencia autónoma, sin contemplar la dinámica de sus procesos de diseño ni sus implicaciones socioeconómicas, técnicas o formales. A pesar de que actualmente la investigación académica en el terreno de la antropología o la historia de la alimentación es muy abundante, puede afirmarse que la situación prácticamente no ha cambiado. Muchas obras de referencia y monografías dedicadas a los productos, a la historia de los sistemas alimentarios, la evolución del gusto, o la historia social de las maneras en la mesa, se escriben sin prestar una atención particular a la tecnología y la evolución del diseño material de los objetos y utensilios relacionados con ella.7 De igual forma, la historia del diseño y la profesionalización de la actividad son relativamente recientes. Y aunque es evidente que los primeros objetos pensados y fabricados tuvieron como finalidad la provisión de alimentos, y que ningún aspecto de la alimentación pasada o presente carece de alguna forma de diseño, en este sentido tampoco se ha prestado especial atención a las múltiples facetas que han conformado la esfera de lo alimentario. Las razones, además de la juventud de ambas disciplinas, pueden estar, de un lado, en el hecho de que comer es fundamental para el ser humano, pero también es cotidiano, cosa que le ha restado «empaque académico». Y del otro, en la aparente intrascendencia de los objetos, utensilios, vajilla, menaje, etc., que se le asocian, en comparación con las grandes cuestiones 6 Flandrin, J. L. «Historia de la alimentación: Por una ampliación de perspectivas», Manuscrits: revista d’història moderna, núm. 6 (1987), p. 7-30. 2 Cordón, F. Cocinar hizo al hombre. 2ª ed. Barcelona: Tusquets, 1980. 3 Montanari, M. La comida como cultura. Gijón: Trea, 2006. 4 Baur, R. «Autosatisfacción visual casi generalizada». Elisava Temes de Disseny, núm. 24, 2007. 24 5 Para una ilustración conceptual y visual de esta relación, véase la exposición «Design and making: the story of food», organizada por el Cape Craft & Design Institute y el Departamento de Colecciones de Historia Social de los Iziko Museums of South Africa, con motivo de la designación de Cape Town como capital mundial del diseño de 2014. [en línea] [Consulta: 5 marzo 2015]. Disponible en: http://ccdi.org.za/media-room/mediareleases/feast-of-food-facts 7 Margolin, V. «Design studies and food studies: parallels and intersections». En: Agrindustrial Design: 2nd International Product and Service Design Congress and Exhibition on Agricultural Industries - Mediterranean / Food / Design Proceedings. Izmir, 26 a 28 de abril de 2012. Izmir University of Economics, 2012. p. 19-32. relativas a la evolución de los sistemas alimentarios: las implicaciones sociales, la economía, la nutrición, la salud, la carencia de alimentos o el hambre.8 Si tenemos en cuenta que el diseño, profesional o no, ha estado indisolublemente ligado a la creación de las estrategias materiales de la alimentación humana, y que incluso las ha mediatizado, sería deseable que ambas disciplinas, historia de la alimentación e historia del diseño, unidas a la historia de la tecnología, colaboraran para crear un cuerpo de conocimiento integrado sobre la tecnología en la alimentación. Cuando el diseño aún no era diseño A lo largo del extenso periodo preindustrial, la necesidad precedía casi siempre al diseño. Y las necesidades básicas en torno a la alimentación se habían mantenido inmutables durante siglos y hasta milenios. Las creencias y visiones culturales estaban —y lo están aún hoy en muchas sociedades tradicionales— marcadas por fuerzas muy superiores a la voluntad del individuo. Por ello, muchas soluciones materiales y tecnológicas han tenido una gran permanencia y han sido comunes, con relativamente pocas variantes, en extensas áreas geográficas y contextos socioculturales diversos. Eso explica la difusión de un diseño tan simple como el mortero; o la piedra de moler, con su dibujo de estrías acanaladas; o el tannur, el horno de arcilla con forma de vasija para cocer por contacto en su interior la masa aplanada de pan, un «diseño» que está documentado en Egipto desde la IV dinastía, y que con variantes se extiende desde Mauritania hasta el norte de la India y el oeste de China. En este caso, una solución tecnológica con un diseño adaptado con simplicidad a la función (cocer el pan), en un contexto geográfico en el que no abunda el combustible o se reserva para otros usos, condiciona el formato del producto, convirtiendo la masa aplanada, redonda y casi sin fermentar en el pan tradicional de esas regiones del planeta. O el diseño del wok en la cocina china, que se desarrolla donde escasea la leña, porque permite saltear rápidamente a alta temperatura con un mí- 8 Wilson, B. La importancia del tenedor: Historias, inventos y artilugios de la cocina. Madrid: Turner, 2013. 25 31 ELISAVA Temes de Disseny nimo gasto de combustible. También el uso generalizado de la leña como combustible explica la permanencia y la universalidad del hogar de fuego en la cocina europea y en otros puntos del planeta. A su vez, la necesidad de optimizar el calor que produce la llama, o incluso las brasas, explica la existencia de un concepto culinario tan extendido como el «cocido», el «pote», la «escudella», la «olla» (un apunte: nos comemos el utensilio o la técnica). La cocción en líquido permite obtener un caldo más o menos substancioso mediante un proceso de cocción muy suave y prolongado, y consumir después las carnes, verduras y hortalizas cocidas en él. La denominación genérica de esta preparación en francés es muy ilustrativa y sintetiza perfectamente el binomio utensilio-procedimiento: pot-au-feu. La historia de la alimentación es sobre todo la historia del desarrollo material y tecnológico, en cualquier sociedad y en cualquier geografía que se considere. La evolución humana en el periodo prehistórico está marcada por la transformación de los elementos naturales, con el objetivo de proporcionar seguridad, abrigo y alimento. Son los materiales con los que se elaboran los utensilios —la piedra, el bronce o el hierro— los que marcarán los jalones de este período. Pero también la revolución agrícola del Neolítico será un proceso vinculado a la alimentación. El desarrollo de la agricultura y el sedentarismo traerá consigo el incremento y la especialización de las herramientas destinadas a las tareas agrícolas, así como de las instalaciones para almacenar y conservar los alimentos. Y, por supuesto, del utillaje para transformarlo: vasijas, ollas, piedras de moler, etc. Un nuevo material moldeable, relacionado con el trabajo de la tierra, hace su aparición, junto con las técnicas y la tecnología para trabajarlo: el barro y la cerámica. El surgimiento de la vida urbana, y en buena parte su arquitectura, son consecuencia de las necesidades y del tipo de relación que se establece entre el asentamiento humano y sus fuentes de aprovisionamiento. Las primeras grandes civilizaciones de Isabel Lugo Alimentación, cultura y tecnología: diseño global de estrategias la Antigüedad son sociedades definidas por la producción alimentaria. En Mesopotamia, las ciudades sumerias de Ur, Uruk, Larsa o Nippur se organizan a partir de su relación con el entorno productivo. Unas relaciones perfectamente visibles con el hinterland caracterizarán desde entonces a las ciudades a lo largo de la historia, centradas al mismo tiempo alrededor de su núcleo de distribución alimentaria: el mercado. La tecnología y buena parte de la cultura material de esas civilizaciones se crearon para resolver los problemas relacionados con el aprovisionamiento de alimentos —técnicas agrícolas, domesticación, caza, pesca, recolección—, su tratamiento —morteros, molinos, hornos—, su almacenamiento —graneros, pozos, silos, bodegas— y su conservación— técnicas tradicionales, formatos y contenedores adaptados a la práctica de la salazón, el secado, el ahumado, o la fermentación ácida o alcohólica. A este respecto, y por supuesto forzando bastante la extrapolación histórica, podría decirse que existió un intuitivo «diseño de producto alimentario» mediante la aplicación de los sistemas tradicionales de conservación, que daría como resultado la cerveza, el vino, el queso, las salazones de pescado, las carnes curadas y hasta los embutidos. El objetivo: vehicular unos productos de alto valor proteínico —leche, pescado, carne—, alargar su vida útil y evitar riesgos sanitarios. Es paradigmático el caso de los cereales, de la cebada, el trigo, el arroz, el maíz o el mijo, que protagonizaron la revolución agrícola del Neolítico y suministran el alimento básico en cualquier parte del mundo. Todos ellos deben ser necesariamente procesados para ser consumidos y asimilados por el organismo humano. Casi todos deben ser molidos y la totalidad, sometidos a la acción del calor, en seco o en medio húmedo. Basta imaginar por un momento el esfuerzo que ello requirió, desde el punto de vista físico, manual, tecnológico e intelectual. Los aspectos relacionados con la preparación culinaria y los utensilios asociados a la manipula- ción, el servicio y el consumo de los alimentos son igualmente importantes. Menos decisivos, pero muy trascendentales cultural y socialmente. Las técnicas de transformación culinaria se desarrollan en relación con el lento progreso de los materiales y con las posibilidades de control de la cocción. Y el servicio de los manjares, desde las civilizaciones de la Antigüedad hasta el siglo XVIII por lo menos, se basa fundamentalmente en la idea de compartir la comida, incluso del mismo plato cuando hay parentesco, o de poder elegir entre una variedad de elaboraciones servidas en la mesa. Todavía hoy es así en prácticamente toda Asia, en el norte de África y el Mediterráneo Oriental: los mezzé en el este del Mediterráneo o el Próximo Oriente, los antipasti italianos o el rijsttafel indonesio se basan en esta idea. Por lo tanto, el papel suntuario y la calidad estética de las vajillas pueden ser muy altos, pero la diversificación en función de su uso era limitada. El individualismo en la mesa y la creación de herramientas que evitan el contacto directo de las manos con los alimentos son muy recientes. Sólo hay que pensar en el tenedor, cuyo uso se generaliza en Europa entre los siglos XVIII y XIX, como signo del progresivo refinamiento de las costumbres.9 Nuevas geografías, nuevas tecnologías, nuevos consumos A partir de la Baja Edad Media, y especialmente en la Edad Moderna, se abre paso en Occidente una nueva mentalidad precientífica, asistida por el racionalismo, y se introducen cambios tecnológicos significativos relacionados con la producción de alimentos: en primer lugar, la progresiva mecanización de la agricultura en los siglos XVII y XVIII, con la incorporación de innovaciones como el arado provisto de reja de hierro y la sembradora de tracción 9 Elias, N. El proceso de la civilización: investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas. México: Fondo de Cultura Económica, 2010. animal del inglés Jethro Tull; después, la lenta pero también progresiva sustitución de la energía humana o animal por la energía hidráulica o eólica, aplicada a la molienda de los cereales, y con ello la generalización de los molinos. Las ciencias experimentales inician su desarrollo. Toda la innovación científica y tecnológica del siglo XIX tiene su origen en el XVII y el XVIII, al tiempo que se difunde la idea de la utopía, las ventajas de la máquina para mejorar la relación del hombre con la naturaleza y una nueva visión filosófica que empieza a relacionar la belleza de un objeto con su función y su utilidad (Berkeley, Hume, Ledoux, Kant)10. Al espíritu racional e ilustrado le corresponde una nueva preocupación por mejorar la nutrición de los pueblos, lo que anuncia la era de la alimentación asistida por una maquinaria diseñada a partir de principios científicos. En 1681, por ejemplo, se publica el tratado del médico y físico francés Denis Papin A new digester or engine for softening bones, containing the description of its make and use […], en el que describía el «digesteur», una marmita a presión con válvula de seguridad, capaz de ablandar los huesos de los animales y erradicar así el hambre entre las clases populares, marmita que se considera precursora de la moderna olla a presión. Paralelamente, el mundo empieza a interconectarse gracias a las grandes navegaciones, las exploraciones, los descubrimientos y la economía colonial. El comercio y el trasvase transcontinental de nuevos productos de cultivo —el arroz, la caña de azúcar, la patata, el café, el cacao— ampliarán las perspectivas de la alimentación a nivel mundial; modificarán la economía, las despensas, las pautas alimentarias y la cocina en muchos lugares del mundo; e introducirán nuevas tecnologías, ámbitos de consumo y elementos de servicio, por ejemplo los relacionados con el café o el chocolate. Y en el terreno de la cultura material, una artesanía, muchas veces de carácter suntuario y uso privado —cerámica, orfebrería, mobiliario—, empieza a tomar forma en las cocinas y los salones, tanto de 10 Maldonado, T. El diseño industrial reconsiderado. 3ª ed. México: Gustavo Gili, 1993. 26 27 31 ELISAVA Temes de Disseny la nobleza como de los burgueses deseosos de manifestar distinción, refinamiento y buen gusto. A este respecto, cabe mencionar que tradicionalmente se ha señalado las primeras fábricas de loza y porcelana, como la inglesa Wedgwood, como precursoras del diseño moderno, al haber introducido el proceso fabril en la producción de manufacturas.11 Alimentación, ciencia y producción industrial El advenimiento de la Revolución Industrial a lo largo de los siglos XIX y XX se traduce en un crecimiento demográfico sostenido, la mecanización de la producción, el trasvase de población rural, la ampliación de las ciudades, el desarrollo de los transportes y el comercio, y la progresiva sustitución de la economía de subsistencia por la economía de mercado. El desarrollo de las ciencias experimentales tiene como consecuencia la mejora de los cultivos y de la cría de animales, la racionalización del conocimiento sobre el proceso de la alimentación humana y una mayor seguridad en la producción y la conservación de los alimentos. El aumento de la producción de alimentos y las necesidades de la naciente industria exigen el desarrollo de unos sistemas de conservación más eficaces, y la aplicación tecnológica de los principios enunciados por la física y la química. Las primeras cámaras de refrigeración se patentan a mediados de siglo, y el tratamiento térmico, aplicado desde finales del siglo XVIII, tiene en Louis Pasteur en el XIX a su mayor referente, con sus descubrimientos sobre el control de la proliferación bacteriana y la mejora de los procesos de fermentación. Las producciones vinícola y de derivados lácteos serán las principales beneficiarias, pero la repercusión general de estos hallazgos en la mejora de la higiene alimentaria, en la disminución de enfermedades causadas por 11 Calvera, A. «Cuestiones de fondo: la hipótesis de los tres orígenes del diseño». En: Campi, I.; Salinas, O.; Pelta, R.; Calvera, A.; Julier, G.; Narotzky, V.; Freixa, M.; Bayó, C. Diseño e Historia: tiempo, lugar y discurso. México: Designio, 2010, p. 63-85. 28 Isabel Lugo Alimentación, cultura y tecnología: diseño global de estrategias la conservación deficiente de los alimentos y en la salud de la población en general es a medio y largo plazo espectacular.12 “El aumento de la producción de alimentos y las necesidades de la naciente industria exigen el desarrollo de unos sistemas de conservación más eficaces, y la aplicación tecnológica de los principios enunciados por la física y la química” En este contexto, muchos procedimientos artesanales y domésticos se convierten en procesos tecnológicos e industriales.13 Un caso paradigmático es la aparición de los alimentos procesados industrialmente y las conservas. Entre finales del siglo XVIII y principios del XIX se hacen los primeros ensayos de conservación de vegetales recurriendo a la acción del calor, cuando el francés Nicolas Appert logra esterilizar mediante a la cocción al baño maría tarros de cristal herméticamente cerrados. En 1813, la hojalata se utiliza ya en la fabricación industrial de conservas. El procedimiento alcanzará unos años más tarde a la leche condensada azucarada, a las conservas de carne o pescado, a la deshidratación y a los extractos y concentrados de carne. Otro caso significativo será el nacimiento de la industria chocolatera suiza —con pioneros como Philippe Suchard, François-Luis Cailler, Henri Nestlé, Rudolphe Lindt, o Jean Tobler—, gracias a la 12 Tarragó, J. «De Triptolemos a hoy: contribución de los avances científico-técnicos a la alimentación del hombre». En: Fundación Triptolemos. Alimentos. La conquista humana. Barcelona. Lunwerg, 2004, p. 21-32. apertura de los mercados coloniales, la activa producción de azúcar de remolacha que sustituye al de caña y las nuevas técnicas de esterilización y conservación de lácteos.14 Los grandes escaparates del siglo se hacen eco de estas importantes novedades, y se multiplican las patentes y las concesiones industriales. Ya desde la Exposición Universal de Londres de 1851, la innovación alimentaria forma parte del catálogo de avances, con las conservas en sus diferentes formatos, los productos deshidratados, los alimentos instantáneos y los nuevos productos industriales, como la margarina. Junto con la mecanización de la producción de materias primas secundarias, como el azúcar, las harinas de cereal o el vino, la conserva se convierte en protagonista de la naciente industria agroalimentaria, y contribuye a romper las limitaciones de espacio y tiempo para la alimentación, a reducir la distancia entre productores y consumidores lejanos y a globalizar una nueva experiencia de consumo. Estos ejemplos incorporan entre finales del siglo XIX y principios del XX todos los elementos susceptibles de ser sometidos a un proceso de diseño consciente y profesionalizado, propio de la producción en serie: producto (contenido alimenticio), contenedor (objeto), mensaje (etiqueta). Unos productos alimenticios elaborados industrialmente, procesados y envasados, hacen necesaria la información sobre un contenido ahora oculto, una comunicación sobre sus propiedades y un reclamo para su consumo. Es el nacimiento del diseño de envases, el etiquetado y la publicidad alimentaria, aspectos en los que, junto al proceso mismo de producción, empiezan a intervenir los profesionales del diseño, integrados ya en el proceso industrial. En paralelo a este proceso de mecanización e industrialización de la producción alimentaria, se produce el de la creación de redes y de espacios específicos y permanentes de distribución, los merca- 14 Toussaint-Samat, M. Historia natural y moral de los alimentos. Vol. 9. Madrid, Alianza, 1992. dos, en el ámbito social emergente que serán las ciudades industriales a partir de los siglos XIX y XX. El restaurante moderno se desarrolla también en este momento, como nuevo espacio de consumo y como fórmula comercial; un ámbito en el que se implanta un nuevo diseño interior adaptado al proceso de elaboración y al servicio, a la posibilidad de elección momentánea por parte del cliente, a la atención individualizada y una fórmula de menú con una nueva secuenciación correlativa del servicio de platos y bebidas. Como consecuencia, se multiplicarán las piezas de vajilla, cristalería, cubertería y utillaje de servicio, adaptadas a usos específicos. La preparación de los alimentos se verá beneficiada por la entrada en escena de nuevos combustibles como el carbón, el gas y la electricidad, y nuevos materiales, como el aluminio o el acero. Las nuevas posibilidades de cocción, mejoradas por unas herramientas y una maquinaria específica, junto a unas materias primas cada vez más diversificadas y mejor conservadas, estarán en la base del desarrollo de una práctica culinaria cada vez más técnica, segura y sofisticada. Entre finales del siglo XIX y el primer cuarto del siglo XX, una incipiente producción de bienes de consumo doméstico —cocinas, tostadoras, picadoras, exprimidores— contribuirá a mecanizar y facilitar el trabajo del ama de casa —o del servicio—, al tiempo que la cocina empieza a definirse y reivindicarse como espacio doméstico. Los aparatos y utensilios relacionados con la preparación y el consumo de alimentos habrán entrado definitivamente en la esfera de la producción industrial, el consumo y el diseño, que se convierte en una actividad profesionalizada y emergente a partir de este momento. Nuevos estilos de vida, mecanización y experiencia gastronómica Desde mediados del siglo XX y hasta el momento presente, la alimentación en los países industrializados se ha caracterizado por un proceso acelerado de desvinculación entre la producción y el consumo ali- 13 Giedion, S. La mecanización toma el mando. Barcelona: Gustavo Gili, 1978. 29 31 ELISAVA Temes de Disseny mentario. Si durante siglos nuestros antepasados se preocuparon por proveerse de alimentos suficientes para asegurarse la subsistencia, hoy la preocupación está en producirlos para el consumo del mercado. Este proceso incluye aspectos como la creación de complejas redes logísticas de transporte y distribución de alimentos, la mecanización de los procesos de preparación de alimentos y la externalización. Esta externalización afecta a la preparación culinaria, ya que la industria agroalimentaria suministra todo tipo de preparados que optimizan los procesos y la gestión en la restauración, y facilitan la alimentación doméstica, en una época en la que la mujer se incorpora paulatinamente al mercado de trabajo y los nuevos estilos de vida reservan cada vez menos tiempo a la preparación de los alimentos. A partir de 1950, el diseño del preparado alimentario industrial influye en las maneras de comer, no sólo porque la compra de producto transformado y asequible en supermercados y grandes superficies se hace mayoritaria e influye en el gusto, la apreciación y los hábitos de consumo, sino porque las variedades agrícolas, la cría de especies animales, las actividades pesqueras, el diseño del producto alimentario o los formatos de venta se adaptan a esta realidad impuesta por las grandes compañías, lo que tiene como consecuencia la uniformización y la desaparición de variedades. Afecta también a la preparación y el servicio de la comida, con el desarrollo de la restauración, tanto comercial como colectiva. Comer fuera de casa se ha convertido en un hábito y en una necesidad, así como en una experiencia de ocio, social, lúdica y cultural en sus aspectos gastronómicos. La tecnificación y la automatización de los procesos son también una característica de la modernidad alimentaria. La tecnología reduce el esfuerzo y el tiempo que dedicamos a la preparación de los alimentos y al mismo tiempo pasa a ser objeto de deseo y consumo en sí misma. El ámbito urbano manifiesta asimismo la realidad de la alimentación contemporánea. Si los ali- Isabel Lugo Alimentación, cultura y tecnología: diseño global de estrategias mentos crearon la ciudad, hoy esta es fundamentalmente su ámbito de distribución y consumo, alejada de sus fuentes de aprovisionamiento, y enmarcada en la trama de unas complejas redes logísticas. A pesar de ello, actualmente puede establecerse también una clara relación entre los movimientos que defienden la autosuficiencia alimentaria, mediante la creación de huertos urbanos y la integración de la producción alimentaria local en las redes vecinales y las nuevas tendencias de diseño y ordenación de la ciudad. “Si los alimentos crearon la ciudad, hoy esta es fundamentalmente su ámbito de distribución y consumo, alejada de sus fuentes de aprovisionamiento, y enmarcada en la trama de unas complejas redes logísticas” En la actualidad, la producción, elaboración y consumo de alimentos son actividades en buena parte de carácter tecnológico e industrial, y los procesos conscientes y profesionalizados de diseño están presentes en todas ellas y en cada una de sus fases: en la producción de alimentos, que en su mayor parte es producción agroindustrial; en la tecnología alimentaria y en los aspectos físicos, químicos y genéticos que están implicados en ella; en el diseño del producto y de la maquinaria, los dispositivos, las herramientas y los utensilios que se emplean en su elaboración; en el transporte, el packaging y la publicidad; en el diseño de espacios de consumo y en la creación de mensajes e imágenes que representan, y a veces determinan, la forma en que queremos que sea nuestra comida. Conclusión Frente a esta realidad, el siglo XXI manifiesta dos tendencias con respecto al triángulo alimentacióntecnología-diseño, cuyo desarrollo corresponderá evaluar a los analistas del futuro: por un lado, de ser una necesidad biológica básica para la subsistencia, que impulsó el desarrollo material y tecnológico de la humanidad, la alimentación ha pasado a ser un producto global de consumo, una coartada para el turismo, el arte, el juego, la actividad creativa o la «experiencia» estética. La emergencia de la cocina de vanguardia, el diseño de rutas gastronómicas, el show food, el food event, o el food art, como momentos de creación en los que el alimento y la comida son los materiales a trabajar, son buena muestra de ello. Por otro lado, la preocupación por la sostenibilidad lleva a considerar a la alimentación como un ámbito de actuación estratégico para la redistribución equitativa y la conservación de los recursos, el desarrollo territorial, y el bienestar físico y sociocultural del individuo y la comunidad. Actualmente, la alimentación y las actividades a ella asociadas están en el punto de mira preferente de la investigación y la innovación. Se estima que la población mundial alcanzará los 9.000 millones de habitantes en 2050. Durante los próximos treinta y cinco años, la producción de alimentos deberá incrementarse notablemente, pero de forma sostenible, para atender a esa demanda. A pesar de la evolución que hemos trazado, el acceso a la comida y la seguridad alimentaria siguen siendo problemas prioritarios para la mayor parte de la población mundial. Por lo tanto, y tal como señala Victor Margolin15, sin dejar de lado los campos que le son propios, como el producto, la comunicación, los espacios o el packaging, los profesionales del diseño deberán explorar el sistema alimentario para aportar soluciones sostenibles a este reto, en colaboración con otras disciplinas, especialmente la agronomía, la economía, las ciencias sociales, la nutrición, las ingenierías o las ciencias de la salud. 15 Margolin, V. Op.cit. 30 31