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Información para profesionales de la salud Unidad de Enfermedades Metabólicas (ECM) L os errores congénitos del metabolismo (ECM) son individualmente raros pero colectivamente numerosos. En la mayoría de las ocasiones las pruebas de cribado neonatal son demasiado lenta, caras o no fiables y, en consecuencia, resulta imprescindible un método simple para el cribado clínico antes de la iniciación de investigaciones bioquímicas complicadas. El diagnóstico clínico de los ECM se basa en un número limitado de principios: Dentro del contexto clínico apropiado, considere los ECM en paralelo con otros procesos más comunes. Permanezca atento a los síntomas que persisten y permanecen inexplicados después del tratamiento inicial y las investigaciones usuales para procesos más comunes: se puede deber a un ECM. Sospeche de cualquier muerte neonatal, se puede deber a un ECM, en particular si ha sido atribuida a sepsis. Revise con cuidado todos los hallazgos de la autopsia. No confunda un síntoma o un síndrome con la etiología; la causa subyacente puede radicar en un ECM todavía no definido. Recuerde que un ECM se puede presentar a cualquier edad, desde la vida fetal hasta la vejez. Tenga en cuenta que si bien la mayoría de los errores metabólicos genéticos son hereditarios y transmitidos con carácter recesivo, la mayor parte de los casos individuales parecen esporádicos. Considere inicialmente lo errores congénitos asequibles al tratamiento, sobre todo en la situación urgente aguda. Solicite la colaboración de centros especializados. Desde una perspectiva fisiopatológica, los trastornos metabólicos se pueden dividir en los tres grupos siguientes con utilidad diagnóstica: Grupo 1: Trastornos que dan lugar a intoxicación. Este grupo abarca errores congénitos del metabolismo intermediario que conducen a intoxicación aguda o progresiva por la acumulación de sustancias tóxicas proximales al bloqueo metabólico. En este grupo se incluyen los errores congénitos del catabolismo de los aminoácidos, la mayoría de las acidurias orgánicas, las intoxicaciones por metales y las porfirinas. Todos los procesos de este grupo comparten semejanzas clínicas: no interfieren con el desarrollo embrionario-fetal y se presentan con un intervalo libre de síntomas y con dignos clínicos de intoxicación, que pueden ser agudos (vómitos, coma, insuficiencia hepática, etc.) o crónicos (desmedro, retraso del desarrollo, cardiomiopatía, etc.). Las circunstancias capaces de provocar crisis metabólicas agudas incluyen catabolismo, fiebre, enfermedad intercurrente e ingesta de alimentos. La mayor parte de esos son tratables y requieren la eliminación urgente de la toxina mediante dietas especiales, procedimientos extracorpóreos o fármacos limpiadores. En este grupo se pueden incluir también los errores congénitos de la síntesis y el catabolismo de los neurotransmisores y los erres congénitos de la síntesis de aminoácidos, puesto que comparten muchas características: son errores congénitos del metabolismo intermediario, su diagnóstico se basa en análisis de plasma, orina y LCR. Grupo 2: Trastornos que afectan al metabolismo de la energía. El grupo se puede dividir en defectos de la energía mitocondrial y citoplasmática. Los defectos mitocondriales son más graves y, en general no tratables. Abarcan acidemias lácticas, trastornos de la cadena respiratoria mitocondrial y defectos de los ácidos grasos y los cuerpos cetónicos (KB). Solo estos últimos y los defectos de la coenzima Q10 son tratables en parte. Los defectos de la energía citoplasmáticos resultan en general menos graves. Incluyen trastornos de la glucólisis, el metabolismo del glucógeno y la glucogénesis, hiperinsulinismos, anomalías del metabolismo de la creatinina y los más recientes errores congénitos de las vías de los fosfatos de pentosa. Los síntomas comunes de este grupo comprenden hipoglucemia, colapso circulatorio, muerte súbita inesperada en la lactancia y afectación encefálica. Grupo 3: Trastornos que afectan a moléculas complejas. Este grupo afecta a las organelas celulares e incluye enfermedades que trastornan la síntesis o el catabolismo de moléculas complejas. Los síntomas son permanentes, progresivos, independientes de acontecimientos intercurrentes y no relacionados con la ingesta de alimentos. Pertenece a este grupo todos los trastornos con almacenamiento lisosómico, las anomalías peroxisómicas, los desórdenes del tráfico y el procesamiento intracelulares como la deficiencia de alfa1-antitripsina, el síndrome de trastornos congénitos de la glucosilación (TCG) y los errores congénitos de la síntesis de colesterol. NUTRICIÓN Y ERRORES CONGÉNITOS DEL METABOLISMO (ECM) A la espera de la futura posibilidad de terapia génica, la NUTRICIÓN es actualmente la herramienta de mayor utilidad general en el tratamiento de los ECM. Esto se debe tanto a la posibilidad de su manejo sintomático como etiopatogénico, aportando posibles coenzimas útiles o restringiendo/añadiendo determinados nutrientes que pueden acumularse o resultar deficitarios en algunas enfermedades metabólicas. Por otro lado, ciertos alimentos pueden comportarse como “desencadenantes” en comienzo clínico de un trastorno metabólico, cerrando así esta íntima relación entre nutrición y enfermedades metabólicas. Es frecuente que los fenómenos de acúmulo de distintas sustancias originen inhibiciones secundarias en la actuación enzimática para la síntesis o degradación de otras diferentes o también podrían inhibir lo transportes de membrana. Otro efecto fisiopatológico del acúmulo puede ser el consumo de sustancia utilizadas en su metabolización o detoxificación/eliminación. Los procesos de acúmulo tienden a provocar fenómenos de rechazo alimentario/vómito/anorexia que comprometen y cierran el círculo fisiopatológico nutrición/ECM. En el grupo de enfermedades metabólicas correspondiente a alteraciones de transporte de membrana existe pérdida intestinal o renal de: a) Aminoácidos b) Azúcares c) Minerales En algunas enfermedades metabólicas la depleción de ciertas sustancias se convierte en el factor fisiopatológico primordial, cuando las mismas resultan ser sustancias esenciales o semiesenciales como el déficit de síntesis de ATP en los trastornos de la cadena respiratoria o de arginina en ciertas enfermedades del ciclo de la urea. En los fallos de algunos organelos celulares, como las mitocondrias y peroxisomas, se genera un déficit energético global, puesto que de ellas depende la oxidación final y de mayor rentabilidad de los distintos nutrientes. Finamente, la incorporación de diferentes alimentos-nutrientes puede actuar como factor desencadenante que marque el comienzo clínico de una enfermedad metabólica. Esta interrelación fisiopatológica descrita entre nutrición y ECM es claramente demostrativa de la enorme importancia que tiene la nutrición en el contexto actual del manejo terapéutico general de estos pacientes. TRATAMIENTO DIETÉTICO A pesar de los avances que diariamente tienen lugar en el tratamiento de las enfermedades metabólicas, una manipulación dietética en forma de suplementación, exclusión o restricción de un determinado alimento o grupo de alimentos, sigue siendo la piedra angular del tratamiento en muchos pacientes. El uso prolongado de algunas de estas dietas puede dar lugar a situaciones carenciales para algunos principios inmediatos concretos, o a importantes desequilibrios nutricionales de carácter general, por lo que es imprescindible asegurar, simultáneamente a su utilización, el adecuado balance dietético en todos los casos. REGULACIÓN NUTRICIONAL DE LA EXPRESIÓN DE ALGUNO GENES E s bien conocido el hecho de que la mayoría de los principios inmediatos de la dieta e incluso la ingesta energética global, son capaces de regular la expresión génica de algunos genes. Como consecuencia de esta estrecha interacción entre nutrientes y ECM, de la gran heterogeneidad génica y clínica de estas enfermedades de su compleja fisiopatología, el tratamiento de los ECM precisa, además de un manejo dietético prácticamente individualizado en cada caso, considerar en cada paciente lo episodios vitales que, como lactancia, embarazo, enfermedad, etc., requieren una actuación especial en cada momento. Es imprescindible conseguir el equilibrio necesario entre la aplicación de las manipulaciones dietéticas encaminadas a curar o prevenir las manifestaciones clínicas de estas enfermedades, con el aporte de los “mínimos requerimientos” de calorías, principios inmediatos, vitaminas y minerales que aseguren el crecimiento y desarrollo normales del individuo afecto. NECESIDADES ENERGÉTICAS Y ECM E stas necesidades exigen en muchos pacientes afectos de un ECM importantes manipulaciones dietéticas, que pueden afectar al aporte cualitativo o cuantitativo de energía, de hidratos de carbono, de lípidos, de proteínas, de vitaminas o de minerales; y ello de un medo aislado o en forma de combinaciones diversas. Cuando la manipulación dietética sea importante, es preciso utilizar la guía de los “mínimo requeridos nutricionales” para evitar del modo más adecuado en cada paciente, una situación de desbalance nutricional. MANEJO NUTRICIONAL DE LAS ALTERACIONES DEL METABOLISMO DE LOS AMINOÁCIDOS L os ECM de los aminoácidos son un conjunto de patologías que tienen en común la imposibilidad de metabolizar diferentes aminoácidos debido a la alteración en una vía metabólica específica por la disfunción de la enzima. El producto final de esa vía metabólica no se genera por lo que se convierte en un aminoácido esencial, que ha de ser consumido para lograr formar las proteínas endógenas. Los amianoácidos anteriores en la vía se acumulan y muchos son tóxicos, fundamentalmente a nivel neurológico, hepático y renal. Se clasifican de la siguiente manera: 1) Alteraciones del ciclo de la urea. 2) Hiperfinilalanemias 3) Tirosinemias 4) Alacaptonuias 5) Homocistinuria 6) Hiperglicinemia no cetósica 7) Acidurias orgánicas 8) Otras patologías que precisan una restricción protéica: lisinuria con intolerancia a las proteínas, síndrome HH, síndrome HHH. El tratamiento nutricional se basa en los siguientes puntos: Limitar la ingesta del aminoácido cuya vía metabólica está afectada, hasta unos requerimientos mínimos que permitan lograr un crecimiento y desarrollo del niño adecuados. Una ingesta proteica deficitaria, sobre todo en aminoácidos esenciales, puede impedir la formación de proteínas endógenas y favorecer el catabolismo muscular. Eso último libera también los aminoácidos que el paciente no puede metabolizar. Aumentar la ingesta calórica para conseguir un ahorro proteico máximo y evitar que las proteínas se empleen como fuente de energía. Aumentar la proporción de las proteínas de alto valor biológico para mejorar el crecimiento. Vigilar los posibles efectos secundarios ligados a una ingesta proteica permanentemente limitada, sobre todo el déficit de determinadas vitaminas y de PUFAS. Complementar de ser necesario el aporte proteico con preparados especiales para cada enfermedad, que contienen todos los aminoácidos esenciales excepto aquél o aquéllos cuya vía metabólica está afectada. MANEJO NUTRICIONAL DE LAS ALTERACIONES DE LA OXIDACIÓN MITOCONDRIAL DE LAS GRASAS L a oxidación de los ácidos grasos en la mitocondria juega un papel primordial en la producción de energía, especialmente en el ayuno en el que, tras ser estimulados por el glucagón, los triglicéridos del adipocito salen al torrente sanguíneo y se hidrolizan por la lipoproteínlipasa del endotelio vascular generando glicerol y ácidos grasos libres (FFA) de cadena larga. El glicerol se incorpora a la neoglucogénesis hepática para sintetizar glucosa, y los FFA se transportan al citoplasma de los hepatocitos y de las células del tejido muscular esquelético, para ser oxidados posteriormente en sus mitocondrias respectivas obteniendo Acetil CoA y cuerpos cetónicos (KB) como sustratos energéticos. Para ello precisa la integridad de varios pasos metabólicos sucesivos: 1) Transporte citoplasmático de los FFA y de carnitina. 2) Ascilación citoplasmática de los FFA con CoA. 3) Sistema de transporte mitocondrial de los FFAcilCoA unidos a carnitina. 4) Beta-oxidación mitocondrial de los FFAcilCoA, para síntesis de Acetil CoA. 5) Utilización de Acetil CoA para sintetizar KB. Las enfermedades más frecuentes en la oxidación mitocondrial de ácidos grasos se clasifican de la siguiente manera: Alteraciones del transporte citoplasmático de carnitina. Alteraciones del sistema de transporte de carnitina mitocondrial. Alteraciones de la beta-oxidación mitocondrial. El tratamiento dietético-nutricional dependerá en su totalidad del tamaño y tipo de ácido graso en donde ocurra el trastorno. MANEJO NUTRICIONAL DE LAS ALTERACIONES DEL METABOLISMO DE LOS CARBOHIDRATOS L a glucosa es el único monosacárido que puede emplearse para la obtención de ATP en el metabolismo celular del ser humano, de manera que todos los tejidos corporales utilizan glucosa para la producción de energía a través de la glicólisis y ciclo de Krebs. Raras veces la glucosa pura es la fuente de carbohidratos de la dieta habitual. Son la fructosa, la galactosa, la lactosa, la sacarosa y el almidón, los cuales se tienen que incorporar a la vía glicolítica en el hígado para poder ser metabolizados. Si el defecto genético afecta a uno de estos procesos de conversión, se acumulan productos intermediarios, algunos de los cuales pueden ser tóxicos para el organismo. Además, la incapacidad de convertir otras fuentes de hidratos de carbono en glucosa implica la pérdida de una posible fuente de energía para el cuerpo, hecho relevante y grave cuando es el hidrato de carbono endógeno (glucógeno) el que no puede liberar glucosa. Las glucogenosis (GSD) son un grupo de enfermedades hereditarias que están causadas por deficiencias genéticas que afectan a la degradación del glucógeno, la glucólisis, e incluso a su síntesis. Las manifestaciones clínicas derivan de la dificultad de los tejidos de movilizar y utilizar los depósitos de glucógeno. Podemos distinguir tres grupos principales: las glucogenosis hepáticas, glucogenosis musculares y glucogenosis generalizada. Las glucogenosis susceptibles de tratamiento dietético se caracterizan por un aumento del glucógeno intracelular debido a deficiencias enzimáticas en su degradación a lo largo de la vía glucogenolítica, que van a impedir la liberación de glucosa a sangre; y estas son las glucogenosis de tipo I, III VI y IX. El tratamiento fundamental en este grupo de enfermedades es mantener unos niveles óptimos e glucemia simulando las demandas endógenas de producción de glucosa durante el día y la noche. La galactosa es un monosacárido presente en la alimentación humana, sobre todo en la leche, que se metaboliza rápidamente en el hígado. Las deficiencias enzimáticas más frecuente son de GALK y GALT, ocasionando los ECM conocido como galactosemias. El tratamiento más importante en el manejo inicial y de mantenimiento de estos pacientes es la supresión inmediata de todas las fuentes de galactosa de la dieta, ya que este sencillo procedimiento puede salvarle la vida al paciente. Se conocen dos defectos genéticos del metabolismo de la fructosa, de los cuales solamente la intolerancia hereditaria a la fructosa (IHF) por déficit de aldolasa B puede ocasionar daño hepático y renal cuando se incorpora fructosa/sacarosa o sorbitol a la dieta. Según la cantidad de fructosa y/o sacarosa ingerida la presentación puede ser aguda, con vómitos, shock, hemorragias, ascitis, y fallo hepático, o bien una evolución más subaguda con vómitos intermitentes, diarrea crónica y fallo desmedro. El tratamiento de la IHF es la exclusión de la dieta de todas las fuentes de fructosa, lo que implica evitar todos los alimentos que contengan fructosa, sacarosa y sorbitol durante toda la vida, pues incluso pequeñas cantidades de fructosa pueden dar lugar a dolor abdominal y vómitos, incluso retraso en el crecimiento. OBJETIVO DEL TRATAMIENTO UNI M antener un balance energético debido a que ello permite la incorporación a los procesos de síntesis a lípidos, aminoácidos e hidratos de carbono que directamente, o a través de productos metabólicos intermedios, pueden resultar perjudiciales en la mayoría de los ECM intermedio. Siempre que sea posible se utilizará la alimentación enteral por vía oral pero, si ello no es posible, se establecerá sin demora la alimentación mediante sonda nasogástrica o gastrostomía con el fin de evitar la caída en una situación de catabolismo. La dieta en todos los casos mantendrá el adecuado equilibrio en relación con el origen de las calorías: 55-60% de los hidratos de carbono, 30-35% de las grasas y 10-15% de las proteínas. Si es preciso, se usarán módulos de polímeros de glucosa o de lípidos, o mezclas de ambos principios inmediatos como suplementos energéticos o bien para mantener simultáneamente una restricción proteica, cuidando siempre de su preparación no sobrepase una osmolaridad de 500 o 700mmol/L antes de los 5 años o después de esta edad respectivamente. Cuando la alimentación enteral no sea posible, se recurrirá a la nutrición parenteral. Si es necesario, se utilizará insulina como medida complementaria para mantener un balance metabólico positivo. Acuña Quirós María Dolores, e. a., 2010. Protocolos Diagnóstico-Terapéuticos de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Infantil. Madrid: ERGON. Pablo Sanjurjo, A. B., 2010. Diagnóstico y Tratamiento de las Enfermedades Metabólicas Hereditarias. 3ra ed. Madrid: ERGON. Unidad de Nutrición Infantil Somos una unidad de atención médica-nutricional ESPECIALIZADA y ÚNICA en su tipo en México donde damos atención nutricional a patologías de alta especialidad. Nuestra misión es ofrecer servicios médicos-nutricionales a niños de manera humana, cálida y con gran nivel de CALIDAD, EFICIENCIA Y SEGURIDAD. Av. Moctezuma No. 4662 Col. Jardines del Sol C.P. 45050 Zapopan, Jalisco, México Tel. (33) 1453 0629, 1543 0630 www.unidaddenutricioninfantil.com Unidad de Nutrición Infantil