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TEMA 14 LA IGLESIA EN EL RENACIMIENTO Y LA EDAD MODERNA & LECTURA PARA LA SEMANA 1. EL NACIMIENTO DE UN NUEVO MUNDO 1.1. El descubrimiento de América como símbolo La crisis de la cristiandad medieval va a desencadenar una revolución copernicana para el hombre, para la sociedad y para la iglesia misma. En 1453, la cristiandad se estremecía ante la toma de Constantinopla por los turcos. Así concluía para siempre el imperio romano de oriente. En 1492 eran desalojados de Granada, su último reducto, los musulmanes, y en esa misma fecha los descubrimientos de Cristóbal Colón y los hermanos Pinzón sorprendían a todos. El mundo ensancha sus límites y la tierra, con los descubrimientos de Copérnico, deja de ser el centro del universo. Galileo demostraría después que también giraba sobre sí misma. Terminaba así la imagen aristotélico-escolástica del mundo, para dejar paso a la imagen mecánica de Newton. El mundo antiguo se había venido abajo no sólo geográficamente, sino también política, filosófica, social y religiosamente. El mundo es ahora naturaleza abierta al hombre, a la investigación, a la ciencia experimental. Su hermetismo y su jerarquía son ya agua pasada. Nace un nuevo talante de hombre. El descubrimiento de América simboliza de forma real el descubrimiento de todo un mundo enteramente nuevo. 1.2. El Renacimiento Renacimiento se llama a esta transformación que se inicia en los últimos dos siglos de la edad media y que, anticipándose en las artes y en las letras, se irá extendiendo a todas las manifestaciones de la vida: ! socialmente, supone un abandono del feudalismo y la búsqueda de un estilo de vida en libertad; ! políticamente, implica el abandono del sacro imperio romano germánico y la consolida- M ATERIAL COM PLEMENTARIO PARA EL PRIM ER CUATRIM ESTRE - T EM A 14 ción de las naciones como nuevas estructuras políticas; ! económicamente, se pasa del consumo a la economía de mercado y capitalista; ! culturalmente, aparte del florecimiento de las artes y la literatura en lenguas vernáculas, aparecerán las ciencias y una filosofía moderna. No se trata de una ruptura con el pasado, sino de una vuelta a los orígenes para librarse de los condicionamientos de ese pasado. El Renacimiento supone un nacimiento del hombre, un humanismo que no es tanto una negación de Dios, cuanto una afirmación del hombre. 2. LA REFORMA 2.1. La situación pide cambio Una confluencia de factores hacía presagiar cambios importantes. Por una parte, la crisis y el desprestigio de los estamentos dirigentes de la iglesia planteaba la necesidad de una reforma seria. Por otro lado, las profundas transformaciones que se van dando en el medio social donde la iglesia se desenvuelve anuncian que están naciendo un nuevo hombre y un talante distinto de organización de la sociedad. El deterioro de la cristiandad era grande. El pueblo, muy abandonado por los responsables de la catequesis y de la predicación, con una liturgia en una lengua que ya no comprendía, caminaba bastante alejado del núcleo central del evangelio volcándose en devociones a reliquias y santos rayanas a veces en la superstición. En el mejor de los casos su piedad era meramente cuantitativa. El bajo clero, que vivía en precaria situación económica, no andaba ciertamente sobrado de preparación: su única tarea religiosa era, en la mayor parte de los casos, decir misas y administrar sacramentos. El alto clero, obispos y abades, competía en acumular beneficios, ausente de sus diócesis y ajeno a toda preocupación por la vida cristiana de los fieles. Su estilo de vida era el propio de señores feudales. En las PÁG INA 1 órdenes religiosas la vida de comunidad sufría una notable relajación. El pontificado, con su prestigio en baja a causa del cisma de occidente y el comportamiento de los papas renacentistas, veía su impopularidad aumentada con una curia cuyo comportamiento tributario le llevaba hasta a la concesión de indulgencias para recaudar fondos. El nepotismo en la distribución de cargos estaba en muchos casos en las raíces del mal. Como vemos, el panorama eclesiástico presentaba tonos bastante oscuros. Todo esto tuvo afortunadamente numerosas excepciones y abundaron los conatos de renovación en seglares, escritores, religiosos e incluso sínodos y concilios, pero los resultados prácticos fueron escasos. 2.2. La Reforma protestante. Lutero Martín Lutero nació en Eisleben (Alemania), en 1483, de una familia tan modesta como religiosa. Estudió filosofía, teología y sagrada Escritura. Parece que fue a raíz de una singular experiencia personal en la cercana caída de un rayo cuando decidió ingresar en los agustinos de estricta observancia. Bien dotado para la docencia y la predicación, gozaba de un merecido aprecio. En medio de sus inquietudes sobre la propia salvación y cuando creía haber encontrado la respuesta a ellas en la justificación por la sola fe, se cruzó la predicación de una indulgencia con vistas a obtener fondos para construir la basílica de San Pedro en Roma. El papa Julio II había encargado a Bramante en 1505 la edificación de la basílica y como de costumbre concedió una indulgencia plenaria. Es bastante verosímil que algunos predicadores se excedieran en sus exhortaciones. La leyenda pone en sus bocas frases tales como : «Tan pronto cae el dinero en el cepillo, el alma sale del suplicio». Este obtener la salvación por dinero, frente al Dios que salva gratuitamente sin mérito alguno por nuestra parte, que Lutero había descubierto, hizo que el agustino confeccionase una respuesta a la bula y a las instrucciones dadas a los predicadores de la indulgencia. Sus 95 tesis invitando a una discusión pública no obtuvieron respuesta. La mayor parte de lo que Lutero decía era doctrina normalmente aceptada, pero negaba la existencia del purgatorio, la aplicación de indulgencias a los difuntos y la potestad del papa para absolver a quienes ya habían muerto. Estos sucesos y, sobre todo, estas teorías se difundieron con sorprendente rapidez. Lutero se convirtió, en el corto espacio de dos años, en portavoz del descontento alemán y en conciencia del pueblo. Los partidarios de que la corona no pasase a Carlos I de España, como lo eran el príncipe elector de Sajonia y muchos nobles alemanes codiciosos de las propiedades de la iglesia, se pusieron de su parte. En escritos posteriores, Lutero encarga a la nobleza la reforma religiosa, culpa a la escolástica, al derecho canónico y a la curia romana de todos los males y defiende la libertad interior como fruto principal de la redención. Por supuesto, él abandona la escolástica y el latín en favor de las lenguas populares. 2.3. La ruptura con Roma En reacción contra lo defendido por Lutero, el teólogo Eck obliga a sacar las últimas consecuencias: rechazar la autoridad del papa y la infalibilidad de los concilios, no aceptando otra norma que la Escritura. En 1520, se le excomulga y poco más tarde es también objeto de la proscripción imperial. Se dedica entonces a la traducción de la Biblia al alemán, mientras los nobles se apoderan de las posesiones de la iglesia y se alían en la Liga de Esmalcalda contra Carlos V. El emperador los vence, pero no logra que los bienes usurpados sean devueltos y cuando, a pesar del hostigamiento del papa y del rey de Francia, intenta atajar la cuestión en la dieta de Espira (1529), los rebeldes protestan, PÁG INA 2 E SCUELA DE F UNDAMENTOS C RISTIANOS - S EDE D E Ú BEDA recibiendo desde entonces, por parte de los católicos, la denominación de «protestantes». En 1555, tras varios intentos para evitarla, se consuma la división en la paz religiosa de Augsburgo, en la que se acuerda que quien no esté conforme con la religión de su país deberá emigrar. Aunque el problema del cambio de religión seguirá afectando a Centroeuropa durante mucho tiempo, será éste un paso para futuros intentos de formación de iglesias nacionales. Lutero muere en 1546, un año después de haber comenzado el concilio de Trento. Quien, en principio, no quiso otra cosa que la reforma de la iglesia, se encontró, por la influencia de los señores civiles, a la cabeza de un cisma y separado de ella. Su personalidad es hasta hoy fuente de leyendas en pro y en contra. Contradictorio y paradójico en su expresión, facilitó no pocos de los malentendidos que se dieron por ambas partes. 2.4. Otros reformadores La central y poderosa figura de Lutero no basta para explicar el resultado de todo lo ocurrido. Han de ser tenidos en cuenta los factores políticos, culturales y sociales de cada una de las zonas implicadas, aunque es obvio que hubo además elementos netamente teológicos. Lutero fue solamente la chispa desencadenante. Esto explica que también en Suiza (Zwinglio), Francia (Calvino) e Inglaterra apareciesen reformadores. La reforma afectará sobre todo al norte de Europa y de allí saltará a América, a la vez que, por sus propios postulados, se diferenciará y complicará con la proliferación de numerosos grupos e iglesias. 2.5. El cisma de Inglaterra La reforma en Inglaterra se produjo de forma muy distinta, aunque, tras diversos avatares, encontró el camino de los reformadores europeos. La cuestión se inició a partir de un problema político-particular de Enrique VIII. Curiosamente, este rey había recibido en 1521 de parte del papa el título de defensor de la fe por su rechazo de la doctrina sobre los sacramentos propuesta por Lutero. Este monarca, después de dieciocho años de matrimonio con Catalina de Aragón, pretendía obtener de Roma la anulación de su matrimonio para casarse con Ana Bolena. Ante la negativa papal, recurrió a nombrar primado a Cranmer, que estaba de su parte en el problema. Con la aprobación del nuevo primado, M ATERIAL COM PLEMENTARIO PARA EL PRIM ER CUATRIM ESTRE - T EM A 14 se efectuó el matrimonio querido por el rey, pero la curia romana excomulgó a los tres y declaró nulo el nuevo matrimonio. En 1534, Enrique VIII rompió con Roma e hizo votar en el parlamento el acta de supremacía por la que se declaraba a él y a sus sucesores «única cabeza visible de la iglesia de Inglaterra». Se hizo jurar a todos los súbditos esta ley bajo pena de muerte por traición. Dada la poca simpatía de que gozaba la curia, apenas encontró oposición en el país, aunque el cardenal Juan Fisher y el excanciller Tomás Moro fueron ejecutados por oponerse. Entre los monjes, la resistencia era mayor, y fue aprovechada para apoderarse de sus bienes en favor del rey y sus amigos. Entretanto, el pueblo siguió las prácticas católicas de siempre y hasta más tarde no se favoreció el protestantismo. 2.6. La doctrina protestante Dentro de su variedad, se puede decir que los puntos fundamentales de la postura protestante son: ! la aceptación del símbolo nicenoconstantinopolitano; ! la sagrada Escritura como norma suprema y única de fe; ! rechazo del primado del papa y de su magisterio como norma de interpretación de la Biblia; ! defensa de la justificación por la fe y rechazo de la doctrina de las indulgencias; ! rechazo de ciertas prácticas adquiridas por la iglesia a través del tiempo y que no constan en la Escritura: culto a los santos, imágenes, devociones, ceremonias, estados de perfección, etc.; ! admisión de dos únicos sacramentos: el bautismo y la cena (aunque sin aceptar el valor sacrificial de esta); ! en cuanto a la organización, prevalecen dos formas principales: las episcopales y las presbiterianas; ! su liturgia consiste normalmente en celebraciones de la palabra, lecturas, comentarios y cantos. 3. LA REFORMA CATÓLICA 3.1. El concilio de Trento Después de otros intentos de solución como los encuentros-diálogo, la excomunión de Lutero o la represión militar de Carlos V contra quienes apoyaban con las armas las nuevas doctrinas, se PÁG INA 3 convocó, tal vez demasiado tarde, el concilio de Trento. Tras varios aplazamientos y a los 27 años de haberlo pedido Lutero (que moría al año siguiente), se reunió en la ciudad italiana de Trento el concilio que potenciaría la reforma católica. El papa Pablo III, que temía ideas conciliaristas y que miraba con poco agrado el poder del emperador, buscaba restaurar la unidad doctrinal y organizativa de la iglesia. Por su parte, Carlos V intentaba recomponer la también perdida unidad de su imperio. El concilio de Trento, interrumpido varias veces, duró 18 años (1545-1563) y no consiguió recuperar la unidad. A los ortodoxos separados, se sumaban ahora los evangélicos (luteranos), los reformados (calvinistas) y los anglicanos. La cristiandad, como unidad religiosa se alejaba y como unidad política se veía también negada por la fragmentación del imperio y el nacimiento de las naciones. En las discusiones y decisiones de este concilio se acentuaron las diferencias con los protestantes perdiéndose, en parte, algunos valores defendidos por ellos (Biblia, lenguas vernáculas, carismas, papel de los laicos, etc.). La iglesia romana salió más rígidamente unida y también más clerical. La renovación católica se puso en marcha y los decretos conciliares fueron incorporados a la vida de los estados de esta confesión. Se reformó la curia romana y se la convirtió en instrumento de renovación, se planificó la catequesis para el pueblo y la formación para el clero, se aceptaron las normas a seguir en el caso de los obispos y se publicaron en corto tiempo el Catecismo romano, el Breviario romano y el Misal romano. Poco a poco se fue recuperando algo del prestigio perdido en la baja edad media y el Renacimiento. PÁG INA 4 En este mejor ambiente surgieron nuevas órdenes religiosas para atender acuciantes necesidades sociales como la enseñanza (Escolapios), la sanidad (Hermanos de san Juan de Dios), la caridad con huérfanos y pobres (Hijas de la caridad) y la formación de los sacerdotes o la atención apostólica a ámbitos concretos (Jesuitas). En cuanto a la doctrina, la profesión de fe derivada del concilio de Trento, tras repetir íntegramente el credo nicenoconstantinopolitano, enumera el canon de los libros de la biblia y establece como fuentes de la revelación la sagrada Escritura y la tradición según el magisterio de la iglesia, afirma que son siete los sacramentos, reconoce el carácter sacrificial de la misa, clarifica el papel de las obras en la justificación que es gracia de Dios, recomienda el uso de las imágenes y aprueba el valor de los sufragios por los difuntos, las indulgencias y la existencia del purgatorio. En teología continuó la escolástica, si bien con una orientación más abierta. En derecho se esboza ya la teoría política de la soberanía popular, basándose en la dignidad de la persona humana, siendo así un precursor de las doctrinas democráticas. La literatura mística, expresión de la experiencia religiosa interior, alcanzará su mayor altura en estos tiempos. Nombres como san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús irán seguidos de otros muchos españoles que destacaron en este campo. La actividad misionera en América y en el extremo oriente, con hombres insignes como san Francisco Javier o Fray Bartolomé de Las Casas, adoptó un talante de respeto a las culturas locales. Más tarde, esta función fue centralizada en una congregación romana llamada «De propaganda fide». E SCUELA DE F UNDAMENTOS C RISTIANOS - S EDE D E Ú BEDA 3.2. Las guerras de religión La crisis del imperio, encubierta por la previa crisis religiosa, estalló. La religión fue un pretexto para la guerra. Católicos, luteranos y calvinistas protagonizaron muchos años de crueles enfrentamientos armados que arruinaron definitivamente el imperio para dar paso a la Europa de las naciones. Ahora cada potencia buscaría su propio imperio en las colonias ultramarinas. La paz de Westfalia (1648), si bien sienta el lema de tolerancia religiosa, define también con nitidez las posturas nacionalistas de unos y otros. 3.3. La iglesia tridentina Dos temas que sin embargo estaban en las raíces del problema protestante fueron prácticamente omitidos en Trento: el primado del papa y la naturaleza de la iglesia. En esta última cuestión se siguió manejando y desarrollando la doctrina del cardenal Belarmino: la iglesia es una congregación de fieles que profesan la misma fe, reciben los mismos sacramentos y obedecen a la misma autoridad suprema del papa. Como se ve, en la definición no se renuncia a los aspectos espirituales, pero se los descuida peligrosamente, insistiendo en lo exterior e institucional. De Trento no sale pues un modelo nuevo de iglesia, sino la corrección de los abusos cometidos en la forma de cristiandad. 4. LA IGLESIA EN LA EDAD MODERNA 4.1. Enfrentada al nuevo mundo En la edad moderna, la iglesia, en su concreción histórica, se siente atacada por el absolutismo de los monarcas, las ideas de la ilustración y las revoluciones sociales. Cada vez más despojada de privilegios y sin el protagonismo social que en otras épocas le otorgó su poder, su reacción ante el nuevo estado de cosas es de nostalgia, condena y repliegue. Un mundo emancipado de las fundamentaciones religiosas se había puesto en marcha. 4.2. Del absolutismo regio al despotismo ilustrado Desde 1648 (paz de Westfalia) hasta 1789 (revolución francesa), las monarquías europeas se caracterizan por el absolutismo regio llamado despotismo ilustrado en su última época. El rey constituye la suprema autoridad no sometida a M ATERIAL COM PLEMENTARIO PARA EL PRIM ER CUATRIM ESTRE - T EM A 14 norma alguna. La capacidad de los reyes para intervenir en los asuntos religiosos de sus súbditos degenerará en la unánime tendencia a controlar la iglesia y a servirse de ella para sacralizar el poder o aumentar la calidad de la unificación nacional. El rey trata de ser en su país la última instancia en lo eclesiástico, lo que suele chocar con la oposición de Roma. El motivo, unas veces, y la excusa, otras, era que el papa es un soberano extranjero que atenta contra la soberanía nacional. Las potencias suelen tener derecho a veto en la elección de papa (se ejerció desde 1605 a 1903), lo que convierte su nombramiento en una cuestión de política internacional. Toda la problemática de relaciones gobierno-papado suele canalizarse por medio de tratados conocidos como concordatos. En estas circunstancias, los jesuitas, especialmente vinculados al papa por un cuarto voto, son objeto de expulsión en diversos estados (Portugal, España, Nápoles...) y finalmente, bajo la presión de los borbones, disueltos por el papa Clemente XIV. Sólo continuaron sus actividades en Rusia y en Prusia hasta su restablecimiento en 1814. Cada nación manifestó tendencias propias y argumentos peculiares para organizar su propia iglesia nacional. 4.3. La ilustración Se conoce al siglo XVIII como la época de la ilustración o «siglo de las luces». Con él se inaugura en Europa la cultura y la historia modernas. En los orígenes remotos de este fenómeno estaban el humanismo renacentista y la Reforma, pero fue la revolución científica operada durante el siglo XVII lo que potenció su aparición. Una larga serie de descubrimientos científicos, que a su vez proporcionaron nuevos instrumentos de investigación, crearon grandes expectativas, a pesar de que este tipo de ciencia experimental no era todavía asumida por los estados ni aceptada por las universidades. La esperanza y el optimismo incontrolado en el progreso estaban presentes en muchos espíritus. Con el descubrimiento de la máquina (1785), dará comienzo la revolución industrial que transformará estructuras, comportamientos, imágenes y, en definitiva, valores. El hombre ilustrado se emancipa de los argumentos de autoridad derivados de la Biblia o de la revelación, para pensar basado solamente en su propia razón y en la evidencia experimentada. Desde esta nueva perspectiva se PÁG INA 5 enfocan, también de un modo nuevo, la ciencia, los fundamentos del estado y las relaciones humanas. Lo que había comenzado en Inglaterra en el siglo XVII, pasó a Francia, donde una serie de destacados personajes trataron de condensar todo el saber de la época en la obra más representativa de la ilustración: la Enciclopedia. El resto de Europa y las colonias americanas participarían en seguida de esta euforia en el poder ilimitado de la razón. La imagen del mundo, la de la realidad toda, cambió. Frente a la concepción estática tradicional, apoyada presuntamente en la filosofía griega y en la Biblia, se concibe ahora el mundo como una ingente máquina que funciona con leyes propias. El caso de Galileo, condenado en 1616 por el Santo Oficio por defender que la tierra se mueve, es altamente simbólico de las posturas estática y dinámica. En general, los filósofos y científicos de la época conservaron la creencia en un dios creador, motor primero del universo, pero quedó orillado el Dios presentado por Jesucristo. En este sentido, el matemático Blas Pascal levantará su voz para afirmar su fe en el «Dios de Abrahán, Dios de Israel, Dios de Jacob, no de los filósofos y de los sabios». Poco a poco se sientan las bases para una religión natural frente a la revelada, pero el deísmo de la ilustración llevará inexorablemente al ateísmo. 4.4. La revolución francesa Como consecuencia lógica de las ideas de la ilustración, se producen una serie de revoluciones políticas, económicas y sociales. A ellas se oponen aquellos estamentos que añoraban el antiguo régimen, entre ellos la iglesia. Las teorías sobre el origen de la autoridad, cuya fuente ya no se pone en Dios, sino en el «contrato social», «la voluntad general», u otras explicaciones, van imponiendo un nuevo concepto de estado. Mientras las colonias americanas encabezadas por los Estados Unidos construyen su independencia, en Francia, donde se había plasmado como en ningún otro lugar el ideal de los ilustrados, se iniciaba la primera revolución europea significativa. Reunidos los tres estados (clero, nobleza y pueblo) para tratar de resolver la grave crisis económica del país, un eclesiástico expresa el deseo de votar por cabezas y no por estamentos. Gran parte del clero y algunos de la nobleza apoyan la moción y se organizan en asamblea PÁG INA 6 constituyente. Tras la toma de la Bastilla, símbolo del antiguo régimen, se pone en marcha la revolución. Era el 14 de julio de 1789. La iglesia gozaba en Francia de buen ambiente popular, debido sobre todo a sus servicios en el terreno de la sanidad y de la enseñanza, pero los acontecimientos se fueron precipitando. A propuesta de un obispo, se nacionalizaron los bienes de la nobleza y de la iglesia católica. En contrapartida, se garantizaba el sostenimiento del culto y del clero por parte del estado. Esta dependencia se incrementó peligrosamente con la constitución civil del clero francés, por la que se suprimían las órdenes religiosas y los obispos y párrocos pasaban a ser elegidos por el pueblo, aunque se le notificase después al papa. Se exigió a todos los eclesiásticos que jurasen esta constitución. Los que se negaron fueron perseguidos y desterrados. La revolución se volvió contra la iglesia. En 1792 se recrudece la persecución sangrienta, se cierran o queman las iglesias, se borra del calendario todo rastro religioso y se entroniza en la catedral de Nótre Dame a la diosa razón. Con la llegada de Napoleón (1801), cesa la persecución, aunque sea este personaje quien aseste más duros golpes al ya escaso poder político papal. Si bien con la revolución francesa se iniciaba la imparable caída del antiguo régimen, la reacción no se hizo esperar. Las potencias victoriosas sobre Napoleón plasman en los acuerdos de Viena sus posturas restauracionistas. La santa alianza intervendrá allí donde el movimiento liberal altere la paz o la monarquía. En España, la llamada guerra de la Independencia había difundido las ideas liberales abriendo una división profunda y duradera entre los españoles. Las cortes de Cádiz proclaman en 1812 la primera constitución liberal de España. Se suprime la inquisición, se cierran muchos E SCUELA DE F UNDAMENTOS C RISTIANOS - S EDE D E Ú BEDA conventos y se prodigan las campañas anticlericales. La santa alianza interviene a través de los «cien mil hijos de san Luis» y corta el proceso. Muerto Fernando VII, los enfrentamientos continúan bajo lemas carlistas o isabelinos (liberales). En 1836, la desamortización de Mendizábal despoja a la iglesia de sus bienes y el gobierno carga con el sustento del clero, lo que dará origen a la dependencia económica de la iglesia. Con gobiernos liberales, los estados se proclamaban laicos y procedían a la nacionalización de los bienes eclesiásticos, declaraban la libertad de cultos y ponían trabas a la influencia de la iglesia en las escuelas. Muchos cristianos no vieron otra salida que la restauración, pero no faltaron los que, partidarios de las nuevas corrientes, confiaron en cristianizar estas nuevas realidades, de la misma manera que en un principio se había hecho con la cultura grecorromana. Las esperanzas puestas en el papa Pío IX se vieron frustradas al cambiar éste de actitud y condenar el liberalismo, movido sobre todo por la revolución de 1848 y el miedo a una liberalización de la iglesia misma. 4.5. La revolución económica Gracias a la máquina, se produce la revolución industrial y se pone en marcha un nuevo sistema de trabajo (la fábrica), una nueva concepción de la producción (capitalismo económico) y una nueva estructuración de la sociedad (aparición del proletariado). Todo esto repercute a corto o a largo plazo, pero de forma importante, en la iglesia. Consecuencia del sistema capitalista de producción industrial fue la proliferación del proletariado o conjunto de personas sin otra propiedad que hijos a los que dar de comer y sus propios brazos. La agricultura y el artesanado que no pueden competir con la gran empresa ofrecen abundante y por tanto barata mano de obra. Los abusos y la explotación hacen especialmente bochornosa esta época. Dos clases se enfrentan: los obreros sin nada más que su trabajo y la burguesía capitalista que controla todos los resortes de la sociedad. Desde la clandestinidad y la ilegalidad, se va formando un movimiento obrero que intenta defender sus derechos (sindicatos) y cambiar el orden existente (partidos). La iglesia, al principio con un esfuerzo en beneficencia, después con las posturas de católicos comprometidos con el problema y más tarde de forma oficial toma postura teórica y M ATERIAL COM PLEMENTARIO PARA EL PRIM ER CUATRIM ESTRE - T EM A 14 práctica ante los hechos. El papa León XIII denuncia la situación en la encíclica Rerum novarum. Era 1891 y el Manifiesto de Marx se había producido en 1848, pero desde mucho tiempo antes no habían faltado católicos que hicieron por fin posible esta encíclica. El papa se enfrenta en ella a los poderosos y expone algunas implicaciones sociales de la fe cristiana: ratifica el derecho a la propiedad privada, pero señalando también su función social, subraya la obligación subsidiaria del estado para intervenir en la salvaguarda de los derechos públicos y privados, reclama el salario suficiente para una vida digna y condena la lucha de clases invitando a los obreros a unirse para defender sus derechos. A partir de entonces, se irá formando la doctrina social de la iglesia, sobre todo con documentos papales sobre la materia. 4.6. La iglesia frente a las ideologías Las ideas motoras y los proyectos de mundo nacidos en esta época fueron mirados con recelo y frecuentemente condenados por la iglesia. Respecto al liberalismo político, las posturas se fueron alejando cada vez más. La institución eclesiástica tuvo más en cuenta los sistemáticos y continuos ataques de que era objeto que la posible aceptación de las nuevas ideas desde el Evangelio. Como fuerza necesariamente reaccionaria, según el pensamiento ilustrado, la iglesia fue atacada sin miramientos y con violencia, tratando de reducirla a la esfera privada y de restarle influencia en la sociedad. Los estados liberales introdujeron una legislación hostil hacia ella, sobre todo en cuanto a órdenes religiosas y al tema de la enseñanza. La libre competencia como sistema y la libertad de cualquier norma religiosa o moral, cosas ambas defendidas por el liberalismo económico o capitalismo, trajeron consigo un materialismo práctico fuente de explotación e injusticia. La severidad que mostró la iglesia cuando se trataba de liberalismo político se convierte en transigencia en el caso del capitalismo. Las posturas efectivas son de caridad y beneficencia y las doctrinales sólo matizan ciertos puntos. Hasta Juan XXIII, no se escucharían palabras papales de reprobación explícita del capitalismo como sistema y globalmente entendido. El socialismo había aparecido como opuesto al capitalismo, abogando por la supresión de la propiedad privada o al menos la de los medios de producción. En el Manifiesto comunista PÁG INA 7 (1848), Marx califica de utópicos a todos los socialismos precedentes dando a su postura el nombre de socialismo científico. Marx centró su atención en el materialismo histórico, puesto que más que interpretar el mundo quería cambiar la sociedad. Sin embargo, la reducción del hombre a simple materia era calificada por él como materialismo burgués. Es verdad que Marx hace depender de la economía incluso la religión, el arte o cualquier creación del espíritu. Pero esta postura excesiva ayudó a muchos a tener más en cuenta los condicionamientos materiales de la religión. Para Marx, la religión era una creación enteramente humana: el opio del pueblo. Dada la variedad de posturas que se autodenominaban socialistas, Pío XI (1931), cuando en su encíclica Quadragesimo anno condena el socialismo, se ve obligado a definir lo que después condenará. El aspecto utilitario y económico, la pretensión de excluir cualquier otro ideal humano y la negación de un espacio en la sociedad para la fe en Dios son el objeto de su reprobación. Juan XXIII, en la Mater et magistra (1961), tratará también indirectamente el tema. Mientras la postura de la iglesia hacia los socialismos de inspiración marxista es de rechazo, se observa una mayor capacidad de comprensión y diálogo hacia el resto de ellos. La posibilidad de ser cristiano y marxista al mismo tiempo ha hecho correr hasta hoy ríos de tinta y de palabras desde que Pío XI condenase en la Divini Redemptoris (1937) el comunismo ateo. 4.7. El Concilio Vaticano I Fue Pío IX, cuyo pontificado duró 32 años, quien convocó en 1869 el Concilio Vaticano I. La invitación a ortodoxos y protestantes fue rechazada y por primera vez no se hizo lo propio con los gobiernos que siempre habían tenido sus delegados en los concilios ecuménicos. La convocatoria venía ambientada por algunos acontecimientos anteriores: los partidarios de la unidad italiana amenazaban los estados pontificios; en 1854 se había proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción de María, y en 1864 el Syllabus con sus 80 proposiciones condenaba los llamados errores de la época. Lo que se intentaba que fuese un rechazo de los movimientos contrarios a la iglesia acabó en la definición de la infalibilidad del papa en cuestiones de fe y moral, y de su episcopado supremo. Las guerras truncaron el concilio. En 1870 se perdían los estados pontificios y el papa se constituía «prisionero del Vaticano», pero la definición de su infalibilidad en la constitución Pastor aeternus y la misma situación del pontífice levantaron en el mundo católico una simpatía y un fervor por el papa nunca conocido hasta entonces. El centralismo en la iglesia aumentó y en 1918 entró en vigor el Código de Derecho Canónico, que en aquellas circunstancias venía a ser más un derecho pontificio que un derecho eclesiástico. ! TRABAJO PARA LA SEMANA â ã ä å æ Lee las páginas 79-80 del catecismo, en las que se resume la historia de la iglesia en el Renacimiento y la Edad Moderna en España. ¿Qué sabes de los protestantes? ¿En qué países son mayoría? ¿En qué crees que se diferencian de los católicos? ¿Qué es más importante, lo que nos une a ellos o lo que nos separa? Define con tus palabras los siguientes términos: a) Indulgencias; b) concilio; c) mística; d) infalibilidad; e) doctrina social de la iglesia. ¿Cómo ves tú la relación entre fe cristiana y razón? ¿Y entre fe cristiana y ciencia? Enumera las cinco consecuencias de la ciencia y la técnica que tú creas que han sido más positivas para la humanidad. Asimismo, señala cinco empleos de la técnica especialmente dañinos para los hombres. PÁG INA 8 E SCUELA DE F UNDAMENTOS C RISTIANOS - S EDE D E Ú BEDA