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Mtra. Arely Medina1 Estudiante de Doctorado El Colegio de Jalisco 5 mayo no. 321, Zapopan, Jalisco Tel. particular 33-15437602 e-mail: amarain.arely@gmail.com El Islam en Guadalajara. Identidad en los conversos tapatíos Palabras clave: Campo religioso; Tecnologías de la Información y Comunicación; Internet; relocalización; comunidad; Islam global Introducción El Islam es una de las tres religiones monoteístas en el mundo, junto con el judaísmo y el cristianismo, que continúan la línea abrahámica. Cuando pensamos en Islam, su referente geográfico inmediato es el cinturón del Corán; de Marruecos a Indonesia, de este a oeste, de Kazajistán a Tanzania por el norte a sur (Lubeck y Britts, 2003, 480). Pero desde hace ya varias décadas el Islam ha logrado cruzar fronteras, eso sin contar que desde sus inicios el Islam fue extendiéndose, islamizando diversos territorios, construyendo nociones como la umma universal de creyentes o diversas formas de islam. Las oleadas migratorias de árabes musulmanes, sobre todo, fueron elementos pioneros para que el Islam aterrizara por ejemplo en países del continente Americano. En México por ejemplo, la existencia por lo menos de algunos musulmanes data del periodo de la conquista española; pero su presencia comienza con la oleada migratoria de árabes que abarca entre 1895 y 1960, donde una minoría es identificada como musulmana (Alfaro-Velcamp, 2011, 285). Pero es hasta aproximadamente 1986 cuando los musulmanes concentrados sobre todo en la parte norte de México, en Torreón y en el centro, ciudad de México, se organizan para conformar las primeras comunidades islámicas. 1 Arely del Carmen Torres Medina 1 A ello habrá que unirle el papel que ha desempeñado la intensificación de vías de comunicación así como los procesos propios de la globalización, que son ahora los elementos que permiten que el islam se transnacionalice, y que siga cruzando fronteras bajo diferentes formas, así como su diversas estrategias de relocalización. Esto nos permite reflexionar en las formas que adquiere el sistema de creencia islámico cuando lo pensamos fuera de ese cinturón del Corán. Bajo esa reflexión lo que se expone en este texto comprende la historia de la comunidad islámica de Guadalajara y los procesos de identidad religiosa de los conversos musulmanes que fueron registrados entre los años 2010 y 2011. En el artículo se busca exponer cómo esta comunidad fue resultado de los procesos de globalización y transnacionalismo cultural en los que el islam hace su aparición como un producto deseable por sus diferentes connotaciones que fueron llamativas para los conversos de Guadalajara. También se busca explicar cómo los conversos son reflejo de los procesos y resultados del islam global y cuáles son los escenarios sociales donde los nuevos conversos negocian su identidad religiosa. La hipótesis parte de la idea de que la comunidad Islam Guadalajara a diferencia de las primeras comunidades pioneras en México es diferente en cuanto incorpora nuevas formas de acercamiento y asentamiento del islam, así como de organización y creación de comunidad. Se trata de una nueva modalidad de incursión del islam a México, mediada por el uso que los actores le dan a los diversos medios de comunicación. Ello nos lleva a reflexionar las nuevas dinámicas en las cuales los diversos sistemas de creencia están ajustándose, por mencionar algo, a las Tecnologías de la Información y Comunicación. Punto de comparación: llegada del Islam y organizaciones comunitarias en México México al igual que otros países atravesados por la modernidad contemporánea presenta una diversificación de religiones. Dicha diversificación religiosa al interior de la República Mexicana, aún con la hegemonía católica, conforma un abanico de 2 opciones religiosas, pero que son minoritarias y atomizadas, dónde el islam es una minoría entre las minorías religiosas. El islam en México se presenta así, como una opción más en la lista de religiones en México. El censo de población y vivienda del 2010 arrojó que de 112336538 habitantes, sólo 3700 se registraron como musulmanes (INEGI, 2011, 3). Los grupos o comunidades islámicas en el país son apenas una minoría organizada desde diversas localidades y aunque cada una ha tenido su propio recorrido histórico, hay patrones que pueden explicar la llegada del islam a México y entender esto a partir de etapas. La historia del islam en México comienza con la llegada de musulmanes cristianizados en la época colonial, eran musulmanes en disimulo, que ocultaban su creencia islámica. Ellos “[…] escribieron el primer capítulo en la brumosa historia del Islam subterráneo de la Colonia” (Taboada, 2004, 114). Este suceso es reconocido como la primera etapa del islam en México, conocida como disimulo obligado o taquiya y va de la conquista al triunfo de la Reforma (1833) (Cobos, 2008, 20-21). La segunda etapa arranca desde el triunfo de la Reforma liberal hasta 1980 (Cobos, 2008, 20-21). En este período los musulmanes comienzan a llegar en las olas migratorias árabes; su destino no era México sino el país vecino, sin embargo al no conseguir tal meta se instalaron sobre todo en la región norte de México: Torreón, Saltillo y Monterrey (Musalem, 1997, 313-314). Cabe señalar que sólo una minoría era musulmana, y esa minoría se mantuvo en disimulo e intentando incorporarse a la sociedad mexicana castellanizando por ejemplo, sus nombres y apellidos, debido a ser señalados bajo estereotipos como la poligamia. Es a partir de 1980 que en México se empiezan a organizar diversas comunidades islámicas. Esta etapa ha sido llamada de reislamización y conversiones (Cobos, 2008, 10). La inmigración ya no sólo árabe musulmana sino también la esporádica inmigración de conversos musulmanes activaron de forma visible la vida religiosa islámica. Surge aquí la construcción de la primera mezquita, ubicada en la Comarca Lagunera en Torreón e impulsada por la población inmigrante árabe musulmana; el establecimiento de la oración comunitaria del 3 viernes inicialmente promovida por y para el cuerpo diplomático en la ciudad de México; la llegada de proselitistas conversos y con ella la organización de comunidades y centros de culto, entre ellos los promovidos por Omar Weston en la ciudad de México y Morelos, las diferentes reorganizaciones de éstas, el movimiento Murabitun en Chiapas a cargo de conversos andaluces, y la Orden halveti Yerráhi en la ciudad de México (Medina, 2014, 41-51). Cobos Alfaro (Cobos, 2008, 10-22) señala que estas tres etapas han caracterizado la presencia del islam en México. Esta última, de la que gozamos de mayor registro, permite comprender cómo el islam comienza a integrarse en la sociedad Mexicana. Los patrones de asentamiento tienen que ver entonces, con la presencia de inmigración ya no sólo árabe sino de conversos que en calidad de proselitistas organizan grupos y comunidades. Las conversiones de mexicanos comienzan a ser clave para la organización y crecimiento de estos grupos. La instrucción islámica que se da dentro de cada afiliación está sujeta en principio a la práctica e interpretación del proselitista. Los procesos propios de la organización, de interpretación y de ajuste de poder dentro de cada afiliación han desembocado en la reorganización de ideales y expectativas por lo que, por ejemplo en Chiapas y México se ha creado un subcampo religioso islámico. Pero la presencia de musulmanes en México no sólo está en estos estados mencionados. No hay aún un registro fiable que nos permita precisar con exactitud dónde y cuándo comenzaron a formarse otros grupos o comunidades islámicas, sin embargo, el caso registrado de la presencia de musulmanes en Guadalajara es un parte aguas en la trayectoria del islam en México que nos abre la puerta a reflexionar sobre otro tipo de incorporación de este sistema religioso. Es en la tercera etapa donde las conversiones de mexicanos cobran mayor sentido por tener varias vías de acceso a esta religión; y donde la reislamización ya no es de los árabes que mantuvieron por generaciones oculta su adscripción, sino de la trama imaginaria que los conversos logran tejer en el proceso de su conversión. Islam en Guadalajara: ejemplo de una modalidad diferente de incursión del islam 4 El único registro temprano de musulmanes en Guadalajara se dio en 1910;2 sin embargo, la presencia del islam en Guadalajara con sentido comunitario surgió en 1993 cuando inmigrantes árabes y latinoamericanos, así como conversos comenzaron a reunirse en una casa alquilada para hacer la oración del viernes –en árabe y en español-. La organización de esta naciente comunidad fue resultado de la iniciativa grupal de sus integrantes y solo de ellos; no había proselitistas, carecían de fondos económicos, de instrucción y guía, así como de materiales, acaso algunos ejemplare de Coránes. Hombres y mujeres convivían viernes a viernes para escuchar el sermón a cargo de algún varón integrante de la comunidad. Generalmente este varón era un inmigrante egipcio o un converso latinoamericano; ambos fungían como imam, sin dejar perder la oportunidad a alguien más. Las condiciones precarias y la percepción social de los vecinos, conforme avanzaba el tiempo, orillaron al cambio constante de sede. Por ejemplo, después de los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York, el conocido 9/11, los arrendatarios asustados por los comentarios emitidos en los medios de comunicación, hicieron saber a la comunidad que no serían cómplices de ellos. Mudando un par de veces de domicilio finalmente se instalaron en una colonia popular, Santa Teresita en Guadalajara, y se hicieron llamar Casa Islam o también Dar al-islam. A partir de este cambio la comunidad comenzó a darse a conocer en diversos medios de comunicación, como la radio, boletines y en la universidad (Universidad de Guadalajara) para hacer un llamado a la tolerancia religiosa debido a ciertos sucesos xenofóbicos por los que algunos integrantes de la comunidad pasaron (Medina, 2014, 56-61). Hasta ese momento la comunidad albergaba solo a cincuenta personas; treinta eran mexicanos y veinte estudiantes extranjeros, sobre todo de Sudamérica; la población parece que no acrecentó, debido al retorno de los inmigrantes musulmanes en calidad de estudiantes por estancia académica o similar. 2 Según datos censales 1910 5 Esta comunidad puede ser registrada como el primer intento de presencia islámica en Guadalajara. A diferencia de las comunidades de la ciudad de México la comunidad tapatía de este entonces careció de cualquier ayuda que pudiera incentivar el progreso y el completo anclaje del islam en esta ciudad. Esta comunidad se mantuvo a flote durante 12 años, 1993-2005. A su cierre en 2005, sus integrantes sólo se dispersaron; algunos siguieron en contacto y celebrando festividades islámicas como ramadán en sus hogares. Fue hasta el año 2009 que se abrió el centro de culto “Islam Guadalajara”, iniciado bajo la organización de Abdul Kareem junto con inmigrantes, sus esposas conversas y nuevos conversos. Abdul Kareem un tapatío que después de convertirse en Houston, Texas, regresó a Guadalajara. Con algunas pistas, Kareem logró contactar a algunos inmigrantes y conversos de Guadalajara para comenzar una nueva comunidad. Cabe señalar que una parte de los inmigrantes musulmanes había estado presente en la anterior comunidad, otra parte eran nuevos, con una diversidad de origen: egipcios, marroquíes, de Costa de Marfil y paquistaníes. De igual manera los conversos; parte de ellos habían convivido con la primera comunidad y otra parte era de recién conversión, sobre todo jóvenes. Estos jóvenes a pesar de la ausencia de un grupo o comunidad islámica a la cual acercare, se convirtieron de manera aislada y autónoma haciendo uso de Tecnologías de la Información y Comunicación o bien, con algún conocido. La comunidad “Islam Guadalajara” para 2009 no contaba con un inmueble, así que comenzó sus actividades en un sitio web que proporcionó la primera plataforma de socialización. El uso de salas virtuales de conversación como medio de información e instrucción fue una herramienta novedosa para el grupo, pero que poco a poco decayó, manteniendo sin embargo, un uso elevado de otros canales de información y aprendizaje por parte, sobre todo de la población joven conversa. Entre ellos destacan las diversas páginas islámicas en Internet con diversos cortes interpretativos de la práctica islámica; las imágenes y símbolos que se exponen como producto del marketin cultural en programas televisivos como la telenovela El Clon, o los videos musicales de belly dance y literatura. 6 Más adelante, la comunidad logró tener un par de sitios acondicionados para la oración: un centro religioso católico y un consultorio médico. Pero pronto encontraron un mejor lugar. Un inmueble en renta, que al igual que los otros dos primeros, el uso principal no era para ser un centro de culto islámico, sino que era un inmueble multiusos: se rentaba como terraza de fiestas, consultorio psicológico y de terapias de flores de Bach, angelología y homeopatía. Cada viernes era rentado para ser la al-jama o musallah de “Islam Guadalajara”, como ellos lo llamaban. La consecuente falta de recursos económicos seguía presente. La recreación de un lugar sagrado viernes con viernes era resultado de ello. Esporádicas donaciones en especie y la venta de artículos islámicos al interior del recinto permitían solventar algunos gastos. Los esfuerzos de la comunidad en su conjunto permitieron una autonomía respecto a otros actores sociales islámicos en el proceso de su inserción al campo religioso tapatío, pero también al subcampo religioso islámico en México. La falta de proselitismo internacional o incluso dentro del país, permitió que esta comunidad se organizara no sólo bajo sus propios recursos económicos sino bajo sus propios estándares de interpretación islámica. “Islam Guadalajara” entre 2009 y 2011 estaba viviendo un proceso de inserción en el campo religioso tapatío y en su misma sociedad. La comunidad surgió de diversas historias entrecruzadas de conversión e inmigración; de diversas experiencias de acercamiento al islam, y aunque la comunidad llegó a recibir visitas y participar con otros líderes religiosos en la ciudad de México, la comunidad hasta ese momento se mantuvo al margen de unirse a algún proyecto ajeno, no tenía el compromiso ni la deuda moral de hacerlo. En ese proceso de inserción, de búsqueda y de planteamiento de estrategias de acomodación del sistema de creencia islámico, la comunidad pronto vio su escisión. No era tanto la falta de recursos económicos, ni la falta de un líder, porque éste existía, sino la falta de una identificación e interpretación doctrinaria más o menos homogénea en el grupo lo que permitió que de inmediato se cuestionara el liderazgo de quien hasta entonces organizaba y se encabezaba como imam. Ello trajo como resultado la creación de un subcampo religioso islámico en Guadalajara (Medina, 2014, 67-73). 7 El subcampo religioso islámico tapatío en su calidad de ser un espacio autónomo donde se juega la autoridad religiosa y se da la competencia por la gestión de los bienes de salvación (Bourdieu, 2006, 62) para 2011 estaba formado por “Islam Guadalajara” de tendencia sunni y por El Centro Cultural del Occidente de México: El Mensajero de Dios A.C. de tendencia shíí. Actualmente se tienen pocas noticias de este último grupo, que fue liderado por el joven Genaro Atahualpa quien falleció en marzo de 2015. Este grupo al igual que “Islam Guadalajara” mantuvo una organización autónoma de cualquier recurso proselitista; incluso la dinámica de socialización estaba mediada también por Internet, por ejemplo las jutbas o sermones del viernes podían ser leídos desde el Facebook; usaba también diversos inmuebles para reunirse y activar el sentimiento de pertenencia. A este subcampo se le unió otro grupo de jóvenes conversos denominado Musulmanes en Guadalajara. Actualmente estos son los dos grupos que representan el Islam en Guadalajara. Uno tiene su sede en la colonia popular Morelos al sur de la ciudad, y la otra hacia el centro de la ciudad; cada una goza de una organización diferente. Sin embargo parecen recrear de vez en cuando la idea de umma, por lo que algunos integrantes gozan de participar de una y otra sede. El Islam en Guadalajara después de la comunidad pionera que duró 12 años, tiene ahora ya 6 años a flote desde que “Islam Guadalajara” reinsertó el islam en el campo religioso tapatío, eso sin contar la presencia de musulmanes entre 2005 y 2008 que practicaban al interior de sus hogares. 8 [Imagen 1] Musulmanes orando antes de salir a la marcha en pro de Palestina organizada por “Islam Guadalajara”. Agosto 2014. Captura de Arely Medina 9 [Imagen 2] Musulmanes en conferencia dictada por Mariam Saada y organizada por Musulmanes en Guadalajara. Marzo 2015. Captura de Arely Medina El islam en Guadalajara es un ejemplo que nos permite reflexionar sobre nuevas formas de inserción religiosa en México. Para el caso del islam en México, las formas tradicionales y de acuerdo también a la época en que se desenvolvieron, están comprendidas desde el contexto de inmigración, pero también desde algunos elementos que son muy propios del campo social transnacional, donde actores, como los proselitistas, juegan un papel importante como poseedores y transportadores del capital religioso y su ejercicio legítimo. En calidad de ello, las primeras comunidades islámicas han contado, desde su inicio, con una estructura que les dicta qué es el islam, cómo se práctica y cómo se vive; existió una autoridad visible, representada en el proselitista, el imam, el sheij, la tendencia doctrinaria, 10 aspectos que facilitaron, quizás, el anclaje del sistema de creencia islámico al contexto sociocultural mexicano. Por su parte, el inicio del islam en Guadalajara está marcado por una forma diferente de incursión. Su historia no tiene que ver con la presencia de proselitismo, ni inmigrantes organizados, ni mucho menos de la presencia de un cuerpo diplomático interesado en la construcción de un recinto religioso. Desde su inicio no contó con una estructura o un habitus; en efecto existía un capital religioso pero que era manejado desde diversos actores y bajo diversos usos, por lo que una identidad colectiva descrita desde ese habitus estaba inexistente. La forma organizativa sobre todo de “Islam Guadalajara” y posteriormente de El Centro Cultural del Occidente de México: El Mensajero de Dios, son un ejemplo de cómo el Islam llega a tierras mexicanas bajo una modalidad diferente de las primeras. Las historias de conversión permiten comprender nuevas formas de acercamiento al islam, formas que están atravesadas por los procesos de globalización y transnacionalismo cultural. Identidades en los conversos tapatíos La identidad musulmana de los conversos en Guadalajara para 2009 a 2011 no terminaba a veces por definirse completamente en tanto que no mostraba rasgos homogéneos entre las prácticas y formas interpretativas del islam. La identidad musulmana de inmigrantes como conversos en Guadalajara estaba en proceso de formación, al igual que la identidad colectiva de “Islam Guadalajara”, pues ambas iniciaban su camino por intentar definir la práctica y ortodoxia. Lo que se percibió en el análisis de los procesos de identidad individual es que los conversos han tomado aquellos elementos culturales que están en su derredor inmediato y que son capaces de interiorizar: tomando aquello que les es útil en la práctica y para comprender el sistema religioso, y desechando aquello que creen inconveniente (Medina, 2014, 125). Las rutas de acceso y conversión al islam destacan como una nueva modalidad entre los patrones de conversión al islam en México, que son la 11 conversión mediada por proselitismo y dawah. Los procesos de conversión de estos musulmanes al igual que los inicios de la comunidad “Islam Guadalajara” están mediados por recursos tecnológicos que funcionan como canales de información donde símbolos, imágenes, ideas, discursos y prácticas que han sido desanclados de sus lugares habituales se ponen en marcha para ser tomadas en otros contextos culturales. Las historias de conversión permiten delinear algunos patrones que desde esta interpretación, son resultado de la globalización y el transnacionalismo cultural. Ejemplo de ello es que los conversos tuvieron su primer contacto con el islam mediante Internet o como resultado del marketing cultural: visitas a sitios web islámicos, salas de chat, literatura, expresiones artísticas como la danza, la fotografía, creaban imaginarios de qué era lo árabe y lo musulmán, la telenovela El Clon, experiencias de viaje laboral o educativo, fueron parte de los primeros encuentros de estos musulmanes con el islam. No es un suceso único, de hecho se ha abordado el caso del Islam Global (Lubeck, 2004,) y de la Umma virtual de Internet (Roy, 2003) que nos permiten comprender cómo el sistema de creencias islámico, sus estructuras habituales, y los detentores del capital religioso situados en localidades específicas, han traspasado no sólo fronteras territoriales, sino culturales. Ello ha sido posible a través de diversos medios, que si bien muchos son gestionados desde “arriba”, también existe una gestión de ese capital desde “abajo”. El caso de los conversos tapatíos, entrevistados, no es ajeno a la realidad de los conversos al islam en el mundo, basta teclear en un buscador, “cómo convertirse al islam” para que aparezcan un sinfín de sitios de instrucción. Lo que hace único este patrón de conversión y más o menos homogéneo en Guadalajara entre 2005 y 2009, es que se da en un contexto altamente católico, cuando no existía una comunidad islámica, y donde si bien existe una diversidad religiosa las minorías a veces son invisibles o las hemos invisibilizado. El primer encuentro con el islam de los ahora conversos estuvo mediado por experiencias producidas por la globalización cultural y la transnacionalización: experiencias de viaje, venta de productos artesanales de Medio Oriente, bailes, 12 moda, contacto con el “Otro”, internet. La conversión surgió después de convencerse de que el islam era la mejor opción para dejar atrás su religión católica. Las experiencias de conversión, la mayoría están mediadas también por estos mismos recursos: frente al computador siguiendo instrucciones, mediante vía telefónica, en el extranjero en una comunidad étnicamente ajena al mexicano, y dentro de “Islam Guadalajara” pero nunca bajo proselitismo. Y hay que señalar que, cada conversión, anterior a la existencia de la comunidad, se dio de manera aislada y autónoma (Medina, 2014). Tras lograr la conversión fuera de una comunidad, la experiencia religiosa se volvió un asunto meramente personal y privado. Ajenos unos de los otros, practicaban sus oraciones a solas, restringieron su dieta alimenticia y hábitos siguiendo recomendaciones en internet, pero sobre todo recreando una identidad islámica uniéndose a la umma. La manera en como lo hacían era a través de portales islámicos y chats donde podían encontrase con otros iguales a ellos. Fue hasta la existencia de la comunidad que los conversos comenzaron a crear una identidad comunitaria y no sin dejar de lado la idea de umma, la comunidad universal de creyentes como parte del imaginario de hermandad islámica: amistades vía chats de conversación, noviazgos mediados por Internet, visitas a sitios web islámicos, eran algunas herramientas que facilitaban el sentimiento de hermandad. Dentro de la comunidad los conversos continuaron con su proceso de conversión; aprendiendo de sus recursos habituales y de los ofrecidos por la naciente comunidad. Los musulmanes, entrevistados, de Guadalajara compartían ahora un credo y un espacio ritual; pero también compartían la misma sociedad tapatía y sus prácticas culturales, la experiencia de vivir en una ciudad con mayoría católica y ellos mismos provenir de familias y enseñanza católica. Estos factores, tan comunes a ellos, permitieron metodológicamente encontrar similitudes en los relatos. Hasta 2011 los patrones de similitud en la práctica, interpretación y ortodoxia islámica de los conversos eran reflejo del mismo proceso de identidad colectiva que atravesaba la comunidad. Lo que dan cuenta las narraciones de conversión es que 13 hasta ese momento la comunidad carecía de bases cimentadas y legitimadas sobre la ortodoxia islámica; sin embargo, las vías similares de asimilación del sistema de creencia islámico y de cómo se identifican ellos, son resultado del entorno sociocultural tapatío de la época y del que son parte. Como resultado de ello, los conversos tapatíos presentaron dos tipos de identidad musulmana. . Identidad musulmana asumida a través de la hipercatectización El primer caso lo componen conversos que llevaron gran parte de su aprendizaje del islam anterior a su rito de conversión en comunidad o bien con otros musulmanes. Por lo que su testimonio de fe se dio dentro de un grupo. Este grupo tenía definido un habitus religioso, por lo que el nuevo converso contaba con una fuente de información legitima. Tras llevar un proceso de aceptación de su identidad musulmana lograron afrontar todos los planos de socialización (familia, amigos, trabajo, escuela) sin tener que ocultar su adscripción religiosa. De esta manera ellos han podido convivir en familia e incluso participar en sus eventos religiosos siempre bajo la consigna de no hacer lo prohibido en el islam. También los festejos islámicos se viven y se comparten; añaden algunas festividades católicas trayendo a colación algunos elementos islámicos para lograr armar un puente cognitivo. Ejemplo de ello es la navidad donde se permiten recordar a Isa o Jesús, a Mariam o la Virgen María. Otro elemento que se une a este tipo de identidad asumida es que en su socialización laboral los conversos han logrado adecuar sus espacios de trabajo en espacios donde pueden vivir y practicar el islam sin restricciones, o por lo menos en diversos grados. La comunicación sobre la adscripción religiosa, los acuerdos laborales y el autoempleo son formas que muestran cómo se han logrado enfrentar todos los planos de socialización hipercatectizando la identidad musulmana. En el caso del empleo por ejemplo, algunos conversos hicieron saber su adscripción religiosa con el fin de poder obtener el tiempo y espacio para poder llevar a cabo sus oraciones diarias, incluso para poder asistir a las reuniones en comunidad. En el plano de socialización con amistades encontramos una socialización por selección de amistades. Esto quiere decir que no decidieron ocultar su fe, sino 14 seguir conviviendo con los amigos pero descartando a aquellos que parecían ser mala influencia. Finalmente, salía a relucir también como percibían la identidad nacional, lo que ahora jugaba entre la identidad “mexicana” y religiosa “árabe”. Los conversos presentan un deseo de ser otro culturalmente, y que se logra a través de su condición de musulmán. Bajo el discurso pueden notarse diversos argumentos que justifican y legitiman su identidad y condición como musulmanes a través de considerar a la religión como camino verdadero y a partir de ello unir diversos elementos religiosos y culturales propios del cinturón coránico: cambio de nombre; exaltación de la vestimenta, en el caso de hombres uso de barba y túnicas, en el caso de la mujer no es sólo el uso del hijab, sino de su cuerpo como símbolo, uso de jilabas para festividades, delineado de ojos, uso de henna; las expresiones constantes en árabe. Estos conversos no hacen referencia a su condición de ser mexicanos, o buscar mexicanizar por ejemplo la vestimenta, festividades o participar de actos cívicos. Aún más, uno de ellos llegó a visualizarse como de ascendencia arabo musulmana recreando el pasado histórico Al-Ándalus y las posteriores migraciones de moros en la conquista de México. Identidad musulmana en disimulo Este tipo de identidad no muestra una identidad religiosa completamente asumida, sino que dependiendo los casos, los lugares y las condicionantes, estos musulmanes optaron por ocultar su adscripción religiosa y otras veces por hacerla explicita. Este grupo enmarca a jóvenes que aprendieron islam y dieron su testimonio de fe mediante internet. Tras la conversión sólo dos decidieron no compartir su nueva adscripción religiosa con su familia. De allí que las actividades religiosas católicas, que se efectúan en el seno familiar, sean festividades bajo la categoría de disimulo y de renuncia a la participación. Asisten a fiestas y actos religiosos católicos porque muchos de ellos son importantes para su familia; una manera de no sentirse 15 completamente inmiscuidos en estas actividades es cambiando el significado a las oraciones del rito católico. De igual manera, han preferido mantener oculta su adscripción religiosa en su trabajo, limitándose con ello a tener un espacio y tiempo para realizar sus oraciones o portar la vestimenta islámica, como ha sucedido en otros casos. En la socialización con amistades se presenta ocultamiento e indiferencia. De allí que asistan a fiestas, bares y demás actividades con sus amistades. Finalmente, la manera en cómo estos conversos resuelven la identidad nacional muestra dos rostros: en ser culturalmente otro aparece nuevamente, o percibirse como musulmanes pero no árabes, es decir, alcanzan a hacer una distinción entre cultura árabe y religión islámica. Lo que prima en la identidad por disimulo es que si bien mantiene oculta su fe en varios entornos sociales, la comunidad es el único nexo que tiene para ser musulmán. Conclusiones El movimiento de globalización, en él la cultural, así como la facilidad que éste ha permitido para mover ideas, símbolos, culturas, mensajes, tradiciones, ideologías y un sinfín de cosas, ha llevado a que el islam haya encontrado lugar fuera de sus demarcaciones territoriales, fuera del habitual cinturón coránico, por lo que hoy en día no se puede negar la existencia del islam en tierras tapatías, en Guadalajara. La revisión de la historia del islam en Guadalajara nos permite observar formas de transnacionalización de las religiones muy propias de la época. Para el caso mexicano siguiendo a Cobos Alfaro y las tres etapas que comprenden la historia del islam en México, la historia de arribo del islam a Guadalajara nos presenta nuevas formas de presencia islámica. Se trata en todo caso, no de una etapa posterior a la tercera, llamada de reislamización y conversiones, sino de una modalidad que incluye experiencias de movilidad laboral, educativa o turística, el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación como el Internet, y lo que se consume producto del marketing cultural; sin excluir el papel de los inmigrantes musulmanes, el proselitismo internacional y el dawah. 16 Ello derivó para la primera comunidad islámica en un intento por anclar el sistema de creencia islámico; para la segunda, en el encuentro de conversos, en una misma ciudad, bajo una misma fe, pero aislados unos de otros y que en su encuentro buscaron la creación de una comunidad que diera sentido a su “ser musulmán”. Comunidad y conversos son resultado de una autonomía o de los esfuerzos individuales y colectivos por desear construir la base de una ortodoxia islámica. La autonomía como está entendida aquí, nos lleva a considerar que a diferencia de las primeras comunidades en el país, ésta no tuvo ayuda proselitista ni instrucción, por lo que las propias experiencias de conversión y los medios utilizados para la interpretación de la exegesis islámica fueron los primeros canales de educación individual y colectiva. De allí que esta modalidad sea considerada como de conversiones y comunidades musulmanas autónomas. La modalidad comprende como ejes de inserción del islam al campo religioso: conversiones y educación islámica mediadas por medios de comunicación, como el Internet; conversiones a partir de experiencias de viaje; pero sobre todo, fuera de cualquier gestión de los bienes de salvación ya estructurada como es el proselitismo, quién como agencia posee una directriz de lo que el islam es. Esta modalidad no excluye por ejemplo la interferencia de ayuda proselitista ni se mantiene completamente ajena al subcampo religioso, sino que, conforme a su proceso de anclaje va aprendiendo las normas que se juegan en ese subcampo religioso islámico y termina por adherirse al habitus. De allí que, por ejemplo, en esta etapa y como cualquier otra, la comunidad no se aleja del proceso normal de anclaje y ajustes del sistema de creencia al escenario social donde se práctica. Por ello se podrán encontrar similitudes que no son propias de las comunidades musulmanas cuando intentan relocalizarse, sino propias de cualquier religión, como desacuerdos, disidencias, procesos de institucionalización, resignificaciones e hibridaciones culturales. Ello llega a ser visible también en las identidades. El costo de la conversión, para el caso de estos conversos, ha sido alto si se observa que tanto para vivir en comunidad como con el resto de la sociedad, cada converso ha tenido que diseñar 17 sus propias estrategias para comprender lo qué el islam es, practicarlo, afrontar diversos planos de socialización, y con todo ello, definir su identidad religiosa. Los conversos salen poco a poco de esa autonomía conforme la comunidad comienza a ser un referente de identidad. Referencias Alfaro-Velcam, Theresa. 2011, “Arab ‘Amirka’: Exploring Arab Diasporas in Mexico and the United States”. Comparative Studies of South Asia, Africa and the Middle East, vol. 3, No. 2, Duke University Press, pp. 282-293 Bourdieu, Pierre. 2000, Cuestiones de sociología. Ediciones Itsmo, Madrid ___ 2006, “Génesis y estructura del campo religioso”. Revista Relaciones, El Colegio de Michoacán, Zamora, oonño, vol. 27 Cobos Alfaro, Felipe A. 2008, “Los musulmanes de México en la Umma” en Diario de Campo. 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