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CL-08/90/12/09 Abraham se quedó en Beerseba por muchos años mientras Isaac crecía y comenzó a esparcir la ley de Dios. Instaló un gran viñedo con puertas a los cuatro puntos cardinales. Cada viajero que pasaba por allí podía entrar a la viña para descansar, comer, beber y partir después de estar satisfecho. Muchos venían diariamente a disfrutar de esta bonanza y si alguno estaba desnudo, él lo vestía y le daba monedas de plata y oro. Cuando los paseantes le agradecían Abraham les respondía: “¿Me agradeces a mí? Más bien agradece a Aquel que provee alimento y bebida a todas las criaturas.” Y le preguntaban, “¿Dónde está?” Y Abraham les decía: “Es el Rey del cielo y la Tierra. Él hiere y sana, Él forma el embrión en el útero de la madre y los trae al mundo, Él hace que las plantas y los árboles crezcan, Él mata y Él da la vida.” Cuando la gente oía tales palabras, preguntaban, “¿Cómo podríamos dar gracias a Dios y dar muestras de nuestra gratitud hacia Él?” Y Abraham les daba estas instrucciones: “Digan, ¡Bendito sea Dios, quien es bendito! ¡Bendito sea Aquel que da pan y alimento a toda la carne!” De esta manera enseñaba Abraham a adorar y agradecer a Dios a aquellos que disfrutaban de su hospitalidad. Génesis 22: “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.” (Gn. 22:1-2.) Después de haber aprobado ocho pruebas de obediencia Abraham tuvo que echar a su hijo primogénito. Y si algún momento pensó que se habían acabado las pruebas difíciles, he aquí la décima, la más difícil, una de las pruebas más conflictivas de la Biblia, imperdonable para algunos, incomprensible para otros, ejemplarizadora para unos tantos y fuente de especulaciones para muchos. Textos judíos, como el Talmud, llegan a decir que no fue Dios sino Satán quien dio la orden. Pero sabiendo lo leal a Dios que era Abraham y la cantidad de veces que se comunicó con Él, no es posible que no haya reconocido Su voz. También dicen que fue una gran prueba de fe para Isaac, quien muy pronto comprendió que era él quien sería sacrificado, sin embargo, no se resistió, sino respetó las instrucciones de su padre, a quien amaba y se sabía amado, de modo que confiaba que lo que sucediera era para el bien de los dos. Dios nunca aprobó el sacrificio y menos el humano. Aceptaba la ofrenda de animales porque era parte intrínseca de esa cultura, no fácil de erradicar. Las religiones paganas lo habían practicado por siglos, sacrificando animales y niños para adorar a sus dioses sedientos de sangre. En latín, sacrificio significa “hacer sagrado” y en castellano hablamos de oblación, que significa ofrenda, ya sean flores, velas, bienes, dinero, oraciones y hasta auto-flagelaciones o penitencias. Siguiendo la ley de Moisés, los judíos practicaban diferentes tipos de sacrificios de animales y ofrendas de grano y frutos, los cuales representan el esfuerzo humano. El sacrificio recibía el nombre de holocausto cuando la víctima quedaba enteramente consumida en el altar. Se llamaba de prosperidad o reconocimiento cuando sólo se quemaba la crasitud de los animales inmolados repartiendo el resto entre el sacerdote y el que había ofrecido el animal. Era expiatorio cuando sólo se depositaba sobre el altar parte del animal y el resto se daba al sacerdote. Y se llamaba perpetuo cuando los judíos ofrecían cuatro corderos diarios al Señor. No hubo preguntas: ¿Por qué yo? ¿Por qué Isaac? ¿Para qué me lo diste si ahora me lo quitas? “Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo. Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos.” (Gn. 22:3-4.) Cabe preguntarse si Abraham habló con Sara al respecto. Algunos escritos judíos sugieren que la muerte de Sara poco tiempo después, fue acelerada por la angustia que tuvo con esta experiencia. LA BIBLIA del CHELA, 6 Diciembre 09, por Rev. ADIEL PANTOJA para TSL.org. Copyright © 2009. Derechos Reservados. Librería Especializada e-mail: contacto@lantoespiritualidad.com Cuernavaca, Morelos www.lantoespiritualidad.com tel: 01 777 228 0645