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24 al 30 de abril de 2017 4 ANÁLISIS Crónica económica De Guindos abandona al Popular y Saracho lo da por vendido ■ Esmeralda Gayán El ministro de Economía, Luis de Guindos, ha dejado claro que el Popular es un banco privado, por lo que es su equipo de gestión el que tiene que tomar las decisiones oportunas. “Ya ha dado indicaciones al respecto y el Gobierno no tiene nada que decir. Banco Popular será lo que sus accionistas quieran que sea”. Así de tajante se ha mostrado en el último encuentro del sector financiero. En medio de toda la prensa, el titular de Economía aseguraba que “el Gobierno y el Ministerio de Economía no tienen inspectores, los tiene el supervisor y es el que analiza la situación de la entidad. Eso es lo que me dicen: ni problemas de solvencia ni de liquidez”, insistía De Guindos. En este sentido, recordaba que Popular tiene una parte de su negocio centrado en pymes, un segmento en el que es una de las entidades con más presencia. Muchas flores, pero ni un euro de dinero público, afortunadamente para los contribuyentes que, por ahora, ya dan por perdidos más de 40.000 millones de euros del rescate bancario. En la misma línea, un día antes, la secretaria de Estado de Economía, Irene Garrido, decía que la solución debe ser privada y que el Estado no va a poner más dinero encima de la mesa. Otra cuestión es si el Popular debe o puede continuar independiente. Respecto a la posibilidad de que el banco del Popular. Al final, nadie, ni siquiera su propio equipo, sabe si el jefe piensa más en el saneamiento que en la fusión o más en la fusión que en el saneamiento. Dice Saracho que “vale la pena luchar por el banco”, pero al mismo tiempo asegura que no puede descartarse una fusión. Su postura suena a que, EUROPA PRESS Sucursal del Banco Popular. “El Gobierno echa muchas flores al Popular, pero ni un euro de dinero público, afortunadamente para los contribuyentes que, por ahora, ya dan por perdidos más de 40.000 millones de euros del rescate bancario” participe en una operación corporativa, De Guindos evita pronunciarse. “Lo que decidan sus gestores, siempre que esté dentro de la normativa y de la Ley, el Gobierno no tiene nada que decir”, zanjaba. Esos gestores de los que habla el ministro cada vez están más convencidos de que lo importante es no hacer perder dinero a los accionistas, entre ellos al ala díscola encabezada por la familia del Valle, que fue la que colocó a Emilio Saracho y se cobró el puesto de Ángel Ron. El banco celebró el lunes santo su junta de accionistas ordinaria en la que su nuevo presidente afirmó que Popular estaba abocado ampliar capital nuevamente, sin descartar operaciones corporativas, pues entiende que la independencia de la entidad “es un valor hasta que se convierte en una carga”. De esta forma, Saracho abre las puertas a una fusión, que sería en realidad una absorción. El caso es que tampoco descarta trocear al banco. De hecho, el camino puede ir por vender activos y mantener una red dedicada a familias y pymes, la gran fortaleza una vez saneado el banco, se entregará a otra entidad. Por ahora, la prioridad es equilibrar sus cuentas para cumplir con los requisitos de competitividad que marca el Banco Central Europeo. Para ello, emitirá nuevas acciones. Así lo hizo saber el actual presidente de la entidad, Emilio Saracho, quien anunció otra ampliación de capital, una opción controvertida. La entidad pasa por una mala racha. Sobre todo, tras la celebración de su junta general de Semana Santa. La cotización, que ya venía de mínimos históricos, no ha dejado de bajar, hundiéndose más de un 25%. Según los expertos, no es muy frecuente que un banco que no tenga previsto realizar una inversión significativa en algún negocio realice tantas ampliaciones de capital. Si lo ha hecho, ha sido por necesidad de cumplir con el mínimo regulatorio. A su vez, la medida se podría justificar por una exigencia de algún banco que quisiera comprar el banco, ya que la recuperación abre la posibilidad a que otros bancos más solventes lo vean más atractivo y lo compren. Los más interesados serían Bankia, Sabadell y CaixaBank, ya que por una parte, lograrían los mayores incrementos del beneficio por acción y por otra, podrían distanciarse de sus competidores para entrar en el grupo de los grandes. Sin embargo, las fuertes provisiones que tendrían que aportar para sanear los activos tóxicos del banco que preside Emilio Saracho les obligarían a acometer grandes ampliaciones de capital, lo que les aleja de la puja. También Bankinter desea estar entre los grandes que, en cambio, lo tendrían más fácil para quedarse con el Popular, pero ni Santander ni BBVA están por la labor. Ni para Ana Botín ni para Francisco González la compra es rentable, al menos por ahora, por mucho que deseen con todas sus fuerzas desbancar a su eterno rival con una operación de tal calado. Habrá que esperar más adelante antes de asistir a una carrera por hacerse con el quinto banco español, porque las entidades capaces de comprarlo mejor esperarán a que limpie su balance y a que esté a tiro a un precio más atractivo. Será entonces cuando se abra la veda. “hooligan” es ejemplo de la “antipolítica”, bajo un torpe ejercicio de poder, en una deriva dictatorial hacia lo que, en principio, podía haber sido una re-equilibradora revolución igualitaria refrendada por las urnas. Como resultado, una división mucho mayor de la que existía en Venezuela, bajo la amenaza de guerra civil. El modelo de autoritario que llega al poder a través de los votos, y que se mantiene en ellas comicio tras comicio a través del uso partidista de las estructuras del estado, se plasma en Putin y en Erdogan como referencias. A distancia de los dictadores de las primeras décadas del XX ninguno de ellos renuncia a convocar elecciones, y la apariencia de democracia parlamentaria se mantiene. Aunque la forma de actuar se distancia del consenso con sus adversarios y el ejercicio de poder es casi omnímodo. Como era previsible el “si” ganó en el referendum para aprobar el paso de un sistema parlamentario a otro presidencialista, en el que Erdogan acumula buena parte de los poderes. Ese “si” ganador es limitado habida cuenta del control gubernamental sobre el 95 % de los medios y la dificultad para defender el “no” en la campaña. También es significativo que no ganara en las principales ciudades del país, sino en los medios rurales y en las provincias del interior, con su modelo de autocracia islamista y tecnocrática creación de modernas infraestructuras en el país. En el plano exterior el modelo presidencialista-autoritario supondrá que Turquía, llamado a ser un emergente en otra mejor situación, no podrá entrar en la UE - tampoco ahora la UE quiere ampliaciones que compliquen todavía más el “cul de sac” europeo- y busca una amplia adhesión comercial, lo que no implica aceptar el código de derechos y libertades, que ha sido una de las esencias del modelo. La situación es cada vez más compleja con la aparición de nuevas tendencias autoritarias bajo sistemas de limitado parlamentarismo. El fenómeno está presente en la UE, con los gobiernos de Hungría y de Polonia, ante los que Bruselas y Extrasburgo se encuentran ante un dilema: tener que adoptar sanciones que, en teoría, serían vetadas por uno de los dos países, poniendo en evidencia la extrema fragilidad del bloque, y más tras el Brexit. Lo alarmante de esas derivas autoritarias en sistemas supuestamente parlamentarios es el deterioro de la división de poderes que ya describía Montesquieu. Por no hablar de “hoolingans” como Duterte en Filipinas, que parece saltarse todos los topes y preconiza medidas “anti-vicio” más propias de la antiquísima “ley del talión” o de los episodios más olvidables del Far West. Más allá de los dictadores, los sátrapas, los que tienen las manos manchadas de sangre, perfectamente identificables en la escena mundial, emergen ahora los nuevos autoritaritarismos bajo sistemas de fachada aparentemente liberal. “Dice Saracho que vale la pena luchar por el banco, pero al mismo tiempo asegura que no puede descartarse una fusión. Su postura suena a que, una vez saneado el Popular, lo entregará a otra entidad” Crónica mundana Erdogan y otros ‘hoolligans’ de la política ■ Manuel Espín En los tiempos de la Guerra Fría hasta la caída del Muro, la identificación de los “extravagantes” o “distintos” del mapa político internacional venía determinado casi en exclusividad por su alineamiento ideológico. Nixon-Kissinger no tuvieron piedad alguna con el Chile de Allende que había llegado a las urnas a través de un proceso democrático, como tampoco la tuvo Brezhev con la Checoslovaquia de 1968. Durante las décadas posteriores se construyó una nueva concepción basada en la fuerza de los “establishmen” políticos, y de una élite cuyo poder no se cuestionaba. El panorama no tiene nada que ver con el contemporáneo dentro de una realidad surgida tras las “subprimes”, la crisis económica y los nuevos discursos sociales, que cuestionan no solo a los gobiernos, sino a los propios regímenes y a las bases que han constituido la identidad de los estados hasta ahora regidos por ideas que vienen de 1789, del liberalismo constitucionalista, el estado de bienestar de postguerra y los nuevos progresismos descendientes de los marxismos evolucionados. Lo que ahora encontramos es una acumulación de “gamberros” de la política en papeles protagonistas. Sin ir más lejos Marie Le Pen, fenómeno concebido casi en el extramuros del sistema, con viejos nostálgicos El presdiente turco, Recep Tayyip Erdogan. del fascismo y de la Argelia Francesa , que acaba por convertirse en el primer partido obrero de Francia, desplazando claramente al PCF, y a un PSF cuyo paso por el poder a través de Hollande ha sido desolador, sumiendo a su base de clase media progresista y urbana y a la trabajadora, en un gravísimo problema de identidad. El sistema electoral francés con la doble vuelta, estaba preparado para aislar a cualquier fuerza que pusiera en entredicho a una estructura de poder consolidada de varias generaciones. Pero a plazo cercano no se puede ignorar esa falta de representación del FN en las instituciones, a pesar del “cordón sanitario” de los demás partidos, sin riesgo a desvirtuar el sistema. Buena parte de esas “nuevas” caras de la política “Con una victoria escasa de sí a la concentración de poderes presidenciales, los datos del referéndum impedirán la adhesión de Turquía a la UE” “Creciente presencia de derivas autoritarias en sistemas de fachada aparentemente liberalparlamentaria” pertenecen a lo que antaño se hubiera valorado como “anomalía”. Ahora hay que desvincular esas apariencias de las ideologías tradicionales. Maduro, otro