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Práctica 13, HTA. Historia de l Teoría Antropológica. Prof. David Florido del Corral Cada sociedad tiene su propia cultura, que puede ser definida brevemente como su “modo de vida”. La tendencia en la que caen algunos científicos sociales e historiadores usan los términos ‘sociedad’ y ‘cultura’ intercambiándolos es desafortunada, y tiene como resultado una confusión considerable. Realmente, la sociedad es simplemente un grupo organizado de individuos. Una cultura, por el contrario, es un grupo organizado de ideas, hábitos y respuestas emocionales condicionadas, compartidas por los miembros de una sociedad. En la práctica, la sociedad y la cultura están siempre unidas, ya que, sin cultura, un grupo de individuos no es una sociedad, sino meramente un colectivo. Un partido de fútbol puede juntar miles de personas, unidas por un interés común y reaccionando al unísono a un estímulo, pero cuando termina el juego, el colectivo se disuelve. Las sociedades deben de estar unidas el tiempo suficiente para desarrollar técnicas de vida y trabajo en colectividad. La organización de todas las sociedades, y la existencia de cualquier sociedad como tal, depende de la cultura. Es el compartir las ideas, hábitos, actitudes… lo que hace posible que un grupo de individuos se organice y funcione como una sociedad. Para tener esta distinción bastante clara, debemos decir que los factores implicados son diferentes. La sociedad es la gente, mientras que las culturas existen en un nivel psicológico y conductista. Tanto las sociedades como las culturas son continuas, persisten a través del tiempo y tienen normalmente una duración de vida más larga que cualquier individuo. Ambas son en gran medida autoperpetuas. Esta persistencia de la sociedad y la cultura está, desde el punto de vista de la sociedad, basada en la formación de los individuos; cuando se ve desde el punto de vista del individuo, se basa en el aprendizaje. Así los mecanismos de aprendizaje tienen una gran importancia en cualquier intento de relacionar la personalidad y la cultura (…) La estructuración de la sociedad es en realidad un aspecto de la cultura, ya que la sociedad, como organización continua, está formada de posiciones, o status, que están ocupados por series de individuos sucesivos o grupos de individuos, cuyas relaciones con otras posiciones, u otros status, puede ser definidas con los términos de los derechos y deberes recíprocos que existen entre los que mantienen los status. Debemos decir, entonces, que las culturas tienen contenido y organización. El contenido de las culturas consiste en las ideas y comportamientos de los miembros de la sociedad. Podemos considerar que no hay identidades absolutas en ningún lugar del universo, ni dos situaciones, ni dos comportamientos que sean idénticos. De hecho, los semánticos incluso señalarán que nadie es el mismo individuo en dos instantes diferentes de su vida. Sin embargo, aunque admitamos que no hay identidad plena en ningún lugar, tampoco hay variedad infinita. Lo que observamos es una amplia gama de semejanzas. Así, aunque nunca dos situaciones que sirven de estímulo a la conducta individual son idénticas, muchas situaciones son muy parecidas, y es en los términos de estas semejanzas que los seres humanos operan equiparando situaciones diferentes con las formas de conducta que, habitualmente, van con ellas. Dicho brevemente, mientras la conducta de los miembros de una sociedad variará con respecto a un tipo de situación particular, estas variaciones entrarán en un rango definido y finito. Este rango es lo que llamamos el modelo real de cultura, que es diferente de la Cultura entendida como una configuración. El cuadro generalizado que el etnógrafo hace de una serie de comportamientos o respuestas a una situación particular, es lo que yo llamo el modelo de configuración de la cultura. Me apresuro a añadir que uso el término ‘modelo’ de acuerdo con su utilización ampliamente establecida, que está más limitada que la forma en que fue usada por Ruth Benedict en Patterns of Culture. La suma total de esos modelos de configuración, que reconocemos como ‘la cultura’, es lo que nosotros, los antropólogos, queremos decir cuando hablamos acerca de la cultura de una sociedad particular. Estos modelos de configuración representan los modos de variación en la conducta de los miembros de ese grupo como respuesta a lo que ellos consideran situaciones similares. La idea que debe quedar grabada es que el modelo real de la conducta es, en cada caso, no un solo punto; es un rango en el que caen las conductas estudiadas. Este rango es un rango particular finito, y, por caer en este rango, la conducta se convierte en efectiva social y realísticamente, respecto a un tipo particular de situación. Este cuadro generalizado es lo que yo llamo el modelo configurado de cultura, y lo que está incluido en él es el modo del rango de variaciones en el punto de máxima frecuencia. Como veremos, estos modelos configurados son de gran importancia para los estudios de la personalidad. Excepto por unas breves referencias a las diferencias de status y posición, yo hablaba en las páginas anteriores como si todos los miembros de una sociedad fueran mutuamente intercambiables, por ejemplo, como si todos ellos definieran las situaciones de la misma manera y respondieran a ellas más o menos similarmente. Este, sin necesidad de decirse, no es el caso. El individuo participa en la cultura de su sociedad hasta lo que sus roles Práctica 13, HTA. Historia de l Teoría Antropológica. Prof. David Florido del Corral sociales requieren. Cada cultura incluye una serie de ideas, valores, y modelos de conducta con los que todos los miembros de la cultura deben ser familiares. El lenguaje es uno de estos. En adición a tales modelos, familiares a todos los miembros de una sociedad, hay muchas otras habilidades que son sólo conocidas por un número limitado de individuos, incluso cuando estas habilidades contribuyen materialmente al bienestar de toda la sociedad. La habilidad de un médico es un ejemplo de tal conocimiento específico, poseído por un grupo de personas que están dentro de una cultura. El contenido de la cultura de cualquier sociedad homogénea puede ser dividida en tres categorías, sobre la base de la extensión en que los elementos de cada categoría están compartidos por los miembros de una sociedad. Primero, existen esas ideas, hábitos y respuestas condicionadas emocionalmente, que son comunes a todos los miembros cuerdos, adultos de la sociedad. Los llamaremos Universales. Debe sobreentenderse que esta terminología se aplica solo al contenido de una cultura particular. Un elemento clasificado como universal en una cultura puede no estar en otra. A esta categoría pertenecen elementos tales como el uso de un lenguaje en particular, los modelos tribales de costumbres y alojamiento y los modelos ideales para la relación social. Esta categoría también incluye las normas y valores que están, en su mayoría, por debajo del nivel de la conciencia, pero que forman, al mismo tiempo, parte integrante de la cultura. En segundo lugar, tenemos esos elementos de la cultura que están compartidos por los miembros de ciertas categorías de individuos reconocidas socialmente, pero que no están compartidas por toda la población. Las llamaremos Especialidades. Bajo este nombre están los modelos para todas aquellas actividades variadas pero mutuamente interdependientes que han sido asignadas a varios sectores de la sociedad en el curso de la división del trabajo. En todas las sociedades, ciertas cosas están hechas por, o conocidas por, sólo una parte designada de la población, aunque contribuyen al bienestar del conjunto. Así, todas las mujeres de una tribu estarán familiarizadas con ciertas ocupaciones y técnicas, mientras los hombres estarán familiarizados con series diferentes. Como regla, los hombres tendrán un conocimiento bastante vago de las cosas que pertenecen al territorio de las mujeres y viceversa. Bajo este nombre pueden estar también clasificadas las actividades que la sociedad ha asociado a artesanos o funcionarios, tales como el herrero, el carpintero, el doctor y el sacerdote... Los no letrados no conocen los detalles completos del procedimiento, pero cada uno tiene un conocimiento general de cómo estas cosas se hacen. Se apartarán de los trabajos considerados inferiores y se mostrarán alerta de las innovaciones. Cualquier cambio en el procedimiento acostumbrado o error en la consecución de los resultados esperados nos trae una reacción emocional. En tercer lugar, hay en cada cultura un número considerable de características que son compartidas por ciertos individuos, pero que no son comunes a todos los miembros de la sociedad o incluso a todos los miembros de cada una de las categorías reconocidas socialmente. Las llamaremos Alternativas. Los elementos de la cultura que pueden ser incluidos en esta clase tienen un amplio rango, variando de las ideas especiales y a menudo bastante atípicas en los hábitos de una familia en particular, como diferentes escuelas de pintura o escultura. Independientemente de esta variedad, todas las Alternativas tienen esto en común: representan reacciones diferentes a las mismas situaciones o diferentes técnicas de alcanzar los mismos fines. Las culturas de pequeñas sociedades que viven bajo condiciones primitivas incluyen sólo un número moderado de tales Alternativas, mientras que en una cultura como la nuestra hay muchísimas. Ejemplos de tales Alternativas podrían ser cosas como la utilización de caballos, bicicletas, ferrocarriles, automóviles y aviones con el simple propósito del transporte; nuestra variedad de técnicas de enseñanza, o nuestro amplio rango de creencias y actitudes hacia lo sobrenatural. Detrás de los límites de la cultura, todavía está una cuarta categoría de hábitos, ideas y respuestas condicionadas emocionalmente; la de las Peculiaridades Individuales. Incluyen cosas como el temor anormal de una persona al fuego, debido quizás a algún accidente anterior... Cada individuo tiene ciertas peculiaridades de esta clase, tanto si es el miembro de una tribu primitiva o de una comunidad urbana moderna; y la suma total de tales diferencias individuales dentro de una sociedad es enorme. Las Peculiaridades Individuales no pueden ser clasificadas como parte de la cultura, en el sentido en que el término se usa ordinariamente, ya que no son compartidos por los miembros de una sociedad. (Linton 1936: 272-274).
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