Download Donde hay amor, allí está Dios
Document related concepts
no text concepts found
Transcript
Animación vocacional “Donde hay amor, allí está Dios” Nota para la comprensión de la oración que se propone: En esta oración vocacional del mes de mayo, queremos tener presente, con María, la figura del Cristo fuente de amor y de paz. Reflexionaremos sobre la figura vocacional de María y sobre las actitudes de amor y paz de Jesucristo, que nos da su espíritu. Intenta ser adaptable a distintos momentos del mes de mayo, con lo que litúrgicamente comprende: tiempo pascual, mes mariano, ascensión del Señor y Pentecostés. Ambientación: Jesús ha hecho una promesa de vida a sus discípulos, y su Palabra siempre se cumple. Les ha prometido su compañía y la del Padre en lo íntimo de cada uno de ellos. Nadie puede sentirse solo, ni andar a tientas por la vida, porque Jesús y el Padre vienen a habitar el interior de cada persona. Les ha dado la paz para que vayan a repartirla entre los pueblos y entre todos vayan tejiendo la cultura de la paz. Jesús ha proclamado la Palabra a sus seguidores. El Espíritu Santo continúa esta enseñanza llevándola a plenitud y colabora en la construcción de la comunidad. Al recordarles y hacerles comprender lo enseñado por Jesús, despierta en la comunidad el espíritu de profecía, que les ayuda a dar testimonio de Jesús en el mundo necesitado de paz y de entendimiento, de diálogo y de ternura, de bien y de solidaridad. El sello de autenticidad de la presencia de Jesús y su Palabra es la Paz que da "no como la da el mundo". Nos desea Jesús que "nuestro corazón no se turbe ni se acobarde" que sigamos creyendo en Él. No nos deja solos. Se queda para siempre en medio de nosotros, haciendo el camino con nosotros, habitando nuestro interior. Invitándonos a abandonar miedos y cobardías porque el Espíritu defensor nos enseñará la sabiduría de la vida y nos recordará permanentemente la Palabra de Jesús, que vence la ideología que deshumaniza el mundo, y derriba los muros del odio que divide a los pueblos. (Orar, Suplemento, p. 9) Canto DONDE HAY AMOR, ALLÍ ESTÁ DIOS (bis) Jesús nos ha reunido, amémonos, hermanos, temamos al Señor, que marcha a nuestro lado. Que cesen ya las guerras, que cese ya el dolor, que en medio de nosotros esté Cristo, el Señor, ¡Cristo el Señor! Jesús nos ha reunido, ahora sólo formamos un solo corazón, amémonos, hermanos. Acaben ya rencores, que no haya división, que en medio de nosotros esté Cristo el Señor, ¡Cristo el Señor! Animación vocacional Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda. Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma. Tanto saber me sobrepasa, es sublime, y no lo abarco. ¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada? Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro; si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar, allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha. Si digo: "que al menos la tiniebla me encubra, que la luz se haga noche en torno a mí", ni la tiniebla es oscura para ti, la noche es clara como el día. Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras; conocías hasta el fondo de mi alma, no desconocías mis huesos. Cuando, en lo oculto, me iba formando, y entretejiendo en lo profundo de la tierra, tus ojos veían mis acciones, se escribían todas en tu libro; calculados estaban mis días antes que llegase el primero. ¡Qué incomparables encuentro tus designios, Dios mío, qué inmenso es su conjunto! Si me pongo a contarlos, son más que arena; si los doy por terminados, aún me quedas tú. Señor, sondéame y conoce mi corazón, ponme a prueba y conoce mis sentimientos, mira si mi camino se desvía, guíame por el camino eterno. Animación vocacional Oración común Jesús, acogemos tu Palabra de vida: “La paz os dejo, mi paz os doy, no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde" Y dejamos que alcance nuestro interior y vaya expulsando todos los temores, las rabias, los miedos. Que pacifique nuestras turbaciones e inseguridades. Enséñanos a ser felices con el perdón que ayuda a cambiar los corazones. Enséñanos a ser profetas de la justicia, pues sin ella no hay humanidad. Enséñanos a ser artesanos de la ternura que nos hace hermanos de todos. Palabra de Dios: Jn 10, 27-30 «Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno». Reflexión: Proponemos dos textos: uno mariano y vocacional; otro, un testimonio. (Puede leerse en todo o en parte, y dejar un momento de silencio) Mayor espiritualidad mariana Siempre que se habla del tema vocacional, se termina por mencionar la figura de María, como uno de los factores clave en los procesos de elección y de discernimiento vocacional. María, como figura de la fe de los creyentes, constituye el modelo de discípulo, el arquetipo por antonomasia de vocacionado. Traemos el caso de una joven en unos ejercicios espirituales. Ella no quería tener vocación por nada del mundo y, sin embargo, quería estar a bien con Dios. Según fue avanzando, llegó a la meditación que propone que el ejercitante se confronte con diferentes modelos para contrastar si realmente está libre y abierto a la voluntad de Dios, antes de entrar en la decisión. Para ese rato de oración se propusieron diversos textos, uno de ellos era la Anunciación, otro el pasaje del joven rico. En la entrevista dijo al director que había elegido para su oración el texto del joven rico, pero que lo dejó porque la cosa se ponía muy fea. El le sugirió que tomara el texto de la Virgen. Entonces dijo: “la Virgen es peor, porque la Virgen dijo que sí”. Ahí terminaron sus Ejercicios porque no se atrevió a hacer más oración. Un perfil vocacional mariano contribuye a fomentar una cultura vocacional. El acompañamiento constante de la Virgen es una forma de ir aprendiendo de ella esas actitudes tan suyas y tan propias de creyente: la humildad, la alabanza de la grandeza de Dios, el reconocimiento de la obra que Dios hace graciosamente en nosotros y en la historia, la confianza en Dios y la esperanza en el cumplimiento de sus promesas, el cultivo de la oración y la cercanía de los apóstoles, la aceptación de la cruz y de los reveses de la vida, la perseverancia en el camino de la fe a pesar de las oscuridades, el gozo por la preferencia de Dios por los humildes, la lectura creyente de la propia historia y, evidentemente, la respuesta positiva a la llamada de Dios, sea lo sorprendente e inesperada que fuere. Oración antes del Magníficat Virgen de la llamada, Madre y Auxiliadora nuestra, a ti acudimos con alegre confianza a pedirte por todos los llamados. Que todos los jóvenes encuentren ambiente vocacional en su vida y aprecien todas las vocaciones eclesiales. Que muchos de ellos sientan en su corazón la llamada de Dios que les elige para ser suyos, y les destina a abrir senderos de luz, de paz y de amor. Que sean capaces de romper fronteras, de vencer egoísmos y entregarse generosamente a la causa de la evangelización. Virgen de la llamada, tú que eres nuestra Madre, atiende amorosamente nuestro ruego. Canto del Magníficat Animación vocacional Peticiones: Presentemos al Señor nuestra oración. Respondemos a cada petición: Inclina tu oído, Señor, y escúchanos Tú, Señor, que quieres que todos los hombres gocen de los bienes de tu Reino, danos sensibilidad y fuerza necesaria para ir construyendo con tu ayuda esa nueva cultura vocacional que hoy nos pide el mundo, escucha nuestras oraciones. Inclina tu oído, Señor, y escúchanos Para que cultivemos en nuestra pastoral las actitudes vocacionales de fondo: la recta formación de la conciencia, la sensibilidad ante los valores espirituales y morales, la promoción y defensa de los ideales de fraternidad humana, de la sacralidad de la vida, de la solidaridad. Oremos. Inclina tu oído, Señor, y escúchanos Para que promovamos una cultura del espíritu, creando las condiciones que permitan al hombre reencontrarse consigo mismo, apropiándose nuevamente de los valores de amor, amistad, oración y contemplación. Oremos. Inclina tu oído, Señor, y escúchanos Para que invitemos a todos a reconocer y acoger aquella aspiración profunda del hombre, que lo lleve a descubrir que solamente Cristo puede decirle toda la verdad sobre su vida. Oremos. Inclina tu oído, Señor, y escúchanos Para que reaccionemos contra una cultura de la muerte con una cultura de la vida, que constituye la base de la vida nueva que es vida de gratitud y de gratuidad, de confianza y de responsabilidad. Oremos. Inclina tu oído, Señor, y escúchanos Para que seamos capaces de implantar la cultura del deseo de Dios, que lleve a apreciar a todos los hombres por sí mismos y a reivindicar incesantemente su dignidad frente a todo lo que pueda oprimirlo en el cuerpo y en el espíritu. Oremos. Inclina tu oído, Señor, y escúchanos Para que sepamos comprometer la mente y el corazón de los hombres en lo que es bueno para sí o para los otros, sabiendo discernir con espíritu crítico las ambigüedades del progreso, los pseudo-valores, las insidias de lo artificial, las tentaciones de los materialismos o de las ideologías fugaces. Oremos. Inclina tu oído, Señor, y escúchanos Se añaden preces de forma espontánea... Padrenuestro Oración final Escucha, Señor, esta oración que te dirigimos con fe por nuestros jóvenes, por nuestras comunidades, por nuestra fidelidad en tu seguimiento. No dejes de sostener nuestro trabajo y nuestro entusiasmo vocacional con la alegría de tu presencia vivificante, que disipa las tinieblas y da calor y vida a nuestro trabajo y con el estímulo del amor de tu madre María. Te lo pedimos, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. AMÉN. .- El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. .- Amén.