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CENTRO DE EVANGELIZACIÓN Y CATEQUESIS DE LA ARQUIDIÓCESIS DE MANIZALES Ministerio de Salud FORMACIÓN ASPECTOS ESPIRITUALES DE LA ENFERMEDAD El tema religioso hoy Las convicciones religiosas son hoy sumamente personales (subjetivas) y varían muchísimo de una persona a otra: - Algunos tienen una imagen bien definida de Dios; - Otros tienen una imagen vaga o imprecisa de Él; - Muchos reconocen no saber si Dios existe o no; - Otros están seguros de que no hay Dios. Sociedad Pluralista La sociedad moderna en su estructura es pluri-religiosa. Los grupos sociales en la actualidad colombiana se configuran tras la convocatoria de diferentes corrientes religiosas y ya no solamente desde la Iglesia Católica. La Constitución Política de 1991, en su artículo 19, declara la “libertad de cultos”, aspecto que adicionalmente da origen a cambios importantes en la vivencia de la religiosidad. Sociedad Pluralista En Colombia hacen presencia confesiones de origen norteamericano: corrientes Evangélicas, Pentecostales y Neo-pentecostales, y algunas iglesias cristianas históricas distintas de la Católica (Presbiteriana, Episcopaliana, Anglicana, Bautista, Metodista). También hay presencia de: Testigos de Jehová, Adventistas, Mormones, Asambleas de Dios, Movimiento Misionero Mundial, Creciendo en Gracia, Oración Fuerte al Espíritu Santo, Bethesda, Misión Carismática Internacional, etc. Sociedad Pluralista En 1987 el SPEC (Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano) registró la existencia de 36 religiones no católicas y de 16 movimientos religiosos no cristianos en el país. En 2009 en el Ministerio del Interior aparecían inscritos 10.080 grupos religiosos. La Iglesia con mayor número de miembros en Colombia es la Pentecostal Unida, con más de 3.000 congregaciones y presencia en todos los departamentos del país. Sociedad secularista “La secularización, que reivindica una legítima autonomía al quehacer terreno y puede contribuir a purificar las imágenes de Dios y de la religión, ha degenerado con frecuencia en la pérdida del valor de lo religioso, o en un secularismo que da la espalda a Dios y le niega la presencia en la vida pública” (D.P. 83). Sociedad secularista De ahí que en el mundo y en Colombia se den tres hechos que están interconectados: El secularismo La indiferencia religiosa El relativismo absoluto Que buscan garantizar la soberanía total del individuo, quien se declara “libre” para definir qué es lo bueno y lo malo; es decir, cada quien fija sus propias normas, lo cual aleja a los seres humanos de las condiciones de existencia dadas por Dios. Un tema difícil de afrontar Por esto, la discusión sobre las convicciones religiosas puede ser un tema muy delicado en cualquier período de nuestra existencia. Sobre todo cuando una persona se encuentra afrontando la muerte, que es un acontecimiento que pone a dura prueba la fe religiosa mucho más que cualquier otro hecho de la vida, es necesario sopesar atenta y prudentemente las opiniones y opciones religiosas. Un tema difícil de afrontar Lo más común es encontrar pacientes con una sólida y coherente fe religiosa, que los sostiene y anima, y que no entra en conflicto con las opiniones religiosas de amigos o familiares. Pero pueden darse casos en que ciertos aspectos de la religión causen dificultades al paciente o a sus familiares, o que obstaculicen o impidan la comunicación entre ellos. La pregunta fundamental El primer caso es la pregunta, bastante frecuente: “¿por qué me tocó a mí?” Esta pregunta, que encierra todo un grito de dolor y de angustiosa petición de ayuda, puede contener toda la ira, la desesperación y la frustración causadas por la enfermedad y/o por la inminencia de la muerte. Pero va dirigida también a los fundamentos de la fe: “¿Señor, por qué me tocó a mí?” La pregunta fundamental Esta pregunta tiene tres elementos importantes: - Un sentimiento de ira contra Dios, que permitió que se diera esta enfermedad. - Un fuerte sentido de desilusión: el enfermo puede pensar que después de haber sido siempre fiel a su religión, ahora está abandonado y defraudado. - La sensación de culpabilidad y la idea de que Dios quiso esta enfermedad como castigo por las malas acciones del pasado. Una respuesta fundamental “Tú, Señor, te compadeces de todos porque todo lo puedes, y disimulas los pecados de los hombres para que se arrepientan. Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste aborreces, pues, si algo odiases, no lo habrías hecho. Tú con todas las cosas eres indulgente, porque son tuyas, Señor que amas la vida”. (Sab 11,23-24.26) La “mala teología” Estos tres elementos de la pregunta (ira contra Dios, desilusión y culpabilidad) causan dolor cuando se acepta erróneamente la idea de que Dios, por ser el Creador, controla todo lo que sucede al modo de un titiritero que, si quisiera, podría intervenir y hacer desaparecer la enfermedad instantáneamente. La “mala teología” Ciertas concepciones religiosas pueden crear obstáculos y agravar el sufrimiento en vez de aliviarlo: - Si Dios quiere evitar el mal y no puede, es débil, luego no es Dios. - Si Dios puede, pero no quiere, entonces es un Dios malvado. - Si no quiere y no puede, es tan malvado como débil. - Si quiere y puede, es verdadero Dios, pero ¿por qué no lo hace? ¿No será mejor decir que no existe Dios? (Heródoto) La teología cristiana sobre la enfermedad Para la fe cristiana la enfermedad y la amenaza de la muerte no se deben a la separación, al abandono o al castigo de Dios, sino que son parte del dinamismo natural de la vida, a veces como consecuencia de nuestros propios comportamientos. Podríamos decir que son acontecimientos naturales y, en cierto sentido, “inevitables”. La teología cristiana sobre la enfermedad En la religión hebrea y también en el cristianismo los fieles aceptan el hecho de que hemos sido creados a imagen de Dios y que no somos controlados por ningún predeterminacionismo divino, sino que somos seres inteligentes y libres para decidir y actuar. La teología cristiana sobre la enfermedad Suponer que Dios nos mueve como fichas en un tablero de ajedrez es un pensamiento inaceptable para la teología cristiana. Dios no está en la raíz de la enfermedad, del dolor o del sufrimiento, pues ese no es el proyecto original de vida que Él tiene para sus hijos e hijas. La teología cristiana sobre la enfermedad El plan de Dios Padre Creador para nosotros es la “Salvación”, palabra que proviene del latín: “salus-salutis”: “salud”, “bien-estar” (cf. Gn 1,10.12.18.21.25.31: “vio Dios que todo era bueno”). La Creación es el primer acto Salvador de Dios. Antropología Teológica Salmo 8,5-7: “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies”. Antropología Teológica Gn 2,7: “Yhwh Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente”. Gn 2,15: “Tomó, pues, Yhwh Dios al hombre y le puso en el jardín de Edén, para que lo labrase y lo cuidase”. Antropología Teológica Col 1,15-16: “Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creatura, porque en Él fueron creadas todas las cosas, celestes y terrestres, visibles e invisibles”. Col 1,17: “Cristo existe antes de todas las cosas y todas tienen en Él su consistencia”. Antropología Teológica Ef 1,4-5: “Él (el Padre) nos eligió en la persona de Cristo antes de crear el mundo para que fuésemos consagrados e irreprochables ante Él por el amor. Él nos destinó en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos concedió en su querido Hijo, redunde en alabanza suya”. Antropología Teológica Ef 1,7-8: “Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad” 1Pe 2,24: “Sus heridas nos han curado”. 1Pe 4,13: “Alégrense porque comparten los padecimientos de Cristo para que también se alegren cuando se manifieste su Gloria”. El sufrimiento de Cristo nos permite comprender el valor del sufrimiento humano y nos hace capaces de enfrentarlo durante toda nuestra vida: “Aunque su victoria sobre el pecado y la muerte, conseguida por Cristo con su Cruz y resurrección, no suprime los sufrimientos temporales de la vida humana, ni libera del sufrimiento toda la dimensión histórica de la existencia humana, sin embargo… proyecta una luz nueva, que es la luz de la salvación. Es la luz del Evangelio” . (Juan Pablo II, Carta Apost. Salvifici Doloris, n. 15) La teología cristiana sobre la enfermedad En el sufrimiento está contenida una particular llamada a la virtud de la perseverancia, al soportar lo que molesta y hace daño. La perseverancia hace brotar la esperanza, que mantiene en el creyente la convicción de que el sufrimiento no prevalecerá sobre él. (Cf. 1Pe 4,13) La teología cristiana sobre la enfermedad A medida que el ser humano toma su Cruz, uniéndose espiritualmente a la Cruz de Cristo, se revela ante Él el sentido cristiano del sufrimiento, que no se descubre a nivel humano, sino sólo desde la fe. De esta manera, el hombre encuentra en el sufrimiento la paz interior, e incluso la alegría espiritual (Col 1,24). La Cruz es el abrazo del amor de Cristo para toda la humanidad: “Cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí” (Jn 12,32) La palabra última y definitiva en la vida humana no la tiene el dolor, ni la enfermedad, ni la muerte; la tiene Dios Padre, que resucitó a su Hijo Jesús de entre los muertos. La teología cristiana sobre la enfermedad Ef 1,9-10: “Este es el plan (que el Padre) que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra” La eficacia terapéutica de la oración Sin embargo, a pesar de todo esto, los sentimientos de desilusión, ira y culpa expresados en la frase: “¿por qué me ha tocado a mí?”, permanecen en el enfermo. Un recurso válido para afrontar estos sentimientos es la oración. La eficacia terapéutica de la oración La oración es esencialmente el momento activo de la relación espiritual en entre el creyente y Dios. No es un hecho científico, ni médico, sino espiritual, y aunque es un acto personal l y subjetivo, produce efectos externos observables, que son equiparables, e incluso superiores, a los de la psicoterapia, los analgésicos o los antidepresivos. La eficacia terapéutica de la oración Por lo general, el solo acto de la oración proporciona alivio, es terapéutico. El esfuerzo por describir con palabras la situación en que nos encontramos, las emociones, los sufrimientos físicos, las esperanzas, las ilusiones, todo ello traducido en un diálogo confiado con Dios, tiene ya un efecto terapéutico. La eficacia terapéutica de la oración La oración es una respuesta apropiada y auténtica a cualquier situación que nos esté sucediendo en un momento determinado de la vida. Algunas personas no logran comunicarse con otras a este nivel tan profundo, y por eso para ellos esa comunicación íntima y confiada con Dios asume un significado particular. La eficacia terapéutica de la oración Muchas oraciones contienen peticiones súplicas de ayuda. Los Salmos son modelos especialísimos de oración en esos momentos: - Sal 16: “Protégeme, Dios mío, que me refugio en Ti” - Sal 23: “El Señor es mi Pastor” - Sal 27: “El Señor es mi luz y mi salvación” - Sal 31: “A Ti, Señor, me acojo” - Sal 34: “Bendigo al Señor en todo momento” - Sal 102: “Bendice, alma mía al Señor” - Sal 142: “Señor, escucha mi oración” y La eficacia terapéutica de la oración Pero… ¿Qué sucede si la enfermedad o los síntomas no ceden? ¿Qué sucede si las oraciones no parecen ser escuchadas? Sabemos que Dios no hace sonar los dedos para cambiar las cosas, pero a Él le podemos decir todo: nuestros afanes, miedos y alegrías, como un niño, que acude a su papá o a su mamá cuando tiene una herida o un dolor, aunque sabe que ellos no pueden borrar el raspón de la rodilla, al decir lo que le duele, recibe su consuelo y cariño. La eficacia terapéutica de la oración El creyente debe poder acudir a Dios, porque en esa relación con Él, su dolor se encuentra con una eficacia terapéutica que le anima y alivia su sufrimiento. Quien tiene fe asume las cosas de un modo diverso de quien no la tiene. Pero la fe no evita el mal o el sufrimiento, tampoco lo soluciona, sino que lo afronta desde Dios. La eficacia terapéutica de la escucha Muy a menudo los pacientes que se sienten amenazados por la inminencia de la muerte desconfían y no cuentan sus temores a los demás, por eso puede ser muy difícil descubrir lo que les atormenta en su corazón. Una buena medida pastoral es pasar un buen tiempo escuchándoles. Permitirle al paciente expresar sus pensamientos y sentimientos es también una acción terapéutica y sanadora. Religiones diferentes Las diferencias religiosas no deben ser impedimento para este tipo de comunicación. Es necesario respetar la opción religiosa del paciente. La enfermedad y la proximidad de la muerte no son momentos apropiados para entablar discusiones doctrinales. Lo que hay que hacer es ayudar al paciente a sacar provecho de su confesión religiosa. Guías para dar apoyo Para ayudar al paciente a comprender el sentido espiritual de su enfermedad y la posible proximidad de la muerte, es conveniente tener en cuenta los siguientes puntos: - Crear un ambiente de cercanía, evitando discusiones innecesarias sobre temas doctrinales. - Obrar con discreción y con delicadeza. - Disponerse a escuchar con paciencia, sin prejuicios y sin emitir condenas. Guías para dar apoyo El sufrimiento es un desafío para medir nuestra calidad y calidez humana y cristiana. Nuestra convicción de que Cristo ya venció el sufrimiento y la muerte nos mueve a trabajar por seguir afrontando, desde la fe, el dolor humano. “Yo no tengo la respuesta para tu sufrimiento, pero aquí estoy contigo… Cuando este mundo pase, el Padre Celestial, en su Casa, nos dirá por qué” CENTRO DE EVANGELIZACIÓN Y CATEQUESIS DE LA ARQUIDIÓCESIS DE MANIZALES